«Ya han pasado 18 meses desde que no veo a Ulquiorra» volvía a pensar Grimmjow mirando el cielo azul desde la ventana.
Se sentía triste y dolido, se suponía que sólo iba a ser un año… ¿Quizás lo dejó? No… Ulquiorra no es de ese tipo de personas… mejor dicho, Ulquiorra jamás le haría eso. Dudó por un segundo, ¡¿Cómo podía dudar el amor que tenían?! ¡Rayos! Se sentía confundido, durante los últimos meses no sabía si llorar por su ausencia o comprarse un vuelo hacia donde estaba para darle una buena golpiza y exigirle una explicación de el por qué nunca le enviaba o contestaba sus mensajes y llamadas (que sería lo más probable). Nunca dejó de hacerlo; todos los días seguía intentado pero siempre sonaba como si estuviese apagado ¿Será que lo está evitando? ¿Será que en todo este tiempo pudo conocer a otra persona? ¿Será que ya se aburrió de él? No, eso no puede ser posible. Pero aun así todas esas inseguridades, estúpidas inseguridades en realidad, no dejaban de atormentar a la pobre cabeza de Grimmjow.
Claro, tampoco en todo ese tiempo se iba a ser de vago, gracias a sus grandiosas calificaciones consiguió un montón de propuestas de trabajo de varias empresas famosas. No se hizo de rogar, oportunidades así no ocurren a diario. Cuando un día le llegó una carta dirigida exactamente hacia su persona proponiéndole un buen puesto de trabajo en la empresa Las Noches no lo pensó dos veces y aceptó.
Ya iba trabajando allí un poco más de 16 meses; no era uno de sus trabajos favoritos, estar sentado en una oficina no era lo suyo pero la paga hacía perecible toda esa molestia.
Se hallaba sentado frente al monitor, como ya había adelantado un trabajo tenía tiempo libre de sobra así que decidió ver algunas fotos que tenía de ellos dos antes de que Ulquiorra se vaya. Si, era un total masoquista, hasta él pensaba lo mismo, ser literalmente abandonado por tu pareja es doloroso y todavía es más doloroso estar viendo viejas fotos de ambos muy enamorados…. Es serio es muy doloroso, pero de cierta forma aquellos recuerdo felices llenaban aquel hueco que había creado su melancolía, en cierta forma…
Tal vez era su culpa, si tan solo no se hubiera tenido que ir antes que él… se sentía culpable de su situación aunque en realidad fuera inocente, ambos lo eran. Pasaba foto tras foto lentamente, tardaba cinco minutos en verlas, sus ojos no se despegaban de las imágenes, su mirada era vacía como si estuviera viendo otra realidad. Para cada foto había una anécdota, se acordaba de todas sin ningún detalle faltante; no es que fuera un hombre romántico que llora en todo momento cuando ve algún objeto de su ser amado… él era mas bien el tipo de hombre tosco, insensible, rudo y despistado en los asuntos sentimentales pero cuando Grimmjow Jaegerjaques se enamora, se enamora de verdad. Mejor dicho, cuando él AMA a alguien AMA DE VERDAD, de eso no hay duda, pero también esa verdad era su mayor debilidad.
- ¿Oye perdedor, sigues viendo esas fotos? - lo sorprendió un compañero de trabajo.
- ¡¿A quién llamas perdedor, Luppi?! - le respondió furioso sin dejar de ver la pantalla.
Luppi Antenor trabajaba en la oficina del costado, siempre tenía trabajo pero SIEMPRE se daba un tiempo para ir a fastidiarlo. A pesar de tener la apariencia de un joven adolescente de 17 años en realidad era 4 años mayor que él, pero no lo parecía por su muy agraciado rostro, baja estatura y delgado cuerpo además de que su comportamiento parezca más a la de una adolescente. Peor aun sabiendo que usa una horquilla para el cabello en su muy siempre corto y brillante cabello negro.
- ¡Vamos Grimmjow! Dalo por hecho, ese tal Ulquiorra te dejó - se apoyó encima del escritorio, en su rostro se dibujaba una gran y burlona sonrisa, esa que ponía pelos de punta a Grimmjow - Mejor sal conmigo…. Te divertirás un montón - se relamió los labios.
Ese tal Luppi desde que lo vio ya le había echado el ojo y decidido hacerlo suyo, en verdad detestaba a este tipo, le desagradaba totalmente, era irritante que a cada rato fuera a buscarlo para acosarlo y en que hablara mal de Ulquiorra…. No le faltaban las ganas de querer atravesarle el cuerpo con su propio brazo para matarlo.
- Ya te dije que solo le pertenezco a Ulquiorra -
- ¡Por favor no seas aguafiestas! - se retorcía sobre el escritorio al igual que una lombriz.
El reloj marcaba las 2:00 p.m. dando comienzo a su descanso. Se paró dejando a la molesta oruga hablando solo.
¿A dónde iría? Pues al mismo lugar de siempre, a ShiroKuma Café, el lugar que marcaron como favorito desde que comenzaron a salir como pareja. ¡Por todos los cielos a este sí que le gusta torturarse de esta forma! Teniendo el dinero como para irse a un buen restaurante a comer un plato decente prefiere irse a una cafetería a comer una hamburguesa doble. Bueno, todos los días no comía siempre lo mismo, a veces variaba con pizza o pollo frito pero nunca dejaba de ir, hasta ya se había hecho conocido.
- ¿Todo bien, Grimmjow-san? - le preguntó Shirokuma-san, un seudónimo que usaba el dueño del local.
- ¿Qué te puedo decir? Lo de siempre… - respondía desanimado.
Se sentó en el asiento que estaba al frente suyo y sacó su celular a ver la hora que le quedaba…y también para ver si había alguna señal de vida del susodicho.
- Entonces aun no te has comunicado con Ulquiorra-san… - se sentía mal por su cliente frecuente, ya le había tomado cariño, y por el saber de su situación todos los días trataba de animarle aunque la mayoría de veces no diera resultado.
- Si, ya no sé que hacer… ¡Qué frustrante!-
- ¿Haz intentado preguntarle a algún familiar o amigo suyo? -
- Si pero su madre salió de viaje y al parecer cambió de número telefónico; Muramasa, su hermano, también salió de la ciudad y no tiene celular, quizás se lo hallan robado; y Aporro, no tengo ni la más mínima idea de él, dónde rayos se encontrará ese idiota. ¡¡Es como si Ulquiorra hubiera desaparecido del planeta!! -
- ¿Lo sigues amando? -
- ¡Pues claro que si! ¡No es un sentimiento que pueda desaparecer tan solo por dejar de verlo por un tiempo! ¡Por supuesto que lo sigo amando! -
- Entonces está bien. Sólo tienes que esperar su regreso, él volverá por ti -
Acabó de comer, se despidió de Shrirokuma y se fue. Todavía le quedaba tiempo libre así que decidió desperdiciarla en el parque. Se sentó en una banca del camino y meditó acerca de ese día, ese maldito día con el que comenzó su tormento. Se perdió en sus pensamientos.
*FLASHBACK*
- ¿Qué te tienes que ir? - Ulquiorra estaba sorprendido, esa noticia le había caído como baldazo de agua helada. ¿Por qué tan pronto? Su corazón se aceleró, no se sentía bien - ¿Pero por qué? - no quería alejarse tan rápido de él.
- Yo en verdad no quiero separarme de ti… solo nos queda dos meses - su voz se le entrecortaba, para él también le era muy difícil aceptar la realidad pero tenía que ser fuerte, como siempre - ….pero ayer recibí una llamada… era mi padre - se sentó a su costado, tomó su mano porque quería sentirse apoyado, estaba pasando realmente un mal momento, el pelinegro le tomó de la mano sujetándolo fuertemente - …me dijo que la salud de mi madre empeoró y… necesita de mi ayuda para poder trasladarla al hospital y comprar su medicina… -
Cerró los ojos, no quería ver la cara de tristeza de Ulquiorra, de seguro estará llorando. No, no podía ser un cobarde, tenía que darle la cara; cuando abrió los ojos sintió algo cálido alrededor de su cuerpo, lo estaba abrazando, ya no se sentía solo.
- Idiota - eso era lo que se sentía, un completo idiota. Se lo estaba diciendo así mismo. Estaba siendo egoísta - Si es un asunto tan emergente como ese ¿Cómo puedes dudar? Es tu madre tienes que ir -
- Gracias. De verdad lo siento bastante -
- Grimmjow, quiero darte esto - le coloca en la mano un gran fajo de billetes.
- ¡¿Ey, por qué me das esto?! ¡Aquí debe haber más de mil dólares! - estaba sorprendido. Nuca en su vida había tenido tanto dinero en su mano - No. No puedo aceptarlo - quiso devolvérselo pero Ulquiorra no lo aceptó.
- No es para ti. Me acuerdo que una vez me contaste que la medicina de tu madre es muy costosa, tú aun no consigues un trabajo estable así que este dinero es para costear la medicina de ella. Es mi dinero y lo gasto en lo que yo quiera - dijo serio y sujetó fuerte su mano.
- No tengo palabras no sé qué decir…. - en verdad veía en él un ángel. Tanta generosidad. Se sentía avergonzado, recibir su ayuda. No estaba acostumbrado a ser ayudado, siempre él lo hacía solo, todo él.
- Sólo tienes que decir que me amas -
- Eso no es necesario - acercó su rostro y lo besó tiernamente.
- ¿Y cuándo tienes que irte? - la verdad no quería oír la respuesta. Su corazón aceleraba y cada vez le era mantener la respiración. Pero por supuesto que lo disimilaba perfectamente para no levantar sospechas sobre su ansiedad a Grimmjow, no quería preocuparlo más de lo que ya estaba.
- Cuanto antes mejor… hoy día en la tarde tomaré el primer vuelo - le era difícil responder. Él tampoco quería regresar.
- Te acompañaré al aeropuerto entonces - dijo con firmeza.
- Gracias nuevamente Ulquiorra - le besó la mano.
Ya en el aeropuerto, un joven de tez blanca, cabellera negra y ojos de un verde precioso miraba a través de la luna como la persona más importante y preciada para él se iba subiendo al avión.
Grimmjow antes de entrar al avión volteó y miró directo hacia Ulquiorra para despedirse por última vez. Forzó más la vista para ver algo que jamás creería haber visto jamás: dos gotas de lágrimas cayendo de sus hermosos ojos. Sus labios pronunciaron un “Te Amo”. Sintió que su corazón se rompía en un millón de pedazos. De inmediato entró al avión, se sentía mal, casi al punto de querer llorar. Entró para que no lo viera.
*FIN DEL FLASHBACK*
Se tapó el rostro molesto por el sol. ¿Qué hora era? Había perdido la noción del tiempo. Buscó su celular en su bolsillo pero no lo encontraba. ¡Lo había olvidado en la cafetería! Le daba flojera tener que regresar ¿Pero si en ese lapso de tiempo recibía una llamada de él? Será mejor ir a buscarlo.
Ya estaba a una calle por llegar, solamente tenía que cruzar la pista, ShiroKuma Café estaba al frente nomás…. Pero se detuvo en frío cuando lo vio…. Aquella persona por la que había estado pensando por mucho tiempo ¿Acaso era un espejismo provocado por toda la nostalgia que tenía? No, no lo era, por fin estaba ahí, quería ir corriendo tras él, ya estaba dando el primer paso pero se detuvo cuando notó que estaba siendo acompañado por una persona de cabellos turquesa…. Un joven de la misma estatura. Ambos entraban a la cafetería. ¿Pero qué hacía Ulquiorra con ese joven? Quería respuestas y las tendría ahora.
Cruzó la pista y entró al local haciendo un gran escándalo y llamando toda la atención de las personas presentes.
- ¡¡¡ULQUIORRA!!! - gritó.
En esos momentos le invadía una serie de emociones tan grandes como el ego de Aizen: felicidad, ira, envidia, curiosidad y más que nada celos, cualquier momento estallaría.