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Más allá de la sangre por Mai_Kusakabe

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Notas del capitulo:

Tal como dije ayer, aquí va la segunda parte :D

Parte II

A partir de ese día, la rutina de Trafalgar Law cambió considerablemente. Cuando llegaba de clase dejaba la mochila en su cuarto, si tenía que hacer deberes se los llevaba junto con un libro que había sacado de la biblioteca uno de los primeros días después de conocer a Kid y se iba a buscar al niño a la caja de arena, donde para aquel entonces ya había logrado hacer llorar a todos sus compañeros.

Como no tenía tres años cumplidos aún, Kid no podía salir del orfanato ni acompañado de un niño mayor, aunque con cuatro años Law tampoco pudiese salir solo, así que se iban a un rincón del patio donde había un par de árboles de raíces bastante gruesas y se sentaban allí. Si Law tenía deberes, los había mientras Kid destruía alguna planta, hormiguero o cualquier cosa que hubiese por la zona, y después ambos se sentaban un rato con el libro de la biblioteca. Era un libro de cuentos con poco texto por página, la letra bastante grande y dibujos, y Law lo estaba utilizando para enseñarle a Kid a leer.

-A ver, ¿qué pone aquí?- Preguntó en moreno, señalando una palabra del texto con la mano derecha al pelirrojo, sentado entre sus piernas, mientras la derecha sostenía el libro frente al niño.

-Sue… Sueñ-o.- respondió Kid, al cabo de unos segundos, trabándose un poco en la ñ, que era una de las letras que parecía costarle más, tanto a la hora de leer como a la de pronunciar.

-Muy bien, ¿y aquí?

Pasaban así una media hora al día, hasta que Kid se cansaba y entonces, como el niño ya caminaba perfectamente solo e incluso era capaz de correr, se ponían a jugar hasta que llegaba la hora de la cena, que Law pasaba enseñándole a comer por su cuenta, aunque seguía sin dejar que se acercase al cuchillo.

Law sentía una gran satisfacción al ver que Kid, su protegido y amigo, comía y se movía mejor que los otros niños de la guardería, mayores que él, a quienes enseñaban a manejarse solos las cuidadoras, que parecían encontrar monísimos a Law y a Kid y, como el pelirrojo parecía estar aprendiendo bastante bien, dejaban que fuese el moreno quien le enseñase a hacer las cosas.

Estaba razonablemente seguro de que ninguno de esos niños era capaz de leer ni una sola letra.

--

Law volvió de clase acompañado por Lucci, un niño cuatro años mayor que él, bastante frío, que en el colegio tenía fama de matón pero evitaba meterse con los demás niños del orfanato para no ganarse problemas allí. A los niños menos de seis años se les asignaba un compañero mayor que ellos para que los acompañase en los trayectos de ida y vuelta al colegio y, como el compañero de habitación de Law ya estaba en el instituto y tenía unos horarios diferentes, a él le había tocado Lucci.

Law abrió la puerta de la habitación, sorprendiéndose al no encontrarla vacía: en ella estaban Franky, su compañero de habitación, y otro chico con el pelo azul oscuro y los labios pintados de ese mismo color que debía tener un par de años más que él. Ambos estaban rodeados de un montón de papeles en la tercera cama, la que ahora mismo no ocupaba nadie, y se giraron al oír la puerta abrirse.

-Awww, pero si es el Súper niño prodigio.- Exclamó Franky, utilizando el mote que le había sacado nada más conocerlo.

-¿Quién es este tío?- Preguntó Law, usando una de las palabras que tanto le había oído decir a Franky y yendo hacia su escritorio para dejar la mochila.

Franky se echó a reír cuando el llamado “tío” lo miró y dijo:

-Eres una mala influencia para el niño.

-El chaval es la leche, ¿verdad?- Dijo Franky, ignorando el comentario de su amigo.- Law, este es Bakaburg-

El mayor le dio un puñetazo, mandándolo al suelo, y pasó a presentarse él mismo.

-Me llamo Iceburg, encantado.

-Law.- Se presentó escuetamente el chico.- ¿Qué estáis haciendo?

Franky se levantó de un salto y cogió unos papeles de la cama, enseñándoselos orgullosamente. Law no sabía qué eran exactamente, solo que parecían ser unos complejos planos de algo.

-Este es nuestro Súper proyecto para el concurso de ciencias.

-¿Eso es un barco?- Preguntó Law, distinguiendo vagamente la forma en que todas aquellas líneas estaban puestas.

-¡¿Un barco?! ¡Esto es mucho más que un barco! ¡Es un Súper-

-Como sea.- Interrumpió Law.- Me voy a jugar.

Franky estaba obsesionado con cualquier cosa que se moviera en el mar, y Law había escuchado mucho más acerca de barcos, submarinos y demás de lo que le interesaba saber.

-De niñera, querrás decir.- Se burló Franky, como venía haciendo desde que lo vio aquel primer día en la cafetería con Kid.

-Kid es mejor compañía que tú la mayor parte del tiempo.- Dijo Law al salir por la puerta.

-¡Pero será descarado el niñato este!

-Franky…

Fue lo último que escuchó Law antes de haberse alejado demasiado.

Ese día hacía buen tiempo, entrados como ya estaban en primavera, y Law decidió por una vez no coger un libro. Pasaría la tarde enseñándole a Kid a correr sin chocar contra nada y a hacer otras cosas.

Llegó a la guardería y abrió sin llamar a la puerta, sabiendo que a Kid lo habrían obligado a dormir la siesta y aún estaría allí. Efectivamente, lo encontró discutiendo con una de las monitoras para poder vestirse solo y no pudo evitar meterse con él.

-¿Ya sabes abrocharte el babero, Kid?

-¡Do no uzo babedo, Daw!- Protestó el niño, y la monitora suspiró llevándose una mano a la cara.

-Así no me ayudas, Law.

-¿Quiere que lo vista yo?- Sugirió el niño y la mujer, en contra de todo lo que su profesión le dictaba, saltó ante la posibilidad de quitarse a aquel enervante niño de encima.

-Muchas gracias Law, eres un encanto.- Le agradeció, sonriente, mientras se levantaba.

Al salir de la habitación, la mujer no pudo evitar preguntarse qué hacía un niño tan bueno como Trafalgar Law relacionándose con aquel monstruito pelirrojo sin cejas que no dejaba de abusar de sus compañeros.

Con un poco de suerte, pensó, lo enderezará.

-¡Pedo vestidme zodo!- Gritó Kid en cuanto la mujer se hubo marchado.

-Pues adelante, demuéstramelo.- Le dijo Law, sentándose en el acolchado suelo de la guardería.

Kid se quedó mirándolo un momento y, antes de comenzar a intentar quitarse el engorroso peto que les ponían a todos allí, dijo:

-Aziaz.

--

Con la llegada del calor venia el final de curso, que dejaba paso a las vacaciones de verano, una época venerada por todos los que iban al colegio del orfanato, y de la ciudad si había que ponerse quisquilloso. Eran las primeras vacaciones de Law, terminado su primer curso en preescolar, y el niño debía decir que también le gustaban, aunque por razones diferentes a la mayoría. Había escuchado a los demás hablar y sabía que se alegraban de no tener que levantarse pronto y de haberse librado, al menos por unos meses, del colegio, los estudios y los deberes.

Todo aquello a Law le daba igual.

Desde que tenía memoria nunca había sido un niño que durmiera demasiado, como demostraban sus casi constantes ojeras incluso a tan tierna edad, y por lo tanto levantarse pronto le daba igual. En cuanto a las clases, eran la razón por la que Law se alegraba de la llegada del verano, y no precisamente por su dificultad: en su curso apenas habían aprendido el alfabeto y los números del cero al diez, y ese era el problema. Law sabía leer, se había enseñado solo, y también había empezado a enseñarse matemáticas con los libros de la biblioteca del orfanato.

Law se aburría en el colegio, y ni siquiera se llevaba bien con los niños de su clase para poder jugar con ellos, así que agradecía el descanso.

Prefería jugar con Kid, incluso si este era solo un crío de año y medio con pañales.

Aquella era la primera mañana de las vacaciones y Law bajó a la guardería antes de la hora del desayuno: no le había dicho nada a Kid, y sabía que le daría una sorpresa.

Al entrar en la alegremente decorada y acolchada habitación, se encontró con una escena que lo hizo reír: Kid estaba corriendo, para desesperación de la cuidadora que intentaba atraparlo, desnudo por la sala de juegos con el peto que seguramente habían intentado ponerle en una mano, agitándolo como si fuese la bandera de un libro de piratas que a Law le gustaba mucho. El libro que había comenzado a leerle a Kid hacía un par de días.

Sus carcajadas atrajeron la atención del niño y de la mujer, y enseguida Law se encontró parando con los brazos a un emocionado pelirrojo que se había abalanzado sobre él, el peto aún en la mano.

-Hoa.- Saludó Kid, sonriendo de oreja a oreja.

-Hola monstruo. ¿Qué estás haciendo?

-¡Zoi un piata!- Exclamó el niño, emocionadísimo, levantando en alto su improvisada bandera.

Law vio como, por detrás de Kid, la monitora suspiraba aliviada, lo saludaba con la mano y se volvía a la habitación, seguramente a vestir a otro niño, sabiendo que Law era la persona a quien Kid hacía más caso.

Kid, mientras tanto, se quedó mirándolo, llevándose un pulgar a la boca y ladeando la cabeza.

-¿Qué hazez tú aquí?- Preguntó, cayendo al fin en que era miércoles y Law debería estar ya en clase.

-Estamos en vacaciones de verano.

-¿Y ezo quede decid?

-Que no vuelvo a ir a clase hasta dentro de tres meses.

La sonrisa de Kid volvió a plena potencia. Law ya le había enseñado qué era un día, una semana, un mes y todas las unidades de tiempo que conocía, y Kid sabía que tres meses eran muchos días. Muchos días para estar con Law todo el tiempo en vez de los idiotas de la caja de arena.

-¿Entonces te vistes? Porque si no me voy a desayunar solo y tú te quedas aquí.- Dijo Law, consiguiendo que Kid hiciera un mohín inmediatamente.

-Me vizto, pedo no con ezto.- Para enfatizar, Kid agitó la mano que sostenía el peto, una monstruosidad amarilla con lunares verdes.

Law podía entenderlo.

-Vamos a buscar otra cosa.- Dijo el moreno, yendo hacia la habitación con Kid detrás, arrastrando la prenda de ropa por el suelo.

En la habitación conjunta, un espacio de vivas tonalidades naranjas y azules plagado de cunas, estaban tres monitoras vistiendo a un grupo de seis niños y niñas que, aunque revoltosos, eran unos angelitos en comparación con Kid.

Al verlos entrar, la chica que había estado persiguiendo al pelirrojo antes sonrió y les habló:

-¿Ya lo has convencido, Law?

El niño se encogió de hombros.

-Dice que se viste, pero no con eso.- Señaló al peto, que Kid acababa de lanzar dentro de una caja de pinturas de colores.

-¿Qué tiene de malo?

-¡EZ FEO!- Gritó Kid, y Law asintió con la cabeza.

-Oh, bueno, vamos a ver…

La cuidadora se levantó, se acercó a un mueble de estantes lleno de cajas y sacó una en la que Law leyó: “chico, año y medio”. Se acercó de nuevo a ellos y la dejó en el suelo.

-Elige lo que quieras, Kid.- Dijo ella, y volvió a agacharse junto a la niña a la que había estado vistiendo.

Kid se acercó a la caja y, apoyando los brazos en el borde de plástico y utilizándolos para inclinarse sobre este y mirar. Law, viendo que le costaba, se acercó y dijo:

-Aparta.

En cuanto el otro niño soltó la caja, Law la empujó con las manos, volcándola, y esparció toda la ropa por el suelo, ignorando las expresiones de dolor de las monitoras. No tendrían que recogerlo si le hubiesen dejado elegir desde el primer momento.

Tras diez minutos de rebuscar entre la ropa y un pequeño incidente con un botón que Kid no podía abrochar y por el que se negó a recibir ayuda, el pelirrojo estuvo vestido con unas bermudas de color verde oscuro, una camiseta blanca y unas zapatillas de deporte que habían logrado sacarle a una monitora en vez de los zapatos de bebé que siempre insistían en ponerle y que Kid destrozaba a gran velocidad.

Continuará

Notas finales:

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