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Horchata por Kiharu

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Notas del fanfic:

¿Hola?

Bueno, ¿qué digo? 

La canción que tengo para este fic es: Horchata de Vampire weekend. Si no la han escuchado... [http://www.youtube.com/watch?v=bkUQ-OBazbc] y la traducción... [http://www.songstraducidas.com/letratraducida-Horchata_24502.htm]

Emmmm, decía que tenía que justificar; el nombre del fic tiene el nombre de la canción porque mientras la escuchaba me encontré con la idea. Así que esa es la razón... además de que el agua de horchata es el punto clave(?).

Espero que les guste.

Mi frase es: "Pasión es aquello que deseas sin necesidad de amarlo (pasión)".

¡Aquí va!

Notas del capitulo:

Créditos para RinYue, quien, amablemente, me ha corregido el capítulo. Creo que ha sido de buena ayuda y que ha dado la crítica correcta. Sí, no he jugado mucho con la sorpresa, pero eso es por el tipo de narración.

Hablando del tipo de narración, quiero decir: es mi primera vez. Nunca había narrado en segunda persona y para mí es muy raro. Te hablo a ti, títere que harás todo lo que yo, autor, quiero.

No sean tan duros conmigo, estoy en la flor de la juventud y... okno.

Jajajajaja... THREESOME

Capítulo sin existencia: Horchata.

 

“—Oye, estás ahí, casi entrando en las vías del tren. ¿Sabes que tienes que esperar detrás de esa línea amarilla? —te mira, pero simplemente traspasa tu cuerpo. Sientes cierta incomodidad. Él no es así. Nao suele ser más considerado contigo. Son mejores amigos, después de todo.

—Oye, Naoyuki —lo llamas. Trabaja contigo;  comienzas a sentir miedo porque sabes que puede ser peligroso que esté ahí. También sabes que vas tarde para ver a tu novio, Tora, y a tu amigo, Takanori para organizar el “convivio de navidad”, pero sigues ahí, porque  Nao te importa—. Mierda, Nao. ¡No te quedes ahí!— sigues—. Si quieres te llevo a casa. Podemos tomar un taxi. Shinji y Takanori pueden esperar. Incluso, puedes venir también a casa, Hiroto me ha dicho que él irá con sus padres y Takashi lo acompañará. No tienes porqué pasar solo la navidad, te invito a pasarla con nosotros…

Te vas acercando, mientras le hablas en un tono suave; lentamente das pasos, sientes que si te mueves rápido, él va a hacer algún movimiento. El metro está acercándose. Te empiezas a desesperar. Comienzas a maldecir mentalmente a Takashima, el guitarrista de la banda vecina, porque te hizo acompañarlo hasta la estación del tren, prometiéndote que Tora estaría bien regresando a casa Takanori en el auto (sabes que es así, él llegó bien;  te mandó un mensaje de texto). Cuando Takashima  apenas se fue, te diste la media vuelta y observaste a Naoyuki. Luego, de un momento a otro, estaba ahí, en medio de las vías del tren.

Tu celular comienza a vibrar. Es Amano, tú novio. Miras tu celular y dudas si debes contestar o no, pero mientras te lo piensas, la sangre te está salpicando.

El celular se resbala de entre tus manos. Tus piernas te fallan.

Ni corres ni lloras, mientras escurres de sangre, tu cuerpo se deja caer de rodillas, mientras mantienes bien abiertos tus ojos. El hombre con gabardina y máscara que ha lanzado a Nao a las vías del tren, está frente a ti. Lleno de sangre.

Y Tora sigue ahí, esperando a que le contestes el teléfono. Pero no lo haces. Te limitas a ver el piso, los pies del asesino, que se alejan. Ni siquiera quieres mirarlo bien. La gente chilla cosas incomprensibles. Tú solamente estás ahí.

De pronto Takanori está a tu lado. No te importa, ¿por qué debería estarlo? Te palmea la cara.

—¿Kohara? ¿Kohara? Mierda, contéstame… Kohara….”

*

 

Oh, tú lo tenías pero ¡Oh, no! lo perdiste. Mirando hacia atrás no deberías pelear en contra.

 

Lees esto:

Buenos días. Creo que no me he presentado formalmente en todos los años que tengo de trabajar aquí y mis amigos dicen que tengo que dejar de ser tan reservado. Yo no creo serlo, pero me dijeron que tú eres una buena persona (me lo dijo Nao, no creas que soy un acosador). Sal conmigo y con Amano, por favor. Quisiera conocerte, pero sí, lo admito, me da miedo. Soy Kohara, o Shou, de Alice Nine. Perdona que lo escriba, pero tengo nervios de siquiera hablarte. Te admiro bastante.

No creas que soy un fan loco o algo, soy normal. ¿Nos vemos mañana en el café de enfrente de la compañía?

 

Giras la cabeza de un lado a otro, negándotelo. Doblas el papel en la bolsa, en donde lo encontraste. Sacas el móvil, miras la hora y asientes. Sonríes tranquilamente y le pides a Yutaka que deje de mover las baquetas. Él te mira, sonríe como respuesta y te pregunta qué pasa.

—Es hora de marcharnos. Son las seis y quince —respondes, entrecerrando los ojos. Inmediatamente, Kouyou te palmea la espalda y a esto se le une Akira. Frunces el ceño, fingiendo enojo y ellos sólo hacen una expresión desafiándote, pero te dejan de tocar. Vuelves a sonreír. Te das la media vuelta, miras a Yuu guardando su guitarra y te parece estúpido que la cuide como si fuera algo realmente útil. Akira y Takashima no tienen tanto cuidado, porque ellos tienen asuntos que resolver, así que sabes que saldrán rápido. Yutaka revisa algunas cosas que no son importantes para ti, así que sales con tu bolso colgado.

*

—¿Qué día es hoy?

—Es… cuatro de diciembre —contesta, observando su reloj. Enarcas una ceja cuando él te mira y entonces, observas cómo se sonroja rápidamente su rostro.

—Matsumoto… eh, yo… no te había visto.

—Recibí tu mensaje —lo dices con el tono más coqueto que puedes. Baja la mirada y sabes que, efectivamente, ha funcionado. Está cediendo a tu persona, y si acaso no es eso, por lo menos estás avergonzándolo por su timidez.

—Ya…

—Podemos ir ahora mismo por ese café. Acabo de salir del ensayo.

—Bueno… pero Amano fue con Nao por unas cosas a casa. Quizá más tarde…

—No muerdo, Kohara. Si termino cayéndote bien, luego invitamos a Tora.

—Eh…—gato encerrado, piensas—. Está bien. Iré por mis cosas al cuarto de ensayos.

Lo miras y analizas con detenimiento. Camina nerviosamente, intenta parecer derecho, recto, pero sólo está fingiendo. Es una persona sencilla, voluble y curiosa. Caes –metafóricamente hablando–, rendido al poder cumplir tus propias exigencias contra ese hombre. Planeas deshacerte de quien captó de esta manera tu atención semanas atrás. Ahora irás detrás de él. Como gran pensador, lo miras con una pose sensual desde la puerta. Algo no demasiado explícito, porque conoces un poco de él y con eso te basta para deducir que si haces algo fuera de lo normal, se espantará. Guarda sus cosas, como haciendo tiempo para que lleguen sus compañeros y poder salir todos juntos. Confías plenamente en que no sucederá, en que todo actuará a tu favor, para poder llevar a cabo todo lo que comienza a cruzar por tu cabeza. Se te está ocurriendo un plan que tiene que funcionar, porque con eso ganas muchas cosas. Cuando por fin termina de guardar sus cosas, sonríes, y piensas en llevarlo a un café al que fuiste hace pocos días mientras transitabas solo por las calles. Está cerca y hacen un buen café que seguro conquistará a Shou.

—¿Listo?

—Sí.

—Venga, Kohara. Soy un tipo totalmente normal —guardas silencio ante la mirada confusa de tu acompañante—. Mientras guardabas tus cosas, me pregunté qué te gustaría tomar y me acordé de un café buenísimo. También venden bebidas alcohólicas, por si prefieres eso.

—El café está bien —te responde educadamente.

—Excelente.

 

Pones la alarma del auto y caminas detrás de Shou. Es realmente alto para ti, piensas. Él sonríe nerviosamente mirándote disimuladamente cada vez que puede. Aunque veas que lo hace no dices nada, pues te encanta. Pasan por la recepción; una camarera amable les atiende, indicándoles el sitio donde deben sentarse. Lo miras atentamente. Das una ojeada a sus labios, sus dientes, el color de su piel, sus ojos, sus cejas, su cabello castaño, su cuello, sus largas manos, sus brazos, sus hombros… Observas absolutamente todo lo que te deje ver en esa posición. Te obsesionas. Comienzas a desearlo de una manera aguda, pero te frenas, diciéndote que las cosas que necesitas toman tiempo y que Shou va a ser tuyo en cualquier momento, cuando menos te lo esperes.

La mesera los mira fijamente mientras espera que pidan algo. Te parece estúpido que lo haga, pues no hay cartillas y tendrían que preguntar. Consideras eso como un mal servicio pero pasas de largo, porque no quieres enfadarte. Conoces lo que venden porque la vez pasada tuviste que preguntar, así que pides café expresso para los dos. Shou te sonríe amablemente.

—Y bien… ¿qué cuentas?

—Eh… yo… eh…

—Ya, Kohara, no estés nervioso. Te ves como un tipo interesante, solo cuéntame algo.

—Bueno… como sabes soy vocalista como tú, tengo pareja…

—¿Tora, verdad?

—Sí.

—Bien.

—¿No te incomoda?

—No realmente. ¿Hay algo que te guste además de él? —observas cómo se sonrojan sus mejillas y cómo se esconde de tu mirada de forma infantil.

—Me gusta el anime… hablar con mis amigos, recordar viejos tiempos…

 

—Entonces yo le dije que sí, pero realmente pensaba que iba de broma, pero luego me besó y… ahh… entonces Nao llegó con el pavo de cena y como yo estaba muy nervioso, choqué con él y como se tropezó, el pavo fue a dar a la ventana… estábamos en el onceavo piso, ya no pudimos salvar la cena. Pedimos pizza…

—Qué gracioso —dices mientras te ríes a carcajadas.

—Supongo que sí —él también acompaña tu risa.

Suspiras después de un rato de risas; después de toda una hora conseguiste con tus encantos que lograra desinhibirse. Te ha contado como Amano Shinji, alias Tora, le pidió ser su pareja. Te acuerdas de los rasgos del guitarrista y te sorprende que tal hombre como él, le haya pedido tal cosa a una persona tan tímida como Shou. Pero sigues sonriendo porque Nao es estúpido incluso con sus amigos. El vocalista comienza a mirar nerviosamente a otros lados luego de revisar su móvil y te das cuenta –al voltear a la entrada principal–, de que Amano acaba de llegar al lugar. Sonríes tanto que crees que estás fingiendo de más. Realmente los dos te parecen buenas compañías. Una más guapa que la otra, claramente.

—Buenas noches, Señor Matsumoto.

—Takanori está bien, Shinji.

Te frunce el ceño y tú suavizas tu mirada. También te lo tienes que ganar si es que quieres que el jodido plan funcione.

*

Después de unos días, ya los tienes comiendo de tus manos; con Tora te ha costado más, pero al final encontraste cómo debías tratarlo y todo fue más fácil. Los dos parecen enganchados a tus peticiones. Van a tu casa cuando se lo pides, beben cuando se lo pides, charlan contigo de cosas estúpidas y normales. La autosuficiencia de obtener lo que quieres es algo que naturalmente te hace sentir lleno y feliz. Pero claro, ahora que se acerca navidad, Naoyuki parece querer romper su grupo de tres, pues dice estar celoso. Definitivamente odias a todos los de Alice Nine, porque piensas que sólo están separándote de lo que realmente es el éxito… además del sexo que comenzaste a desear con el sensual cuerpo del vocal y el guitarrista. Aparte de todo, Nao nunca te ha caído bien. Con esa estúpida sonrisa de querer arreglar todas las cosas, te colma la paciencia. De verdad crees que es patético. Aun así, terminaste saliendo con él para poder involucrarte más con esa banda que está interponiéndose en tu camino para ser el vocalista –junto con la banda– más reconocido de Japón. Tuviste que acostarte con él, aguantándole cada vez que te decía algo que para ti, era tonto y turbador. Cosas como “por favor, bebamos agua de horchata después de que me folles, ¿te gusta, verdad?”.  Aquella vez tuviste que responder que sí, para que se callara y no te dejara caliente. Después de esa ocasión, Naoyuki siempre que te lleva agua de horchata va en plan meloso. Pero como ya te cansaste de esa situación y ya obtuviste el sexo e información que querías… ya no lo necesitas más. Así que empiezas a formular un plan maquiavélico en tu mente, que tendrás que realizar después.

Hoy por la tarde la parejita a la que deseas pasará a comer a tu casa y a planear todo lo que tendrá que ver con la cena navideña. Tu estómago se revuelve… por fin vas a tener lo que querías desde que los conociste.

*

Nao es un estorbo. Mientras más lo piensas, más te convences de eso. Iniciaste con él hace como tres meses, ocultándolo en secreto de todos los demás, pues él lo pidió. No te molestó, porque de alguna manera, nunca te atrajo. Enrollarte con él era como cualquier otra pareja casual, porque la verdad, ni te importaba un carajo lo que hiciera o no. Te dices seguido que le gustas, que de verdad te quiere; tú nunca has creído eso, y por esa corta razón, te vas a desprender de él.

Pero no hoy. Hoy vas a disfrutar de esas dos personas, sonrientes, que imaginas en tu mente. Los deseas con muchas ansias; debes tenerlos. Es algo que realmente sabes que te llenará.

 

Arriban a tu puerta y abres encantado de la vida. Te has vestido especialmente para ellos dos, para que te miren y halaguen. Estás brillando. Tomas el pomo de la puerta con emoción y los descubres a los dos, afuera, con las mejillas sonrojadas por el frío. Van como una tierna parejita, compartiendo una bufanda. Seguro que es idea de Amano, piensas. Él es así. Es la clase de chico atento pero mamón. Les cedes el paso con una sonrisa grande. Ellos también están arreglados para ti. Cuando han entrado, cierras la puerta y, animadamente, los invitas a tomar un poco de té de canela, para que se calienten. Hoy van a decidir qué harán para el día de navidad, así que es importante para ellos; sin embargo para ti, la idea de poder tenerlos a los dos, no te abandona ni un solo momento.

Con la canela en tazas y sobre una charola, vas a tu mesa donde te están esperando. Te miran y te sonríen al mismo tiempo.

—Gracias, Takanori.

—De nada.

 

—¿Y qué haremos con lo de navidad? Ya es veinte. Ya casi es… —Shou te parece más animado de lo normal. Parece querer organizar eso porque le gustan estas fiestas. Ahora que lo ha dicho, que ha cortado un pequeño silencio entre una plática de cómo suenan los conciertos, te decides para poder decir lo que realmente quieres hacer.

—Bueno, respecto a eso, chicos, yo quería hablar de otra cosa.

—¿De qué? —te preguntan al mismo tiempo.

—Bueno, es que… —no encuentras cómo expresar tu deseo sin parecer un tipo extraño. Te levantas y con parsimonia te acercas a Shou y le das un beso pequeño sobre los labios. Lo notas tenso e inmediatamente te retiras. Entonces miras a Tora, que aún no ha dicho nada, pero que te está mirando gravemente. En ese momento, te abalanzas sobre él y le robas un beso cargado de pasión. Mientras sigues besándole los labios, sin tener una respuesta muy concreta sobre si te responde o no, con el brazo izquierdo, alcanzas el cuello de Kohara y lo atraes a ustedes dos; dejas a Shinji y empiezas con el vocal, que, al haber visto cómo besabas a su pareja, te corresponde el beso de una manera animada y dócil. Cuando dejas de besarlo, te recargas en la mesa, en tanto ellos te miran con incredulidad. Sonríes tontamente. El besarlos sólo ha hecho que tu cabeza se caliente rápido. —¿Qué dicen? —les preguntas, sin dejar la expresión de felicidad.

—¿Un… tr-tr-trío? —te pregunta Shou, con la cara bien roja, sin atreverse a ver a su pareja, la cual, te está mirando fijamente para ver qué dirás.

—Sí —respondes con tranquilidad, entrecerrando los ojos—. Igual si no quieren llegar hasta el final, por mí está bien.

—¿Qué obtienes tú con esto, Takanori? —conoces esa reacción de gato al agua, así que tomas paciencia para tratar de convencerlos.

Después de suspirar, dices—: Nada. Sólo quiero pasarla bien. ¿Qué dicen?

Se lo están pensando y sientes la gloria aproximarse. Sí se lo piensan, mínimo, tienes una posibilidad. Aunque claro, tú no esperas un “no” por respuesta y si te lo dan, estás consiente de cómo los harás caer. Vas a la cocina a conseguir unas cervezas para poder relajar un poco el ambiente. Los dos se quedan discutiendo mientras tú estás buscando en el refrigerador. Gastas más tiempo en regresar sólo para que digan que sí.

Cuando regresas, los dos se callan y aceptan tus botellas.

—¿Y qué dicen? No me voy a meter con su vida ni con su relación, sólo quiero probarlo…

—¿Eres gay?

—Salí un tiempo con Naoyuki, podría decirse que sí.

—¿En serio? —asientes. Los dos se miran muy impresionados, pero al cabo de unos minutos, Tora suspira—. Bien —dice.

—¿Bien del “bien, acepto”?

—Ajá.

—Venga, Shinji, bésame—pero no lo hace. Te mira, como preguntándose si Shou estará o no de acuerdo. Entonces, escoges lo más fácil para iniciar—. ¿Podrían besarse ustedes dos?

Y los ves mirarse, los ves indecisos, pero al final, obedecen y comienzan por besarse de una manera simple, sin chiste y pacífica. Tocas el hombro de Amano y él comienza a besar con más entusiasmo a su novio. Y éste le responde perfectamente. Los observas y la envidia crece poco a poco dentro de ti. ¿Cómo pueden amarse tanto? Porque lo ves, ni siquiera es necesario que lo digan, que te lo cuenten, nada; mientras te los comes con la mirada, te convences de que son una pareja totalmente ideal, unida por amor. Quieres ser el amor, así que, ahora que se han separado un poco, le besas los labios a Kohara de una manera salvaje, esperando y recibiendo una respuesta por igual. Te sientas en medio de los dos, y alternas los besos; primero con uno y luego con otro.

Cuando te sientes lo suficientemente cálido, reflexivo de que Shou acaba de dejarte la saliva en la mejilla, deslizas tu mano con paciencia hasta el suéter del guitarrista y comienzas a desabotonarlo. A medida que lo haces, lo notas bastante rígido. Miras la mesa, y con una mano sigues desabrochando, y con la otra, realizas el mismo proceso con el vocal. La cabeza se te está calentando. Quieres tener el control de esas dos personas sin ninguna razón, simplemente necesitar ser su dueño, tenerlos debajo de ti, y que ellos sucumban ante tu voz.

Es lo único que necesitas en este momento.

Sin que te lo esperes, ambos empiezan a tocarte sobre la ropa, haciéndote sentir bien y especial. Te sacan el suéter y la playera que llevas puesta en un sólo movimiento, tu cabello se alborota, sacudes la cabeza para poder acomodarlo. Estás muy caliente. Miras hacia abajo y todo ese manoseo ha surtido efecto en tus pantalones. Tienes una erección que sabes que ya notaron, pues sin tu suéter largo, te quedas en pantalones de vinil ajustados. Los miras a ellos, y les sonríes lascivamente, están en la misma condición que tú. Sin vergüenza, comienzas a masajear con suavidad ambos miembros, mirando al frente, mientras ellos se ocupan de tu cuello y pezones. Pero no te tocan donde quisieras, por lo que atraes la atención de Shou, para que sin más, comience a masturbarte.

*

—¿Qué día es hoy? —te pregunta tímidamente el vocal de Alice Nine.

—Es veintiuno de diciembre —respondes, mirándolo.

—Se suponía que veníamos a mirar qué haríamos para navidad, para el veinticuatro…

—Sí…

Estás en medio de los dos, mientras miras el techo; ellos están acostados de lado, observándote a ti. Ambos acarician tu pecho debajo de las sábanas de tu cama. Has tenido sexo con ellos y te la pasaste de puta madre. Es lo único que cabe en tu cabeza. Conseguiste el primer paso de tu astuto plan; de esta manera, desnudo, sueltas una carcajada que ambos piensan que es porque no han hecho más que encamarse.

—¿Y si mañana después de las cuatro intentamos planear?

—Estaría bien.

Los dos están acariciando tu pecho. Por alguna razón, eso te parece algo que sólo deberían hacer ellos dos juntos, porque parece como si fueran muy cercanos. Como si los tres estuvieran enamorados. Te ríes de esos pensamientos. Sabes que ellos son unos románticos por naturaleza y a ti, por simpleza de la vida, del sexo casual, te toca ser apapachado.

De pronto, timbran a la puerta y te levantas rápidamente, asustándolos un poco. Te planteas quién podría ser; en tu cabeza sólo cabe una sola persona: Naoyuki. Vas totalmente desnudo, miras atrás y observas a Tora viéndote el culo de una manera bastante prometedora. Le guiñas el ojo y se sonroja notoriamente. Ignoras un poco eso y sales disparado a ver quién llama a tu puerta. Cuando llegas, con la piel de gallina, abres la puerta y dejas ver tu cuerpo desnudo. Es Nao. Te sonríe, te mira de arriba abajo como si nunca lo hubiera hecho, y se le colorean las mejillas. Trae una jarra de agua en sus manos. Maldices en voz baja.

—Hola… —dice, alegre.

—Nao, te lo diré así de simple: Estoy ocupado y ya no quiero nada más contigo…

—Veo que estás ocupado —dice, sarcástico—. No te creo. Hace algunos días te acostaste conmigo, algo debemos de tener. Además, te he preparado agua de horchata, la que más te gusta —te acuerdas de forma rápida aquel día en el que comenzaste a hablar con Nao, porque te parecía un tipo lindo al cual podías hacerle daño.  Y simplemente te gustó y lo invitaste a salir; inventándole muchas mentiras, entre ellas, ese gusto inexistente al agua de horchata—. Así que tómala, así por lo menos tendrás algo de beber para más tarde. Y vístete, que está haciendo mucho frío.

—Lárgate, de verdad no quiero nada más contigo —a pesar de que lo dices en serio, con tono enfadado, él te da la jarra, la tienes que tomar con velocidad para que no caiga al suelo.

—Takanori, estás confundido. Estoy buscando a Amano y a Shinji. Lo sé todo, sé cuál es el propósito que tienes, conmigo, con los anteriores. Sé cómo terminó SCREW —te sonríe. Aprietas la mandíbula y lo miras desafiante. Estás enojándote. ¿Cómo se le ocurre a ese imbécil aparecer y decirte semejante barbaridad, pendejada, y demás? Piensas. Está obstruyéndote en el camino. Si antes era un estorbo, ahora es algo más que eso. Puede convertirse en una verdadera amenaza, por lo que le besas los labios con furor, con energía.

—No vas a decir nada —ordenas de manera fría.

—Si me dejas follarte, no.

—Mañana, en la estación que viene para aquí, te espero ahí.

—Bien.

Cierras la puerta en su cara, odiándolo con mucha fuerza. Ahora mismo no puedes hacer nada. Naoyuki conoce el pequeño incidente de fuego que hubo en la casa de Manabu mientras SCREW disfrutaba de su nuevo éxito. Él te vio. Él lo sabe. No te da miedo, sin embargo, te molesta enormemente que un tipo como él, así de patético, intente arruinar tu diversión; odias estar siendo sobornado por un pendejo que está tan enamorado de ti, que te oculta de los demás pero te amenaza con entregarte para que estés junto a él. Está demente, piensas.

Te giras violentamente y ahí está Amano, mirándote con seriedad.

—¿Quién era?

—Nadie. Regresa a la cama.

Bufa, pero te obedece.

Guardas con violencia la jarra de agua de horchata en el refrigerador y regresas a dormir; mañana ya será otro día. Podrás gozar de tu parejita y también deshacerte de una maldita vez de Nao.

*

Cuando te deshaces del disfraz corres hasta Kohara, quien ha visto todo. Te dan ganas de golpearte contra la pared porque justamente quien es tu siguiente presa lo vio. Al menos no ha visto exactamente qué pasó. Lo abrazas, lo zarandeas, le buscas la mirada y es obvia su reacción. Simplemente no se mueve. La sangre está llenándolo por completo. La gente ha hecho un círculo alrededor de ustedes, lo cual te parece realmente molesto, pero necesitas parecer preocupado por tu amante, por lo cual cuentas hasta diez esperando que tu desesperación al ser observado disminuya. Tomas el móvil de Kohara ya que ni siquiera parpadea y llamas a Tora, sabes que por lo menos él sabrá más o menos qué hacer, son pareja, tienen que conocerse.

*

Nieva. Nieva mucho.

Hay blanco. Hay rojo. Hay…

Te duele. Te caíste. Tienes  reumas. Asco. Odio.

Es Navidad, ¿verdad? Es veinticuatro de diciembre. Y tú… ¡Cataplum!

*

El vino tinto es tu favorito. Odias la sidra. Te tomas el vaso,  observas a Tora y luego a Shou.

Kohara deja que el vino del brindis se escurra por la orilla de sus labios, para manchar su blanca camisa. La camisa blanca que tal vez alguien le regaló.  Odias el blanco. Mucho. Hace todo mucho más fuerte. Incomprensible.

Necesitas follarte a Kohara. Su debilidad es algo que te enciende pero con su novio mirándote con esa cara de muerto, sabes que no es tan fácil. Aunque tú no lo ames a él, lo necesitas. Son las seis de la tarde de noche buena.

 —¿Qué haces?

—Estoy llorando, Amano.

—¿Qué pasa? —lo pregunta como si no fuera más obvio. A Shou le traumó inmensamente ir al funeral de uno de sus mejores amigos, idiota. Piensas con amargura un montón de cosas sarcásticas que responder.

—Yo…

Apunta hacia ningún lugar, recordando, mostrándole, que, una de sus salvaciones (según lo contado alguna vez por Nao), murió.  Mandaste a Nao con el ángel de la muerte.

*

—No puedes desear la muerte a alguien… Aquel hijo de puta que lo mató…—dice Tora después de un rato, pensándolo—. Estás pálido… ¿qué diablos hiciste con el vino? —pregunta mirando a su pareja.

—Me maté —responde desorbitado.

—No, Kohara, tú no te me puedes morir, ¿captas? Tú mamá casi se arrancó el cabello cuando te dejó vivir conmigo. No me puedes decir que le falle.

—Mi madre ni siquiera me quiere.

—Te cuidó más de veinte años.

—Nunca me dejó bailar con alguien.

—Pero ahora bailas  conmigo, que es lo importante.

—¿Y Takanori?

—Aquí está… No nos abandona.

—No es cierto.

—Deja de llorar.

—No.

—Deja de comerte las uñas.

—No.

—Deja de temblar…

—No puedo.

Te dan ganas de golpear algo. Está en un estado tan inútil que apenas y los mira. Conocías la relación entre Nao y Shou, una íntima llena de secretos estúpidos de chicos de quince años. Lo sabes. Lo dañaste de una manera realmente profunda. Estás con la satisfacción a medias. Estás comenzando a saborear el premio de una próxima desintegración de banda, del corazón destruido de un amante más. Tu plan, aunque ha tardado más de lo que te esperabas, aunque tuviste que ser amable y romántico con ellos, funcionó después de todo. Incluso fuiste algo parecido al novio de Nao para obtener cierta información. Todo te sale a la perfección, claro.

La navidad no te ha salido como esperabas, pero no es tan importante para ti. Nadie sospecha de tu persona y eso te hace feliz. Aunque la comida está sin consumirse, por lo menos aceptaron tomar contigo está noche. Es la navidad más aburrida que has tenido en la historia de tu maldita vida, declaras.

*

Los días pasan; después del día veintisiete, Shou parece volver a vivir. No mucho, pero al menos come, te da besos… ya no está muriéndose. Y te alegra, porque eso hará que la recuperación y el bajón sean todavía más terribles.

*

Es treinta y uno de diciembre por la noche. Te has acostado con la pareja nuevamente. Has notado que Tora está igual o más raro que Shou, pero has pasado totalmente de eso. Vas a la cocina, con el frío calándote en los huesos, buscando algo para tomar. El día anterior se acabaron todas las cervezas, vino y sake que había. Necesitabas ponerlos en cachondeo y esa ha sido la única manera; de lo contrario, quizá se habrían puesto a llorar. Mientras buscas, recuerdas el funeral de Nao. Recuerdas todos los rostros llorosos que había en la sala, a lo que restaba de Alice Nine preguntándose qué harían sin él, a los familiares que se quedaban sin un gran amigo, sin la percusión del grupo. Estaban devastados; pero estuviste ahí, apoyando, con la mejor sonrisa que pudiste hacer, a pesar del gran odio que te provocaba que realmente les importara lo que pasó. En parte sabes que se preocupan más por el trabajo, pues era el líder. Piensas que no sólo estaban siendo solidarios con la familia, también estaban siendo egoístas y pensando en ellos mismos.

—¿Qué haces?

—Busco algo de beber —dices, notando el tono indiferente de voz. Te das cuenta de que está mal hablarle así, pensará cosas raras.

—¿Sucede algo? —te volteas a verlo, sonríes y dices que no. Él se despreocupa y apoya sus caderas desnudas en la mesa. Piensas momentáneamente que la calefacción es realmente un lujo para poder levantarse sin siquiera ponerse ropa. Miras con más atención y descubres la jarra de agua de Nao. Es lo único que queda. Sacas un vaso, lo sirves y te sientas en la mesa. El culo se te enfría inmediatamente al sentir la madera tan fría y contrastando tu piel. Maldices en voz baja. Tora no se sienta, pero te mira. Hay algo muy raro en él, como si lo supiera todo. Confías en que es su actitud de estar siempre paranoico a ciertas cosas.

—¿Realmente no sucede nada?

—No. ¿Shou sigue durmiendo?

—Sí. Últimamente ha dormido más. Creo que tendremos que ir a terapia para poder superar esto. Aunque, yo lo único que necesito es saber quién diablos lo aventó a las vías del tren.

—¿Para qué necesitas saberlo? Ya se murió, no es necesario.

—Eso ha sido frío.

—Lo siento.

Sorbes lentamente, llenándote de esa agua de arroz que le quedaba realmente buena a Nao. Aunque no es tu favorita, está aceptable y agradeces al estúpido muerto el haber hecho algo bien. Amano te mira con una insistencia sobrenatural, se acerca a ti, y te mira directo a los ojos.

—Tú sabes lo que ocurrió, ¿verdad? No te lo quiero preguntar frente a Shou, sabes cómo es. Pero sé que tú sabes algo. Lo veo en tu indiferencia al tema. Además, si estabas ahí para consolar a Kohara, seguramente sabes quién lo hizo, o tienes una pista. Él dice que sólo vio a un tipo con gabardina y máscara. No se puede saber realmente qué pasó porque…

—Ya cállate, Amano. Me mareas con todo eso. Estaba ahí porque tenía que estar ahí. Iba de regreso a casa, Kohara quería llegar también a la mía, ¿qué hay de raro en eso? Coincidimos. Íbamos a ponernos de acuerdo, ¿o no? Es natural encontrar a la gente en el metro.

—Pero Naoyuki salió de la compañía más temprano, o sea que tenía que hacer algo ahí, en ese lugar. Esperaba algo… o alguien…

—¿Estás insinuando que yo lo he empujado el tren? ¿Y te lo crees? Por favor, ya no está aquí. Acepta su muerte.

—Dijiste que salían…

—¿Y por eso lo aventé al tren? Claro. Échale la culpa al amante casual de tu banda.

—Sí no fuiste tú no tienes por qué estar tan a la defensiva…

—¡Me estás culpando de algo que no hice!

—Eres el más sospechoso.

—La policía ha hablado conmigo, no me han detenido, ¿qué mierda pinto yo aquí, en tu juicio? ¿No has pensado que pudo haber sido Kohara? Él también estaba ahí.

—Lo hubieras visto.

—Quién sabe.

Guardan silencio un rato. Él te mira avergonzado; piensas cómo deshacerte de Tora, pues sospecha demasiado. El plan era sólo deshacerte de Kohara, pues siendo vocal, Alice Nine no lograría jamás resurgir, pero ahora no puedes solo hacer eso. Aunque él no sepa toda la verdad tarde o temprano lo sabrá. Estás completamente convencido de eso. Te llevas el vaso al cuarto, le indicas que te vas a vestir. Él asiente y junto a ti, decidido a ponerse algo de ropa también.

Ambos se visten en silencio. En el proceso, Kazamasa se levanta y le sonríes mientras te abrochas el último botón de un abrigador suéter. Se levanta de la cama, le da un beso a Shinji y procede a vestirse de igual forma, mientras lo hace, tú observas su pálido cuerpo, y su reciente delgadez por la pérdida de peso.

 

Una vez que todos están calientes en sus respectivas ropas, cierras la puerta. Pretendes actuar rápido. Te bebes toda el agua que queda en tu vaso y besas sorpresivamente a Tora, quien te corresponde sin chistar. Tu plan es envenenar a Shinji, de esta manera ya no habrá quién sospeche, pues Shou está tan deprimido que confía en ti ciegamente. Puedes quedarte con sólo una diversión; claro que luego tendrás que quitarlo del camino de igual manera. Cuando dejas de besarlo, por alguna razón, comienza a besar a su novio. Eso te desconcierta porque Kohara parece bastante manso a ese beso, lo responde flojamente. Hay algo extraño…

—Oye, Takanori, dame un poco de esa agua que te has bebido. Me gusta su sabor y quiero que Kohara también la pruebe —sonríe amablemente. Piensas cumplirle un último capricho, igual, en unos minutos va a estar fuera del partido. Degustas una victoria temprana mientras sirves el agua de Nao. Tora morirá, Shou quedará todavía más depresivo, no podrán seguir con Alice Nine y the GazettE podrá ser lo mejor de la compañía sin ningún puñetero estorbo y competencia. Oh sí. Piensas todo eso mientras sirves el agua. Les llevas con amabilidad el vaso, y primero bebe Shinji y luego le pasa el vaso a su compañero.

Entonces todo se arruina. Y por la mirada de Amano, sabes que  acabas de caer en una trampa.

—Esta es el agua especial que hacía Nao… —dice de pronto el vocal. Tu cara se desencaja completamente—. Él me dijo que estaba muy enamorado de la persona a la que le hacía está agua. Y dijo también que probablemente enfrentaría problemas con esa persona, porque… era… extraño… y… ¿qué hacías ese día tan cerca de ahí? Me dijiste en el baño de la compañía que Kouyou te llevaría a casa, que llegarías antes que nosotros dos…

—Fuiste tú, maldito hijo de puta…

—¿Fui yo? —te ríes sarcásticamente al ver las lágrimas de los dos.

—Maldito bastardo.

—¿Qué ganas diciéndome eso, Shinji? ¿Qué ganas, eh? Dímelo, dímelo… —caminas certeramente hasta donde guardas los afilados cuchillos para cocinar; cuando tienes uno en mano, ambos te miran con un pánico palpable.

—No te atrevas Takanori.

—¿A qué?

—Eres un bastardo, Takanori —dice Shou—. Yo pensé y creí que nos querías… no, espera, no quieres, ¿verdad? Hace rato lo dijiste. Nos dijiste que te gustaba acostarte con nosotros porque te gustábamos y nos querías…

—Yo no quiero a nadie.

Lo miras llorar con desesperación. Buscas cómo poder remediar esa jugada que no previniste. Entonces, te acercas y golpeas a Shinji en el estómago lo más fuerte que puedes; lo haces caer sofocado al piso. Mientras tanto, Kohara comienza a correr por la cocina, intentando llegar a la puerta. Tú te quedas estático mirando al guitarrista retorcerse de dolor debajo de ti. Lo disfrutas. Escuchas cómo intentan abrir la puerta de la entrada. Te ríes internamente de lo cobarde que es Shou, dejándose a su novio a tu merced. Grita de la desesperación y  alzas la voz para que te escuche—: No vas a ir a ningún puñetero lugar, Kohara. Ven y siéntate a ver cómo destruyo a tu novio.

—No nos hagas daño, ¿qué ganas con eso? —te dice, mirándote a ti y a su novio alternamente.

—¿Qué gano? Hacerme más famoso, como debe de ser. Ustedes son una banda basura, que se mete en cosas que ni pueden sustentar. Todos queremos esto, ¿sabes?

—Yo no.

—¿Importa lo que quieras?

En el momento que te has distraído al tener que mirar la cara asustada y roja de Kohara, Tora te ha derrumbado al piso; primero quitándote el equilibrio y luego arrastrándote con él. Se coloca encima de ti. La cuchilla cayó lejos de ti, por lo que comienzas a forcejear con Tora. Al ser más grande que tú, te resulta un poco difícil. Miras de reojo a Shou, está sudando. Tiene miedo y vas a aprovecharte de eso. Le pegas a Amano en los genitales con la rodilla, haciendo que se quite de encima de ti, con una expresión de dolor. Su novio, como presentiste, se ha acercado a él, a socorrerlo. Le grita desesperadamente, mientras tú vas gateando lentamente hasta poder encontrar la faca que quedó bajo la mesa. Cuando la tomas, la empuñas con fuerza, y te giras para verlos. Te miran fijamente, Shinji apenas está recuperándose del dolor. No puedes dejar de sonreír, al verlos a los dos ahí, acorralados. Pero hay algo diferente, las manos de Kohara están detrás de su espalda, algo trama. Te acercas a él, mientras que en el cuello de Shinji reposas el cuchillo en amenaza; lo escuchas respirar entrecortadamente al ver su vida en peligro. Te pones en las puntas de los pies, para mirarle más de cerca. Está notablemente nervioso. Sus labios tiemblan, su cara está pálida y sus ojos están muy abiertos. Con la mano libre, paseas por sus caderas, hasta llegar a su trasero, donde fielmente sostiene su teléfono móvil, que, en cuanto siente tus manos, lo deja caer. Con tu pie lo atraes hasta a ti y lo pisas. Y lo vuelves a pisar. Destruyes su teléfono mientras te ríes y ellos te tienen miedo.

—Intentad huir, perras —separas el cuchillo de su cuello y por simple diversión tuya, los dejas correr. Tu casa no es muy amplia. Así que pueden correr, pero sólo un poco. Puedes darles más tiempo de vida, pero estas al tanto de que es totalmente innecesario. Ya te descubrieron y ellos no son tapadera como Naoyuki. En cuanto ven la posibilidad de escapar, lo hacen. Les das tres segundos y posteriormente, comienzas a caminar detrás de ellos. Han salido corriendo tan torpemente que van tirando cosas a su paso, por lo que puedes oírlos perfectamente.  Vas a tu habitación, que es donde pueden estar; cuando llegas, tu pulso sanguíneo se incrementa, la puerta del baño está abierta y acabas de escuchar el vidrio de la ventana que da al patio romperse.

Mierda, mierda, mierda. Maldices mentalmente mientras vas corriendo a la puerta principal para poder llegar al auto en el que llegaron y poder abrir el cofre rápidamente, desconectando la batería. Sonríes con autosuficiencia, ahora tendrían que correr si es que quieren huir de ti. Agradeces que la fecha sea tan célebre, pues la mayoría de tus vecinos están haciendo karaoke, cena, o simplemente charlando. La calle está totalmente vacía. Cuando los ves brincar el patio, corres a esconderte detrás de un arbusto. Ambos van con la cara roja, sudando, respirando fuertemente. Amano saca las llaves audazmente y abre el auto; Shou abre la puerta correspondiente al copiloto. Cuando te das cuenta, Tora está golpeando el volante del auto con lágrimas en los ojos, desesperado. Entonces sabes que es hora de actuar. Corres hasta la puerta del copiloto y te propones sacarlos de ahí, por lo que estrellas tu cuerpo contra el vidrio.

—PUTA MIERDA —escuchas gritar a un escandalizado Shinji, mientras que Kohara se limita a ponerse blanco como una hoja de papel, sin gritar. Los miras y están volviendo al intento de encender el coche, así que aprovechándote de su ingenuidad, comienzas a apuñalar el vidrio del auto. El cuchillo no te permite hacer gran cosa, por lo que miras a tu alrededor fugazmente y encuentras las piedras que tiene el vecino en su jardín. Robas una y regresas, entonces, con la fuerza excesiva de la que siempre presumes, lanzas la piedra al vidrio frontal del auto. Gritan desesperados mientras se cubren la cara para evitar los trozos de vidrio que caen.

—¿Ya? ¿A qué estamos jugando? Regresemos a casa, cenemos algo… en unos minutos será año nuevo. Prometo no hacerles nada… demasiado doloroso.

—¡Piérdete maldito loco! —te grita, con las lágrimas corriendo mezclándose con la sangre de un pequeño corte que le dejó un vidrio que cayó a su cara.

—A mí no me hablas así, perra —le contestas a Kohara. Se nota lo alterado que está. No dejas de sentirte enfadado. Esas dos personas que te miran con pánico, intentando salir del coche son dos pedazos de basura ante tus ojos. ¿Quién diría que te iban a joder el plan? No lo habías planeado así y por esa simple razón te consume la furia. Tenía que ser como tú decías, nadie debía interponerse ante tu capricho.

Shinji sale del auto seguido de su pareja, quien se queda a un lado de la puerta; Tora camina hacia a ti y te pega un puñetazo; agitas el cuchillo y le cortas el pecho, atravesando sus ligeras ropas. Gime de dolor, pero sigue golpeándote, de pronto lanza su móvil (del que desconocías la existencia) y lo atrapa Shou. Por estar peleándote con él te es imposible quitarle el móvil al otro pendejo, que está llamando a alguien. Te está dando puñetazos en el estómago, en la cara, en el pecho, mientras tú le respondes pegándole en los genitales, en el estómago y en el pecho de igual manera.

Cuando logras atraparlo de manera correcta, estrellas su cabeza contra el asfalto, de una manera suave, para sólo noquearlo en lo que te encargas de su maldito novio. Cuando ha quedado inconsciente, te diriges al otro, quien ya comenzó a correr y va doblando la esquina. “Vaya perra patética” piensas, “dejando a su puto novio y compañero a mi merced, inconsciente”.

 Podrías terminar tu trabajo con Amano, pero si Kohara corre demasiado rápido, podrá acusarte de cosas que realmente no quieres que te culpen. Así que corres al patio, abres la puerta de una patada (ir por  las llaves no es opción, además de que la cerradura es algo frágil), y corres hasta la motocicleta que te prestó Akira –y que no has devuelto– para poder ir a cenar con Naoyuki. La enciendes, pasas del cuerpo inconsciente de Tora (el cual ni te preocupas en meter, de todas formas todos están en casa y hay muy pocas posibilidades de que una, sepan que fuiste tú y dos, de que tan siquiera lo vean), y arrancas produciendo un sonido estridente.  Conduces y das vuelta por la calle por donde se fue; no está cerca. Huyó sin dejar pistas. Tienes que buscar.

Con el pelo revolviéndose por el gélido viento nocturno, buscas desesperadamente al vocal. No puedes simplemente dejarlo ir. Mientras vas dando por la última calle cercana al vecindario, lo ves, deteniéndose a tomar aire, tu móvil suena y te lo sacas del bolsillo del pantalón, contestando mientras no pierdes el ojo de tu presa.

—Oye, Takanori —escuchas del otro lado de la línea.

—¿Qué quieres, Yuu?

Tengo un reporte de policía que nos acaban de enviar de la compañía. Te están buscando por homicidio… ¿en qué clase de problemas te metiste como para que te acusen de algo así?

—¿En serio? Joder, que ha sido el puto de Shou… —dices, pensando rápidamente qué excusas poner. Escuchas como maldice y te pregunta por qué Shou debería hacer eso—. Es que Shou es un psicópata, Yuu. Ha estado acosándome y asesinó a Naoyuki para poder estar bien conmigo… tenía miedo y pues…

—Joder, hombre. Sabía que ese tipo no era tan tímido como nos hacía creer… rayos, entonces Tora era una fachada solamente…

—Así es…

Tus ojos están clavados en el pecho de Kohara. Sigue llorando. Seguro que se siente mal por haber dejado a su novio ahí, tirado. Lo estás odiando. ¿Cómo se atreve a llamar a la policía? Ese hombre no merece vivir. Entre más lo miras, más lo afirmas. Yuu sigue en la línea, soltando frases en contra de Alice Nine, pues cree que todo era una conspiración para poder deshacerse de la voz de the GazettE. No estás escuchándolo, sólo asientes en algunas ocasiones. Al menos Yuu te sirvió de algo; ahora sabes que estás en un peligro mayor. Aun así, tu ira hacia esas personas aumenta a cada minuto, por lo que ya no está importándote mucho cualquier situación.

—¿Estás fuera de casa, Takanori?

—Sí. Salí a dar un paseo en la motocicleta de Akira…

—Ya veo. Será mejor que regreses a casa, o algún policía podría detenerte.

—Gracias, Yuu.

—Feliz año nuevo, eh… ya son las doce.

—Igualmente, nos vemos mañana… —cuelgas.

Tu plan no tiene más prórroga. Bajas de la motocicleta sin despegarle la vista. Llevas el afilado cuchillo contigo. Él logra verte y comienza nuevamente a correr. Tú ya no tienes tiempo de regresar a la moto, por lo cual, sigues sus largos pasos. Dobla a la derecha, a la izquierda, y entonces, notas como en una calle aletarga sus pasos. Algo sucede con él. Lo alcanzas hasta donde iba y lo ves caer al suelo como una res muerta. Te acercas a él. Está ahogándose. Está cansado. Con tu pie, lo giras hasta que queda recostado bocarriba.

—No… no me hagas daño… no… por favor… —suspira entrecortadamente.

Llevas tu pie hasta su cuello, aplastándolo ligeramente, haciendo que reclame inmediatamente por aire.

 —¿Por qué habría de hacerte caso? Eres tan cobarde que dejaste que tu novio muriera y ni siquiera pudiste gritar su nombre, como si te doliera… tú ni lo querías…

—Tora no está muerto…

—¿Cómo lo sabes? —aprietas más. Su rostro comienza a estar morado. Sus ojos están exageradamente abiertos. Boquea por aire. Se siente patético, estúpido, solo; lo sabes porque en sus ojos hay una desolación enorme; está asustado de morir. Por cortesía y diversión tuya, le dejas respirar un poco y entonces vuelves a pisarlo.

—Muérete de una vez. Toda su estúpida banda quedará en el olvido de la noche a la mañana, ustedes no merecen brillar…

—¡Es ese hijo de puta! —ese grito… desorientado, buscas con la mirada a Tora, pero lo primero que te encuentras es una escopeta apuntándote en la frente. Sonríes con sorna.

—Estás detenido, Matsumoto —te declara el oficial que te ha apuntado.

—¿Y quién me detiene? ¿Tú? ¿O tú, Tora? A mí nadie me detiene. Pendejo…

Alguien te pega con algo por atrás y caes arrodillado al lado de Kohara, quien está gimiendo del miedo. Entonces alguien te sujeta por atrás y te esposa. El tipo que te dijo que estabas arrestado sigue apuntándote con su arma; observas el cuerpo de Kohara en el piso, como una pequeña mierda.

Mientras te llevan a una patrulla, le sonríes.

—Volveré por ti, Shou... —y te ríes, y te ríes… y te ríes.

 

Esos labios y dientes que preguntan cómo fue mi día, están disparando a través de las grietas del pavimento.

Notas finales:

Y ya bueno...

IM TRASH.

Sooooooo... yo sé que no hubo sorpresa, pero entiéndanlo. Ustedes eran Takanori, ustedes eran un psicópata, ustedes fueron quién mató a Naoyuki.

:c

In december drinkin' horchata... I'd look psychotic in a balaclava~


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