Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

EL MAL CAMINO por Galev

[Reviews - 365]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Bueno, este capítulo ya de por sí está largo, ahora imaginense que estaba todavía más largo, por eso lo dividí en dos partes.

Muchas gracias por sus comentarios, aparte de que me alegrarion el día, me animaron a escribir con un chorro de ganas !!! GRACIAS GRACIAS A TODOS Y A TODAS!

 

----- Notas del capítulo en sí:

Las palabras: Joto y Puñetas (de Puñal) son expresiones aquí en Mexico para decir homosexual de manera despectiva, como decir Maricón.

Sé que hay palabras que se entienden por el contexto, como Mamón, culero, ojete etc.. no sé, son malas palabras que significan que estás siendo desagradable.

 

Capítulo XV: El niño y el monstruo (Parte I)

 

Los ojos de Galen se ensancharon de sorpresa al abrir la puerta, encontrándose directamente de pie frente a él. Un muchacho que recargado sobre el marco le saludó casualmente al verlo.

 

-Qué onda

 

El cielo despejado se pintaba con un límpido azul celeste, el cual sólo era surcado intermitentemente por pequeñas nubes blancas que fulguraban la radiante luz del sol de la tarde.

 

Los cabellos castaños del jovencito bailaron ligeramente con una sutil brisa de aire caliente. Su rostro brillaba casi dorado bajo la lluvia de rayos diurnos.

 

Definitivamente no era a quien esperaba ver.…

Su corazón dio un salto brusco dentro de su pecho, pero se las arregló para contestar con su voz normal:

 

-Que rollo

 

-Almorranas en el hoyo

 

Ambos comenzaron a reír tontamente, aunque fue el rubio quien más rio… Extrañaba su tonto sentido del humor, no cabía duda.

 

-Pensé que habías muerto-Dejó que una sonrisa abierta acompañara sus palabras.

 

-Y lo hice-Murmuró el otro-Pero ya estoy bien

 

Él sólo soltó una risilla por el comentario, invitándolo a pasar.

 

Como siempre Rommel tan hilarante y lleno de vida. Galen mismo admiraba su sangre liviana, aunque no era eso precisamente lo que estaba pensando en ese momento…

Sólo pensaba que quería… ¡Quería abrazarlo por Dios santo! Desde aquella noche espantosa que quería hacerlo, cuando lo vio tan lastimado y tan frágil…

Quería reclamarle por haberse desaparecido así como así tanto tiempo, por haber ignorado sus mensajes y llamadas, por haberlo mantenido tan preocupado...

 

Quería saber ¿Qué rayos hizo todo ese tiempo? Aparentemente no fue comer, se veía tan flaco y descuidado... ¿Acaso no pensó en él ninguno de esos días, hasta ese momento?

 

“¿Qué pasó Rommel?... ¿Por qué te alejaste de mí?”

 

-“Basta”-Puso un alto a sus pensamientos. No entendía qué estaba pasando dentro de su cabeza, ni siquiera por qué el distanciamiento de Rommel lo había afectado tanto… Sólo era un amigo, era todo ¿Por qué se sentía como una novia desatendida?

 

-Déjame adivinar, ¿no has comido?

 

-Nones

 

-“Cómo si no lo supiera”- Pensó el rubio, acompañándolo a la cocina.

 

-Creo que todavía hay un poco de picadillo y puré de papa-Murmuró casi para sí, caminando hacia el refrigerador, dentro del cual comenzó a husmear con premura-Siéntate por favor.

 

-… Gracias-Le respondió Rommel permaneciendo de pie -¿Necesitas ayuda?

 

-No, descuida-Acababa de decir el otro cuando en un movimiento torpe, por querer sacar un  recipiente,  tiró varios otros que se hallaban acomodados sobre una de las repisas del frigorífico.

 

Maldijo para sus adentros, intentando enmendar su error rápidamente. Percatándose con vergüenza del hecho de que Rommel caminó hacia él, sólo para ayudarlo a recoger las cosas.

 

-Creo que hoy nos comimos lo último del recalentado-Suspiró Galen, mirando a través de los recipientes de plástico transparente –Si quieres te puedo hacer un sándwich.

 

-Yo puedo hacerlo-Repuso Rommel.

 

-No, deja yo lo hago-Dijo el rubio apresuradamente, intentando ser un buen anfitrión –¿Qué quieres de tomar? Tengo Coca-cola, seven light, sprite, también hay agua de mango natural o no sé si quieras sólo ¿agua?

 

-Agua de mango está bien-Rommel pareció ligeramente extrañado por la actitud acelerada del otro, que de inmediato le sirvió el vaso, comenzando a sacar los ingredientes para el emparedado del frigorífico.

 

Galen sentía que estaba contra reloj; por un lado, todavía no se había bañado para ir a ver a Melissa. Necesitaba hacer su tarea antes de verla, pues de no ser así debería desvelarse haciéndola en la noche, y tenía que mantener la beca escolar si quería continuar teniendo dinero para cumplirle sus caprichos…  Por otro lado, hacia tanto tiempo que no veía a Rommel que deseaba tratarlo lo mejor posible.

 

-Oye… -Habló nuevamente su invitado echando un vistazo a su alrededor -¿Y yo mientras qué hago?

 

Sin pensarlo mucho, aun con sus pendientes en la cabeza, mientras cortaba un par de rebanadas de tomate, respondió: -No sé, podrías hacer mi tarea.

 

-Bueno-El castaño se encogió de hombros-¿Y de qué es tu tarea?

 

-Es de literatura, escribir un cuento, pero oye, no hablaba en serio-Exclamó Galen, sin voltear a mirarlo, concentrado en que tenía la ligera sospecha de que algo le faltaba al sándwich.

 

-“¿Lechuga? … sí, ¿queso? ... sí, ¿tomate? ... sí, ¿aguacate? ... sí, ¿pepinillos? … sí, ¿jamón? … sí…”-Repasaba una y otra vez su lista mental-¿Pues qué me falta?-Dijo en voz alta, mirando los ingredientes; prontamente escuchando la voz de su amigo detrás suyo que murmuró: -¿Qué tal… pan?

 

-Oh, cierto, pan-Cayo en cuenta.

 

Acto seguido, abrió el gabinete sobre la campana de la estufa, donde normalmente su mamá guardaba la telera, aunque al no encontrarlo buscó en los gabinetes aledaños, y en la alacena… Incluso buscó en el refrigerador, como esperando hallarlo en el último lugar donde tendría que estar.

Dejó de buscar, era obvio que no había… No podía hacer un sándwich sin pan; pudiera hacerlo sin otro ingrediente, pero nunca sin pan.

 

Afligido volvió su rostro para decirle a Rommel: -Lo siento… Creo que se nos terminó…

 

-Ah-Dijo éste con un dejo de decepción en su semblante –Está bien, supongo que no habrá sándwich…

 

Galen no pudo soportar su rostro desilusionado, por lo que, arrebatadamente checando su presupuesto dentro de los bolsillos de su pantalón, expresó:

-Ahorita vengo, voy a ir a comprar.

 

Rommel se ofreció a acompañarlo, sin embargo, Galen se negó argumentando que no se tardaría, puesto que la tienda sólo quedaba a una cuadra de distancia.

 

-Puedes ver mientras la televisión, o cómo quieras-Le dijo antes de coger sus llaves y salir de la casa.

 

Jamás había ido a esa tienda, aunque tenía entendido que su tita compraba ahí.

Estaba ubicada justamente en la esquina de la calle Francisco I. Madero, y tal como le había dicho a Rommel, a una cuadra después de la vecindad.

 

Se trataba de un pequeño negocio familiar; la fachada vilmente era la de una casa antigua, con un toldo rojo patrocinado por la Coca-cola. Contaba con un recibidor angosto, que conducía al mostrador; éste se hallaba encerrado por una reja corriente de herrería que separaba los artículos en venta y dependientes de la clientela, seguramente debido a que ya habían asaltado la tienda varias veces, algo muy común en la zona centro.

 

Cuando Galen entró, se sintió aliviado de que sólo había una señora formada antes que él. Ella estaba charlando con la viejecita al otro lado de la reja, quien sentada en una mecedora, rápidamente tejía con gancho un cuadro de bordado.

 

A cargo del mostrador se hallaba un joven pálido de aproximadamente veinte años; traía su cabello negro, largo, agarrado en una coleta; tenía un rostro oblongo, triangular, de nariz sutilmente aguileña, con sus ojos delineados de negro. Poseía unas uñas largas y limadas de forma afilada en la punta de sus dedos, algunos de ellos cubiertos por completo con grandes anillos articulados a manera de garras. Su ropa, o al menos lo único que quedaba a la vista, era una camisa color negro, que asemejaba ser de estilo renacentista, aunque ataviada con algunas correas y cadenas.

Por si no fuera poco, llevaba al cuello un par de audífonos gigantescos que hacían retumbar en el local una música como recién sacada de ultratumba…

… Si lo que quería el chico era llamar la atención, lo lograba sin lugar a dudas…

 

El vistoso dependiente le entregó un par de bolsas de apariencia pesada a la señora, que pagó con un billete de cien, despidiéndose de la viejita al recibir su cambio.

-Nos vemos, doña Cuquita ¡muchas gracias!

 

Al salir la señora, Galen escuchó divertido a la mujer mayor que, con su voz de ancianita, preguntó confundida al joven: -Oye mijito ¿Quién era esa señora y qué tanto alegaba que no le escuché nada?-A lo que el muchacho sólo contestó encogiéndose de hombros.

 

Estando un poco distraído por ese detalle, no notó que otra señora, esta vez una de inmensas proporciones, le arrebató su lugar frente al mostrador. Era de ese tipo de personas, como muchas otras, que sufrían el “Síndrome del muffin” o dicho de otra forma: unas enormes nalgas retacadas en pantalones tan ajustados que realzaban una cubierta de longas rebosantes, dándole al cuerpo un aspecto de panecillo humano.   

 

Galen resopló molesto por el abuso, pero resignado  espero por su turno nuevamente ¿Qué más le quedaba ya?

 

-Oiiiga, ¿tiene paay?-Habló la mujer, con una voz gangosa y destemplada.

 

-No vendemos pay-Fue la única respuesta del dependiente, cuya cara resultaba menos expresiva que un pedazo de camote.

 

-Ay oiga pero si lo’tra vez yo vine y le compré un pay a la señora-Reclamó la otra.

 

-No es cierto-El joven parpadeó con aguades-Nunca hemos vendido pay, ¿qué más quiere?

 

-¿Cómo qué no?-Exclamó la doña, llevándose las manos -que eran diminutas a comparación de sus brazos esponjosos- a sus caderas de capacillo -Yo siempre he comprado aquí mi pay, desde que soy niña.

 

-Eso es imposible, porque jamás hemos vendido pay.

 

-Ay, pues si le estoy diciendo que desde chiquita mi mamá venía y me compraba aquí mi pay, y me acuerdo porque desde siempre me ha gustado mucho el pay.

 

-Sí-Dijo el oscuro joven, con el mismo semblante apático-Se nota que le gusta mucho el pay.

 

-¡Pues claro que me gusta el pay! ¡¿A quién no le gusta el pay?!-Resopló la señora pay.

 

Sin nada mejor a donde ver, Galen observó fijamente el rostro del muchacho que continuó con su mirada de indiferencia, pensando en que quizá a él no le gustaba el pay…

El chico parecía como sacado de una película de terror de los años ochenta, estilo “la cosa del pantano” o algo igual de malo; quizá un zombie en opinión de Galen, pues daba la impresión que de un momento a otro comenzaría a descomponerse.

 

¡Qué desesperación! Adentro hacía mucho calor, la tiendita tenía ese olor característico a abarrotes, el gótico no detenía su música infernal y ¡La señora pay no paraba de clamar por su pay!

Sólo quería pan de caja, una única y miserable bolsa de pan de caja, ¿era mucho pedir? Se le estaba haciendo tarde, Rommel tenía que comer, seguro que ya se estaba aburriendo… Él tenía que llegar a bañarse, ahora más que nunca, pues había comenzado a sudar; debía hacer su tarea también… Debía salir a hacer todo eso antes de que llegara su tía y empezara a cuestionarlo sobre todo lo que hacía en la vida.       

 

-… Disculpe-Masculló el rubio-¿Me podría atender?

 

Eso pareció enfurecer a la mujer que le reclamó muy molesta: -¡No, no, joven, eso no se hace! ¡Yo voy antes! ¡Por si acaso no lo sabe las damas son primero! ¡Y yo soy una dama!

 

Galen la atisbó juntando su par de cejas claras. ¿Quién se creía que era esa señora? Él llegó primero que ella, y desde luego que sabía que las damas iban primero, pero ella, a pesar de que parecía dos damas en una, no lo era… ¡Sólo era un maldito panqué!

 

-Y usted joven, pregúntele a la señora, que ella siempre me ha vendido el pay por rebanadas-Insistió la señora pay.

 

El muchacho giró su cabeza, independientemente de su cuerpo, con tal desidia que, de haberse tratado de una película, seguro el movimiento habría venido acompañado con un rechinido como el que harían las bisagras de una puerta vieja al abrirse.

 

-¿Qué si vendemos pay por rebanadas?-Le preguntó a la ancianita con su voz indiferente.

 

-¡¿Qué?!-La viejita dejó de bordar, entreabriendo su boca casi sin dientes-¡¿Cómo que marranadas?! ¡Si yo tengo todo siempre muy limpio! ¡Eres tú el que no me ayudas a barrer!-Lo señaló son su mano arrugadita-¡¡Nada más te la pasas escuchando esa música del diablo!!

 

-No es del diablo-Respondió el gótico-Es de Lacrimosa.

 

-¡¿Cómo que estoy sabrosa?!-Gritó la anciana, aun apuntándole con su dedo tembloroso-¡¡Eres un alcahuete, eso es lo que eres!! ¡¡Un alcahuete del demonio!!   

 

La viejita siguió gritándole de cosas, mientras que él, sin cambiar su expresión, viró su cabeza nuevamente en dirección a la dama que valía por dos, sólo para decirle: -¿Ve? dijo que no había pay.

 

-Ay, no es cierto joven, ni siquiera le entendió-Esta vez la voz de la señora salió como un pujido-Vuélvale a preguntar.

 

-¿Qué si hay pay?-Volvió a preguntar el chico.

 

-¡No! ¡¿Cómo que bye?! ¡¿Apoco ya te vas?!-Renegó la viejita-¡¡Pues si todavía hay gente!! ¡¡Flojo!! ¡¡Holgazán!!-Hizo un ademán con la mano, negando con la cabeza, fastidiada, al tiempo que tomaba un dulce de un tazón cerca de ella, metiéndoselo a la boca.

 

-No hay pay-Repitió.

 

Finalmente, luego de lo que pareció ser una eternidad, el gótico dijo:

-El único pay que tenemos es este-Mostrándole una bolsa con un pay comercial miniatura ligeramente aplastado.

 

-Ay, por fin joven. Ve como le decía yo que sí tenían

 

-Sí, como sea. Son diez pesos

 

¿En serio? ¿Todo había terminado? Casi podía bailar de felicidad. Al fin podría comprar su pan, saldría de esa horrible tienda calurosa que olía raro, iría con Rommel, y lo mejor: dejaría de escuchar el “pay, pay, quiero pay”.

 

Caminó hacia el mostrador, sintiéndose como un ganador, mirando con alegría como la señora pay, abriendo una sombrilla, salía por la puerta, perdiéndose -Dios quisiera- para siempre.  

 

-Hola, quisiera un…

 

-Ya cerramos-El muchacho lo interrumpió groseramente, borrándole la sonrisa al pobre chico del otro lado del mostrador.

 

-No, no, espera-Exclamó el rubio alterado-¡Sólo quiero pan de caja!

 

-No hay-Replicó el otro.

 

-¡Sí hay! ¡De aquí lo estoy viendo! ¡Por favor! –Alzó la voz, indicándole desesperadamente la telera que se encontraba sobre una de las estanterías, brillando con poder divino.

 

El gótico volteó su cuello rechinante hacia el anaquel, simplemente para decir con su voz sepulcral -No, no es. Pero igual ya cerramos.

 

-No… -Jadeó Galen de manera casi inaudible al ver que el chico comenzó a correr la cortina de metal –Maldita sea.

 

Por un momento sintió como una nube negra de pesimismo se colocó sobre su cabeza, claro, antes de salir nuevamente al intenso sol, que le recordó por qué no había ido antes al minisúper “Extra” que estaba a seis cuadras.

 

Con premura, y sintiéndose completamente fastidiado, caminó hasta llegar allí.

Cuando por fin lo hizo, su cabeza se sentía tan caliente como un panel solar, pero al menos sabía que la tienda tenía un horario que acatar y que no le cerrarían la ventanilla en la cara.

 

Al entrar, una brisa refrescante le dio la bienvenida, reconfortándolo un poco. Caminó prontamente hacia el pasillo de los panes, tomando entre sus manos el tan anhelado producto.

 

Suspiró aliviado; pensó que jamás lo conseguiría... Sin embargo, estando ya lo suficientemente cerca de la caja, escuchó con horror una estrepitosa voz conocida que le taladró los oídos, haciéndole rechinar los dientes…

 

-Oiiigaa ¡¿¿tiene paaay??! –La pesadilla apenas había comenzado…

 

---------

---------

 

Luego de un largo e indefinido lapso de tiempo, Galen por fin arribó a su hogar con un tic en el ojo, acalorado y harto de todo. Sólo pensaba en que tenía mucha sed y le dolía mucho la cabeza.

 

Entró a la cocina en automático, arrojando la telera de pan hacia la barra junto a la estufa, prendiéndose de la llave del agua hasta que ya no pudo beber más; entonces se asió firmemente de los bordes de la tarja del fregadero y se mojó un poco el rostro con agua fría.

 

Le extrañó no ver a Rommel sentado frente a la mesa, mirando la pequeña televisión, por lo que sospechó que quizá se había desesperado por su tardanza y se había ido…

 

No podía creerlo, todo lo que había pasado para que tuviera su sándwich y él sólo lo había abandonado… de nuevo.

 

Giró su cuerpo, decepcionado, para ir rumbo a la sala. Y justo cuando iba a empezar a refunfuñar y hablar solo, como normalmente hacia cuando tenía la casa exclusivamente para él, le llamó la atención ver que sobre uno de los sillones se hallaba su amigo, profundamente dormido, en una posición que aparentaba ser bastante incomoda.

 

Caminó hacia él velozmente, pensando en despertarlo de un susto.

Pero al mirar a Rommel, que se veía tan a gusto dormido -con su espalda recargada sobre el respaldo del sillón, su quijada caída sobre su pecho y con sus piernas abiertas sobre la mesa de centro, donde también descansaban un par de bolígrafos y su cuaderno de literatura- pensó que sería un poco cruel asustarlo.     

 

Decidió mejor prepararle el emparedado, suponiendo que tendría que realizar su tarea en la noche, después de salir con su novia.

Igual no tenía caso ya preocuparse por esas cosas, dedujo, esmerándose en armar un sándwich de aspecto delicioso que colocó sobre un plato.

 

Luego, cruzó la cocina nuevamente a donde Rommel, con el afán de despertarlo para que fuera a comer. Tuvo cuidado de no sobresaltarlo, apoyando su cadera sobre el descansabrazos del sillón en el cual su amigo se encontraba, para, inclinando ligeramente su torso, llevar su brazo más próximo en dirección a él. Iba a sacudirle un poco el hombro, sin embargo, se detuvo antes de poder tocarlo.

 

Por un segundo reparó en el hecho de que era la primera vez que miraba a Rommel dormido. Pensó que era una lástima tener que despertarlo, se veía tan sereno así… Como nunca lo había visto antes.

Observó fijamente entonces la manera en que su pecho se insuflaba tranquilamente, soltando el aire a través de sus labios entreabiertos; y su cabello caía en mechones rebeldes sobre su frente.

Le gustaba la forma de su cara, fina, angulosa, de mentón cuadrado; su nariz recta, sus cejas pobladas que casi siempre mantenía en una expresión que le hacía ver enojado, pero que sin embargo ahora, había relajado, dándole a su faz una apariencia pacífica.   

No había defectos en su rostro; su piel se notaba suave, con la excepción únicamente de esa  cicatriz que lo marcaba fieramente.

 

Acercó un poco su propio rostro, para contemplarlo mejor.

Se notaba que había sido una herida profunda y dolorosa. Más de una vez se había preguntado antes cómo es que se la había hecho, aunque jamás se había atrevido a preguntarle… Sabía que ese tipo de heridas tan notorias, muchas veces conllevan un pasado hiriente. 

Era obvio que no se la habían suturado, de lo contrario no se vería tan aparatosa. Seguro se le curó “a la Rommel”, sin ningún tipo de atención o medicamento… Como siempre, Rommel y su dolor congeniando solos…

 

Si tan sólo lo dejara ayudarlo, si tan sólo confiara un poco más en él… Estaba seguro de que podría ayudarlo, pero no, si hiciera eso dejaría de ser Rommel, el orgulloso lobo solitario...

 

Galen parpadeó lánguidamente, perdido en el profundo inhalar y exhalar de su amigo, sin darse cuenta en qué momento manejó su mano en dirección al rostro del chico, tentado a tocarle la profunda herida. Era raro que su razón no lo obligara a detenerse…

Alcanzó a tocar escasamente la punta de las tupidas pestañas y, bajando lentamente, se encontró acariciándole el pómulo delicadamente, como temeroso a arruinarlo, sintiendo con las yemas de sus dedos el contraste de la piel aterciopelada, con la áspera vieja cicatriz.

 

¿Qué era esa sensación cálida?  Como una explosión fugaz de calor que se esparció dentro de su pecho…

 

No tuvo tiempo para indagar en eso, ya que vio con alarma el hecho de que Rommel abrió los ojos repentinamente, haciéndole  retirar la mano con la rapidez de quien se quema con la estufa. Lo observó tal cual lo hacía su amigo, hasta que finalmente sintiéndose incapaz de sostenerle la mirada, se enfocó en alejar lentamente su rostro que aún estaba cerca.

 

-¿Qué pedo?-Lo cuestionó el trigueño, frunciendo el entrecejo de forma habitual.

 

-S-sólo quería decirte que ya está tu sándwich-Contestó Galen sintiéndose realmente estúpido, incorporándose velozmente del sillón-Será mejor que te lo comas antes de que se remoje-Dijo conduciéndose a la cocina apresuradamente, con el objeto de impedir que el otro se percatara del furioso sonrojo que poseyeron sus mejillas.

 

-Ah-Dijo Rommel, estrechando los ojos en dirección a Galen, confundido, como analizando algo, algo que seguramente pasó por alto al emitir un largo y profundo bostezo, que hasta le hizo lagrimear -No mames güey- Exclamó somnoliento mientras estiraba todo su cuerpo antes de levantarse-Te tardaste un huevo.

 

-¡No fue mi culpa!-Le gritó el de tez clara, desde la cocina, al recién levantado que caminaba hacia allá con un notorio paso aflojerado –¡¡Todo fue culpa de una estúpida señora que quería pay!!

 

-¿Una señora que quería pay?

 

-¡Sí! ¡El que atendía le dijo como cien veces que no vendían pay! ¡Que nunca habían vendido pay! ¡Y la señora parecía que no entendía el español!-Repuso Galen-¡cuando por fin me tocó que me atendieran, el chavo me cerró la ventanilla en la cara! ¡¡Y tuve que ir a un extra, donde también estaba la señora del pay!!

 

Rommel comenzó a reírse de su mal rato, sentándose en una de las sillas de la cocina y, haciendo uso de su increíble habilidad para hacerlo sentir mejor, profirió: -Oh sí, que rico, se me antojó un pay – Después, tomó su sándwich del plato, y dándole la mordida más grande que pudo, expresó mientras masticaba: -De hecho, por aquí venden un pay muy bueno, en una tienda que está así enrejada. Atiende una señora grande que no oye muy bien, así que tienes que hablarle un poco fuerte, aunque a veces está un chavo darketillo, que es bien chido.

 

Galen lo volteó a ver furioso, con unos ojos que de haberse tratado de cuchillos Rommel podría haber sido vendido como picadillo.

-Pues a mí no me pareció que fuera tan chido-Exclamó-¿Sabes lo horrible que fue tener que esperar detrás de esa señora por más de veinte minutos para que al final él decidiera no atenderme?

 

-De jodido le pudiste ver las nalgotas, pues seguro que era una de esas viejas gordas que tanto te gustan   

 

Al escuchar eso, Galen sonrió recordando a su hermosa novia. Ya quería que Rommel la conociera y se llenara de envidia, sin duda dejaría de pensar que le gustaban las gordas.

 

-Que hablando de eso-Le dijo, abriendo uno de los gabinetes para agarrar un vaso-Ya tengo novia-Terminó sirviéndose un poco de agua de mango que sacó de la nevera, dejando la jarra en la mesa, frente al plato del que comía su amigo.   

 

-Genial-Rommel lució impresionado, asintiendo al tiempo que se formaba en su boca una pequeña sonrisa. –Eso hay que celebrarlo-Dijo luego de una pausa en la que imitando a Galen, se sirvió de la jarra en su vaso.

 

-Gracias-Masculló el rubio acercando su bebida a la de su acompañante como si de un par de copas se trataran.

 

Rommel miró el gesto con entono, pero aun así le siguió la corriente, brindando con su amigo.

 

-Preferiría que brindáramos con otra cosa-Masculló desalentado-Por cierto ¿Es la misma chava del café?

 

-Sip. Ya casi cumplimos dos semanas.

 

-Felicidades-Le dijo, metiéndose la última porción del sándwich a la boca-¿Cuando me la presentas o qué?

 

-Amm… No sé… Pues…-La pregunta le cayó a Galen de forma inesperada- Si tienes libre más al rato, me podrías acompañar a su trabajo-Sonrió de pronto, emocionado por la idea- Trabaja por la Alameda. La tengo que esperar un rato a que haga el corte para salir, podríamos ir mientras tú y yo a las maquinitas... ¿Cómo ves?

 

Rommel no dijo nada, sólo aceptó el plan moviendo la cabeza de arriba a abajo, chupándose los dedos.  

 

-Bueno, me voy a meter a bañar. No me tardo-Y agregó al decir eso último: -Bueno, esta vez no me tardo.

 

-Oye-Rommel lo miró con ojos de perrito-¿Y no me puedes hacer otro sándwich antes? Es que me quedé con hambre…

 

-¡No! ya me tengo que bañar-Protestó el anfitrión, viendo la manera en que su amigo seguía sus ojos esperanzado.

 

-… Sándwich… -Fue lo único que dijo Rommel con una débil vocecilla, poniendo una carita inocente

 

¿Por qué le hacía eso? Lo estaba manipulando, intentó resistirse, pero falló, fue débil y sucumbió… No podía negar su naturaleza, era un mandilón.

 

-… Está bien-Refunfuñó viéndolo con una cara de “te odio”. El otro simplemente sonrió contento, mostrando su colmillito sobresaliente.

 

-¿Nada más que lo podrías hacer sin jamón?

  

-Amm, claro, pero ¿por qué?

 

-Odio la carne de cerdo, me da mucho asco.

 

Tuvo que sacar las cosas otra vez del refrigerador, cómo si no tuviera ya el tiempo contado.

-Pero no es jamón de cerdo, es de pavo. Mi mamá dice que es más sano… -Se tomó un momento para reflexionar algo y dijo: -Oye, entonces ¿Cómo le hacías con los hot dogs de 3 por 15? La salchicha es de puerco 

 

-Ah, sí… Los hot dogs-Rommel puso una cara de disgusto-¿Has visto cómo comen los patos?

 

Galen hizo una mueca de asco y no dijo nada más.

 

-Si es de pavo está bien...

 

-Ok –Suspiró agregándole al emparedado una rebanada de jamón –Préstame tu plato.

 

Colocó el nuevo sándwich en este, entregándoselo antes de salir de la cocina tan veloz como un tren bala, para evitar que Rommel volviera a detenerlo con otro pedido.  

 

Se sentía un poco mal por dejarlo comiendo solo mientras que él se bañaba, pero bueno, en ese momento le pareció más importante estar listo para presentarle a la “novia obesa” que tenía.

 

Una vez que terminó: salió del baño de la casa en toalla, dirigiéndose a su cuarto compartido, donde se roció el pecho y cuello de su loción fina, dándose un tiempo para alborotarse el cabello con estilo. Se vistió con un pantalón de mezclilla azul marino oscuro y una camisa de manga corta color blanco, abrochándose como de costumbre su preciado reloj.

 

Sólo entonces, abandonó la recamara para decirle a Rommel que ya era hora de irse, descubriéndolo aun en la cocina comiéndose el pan de caja solo.

Éste al sentirse observado, giró su cuerpo, con la expresión que haría un niño al ser sorprendido haciendo una travesura.

 

-Ah-Masculló viendo a Galen-Te agarré una rebanada… o cuatro…    

 

-… O…k… Bueno, ¿fuga?

 

--------------

 

El camino a la Alameda transcurrió entre risas y empujones. Todo después de que Rommel llamó a su amigo “debilucho”.

 

-Aquí es donde trabaja Melissa-Informó Galen, señalando con la mirada un mediano establecimiento con elegantes marquesinas color de rosa que anunciaban “Zapaterías de Francia: Moda y diseño a tus pies” con letras grandes. Cubierto de amplios cristales que fungían como aparadores, retacados de diversos estilos de  zapatos -Aunque todavía falta media hora para que salga-Comentó, leyendo la hora en su reloj.

 

-¿Por qué será que a las morras les gustan tanto los zapatos?-Se preguntó el otro en voz alta.

 

-Quien sabe… -Respondió él, esforzándose por ver a través del vidrio a Melissa, sin poder distinguirla –… No la veo… Bueno, ni modo. Vamos mientras a las maquinitas y ahorita en una media hora regresamos, para que la conozcas.

 

-Simón, ¿Traes feria?

 

Casi olvidaba que salir con él era como tener otra novia… Que pensando en eso, se preguntó de pronto si a Rommel le gustaba alguien… ¿Cuál sería su tipo de chica?   

 

-Oye-Decidió preguntarle de camino al árcade-¿Cuántas novias has tenido?

 

Su amigo miró hacia arriba, como si le fuera difícil recordar con exactitud –No muchas-Masculló-Como unas… diez o doce, no me acuerdo.

 

-¿Es en serio?-Prorrumpió incrédulo-No manches, no es cierto.

 

-No, sí es cierto… Ah no, espérate…-Se quedó pensativo-Bueno ¿Novias como tales? ¿o también así de una noche?

 

-No, sólo novias.

 

-Pues sí, como doce…

 

-No manches… Tú y yo tenemos la misma edad… y Melissa es mi primer novia-Susurró desmoralizado, rodeado por un aura de pesimismo.

 

-Pues sí güey, pero es que yo conozco muchas viejas, y tú pues eres joto-Se rio en su cara.

 

Galen fingió molestarse mucho por el comentario, y empujándolo fuertemente le gritó: -¡Estás bien pendejo!

 

Rommel continuó riendo –Pss ya sábanas –Le dijo un poco antes de sosegarse -Pero ya en serio, cada quien tiene su ritmo, güey. Eso qué. Así que ya déjate de andar de puñetas y préstame diez baros.

 

-Aunque ahorita no tienes novia ¿verdad? –Por algún motivo se sintió raro preguntando.

 

-Nah, ahorita estoy hasta la madre de las pinches viejas.

 

Al entrar al árcade, se sorprendieron al ver la vasta cantidad de gente que había dentro, aunque aun así, luego de haber cambiado el billete de veinte pesos de Galen por moneditas de uno, se dirigieron sin demora hacia uno de los juegos favoritos de Rommel: el  “King of Fighters 98”. Pronto estuvieron sentados frente a la máquina, donde cada uno echó un peso, alistándose para combatir el uno contra el otro.

 

-No porque seas primerizo te tendré piedad- Rommel dijo esto enfocándolo con una mueca maliciosa. Galen sabía que estaba en problemas; él no tenía mucha experiencia en ese juego, siendo que su amigo lo conocía como la palma de su propia mano.

 

Apenas empezó la pelea Rommel comenzó a presionar los botones y a mover la palanca como poseído… pero su personaje no se movía.

 

-¡Achís! ¿Qué pedo? ¿Por qué no se mueve?

  

-No sé-Contestó, decidiendo hacerle diabluras- ¡Toma!-Empezó a golpear a los personajes de Rommel sin misericordia.

 

-¡No! ¡Ehh güey! ¡¡Eso es trampa, no mames!!-Se quejaba el otro, intentando defenderse, apretando botones sin mucho éxito -¡¡Pinche tramposo!!

 

Eventualmente su personaje lanzaba un golpe o una patada, lo cual no fue suficiente para detener al rubio.

Desesperado, debido a que no le hacía mucha gracia ser arrasado en su juego favorito, Rommel interpuso sus manos sobre el tablero que tenía los controles del lado de Galen, estropeando sus movimientos.

 

-¡Nooo! ¡Déjame matarte!-Se rio de la frustración del otro, riñéndolo para que éste a su vez dejara de manearlo.

 

-¡¡No porque estás haciendo trampa!!-Gritó Rommel, sujetándolo fuertemente de una muñeca.   

 

-¡Auch!-Se quejó del agarre tan violento, intentando sacudírselo de encima. Pero el trigueño era demasiado fuerte y tuvo que recurrir a su arma secreta… Picarle las costillas, claro.

 

Cuando lo hizo, de inmediato notó como el cuerpo de su amigo se retorció; le pareció gracioso y continuó haciéndolo.

 

-¡¡Noo!! ¡¡No hagas eso!! –Aflojó un poco su mano, acto que el rubio aprovechó para ahora utilizando ambas manos enfierecer su ataque.

 

-Parece que encontré tu punto débil- Declaró Galen de forma malvada, haciéndolo encrespar de cosquillas.

 

Rommel manoteaba completamente fuera de sí y solamente atinó a sujetarlo por las muñecas, respirando entrecortadamente, al tiempo que sonaba una voz desde la máquina que avisaba: “Time is over” 

 

Se quedaron mirando un momento a la pantalla, donde se mostraba que Galen fue el vencedor. Éste último sonrió burlesco, pese a que Rommel no se notaba tan contento.

Su amigo lo soltó con brusquedad, desviando su mirada para decirle: -Tramposo…

 

-No hice trampa- Alegó –No es mi culpa que tu personaje no se moviera.

 

Era divertido. Rommel era el mejor amigo que tenía en la vida. Toda la soledad, todo el coraje y la tristeza se disipaban con su cercanía.

Qué importaba que sus amigos de la escuela lo excluyeran de su círculo, qué importaba que su padre le hubiera destrozado el corazón, que su madre no parara de compararlo con éste, que su hermano no lo tragara o que Melissa últimamente se estuviera comportando más seca que un excremento de camello… Nada de eso era relevante cuando lo veía y se portaban como dos niños chiquitos.

 

Tal vez se había encariñado con Rommel demasiado aprisa, y éste simplemente se dejaba querer… A Galen no le afectaba eso, lo que realmente lo afligía era pensar que su amigo podría llegar a alejarse de nuevo… No entendía por qué había dejado de visitarlo tanto tiempo, si él siempre se había esforzado para hacerlo sentir cómodo…

Tenía miedo de que un día se fuera y así como así decidiera perderse para siempre, sin importarle dejarlo atrás.

 

El rubio adquirió un semblante serio debido a su más reciente pensamiento.

-Oye… Creo que… tu celular tiene un problema-Intentó abordar el tema sin demostrar demasiado interés- Estuve intentando llamarte para decirte lo de Melissa pero nunca me contestaste.

 

-Ah, es que ya no lo tengo-Rommel se encogió de hombros-Lo tuve que empeñar.

 

-Oh… que mal.

 

-Sí pero pss tenía que tragar.

 

-Pudiste ir a mi casa ¿sabes?-Expresó justamente con el tono que no quería utilizar.

 

-Lo sé güey, gracias. Pero la neta es que anduve bien pinche ocupado esos días.

 

-¿Haciendo?

 

Rommel exhaló pesadamente, torciendo un poco la boca.

-Digamos que mi papá me dio trabajo que hacer…

 

-Pero bueno, supongo que ya te desocupaste-Dijo condescendiente.

 

-Dos dos-Respondió con desanimo-Aunque eso sí, ahorita ya tengo más tiempo que antes-Y después de una breve pausa, como deshaciéndose de la aflicción, dijo: -Bueno ya, dejemos de hablar de eso. Al menos déjame un personaje, ¿no?

 

-Claro… aunque ¿por qué mejor no vas a una maquina donde puedas jugar más a gusto?

 

-Nah, ¿para qué? Prefiero ver cómo te ponen tu chinga.

 

Las primeras peleas no le dieron a Rommel la oportunidad de jugar porque Galen pudo ganar sin mucho problema. Pero pronto llego a necesitar de la ayuda de su amigo; aun así -debido a que Galen no pudo eliminar a ningún oponente y Rommel tenía que vencer a los tres de la máquina- no paso mucho tiempo antes de que incluso él perdiera.

 

-¿No que muy bueno?- Se mofó.

 

-Pues no mames- Contraatacó Rommel molesto –tu equipo estaba bien puñetas.

 

-Bueno, ¿qué jugamos ahora?

 

-No sé… Pinche madre, nos ganaron el Bloody Roar –Refunfuño su acompañante, mirando a una bolita de chicos que se acababan de acomodar en la susodicha máquina-  también está ocupada esa otra…

 

-… ¿Y si le echamos a esa mientras?-Galen le señaló una máquina de boxeo; era algo simple, sólo balanceaba una pera en la porción superior que debían golpear; medía la fuerza del impacto en Newton y según la intensidad soltaba cierta cantidad de tickets que podían canjearse por una que otra chuchería en el mostrador.

 

-Pues ya qué –Aceptó el moreno claro resignado.

 

Una vez frente al juego, Galen le introdujo dos monedas de peso, lo equivalente a cuatro oportunidades y esperó a que el saco se posicionara contra él.

 

En breve, el joven dio un paso hacia atrás, dejando sus piernas separadas con una flexión ligera y, doblando sus codos delante de su pecho, adquirió una postura de ofensiva; mientras Rommel junto a él lo observaba expectante.

 

Entonces, giró su torso rápidamente para agarrar impulso, descargando sobre la pera de boxeo un sonoro impacto, que se tradujo en unos buenos 2537 Newton; nada mal para un chico de su edad, peso y estatura.

 

-Vaya -Rommel arqueó una ceja, mientras de la máquina salía una módica tira de tickets-No estás tan enclenque como pensaba.

 

-Tu turno-Sonrió él, cediéndole el lugar.

 

Rommel se aproximó enseguida, estirando su espalda que soltó un pequeño chasquido de vertebras. No adoptó una pose tan especializada como su amigo, pero aun así mantuvo su cuerpo firme. Cuando la pera estuvo lista nuevamente, el muchacho arremetió contra está dando un pequeño salto para potenciar su golpe.

 

Las cifras en el marcador se elevaron hasta 3106 Newtons, a lo cual Galen ofuscado no tardó en reclamar.

 

-¡Ey! ¡Hiciste trampa! ¿Por qué saltaste?         

 

Su amigo ladeó su cabeza mostrándole una media sonrisa altiva, al tiempo que subía los hombros y expresaba: -No veo las reglas

 

-Es una pera de box, en teoría tendrías que usar técnicas de box-Masculló frustrado.

 

-Nah, lo que sea, tú sigue con tus mamadas y yo con las mías.

 

-Ok-Entornó sus ojos, decidido a superar su atraco, pero sin caer en las mañas vandálicas del otro.

 

Tomó una bocanada de aire, adquiriendo su postura anterior, con la excepción de que flexionó un poco más las rodillas. Luego, comenzó a mover su tronco de lado a lado, inclinándose cada vez más, y con mayor velocidad. Y cuando su puño derecho estuvo cerca de rozar el piso, se enderezó, cual potente resorte, asestando un tremendo golpe que causó un sonido ensordecedor, ocasionando que todo el árcade girara su cabeza para ver el origen de tal estruendo.  

La máquina marcó 3796 N en la pantalla, junto a una imagen pixeleada de fuegos artificiales estallando y un par de mujeres voluptuosas en bikini, con ojos de corazón que suspiraban en un cuadro de dialogo: “¡Fortachón!”

 

Volteó a ver a Rommel con ciertos aires de superioridad, levantando el mentón y sin decir nada, retó a su amigo con la mirada. 

 

Éste pareció tomarse el reto de manera muy personal y retirándose notablemente de la máquina y su amigo, se quedó observando la pera de manera impaciente, que denotó moviendo sus pies y su cadera repetidamente. Cuando el saco finalmente bajó a su posición, Rommel se impulsó con sus piernas de manera tal que salió disparado como un chiita decidido a devorar una gacela.

A un metro de su objetivo, dio un salto furioso con su puño tras de sí para después, girando su hombro, arremeter contra el blanco con todo lo que tenía.      

 

-¡¡METEORO PEGASO!!-Gritó mientras colisionaba estrepitosamente con la máquina y a su vez con el poste tras de ésta. 

 

4114 N, Las chicas pixeleadas de la pantalla vitoreaban, alzando sus brazos y haciendo saltar sus tetas de arriba a abajo, mientras exclamaban: “¡Mi héroe!”

 

-¡Ja!-Remarcó su triunfo, dando un paso tembleque hacia Galen, quien solamente lo miró preocupado.

 

Y es que Rommel no se había percatado de que una delgada gota de sangre brotó de su labio inferior, cayéndole por la barbilla.

 

-¿Estás bien?-Lo cuestionó Galen, caminando hacia él. Tocándole la herida por mero impulso; acariciándole el labio gentilmente con su pulgar.

 

Rommel ensanchó los ojos atónito por el inesperado roce, mientras que el rostro de su amigo se cubría rápidamente de rubor. Habían hecho tanto escándalo, que todo el salón de juegos los había volteado a ver. El rubio al notar eso, de inmediato suspendió el toque, desviando la mirada.

 

-Sí, no fue nada-Respondió el trigueño ásperamente, dirigiendo su la vista hacia la máquina -de la cuál apenas habían dejado de salir tickets- limpiándose la sangre con el dorso de su mano.

 

-¿Seguro? Se te está hinchando… -Murmuró Galen cohibido.

 

-Sí-Espiró Rommel recogiendo sus boletos, como queriendo no darle mayor importancia a lo que acababa de suceder, aunque a la vez intentando ocultar un breve sonrojo que coloreó la piel de sus pómulos. Les echó un vistazo rápido, leyendo -sin mucho asombro- en uno de los tickets lo siguiente: “¡Felicidades! ¡Has ganado uno de los premios participantes! ¡Reclámalo en el mostrador!”

 

-¿Qué es eso?-Preguntó Galen curioso.

 

-Ah, es un boleto especial que sale de vez en cuando. Lo puedes canjear por un premio, pero lo malo es que te dicen qué es lo que puedes escoger y todo siempre está bien chafa.

 

-Interesante, no sabía que soltaran de esos.

 

-Sí, yo una vez me gané un borrador con forma de hamburguesa… Aunque me dio ansias y lo mordí… -Inclinó las cejas con una expresión que denotó que obviamente aquello no había sido muy brillante.

 

Galen soltó una risilla, y entonces con una voz elusiva dijo: - Yo nunca me he ganado nada…

 

-¿En serio? Bueno, pss en ese caso lo que salga es tuyo.

 

El níveo se sorprendió por ofrecimiento de su amigo, rechazándolo apenadamente -No, Rommel. Es tuyo, tú lo ganaste.

 

-Los boletos los sacamos entre los dos, además, no es como si fuera el gran premio-Suspiró el otro rodando los ojos.

 

-… Am… bueno… ¡Muchas gracias!-Sonrió sumamente feliz, con sus irises resplandeciendo como un par de zafiros -Genial… no puedo creerlo, nunca había ganado nada… espero que sea algo bueno-Se denotaba su emoción-… Rayos, quiero ir al baño… Ahí vengo ¿sí?

 

-Sale, yo mientras voy a canjear esto.

 

----

 

El elegante muchacho de cabellos castaños claros salió del baño con pasos ligeros y ágiles, buscando insistentemente con su mirada a su amigo de piel bronceada por el sol, pero al no mirarlo, se paseó rápidamente entre las máquinas y la gente, hasta que lo encontró.

 

Estaba de pie, apoyado en una de las paredes de ladrillo, con una pierna firmemente recargada sobre esta. Sostenía burdamente en una mano un cigarro encendido, al cual le acababa de dar una calada, soltando el humo por la nariz, de forma tosca, como él era.

En su otra mano llevaba algo que por la distancia no se lograba apreciar bien, pero que Galen supuso se trataba de su obsequio.

 

Alzó su brazo, ondeándolo ligeramente para llamar la atención del otro. Éste lo atisbó enseguida y con cierta renuencia apagó el cigarrillo contra el muro, descomponiendo su posición para comenzar a caminar rígidamente hacia él, apretujando entre sus dedos lo que sea que llevaba consigo.

 

-Hola-Le sonrió el rubio, viéndolo acercarse, con un dejo de impaciencia. Extrañándole que su amigo no le haya devuelto el saludo, manteniendo un bajo perfil hasta quedar delante suyo.

 

 -No había nada mejor- Masculló el joven, extendiendo su brazo para entregarle el premio que acababa de canjear, mirando fijamente hacia una envoltura de chocolate tirada en el piso de concreto, como si fuera lo más intrigante del universo.

 

-¿Una rosa de cristal?-Preguntó el rubio al recibirla, propiciándole a Rommel un ligero sonrojo.   

 

-¡Te dije que no había nada mejor!-Alzó su voz exasperado, sin retirar los ojos de la envoltura-La otra opción era un set de maquillaje...

 

-Ok ok, te creo-Galen sonrió, encontrando sumamente tierna la actitud contrariada del chico.

 

Observó su rosa con mayor atención; era de un fino cristal transparente, con detalles tan semejantes a los de una natural, que por un instante se encontró fantaseando.

Inocentemente imaginó un copo de nieve cayendo sutilmente sobre la tierra húmeda, quedando atrapado entre ésta, y tal como si se tratase de una semilla, comenzaba a brotar de ella un hermoso rosal blanco de nieve del cual a su vez brotarían delicados botones de rosa hechos de escarcha. Al imaginar esto Galen se ilusionó bastante.   

 

-Se ve genial, parece de hielo, es más parece como si la hubiera hecho Camus de Acuario-

 

-Ah sí, es cierto- Concordó Rommel esbozando una pequeña sonrisa –Bueno, al menos te gusto tu primer premio… No sé, puedes regalársela a Melissa si quieres… - Encogió un poco la boca al terminar la frase, tal si hubiera dicho una opción que de verdad no lo satisfacía.

 

-Sí… Podría-Admitió Galen no muy convencido, pensando que de hecho preferiría conservarla.

 

Estaba a punto de admitirlo cuando de pronto, un sujeto de pinta corriente, que nunca había visto antes, se acercó a Rommel, saludándolo muy efusivo.

 

-¡Qué pedo, Lobo! ¡Time no see ya!

 

-Qué tranza-Respondió el aludido, devolviendo el saludo, junto a un apagado movimiento de cabeza.

 

-Oí que el Mosca te anda buscando, ¿eh, güey? –Le soltó el tipo con naturalidad, como quien platica del clima.

 

-¿Y qué?-Su amigo tensó la mandíbula.

 

-No, nada-El otro hizo un gesto de negación con cabeza y manos -¿Puedo hablar contigo?

 

A Rommel aparentemente no le emocionaba la petición, pero aun así accedió sin brindarle una respuesta verbal. Solamente se dirigió a Galen para decirle: -Ahorita vengo, güey. Te alcanzo allá con tu vieja, ¿sale?

 

-Ah, sí está bien…

 

Se quedó un momento inmóvil, contemplando como Rommel y aquel tipo cruzaron el árcade, hasta perderse de vista.

Le parecía triste saber que su amigo era un delincuente, aunque recordaba haber escuchado en casa de Melissa que éste mandó al diablo cualquier negocio que el Mosca le ofreció… Aunque no entendía si eso era algo bueno o malo…  

 

Esos últimos días su cabeza estaba hecha un lio; las palabras del Mosca no lo dejaban descansar tranquilo… Le había dado a entender que Aarón de alguna manera estaba vinculado con esa banda, los había ayudado ¿qué significaba eso?... ¿Quién era Aarón en realidad? Su hermano y él eran tan desapegados que Aarón bien habría podido ser un asesino en serie y él no tener la más mínima idea.

 

Rio para sus adentros al pensar que eso último era demasiado absurdo. Aun cuando inconscientemente tenía sus reservas, conscientemente deseaba aferrarse a la idea que interpretó de la escasa información que compartió con él “su cuñado”. Obligarse a asimilar el pensamiento de que Aarón ayudaba a delincuentes a enmendar su camino era mejor que pensar que él mismo era uno… Pero entonces ¿Por qué Rommel rechazó el negocio que el Mosca le ofreció? ¿Rommel conocía también a su hermano? ¿Él lo podría sacar de dudas?...

 

Pensar en todo eso le provocaba dolor de cabeza, por ello decidió parar, saliendo del árcade, para esperar a Melissa fuera de la zapatería.

 

Llegó rápidamente, decidiendo que lo mejor era entrar para escapar de la resolana y calor infernal que hacia afuera.

Adentro del gran salón, la vista era como la de cualquier zapatería, había mullidos sillones alargados, donde algunas jóvenes y señoras se hallaban probándose zapatillas, amplios espacios para caminar y espejos. Al fondo estaba la caja, el lugar en el cual generalmente se encontraba Melissa.

 

Justamente fue cerca de ahí donde la vio, ya no estaba metida en el cubículo de la caja de cobro, por lo que Galen estuvo seguro de que ya le habían dado su pase de salida.

No obstante, Melissa no estaba sola, mantenía una animada charla con un sujeto alto y castaño al cual solo podía mirar de espalda. Se notaba que su novia se la estaba pasando bien, ya que ambos reían fuertemente.

 

La escena no le agradó del todo, especialmente luego de que vio que el sujeto le pasó a la joven una mano por la cintura.

No lo pensó dos veces entonces, para dirigirse hasta quedar prácticamente delante de los dos.

 

-Melissa-La llamó, con la voz más natural que pudo, arrebatando la atención de ambos.   

 

Aunque lo único que logró con esto, fue que la escena se volviera inclusive más extraña, debido a que cuando el tipo junto a Melissa le dio la cara, se topó inopinadamente con su hermano, Aarón. 

 

Cada vez entendía menos, ¿acaso todo el mundo conocía a Aarón menos él?, ellos eran hermanos, ¡vivían en la misma casa!

 

-“¿Cómo es posible?… ¿También está con Melissa?”-Se preguntó consternado-“ No puedo creer que a donde sea que yo haya ido, y a las personas que conozca, Aarón ya estuvo ahí… dejando su marca… siempre”

 

Y vio la historia repetirse de nuevo ante los ojos de su mente… Su hermano confabulando con sus amigos, haciéndoles burlarse de él…

 

 

Notas finales:

*En esta parte del capitulo no se explica el por qué del nombre, pero sí en el que viene.

*Por cierto, los números de la maquina de box los puse al tanteo.

---

¡¡Tomo muy en cuenta sus opiniones. contesto todos sus reviews!!

Diganme ¿qué creen que pase? me da curiosidad saber sus sospechas :)

De antemano muchas gracias por sus comentarios, me ponen muy feliz !!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).