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EL MAL CAMINO por Galev

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Notas del capitulo:

Hola gente que aún se encuenta por aquí, y no sé, si alguien de casualidad se está sumando al proyecto, bienvenidx.

Después de un año de no subir nada les traigo un capítulo y la promesa de que este año pretendo terminar esta historia, para dar pie a otras historias y mudar esta cuenta de autor a otra plataforma, posiblemente wattpad. 

Les comento también abrí una cuenta de twitter 

https://twitter.com/GALEV_

Es esa, se las comparto. Ahí subo dibujos, y planeo subir comics y varias cosas, como actualizaciones de historias y así.

Y pues bueno, sin más preambulos les invito a leer:

Capítulo XXXIX: Romper el ciclo

 

El hombre estaba aterrorizado. Recién abrió los ojos se topó con una muy densa oscuridad, ya que algo —quizá una funda— cubría su cabeza. Intentó moverse, pero se encontraba atado a una silla de pies y manos. Tenía además una mordaza en la boca que le impedía gritar para pedir auxilio. Lo último que recordaba era haber estado conversando con un joven muy atento al que conoció en el casino. Después todo se volvía negro.

Forcejeó desesperado. Más sólo consiguió despellejarse las muñecas. Quien fuera que lo había amarrado no era ningún novato haciendo eso. Volvió a forcejear. La silla dio saltos junto con todo su cuerpo y al rozar contra el piso provocaba unos chirridos desquiciantes, metálicos. Era una silla de acero y pesaba demasiado. Pero sin importar lo bien anclada que por su peso parecía estar al piso terminó por caerse. Y sin ser capaz de meter las manos el hombre se golpeó la cabeza, quedando inconsciente. No supo cuánto tiempo estuvo así, pero al despertar se encontró justo como había quedado tumbado.

Sus músculos le hormigueaban. Miles de agujitas pinchando sus miembros desde adentro. Era un signo claro de protesta por parte de su cuerpo, por haber permanecido en aquella posición desde quién sabe cuánto tiempo. Y para hacer las cosas peores, tenía ganas de orinar. Como es natural, al principio no fue muy urgente. Pero a medida que el tiempo transcurrió la necesidad también lo hizo. Hasta que sin poder controlarlo más terminó mojándose los pantalones.

Las horas pasaron. Volvió a mojarse encima unas dos veces más. Permanecer en su propia suciedad tanto tiempo le hizo sentir pequeño y vulnerable. Sus ojos se inundaron de lágrimas. Daría cualquier cosa por salir de esa situación. No pisaba una iglesia desde que era un niño, ni había orado en mucho tiempo, pero empezaba a pensar en Dios. Le imploraba desesperadamente que lo salvara. Le hacía promesas en su mente.

De pronto escuchó a lo lejos un chirrido y luego otro, seguidos del descorrer de una cortina metálica. Entonces oyó unos pasos acercarse. Eran livianos y relajados. El sonido hacía eco en las paredes. El hombre no sabía si alegrarse o temer. El dueño de aquellos pasos caminaba sin prisa, como quien dispone de todo el tiempo del mundo. Encendió una luz que se filtró a través del saco que cubría su cabeza. Y continúo avanzando hacia él en silencio. Cuando estuvo lo suficientemente cerca se detuvo. Seguro lo estaba observando. No sabía cómo, pero el hombre podía sentir su mirada sobre su cuerpo. Él comenzó a moverse y a forcejear de nuevo. Quería que le quitara la mordaza. Necesitaba negociar con su captor. La noche anterior en el casino había ganado demasiado dinero. Lo más probable era que por ello estuviera ahí. Su captor quería el dinero y él estaba dispuesto a dárselo todo con tal de salir ileso.

—¡Hola, papá! Veo que estás despierto —escuchó la voz de su captor. Poseía un tono joven, masculino y jovial.

Al oírlo pensó en dos cosas. Una era que su voz le parecía muy familiar. Era probable que se tratara del muchacho del casino. La otra fue que lo extrañó su forma de referirse a él «papá». «No soy tu jodido padre», pensó. Más no tuvo mucho tiempo para reparar en esto, ya que le sorprendió que su cuerpo diera un giro brusco, al haber el muchacho enderezado la silla a la que estaba sujeto.

Una vez estuvo así el joven rasgó el saco que cubría su cabeza utilizando una navaja afilada. Lo hizo muy rápido y su falta de cuidado provocó que la navaja le abriera la piel de la nariz que empezó a sangrar profusamente. El dolor le hizo soltar un gemido y saboreo el gusto ferroso de su sangre cuando esta llegó a su boca.

Sin la bolsa, el hombre pudo mirar por fin. Lo primero que vio al muchacho frente a él. Como suponía, se trataba del mismo con el que conversó en el casino. Era un chico alto, moreno y bien parecido que le sonreía en ese momento. Escaneó el lugar también. Parecía una bodega vacía, grande y oscura. El piso era de cemento liso y paredes de block. Todo lucía muy sucio.

—Lo siento. Soy un bruto animal. Mira que haberte cortado. Pero me acostumbré a tu nariz de antes—dijo el muchacho cuyo nombre no recordaba en ese momento—. De hecho, si no te ofende, me gustaba más tu rostro anterior… Pero bueno ¿Quién soy yo para juzgar? Fue mi culpa, recordé algo que me molestó y se me hizo fácil jalar del gatillo.

Al decir eso último, le apunto con su dedo cuál pistola y fingió disparar. La forma en que bromeó, lo hizo ver como una persona agradable pese a la situación en la que se encontraban. Era aterrador. Por otro lado, no entendió a qué se refirió con lo de su “rostro anterior”, más no le dio importancia.

—Por cierto, papá ¿Te gusta este lugar? Me recuerda mucho a aquel día ¿No crees?

De nuevo le había dicho “papá” ¿Acaso estaba confundiendo con alguien más? ¿Sería posible que lo estuviera confundiendo con su propio padre?

Mientras él se miraba extrañado, el joven había empezado a limpiarle la sangre que tenía ya por todo el rostro con un trapo humedecido en alcohol. lo hizo con cierto cuidado. Pero esto no evitó que el alcohol le ardiera en la herida cuando lo tocó.

«Aarón». Repentinamente el nombre vino a su cabeza como un relámpago. El joven le dijo que se llamaba Aarón cuándo se presentó con él en el casino la noche anterior. Mientras él apostaba en la ruleta le comentó que él podía ayudarlo a ganar bastante, ya que era muy bueno para adivinar los números que caerían. Él se mostró un poco incrédulo en un inicio. Pero luego de tres rondas ganadoras se convenció de ello. En algún momento Aarón le dijo que él le recordaba bastante a su padre, a quién le encantaba también jugar ruleta y Black Jack.

—No sé porque últimamente he pensado tanto en aquel día. El día en que te mate la primera vez. Tú sabes. Antes de que todo el ciclo empezara.

El entrecejo del hombre se frunció un poco al escucharlo, y sus ojos azules mostraron una mirada contrariada. No entendía qué mierda quiso decir el joven con eso de “el día en que te maté por primera vez”. Sin embargo, Aarón continuó hablando y él no tuvo más remedio que escucharlo en silencio.

—La verdad es que no sé por qué quiero hablar de eso ¿Lo recuerdas, papá? Lo que pasó aquella noche hace dos años. Te gustaba mucho ir al casino de mí jefe, el coronel Antonio Ahumada —El joven soltó una risa divertida—. Perdón, le quité seriedad al asunto. Es sólo que recordé que el coronel Ahumada me contó un día que sus padres eran tan ignorantes que lo bautizaron con el nombre de Disneyland ¿Puedes creerlo? Qué semejante caca grande del narco se llamaba Disneyland. Obvio cuando tuvo edad suficiente se cambió el nombre a Antonio, pero bueno, no deja ser gracioso ¿No lo crees?

Cómo respuesta sólo hubo silencio. Quizá el hombre habría encontrado aquello gracioso si no estuviera atado a una silla en contra de su voluntad, con las muñecas y los tobillos desgarrados por tanto forcejeo, no estuviera orinado y tampoco temiendo por su vida.

—En fin—continuó Aarón—. Yo no era más que un halcón que recién habían ascendido a sicario. Y tú no eras más que un ludópata, supongo. Las últimas veces que jugaste en el casino lo perdiste todo, papá. Las camionetas, la casa, todo. Pero fuiste un mal perdedor, papá. Y decidiste que lo mejor era darte a la fuga. Querías irte a Massachusetts. Pero el coronel nunca te dejaría ir con vida. Es un hombre sádico ¿Sabes?

» Él me mandó llamar. Sabía que tú eras mi padre y quería que fuera yo el que te matará. Y de hecho estuvo presente cuando lo hice. Creo que pensó que titubearía— Aarón abrió una sonrisa—. Me imagino que se sorprendió al ver que no lo hice.

» Basto con un solo disparo. Fue un tiro estupendo. Entró y salió limpiamente de tu cabeza. Aún recuerdo cómo te me quedaste viendo todavía por un instante como si no supieras qué acababa de suceder. Y entonces simplemente te desmoronaste.

» En este momento sentí como si estuviera mirando una película. Tu cuerpo tendido en el suelo, sobre un charco de sangre que avanzaba hacia mí. Al fondo escuchaba la risa de ahumada. Fue tan delirante. El corazón me latía tan rápido en ese momento que pensé que se me iba a salir. Recuerdo que después de eso Ahumada me asignó como su sicario de confianza. Y ese día más tarde acompañé a mamá y Galen por unos tacos al pastor en la Calle 20. Estuvieron deliciosos. Te los recomiendo. Pero bueno, volviendo al tema, esa noche no pude dormir.

Aarón suspiro y permaneció serio durante uno o dos minutos, mirando hacia arriba, interiorizando en sus recuerdos.

—No sé por qué exactamente, pero fue hasta la noche que realmente comprendí lo que había hecho.  Mientras daba vueltas en la cama pensaba en que te maté. Ahumada les pidió a sus hombres que desaparecieran tu cadáver. Ya no existías más. El villano se había ido... Pero no pude evitar sentir que lo arruiné todo. Apresuré tu final sin haber concluido algo importante. Quedaron pendientes aquellas palabras que tanto anhelé que me dijeras... Eso me hizo sentir tan vacío... Las noches siguientes tampoco pude dormir... Solo podía pensar que jamás sería capaz de escucharlo y que jamás sería capaz de volverme a sentir bien tampoco... Y a la quinta noche sin dormir decidí pegarme un tiro yo mismo.

» De hecho, tenía ya la pistola en la boca cuando apareció Sócrates ante mí y me dijo con su voz madura: “¿Qué estás haciendo, chico?”. Sólo le dije que me daría un plomazo. Me respondió: “Muy bien. Imagino que ya tienes preparado tu cuerpo de reemplazo”. Yo no le respondí, sólo le miré raro. Entonces me dijo: “¿Qué no sabes nada? Es lo que la gente hace. Es lo que tu padre hizo. Él sabía que iba a morir, por eso buscó un cuerpo sustituto para seguir viviendo”. Le pregunté que cómo era eso y me contestó que justo así. Que cuando alguien siente que va a morir puede buscar otro cuerpo para su alma y seguir viviendo. Pero siempre y cuando lo haga con tiempo, sino no funciona. También me dijo que los cuerpos no necesariamente son iguales, pero siempre tienen rasgos similares al original. Después de saber eso supe que no tenía caso matarme. Sólo tenía que encontrar tu cuerpo de reemplazo para que por fin me dijeras eso que necesito. Y pues bueno el resto no tiene caso contártelo, tú ya lo sabes. Es lo que hemos estado haciendo desde hace dos años, papá. Yo encuentro tu cuerpo sustituto, te mato, vuelves a aparecer en otro cuerpo, vuelvo a matarte... ¿Cuántas veces hemos hecho esto en total? Creo que ya perdí la cuenta. Pero bueno, voy a quitarte la mordaza, porque quiero que comas. Pero antes de eso, necesito que por fin me digas lo que quiero escuchar ¿De acuerdo?

El hombre asintió premuroso y Aarón desató el trapo viejo con el que se hallaba amordazado.

Una vez libre de esto el sujeto abrió y cerro su boca varias veces, dando cierto alivio a sus músculos doloridos. Aunque en realidad, lo único que quería era ganar algo de tiempo para pensar en lo que haría a continuación.

Durante el monólogo que el otro le había dirigido se percató de algo muy malo. Que su dinero no le serviría de nada, porque el muchacho estaba loco. Ya que para él no parecía existir una línea que dividiera la realidad y el mundo de fantasía que su cerebro inventó.

Por lo que había entendido el muchacho había matado a su verdadero padre. Pero creía qué el alma de éste podía meterse al cuerpo de otras personas. Y, de hecho, pensaba que justo ahora él estaba siendo poseído por alma de este hombre. Lo que ahora lo convertía en su padre. Pero no sólo eso. El joven quería una respuesta. una respuesta algo que él no tenía idea de a qué mierda se refería. Lo único que sí comprendía era que un paso en falso y no viviría para contarlo. Había ya mirado el arma qué Aarón llevaba en la cintura. Por lo que sabía que, cómo lo hizo con su padre real, y todos aquellos otros hombres en los que supuestamente su padre reencarnó, lo mataría si no le decía lo que quería escuchar.

Esa era una apuesta muy extrema. Pero él se consideraba bueno apostando y estaba dispuesto a intentarlo. No era ningún novato ya. Conocía las reglas y un factor decisivo era mantener una buena cara de póker. No dejar que las emociones reales se transparentaran en el rostro. Así que atendiendo esto, el sujeto, tragándose todo el pavor que es la situación le provocaba, irguió su cabeza para ver a Aarón a los ojos y dirigirle la mirada compasiva que cualquier padre tendría hacia un hijo.

—Hijo—la palabra le supo extraña en los labios. En especial porque no tenía hijos. Más percatarse de que con eso había captado la atención del joven lo ánimo a continuar —. Me encantaría decirte no sólo lo que quieres saber sino muchas cosas. Pero no creo que este sea el lugar adecuado ¿Por qué no vamos a comer a aquel lugar que sé que te encanta?

Aaron lució sorprendido por un segundo y entonces puso una gran sonrisa.

—¿Te refieres a qué quieres ir a Johnny Western? No vamos juntos desde que tengo nueve años— más después de decir eso el entusiasmo pareció abandonarlo. Su sonrisa se desvaneció y torció un poco la boca para agregar—: Pero no puedo dejarte salir. Además, ya compré la cena— señaló con su pulgar una bolsa de plástico sobre el piso.

El hombre disimuló bien su frustración y dijo—: De acuerdo, hijo. En otra ocasión será, supongo. Pero ¿Podrías al menos desatarme? Si vamos a platicar en este lugar, mínimo me gustaría estar cómodo.

Aarón estrechó un poco sus ojos almendrados. Estaba considerándolo.

El hombre anhelaba que mordiera el anzuelo. Si los desataba tendría la oportunidad de darle un buen golpe y escapar.

«Vamos, vamos», pensó.

—Está bien— dijo Aarón, para su sorpresa. Aunque pronto añadió—: Pero primero hay una pregunta sencilla que quiero que me contestes: ¿Debo matar a Galen?

Sin saber qué decir el mayor permaneció serio, contemplando el rostro del joven en busca de una pista. Pero este a su vez también lo observaba fijamente, sin ofrecer ningún indicio de nada.

Pese a su exterior calmado, el hombre entró en pánico. No sabía quién demonios era Galen, ni si debía contestar un sí o un no. Era obvio que necesitaba saber más para dar una respuesta que agradara a Aarón. Y esto fue lo que le animó a intentar obtener información.

—¿Tú crees Galen estaría mejor muerto?

La pregunta pareció dejarlo pensando.

—¿Que si creo que Galen estaría mejor muerto? — Aarón habló para sí mismo colocando un dedo en su barbilla— ¿Es broma? Te lo he dicho ya antes. Claro que pienso que Galen estaría mejor muerto. Y lo pienso porque hace años él hizo algo tan malo, tan horrible y tan asqueroso que creo que no tiene derecho de seguir existiendo

—Bien. Entonces no me queda duda. Debes matar a Galen. No permitiré que nadie se meta con mi hijo— el hombre dijo con confianza.

Lo lamentaba por el tal Galen pero era él o su propio pellejo.

Aarón le dedicó una sonrisa y la confianza de su supuesto padre creció. Había dicho la respuesta correcta. Ahora Aarón lo desataría. Tendría la oportunidad de escapar. Volver a su vida normal, pensó. Pero antes de que pudiera continuar haciéndose ideas, Aaron sacó su pistola y le apunto con ella, quitando el seguro.

—¿Sabes? Pese a que me encantó lo que dijiste, mi padre jamás me dejaría matar a Galen. Tú no eres papá.

Tan pronto como dijo esto detonó el cañón. El sonido seco rebotó en las paredes de block que estaban al fondo engullidas por la oscuridad. La bala traspasó al hombre por en medio de los ojos. Y salió del otro lado arrastrando un cordel brillante de sangre y sesos.

Después de eso la cabeza del sujeto pendió de su cuello inerte, chorreando sangre a borbotones que empapó su camisa color crema.

Aaron contempló la escena por un minuto con severidad. Y entonces, recogiendo del suelo la bolsa con comida, se dijo a sí mismo desencantado—: ¿Y ahora que se supone que haré con esto?

Caminó hacia la pared más cercana y recargo su espalda contra el block fresco. Luego revisó dentro de la bolsa para sustraer de esta un envase de poliestireno blanco que contenía una hamburguesa y papas fritas. Tomó la hamburguesa con poco ánimo y aun mirando fijamente al cadáver le dio una mordida.

Poco después, de la oscuridad surgieron las aberrantes figuras de sus amigos, Sócrates y Platón, quienes se acercaron a él dando pasos fuertes contra el cemento.

—Hola, chicos ¿Gustan una mordida? — Aarón ofreció la hamburguesa hacia ambos cerdos.

Platón negó repetidas veces con su enorme cabeza y en sus ojos velados se asomó una ligera nota de consternación.

—Yo no debo comer eso. No soy caníbal— dijo con su aguda voz de niño pequeño.

—Pero la carne es de res— dijo Aarón.

—Es por el tocino, imbécil— aclaró Sócrates con su tono grave y apático.

—Supongo que tienes razón— Aaron se encogió de hombros y volvió a dar otra mordida a la hamburguesa—. Por cierto, chicos. Ya estoy cansado de la dinámica que tengo con papá. Siento que no nos está llevando a ninguna parte ¿Qué puedo hacer?

Los dos cerdos permanecieron en silencio por unos instantes, hasta que Sócrates respondió:

—Debes romper el ciclo.

—¿Y cómo voy a hacer eso? — preguntó a Aarón.

—¿Tengo que darte todas las respuestas? ¿Acaso tú estúpido cerebro no puede pensar por sí mismo? Para cerrar el ciclo tienes que recordar cómo empezó.

—¿Cómo fue que empezó? — el muchacho repitió la pregunta para sí mismo— Creo que todo comenzó la tarde que papá me castigó por haberle partido la cabeza al estúpido gato de Galen. Recuerdo que me hizo arrancar toda la hierba mala del jardín. Eran las 4, hacía mucho sol y muchísimo calor. Estaríamos quizá a unos 40 grados. Sentía que mi cabeza hervía y que iba a explotarme. Fue cuando aparecieron ustedes y me dijeron que entrara a la casa. Que había algo que debía mirar. Llegamos al cuarto de mis padres. La puerta estaba entreabierta y se escuchaban unos jadeos. Me asomé un poco. Había ropa tirada en el suelo y papá estaba de espalda desnudo. Estaba teniendo relaciones con alguien. Definitivamente no era mi mamá. Era— Aaron apretó sus labios, dejando entrever su furia.

» … Primero me pareció ver que era la mujer de las fotos de mi papá, pero luego de ver bien me di cuenta de que era Galen. Mi papá estaba cogiéndose a Galen. Verlos me dio tanto asco que corrí al baño y vomité. Aún recuerdo que mi vómito parecía un arcoíris por los skittles qué había comido antes. Creo que después de eso me desmayé y luego desperté en mi cama, como si no hubiera pasado nada. Pero en ese momento supe qué Galen me traicionó. Los dos competíamos por la aprobación de papá. Pero él hizo trampa. De alguna forma Galen sedujo a mi papá para ganarse su favoritismo... Yo no podía quedarme atrás y fue cuando pasó aquello que ustedes ya saben.

Al decir eso último, aún en contra de su voluntad, Aaron volvió a saborear el recuerdo nítido y amargo de los acontecimientos qué implicó su última frase. se trataba de algo que lo avergonzaba tanto como lo enfurecía.

Era algo qué había sucedido pocos días después de que mirara a Galen con su padre. Aarón espero a que fueran las tres de la madrugada para tocar la puerta del estudio dónde sabía que el hombre se encontraba, trabajando en unos pendientes. Su padre en un inicio no había querido recibirlo. Le dijo desde el otro lado de la puerta que se fuera a acostar. Pero el insistió rebatiendo que se trataba de un asunto importante. Así que sin más remedio el hombre le dio permiso para entrar y el ingresó al cuarto cerrando tras de sí.

Apenas lo vio la quijada de su padre colapsó y sus ojos se ensancharon tanto que parecía que podrían botarse en cualquier momento de su rostro desencajado.

Frente a él su hijo solo llevaba puesta una corta bata de tul morada con plumas. A través de la cual se dejaban entrever unas braguitas de mujer con encaje del mismo color. Traía también unas zapatillas relucientes de charol negras con un muy alto tacón. Su rostro estaba arreglado con un maquillaje de noche. En sus párpados se había colocado un delineador oscuro y pestaña postiza. Y sus labios estaban pintados de un brillante y escandaloso color rojo cereza.

¿Qué carajos? ¿Qué significa esto? — exclamó su padre en inglés, el lenguaje que siempre hablaba con sus hijos, cuando pudo por fin salir un poco de su estupor.

¿No te gusta?— preguntó Aaron con un tono travieso, avanzando hacia él. Hasta que llegó al escritorio sobre el cual se inclinó de forma sugerente.

Claro que no me gusta ¿Qué mierda llevas puesto?— el hombre lo miro de arriba abajo y de vuelta con un gesto de desagrado—¿Traes puesto maquillaje?

Está bien papá. No tienes que fingir conmigo. Podemos estar juntos de la misma forma que estuviste con Galen.

¡¿Qué? ¿Qué estás insinuando? ¡Mírate! ¿Estás demente? ¿Estás tomado, drogado o algo?

Su padre se levantó de su asiento y camino hacia la salida. Pero Aarón lo detuvo. Cruzó sus muñecas detrás de su cuello y susurró a su oído despacio—: Tranquilo, papá. Ya te dije que no tienes que fingir conmigo. Podemos solo divertirnos...

Hubo apenas terminado su frase cuando el mayor se lo quitó de encima de un fuerte empujón. Aarón trastabilló un par de pasos hacia atrás. Y debido a su poca experiencia utilizando tacones se dobló un tobillo y cayó al suelo sentado.

El hombre aprovecho este momento para avanzar hacia la puerta, deteniéndose sólo para decirle—: Algo anda realmente muy mal contigo. Voy a ir a decirle a tu madre ahora mismo. Ella tiene que ver esto.

Yo no haría eso si fuera tú— dijo Aaron desde el suelo. Su tono era tan mortífero como el veneno de una serpiente de cascabel.

Parecía haber perdido ya para ese punto todo el glamour y delicadeza que exhibía antes. Se quitó las zapatillas con brusquedad, haciendo ver que uno de los tacones estaba roto, y las arrojó a un lado. Entonces lo miro directo a los ojos. En ellos podía distinguirse claramente un destello embravecido de furia irradiando desde sus pupilas. Mismo que hizo a su propio padre sentirse intimidado, pese a la posición patética en la que su hijo se encontraba.

Si vas a decirle a mamá sobre esto, podemos discutir sobre tu amante también. Sé sobre ella. He visto tus fotografías en tu lugar secreto. Me pregunto qué pensará mi mamá sobre ella. Aunque eso no es lo único que sé sobre ti. También sé sobre tus fraudes fiscales. Eres un hombre buscado en Estados Unidos. Un verdadero criminal.

Por unos instantes ninguno de los dos dijo nada. El rostro de su padre había palidecido al grado de verse enfermo. Con sus secretos turbios expuestos de esa forma sabía que acababa de perder su autoridad moral ante Aarón.

Estás... Estás enfermo— masculló el hombre conteniendo la furia que enrojecía su rostro e inflaba aquella vena, que como una rama recta dividía su frente en dos. Y poco después se marchó, esta vez sin volver a amenazarlo con contarle a su madre.

Luego de recordar todo esto, de regreso en el momento presente —donde sujetaba una papa frita—, Aarón dijo pensativo:

—Sí. Creo que todo inicio ahí. Cuando me di cuenta que Galen me quitó a papá usando trampa y nunca podría recuperarlo. Así que es posible que el alma de papá sólo esté volviendo a este mundo por Galen. Por lo que si Galen dejará de existir supongo que el ciclo se rompería.

—¡Wow! ¡Wow! ¿Por fin lo matarás? — pregunto Platón con efusividad.

—No lo sé. Sí papá no vuelve, jamás podrá quererme de la forma que lo hizo con Galen.

—No seas estúpido. No puedes exigirle a un hombre muerto que haga lo que ni siquiera pudo hacer estando vivo— intervino Sócrates.

Aarón pareció meditar sus palabras en silencio con profundo desánimo.

—Sócrates dice cosas malas ¡bu, bu!— dijo Platón.

—Cállate, imbécil— fue la respuesta mordaz del otro cerdo.

—Está bien, Platón. Sócrates tiene razón. Debo dejar de aferrarme a las cosas del pasado. Aún si eso incluye a papá— expresó el muchacho en un tono resignado—. Pero bueno ¿Qué le vamos a hacer? Bu, bu.

— Tú también cállate, retrasado— dijo Sócrates de mala gana.

Ante sus palabras Aaron empezó a reír.

—¡Ay, chicos! ¡Qué haría sin ustedes! — exclamó sobrepuesto con renovada alegría.

Y continuó disfrutando tranquilo de su cena, como si estuviera en algún buen restaurante, acompañado de amigos de su edad. Y no como cualquier otra persona podría apreciarlo en realidad. Hablándole a la nada, bajo una parpadeante y cada vez más débil luz dentro de una bodega sucia, frente a la silla donde se hallaba atado el cadáver inerte y aún sangrante del hombre que mató antes.

 

Notas finales:

Pues si llegaron hasta acá les agradezco un montón.

La gente que ha estado desde siempre me impresiona y les mando un abrazote gigante¡

Les comento que:  

La fecha prevista de actualización es 18 de Junio 2022. Es sábado y con eso empezamos la cuenta regresiva para el esperado final de esta historia.

Cuidense mucho¡


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