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EL MAL CAMINO por Galev

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Notas del capitulo:

Holaa a todxs !

 

Espero se encuentren super bien !

Volví para traerles este chap que espero disfruten como yo disfruté al escribirlo. 

 

Terminamos con Aarón y volvemos al noviazgo de Galen y Rommel :3 

 

Les dejo de nuevo mi cuenta de twitter  @GALEV_

https://twitter.com/GALEV_

 

Donde subo pendejaditas como dibujitos de los personajes, actualizaciones de la historia, planeo subir comicsillos y no sé todo lo que se me vaya ocurriendo.

 

 

 

Capítulo XL: Desequilibrio

 

Sin importar hacia donde mirase la oscuridad lo cubría todo, como un lienzo donde se ha dado una pincelada negra sobre otra sin cansancio.

No podía apreciar nada.

De pronto un sonido fuerte y afilado cercenó el silencio. Era el alarido desgarrador de un gato herido de muerte.

Vio al animal materializarse a lo lejos, entre las tinieblas. Y poco a poco la imagen de él fue acercándose, hasta quedar a pocos centímetros de sus pies. Ahora podía mirarlo con toda nitidez. Observó su cuerpo despatarrado en el suelo. Tenía un pelaje suave y de un blanco tan puro que parecía emitir luz propia. Pero su cabeza estaba partida por la mitad, exponiendo aquella esponja rosácea que era su cerebro. La sangre color fosforescente aun manaba de él a pulsos. Era como si su corazón aun no comprendiera que estaba muerto.

—¡¿Por qué lo hiciste?!—gritó pese a sentir un nudo en la garganta.

Frente a él estaba su hermano Aarón. Podía mirarlo aun teniendo sus manos cubriéndole los ojos. En su mano traía un martillo, el cual estaba empapado de la misma sangre fosforescente.

—No he sido yo. Ha sido mi amigo Platón—respondió Aarón con una sonrisa enfermiza en sus labios. 

Asustado él giró su cuerpo para huir de él y justo ahí estaba su padre. Sin pensarlo se abalanzó a sus brazos.

—Papá… ¡Aarón hizo algo muy malo! —dijo entre lágrimas.

El hecho de que su padre estuviera ahí lo hizo sentir seguro. Sin embargo, esa sensación no duró mucho. Aarón lo jaló del brazo, separándolo de él. Entonces miró a su padre retroceder sin hacer ningún movimiento, tal como si estuviera montado sobre una banda trasportadora. Y su figura, cada vez más distante, sólo parecía la de un maniquí rígido portando un traje, hasta que desapareció engullida por la oscuridad.

Luego de esto, frente a él apareció un espejo en el cual Galen se vio reflejado a sí mismo. No tardó nada en darse cuenta que estaba desnudo y que algo estaba mal. Aquel no era su cuerpo. De su pecho nacían un par de senos de mujer y entre sus piernas, donde debería estar su miembro, no había más que una hendidura.

Volteó su rostro abajo para comprobarlo y avergonzado de inmediato cubrió sus senos expuestos con un brazo y su pubis con la otra mano.

—¿Qué pasa, Galen? —preguntó Aarón a su lado. Todo su cuerpo era color fosforescente, como la sangre del gato.

—¡No me mires! —gritó él con lágrimas de vergüenza picándole detrás de los ojos.

Su hermano soltó una grotesca carcajada. Sus ojos y su sonrisa contrastaron en medio de su rostro con un brillo furioso.

—Mírate—dijo con maldad—. Eres una zorra muy sucia.

Galen quiso alejarse de él, más Aarón de inmediato lo sujetó por los hombros y con mucha fuerza lo empujó de tal manera que lo hizo caer al piso. Y ahí, aprovechando que estaba vulnerable, se le echó encima para inmovilizarlo.

Con el corazón latiéndole frenético Galen trató de golpearlo, pero fue inútil. Su hermano lo sujetó de las muñecas apresándolas a ambos lados de su cabeza y colocó uno de sus muslos entre los suyos para abrirle las piernas.

Cada vez que lo tocaba la mancha viscosa y fosforescente se le adhería a su piel desnuda.

En ese momento sintió un verdadero terror. Sus muslos estaban completamente abiertos exponiendo su sexo. Sabía lo que iba a pasar. Estaba a punto de estallar en llanto cuando una voz comenzó a repetir su nombre.

«¿Galen?... ¿Galen?»

Fue entonces que de una sacudida abrió sus ojos.

 

 

*

 

 

La oscuridad fue reemplazada por claridad y la imagen grotesca de Aarón por la de una habitación donde a su lado se encontraba Rommel mirándole con un dejo de curiosidad mezclada con preocupación.

Todo había sido parte de una horrible pesadilla. Galen se sujetó la cabeza como si le doliera y se incorporó en la cama.

—¿Cuánto tiempo dormí? —preguntó aun atolondrado.

—Como media hora—respondió Rommel— ¿Estás bien? ¿Tuviste un mal sueño? 

Antes de contestarle Galen miró a su alrededor, quizá tratando de convencerse a sí mismo de que lo de antes no era más que un sueño y las cuatro paredes de la recamara eran reales.

—Sí, pero no sé de qué iba—mintió avergonzado y apretó los muslos sin pensarlo.

Poco a poco la realidad fue cayendo sobre él como la arena de un reloj antiguo y tomó consciencia de lo que había estado haciendo antes de quedarse dormido. Fue a visitar a Rommel a casa del Doctor Adam, pero debido a que antes de ir con él se había agitado y expuesto un tiempo considerable en el sol por jugar un partido de fútbol con Memo y los otros chicos de su salón, terminó sintiéndose mal a causa del calor y Rommel le sugirió acostarse un momento con la refrigeración al máximo.

—¿Aún te sientes mal? —preguntó Rommel— Hace rato te compré una nieve de raspa. Está en el conge ¿La quieres?

Él asintió con la cabeza y el muchacho rápido fue a por ella. Su conducta complaciente no le generó sorpresa. Llevaban cerca de un mes saliendo y el chico se había tornado de alguna forma mucho más dulce a su lado. Siempre parecía estar pendiente de sus necesidades y de cualquier cosa que pudiera molestarlo. Al principio a Galen esto le había agradado, pero después se sintió extraño. Le daba la impresión de que quería sobreprotegerlo como a una pequeña y frágil princesa y la idea lo incomodaba. Sin embargo, no era algo que pensaba hablar con Rommel. Más que nada ya que estaba casi seguro que el otro lo hacía sin darse cuenta.

Cuando Rommel volvió traía con él un par de raspados de limón con chile en polvo. Le dio uno a Galen y se sentó al borde de la cama para comer el suyo a su lado.

Disfrutaron de la nieve en silencio. Galen se sintió más relajado a medida que el hielo se derretía en su lengua y lo refrescaba, dejándole ese sabor dulce ácido y picante que le gustaba. Sólo entonces tuvo ánimo para hablar.

—¿Cómo te fue en tu examen? —le preguntó a Rommel.

Se refería al examen que sabía el chico había realizado ese día en la mañana. Según lo que él le dijo, si lograba aprobar podría pasar directamente a la escuela secundaria, sin necesidad de cursar los años de primaria que tenía pendientes. Más tal vez no fue el mejor tema de conversación que pudo escoger, ya que el rostro del otro se ensombreció con desaliento.

—Pues yo digo que mal, güey—respondió.

—¿Por qué lo dices?

—Pos es que uno sabe, güey. No me supe muchas respuestas y las puse así a lo loco, así que no creo pasar.

Tras oír esto Galen guardó silencio y desvió la mirada a su vaso con nieve, pensando cómo poder animarlo.

—Bueno, quizá no puedas entrar todavía a secundaria, pero lo importante es que podrás volver a estudiar.

—Pues sí, Galen, pero yo quería ya estar en secundaria—Rommel apretó la mano que sostenía su cuchara con fuerza—. Yo quería quedar en secundaria y hacerla rápido. Y poder pasar a la prepa… Contigo

Al escucharlo Galen lo contempló con una sonrisa un tanto triste y dijo:

—Pero Rommel, aunque eso suena genial iba a ser muy complicado de hacer. Piénsalo, en unos meses voy a pasar a segundo de prepa. Entonces, aunque quedaras en secundaria, tendrías que pasar esos tres años y otros dos años de prepa, todo en un año, para poder alcanzarme en mi tercer año de prepa.

—Sí, eso ya lo sé, Galen. Pero neta que iba a esforzarme. No es justo que Memo sí pueda estar en el salón contigo y yo no—Rommel apretó con aun más fuerza la cucharilla de plástico al grado de hacerla crujir.

—Oh, vamos. No tienes por qué ponerte celoso ¿Acaso no vengo todos los días a verte después de la escuela?

—Sí, güey, pero esa no es la única razón por la que quiero alcanzarte… Yo… Yo quiero estar a tu altura. No quiero que sientas que andas con un vato todo tonto—admitió Rommel bajando un poco la cabeza con un ligero sonrojo en su rostro.

Asombrado Galen abrió un poco la boca, aunque logró recomponerse con rapidez.

—Oye, yo nunca pensaría que eres un vato todo tonto—le dijo acercándose aún más a él, para con una mano alzar de manera sutil su rostro agachado y hacerle mirarlo a los ojos—. Rommel, créeme que si hay algo que pienso de ti es que en verdad te admiro mucho. Eres una persona que siempre quiere seguir adelante… Siempre quieres superarte… A diferencia de mi—le dedicó una media sonrisa amarga—. Yo no he superado nada de lo malo que me ha sucedido alguna vez. Siempre tengo miedo de que la gente que está conmigo me abandone.

Rommel negó con la cabeza lentamente y tomó la mano con la que Galen había alzado su rostro para besarla con cuidado.

—Yo nunca te voy a abandonar.

—¿De verdad, Rommel? ¿Me lo prometes? —en sus ojos fue evidente la añoranza.

Ante esto, sin pensarlo, el otro chico sujetó su mano entre ambas suyas y la condujo a la altura de su corazón. Lo miró directo a los ojos y con un tono muy serio, demasiado extraño en él, le dijo:

—Te lo prometo, Galen.

Escuchar esas palabras hicieron que su corazón se sintiera envuelto por una extraordinaria calidez. Aunque al mismo tiempo provocaron que su rostro se abochornara avergonzado por el tono tan severo en que fueron proferidas.

—¿E… eso qué Rommel? ¿Qué fue esa voz tan dramática? —Galen dejo escapar una risa nerviosa.

—¿Qué tiene, güey? Yo sólo quería decirte algo bien y te burlas, pinche vato.

—Bueno, perdón. No lo vuelvo a hacer “te lo prometo” —le arremedó al decir esto último.

—Ay, ya vete a la chingada, toma tu pinche mano—Rommel aventó su mano despectivamente y torció su boca lanzándole una mirada atufada.

—Perdóname—fue Galen esta vez quien tomó su mano entre las suyas—. Sólo quería hacerme el gracioso. Pero yo también te prometo que jamás te dejaré.

—¿Neta, güey? —preguntó Rommel. En su rostro no había ya ninguna señal de molestia, sino genuina curiosidad.

—De verdad. Te lo prometo. Nunca lo haré.

Al decir esto Galen llevó la mano de Rommel hacia sí para depositar en ella un pequeño beso. Y entonces adelantó su cuerpo para envolverlo en un afectuoso abrazo, que Rommel correspondió dándole a su vez un beso en los labios.

 

 

*

 

 

Después de eso ambos se dejaron arrastrar por una corriente cálida de besos que poco a poco fue tornándose más apasionada. Y como algo natural, Rommel echó su cuerpo contra el de Galen, haciéndole apoyar su espalda contra el colchón, hasta que ambos quedaron tendidos sobre la cama.

El doctor Adam no estaba en casa, así que podrían tener ese momento para ellos solos como otras veces antes. 

Sin tiempo que perder, Rommel se incorporó un poco para sacarse la playera que llevaba puesta y comenzó a subir la de Galen, abriéndose paso para besar su pecho níveo y lampiño. Él soltó un gemido y echó su cabeza hacia atrás cuando su pareja llegó a uno de sus pezones y empezó a juguetear con él usando su lengua. Y mientras lo hacía, Galen le acariciaba su espalda. Había descubierto que eso excitaba mucho al otro chico y lo hacía gemir rápido, algo que a él le gustaba.

Aun con la respiración agitada Rommel comenzó a desabrocharse los pantalones y Galen lo ayudó a librarse de ellos. Terminaron tirados a un lado de la cama, junto a los suyos luego de que Rommel también lo ayudara a sacárselos.

Y una vez en bóxer frente a Galen, quien se encontraba sentado al borde de la cama, se posicionó entre sus muslos para volver a besarlo y echar su peso contra su cuerpo. Al hacerlo el rubio pudo sentir el miembro rígido y caliente de su compañero a través de la tela de su calzoncillo rozarle la parte interna del muslo. Y poco después, sin interrumpir sus besos, Rommel le sacó el bóxer con cierta desesperación derivada de su propio deseo. Luego de hacerlo comenzó a acariciarle un glúteo con la yema de sus dedos. Pese a su excitación lo hizo de manera delicada, seductora. Poco a poco aproximándose al centro.

Aquellos roces provocaron que la respiración de Galen se tornara en gemidos al tiempo que su espalda se arqueaba y sus piernas abrazaban a Rommel con fuerza.

Pero fue en ese momento que a su mente regresó la pútrida imagen de su pesadilla, donde Aarón entre sus muslos estaba a punto de violarle.

«Eres una zorra muy sucia», recordó las palabras que le dijo entonces.

Abrió los ojos. Rommel continuaba besándolo con sus párpados abajo. Se le veía muy ensimismado en lo que hacía.

De pronto pensó que parecía un hombre a punto de tomar a una mujer. Y él era esa mujer. Esa idea lo hizo sentir avergonzado. Él no era una mujer ¿Acaso Rommel lo miraba de esa forma?

Los suaves y al mismo tiempo apasionados labios de Rommel no tardaron mucho en volver a sumergirlo en ese estatus de excitación en el que estaba antes. Pero por alguna razón la pesadilla reincidía de repente a chispazos para amargar su momento de placer y hacerlo sentir sucio.

De un instante a otro Rommel separó un poco sus bocas y la brisa de su respiración acompasada le brindó un roce aterciopelado.

—Galen—susurró casi sin aliento—. Hay algo que quiero intentar ¿Crees que pudieras voltearte?

Aquellas palabras lo hicieron ponerse tenso.

—No. Todavía no estoy listo para eso—dijo negando con la cabeza, apresurado.

—Yo sé—murmuró Rommel con suavidad y acarició uno de sus pómulos—. Pero no te estoy pidiendo eso. Quiero hacerlo por afuerita, así con tus muslos… Bueno, sólo si tú quieres…

Se miraron por un momento. Podía apreciar los ojos de Rommel pidiendo permiso. Parecía que era algo que en verdad quería hacer, pero estaba dispuesto a aceptar sin chistar que él se negara. Galen por su parte repasó en su mente lo que Rommel acababa de decirle. Dijo que no iba a penetrarlo. Sólo quería hacerlo con sus muslos. Eso era únicamente un paso más allá de lo que habían hecho hasta ahora. No era algo de verdad tan serio, pensó. Además, si lo hacía estaba seguro de que Rommel se sentiría satisfecho.

Con ese último pensamiento en su cabeza consintió la acción, recibiendo un beso profundo por parte de su novio como agradecimiento. Y giró su cuerpo para quedar boca abajo, con su pecho sobre la cama y las rodillas apoyadas en el piso.

—Ay, no mames—escuchó que Rommel dijo con la respiración entrecortada.

—¿Qué pasa? —preguntó sin poder mirarlo debido al ángulo.

—Es sólo que esto se ve mucho más sexy de lo que pensé que se vería—admitió.

De inmediato Galen se ruborizó hasta las orejas.

—¡No me mires tanto!

—Perdón.

Escuchó entonces a Rommel sacar el frasco de vaselina del buró. Ese que solían utilizar cuando se estimulaban. Lo abrió para extender el ungüento sobre su miembro erecto y cuando estuvo lubricado le pidió a Galen cerrar bien sus piernas. Se colocó tras él y poco a poco fue deslizándolo a través de sus muslos apretados.

Galen lo sintió entrar y salir justo debajo de su pubis. Y pronto Rommel también tomó su miembro con su mano derecha, aquella con la vaselina y comenzó a masajearlo con diligencia. El placer que las caricias le provocaron lo llevaron a hundir su cara en las sábanas para acallar sus gemidos. La situación le parecía de alguna forma muy excitante. Podía sentir el pene de Rommel deslizarse entre sus muslos en un vaivén acalorado. Escuchaba el sonido como un aplauso del golpear de sus testículos sobre su piel. Así como también podía escucharlo dejar escapar unos gemidos muy agudos. Jamás pensó que Rommel era capaz de producir esos sonidos tan decadentes. Se notaba que quería poseerlo. Se notaba que estaba completamente desesperado por hacerlo suyo. Y Galen pensó que él quería dejarse poseer. Que le habría gustado que Rommel entrara en él y lo marcara como su propiedad. La sola idea lo hacía temblar de placer.

«Eres una zorra muy sucia», de nuevo la frase del sueño volvió a su cerebro.

«Cállate», trató de alejar ese pensamiento de su mente.

Quiso concentrarse de nuevo en lo que estaba sintiendo. En la mano de su amante acariciando su miembro y en los deliciosos gemidos que escuchaba de él.

«Soy su mujer», pensó.

La idea lo disgustó casi tanto como lo excitó.

No lo entendía.

De nuevo pensó en Rommel entrando en él y sintió mucho placer.

«Hazme tuyo, Rommel»

Hundió su rostro aun más entre las sábanas. Y sintió el aliento caliente del chico acariciarle la nuca mientras lo inundaba de besos. Sus caderas empezaron a chocar contra él con más fuerza que antes. Era algo tan primitivo. Sus jadeos se mezclaban con su respiración. Galen sintió que todo el espiral de excitación y placer comenzaba a subir como una montaña rusa. Y de pronto, con su corazón martillando furioso contra el colchón, la montaña rusa alcanzó su punto cúspide y estalló.

Sus gemidos húmedos y agudos apenas fueron amortiguados por la cama y su miembro vació a pulsos todo su esperma en la mano de Rommel, quien a su vez terminó corriéndose entre sus muslos con un gimoteo desaforado mientras se asía de su cuerpo con fuerza.

Después de eso ambos chicos desfallecidos quedaron tendidos en la cama recuperando el aliento.

Y fue a medida que el estupor del deseo se desvanecía de su mente que Galen se volvió consciente de lo que había pasado en verdad por su cabeza durante su encuentro sexual.

«¿En verdad quiero ser su mujer? —pensó sintiendo un fuerte desagrado en la base de su estómago— ¿En verdad este soy yo o me estoy volviendo loco?»

«Eres una zorra muy sucia», de nuevo la voz del Aarón de su sueño vino para molestarlo.

Sintió el semen de Rommel entre sus muslos y lo asqueó. Era como la mancha fosforescente con la que su hermano lo ensuciaba. Lo hizo sentir enfermo.

Tenía que ir rápido a quitarse eso.

 

 

*

 

 

Se lavó apresurado en el baño sin esperar a Rommel. El agua y el jabón lo limpiaron, pero la sensación de culpabilidad prevaleció. Se sentía como si hubiera hecho la peor de las ofensas, el peor de los pecados. Como si de alguna forma hubiera traicionado su masculinidad.

¿Qué diría su madre si se enteraba que salía con Rommel? ¿Qué diría si supiera que momentos antes le habría gustado ser tomado por él cual mujer?

Sentado al borde de la cama imaginó su cara de asco. Esa que ponía cuando alguien mencionaba algo sobre homosexuales.

¿Qué posibilidad existía de que lo aceptara si además de homosexual resultaba ser un afeminado?

—Galen, ¿Estás bien? —la voz de Rommel a su lado lo sacó de sus pensamientos.

Se había quedado muy serio mirando a la nada y seguro el chico pensó que volvió a sentirse mal como en la tarde.

—Sí, estoy bien— respondió con un tono cortante.

Sabía que Rommel no tenía la culpa de lo que sentía en ese momento, pero no podía evitar dirigir su enojo hacia él. Había sido él, después de todo, el origen de estos pensamientos, de su desequilibrio.

—Ya debo irme a casa—le informó y sin más comenzó a vestirse.

—Ah… P-pensé que te quedarías más tiempo, güey. Renté una película—dijo Rommel extrañado.

—Ese era el plan, pero recordé que tengo que hacer un trabajo.

—Bueno… Pues ni modo, supongo. Pero ¿A qué hora puedo verte mañana por tu cumpleaños? ¿Crees que pueda ir por ti a la escuela? —preguntó Rommel recogiendo a su vez su propia ropa.

Era verdad. El día siguiente sería nueve de junio, su cumpleaños. No lo había recordado hasta que el otro hizo mención. Habían quedado de pasar ese día juntos, aunque en realidad cumplir años no lo animaba demasiado.

—Sí, puedes ir saliendo.

—Bien. Deja entonces te acompaño a la parada del camión.

—No es necesario. No soy una chica —el enojo de Galen se hizo muy evidente.

—Yo sé. No quiero acompañarte porque seas una chica… Sino porque quiero estar más tiempo contigo—debió aclarar Rommel con el afán de calmarlo.

Tan pronto ambos se vistieron, salieron de la casa y a unas pocas cuadras esperaron en silencio, bajo el techumbre de lámina de la parada de autobús, a que el camión que llevaría a Galen a su casa en el centro apareciera.

—Oye, güey, quería decirte algo—Rommel fue el primero en hablar después de un trayecto y espera en silencio—. Es algo que siento…

Como respuesta el otro sólo le dirigió una mirada que le animó a continuar.

Rommel tomó una bocanada de aire, la retuvo por un momento y luego la soltó lento. Como si estuviera luchando contra sí mismo para poder decir lo que quería. En realidad, lucía bastante nervioso.

—Lo que quiero decirte es que yo… Yo… Ay, ¿Por qué es tan difícil?…

—Sólo dilo—le pidió Galen con poca paciencia.

—Galen—Rommel hizo una pausa para comprobar que en verdad se encontraban solos y entonces dijo—: … Galen, yo te—apretó los ojos—… Yo te quiero… Te quiero mucho…

Los ojos azules se ensancharon asombrados. No esperaba escuchar esas palabras. No así. No ahí. No en ese momento. Definitivamente no en ese momento que se sentía tan fuera de sí mismo.

No pudo decir nada.

Sabía que Rommel esperaba que él también dijera que lo quería, pero no pudo. No cuando su mente era esa maraña de emociones extrañas y confusas.

Rommel dijo que lo quería. No obstante, en ese momento el único sentimiento que Galen podía sentir por el era un fuerte resentimiento. Porque había sido Rommel quien había hecho realidad su pesadilla. Él había roto su mente y lo había vuelto mujer.

Desde luego, Rommel no era capaz de leer su mente, pero pudo descifrar el silencio tras sus palabras y la desilusión opacó pronto su rostro.

—Rommel…—Galen quiso excusarse de alguna forma al percatarse de lo que había pasado, más el chico lo interrumpió. 

—Está bien. Está bien, Galen. No te lo dije con la intención de que me dijeras ya que tú también si no es algo que sientes. No quiero forzar nada. Sólo quería decírtelo porque es como me siento—Rommel le dedicó una sonrisa que intentaba disimular una profunda tristeza.

Él asintió.

—Bueno… M-mira, ya llego t-tu camión—con una voz temblorosa señaló a la esquina, donde un autobús verde con blanco se aproximaba.

Entonces, sin poder decir otra cosa a temor de que su voz se quebrara aun más, le dio la espalda para marcharse apresurado de vuelta por donde habían venido.

Mientras se alejaba Galen sólo atinó a cubrirse la boca con una mano, como tratando de evitar que todo aquello que lo carcomía por dentro saliera de golpe, sin ningún control, haciéndolo estallar. Sabía que de camino a casa tendría que cargar para sí mismo la voz temblorosa de Rommel, sus ojos vidriosos, llenos de lágrimas y esa sonrisa apagada que pretendía ocultar su corazón roto.

Notas finales:

Y pues bueno, espero hayan disfrutado este capítulo C: 

 

Estaré subiendo el siguiente capítulo con una fecha aproximada el sábado 16 de Julio :)

 

Si les gusto el capítulo plis un review. Son mi alimento (además de los taquitos jaja).

Un abrazo bien fuerte!

~Galev 


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