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EL MAL CAMINO por Galev

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Notas del capitulo:

¡¡Holaaa!! que tal, aqui yo de nuevo :D gracias a Dios que hoy es viernes y que por fin puedo darme un respiro de la uni.

Me gustaria de nuevo comentar que la historia se ubica en un estado fronterizo de méxico en el año 2000

Espero que les guste este capítulo :3

Capítulo VI: Te debo una

 

Galen tenía mucho miedo, los calambres en sus extremidades era casi insoportables, podía sentir sus arterias palpitantes alrededor de las apretadas ataduras, cortándole la circulación en pies y manos que tenía ya entumecidos. Su cuerpo se había convertido en un costal de dolor, especialmente al pasar de las horas, en que los golpes se enfriaron, sin contar que todavía le molestaban un poco los ojos y nariz, pero la peor parte se la había llevado su garganta, la cual le seguía ardiendo como si le estuvieran restregando chile habanero y estaba tan cerrada, como su posibilidad de liberarse.

Desanimado pensó en que hubiera sido mejor jamás haber recogido esa jodida cartera, o haberse comprado los tenis que quería, pero no… Él quería ser intrépido, tener iniciativa, demostrarse a sí mismo y a los demás que podía servir para algo útil.

 

La puerta de la habitación se abrió sin previo aviso, dejando pasar al Lobo que tenía la cara tan descompuesta como si tuviera ganas de vomitar y al verlo tomó una honda bocanada de aire, que luego soltó como un fuerte suspiro, acercándosele.

 

Galen lo observó algo temeroso, ya no sabía ni qué esperar. Cuando estuvo frente a él, El Lobo, lo atisbó a los ojos, con una mirada tan profunda y dominadora que por un momento creyó saber por qué le decían así. Entonces este, sin despegar la vista un solo segundo de sus ojos dijo firmemente:

 

-Debo de estar loco –Soltó- Pero te sacaré de aquí…

 

El receptor de ese mensaje, tardo un poco en dar crédito a lo que escuchó pero cuando lo hizo, se le iluminó todo su magullado rostro, que en ese momento no era ni la sombra de lo apuesto que solía ser.

-G-Gra-cias, g-gracias –Exclamaba débilmente una y otra vez, emocionado.

 

-Cállate-Lo interrumpió bruscamente el otro –Escúchame, tienes que hacer sólo lo que yo te diga.  Voy a soltarte de esta silla, pero seguirás con las manos atadas –Dijo, al tiempo que le desamarraba los tobillos –Te voy a hacer un nudo más flojo, nada más para hacer la finta con los que están allá afuera…

 

Por un instante Galen sintió un hormigueo intenso en sus pies, al regresarle poco a poco la sangre a estos, no pasó mucho tiempo para que sintiera lo mismo, pero ahora en sus manos.

Libre al fin de los amarres, decidió ponerse de pie, pero sus piernas acalambradas casi lo hacen caer al piso.

 

-Mueve las piernas –Le dijo El Lobo, comprendiendo la situación, Galen solamente se limitó a hacer lo que el otro le había dicho.

 

Entonces El Lobo, sosteniendo una de las vendas con las que estaba atado Galen, tomó a este de sus muñecas heridas por la fricción constante con la soga, y las ató detrás su espalda con un nudo laxo, tal como había dicho.

 

-Ya, vamos, camina –Le ordenó al abrir la puerta, empujándolo fuera del cuarto.

 

Galen se sentía tan nervioso en esos momentos, avanzando pese al intenso dolor de su cuerpo. La puerta les abrió paso a una estancia grande, llena de escombro, latas de cerveza y uno que otro cadáver de cucaracha. Las paredes no eran muy diferentes a las que había en el cuarto donde estaba, a excepción que de estas brotaba ligeramente un olor a orines de rata. Al fondo vio que había gente, cuatro para ser exactos, a dos de ellos los reconoció como los hijos de puta que lo habían golpeado casi hasta matarlo varias horas antes.

 

-Eh, ya vieron, El Lobo va a pasear al perro-Exclamó el tipo con cara de imbécil al notarlo, haciendo reír a los demás. Galen sintió una mezcla de rabia y humillación, ganas no le faltaban de romperle la cara.

 

-Pss que perro tan culero, ha de ser de la misma raza que el Vinchuca–Se burló otro sujeto, grande y moreno de cara cuadrada con rebordes orbitarios pronunciados, al que deseó romperle la boca con un bate de beisbol.

 

-¿A dónde lo llevas?- le preguntó un tipo pálido y ñango al Lobo.

 

-Va a hacer al patio –Contestó este y sin más explicaciones atravesó la estancia con naturalidad llevándolo a empujones, mientras los demás continuaban con su alboroto.

 

Intentó no prestar atención a los desperdicios que había en el suelo a cada lado del pasillo, a las manchas de humedad en las paredes o al intenso olor a ruina que se respiraba, tratando de concentrarse en la inmensa felicidad que sentía por saber que El Lobo lo estaba ayudando a escapar.

Este, al llegar al final del pasillo, empujó con el pie una puerta de metal herrumbrada que conducía hacia el patio, que en realidad era una extensión de tierra, cubierta por forraje seco, más escombros, botellas de vidrio y mucha, mucha basura, sí, la visión era mala, pero el olor era peor, olía demasiado a orina, sospechaba que todo el patio era el urinal de la pandilla.

 

El Lobo dejó de sujetarlo, y entonces le dijo: -Entra ahí-  apuntándole con la cabeza hacia enfrente, donde desde el piso, se extendía una pared casi deshecha de adobe, que daba la impresión de que antes solía estar anclada desde ambos muros laterales de la casa, formando un cuarto, pero que ahora, únicamente quedaba la mitad de lo que había sido, convirtiéndose en un cajón deplorable, que aparentemente fungía como letrina.

 

Galen entró observando que esta mitad de habitación, carecía de techo, apestaba a excremento y recargada sobre el muro había una pila de arena y cascajo algo alta.

 

El Lobo entonces le estiró la venda violentamente hacia abajo, sacándosela. Galen sintió un dolor fuerte en las muñecas, pero no le importó, sólo comenzó a mover sus brazos para deshacerse del entumecimiento.

 

-Bien… ¿Y ahora qué? –Preguntó Galen forzando la voz.

 

-…Tendrás que brincarte la pared –Le contestó el otro chico con una voz ligeramente sofocada.

 

Galen comprendió que El Lobo también tenía mucho miedo, seguramente se estaba arriesgando muchísimo al ayudarlo.  

 

-… Ten –Habló El Lobo nuevamente, recogiendo una botella oscura de vidrio del suelo –Dame un golpe en la nuca y esfúmate.

 

Sin saber que más hacer, tomó la botella con la mano derecha. El corazón le palpitaba fuerte y rápido en su pecho, bombeando en cada latido una alta dosis de adrenalina, sus enormes pupilas dilatadas, apenas si dejaban ver el bello color azul de sus irises.

En ese momento, El Lobo le dio la espalda, preparándose para el golpe. Galen hubiera deseado poder saber una mejor manera de escapar, pero su hiperactiva mente no podía pensar en nada.

 

-… L-lo siento…  Te juro q-que algún día te pagaré… Te lo juro- Dijo alterado al tiempo que con algo de compunción lo golpeó como le había dicho, rompiéndole la botella en la cabeza y haciendo que de inmediato el otro cayera desmayado de frente contra el pasto seco.

 

Por un momento, Galen se quedó ahí, paralizado, tras el cuerpo inconsciente del Lobo y asustado aventó la botella contra el piso.

 

De pronto, lleno de horror, escuchó la puerta del patio abrirse y oyó unos pasos adentrándose por la hierba seca.

-¡Lobo! ¡¿Ahí andas?!-Escuchó la voz de uno de los tipos de hacía rato.

 

Galen volteó a ver a su alrededor, El Lobo seguía tirado en el piso, como si estuviera muerto. El miedo se acrecentaba a medida que lo hacían los pasos. Pensaba en lo terrible que sería ser descubierto… Pero en ese instante, su vista se fijó en un tubo recto de plomo que estaba medio enterrado en la arena. Rápidamente se volteó para tomarlo, pero al jalarlo se percató de que estaba enganchado con algo. Desesperadamente intentaba sacarlo, sin éxito, comprendió que seguramente estaba unido al desagüe, apresurado intentó buscar algo más, pero fue demasiado tarde.

 

-¡¡Mataste al Lobo!! –Le gritó el pandillero descubriéndolo al entrar a la letrina, contemplando el cuerpo tirado del susodicho y a Galen, quien estaba de espaldas a él, medio encorvado frente al montículo de arena, asustado como una rata. Comenzó a acercarse lentamente hacia Galen y amenazándolo son su navaja dijo -Acabas de firmar tu sentencia, ¡¡hijo de la ching….!!–Pero antes de que terminara su frase, Galen tomó un puño de arena la cual le arrojó a la cara, que se le metió a la boca y peor aún, a los ojos.

 

Este tipo, desesperado, comenzó a lanzar navajazos al aire, pero Galen ahora le arrojó una piedra de escombro que lo golpeó fuertemente en la nariz, la cual empezó a sangrar de inmediato, entonces le arrojó otra, que le atinó en un costado del mentón y aprovechando su distracción, lo golpeó con el puño fuertemente en el abdomen. Casi por instinto al notar que el otro se doblaba por el dolor, le propinó un fuerte golpe en el ángulo de la mandíbula, haciendo que este se desplomara sobre el piso arenoso, noqueado.

 

Galen se alegró, pero lo preocupó más el pensar que los otros podrían llegar, por lo que rápidamente se trepó como pudo al montículo de arena, y dándole un último vistazo al Lobo como deseándole buena suerte se sujetó del límite superior de la barda de enfrente, e impulsándose con cierta agilidad, terminó por brincarse. Cayó mal sentado del otro lado, en un terreno baldío.

 

No sabía si era por la adrenalina o porque sus nervios ya estaban acostumbrados al dolor, pero la caída no le dolió. Incorporándose, salió corriendo despavorido, a ninguna dirección en particular, por la angustiosa sensación de estar siendo perseguido, tal vez no era cierto, pero quería alejarse de ahí lo más rápido posible.

Llegó a una calle desierta, donde desesperadamente buscó alguna pista que le hiciera reconocer en donde estaba, no obstante, no recordaba esos rumbos, y menos en la oscuridad, sin arbotantes y sin ninguna otra alma que caminara por las calle más que él. Siguió corriendo desesperado, pese a estar perdido.

 

Después de avanzar tres cuadras, alzó la vista, descubriendo un iluminado anuncio espectacular de la Coca-Cola que exhibía el eslogan “Vívela” en fondo rojo. No hacía muchos días había visto como un hombre, subido en un andamio ponía el espectacular, el cual ahora le hizo sentir sumamente feliz pues lo había orientado.

 

Y confiado se puso en marcha por la dirección correcta. La mayor parte de las calles estaban desoladas, aunque había algunas donde había prostitutas, esas calles intentaba evitarlas. Galen sabía que ya era tarde, seguramente las doce. A veces hacía el ademán con la muñeca para ver su reloj, olvidando que los vándalos se lo robaron, junto con su chamarra, dinero y una cadenita de plata que siempre cargaba con él.

 

Caminado por la acera de la Av. Juárez, sabía que ya no andaba muy lejos de su casa, si mucho le faltaban unas quince cuadras. Fue entonces que una patrulla que transitaba a baja velocidad por la avenida, se detuvo a su lado, pitándole con el claxon.

 

-Ey niño –Le habló uno de los dos policías a bordo del vehículo -¿Te encuentras bien?

Galen quien en ese momento sintió que podía volver a respirar, simplemente negó con la cabeza diciendo con una voz ronca y casi inaudible: -M-Me acaban de asaltar.

-¿Quieres que te llevemos a tu casa? –Le preguntó el otro policía, quien conducía.

-…S…Si por favor-Respondió el muchacho sintiéndose muy vulnerable.

 

El oficial que le había hablado primero, le abrió el seguro de la puerta trasera manualmente, dejando entrar a Galen.

Adentro del coche, se sentía tibio, olía mucho a café mezclado con almorol, y el intercomunicador policial se encendía de vez en cuando informando a las patrullas cosas en clave que no entendía. Cuando el auto se puso en marcha, fue cuando comenzó por fin a sentirse seguro, les dijo la dirección de su casa a los oficiales, y el resto del viaje fue bastante tranquilo. Habían encendido la radio, que transmitía la canción “Sex Bomb” de Tom Jones, cuestionándolo sobre sus agresores, y aconsejándole que debiera ir al día siguiente a la delegación a reportar el asalto. Galen respondió solamente que no los vio bien y que sí iría, cosa que no era cierta.

Todo el camino pensó en la reacción de su madre al verlo y en lo que diría. No quería decir que fue un secuestro, pues la estresaría demasiado a ella y a su tita, además, estaba seguro de que su madre lo llevaría a declarar en contra de la pandilla, cosa que sería más que buena, con la excepción de que no deseaba hacerle algún mal al Lobo, la persona gracias a la cual ya no estaba amarrado en ese espantoso sitio.

 

-Es en esta cuadra -Dijo Galen de pronto, divisando la vecindad donde vivía.

 

La patrulla se estacionó en paralelo de esta banqueta, dejando salir al chico que agradeció efusivamente el favor para después volver a ponerse en movimiento, y finalmente desaparecer por una esquina.

Pesadamente, el chico entró a la vecindad,  subiendo por unos escalones sin barandal que lo llevaron al piso de arriba. Ya frente a su puerta, hizo un movimiento para buscar sus llaves dentro de su chamarra y entonces la ausencia de esta le recordó que se la habían robado.

Resignado tocó a la puerta y no pasó ni un segundo para que escuchara una voz desde adentro que decía: -¿Quién?

-Mamá… Soy yo, Galen-Dijo forzando la voz.

Apenas habló la puerta se abrió súbitamente, dejando ver la cara llorosa de su mamá que lo abrazó de golpe, sollozando.

-¿Qué te pasó, hijo? –Repetía una y otra vez, mirando con lágrimas en los ojos su deplorable estado sin poder soltarlo de su abrazo -¿Qué te pasó?

 

El chico jamás la había visto tan preocupada por él en toda su vida, no es que se sintiera bien de hacerlo, pero el abrazo de su mamá le hizo sentir una tranquilidad maravillosa, como el final feliz de una angustiosa película… O eso pensaba…

Notas finales:

Bueno, debo agregar que este no es mi capítulo favorito, pero es necesario porque de alguna manera laza unas cosas con otras.

De cualquier manera espero que les haya gustado!! prometo que el que viene esta mejor :3


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