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Destino Incierto por Aquarius No Kari

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Notas del capitulo: Este es el penúltimo capitulo!

Un ángel llamado Joey

La puerta sonó, Yugi se levantó sobre saltado

-¿Viejo, estás ahí?- Preguntó Joey, volvió a tocar la puerta con preocupación, el tricolor se sentó en la cama, no tenía ganas de verlo, no podía… entonces su amigo al no encontrar respuesta entró en la habitación- ¿Yugi?

-¿Qué quieres?- Preguntó de malas apartando la vista

-Eh… yo… pues… te traje unos emparedados que te hizo Tea, unas revistas de Ryou y un juego de Tristan- Yugi se quedó aún con la vista perdida en la nada, ni siquiera parecía haber escuchado a Joey- No puedes estar por siempre así…

-Puedo intentarlo

-Yugi, por favor…

-¡Largate! –Gritó tapándose los oídos; sin embargo, su amigo le aparto las manos y mientras agarraba sus brazos con fuerza

-No lo haré, vine a verte porque estoy preocupado por ti; además necesito que me des algo

-No tengo nada…- Respondió apartando la mirada

-Quiero el rompecabezas –Dijo Joey sin rodeaos

-¿Qué cosa? –Preguntó el chico tricolor al borde de un ataque

-Tienes que dármelo, Ishizu piensa ocultar los artículos para que esto no se repita…

-¡Jamás lo haré!- Gritó poniéndose de pie y dándole la espalda

-Yugi…- Trató de razonar el rubio

-¡Déjame solo!- Gritó de nuevo

-¡Necesito que me lo des!... ¡No me hagas quitártelo a la fuerza! –Ahora era Joey quien gritaba como loco

-¡NO puedes quitarme lo unció que tengo de él!

-¡Entiende, es por tu bien! –Exclamó Joey dándole la vuelta

-¡Mientes!

-¡Yugi, el que estés así no va a traer a Yami de regreso!... ¿Lo oyes?... ¡NO LO HARÄ!

-¡BASTA! –Gritó respirando con dificultad, se sentó en la cama, agachó la cabeza y dejó sueltas sus manos en medio de sus piernas abiertas. Joey se tapo la boca con las manos… había cometido una equivocación al decirlo y lo peor de todo era que ahora comprobaba el motivo por el que Kaiba lo llamó boqui floja…

-No quise decirlo… no fue esa mi intención…- Joey se sentó a un lado de su amigo pensando que ya lo había hecho llorar; sin embargo, todo lo que escuchó fueron las débiles palabras «No voy a hacerlo» que repetía una y otra vez

¿Así que de nuevo se oponía a llorar? Porque el rubio ya lo sabia, ya tenia una idea de todo lo que había sufrido esos días sin el antiguo faraón… esa noches y tardes donde la angustia y la desesperación se hacían presa de él y en la que en ningún momento, había derramado lágrima alguna

-¿Sabes que no puedes negar que eres humano?... ¿Si lo sabías verdad? Porque el dolor que estas sintiendo ahora solo se terminara cuando llores –Joey se armó de valor y con una mano levantó el rostro del chico tricolor

Para su sorpresa, estaba tan sombrío… y tenía una expresión vacía… era como estar con un cuerpo sin vida que solo respira…

-¡Eres mi mejor amigo y no permitiré que te hundas! –Gritó Joey mientras gruesas lágrimas caían por sus mejillas -¿Lo ves¡ESTOY LLORANDO!... ¡Mírame! –El rubio comenzó a sacudir violentamente a su amigo mientras lo volteaba para que lo viera –Estas lágrimas son por ti Yugi… porque estas muriendo en vida sin que yo pueda o hubiera podido ayudarte… ¡Demonios… reacciona!

¿Qué hacer?... Yugi seguía con la misma expresión vacía… ¿Por qué no lloraba?... eso le haría mucho bien; pero él no quería hacerlo… se negaba rotundamente…

Joey miró nuevamente el rostro de su amigo, se acercó a él y le plantó un beso en los labios… calido… dulce… profundo… algo que lo hiciera sentirse amado, sentirse humado de nuevo y recobrar lo que eran los sentimientos… porque los tenía aunque quisiera negárselos

Yugi sintió ese calor dentro de él… ¿Qué era eso?... ¿Amor acaso?... No, eso era imposible, el sentimiento era agradable; pero no lo amaba… sentía paz y confort… sin embargo no había amor. Trató de luchar para que dejara de besarlo… más su cuerpo no respondía y sus labios se rindieron al calor que emitía el rubio hasta que una lágrima resbaló por su mejilla y no fue la única… brotaron muchas más…

Al sentir el rostro húmedo del chico delante de él, Joey se separó, lo miró a los ojos y este lo abrazó con fuerza mientras sacaba un grito ahogado… ¡Lo había logrado, el rubio consiguió perforar la barrera que su amigo le había puesto por el dolor!

-Te quiero… -Le susurró –Y por tal motivo, no me gustaría verte más en esa tristeza, amigo, reacciona… el llorar sirve para limpiar el corazón…

-¿Por qué me has besado? –Preguntó Yugi un poco confundido mientras seguía llorando en el calor de su pecho

-No sabia que más hacer… lo siento viejo… si te pierdo, yo no sé que haría…

-Creo que eso no pasará –Dijo el tricolor mientras se separaba de su amigo y lo miraba directo a los ojos – Pero amas a Kaiba…

-Ya sabes que si… y no sé que tiene ese idiota de especial para que yo lo ame tanto

-Joey, nosotros no podemos decirle a nuestro corazón a quien si debemos amar y a quien no- Yugi se levantó de la cama, se fue directo a cajón en su escritorio y sacó un pequeño cofre dorado con inscripciones egipcias- Aquí esta, es el rompecabezas del milenio, mi posesión más preciada…

-¿Estas seguro?

-Supongo que si- Respondió tratando de sonreír, lo cual era casi imposible por haber permanecido días sin hacerlo- Dáselo a Ishizu y que haga lo que tenga que hacer –El chico rubio sonrió, abrazó a su amigo, le dio un beso en la frente y tomando el cofre con el articulo del milenio se dispuso a salir de la habitación

-Gracias Yugi, te prometo que no te arrepentirás- Le cerró un ojo para luego salir. El chico tricolor miró la puerta donde se había ido su amigo y cayendo de rodillas se puso a llorar por haber recobrado sus sentimientos

Joey bajó las escaleras y salió a la calle. En la entrada de la casa lo estaba esperando una limosina, la puerta se abrió e Ishizu apareció sentada en el sillón

-¿Te lo dio? -Preguntó

-Si y no sabes las que pasé –Respondió sentándose a su lado, la puerta se cerró y el auto siguió su camino- ¿A dónde vamos ahora?

-Con el sacerdote –Dijo con naturalidad

-¿Con Kaiba? –Se escandalizó Joey

-Él tiene otro articulo ¿Recuerdas?

-Pero… eh… ¿No puedes ir tú? –Preguntó algo azorado

-El destino depara que seas tú quien vaya, ya que los eventos del pasado están por repetirse de nuevo…

-¿Qué? –Preguntó sin comprender y pestañeando varias veces. Ishizu no volvió a decir palabra alguna durante todo el trayecto a la mansión, tampoco Joey quiso preguntarle a lo que se estaban refiriendo sus palabras, quizá fuera mejor dejar que el destino hiciera lo suyo… ¿Pero que tenia que volver a repetirse?

El mismo tiempo que Yugi llevaba en su propia demencia, Kaiba lo llevaba en reproches y sentimientos de culpa, que hasta se podría decir que sufría más que el primero.

¿Por qué lo había hecho? ¿Qué lo orilló a comportarse de esa manera?... Y sobre todo¿Cuál había sido el motivo para atentar contra la vida de Yugi? Porque eran rivales, si; pero Kaiba jamás hubiera pensando en querer hacerle un daño así… Mokuba nunca se lo perdonaría.

Y pensando en su propio hermano, ahora que lo meditaba, lo había descuidado mucho; además de tratarlo con tan poco tacto, gritarle y comportarse con él, como nunca en su vida pudo haberse imaginado.

Lo peor del caso, era que si Yugi estaba tan mal como él (y como no estarlo después de haber perdido a un ser amado), no tendría mucho tiempo para apoyar como siempre a su hermano…

Así que, en resumen… Kaiba había metido las cuatro patas hasta dentro sin saber una razón…

En aquellos momentos, se encontraba detrás de su escritorio, con la cabeza hundía entre sus brazos y recargada sobre elosl. Pensaba una y otra vez lo que había hecho, sus razones, consecuencias y sentimientos… Y por más que lo buscaba, la respuesta siempre estaba en el maldito articulo del milenio; ni siquiera recordaba porque tanta insistencia en buscarlo. Eso era la causa de todas las desgracias que habían pasado, incluso sus sentimientos por el faraón comenzaron el día que soñó con el cetro del milenio Y ahora que se encontraba en un cajón del otro lado de la habitación (bastante lejos de él), esos sentimientos y pensamientos habían desaparecido.

Y como si su tormento no fuera suficiente, pasaba por su mente la idea del suicidio, el mismo Seth se la susurraba en su mente… ¿Qué hacer para no pensar en eso?... Muy fácil, tomar el cetro de nuevo y dejarse mandar por el sacerdote, después de todo era su reencarnación ¿No?

Tenía una pequeña navaja en el cajón central del escritorio y una pistola en el de hasta abajo…

Se sentía tan confundido y frustrado ante la sola idea de que era un monstruo…

Levantó la cabeza, estiró el brazo lentamente para tomar la pistola del cajón… cuando un dolor punzante en su cabeza apareció…

“Toma el cetro y el dolor desaparecerá, lo prometo…”- Fueran las palabras que salieron del sus labios con una voz fría y distante

-No lo haré… -Susurró agarrándose la cabeza y apretándola con fuerza como para lograr que la voz saliera

“Lastimaras a Mokuba si no lo haces”- Dijo con la misma primera voz

-Por eso me voy a suicidar, para que él ya no sufra –Respondió, y tratando de ignorar las punzadas cada vez más fuertes, sacó la pistola y se apuntó directo a la cien

“Es lastimoso verte”- Salió de sus labios aquella frase pronunciada con tal repugnancia que se sintió aún más miserable… pero ya nada importaba… se moriría y ni Mokuba ni nadie saldrían heridos…

-¡KAIBA! –Gritó Joey empujando violentamente la puerta y entrando en la habitación, el CEO se congeló con la pistola en su cabeza- Suéltala… no tiene caso hacerlo… -Dijo despacio mientras caminaba algunos pasos hacia él

-¿Tú que sabes?

-Mokuba te ama… ¿Piensas dejarlo? –Joey sonaba muy asustado y el castaño se percató de otra cosa, había lágrimas en sus ojos. Lentamente bajó la pistola y la dejó en el escritorio mientras le rehuía la mirada- Gracias… -Suspiró aliviado poniéndose una mano en el corazón, no hubiera podido superar la perdida de la persona que más amaba

-¿Qué haces aquí Wheeler? –Cuestionó Kaiba- ¿Y por qué entras así en mi oficina? –Reclamó poniéndose de pie

-Vengo a que me devuelvas el cetro del milenio

-¿Qué te hace pensar que te lo daré?

-¡Me lo darás o te lo quitaré por la fuerza!

-No me vengas con amenazas…

-Eres tan idiota… Sabes que tenerlo contigo te esta volviendo loco y no quieres soltarlo…

-Ese es mi problema; ¡Así que largo de mi mansión!

-¿Para qué quieres que me vaya?... ¿Para que intentes suicidarte de nuevo? –El CEO se enfureció, camino hasta el rubio, lo agarró de la ropa (del pecho) y lo amenazó

-¿Tienes una mínima idea de lo que estoy pasando ahora?... ¡Te apuesto que no la tienes!... Prefiero antes morir que vivir de esta manea… -Joey arto de oír tonterías, se soltó bruscamente de Kaiba mientras le daba un golpe en la cara

-¡ERES UN MALDTO COBARDE!... ¿Crees que eres el único que sufre?... ¡Pues estas muy equivocado!... Yugi perdió a la persona que más amaba en este mundo, sus amigos lo perdimos… ¡Y Mokuba esta perdiendo a la persona más importante para él que es su ejemplo! –Gritaba Joey sin poder contener las lágrimas que salían de sus ojos- Y yo… yo estoy perdiendo al único ser que amo… el cual no puede amarme por ser un maldito cobarde… - El castaño, que se había quedado con el rostro volteado por el golpe, miró con sus ojos azules los mieles de Joey y por primera vez se le cayó la venda de los ojos para darse cuenta que el rubio lo miraba con amor y un tanto herido

-¿Qué quieres decirme? –Preguntó tontamente

-¡Lo que oíste!... o más bien lo que entendiste animal… te amo… -Kaiba pestaño varias veces y luego se fue a sentar detrás del escritorio…

¿Lo amaba?... ¿Pero por qué?... ¿Él acaso merecía ser amado por otra persona que no fuera su hermano?

Se levantó del sillón y fue directo al escritorio del lado contrario del cuarto donde tenía el cetro del milenio; más apenas le faltaban unos cuantos pasos, cuando una luz salió del cajón donde estaba el artículo. El CEO cayo de rodillas en el suelo mientras se agarraba la cabeza

-¿Kaiba?... ¿Qué sucede? –Le preguntó el rubio yendo a su lado

-No te preocupes por mí… -Decía con dificultad- Saca el cetro y llévatelo, yo estaré bien

-Si crees que voy a dejarte, estas loco…

-¡Qué lo hagas! –Le gritó mirándolo a los ojos suplicando, Joey se dirigió hacia el cajón, lo abrió y la luz lo cegó… en ese instante una imagen apareció en su cabeza… era como un recuerdo…

El sacerdote estaba arrodillado (tal como el CEO), Joey lo miraba con una tristeza profunda… caminaba hacia él, se inclinaba a su lado, levantaba su barbilla y le besaba…

Y entonces hizo lo mismo, con los ojos como si estuviera poseído, se acercó a él y repitió la escena… Kaiba se sintió confundido; pero luego se rindió al beso… le abrazó por la cintura mientras el rubio acariciaba su cara.

Fue justo en ese momento que el cetro dejó de brillar, Ishizu entró en la habitación junto con Mokuba, la primera fue por lo que andaba buscando sin inquietarse… al contrario, parecía disfrutar la escena, el segundo se quedó boquiabierto.

Joey regresó en sí cuando la mujer se llevó el artículo, se alejó bruscamente del CEO mientras le miraba con horror y su rostro lleno de rubor… acto seguido se levantaba rápidamente para salir corriendo.

Kaiba lo miró sin comprender, luego se puso serio… sonrió y acto seguido se moría de la risa al recordar como reaccionó Joey y la sensación por aquél beso… y si no estaba equivocado, ya sabía por donde iba la cosa…

El rubio salió despavorido de la mansión, como si el mismo diablo lo persiguiera. Entró en la limosina sentándose con Ishizu y respirando con dificultad

Una vez más has librado al sacerdote de su si mismo… -Le dijo la mujer

-Te estas burlando de mi ¿Verdad? –Respondió comenzando a molestarse

-No podría, ni debería…

-Entonces no me digas nada

-¿No quieres saber lo que sucedió?

-¿Qué ganaría yo con saberlo?

-Comprender quien eres… mí querido guardia… -Dijo con misterio Ishizu

-¿Cómo me has llamado?

-Si quieres saberlo, ven el domingo al museo de Ciudad Domino a medio día…

-Pero…

-A medio día, el domingo –Cortó la mujer, Joey se quedó callado y miró lo que llevaba en las piernas (que era el cofre), entonces se dio cuenta que tenía algo escrito

-¿Qué dice la caja?

-No lo sé… déjame ver…

-The darkness in my heart... can only be broken with love... –Leyenron al mismo tiempo

-¿Le entiendes? –Preguntó Ishizu emocionada

-Si, no sé porque, jamás en mi vida había leído egipcio… -Respondió el rubio todavía con sus ojos pegados en el cofre

-¿Y que quiere decir?

-La oscuridad en mi corazón… solo puede ser rota con amor. ¿Qué rayos quiere decir eso¿Y quién lo puso ahí?

-Supongo que el sacerdote la escribió pensando en ti

-¿Me explicaras tus palabras?

-El domingo en el museo –Joey cruzó los brazos resignado y de nuevo apareció un silencio entre ellos.

No pasaron ni diez minutos, cuando llegaron a la casa de los poseedores del último artículo

-Suerte –Le deseó la mujer cerrando la puerta de la limosina

-Muchas gracias –Contesto apretando los dientes y caminando hacia la puerta, apretó los puños y tocó; a los pocos segundos abrió el albino la puerta- Hola Ryou -Saludó

-¡Joey, pasa –Invitó haciéndose a un lado

-Gracias… -Respondió no muy convencido de que fuera una buena idea. Entró en la casa y se fue directo a la sala

-Supe por Tea que fuiste a ver a Yugi, -Comentó Ryou sentándose en el sillón frente al rubio- ¿Cómo esta?

-Espero que mejor, lo dejé más tranquilo hace rato

-Ya veo, pobre… me gustaría poder hacer algo por él –Dijo con tristeza

-Puedes hacerlo, necesito que me entregues la sortija del milenio.

-¿La sortija?... ¿Para qué la quieres?

-Ishizu quiere encerrar los artículos…

-Bueno, en todo caso, la sortija es de Bakura y podría enojarse mucho…

-Por favor Ryou –Suplicó Joey- debes convencerlo de que nos la de… por Yugi… él ya me dio su rompecabezas

¿Enserio?... De acuerdo, iré por ella –El albino se levantó del sillón, entró a su cuarto y unos minutos más tarde salió con otro cofre- Aquí esta…

-Muchas gracias, Yugi se pondrá feliz –Dijo sonriendo y tomando la caja- Me voy entonces amigo, nos vemos –Le guiño un ojo y salió de su casa. El albino le despidió en la puerta, luego se sentó en la sala para esperar a su amado.

Pasaron varias horas y Bakura no llegaba¿Por qué?

Ryou ya estaba muy asustado, eran más de las diez de la noche y no estaba en casa. Estaba por salir a buscarlo (a donde fuera), cuando la puerta se abrió y el ladrón entró tambaleándose

-Bakura… ¿Qué te pasó? –Preguntó muy asustado su hikari mientras se acercaba a él

-Nada, solo me cambiaré para irme a otra fiesta… -Respondió recargándose en la pared

-Vienes ebrio…

-¿Y cuál es tu problema? –Preguntó dándole la espalda y metiéndose en su recamara

-¡No me parece correcto que lo hagas! –Le reprendió

-¡No vuelvas a gritarme! –Gritó amenazante

-¿Te das cuenta de lo que has hecho? –Preguntó sin poder creer que de nuevo le gritara

-Si… ¿Cuál es tu problema?

-Bakura… eres un…

-¿Un qué?... Ya me arte de ser bueno… ¿Sabes?... –Lo arrojó con brusquedad en la cama

-¿Qué haces? –Preguntó asustado; pero el ladrón no respondió y se tendió sobre él mientras lo besaba en el cuello y en la boca con brusquedad- ¡No quiero hacerlo! –Gritó Ryou tratando de quitárselo de encima; más Bakura lo golpeó fuertemente acostándolo de nuevo

-¡Lo harás por que yo quiero! –Amenazó, luego comenzó a besarlo con más brusquedad mientras lo desvestía y el pobre Ryou lloraba en silencio haciendo lo que no quería… soportando los golpes de ese ser que dijo una vez, haberlo amado…


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