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Heartless por mei yuuki

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Notas del capitulo:

Hola, bueno aki ya esta la segunda parte y final de este sogfic, espero ke les guste aunke es un poco triste, bueno mas bien bastante triste T_T

bueno a leer ^^

A través del amplio ventanal se apreciaban los cálidos y dulces colores del crepúsculo cuando Mukuro comenzaba a despertar al fin. No recordó inmediatamente en donde se encontraba, miró a su alrededor con sueño y se sentó con dificultad. Sintió entonces un dolor agudo en las caderas y en su intimidad, no pudo evitar soltar un pequeño quejido y se acordó de donde se encontraba y de por qué su cuerpo le dolía tanto.

Hibari había ido a buscarlo y prácticamente lo arrastró hacia allí sin apenas mediar palabras y luego tomado y besado con rudeza y desesperación, y aunque en un principio trató de frenarlo y resistirse, luego lentamente se dejó llevar, zambulléndose una vez más en ese círculo de pasión ciega y necesidad desesperada.

Era la primera vez que veían desde que se enteró de su relación con Cavallone y aún sentía esa opresión en el pecho al pensar en eso; al pensar en que a pesar de todo el tiempo que llevaban siendo amantes  y Hibari seguramente no consideró ni una sola vez el tener algo serio con él y ni siquiera le dijo nada sobre que estaba con el italiano.

Le dolía y no sabía el por qué de ese dolor, jamás había sentido algo así antes y no sabía que hacer con ese sentimiento ni como detenerlo, como detener esa angustia que se aferraba a su pecho.

 

“Estoy harta de sufrir y de llorar, preferiría existir sin sentir nada.“

 

Se preguntó sin mucha convicción de si eso sería amor, si ese doloroso pesar interior sería lo que se siente amar. No estaba seguro de si lo era o no, pero si así lo era, si el sentirse así significaba que amaba a Kyoya, entonces no deseaba sentirlo, lo último que quería era sentir algo así.

Deseó seguir teniendo el corazón vacío y frío como lo tenía antes, de ese modo no tendría que soportar ese sufrimiento.

Se levantó de la cama con dificultad, costándole un poco caminar, fué hasta el baño y entró en la ducha. Abrió el agua caliente y cerró los ojos, entonces dejó salir finalmente las lágrimas que había estado conteniendo, que se mezclaron y confundieron con el agua que bañaba su piel.

Supo entonces que era lo que debía hacer, la única manera de no seguir sufriendo o al menos no tan intensamente era alejarse del pelinegro y no volver a estár con él.

 

“Aunque me digas las palabras que quiero decirte, mi corazón vuela por las nubes.“

 

 

-¿Y qué es lo que querías hablar conmigo? -preguntó el azabache con una pizca de curiosidad e interés, aunque en el fondo le daba mala espina.

Mukuro estaba frente a el a unos cuantos metros recargado contra la pared del espacioso salón, suspiró y alzó la vista hacia su acompañante. Finalmente dijo:

-Se acaba este juego. No volveré a acostarme contigo, cuando tengas ganas de hacerlo busca a tu novio, no a mi

-¡¿qué?!, ¿a qué viene esto ahora?, si nunca te opusiste antes

-como te acabo de decir, se acabó. Ya no quiero estár más contigo, no me dejaré dominar por ti otra vez -caminó hacia la puerta dispuesto a irse, ya había dicho todo lo que tenía que decir.

Hibari lo detuvo tomándolo del brazo antes de que abriera la puerta

-¿Crees que puedes pasar de mi así, herbívoro?, ni creas que esto se acaba cuando y como tu lo decides

-¿ah no?, si me vuelves a buscar le diré al haneuma lo que hemos estado haciendo todo este tiempo, de seguro le encantará saber que te acuestas con alguien más cuando él no está -ze soltó de su mano y abrió la puerta.

Salió por ella cerrándola tras de sí con un ligero portazo, dejando a Kyoya solo en medio de la oscuridad.

Apretó los puños, ¿por qué lo había dejado marcharse así como así?, todavía no procesaba del todo lo que acaba de suceder, pero ¿qué se creía que era esa estúpida piña como para dejarlo y amenazarlo así?, no se lo permitiría, de ninguna manera. Lo mordería hasta la muerte por eso.

Pero había otra cosa que llamó su atención, algo que quizás fuese insignificante o por el contrario, tal vez fuese un detalle de suma importancia: Mukuro nunca lo miró a los ojos, en ningún momento mientras pronunciaba esas palabras frías y carentes de emoción, era casi como si no le importase realmente lo que decía y el por lo general se mostraba arrogante y sarcástico, pero en cambio en es momento le dio la impresión de indiferencia y frialdad.

Su triste resolución era absoluta.

Hibari salió también de la estancia, para ir tras Mukuro, pero obviamente este ya no estaba allí y no sabía en que dirección habría ido. Se maldijo para sus adentros por dejarlo ir, ese lugar era demasiado grande y quién sabe adónde se hubiese escabullido el peliazul, pero aún así lo buscó, sin saber bien por qué, no era sólo por su irritación, de repente sentía la imperiosa necesidad encontrarle y decirle que...¿qué demonios era lo que quería decirle?, tampoco lo sabía, pero algo en su interior le decía que no lo dejara ir así y que si dejaba las cosas así lo perdería.

Pero lamentablemente no lo encontró por mucho que lo buscó por toda la mansión, él ya no estaba allí.

Por vez primera, Mukuro fue él que lo dejó atrás.

Ninguno de los dos podía saberlo, pero esa sería la última vez que se verían.

 

“Si tuviera la oportunidad de cambiar algo, lo pintaría todo de color negro.“

  

Semanas después, Mukuro recibió una carta, se la entregó Chrome y le dijo que era de parte del guardian de la nube y que éste le había pedido que se la entregase a él directamente.

El peliazul la tomó con reticencia sin comprender que sería lo que ese sujeto podría querer decirle en esa carta, al menos  de su parte no tenía nada que decirle, no quería verlo ni hablar con él, lo único que deseaba era olvidar esos sentimientos incómodos que guardaba por él, ese amor que nunca podría ser correspondido y que sólo le causaba dolor.

Estuvo a punto de abrirla, pero su sentido común fué más fuerte que su curiosidad, así que se limitó a guardarla en el cajón de su velador. Por el simple hacho de que era de parte de su ex amante no pudo romperla ni tirarla, su corazón fué débil en ese sentido.

 

“Si volviera a conmoverme, lo destruiría todo.“

  

Pasó un mes completo sin ningún hecho digno de mencionar, durante el cuál Mukuro se dedicó a reflexionar e intentar olvidarlo y a sanarse, olvidar todo lo sucedido y enterrarlo en el pasado, y así volver a ser como siempre había sido. Poco a poco su tristeza iba menguando.

Todo estaba en calma y hasta podría decirse que bien, hasta que una fría mañana de otoño, una noticia golpeó a su  puerta, destruyendo en una milesima de segundo todo su mundo y su aparente paz.

Hibari había muerto. Había sido asesinado hacía tan sólo un par de horas en una disputa con una familia rival.

-No puede ser...-su voz se desvaneció y el celular cayó de su mano. Sus piernas temblaron y fueron incapaces de sostenerlo por más tiempo, cayendo de rodillas al suelo frío.

Hasta ese momento creía que había estado sufriendo por su culpa, que ese dolor que sentía era lo peor que había experimentado nunca, pero estaba equivocado. Esa tristeza, ese sufrimiento no se comparaba en nada con el que sentía ahora, que parecía fluir en sus venas como si fuese veneno y que lo consumía y destruía todo a su paso con cruel e inmutable facilidad.

No podía creerlo, ¿como podría entender y aceptar que ya nunca más lo vería, que se había ido para siempre?, reprimió un sollozo y escondió su rostro entre sus manos al mismo tiempo que rompía en llanto.

Estúpido Hibari, ¿por qué tenía que morir así?, ¿por qué tenía que abandonar este mundo dejándolo atrás una vez más y esta vez para siempre?, si ni quiera había podido decirle que lo amaba y que por eso le dolía verlo con Dino, ya nunca podría decirle que ese era el motivo de que se hubiese alejado de él, renunciando a todo.

Jamás había sentido el dolor de la perdida, hasta ese fatídico día no conocía lo que es verdaderamente sufrir por perder a alguien amado y no parecía que ese suplicio tuviera fin.

 

“Si volviera a sufrir, ¿podría mi corazón convertirse en blanco inocente?“

 

 

Mukuro sólo lloró ese día, los días siguientes no volvió a derramar lágrimas y tampoco asistió a los funerales.

No podía permitir que lo viesen llorar o que alguien se diese cuenta de que estaba sufriendo amargamente por la muerte de Kyoya, y no era sólo por su orgullo, sino también porque sabía que no tenía ningún derecho a estár devasrado por él. Nadie sabía sobre la relación que mantuvo con Hibari, de hecho todos debían de estár pensando que que lo detestaba y que no le importaba en lo más mínimo que hubiese fallecido.

Nadie entendería su dolor, bueno nadie excepto Chrome que era la única que lo conocía bien y que sabía desde hace ya tiempo lo que había pasado ente ambos.

Se preguntó infinitas veces que si tan sólo no hubiera cortado toda relación con él y por el hubiese luchado por estár con él, arriesgándose a confesarle sus sentimientos, quizás de algún modo podría haber evitado lo que pasó o al menos podría haber estado a su lado todo ese tiempo en vez de desperdiciarlo como lo había hecho.

 

 

“Sigo sin comprender nada sobre tí y sobre mí...“

 

 

Como era inevitable que sucediese, el tiempo continuó su marcha y una fría noche invernal, meses más tarde, Mukuro despertó a medianoche tras haber soñado con el pelinegro. Era siempre el mismo sueño, siempre igual, lo veía desde lejos a través de un lugar oscuro que parecía un bosque, lleno de negras sombras sempiternas y trataba desesperadamente de acercarse a él y cada vez que estaba a punto de alcanzarlo viendo como Hibari lo miraba por encima del hombro con su expresión desinteresada y fría de siempre, en ese momento se despertaba abruptamente sin poder nunca llegar a él.

Este simple sueño por alguna razón siempre lo hacía llorar, cada vez que despertaba de él sentía las lágrimas recorrer su rostro y esa noche no fué la excepción.

Secó sus lágrimas calidas con el dorso de su mano y luego se acostó nuevamente, dispuesto a dormir o intentar hacerlo otra vez.

Pero entonces repentinamente un viento gélido lo golpeó directo en la cara.

Abrió los ojos molesto y se dio cuenta de que había olvidado cerrar la ventana, se levantó de su cama y fue a cerrar la amplia ventana, cuyas etéreas cortinas blancas ondeaban al viento invernal de forma casi fantasmal.

Cuando volvía a la cama, observó el velador junto a ésta y un recuerdo refulgió en su mente de un momento a otro y sus ojos se abrieron de par en par.

Fué inmediatamente hasta el velador de madera oscura tallada y abrio el cajón, arrojándo al suelo las cosas que allí habían, buscando desesperadamente la carta que le envió Hibari hace ya tanto tiempo atrás antes de morir. Su único recuerdo tangible de él.

Sus dedos tocaron el papel del sobre y lo sacó rápidamente, ¿cómo había sido tan estúpido como para olvidar aquella carta suya?, en todo este agónico tiempo tras la muerte del ex prefecto no había pensado ni una sola vez en esa carta, lo había olvidado completamente.

Encendió la luz de la lámpara y abrió el sobre blanco sin remitente alguno con sumo cuidado, luego respiró hondo una vez para tener valor y sacó la carta del sobre, la abrió lentamente con un ligero temblor en sus mano y empezó a leer:

“Rokudo Mukuro:

Desde que dejamos de vernos he reflexionado sobre muchas cosas y creo que al fin entiendo algunas cosas sobre tí.

A pesar de todo el tiempo que fuimos amantes, nunca llegué a comprenderte a tí y a tu excentrica personalidad, nunca supe lo que estabas pensado y creo que no saber eso ni que era lo que sentías, fué mi error.

No sé si estaré equivocado al pensar que tienes o tuviste sentimientos por mí, pero si estoy seguro de lo que yo siento, al fin lo sé; desde que dejé de verte no he hecho más que extrañarte y desear verte de nuevo, tanto que llega a ser molesto. Creeme que me costó mucho aceptar esto, pero finalmente no me quedó de otra que darme cuenta y por eso te escribo esta carta, para decirte que te amo, quién sabe desde cuando, tal vez desde siempre, eso no lo sé y aunque sé que no quieres saber nada de mí, esta es la verdad, puedes creerla y aceptarla o no.

También debo decirte aunque ya sea demasiado tarde, que lo siento mucho si te lastimé al salir con Cavallone al mismo tiempo que contigo, fué insensible y egoísta de mí parte al pretender que siguieses conmigo después de saber que estaba con él sin ni siquiera preguntarte que es lo que tú querías, creo que al fin puedo entender como debiste haberte sentido.

Terminé con él hace un par de días porque no tiene sentido que estuviese con alguien a quién no quiero mientras sólo puedo pensar en tí, Mukuro.

No te pido que vuelvas conmigo porque es tu decisión el si alguna vez deseas retomar nuestra relación, sólo puedo decirte que no piendo olvidarte y que te esperaré. 

Hibari Kyoya.“

 

Cerró los ojos sin poder creer lo que acababa de leer, pero era real, reconocía su letra impresa en el papel. Por sus mejillas volvieron a correr lágrimas otra vez, si tan sólo hubiese leído esa carta a tiempo...

Ahora sabía que después de todo, su amor si fué correspondido, lo sabía al fin, pero ya era demasiado tarde y ya no podía volver a él ni verlo nunca más. Hibari existía solamente en sus recuerdos y en sus sueños ahora.

 

“Cuando abra los ojos, ¡lo destruiré y lo pintaré de color negro!“

  

-No te equivocabas, yo también te amo...- susurró intentando sonreír a pesar de las lágrimas y deseando con todo su corazón que sus palabras llegaran a él donde quiera que estuviese.

Notas finales:

Y eso ha sido todo, la parte del final me dio pena cuando la estaba escribiendo TT_TT, pero igual creo que quedo bonita, esta historia es la mas tragica ke he escrito, en parte porke la letra d ela cancion lo requiere y porque tenia ganas de escribir algo distinto

bueno, ojala me dejen algunos reviews, con su opinion, ya sea buena o mala, todo sirve para majorar y se agradece mucho ;)

saludos^^


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