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Romance entre Palabras por Chena_echelon

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Notas del capitulo:

Bueno la continuación de mi fic está aquí! Espero que les guste y haber por lo menos subido las expectativas, tengo muchas excusas baratas para decir por qué no actualicé antes, pero lo más probables ustedes las verían como tal… Excusas baratas xD Y bueno sin entretenerlos más, a leer!

Y mis más sinceros agradecimientos a: Anónimo (J.S) - Michi Roll – Tamashiyuki

Gracias por ser mis lindos primeros comentarios!

Aviso: Los personajes son de la obra de Masashi Kishimoto y yo sólo los utilizo para expresar mis turbulentas ideas. 

x10; La plaza central constaba de una gran plataforma de madera en semicírculo, ésta fue creada en un principio para que se informara al pueblo de las noticias, ya sean del extranjero como del pequeño pueblo. Pero luego de unos meses de inaugurada, se percataron que eran más noticias negativas las que se informaban, a lo que el gobernador de la zona les presentó la idea de juzgar a todos los ladrones allí, ya que estos eran más indefensos ante la gran multitud que se congregaría en estos actos. El plan fue acatado y cada semana se reunían a todos los que cometieron estos actos delictivos, y se les juzgaba ya sea la horca o incluso el degollamiento.

Jessica sentía que sus piernas no daban más del agotamiento. Hacer equitación no se comparaba con correr sin preparación ni calentamiento. Se detuvo un momento a tomar un poco de oxígeno, el que requerían sus pulmones. Luego con una idea en mente tomó sus delicados zapatos de tacón que usaban casi todas las jóvenes en ese tiempo, una moda que había llegado de Inglaterra. Luego de respirar hondo, los tomó y quebró los tacones contra un pequeño balcón, fueron tan finamente diseñados, que se rompieron al instante, al no ser diseñados para este tipo de tratos.

Con sus ahora zapatos de suela plana, corrió adaptándose a la ligera plantilla. Ya sólo faltaban unas pocas cuadras para encontrarse con la zona central de su pueblo. Y desde su ubicación podía observar a la multitud congregarse en masa. Traspasarlos iba a ser un verdadero milagro. Pero todo lo valía por Edward… Lo iba a intentar y convencer a su padre y al pueblo de la injusticia que se estaba llevando a cabo. x11;

 

Sasuke tuvo que ir al baño. ¿Por qué? No podía parar de reírse de todo eso. ¿Naruto escritor romántico? Por favor, era un hombre. Eso era cosas de chicas y el rubio quería impresionar al mundo con sus cursis novelas.

Aquello lo producía una verdadera y enorme gracia. Nunca se había reído tanto de alguien, pero es que realmente se encontraba sorprendido. ¿Amor? Eso era una clara distracción de todas las atrocidades y horribles acontecimientos de la vida. Era una clara farsa, una enfermedad, una simple mentira; Una hermosa mentira para burlar a la gente y tener la excusa perfecta para actuar como idiotas.

Aún riéndose con pequeños espasmos en el cuerpo al recordar lo leído fue a darse una ducha. Si seguía recordando cada frase y estrofa tal vez haría la humillación más grande del mundo para el rubio, y con lo de aquel día era suficiente para su odio. No necesitaba más en su contra.

 

El rubio caminaba cabizbajo hacía su casa. Era el peor día de su vida. Realmente era el peor, ni aunque hubieran cancelado el ramen en Konoha se hubiera sentido tan mal, - Si así fuera buscaría traficantes de ramen ¿Qué? En el mundo hay de todo – Al traspasar el umbral de la puerta de su casa, se permitió liberar las primeras muestras de rabia y tristeza, si bien las lágrimas no acudieron a su rostro, sí la ilusión inquebrantable. Fue a su pieza e intentó buscarlo en vano. Con la firme utopía de encontrar su preciado cuaderno lo escudriño por todos lados. Nada. Y en ese momento se convenció de haberlo perdido.

Arrastrando los pies fue a la cocina, iría a buscar un poco de ramen para su estómago y un poco de confort en su mente y corazón de paso. Al llegar calentó el agua y apoyado en la mesa, mirando como el agua hacía vanos intentó en hervir rápidamente se perdió en sus pensamientos.

 Realmente aquel cuaderno lo era todo para él, cuando pequeño al saber su “don especial”, lo menos que hizo fue utilizarlo al cien por ciento. Escribió más de diez textos en dos meses, todos ellos guardados por su madre, la cual no sabía que continuaba con aquella “obsesión”. Además estos textos los había trabajado más, perfeccionado y revisado cada falla y falta de ortografía. Todo debía estar en su lugar y perfecto para el día que se atreviera a mostrarlo en público.

Al notar que el agua se estaba escapando del recipiente, intentando avisarle de que ya había hervido lo suficiente, se dio cuenta que debía de seguir con la preparación de su cena.

No notó cuando alguien se posó detrás de él, jalándolo suavemente. Naruto tembló y se tensó al sentir aquella presencia que sin avisar había interrumpido su momento de soledad. Sólo le bastaron tres segundos para saber quién era.

- Hola Sai – Dijo tomando el recipiente del ramen y continuando con la elaboración. El chico se rió suavemente, provocando un pequeño escalofrío en el rubio.

Sai era un amigo de infancia, se conocieron a los diez años y el pelinegro no se separó más de él. Los primeros años daba la excusa que era por lo lindo que era, alguien tenía que protegerlo. El rubio con escepticismo aceptó su compañía, aún cuando él podía defenderse solo, por algo práctico Karate.

Desde luego que después de tenerlo a su lado más de doce horas diarias aprendió a conocerlo  - El chico era un poco posesivo. - y a llevarse bien con él. Sai era una persona extraña; le gustaba leer libros sobre la personalidad humana, pero no conocer a la gente. Le gustaba observar y estudiar hasta aprenderse la forma en qué hablaban, se movían y respiraban, lo cual le daba escalofríos al rubio de imaginar cómo lo llevaba a práctica, pero también Sai era un amigo fiel, siempre estaba con él. En las buenas o en las malas, toleraba su carácter tan inconstante e incluso si Naruto buscaba pelea se la daba, lo que terminaba en los dos con moretones, sudados y jadeantes, pero con una gran sonrisa en el rostro al haber expulsado todo ese estrés que los tenía con los pelos de punta. 

Además no le extrañaba que pasara así a su casa. Desde pequeños era así, además que Sai sólo vivía con un primo que casi nunca estaba en casa, por lo que Kushina se hizo casi cargo de él en su infancia, ya ahora lo había dejado un poco más de lado ante que ya era un muchacho grande que no se iba a desviar de no cumplir sus tareas.

Naruto se dio vuelta mirando al moreno que estaba muy cerca de su rostro y con aquella sonrisa que sólo él tenía derecho a ver. No la falsa universal de Sai. No, claro que no, según el pelinegro él se merecía ver realmente cómo era y como se conocían casi desnudos en cuerpo y alma. (Cuando pequeños se bañaban juntos por alguna razón les era permitido)

Con una sonrisa y levantando una ceja vio como su amigo de piel blanquecina se alejaba y se sentaba en una de las cuatro sillas que portaba el comedor de su cocina. Naruto sólo lo miro, esperando lo que le iba a decir. Sabía que cuando Sai quería hablar con él, de algo serio u otra cosa; iba a su casa y a solas lo charlaban. Por lo que sólo guardo silencio esperando la interrogante que sabía que le haría.

- ¿Y Naru? ¿Qué ocultas? – Cuestionó directo al grano, el rubio dio un respingo. No esperaba menos de Sai, pero por lo menos de presentir una sutileza,  él habría cambiado el tema.

- Nada que valga la pena saber – Respondió casi eficazmente,  ya que eso le iba a interesar más al chico frente a él, ante tanta intriga y misterio era obvio que no se iba a rendir en obtener respuestas. Sai se levantó y se acercó lo suficiente como para apresar al rubio entre el mueble a espaldas del rubio y su cuerpo. Sonrió ante la mueca horrorizada de Naruto.

- Así que no vale la pena saber el por qué te desmayas en pleno pasillo del instituto, ya veo… Pero todo lo que te incumba me importa – Musitó lentamente atrapando al rubio ante su escape fallido. – Sabes lo que hare si no me lo cuentas Naru, ¿Qué perdiste?

Temor no era nada comparado con lo que sentía el rubio. Sabía que el chico pálido, que lo estaba acorralando iba a hacer algo que se lo tenían prohibido desde que eran pequeños, ante la reacción de sus padres. No, no debía, tenía que alejarlo antes que se creara un mar de problemas.

- Yo… perdí un llavero. – Balbuceó tan poco convincente que la sonrisa de Sai se acentuó en su rostro, ya que iba a poder hacer aquello a lo que al rubio ya había amenazado. Con una mano tomó ambas muñecas de Naruto, éste palideció y nervioso se removió. Tenía que escapar antes que Sai…

- Ajajjajaá, ajajjajaj, jajajajajaja pa- jajajjaja para... para Sa-jajajaj ¡Sai para! – Retorciéndose de risa a causa de la cosquillas, intentaba detener a su amigo, éste se reía de cómo su casi hermano no podía parar de reír por los pequeños roces que le hacía en el vientre, luego veloz se desplazaba a sus axilas y volvía a su vientre. El por qué sus padre le habían prohibido hacer aquello al rubio era porque luego se alteraba mucho, incluso a causa de sus espasmos de risa quebró unas cuantas reliquias familiares que provocaron la ira en Kushina, la que obligó al pequeño Sai a prometerle que nunca más lo haría, pero el pequeño oídos sordos lo hacía cada vez que se quería aprovechar de su torpe amigo.

Naruto luego de unos largos dos minutos aproximadamente se liberó del agarre de su amigo e intentando normalizar su respiración apagó el fuego a sus fideos y se sentó en una silla a repodar sus pulmones y secar las delatadoras lágrimas que habían recorrido sus mejillas. Sai se sentó sonriente a su lado esperando que su amigo hablara de una vez qué lo tenía tan extraño como para desmayarse.

- Por Dios Sai, no eres capaz de olvidarte de hacerme ese tipo de cosas – Bufó el rubio mientras miraba a su eterno compañero de clases, su eterno amigo que iba cada vez a su casa cuando habían truenos en el cielo, ya que sabía que Naruto no podría dormir si escuchaba a cada momento ese ensordecedor ruido cada tres minutos. Luego de eso se dijo a sí mismo que algún día tenía que decirlo. – Es… Perdí mi cuaderno.

Sai lo observó en silencio, esperando alguna otra cosa más, algo realmente importante que a cualquier persona la alarmará o algún tipo de cosa con valor emocional, pero un cuaderno, era bastante extraño y sin importancia, ¿No?

- ¿Un cuaderno? ¿De qué? ¿De lengua? – Trató de inquirir el chico, sabía que su amigo se apasionaba en esa clase de Iruka, pero siendo el mejor de la clase, bueno tal vez Iruka lo entendería y no tendría por qué estar tan acomplejado. Pero por la expresión de su amigo sabía que era algo más.

- No, si fuera de lengua no estaría tan preocupado. Es un… cuaderno especial para mí. – Comentó totalmente serio y vulnerable respecto al tema, Sai asintió entendiendo un poco. Era algo especial para su rubio amigo, pero ¿Qué podría contener que importara tanto?

- Entonces, ¿De qué se trata? – Insistió Sai. Quería ayudar a su amigo, y por lo que él sabía no se tenían secretos, así que le dolía saber que su rubio amigo le ocultaba algo importante para él. Aún así ignoró esto y espero la respuesta de Naruto que luego de un silencio habló.

- Yo… escribo novelas románticas Sai, y todo las que he hecho estaban allí.

Sai abrió sus ojos sorprendido y su mandíbula se volvió débil cayendo suspendida por su rostro. Naruto un poco ruborizado miro el piso.

“Y así, todo se va desmoronando…”

 

 

Sasuke se encontraba en su habitación, estaba estudiando casi el doble para subir aún más sus calificaciones. Pero y con todo eso, estaba aburrido. Todo lo que leía ya se lo sabía casi de memoria –Si le preguntaran que lo recitará lo más probable que lo podría hacer. – Cansado de tanto estudio se recostó en su cama mirando la nada. El cielo se encontraba oscuro, dando esa privacidad y complicidad que a todos les gustaba utilizar de diferentes maneras.  Pero Sasuke sólo pensaba en que su padre no llegó para cenar. Era en serio cuando su madre le dijo que tomaría turno nocturno.

Su celular sonó y vio el número de Gaara, no quería hablar menos con él. El pelirrojo estaba sospechando y armando muchas cosas en su cabeza que a él no le beneficiaban. Aún así contestó. Era una de las únicas personas que toleraban su humor de los mil demonios.

- Mmhh – Contestó con un gruñido, el pelirrojo no se extrañó, simplemente fue al tema. Ya no recordaba cuantas veces el Uchiha le había contestado de forma normal, con un “Aló” o por lo menos un “Hola” al reconocer su número, aunque la verdad no le importaba.

- Investigué sobre el tipo que viene a dar una charla al hospital de tu padre. – Informó cortante. Esa frase hizo que todo en el cuerpo de Sasuke se entumeciera de ansiedad, le había encargado a Gaara que le hiciera este favor, sabía que el médico era una persona bastante importante en el mundo de la medicina, por lo que si llegaba a interceptarlo y conseguir su aprobación, su padre estaría casi obligado a dejarlo a él a cargo del hospital, claro si tenía buenas críticas de tan renombrado doctor.

- ¿Y bien? ¿Quién es? – Preguntó conteniendo aquella emoción tan reveladora, que con su autocontrol en el mando pudo formular la pregunta con indiferencia. El suspiro desganado de Gaara le indico que debería agradecerle a su amigo por haberlo investigado tan rápido. Sólo esa tarde le había dicho si podía hacerlo por él, ya que el pelirrojo era especializado en computación.

- Se llama Hatake Kakashi, es un doctor renombrado en Estados Unidos, pero graduado con el doctorado de medicina aquí en Japón, se ha especializado en medicina general, neurología y cardiología, además de ser uno de los mejores cirujanos en Japón. Vino a dar la charla al hospital, además de visitar a sus parientes, pero no se va a quedar más de una semana. – Informó leyendo tal vez de qué cosa. Sasuke dio un respingo. Tenía poco tiempo para actuar con rapidez.

- Bien Gaara, gracias – Dijo rápidamente para que aquel gesto pasará desapercibido. - ¿Sabes dónde tendrá a esos parientes?

- La verdad que el profesor de lenguaje es uno de los parientes que viene a ver. – Comentó pensando sobre aquello, Sasuke arrugó el cejo.

-¿Umino Iruka - sensei? – Preguntó algo perplejo, no conocía mucho a ese profesor, ya que él estaba inscrito en el instituto para ciencias y no literatura. Pero había hablado con él más de alguna vez, ya que por lo menos unas horas debía tener en lengua.

- Él mismo, no sé mucho la relación que llevan de parientes… - Confesó Gaara, ya que si bien averiguó aquello, relación familiar no se veía nada. Tal vez, sólo tal vez…

- Bueno, da igual, me las ingeniaré para sacar a luz el tema, Nos vemos mañana. – Con suerte escuchó el titubeó en respuesta de Gaara que intentaba formar una respuesta coherente a aquella cercanía, pero el otro ya había cortado.

Mientras tanto Sasuke necesitaba pensar en cómo preguntarle sobre aquello. No destacaba por ser muy hablador con los profesores, y menos en una asignatura que realmente no tenía nada que ver con él. Pero esta vez debía actuar rápido, la charla le dijo su madre que se atrasó una semana, pero el doctor Kakashi tenía el tiempo en contra, por lo que buscarían alguna forma de adelantarla y sacarse ese peso de encima.

Mañana iba a hablar con el profesor Iruka, y si conseguía lo que necesitaba, Itachi se podía despedir de estar a cargo del hospital.

Sonrió para sí mismo, pero luego vio el pequeño cuaderno azul. “¿Qué haré contigo?”

 

Al otro día Sasuke salió más temprano que de costumbre, Mikoto sólo un poco consternada lo vio salir sin desayunar, en cambio, Itachi simplemente siguió con su vida, sin importarle lo que su trastornado hermano menor hiciera.

Con un paso rápido salió de su casa, debía hablar a primera hora con Iruka – sensei, e intentar sonsacarle información, de una forma sutil y caballerosa. Para ello, toda la noche se encargó de escribir una presentación imperfecta a propósito – Le costó horas, ya que cada cinco palabras se corregía, sin saber si aquello era muy obvio o demasiado tenue y el profesor no lo notaría -  , ya que así podría pedirle ayuda para formar un buen discurso con el profesor.

Sin embargo, mientras miraba como la luz parpadeante verde que señalaba el tráfico se cambiaba a roja bloqueando su camino, vio algo que no tenía en sus planes. Por alguna razón, desde su encuentro anterior se iban a estar viendo más a menudo.

Naruto caminaba a paso lentísimo y la cabeza gacha, casi husmeando algo en el piso. El azabache se dijo que no podía estar aún buscando su ridículo libro. Pero claro que era así, y sin siquiera predecirlo, Sasuke lo portaba en su mochila

Naruto no sabía lo cerca que estaba de su alma escrita, pero algo lo hizo mirar en aquella dirección, y lo vio. Vio como Sasuke Uchiha lo miraba con burla, e hizo un mohín de desagrado para detenerse un poco más atrás de él a esperar que el semáforo cambiara de color.

- ¿Cómo esta su nariz doncella? – No supo ni por qué lo hizo, pero le preguntó y Naruto dio un brinco de sorpresa. Luego entrecerró sus ojos azules en los cuales salían chispas.

- Espero que mejor que tu hombro. – Musitó observando el maldito personaje que estaba detenido con color rojo. No era la primera vez que deseaba que cambiara el poste con la señal, pero esta vez con una razón diferente.

- No lo creo, a mí ni siquiera me dolió, pero gracias por tus buenas vibras. – Dicho eso cruzó aún cuando la señal no cambiaba, pero fue porque ningún auto cruzaba en esos momentos. Naruto optó por esperar, pero para su maldita suerte en ese momento el personaje salió a la luz haciendo su gracioso paso e indicando que faltaban veinte segundos para que volviera el rojo. Naruto dejó que un suspiro de cansancio saliera de sus labios y caminó lo más lento posible, e inspeccionando todo el camino que tomó ayer.

Si bien se le había caído el cuaderno ayer, él lo había recogido y lo recordaba muy bien, porque en la noche no pudo dormir apropiadamente pensando y repensando en lo que sucedió ayer. Recapacitando en qué momento se descuido. Claro que pensó en el Uchiha, pero si éste lo hubiera tomado, la humillación ya habría dado paso. Pero nada, Sasuke sólo simplemente se comporto con su típica altanería, lo que Naruto no era capaz de recordar, era que él no le había escrito su nombre al cuaderno, sino su apodo Kyuubi.

Con la cabeza a punto de explotar miró sobre su hombro, observando si dejo pasar algo, pero todo se veía tan monótonamente normal. Bufó, no quería pensar en que nunca más lo iba a ver, ya que todo estaría perdido para él, bueno, “escritamente” perdido.

 

Sasuke logró su cometido. Se encontró con Iruka – sensei, y en ese momento el hombre se mostraba dócilmente solicito. Mientras Iruka corregía y le explicaba los errores que Sasuke ya sabía, éste asentía completamente atento a la información que desechaba de inmediato.

- Muchas gracias Iruka – sensei, le agradezco muchísimo. – Dijo para que el hombre mayor sólo le sonriera dulcemente. Ahora tenía que tener tacto. Todo se trataba de ser caballeroso y no entrometido.

- De nada Sasuke, si necesitas ayuda sólo debes pedirla, claro que me sorprende viniendo de ti, pero no tengo problema en ayudarte. – Comentó mientras le entregaba los papeles. El moreno entró en acción, se fijo en el atuendo del profesor. Un poco desarreglado además de ojeroso.

- ¿Ha tenido mucho trabajo sensei? – Preguntó siendo totalmente indiferente, el hombre de la cicatriz que cruzaba su nariz horizontalmente lo miro un poco intrigado.

- Lo normal ¿Por qué? – Indagó curioso de aquella actitud del orgulloso Uchiha menor, éste se encogió de hombros.

- Por las ojeras y, se le ve cansado. – Cambio un poco lo que iba a decir al notar que si expresaba su atuendo, lo más probable que se ofendiera. El profesor se le tiñeron un poco las mejillas, pero Sasuke no lo notó.

- He estado ocupado con un… familiar que llegó hace poco. – Confesó alterando un poco la verdad. Los estudiantes no deben por qué saber sobre su relación con aquel “pariente”.

- Ah, ¿Acaso es un niño al que debe cuidar? – Preguntó en tono de broma, a lo que Iruka rió. A Kakashi se le podría llamar niño.

- No, pero se comporta como tal. – Le informó con una sonrisa, luego sin que lo incitaran a hablar continuo. – Pero se va dentro de cuatro días, por lo que intentó “regalonearlo” un poco.

Sasuke se entorpeció al escuchar regalonear, pero optó por dejarlo pasar, ya sabía la estadía del médico, ahora una pregunta más y finalizaría.

- ¿Se está quedando en su casa? Es que verá, debo hacer otro discurso para presentar en la charla del hospital de mi padre y me gustaría que me ayudara con eso de la redacción. Pero tampoco me gustaría intervenir con su visita. – Dijo sonando un poco preocupado al respecto. El profesor sonrió.

- No me molestaría que fueras, además él es médico. Podría ayudarte también ¿No crees? – Listo, Sasuke estaba totalmente satisfecho del cómo se desarrolló todo. Con una forzada sonrisa que parecía una mueca ante dolor de estómago le agradeció y se retiró.

Todo había sucedido demasiado bien. Ahora ansiaba conocer a aquel médico y expresarle lo mucho que lo admiraba. Con unos halagos que se sacaría de la manga estropearía el juicio del adulto y se ganaría el lugar que por derecho se había ganado.

 

 

Naruto bufaba sobre su puesto. Todos sus amigos a su alrededor hablaban sobre una fiesta que se efectuaría dentro de unos días, en la cual se utilizarían mascaras para ocultar la identidad de todos. Típico sueño de la chica desesperada por ser princesa. A Naruto le hubiera encantado la idea tan romántica y del sueño perfecto, de no ser que no encontraba su maldito cuaderno.

Sai sólo sorbía su jugo mientras miraba al rubio silenciosamente. Su amigo era escritor. Sabía que se le daba bastante bien todo lo que conllevara narración y libros. Siempre lo molestaban que era un completo nerd. Pero ¿Romántico? Eso se ve mal, es un chico, y los prejuicios son más fuertes que el raciocinio mismo.

Si su amigo quería seguir con eso, deberá de afrontar críticas muy fuertes. Cosas que lo derrumbaran, opiniones que lo desvelaran. Pero conocía de hace tanto al rubio que sabía que se pararía con la frente en alto y con cosas que realmente no podrían críticas sin hacerlo hacia ellos mismos.

Naruto volvió a suspirar con pesadez, para luego retirarse para ir a comprar algo. Sus amigos no le dijeron nada, intuyeron que por las ojeras de su rubio amigo, no había dormido bien y a ello se debía su actitud huraña. Naruto salió del salón para ir y volver rápidamente pero, no contaba encontrarse con Hinata que lo detuvo tomándolo del bolso.

- Hola-la Naruto - kun – Expresó casi con terror, el rubio se dio vuelta y le sacudió el cabello. Ella era dos años menor que él, pero aún así con bastante valor se le acercó con la excusa de si sabía dónde estaba su primo Neji, un compañero de su mismo salón. Éste le respondió con toda la simpatía que podía y la chica quedo prendada de él.

- Hola Hinata – chan, ¿Cómo estás? – preguntó con cortesía, aún cuando no quería hablar, estaba desanimado y lo menos que quería era estar con una chica con la cual había que ser dulce. No alcanzó a escuchar la respuesta antes de que una compañera de ella nombrada “Ten – Ten”, la alcanzó y se la llevó. El rubio se encogió de hombro y agradeció a su amiga mentalmente. Fue un momento un poco bizarro, pero lo dejo pasar con una sonrisa.

“Cosas raras le pasan a la gente rara… “

Al volver a su puesto vio cómo sus amigos seguían con el tema, claro que las que más insistían eran Sakura e Ino, ya que decían que así encontrarían a su príncipe azul que obviamente sería Sasuke. Naruto dio un respingo al escuchar su nombre, pero no dijo nada. El muy bastardo no le importaban ni siquiera las chicas, tal vez era homosexual…

Pero claro que a él no le importaba el tema. Nada de nada. Y antes de darse cuenta, las clases ya habían comenzado.

 

Sasuke ya le había agradecido a Gaara comprándole una de las obsesiones del pelirrojo. Una paleta dulce, era algo bastante infantil, pero era la adicción de su amigo. Por lo que el chico taheño un poco ruborizado la guardo al fondo de su bolso y le sonrió tenuemente en agradecimiento. Sasuke se encogió de hombros, era lo mínimo, ya que gracias a él todo estaba yendo muy bien.

Cuando las clases finalizaron salió a paso lento, pensando en su siguiente movimiento. Tenía que ser rápido, pensar y actuar sigiloso. Nadie debía sospechar. Sólo tenía que ser como siempre, pero con el tipo llamado Kakashi ser encantador, o lo más que podía serlo él, Sasuke Uchiha.

Cuando sólo estaba a unas cuadras de su casa pasó por una típica plaza. Tenía los juegos infantiles ordenados en poses realmente raras, con los columpios y el sube y baja demasiado cerca y la resbaladilla un poco más apartada del resto y llena de tierra típica de niños. Luego de la zona de recreación habían diversas bancas que las utilizaban los ancianos para visualizar su larga vida, pensar en los “hubiera” y demás, también las madres preocuponas y las parejas las utilizaban para sus fines. Pero todo esto era el centro, en la parte externa habían unos metros de árboles y césped que era ideal para refrescarse aquellos días. En ese momento, en aquel horario sólo habían un tipo lo bastante loco para perder su tarde acostado allí, escuchando música.

Era una imagen bastante encantadora para cualquiera, menos para él que bufó. Se acercó al rubio, sí era Naruto. Se acercó a él, para asustarlo, pero lo único que consiguió fue observarlo atentamente de cerca. Era bastante, ¿Cómo decirlo? ¿Atrayente? ¿Sublime? ¿Fantástico? No, todo era demasiado, un simple “bien” era lo que merecía. Sonrió con sorna y buscó dentro de su bolso el cuaderno del idiota, pero antes, lo pensó mejor y tomó su lápiz. Le iba a dar una lección al romántico chico que yacía cerca de sus pies.

 

Naruto despertó de su pequeña siesta antes de llegar a casa, le gustaba ese parque. Siempre le daba la inspiración necesaria para escribir, y en esos momentos era el mejor lugar para actuar nostálgico. Sí, se había rendido de encontrar su preciado cuaderno. Tal vez era una señal de que era un mal escritor, o incluso de que se retirara del camino en el que iba a fracasar.  Apagó su Ipod en el que sonaba System of a Down, e hizo ademán de levantarse, pero algo lo detuvo al punto de paralizarlo y hacerlo palidecer por completo. Su cuaderno, su maldito cuaderno estaba allí. Eso era, ¿Imposible? ¿Irreal? ¿Seguía soñando? Se apretó un poco de su masa corporal hasta hacerlo soltar una pequeña lágrima. Eso era real.

Lo tomó rápidamente y lo ojeó, no le faltaba nada… pero habían escrito en él. Aquello lo desconcertó, era una cita.

“Amor: Dos corazones heridos una misma enfermedad – Moret.”

Era una letra cuidada y completamente legible, pero su mensaje no le agradaba. El cómo hablaba del amor, tratándola como enfermedad, casi como una peste que era necesaria exterminar. Dio un respingo, si lo citaba era porque lo sentía su emisor. Miro a su alrededor buscando una respuesta. Nada fuera de lo normal que gente que seguía con su vida.

Pero algo lo alertó, está persona sabía que él escribía aquello, entonces lo conocía y, aquello que escribió parecía un reto.

El rubio era perfecto para meterse en las cosas que no le incumbían, y esa no fue la excepción, ya que se prometió a sí mismo hacer que la persona que tuvo el gesto de devolverle el cuaderno creyera en el amor, y eso sólo lo conseguiría a través de la escritura.

“La mayor declaración de amor es la que no se hace; el hombre que siente mucho, habla poco – Platón”

Notas finales:

Gracias por leer el segundo capítulo! Sí la relación va un poco lenta, pero no puedo hacer que se enamoren de un día para otro, ya que no creo que las relaciones se basen así (o tal vez sí, qué sé yo XD) Espero sus comentarios para ir perfeccionando más mi fic, o bien! Es porque me gustan lso comentarios :c XD Y nada, Nos vemos!

PD: ¿Quién creía que iba a haber SaiNaru? ¿Muchos? Ahajajá, soy un poco mala XD

PD2: Las actualizaciones serán entre semanas los jueves o viernes, ya que para los que no lo han notado, escribí otro fic, no es tan romántico como éste, pero si alguien le interesa lo pasa a leer :B Por lo que nos vemos en dos semanitas! O algo así, me fallan las matemáticas xD

Se cuidan! Adiosin! 


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