Cada copo de nieve iba cayendo a aquel humilde pueblo dejando un manto blanco en la zona provocando las mas inocentes risas de la gente de lo viera, todas las personas iban abrigadas, para evitar cualquier problema que afectara su salud y precisamente ahí entre las calles de aquella hermosa mañana, iba corriendo con todas sus fuerzas un hermoso joven de largos mechones que danzaban con el aire congelante pero sin que estos de enredaran consigo mismos, su cuerpo estaba cubierto de un abrigo color café con adornos dorados con un curioso sombrero estilo ruso que cubría parte de su frente, pero que dejaba ser su curioso flequillo de color índigo, unas botas del mismo color haciendo juego con su abrigo protegían del suelo helados sus pies haciendo que los movimientos fuesen mas fluidos , toda persona que lo veía, soltaba una sonrisa con la presencia del chico, pues lo conocían desde que era un infante inocente y estaban muy orgullosos de lo que ahora era, todo un hombre.
-buenos días señora Mileta-
-buena días Milo- así se llamaba aquel joven de mirada juguetona y de sonrisa permanente, corriendo por las calles se le veía como todas las mañanas saludando y deseando buenos deseas a todas las personas que se le cruzasen en el camino; llegando a las puertas de hotel en donde trabajaba, sin importar si estuviera abierto o cerrado, abre la puerta, para encontrarse a dos jóvenes castaños hablando de cosas triviales de sus vidas, con una sonrisa en sus labios se les fue acercando hasta que estos se percataron de su presencia, uno de ellos quien era el mayor de los castaños, con una pequeña sonrisa lo saludo, mientras que el menor con un sonrojo en sus mejillas, sin poder ocultar lo fascinado que estaba con ver al recién llegado.
-Hola Aioros, Aioria- rompiendo el silencia del edificio, sin percatarse de las reacción que le producía al castaño menor.
-Hola Milo, que bueno que llegaste- dijo el mayor de los castaños, respondiendo el gesto.- ¿me prodias hacer un favor?-
-claro, que es lo que se te ofrece.-
-podías ayudarle a Aioria a llevar estas cajas- señalándolas- a la bodega -
-claro, vamos gato- los dos tomando 5 cajas de madera llevándolas hacia donde había perdido el mayor, cuando las dos desaparecieron de su vista, solto un suspiro, mientras una sutil sonrisa se formo.
-ahí, Aioria, espero que al fin logras tomar la valentía para declaraste, milo es un chico muy noble y de un gran corazón-
Los dos menores se dirigieron a la bodega donde dejaron guardabas los cajas de madera, el peli indigo se iba a retirar cuando las manos del castaño lo tomaron por sorpresa
-Milo, podemos hablar-
-claro Aioria, pero no deberíamos regresar, puede que ya los hupesped empieces a salir.-
-pero Milo es algo importante lo que te tengo que decir-
-esta bien, vamos a un lugar tranquilo-
-como gustes- ambos caminaron algunas calles fuera de ahí hasta quedar un poco retirados de ahí
-Milo, ¿me gustaría saber si te gustaría ir a patinar conmigo esta tarde?, saliendo de trabajar, en el lago congelado, como lo hacíamos antes cuando éramos niños-
En ese momento el peliazul recordó cuando ambos niños, en compañía de Aioros y su abuela iban a aquel lugar a patinar, ahí los tres más jóvenes, de divertían haciendo movimientos o competencia de quien era el mejor en el hielo, pero al final siempre se divertían los tres mientras la calidad mirada de la mayor los cuidaba a que no se hicieran algún daño.
-entonces ¿si o no?-insistió mirando como este se había quedado en trance en su mente
-me encantaría Aioria- los dos volvieron al hotel para empezar a trabajar y asi lograr salir un poco antes y pasar el resto de la tarde patinando
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Un grupo de viejos hombres estaban reunidos en el centro del pueblo, habia tenido todos ellos el mismo sueño aquel día y esperaban de que solo haya sido un mal sueño y no lo que tenían en mente
Un hermosos ruiseñor estaba cantando posado en la estatua que vigilaba todo el lugar, la gente que estaba reunida solo lo miraba para continuar su camino, mientras este seguía con su hermoso canto, hasta lentamente este se fue apagando hasta que dejo de escucharse caer a los pies de aquella estatua.
Los sabios viejos se quedaron atonitos por lo que presenciaron y si las leyendas eran ciertas entonces ellos vendrían
-Es que lo que estas diciendo es imposible- dijo el viejo patriarca del pueblo , que con mucho trabajo se cubría el frio
-pero miralo por tus ojos, ahí esta la prueba de que ellos vendrán- dijo otro viejo
-pues entonces hay que tocarse la alarma y prevenir al pueblo
-pero y si solo hace que haya un disturbio-
-pues haremos esto, se va a dar toque de queda, asi al menos si es que ellos vienen, al menos el pueblo no entrara en crisis y estarán a salgo y esto se quedara con nosotros
-hecho- dijeron los 5 ancianos para ir lo más pronto posible al edificio principal e informar lo que quedaron ellos.