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Exploración por Mai_Kusakabe

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Parte dos: Masturbación

Donquixote Doflamingo no podía recordar la última vez que se había sentido frustrado sexualmente en su vida, pero desde luego era algo que habría preferido no tener que recordar para nada. Aquella era una de las sensaciones más desagradables que había sentido jamás, y eso que había una considerable lista de heridas graves a tener en cuenta.

Todo era culpa de Law.

Si el crío no fuera tan cabezota y le dijera por qué había estado de mal humor cuando fue a recogerlo, entonces ambos estarían mucho mejor. Porque Doflamingo lo había visto, las pocas veces que Law había salido de su habitación para comer, y podía decir que el chico estaba tan frustrado como él.

Y Doflamingo ni siquiera podía ir a buscar a otra persona con la que satisfacer sus deseos. Oh, no era porque no hubiera nadie más, había  bastante gente en ese barco que estaría encantada de acostarse con él, con más de uno ya lo había hecho en el trayecto hasta la isla donde estaba la academia, pero en ese momento sabía que esa opción no resultaría tan placentera. No después de haber tenido a Law tan dispuesto, besándolo de esa forma torpe que iba cogiendo confianza poco a poco, gimiendo bajo sus caricias, moviéndose contra él. Doflamingo no quería a cualquiera dispuesto a abrírsele de piernas: quería a Law, quería ver qué expresiones, qué ruidos, podía arrancarle a su sensible cuerpo, quería tenerlo retorciéndose de placer entre sus brazos y quería…

Oh, mierda.

Se le había puesto dura. Otra vez.

Doflamingo no recordaba haber utilizado tanto su mano desde que era un crío de catorce años.

Sintiéndose tan frustrado como enfadado, el hombre se abrió los pantalones y decidió que se había hartado de desabrocharlos y abrocharlos cada vez, así que se quitó toda la ropa y se tumbó de nuevo en la cama, dispuesto a calmar un poco su más que disparado libido.

Jodida cabezonería de Law.

Escuchó la puerta de la habitación abrirse y se giró, encontrándose a Law en el umbral, mirándolo con los ojos muy abiertos y las mejillas ruborizadas. Doflamingo, a pesar de su estado anímico, le sonrió.

-¿Ves algo que te guste?

Law tragó saliva y entró en la habitación.

-Venía a decirte lo que me pasaba el otro día –dijo el chico, manteniendo la voz bastante calmada, y la sonrisa de Doflamingo creció. Podía contar con los dedos de una mano la cantidad de veces que Trafalgar Law se había tragado voluntariamente su orgullo por cualquier cosa.

Debía estar tan desesperado como él.

-¿Oh? ¿En serio?

Law asintió, al parecer negándose a repetirse.

-Bien, pues cuéntamelo.

Law pareció dudar un momento, y su mirada se paseó por el cuerpo desnudo de Doflamingo, que no se había molestado en taparse y estaba completamente  expuesto frente a él. Su mirada se posó en la más que evidente erección del hombre y sonrió.

-¿Y si primero te ayudo con eso?

Doflamingo dudó. Por un lado todo aquello había empezado, en primer lugar, por querer saber la información que Law acababa de acceder a darle, pero por el otro aquella oferta era muy tentadora, tanto que al final fue su cuerpo el que decidió.

-Si en cuanto termines no me lo cuentas me asegurare de que te arrepientas, ¿entendido? –Law asintió. –Quítate la ropa.

Doflamingo no había esperado un striptease ni nada por el estilo, pero el hecho de que Law prácticamente se arrancara la ropa de lo deprisa que se la quitó fue mejor que cualquier otra opción, pues era una prueba más que evidente de cuánto lo deseaba. El chico se subió a la cama y Doflamingo se acomodó para quedar con la espalda apoyada contra la pared y las piernas abiertas, dándole una vista perfecta de cualquier cosa que fuera a hacer Law.

Law gateó hasta quedar entre sus piernas abiertas y se arrodilló, mirando la erección frente a sí con una expresión un tanto perdida que desmentía la confianza que había mostrado al hacer la propuesta.

El chico no sabía qué hacer ahora.

-¿Asustado? –Preguntó Doflamingo, y la reacción fue inmediata.

Law lo fulminó con la mirada y una expresión decidida se apoderó de su rostro.

-No.

Doflamingo comenzó a reírse. Desde luego, ese orgullo suyo iba a traerle muchos problemas en el futuro.

Se olvidó de las risas cuando los dedos de Law rozaron su endurecido miembro.

Law comenzó a recorrerlo lentamente, de forma experimental, acariciándolo y haciendo presión de vez en cuando, seguramente tratando de adaptar la experiencia que tuviera de masturbarse a sí mismo al miembro de otro hombre.

Doflamingo lo observaba, increíblemente excitado por la escena, por la mirada curiosa de Law y sus movimientos inseguros, y jadeó cuando la otra mano del chico cogió sus testículos y comenzó a atenderlos.

Requirió de toda su fuerza de voluntad alargar la mano y sostener la barbilla de Law cuando este, al parecer habiendo decidido algo, comenzó a bajar la cabeza hacia su polla. Por muy tentadora que fuera la idea de que se la chupase, Law le había pedido que le enseñara, y eso iba a hacer.

-Ahora no, usa solo las manos –le dijo, acariciándole la mejilla con el dedo pulgar. –No tienes que ir con tanto cuidado.

Siguiendo su consejo, los movimientos de las manos de Law se volvieron más firmes y rápidos, arrancándole cada vez más jadeos y suspiros a Doflamingo.

Law se había agachado para observar de cerca el miembro que tenía en la mano y por eso cuando Doflamingo llegó al límite y se vino en su mano, parte de su esencia salpicó el rostro de Law.

Jadeando pesadamente y apoyado contra la pared como estaba, Doflamingo observó con fascinación al chico arrodillado frente a él, que se llevó una mano a los labios y lamió parte de la esencia que la había cubierto. El rubio se rio cuando Law hizo una mueca y este, mirándolo desafiante, se metió dos de los dedos cubiertos de semen en la boca y los limpió con la lengua.

-Como sigas haciendo eso –dijo Doflamingo, volviendo a cogerlo de la barbilla –se me va a poner dura otra vez.

Doflamingo atrajo a Law hacia su cuerpo, haciendo que quedase recostado sobre él, y lo besó, bajando una mano a la desatendida erección del chico y envolviéndola sin problemas. Lo hizo separarse un poco para escucharlo gemir de nuevo y verle la cara, que se tornó en una mueca de placer, con los ojos entrecerrados y las mejillas ruborizadas, cuando Law llegó al orgasmo, dejando escapar el gemido más fuerte que le había escuchado hasta el momento.

Abrazándolo de nuevo y dejando que se recostara en su pecho, Doflamingo llevó la mano limpia a la cara de Law, y recogió el semen que había manchado sus mejillas con un dedo, que después bajó a los labios del moreno. Estos se abrieron y dejaron salir su rosada lengua, que lamió el dedo con avidez.

Llevó la mano a la cabeza de Law y comenzó a jugar distraídamente con su pelo.

-¿Me lo vas a contar ya? –Preguntó, sin moverse y disfrutando del momento y de la posición.

-Mira que eres pesado –habló Law contra su pecho, sonando la mar de cómodo tal como estaba.

-Law… -comenzó Doflamingo en tono de advertencia. De verdad no quería tener que cumplir su amenaza.

-Vale, vale –accedió el chico de mala gana –pero ya te he dicho que es una tontería.

-Eso lo decidiré yo cuando me lo cuentes, y ahora deja de intentar retrasarlo y habla –le ordenó, sin dejar de jugar con su pelo.

-Como imagino que sabes, en la academia la mayoría de estudiantes vienen de familias ricas y de clase alta. No es que eso me importe, pero son bastante pesados.

-Tú también vienes de una “familia rica y de clase alta” –le recordó Doflamingo, haciendo referencia a que él era, bueno, el rey de Dressrosa.

-Sabes a lo que me refiero –dijo Law, clavándole un dedo en el pecho.

Doflamingo se rio.

-Ya, ya, que son una panda de niñatos mimados. Sigo sin ver el problema, eso ya lo sabías antes de ir allí.

-El problema –siguió Law, enfatizando la palabra con desagrado –es que desde el primer día del primer curso me han acribillado a preguntas acerca de quién soy, si mi familia tiene mucho dinero, y toda esa clase de mierdas. Evidentemente, yo no les he dicho nada. Y, como a mitad de curso, algún gilipollas decidió que si yo no hablo de mi familia es porque debo ser pobre y mis padres se deben estar matando a trabajar para poder pagarme los estudios, así que los muy imbéciles llevan meses tratando de restregarme por la cara sus vidas privilegiadas –concluyó Law de mala gana. -¿Contento?

Doflamingo envolvió la cintura del chico con su otro brazo y lo pegó aún más a su cuerpo.

-¿Sabes dónde está alguno de eso imbéciles ahora? –Preguntó, sintiendo que todo el buen humor se le había ido. Una cosa era que en Dressrosa le gastasen bromas a Law, o que algunos lo hicieran rabiar de vez en cuando, aquello era todo con cariño, en familia, pero la idea de que unos patéticos niñatos que no valían nada se metieran con Law, alguien que había logrado captar el interés de Doflamingo a tan corta edad como lo había hecho, era impensable.

Doflamingo podía ser un cabronazo de mierda y un psicópata, pero se preocupaba por la gente que le importaba, y Trafalgar Law estaba bastante alto en esa lista de gente.

El moreno inclinó la cabeza hacia arriba y lo miró. Por su expresión, había entendido a qué se refería.

-Yo no mato –le recordó, serio.

Doflamingo le dedicó una sonrisa sin nada de humor y se abstuvo de comentar lo retorcidamente rara que era la moral de Law.

- no tienes que matar, puedes limitarte a jugar con ellos.

-¿Eso significa que puedo usar mis poderes? –Preguntó Law, un brillo de emoción entrando en sus ojos.

-Por supuesto, no estarás en la academia.

Law sonrió de una forma bastante más retorcida que de costumbre. No podía ser sano que un chico de diecisiete años fuera capaz de poner esa expresión.

A Doflamingo le encantaba.

-Mi compañero de cuarto, y algunos más aunque no recuerdo quiénes, van a pasar el verano en White Beach con sus familias.

La sonrisa de Doflamingo creció considerablemente entonces.

-White Beach es la última parada de este crucero –dijo, y comenzó a reírse.

Las vacaciones se volvían cada vez más interesantes.

Continuará

Notas finales:

¿Reviews? :D


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