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Un año más por Shun4Ever

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Notas del capitulo:

Bueno, en principio y por petición de varias personas, voy a hacer una segunda parte (incluye tercera XD). Espero que sea de vuestro agrado. 

Little, esto va por tí! *3*

Se removió levemente bajo las cobijas de aquella enorme y cómoda cama, adornada en colores blancos y crema. Abrió los ojos encontrando a su compañero desparramado en su parte del colchón y  roncando sonoramente. Rio divertido al verle tan sumergido en los sueños, bostezó y se escapó, de manera torpe, para adentrarse en el baño por una ducha rápida.

Secó su cabello, dejándolo un poco humedecido y salió vestido con las ropas de entrenamiento. Se arrodillo en la cama y besó la mejilla del que, ahora, se estiraba con un sonoro bostezo.

- Ya acabé en el baño

Sonrió viendo al lagarto caminar con los ojos cerrados. Tras más de un año de amistad, ya le conocía lo suficiente como para no esperar un saludo de buenos días. “La gata rubia” no era persona hasta que no se daba una larga ducha. Mientras Misty se adecentaba en el baño, él se dedicó a acomodar el maquillaje sobre esa mancha en su rostro. Al acabar, quitó la goma de su cabello y comenzó a alistarlo, o intentarlo pues se le enredaba con mucha facilidad.

Misty salió de su baño con una sonrisa, se acercó al sueco y besó sus labios para después, con una sonrisa, tomar el cepillo y dedicarse a su pelo.

- Siempre he envidiado tu cabello aunque ahora que lo trato – Dejó escapar una de sus risotadas estridentes – Sólo podía ser tuyo, querido.  – Afrodita le miró por el reflejo del espejo y acabó riendo con él.

- No mientas gata  - Así llamaba al menor, el guardián de la doceava casa – Bien que te gustaría tener mis rizos.

Un par de horas después y cuando el sol comenzaba a mostrar sus colores naranjas y rosas, ambos rubios salieron de la habitación del lagarto. Ese sería un duro día de entrenamientos y pequeñas misiones, pues periódicamente, se hacían grupos de entrenamiento para fomentar el compañerismo entre los defensores de la paz. Cuando llegaron al coliseo, la mayoría de sus compañeros ya estaban esperando por su llegada. Ya no era para nadie extraño ver a esos dos juntos, más que eso, ahora cualquiera habría apostado que eran pareja, por lo inseparables que se habían convertido.

Se dividieron en grupos y comenzaron con sus quehaceres hasta que la tarde cayó y la luna asomaba ya en el horizonte.  La cena se realizaba esos días al aire libre, pues así todos los caballeros se podían ver y conversar.  Los rubios, sentados en las escalinatas cercanas al coliseo, cuchicheaban entre risas por lo acontecido durante el día.

- Tengo hambre pero aún falta mucho para la cena – Cortó el pez el silencio momentáneo establecido.

- Mmm... – Pensó el menor – Recuerdo los pasteles que hace Alde – Hizo un ademán con la mano – Él siempre me da los que están más ricos.

- De seguro que se lo sacas colgándote de su cuello, gata  - Rio Afrodita y Misty le acompañó con su estridente risotada.

- Como si tu no lo hicieras con Masky o al cabrito. – Ahora fue Afrodita el que acompañó la risa.

- Bueno… Cada quien tiene sus artimañas. – Se levantó y le tendió su mano para que se levantara el menor.

- Necesitamos una ducha – Fue lo único que dijo Misty antes de aceptar su mano – Ambos.

- Si pero antes vamos a comer algo o me moriré antes de llegar a mi templo. – Recalcó el sueco pues, en verdad, estaba hambriento.

Juntos se encaminaron a cenar con el resto de caballeros. Algunos de los caballeros, se habían encargado de preparar la barbacoa, y para suerte de estos dos, otros prepararon algo más saludable como ensaladas y verduras. No eran dados a la cocina y de haber intentado cualquier cosa, de seguro habrían acabado prendiendo fuego al lugar dónde estuvieran.

- Que rico estuvo todo – Comentó el caballero de Perseo mientras frotaba su barriga. – Aunque un buen postre – Miró al rubio menor – Estaría muy bien en estos momentos. – Sonrió lascivamente a lo que Misty se volteó para cachetear su propia nalga.

- Lo ves pero no lo catarás

Afrodita aguantó la risa que aquello le produjo y siguió al que era su amigo. El menor seguía con la idea de comer algo dulce, por lo que, sin preguntar, tomó la mano del mayor y tiró de él para guiarle al templo de tauro.

- ¡Eh! ¡Espera Misty! – Soltó el agarre y se detuvo extrañado - ¡No voy a ir al pueblo con estas pintas! – Señaló sus ropas, aún, de entrenamiento.

- ¿Estás loco? – Misty abrió mucho los ojos ante ese comentario - ¡No vamos al pueblo con estos andrajos! – Se llevó la mano al pecho como indignado - ¡No estoy tan mal para hacer algo así! ¡Tengo una imagen que cuidar! – Dejó de actuar y sonrió con sinceridad pero un atisbo de picardía – Vamos donde Alde a que nos de algún dulce, con suerte y los ha preparado en la mañana.

Sin mucha protesta, ambos rubios comenzaron con el descenso hasta la segunda casa. Cuando llegaron a la cuarta, entraron sin mucho miramiento, encontrándose con su guardián que acababa de salir del baño, tan sólo con una toalla alrededor de su fibroso y bien formado cuerpo. Misty pareció perder el habla por un segundo pero Afrodita se percató del motivo y es que la toalla del guardián, se aupaba levemente por la parte delantera.

- Será mejor te bajes… los humos – Dijo Afrodita sin miramiento alguno. DM arqueó una ceja y miró al duo.

- ¿Se prestan a bajármelo ustedes? – Sonrió de lado – Se ven apetecibles.

Afrodita cortó la escena, mostrándole el dedo corazón al de cáncer, tomando la mano de Misty y continuando así con su camino, aunque se había percatado de que su amigo la gata, estaba aún pensando en lo visto en el cuarto templo.

- ¿Alguna vez te lo has tirado? – Preguntó el menor sin descaro tras pasar la tercera casa

- ¿A Mascara? – Afirmó más que preguntó Afrodita mirando pícaramente al menor  – En alguna ocasión pero no es… - Pensó cómo decirlo - Del  todo mi tipo. – Sonrió al ver un tenue sonrojo bajo el maquillaje. - ¿Te gustó lo que viste?  

- He visto de mejores – Contestó fingidamente el menor, a lo que su compañero sólo rió bajito sabiendo era mentira.

Continuaron hasta entrar a la segunda casa, aunque obvio fue Misty el que entró pavoneándose hasta llegar a Alde. Afrodita se quedó parado en la entrada, al ver a su amigo colgarse, literalmente, del cuello de ese hombretón y besar sonoramente sus morenas mejillas. Pudo notar como ese grandote se sonrojaba por ese trato y bajaba al rubio con delicadeza y cuidado… Delicadeza que llamó extraordinariamente su atención. Se imaginó a él mismo en esos brazos fuertes, siendo tratado con esa amabilidad con la que veía, trataba a su amigo. Ni siquiera se dio cuenta que ambos estaban viéndole, al parecer algo le habían preguntado.

- Hola – Dijo con torpeza provocando que Misty riera con ganas, sonoramente.

- Como te decía Alde, - Volteó el menor al de tauro, al tiempo que se colgaba de su brazo – Afrodita insistió en probar tus dulces pues le he hablado mucho de ellos. ¿Tienes algo que podamos degustar? – Le hizo ojitos al brasileño, cosa que le hizo sonrojarse un poco más.

- En la mañana preparé unos pastelillos. – Esquivó la mirada de ambos, el segundo guardián – Eran para el pequeño Kiki pero, al parecer, hoy no podrá venir. – Sonrió amablemente mientras guiaba a los rubios a la cocina del templo. – Espero te gusten las frutillas, Afrodita – Habló calmo al que era su compañero de batallas, que caminaba tras la pareja, un tanto aletargado.

- Si – Respondió tímidamente el último guardián. No sabía en qué momento se había cohibido pero la presencia de Aldebarán le imponía cierto… respeto.

No tardó el brasileño en darles un pastelillo a cada uno de ellos. Misty lo saboreó coquetamente pues le encantaba poner nervioso al guardián. Sabía que no sabía decirle que no y eso era un disfrute para él. Volteó un segundo para ver a Afrodita mirando embobado el pastelillo entre sus manos. Nunca le había visto así, como ausente. Sonrió, con una pequeña idea que cruzó en su cabeza.

- Alde, nos vamos – Se acercó de nuevo al grandullón y realizó la misma acción, colgándose de su cuello y besando su mejilla –Afrodita parece un poco indispuesto -  Se acercó a su compañero y tiró de su brazo – Gracias por el pastelillo torito. – Tiró de Afrodita hasta que salieron del  templo, le miró pícaramente y rio sonoramente – Querido! Cualquiera diría que te interesa ese grandullón…

Afrodita miró de mala gana a su compañero, no le había gustado ese tono despectivo para con su compañero de batallas, cosa que le hizo darse cuenta… Algo de ese hombre, había captado su atención cómo nadie lo había hecho nunca. 

Notas finales:

Espero que haya sido de vuestro agrado. Quería disculparme por la demora en contestar reviews pero ahora mismo ando un poco atareada y no puedo dedicarle ese tiempo, aún así MUCHAS GRACIAS por aportar, opinar, seguir, leer y comerntar. Por estar ahí, porque eso es muy importante para mí, pues me recuerda, que aún puedo trasmitir al escribir.

Cuídense mucho, mucho y nos leemos ^^


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