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¿El amor no lastima? 2 por shi san

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Notas del capitulo:

Hallo hallo! a las pocas mina san que me leen gomen por la tardanza u.u

Ya se que he fracasado con este fics ya q no tengo muchos reviews, pero como me he esforzado tanto lo hare hasta el final -.- Y tardare en subir cap nuevo porque no tengo inspiracion... y ademas que estoy haciendo otro fics al que lo estoy tratando de hacer sin tantos errores de orto y demas... -.- ya nisiquiera se por que actualizo, en fin lean

Capítulo 10

Si no quieres llamar a casa

¿Es mejor estar solo?

¿Es mejor empezar de nuevo?

Honestamente no sé qué hacer

¿Cómo puedo llegar ni siquiera estoy cerca de ti?

Tú no me ves

¿Cómo te toco la forma en que se supone que debo hacer?

Tú no me ves

¿Cómo puedo decir que todavía estoy enamorado de ti?

Tú no me ves

No puedo negar que el daño está hecho

Y el momento inocente, se fue

¿Es mejor ocultarlo de ti?

Sinceramente no sé qué hacer

¿Cómo puedo llegar si ni siquiera estoy cerca de ti?

Tú no me ves

¿Cómo te toco la forma en que se supone que debo hacer?

Tú no me ves

¿Cómo puedo decir que todavía estoy enamorado de ti?

No me ves en absoluto

Tú no me ves

Señales antiguas

Despiértame

Se acabó

Pero tal vez es mejor

Es mejor

 

¿Cómo puedo llegar si ni siquiera estoy cerca de ti?

Tú no me ves

¿Cómo te toco la forma en que se supone que debo hacer?

Tú no me ves

Quiero la bienvenida al fin del mundo contigo

Tú no me ves

Y voy a estar a tu lado y bajar con ustedes

Tú no me ves

Me voy a demostrar que todavía estoy enamorado de ti

Tú no me ves

 

Si no quieres llamar a casa

¿Es mejor estar solo?

~You don’t see me / The Rasmus

 

Azul

 

     Ok, nuevo día. Le había llamado toda la mañana al teléfono y al celular personal del señor Amiel y me era imposible la comunicación, Miserere había desayunado conmigo y no le mencione lo de su papá que no contestaba mis llamadas. Era extraño ya que el señor se la pasaba solo en la casa usando el computador o cocinando ya que su doctor le había dicho que guardara reposo tras su operación hacia como un mes y medio.

 

     Por otra parte no me gustaba lo que estaba pasando…

 

—Miserere, ¿Te espero en el estacionamiento para ir a almorzar con tu papá?

 

     Nada… ya íbamos llegando a la empresa y el señor iba sumergido en su mundo ¿Qué rayos maquinaba? Yo ni idea y no le iba a preguntar por cuarta vez la misma pregunta.

 

—Azul, ¿Podrías ir a  almorzar con mi papá sin mí?... estaré muy ocupado el día de hoy. Oh, ten las llaves—Me extendió un manojo de llaves.

 

     Su voz era sería, caí en la cuenta que hoy sería el encuentro con su esposa, yo no podía decirle nada porque soy el amante.

 

     El auto estaba siendo estacionado…

 

—Tranquilo, nos vemos— Salí rápidamente del auto. Sentía una furia espantosa dentro de mí.

 

—Azul, lo siento— Logre escuchar a lo lejos, no debí haber escuchado aquello porque mi alma se sentía en un hilo.

 .

.

.

 

     11:45 am Y esa hora en mi computador significaba el ir acomodándome para salir a comer.

 

—Azulito, vamos a comer — Sonreía mi jefe con todo y resplandor.

 

—Lo siento pero tengo que ir a ver al señor Amiel— Resople, no había salido en lo que iba de día del taller, salir y encontrarme con alguna sorpresa me causa temblor del malo.

 

—¡Perfecto! Entonces vamos

 

—Ah ¿Cómo dice?— La verdad es que yo estaba en las nebulosas y ya caminando en el pasillo cuando encontré a mi jefe colgado de mí brazo.

 

—Que vamos a ir a almorzar con Amiel ¿No? Tengo tiempo que no lo veo y me agradaría verlo de nuevo— Sonrió.

 

     Asentí, quizás su ánimo me ayudaría a mí y a al señor.

.

.

.

     Al menos me había ahorrado en taxi porque Carlos tenía un hermoso deportivo rojo Ferrari y yo ni una bicicleta.

 

—Azul, que tenga un buen provecho, siempre he dicho que el señor Amiel cocina muy bien— Sonrió el vigilante trigueño muy amable en la caseta de vigilancia.

 

     Y así habíamos llegado, después de pasar la caseta unas dos cuadras atrás, tocamos el timbre…

 

     1, 2, 3 Hasta 7 veces y aun no salía nadie. Y yo sabía que allí estaba Amiel y también el escolta, ese extraño chico.

 

—El rubio odioso pero sexy ese, no te dio una llave o algo, los vi llegar juntos— Bufo de manera melodramática el más alto de camisa tres cuartas azul de mini cuadritos.

 

—S-sí, me dio unas llaves— Las saque del bolsillo de mi saco gris ligero.

 

     La cerradura de aquella fuerte puerta de madera roble oscura cedió tras dos giros de la llave más grande y extraña.

 

—¡Señor Amiel! Buenas ¡somos Azul y Carlos!

 

     Carlos con sus alaridos solo me hacía suponer que el señor no se encontraba pero algo me decía que no podía ser, porque su apartamento anterior ya no estaba a su disposición aunque claro, existen hoteles.

 

—Ay Azulito, yo creo que el señor no está— Carlos hacia un gesto triste al entrar a la cocina conmigo fue cuando sentí como si alguien nos vigilaba, voltee y no había nadie.

 

—No Carlos, si esta. Ayer él se la paso muy mal porque tuvo una discusión con el señor Franchesco. Vamos a su cuarto

 

     Subimos rápidamente aquellas escaleras de madera con alfombra beige en medio, tenía miedo de que estuviera tan triste que le hubiese pasado algo y más que esa extraña sensación de que algo nos observaba me tenía inquieto.

 

     La puerta cerrada. Suspire.

 

…Toc-Toc-Toc… Una y otra vez.

 

—¿Está bien? Es Azul, señor

 

—Señor tranquilo, es Azul y Carlos

 

     Tome de la perilla y la gire, para mi sorpresa la cerradura cedía con bastante facilidad.

 

     Abrí… y allí sobre la cama se hallaba alguien con un suéter que le dejaba descubierto uno de sus hombros, se sujetaba las piernas meciéndose casi imperceptiblemente.

 

—¡Amiel!— El grito que mando el moreno me había hecho salir de mi trance.

 

     Corrimos hacia él, Carlos tomo iniciativa enviándome una mirada y poco a poco le quitaba las manos de las piernas abrazadas, el moreno continúo lentamente y yo mirando aunque percibía cierto olor característico de una persona amanecida de alcohol.

 

      Mi jefe fue alzándole el rostro y como el suéter era bastante holgado se dejaba ver el cuello que estaba súper moreteado ¿chupones? Y su rostro rojo como un jitomate.

 

—A-Azul… — Dijo el señor castaños alejando las manos de mi jefe para mirarse sus manos.

 

—M-me acabo de levantar… Azul, no sé… qué pasó y m-me siento extraño— Su voz se hallaba entrecortada y pude ver como se llevaba las manos de bajo de las frazadas cuando abrió sus ojos y se aferró a las cobijas.

 

     Los tres nos quedamos en silencio…

 

—¿Esta bien, señor Amiel?— Todos giramos hacia esa voz profunda y seria.

 

      Era ese chico…

 

—L-Leonard… Azul, Carlos ¿me podrían dejar solo unos momentos? Y-yo ya bajo— Dijo despacio Amiel como perdiéndose en sus pensamientos sin dejar de lado su amabilidad.

 

—Cocinaremos algo, así que tome su tiempo— Dijo Carlos tomándome del brazo y sacándome de allí mientras ambos nos percatamos que Leonard no había salido.

 

Amiel

 

…Ding-Dong…

 

…Ding-Dong…

 

     Escuchaba el timbre de lejos, muy lejos…

 

    Me levante poco a poco siéndome con punzadas en todo el cuerpo y mi cabeza estaba que me explotaba. Me removí un poco para sentarme bien abriendo los ojos pesadamente sentí aquella sensación de dolor intenso pero si Franchesco se había ido, yo me había puesto a tomar desde las diez de la noche. Tenía miedo, así que abrace mis piernas.

 

—Quiero ver que tanto lo llene—” Mis recuerdos eran bastante borrosos y hacían doler mi cabeza, pero lo real era que había estado con alguien, con Franchesco ¿Si?

 

—Lo voy a destrozar si no me detiene, señor—” Me sonroje escuchando aquel vago recuerdo…

 

    Me sentía mal tanto física como emocional y además me sentía ciertamente confundido.

 

—¿Está bien? Es Azul, señor— Oí aquella voz y se me vino la llamada de mi hijo, donde me decía que él y Miserere vendrían a almorzar hoy.

 

     ¿Qué hora era?

 

—Señor tranquilo es Azul y Carlos

 

     ¿Carlos? Ah sí, el amigo de Miserere.

 

—¡Amiel!— Oí ese grito de lejos, pero me sentía como zombi.

 

     Sentí como Carlos me miraba dulcemente y me quitaba las manos de alrededor de mis piernas.

 

—A-Azul… — Logre decir mirando al mencionado y quitando lentamente las manos de Carlos sobre mis manos.

 

—M-me acabo de levantar… Azul, no sé… qué pasó y m-me siento extraño— Si, tenía temor metí mis manos por debajo de las cobijas y abrí los ojos impacientándome…

 

     Estaba desnudo.

 

—¿Esta bien, señor Amiel?—  Era…

 

—L-Leonard… Azul, Carlos ¿me podrían dejar solo unos momentos? Y-yo ya bajo— Dije pensando inultamente en la noche anterior.

 

—Cocinaremos algo, así que tome su tiempo— Tras oí el sonido de la puerta cerrándose, dejándome con alguien, con ese chico de ojos grises.

 

     No lo sabía pero se iba creando una atmosfera de acústica armoniosa que no me llenaba.

 

—No se atormente… yo me hare cargo de todo— Por primera vez vi en él una mirada algo desorganizada.

 

—T-tú te quedaste anoche de guardia, me podrías decir qué paso, n-no recuerdo muy b-bien— Abrí los ojos al máximo sin mirarlo.

 

—Tengo sueño Leonard—”

 

—Quiere que le diga la verdad o solo…— Su voz me hacía sentir vergüenza y frio.

 

—¡La verdad!— Sonreí, temiendo la estupidez que había cometido a estas alturas de la vida y además con quien.

 

—En la madrugada usted estaba muy bebido y cuando lo vine a dejar en su habitación tuvimos sexo, supongo que fui yo el culpable, por favor notifíqueselo al señor Miserere para que elija lo que hará conmigo— Sus palabras eran templadas y seguras.

 

—Ahhh… Leonard—”

 

—Lo siento…— Le dije.

 

—¿Disculpe, señor?

 

—No necesitare de que me cuide más, yo me iré así evitamos muchas cosas y no estarás en problemas

 

—No tiene que hacer eso, yo fui el culpable

 

     Me baje con cuidado y di un paso hacia el baño cuando me sentí sujetado por el más alto, quizás estaría muy vulnerable pero necesitaba esa atención, deje que me dejara hasta la puerta del baño.

 

     Una vez que cerré la puerta, recordé lo del almuerzo.

 

—Leonard, dile a los muchachos que ya bajare, que estoy en el baño por favor

 

     Quizás y ese niño ni sentiría nada por mi… tan amable se veía y yo no quería ser la razón por un regaño o algún castigo severo.

.

.

.

 

     Salí del baño previamente ya secado, tome un suéter marrón porque si tenía frio, me vestí adecuadamente. Cuando me dirigía a la puerta sentí una presión, tenía pena. Pero de igual di vuelta a la manilla para salir.

 

—Señor, no se vaya. Yo no lo instigare, yo estoy a sus órdenes puede hacer conmigo lo que quiera pero no se vaya, me cae muy bien y quiero protegerlo de las personas peligrosas que andan tras la presa de su esposo. Perdone mí atrevimiento— Bajo sus ojos de grises de mí provocando que algo dentro de mí quisiera subirle el rostro para abrazarle.

 

¿Es mejor estar solo?

¿Es mejor empezar de nuevo?

Honestamente no sé qué hacer

¿Cómo puedo llegar ni siquiera estoy cerca de ti?

Tú no me ves

~You don’t see me / The Rasmus

 

—E-está bien— Le sonreí —No te daré problema y gracias por preocuparte

 

     1, 2, 3, 4 Pasos para ir llegando a las escaleras, una voz me detuvo por un momento.

 

—Cuando llegue aquí… me pareció muy buena persona, honestamente usted me atrajo. No supe que hacer durante todo este tiempo y anoche usted me dijo que le detuviera el malestar que estaba sintiendo y yo…

 

—Ya… no es correcto, debemos seguir como si nada  hubiese pasado, eres muy apuesto estoy seguro que después encontraras a alguien adecuado para ti— Seguí mi camino.

.

.

.

 

Azul

 

—B-bueno días— Dije abriendo la puerta de la oficina del presidente, mis mejillas algo coloradas pero solo por un poco de molestia.

 

Recuerdo

 

—¡Azulito!— Canturreo fuerte mi jefe desde su sillón sacándome de mi ensimismamiento.

 

—Deja de fruncir el ceño que te hace ver cómico y para nada lindo, envejecerás— Musito muy bajo lo último.

 

—Y-yo, yo solo estoy trabajando

 

—Exacto, en fin, ve a llevarle esta carga de documentos al presi´, son los listados que pidió sobre el presupuesto máximo del próximo proyecto del taller, lo digitales ya se lo envié pero como ya imprimí estos…— Carlos se levantó de su silla, tomo la hoja que estaba recién imprimiéndose, la coloco en una de las tres carpetas verdes traslucidas y me las dejo al frente de mi escritorio.

 

—Recuerda este dato importante ¡fruncir el ceño solo te hará arrugar antes de tiempo!

 

     Me sentía realmente molesto ¿Por qué no iba Grecia?

 

Fin del recuerdo

 

—Oh Dios, pasa Azulito

 

—Presidente, deje de llamarme así, mi nombre es Azul Hernández— Me le acerque pero solo con la intensión de tirarle las carpetas en el escritorio.

 

—Azul— De sus labios salió un largo suspiro ¿Quizás ya lo estaría cansando? —Mírame cuando me hables

 

     Pues, sí le estaba cansando sería mejor que me alejara de él, aunque pensar en eso hizo tornarme rojo de miedo.

 

—Aquí están las carpetas con el presupuesto que pidió del taller, y ya se los enviamos a su computador, hasta luego— Di media vuelta escuchando perfectamente como el rubio se levantaba de su silla tras su escritorio de cristal.

 

…¡Tap!… Justo cuando iba abrir la puerta sentí como Miserere me tomaba desde atrás y me acorralaba en la puerta la cual volvía a cerrar automáticamente.

 

—No, no lo hice con ella…— Me susurro al oído, tan cerca que me erizo la piel así que luché pero de igual me detuvo.

 

—La emborrache tanto que a la final se quedó dormida y te extrañe toda la noche— Eso no me hacía sentir ni bien ni mal.

 

      Me rendí y con eso me sentí dos lágrimas…

 

—¿Por qué estas…?

 

—Yo, y-yo solo soy tu amante… y yo no sé qué hacer

 

…Click… Escuche como aseguraba la puerta.

 

—Solo no me dejes, pronto seremos totalmente felices como pareja

 

     Sus manos comenzaron a deslizarse por debajo de mi camisa, y sus labios lamieron mis orejas hicieron desconectándome del dolor y la duda al instante como si fueras caminando por una calle y notas que hay una nueva panadería con ricos dulces y te desvías del camino en que ibas.

 

—Te lo prometo

 

     Sus manos eran más rápidas para bajar e introducirse a través de mi ropa interior para apretar mi flácido miembro de manera arrítmica y gustosa, y con solo su toque podía encenderme.

 

—Ahhh, y-a, la oficina… no perderé el trabajo por esto— En conjunto iban mis palabra mi cuerpo no demostraba lo que decía, ya que en al menos unos 5 minutos ya estaba muy excitado.

 

—Como tu jefe… si no accedes, si perderás tu trabajo— Su picardía salía a relucir.

 

—¿No me digas que se lo dices a todos?— Mi voz salió lastimera y note como su cuerpo se preocupó.

 

     Sonreí sin que me viera.

 

— !Te amo solo a ti!— Me alejo y miro mi gesto de gracia.

 

—Te gusta jugar conmigo, que cruel— Expresó sonriendo ampliamente mientras sentía la presión contra la pared y contra mi miembro.

 

     Él y su maestría para despojarme de todo excepto de mi camisa beige. De un momento me llevo a su escritorio montándome, para besar mi cuello mientras me le guindaba del suyo, gimiendo despacio por tantas sensaciones que me recorrían, como la necesidad de estar con él, las dudas disipadas y la constante esperanza afianzada de a instante.

 

—Ahh… Miserere— Me erguí sintiendo claramente como me venía en su mano con aquel líquido algo espeso.

 

      Su tacto bajo un poco más lo que hizo que subiera mis caderas para dejar entrar sus dedos en mí que hacían movimientos de tijeras, haciéndome retorcer de aquel fastidioso dolor.

 

—Estas siempre estrecho… sabes que pasara y vendrá lo que nos gusta  a ambos— Su voz me hizo relajar.

 

     Ya sus dedos daban en un punto que hicieron hincapié en mí, aferrándome más al rubio. Sus dedos salieron de mí al instante para ir a buscar algo más grande.

 

—¡N-no! ¡Ah…!— Jadee dolorosamente sintiéndome desvanecer en sus brazos y me di cuenta que lo amaba muchísimo ya que siempre esperábamos para acostumbrarme al sentir.

 

—Miserere, muévete… ah— Me agarre de él cerrando los ojos fuertes ya que sabía lo se me iba a venir.

 

—¿Miserere?

 

—N-no te quiero hacer daño… ¿Has escuchado aquello de; si te ama, te esperara?

 

    Y allí su risa sincera, por eso asentí y me apegue a él… su mano fue lentamente acariciando mi miembro.

 

      Sus embestidas iniciaban tan veloces que me hacían jadear de manera desigual y al mismo tiempo me veía obligado a bajar el volumen de mi voz.

 

—Así es, baja un poco más tu gemidos— Sonrió irónicamente, ya que sus arremetidas eran más salvajes.

 

      Sentí como sus movimientos se descompensaban en unos rápidos y otros lentos, luego se vino en mi interior tensándose y tensándome a mí también, mientras que un poco de líquido salía de mi miembro.

 

     De la garganta de Miserere salió un ronco gemido que opaco al mío…

 

—No lo sentí antes pero esta posición es cansona… Azulito, siento haberte cogid…

 

—¡Cállate! No digas eso— Le calle de inmediato colorándome indefinidamente.

 

—Lo siento, jajaja bueno es que te ves tan lascivo de esta manera que me dan ganas de volverte a cog…

 

—¡Cállate imbécil!— Lo empuje sin embargo me volvió a atrapar para jugar un poco más.

 

—Ahí… no, ya basta... ¡Allí!— Gemí perdiéndome en una nueva oleada de placer, incomodo por la posición pero no le quitaba lo placentero.

.

.

.

 

Notas finales:

Siento la tardanza y bueno tardare un poquito mas en subir nuevo cap. Beso! ~chu


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