Capítulo 9
Estoy cerca de ti
Tú no me ves
Puedes sentirme
Estoy más cerca de cerrar
¿Le duele?
¿Le quema?
Sabe usted¿Qué ha perdido?
¿Tienes miedo de la oscuridad?
Ahora que está ido
Todo lo que queda
Es el fantasma del amor
Desde la profundidad, en mi mente
Oigo las cadenas
Del fantasma del amor
…
~Ghost of love / The Rasmus
Miserere
—Vaya, que bien que estemos reunidos todos— Sonreía hipócritamente Andybell Vasiliev desde la mesa de juntas de cristal, en su empresa.
La cuestión era que mi padre había lanzado una reunión de asociaciones económicas principales del país en las que recaían la familia Vasiliev, Kosovo, Xion y Klaus. Por votación normal, se dio la reunión en la empresa de la Orden V.
Y extraordinariamente todos los líderes tenían a sus primogénitosa su derecha…
Y no logre evitar preguntarme en silencio… ¿Cómo demonios se podían reunir gente tan importante en un solo lugar? Definitivamente esta reunión sería un blanco fácil de esos tipos que siempre quieren quebrar por medio de algún secuestro o extorsión a gente de tanto dinero y poder.
Mientras, yo hacía un repaso mental de las personas presentes.
Niara Kosovo de Sir, tenía a su lado a su hijo Miguel Ángel que lucía un poco más blanco de piel que su madre, con traje gris ejecutivo con un corte de cabello castaño oscuro muy bajo y limpio.
Estaba Andybell Vasiliev con uno de sus gemelos; Marcel quien se veía muy serio y responsable a pasar de ser uno de los más jóvenes con camisa blanca y saco marrón, sus cabellos castañosclaros se veían un tantobatidos y con unas gafas de escasa montura plateada que guardaban detrás unos ojos grises.
Por su parte, Licer Xion tenía a su hija Grisel, una morena muy clara de piel, de baja estatura con cabellos negros largos y ondulados. La chica usaba un vestido corto rosa pálida con lazo negro a la cintura que la hacía ver un poco adolescente.
Y de ultimo yo al lado de Franchesco.
—Disculpen la pregunta pero… por qué si estamos en problemas con gente que quiere robar poder económico ¿Por qué reunirnos todos en un lugar? Sabiendo que podríamos ser un blanco fácil— Pregunte mirando gente al azar.
—Simple, los Vasilev tenemos a disposición buenos escoltas, son profesionales— Respondió Marcel claro y conciso mirándome de reojo.
—Sí, Franchesco no ha querido que nuestros escoltas estén pendiente de su familia como tal ya que no le pareció importante y además de que no quería mezclarse con asesinos a sueldos, pero allí cayó en un fatídico error, sin darse cuenta, hace dos días arremetieron con su esposa en la calle— Decía Andybell de brazos cruzados.
—Lo que es muy posible que no tarden en atacar a Amiel, incluso a ti; Miserere— Entrecerró sus ojos con superioridad.
Esto era lo que me faltaba… demonios, vaya que odiaba todo esto es decir; jamás había pasado por algo similar.
—Un altercado se vio con Grisel pero gracias a sus escoltas está sana y salva— Sonrió el rubio mayor a la muchacha quien le sonrió también amablemente.
—Sí, y como la situación se ha vuelta extraña y peligrosa quiero hacerte petición de unos cuatros escoltas, Vasiliev— Dijo el pelinegro de piel alabastrina.
—Ok, están listos pero hay alguien a quien quiero presentarle a Miserere, es uno de los escoltas que me acabas de pedir. Él es en particular muy bueno, y además que el existe solo para proteger a mi otro hijo biológico, a ti Miserere— Al terminar aquel discurso el señor Vasiliev, de repente veía sobre mi hombro y yo ya había notado de repente una presencia.
—Buenos días, señor Miserere Klaus, mi nombre es; Leonard Lessa— Voltee a velocidad normal percatándome que un chico como de 1 80 cm estaba tras mío.
En un segundo vi como apoyó su rodilla al suelo y con unos ojos grises achinados me miraba seriamente mientras su piel lechosa, no exageraba con los musculo que tenía pero se le veía muy fuerte mientras ligeros mechones cual azabaches le acariciaban su rostro.
—Oh, ¿Debo agradecerle algo, quizás?— Me dirigí al rubio de barba quien me miro con ira y echo su vista hacia otra parte.
—Solo debes agradecérselo a tu padre fallecido, es todo— Se acomodó su corbata tratando de calmarse.
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Imbéciles, todos imbéciles… esa reunión me pareció mas bien como un concurso de ver que sucesor tenía más autoridad, desde luego que gane yo.
—Pensé que ya te habías ido con tu padre—
—No, tenía sed y me detuve a tomar agua o ¿Acaso debo pagar algo por beber el agua de su empresa?— Sarcasmo era lo que salía de mí.
—No te portes como un malcriado… bueno, me asombro el poder que tienes para dominar cosas, eso sí debieras de agradecérmelo, esa parte la heredaste de mi—
—¿Gracias?— Mi semblante desde luego no tenía ni mísera seña de cualquier emoción.
—Por otro lado, sé que Franchesco no te crio con la obligación de mantener relaciones con personas oscuras pero esto es necesario, trata de tener una buena relación con Leonard es alguien que es de pura confianza y de hecho hice que mi secretaria te enviara un informe completo sobre tu nuevo empleado. Chicos los dejo que pasen buen día—
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—Ok, a ver… lo lógico es colocarte un horario, básicamente estarás a mi lado todos los días y cuando no halles peligro te podrías dar tus horas libres. Mi esposa tiene escoltas, pero sí hay alguien a quien quiero que vigiles de vez en cuando— Sonreí mientras iba manejando.
—¿Se podría saber al menos el nombre mientras tanto…?—
—Si Leonard, su nombre es Azul—
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Y así había llegado un lunes libre ya que mi “esposa” tenía varios importantes desfiles de moda en Paris.
Había llegado a casa porque ya era de tarde y quería cenar con Amiel… pero me encontraba con el llanto con un bebe.
—Yo no tengo nada en contra de ese bebe Franchesco, pero lo lógico es que yo me vaya, tu esposa no le gustaría— Amiel venía con dos maletas rodando desde la sala.
—Vente y ya basta— El de ojos verdes aun con su traje intacto de ejecutivo tomaba a un Amiel indefenso de la cintura y lo sujetaba con ambos brazos.
—¡Franchesco suéltame!— El castaño claro se removía pero no podía zafarse.
—Vamos cariño… no te molestes— Franchesco le susurraba al oído a mi papá.
Me rasque la nuca un poco incómoda por la situación aunque vi como mi escolta se cruzaba de brazos.
—¡Ya basta!— Se molestó de verdad Amiel liberándose.
—Miserere, Leonard vamos a cenar para que así me lleven a mi apartamento— Y así sonrió cándidamente mi papá haciendo de cuenta que nada de lo anterior había ocurrido.
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Al terminar de comer ayudamos a Amiel con sus maletas pero a subirlas de nuevo y a otra habitación lejos de Franchesco, la verdad es que esta era su casa y yo ya me había encargando de pasársela a su nombre, desde luego Franchesco estando de acuerdo con eso.
Amiel
Ese llanto tan tierno no me molestaba en absoluto pero me hacía sentir inseguro y culpables, su madre debe estar en un lugar horrible y extrañando a su bebe. Incluso logre entender de una vez por todas que me debía de alejar de Franchesco, su bebe merecía a su mamá y a su papá juntos y no con el relajo de alguien interponiéndose en el medio.
Ya eran como la una de la madrugada, yo seguía sentado en esa ventana grande meditando por así decirlo cuando de repente vi una sombra en el jardín y me asuste desde mi ventana dando un brinco hacia atrás.
Alguien me había tomado con cuidado y me paralice.
—Tranquilo señor, esa sombra es de su escolta dando la ronda nocturna de rutina— Esa voz…
—¿Leonard? Me asustaste ¿Qué haces aqui?— Pregunte alejándome e ir a sentarme cerca de la ventana.
—Una vuelta nocturna…— instantáneamente pude ver sus ojos bajarse.
Sonreí divertido porque a pesar de lo que me había contado Miserere que él era prácticamente un asesino a sueldo leal, eso no le quitaba que era un chico de 21 años, la misma edad que Miserere.
—Mientes— Suspire pensando en cómo rayos sus padres dejaban que su hijo llegara a tal etapa y a órdenes de los Vasiliev.
—¿D-disculpe señor?— Se puso nervioso mientras yo le veía a los ojos desde abajo, con los brazos cruzados.
—Bueno, es solo que me intrigo verlo a esta hora despierto y quería… olvídelo disculpe la interrupción, buenas noches— El chico se dio media vuelta dispuesto a irse.
—Bueno, buenas noches y te cuides también— Sonreí.
—Usted esmuy amable y buena gente señor Amiel…— Dichas esa oración salió trancando la puerta con cuidado y no pude evitar esbozar un gesto de felicidad por su confesión hacia mí.
Era extraño pero desde que me lo habían presentado me había caído muy bien a pesar de su realidad, la realidad de ser un asesino.
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Azul
A veces quisiera que Miserere dejara de ser tan inestable y me dijera que pronto terminara con ese casamiento pero nunca lo hace y si le pregunto, simple y me contesta que debemos esperar.
Ya vamos para 4 meses y aunque somos felices no puedo sacarme de la mente que yo no soy el casado con él sino una súper modelo que no se la pasa mucho por aquí por su trabajo.
Los “Click” del taller en donde trabajo no paraban ya que teníamos lo anuncios publicitarios que serían lanzado para el mes venidero.
—Azulito— Canturreo mi nombre mi jefe.
—Bueno, público en general. Las invitaciones para el lanzamiento de “Ice spring” estan listas solo queda imprimirlas, arreglarlas y enviarlas por correo— Sonrío espléndidamente refiriéndose a la fiesta que habíamos estado planeando extra de todo el trabajo.
Vi el reloj y ya era hora de salir, esas invitaciones yo ayudaría a hacerlas pero serian para mañana ya que en verdad quería irme a casa.
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—Oh, llegaste— Me alegre al ver a Miserere entrando por mi puerta con su bolso de trabajo en mano.
—Buenas noches, veo que ya tomaste una ducha—
El rubio alto cerró la puerta y se dirigió hacia mí para besarme unos minutos dulcemente.
—Yo también me duchare, mi Azulito— Me tomo de las caderas y siguió besándome hasta llegar lentamente al cuello, ya eran unos meses de noviazgo pero aún me ponía súper nervioso.
—Ya Miserere, ve para que vengas a cenar y ¡deja de llamarme “Azulito”!— Me solté.
—Está bien, está bien ¡Azul!— Me guiño un ojo antes de entrar al cuarto.
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Al terminar de cenar la ensalada de arroz y vegetales con atún, fuimos a lavar los platos, yo lavaba, él secaba.
—Miserere…— Lave el ultimo plato que quedaba para fregar.
—¿De verdad no te has acostado con ella?—
Y ahora era que venía a preguntar yo, y ahora me venía a dar de cuenta que en su luna de miel Miserere pues, claro que probaría a su esposa por “conveniencia”. ¿Por qué rayos pregunte?
Un silencio se interpuso entre ambos para luego escuchar un profundo suspiro.
—Te amo… sé que no es la respuesta que querías pero creo que las cosas estan bien así—
—Con “bien” quieres decir que nuestra relación anónima siga funcionando sin que nadie se entere— Wow, se sentía incómodo todo esto.
—No es así, la realidad es que pensé que podía manejar la situación con ella pero es una mujer muy… terca y además me tiene en sus redes por los tratos que tienen nuestras corporaciones. Tenemos suerte de que se fue por su trabajo pero no tarda en regresar y exigirme que me vaya a vivir en el departamento que compramos— Esto solo era una realidad.
—Desde el punto de vista que tú quieras verlo, yo soy tu amante ¿No es así?—
Solo recibí silencio que la verdad me decía que yo era el único culpable por aceptar aquella propuesta, incluso Miserere no tenía la culpa porque él había propuesto y yo había aceptado de algún u otro modo.
Vi como él se alejaba a acostarse…
Estábamos acostados, con las luces apagadas y realmente yo no lograba conciliar el sueño. Estaba algo decepcionado pero si me ponía a examinar la situación el solo tener a Miserere cerca de mí me hacía tan feliz pero cuando recuerdo lo de él y su casamiento, todo se me viene en tristeza y miedo.
~Tono: Trapped / Dead By April… ¡…!
Sonaba un celular o eso era lo que lograba percibir desde haber estado durmiendo en plena madrugada.
—Alo…— Contesto como al segundo repique un soñoliento rubio que se estrujaba los ojos.
—Ok, ya estaba al tanto de eso… ¿Amiel como lo dejaste?— Luego Miserere hizo una pausa como escuchando lo que le decían a través de la comunicación.
—Está bien… al menos se fue sin decirle tantas cosas, Henri no se ha apartado de mi alrededor además que me reporto un mal movimiento pero fue en la mañana y nada grave, quiero que vigiles a Amiel porque a él pueda que lo tengan en la mira ahora que dieron libertad a Clara… Chao— Se despidió rascándose la cabeza.
—M-Miserere ¿Está todo bien?— Él ya me había dicho que me anduviera con cuidado por si a las moscas pero…
—La esposa de mi papá fue dada en libertad y al parecer Amiel y Franchesco tuvieron una discusión, así que mi padre se fue con Clara y él bebe. Amiel dijo que eso era lo mejor pero… ¡tsk!—
—Tranquilo, el señor Amiel es muy fuerte, el estará bien. Mañana podremos ir a almorzar con él—
Lo abrace a lo que él correspondió mi abrazo.
Amiel
Sentía mucha soledad. El reloj de la cocina daba las 2:00 de la mañana y ya iba acabando la segunda botella azul transparente de cacique blanco, recordar que aquí comenzó mi vida de casado con él… en fin, el licor que tanto le gustaba a Franchesco yo me lo estaba tomando. Yo, en el suelo frente a la luz que provenía de la nevera abierta porque todo lo demás estaba oscuro pero de vez en cuando se escuchaban los lloriqueos que salían furiosamente de mí.
—Señor Amiel, es mejor que venga a acostarse—
—No… ¡No es mejor Leonard! Y ya sal de una vez, no me gusta cómo te la pasas escondido vigilando todo lo que pasa— Sonreí viendo la botella vacía y la botella que ya le faltaba poco por terminar.
—¿Sabes? Soy un imbécil… ah Franchesco me dijo que eres un asesino a sueldo y sí te pago para que me mates, te podría dar todos mis ahorros, incluso esta casa— Al terminar lo último no pude evitar sentirme mal emocionalmente y comencé a llorar.
—Lo siento Leonard, no fue mi intención, eres un muchacho que no me ha dado ningún motivo de pensar mal de ti… Lo siento, lo siento— Mi voz se escuchaba un poco confusa y mi llanto se intensificaba más y más…
Hasta que sentí como me cargaba con tacto y cerraba la puerta de la nevera.
—E-está muy o-oscuro… te puedes caer Leonard ¡yo no quiero que te lastimes por mi culpa!— Me removí sintiéndome flotar de tanto alcohol que había ingerido que me dio risa.
Pero con lo que me removí solo logre que el de cabello negro me cargara de una manera más segura, sujetándome mejor.
…Clac… Una puerta se abrió y se volvió a cerrar.
—Jajaja no sentí las escaleras ¡eres muy fuerte Leonard!— Sonreí divertido cuando me deposito en la cama pero así como reí al instante lloriquee un poco.
—¿Se siente bien?— Me dijo aquello mientras sacaba mis zapatos y mis medias.
Solo movió de un lado al otro mi cabeza, no estaba bien, a pesar y el grado de alcohol que tenía mi cuerpo, mi corazón me hacía sentir tan solo y deprimido pero algo me decía que quería sonreír, burlarse y no llorar para que parara ya de doler.
—Leonard… ¿sabes cómo hacer que este dolor se detenga?— Sonreí mientras sabia como lagrimas cálidas salían de mis ojos.
Vi sus ojos grises iluminarse cálidamente, esome hizo sonreír aún más divertido, ¡vaya que tenía lindos ojos! Al instante ya no veía sus ojos, solo sentía un par de brazos fuertes rodeándome y apretándome un poco.
—Yo si se cómo se detiene ese dolor que tiene pero será solo por unas horas hasta que despierte mañana— Escucharlo hizo que entrecerrara mis ojos molesto para limpiarme con las mangas de mi suéter gris mi rostro.
—¡No tengo sueño!— Le dije alejándome de su abrazo.
—No, no va a dormirse tan pronto Amiel— Sus ojos se acercaban peligrosamente hacia mí y yo solo quería que no se pararan.
Un beso, él me estaba besando despacio pero como yo no lograba percibir lo que pasaba realmente, deje que se adentrara y comenzara un beso apasionado que hacía que mis brazos se colgaran de su fuerte cuello.
Sus manos se metían sigilosas a manosear mi vientre y mi pecho para luego bajar y sin darme cuenta quitándome los pantalones incluyendo ropa interior y su camisa para percibir de alguna u otra manera su definido torso lo cual no me molesto mucho porque me sentía acalorado. De un momento me tenía sobre todas esas almohadas para besarme hasta el cuello mientras me despertaba manualmente allá abajo.
Yo abría poco a poco mis piernas, conjunto pasaba eso me sentía caer hacia un abismo al que quería caer más olvidándome de todo, sin saber que había en esa habitación ya que solo la luz de la luna entraba por la única ventana que estaba allí. Su mano tomaba mi erección y la recorría de arriba para abajo atrapando la punta y hacerlo con fuerza, haciéndome remover de la intensidad, cuando paró de besarme en los labios un hilo de mi saliva se iba con él. Me subió el suéter sin quitármelo, a pesar del frio que hacia él hacía aplacarlo con su calor. Todo era extraño e irreal.
—¿Estaré soñando?— Pregunte entrecerrando los ojos con placer porque él seguía allá abajo con esa actividad que al instante…
—¡Ahh! Oh…— Me había venido en su mano viendo como el alzaba su mano y la lamia eróticamente, no pude ocultar un nuevo jadeo.
—Sí, si estas soñando— De sus labios finos y enrojecidos por haberme estado besando tanto, sacaba una sonrisa que me estremecía.
Había bajado un poco solo para besar y succionar mis tetillas como si fueran un dulce. Su mano viscosa por lo anterior estaba siendo adentrada en mi orificio cuando me estremecí dando un gimoteo de nuevo…
—Ahhh… Leonard—
Sus dedos ya me habían dilatado lo suficiente porque yo ya sentía la necesidad de tener algo dentro y rápido.
—¡Ya! ¡Hazlo!— Dije en un tono de placer ciego.
—Lo voy a hacer mío, señor Amiel— Se oía ronco.
—¡Oh Dios!— Ya estaba hecho, él estaba dentro mío sin tantos rodeos.
Y sin esperar nada, inicio sus arremetidas en mí una y otra vez sin parar, estando manoseándome las tetillas y todo mi cuerpo dándome de vez en vez besos. Mis brazos en su cuello hacían que me susurrara lo excitado que estaba…
—Lo voy a destrozar si no me detiene, señor— Su enronquecida voz me hacía acelerar.
—Quiero que estés satisfecho, no importa si te detengo o no ¡A-Ah… ah!— Jadeaba, le besaba el rostro y a veces lograba a atrapar sus labios para morderlos un tanto.
Ya me había retorcido porque me había venido por segunda vez en nuestros abdomen, aunque él seguía con el vaivén que se incrementaba mientras yo respiraba agitadamente y dejaba que el siguiera. Al tiempo pasar y hacerme delirar sentí esos movimientos irregulares de su parte haciéndome gemir y así a los minutos sentir algo caliente dentro de mí, me llenaba por completo.
—Es delicioso, me gusta tanto señor Amiel— Me decía aquello al salir lentamente de mí, haciéndome remover de lo sensible que estaba allí.
—Quiero ver que tanto lo llene— Me decía sugestivamente aquello bajando su mirada a mi entrada.
—Tengo sueño Leonard— Masculle al rato, sintiendo como me acurrucaba las frazadas y él.
Dormí, caí dormido sin poder decir nada más, sin poder decirle lo que me había gustado. Sin poder procesar que aquello había sido real y no un sueño loco producto del alcohol y el dolor que había emanado mi corazón al haberle dicho a Franchesco que lo más lógico y lo correcto es que él se fuera con su esposa y su hijo obviamente dejándome de nuevo y en definitiva.
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