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El Cuartel del Metal por HitchNoDanna

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Notas del capitulo:

¡Qué onda! Como siempre reportándome con nuevo capítulo de "El Cuartel del Metal". Como siempre quiero agradecer a quienes se toman unos minutos para dejarme un review, ya que de cierta manera ustedes definen el curso de la historia.

Por mayoría de votos –en Fanfiction.net, ya que aquí casi ni recibí comentarios, XP– he decidido seguir el fic con la pareja Egoísta. Antes de que comiencen a leer esta entrega, léanse el capítulo 6, ya que la historia se desarrollará en el mes transcurrido desde que Misaki se desmayó en El Cuartel del Metal hasta cuando fue su beso con Usagi.

Capítulo 10: La plumilla de Nowaki – Parte I

 

Terminaba de ducharse para iniciar otra jornada en la universidad. Más tarde se preparaba un pan tostado con jalea y mantequilla de maní, y una gran taza de cargado y caliente café. Cuando dio la primera mordida a su pan, éste se partió y cayó al suelo. Lo extraño de ello fue que no cayó con el lado de la mantequilla hacia abajo. Encogió los hombros restándole importancia y lo levantó.

 

Mientras tanto Kusama Nowaki también se preparaba para iniciar otro día. Sonreía satisfecho porque ya llevaba tres ocasiones tocando en El Cuartel del Metal ¡y vaya que les iba bien! La paga era buena, a los clientes les gustaba su estilo y lo mejor de todo era que sólo tocaban una vez a la semana, por lo que podía trabajar en sus otros dos empleos sin ningún problema. Como hoy era lunes, debía llegar a Aoitsuki, por lo que se duchó y se vistió. Luego de eso fue a la alacena a tomar unas galletas y un poco de mermelada, pues al no tener refrigerador debía comer cualquier cosa que no se echara a perder rápidamente. Terminado su desayuno, salió de casa no sin antes cerrar la puerta.

 

Ambos iban caminando, uno hacia la universidad, el otro hacia el restaurante. El primero llevaba su maletín con los ensayos revisados que entregaría a sus alumnos, y el segundo solamente su mochila con el uniforme adentro, mientras escuchaba una favorita de Hammerfall.

 

Never thought I'd feel again,
feel the darkness fade and see the morning sun arise
Never thought I'd feel alive again,
senses dull and blunt from all the lies

(Nuca creía que sentiría de nuevo,
sentiría desvanecerse la oscuridad y vería la salida del sol
Nunca creí que me sentiría vivo de nuevo,
sentidos apagados y rotundos de todas las mentiras) (1)

 

Después del extraño encuentro que tuvo hace dos semanas y unos días con dos de sus archienemigos de la secundaria Reese Kazuo y Shinoda Kai, su amor platónico no correspondido Usami Akihiko, y su alumno estrella Takahashi Misaki, nada quería saber de ese lugar de mal gusto que Kazuo y Kai bautizaron como El Cuartel del Metal. Simple y sencillamente odiaba ese lugar: no sabía si era por ese ruido al que el vulgo llamaba música, o la decoración que lucía como la habitación desordenada de un adolescente, o la clientela que parecía sacada de un circo gótico o algo por el estilo.

 

No comprendía qué le veía el joven Takahashi a esa moda… sí, porque eso era para él: una moda que tanto adolescentes como inadaptados sociales seguían. Como fuera, admitía que el pequeño tenía las agallas suficientes como para subir al escenario e impactar a todos con el sonido –estridente– de su guitarra, pero pensaba que habiendo otros géneros mucho mejores, Takahashi tenía que escoger el más ruidoso y molesto de todos. Por otra parte no recordaba que el niño desbordara tanta energía, pues al menos en clase siempre parecía tan distraído y timorato, e incluso un poco distante con sus compañeros a excepción de esa chica Danielle. Aun así se preguntaba cómo Takahiro no lo regañaba por estar en ese tipo de lugares a altas horas de la noche… ¡ah, claro! ¡No lo hacía porque ni él lo sabía! Obviamente él como profesor no iba a inmiscuirse en eso, pero por lo menos le había dado un buen escarmiento por poner el nombre de esa chica en el trabajo de castigo para ambos cuando ella no hizo nada: algunas tareas extra para hacer en fin de semana, que además le servirían para aprovechar el tiempo en algo mucho más productivo que estar entre una bola de vagos. De lo que no tenía idea era que el pequeño castaño se desvelaba jueves y viernes para adelantar dichas tareas y tener el sábado libre.

 

Ambos iban tan ensimismados en sus pensamientos que no sintieron la proximidad del otro conforme avanzaban, sino hasta que chocaron y los papeles quedaron esparcidos por todas partes.

 

–¡Rayos!

 

El azabache reconoció esa voz instantáneamente. Recordó que no solo habían transcurrido dos semanas desde que tocaron por primera vez en El Cuartel del Metal, sino que al día siguiente de ese incidente chocó con una persona cuyos ojos color avellana llamaron su atención. No lo había vuelto a ver desde entonces, pero nunca dejó de pensar en él y ahora lo tenía frente a sus ojos.

 

–¡Tenía que ser!

 

Su voz malhumorada lo sacó de sus pensamientos y sin rechistar le ayudó a recoger los papeles. Luego de eso ambos se levantaron y de nuevo sus miradas chocaron. Igual que la vez pasada, el castaño desvió la mirada sin poder evitar ese leve sonrojo, y el otro sólo le dedicó una mirada silenciosa y una sonrisa.

 

–Gracias –se apresuró a decir el castaño

–De verdad lo siento –se disculpó él

 

Ambos se dispusieron a seguir sus caminos. El primero iba sumamente nervioso: no recordaba haber visto ojos tan preciosos en una persona…

 

"¿Por qué estoy pensando eso de ese sujeto?" se reprendió mentalmente "Sólo es la segunda vez que lo veo… además, los de Akihiko son más bellos"

 

Más por curiosidad que por otra cosa –o eso quería creer– volteó hacia atrás, y de nuevo estaban ahí esos zafiros, en perfecta armonía con los cabellos oscuros, la tez clara y aquella sonrisa que le pareció limpia, transparente y libre de hipocresías. Por alguna razón sintió un calorcito en su pecho, muy cerca del corazón, y el rubor en sus mejillas se acentúo.

 

"¿Por qué? ¿Por qué me siento tan inquieto? Es sólo una persona que conocí en El…"

 

Y como un flash el recuerdo le vino a la mente: era nadie más ni nadie menos que el segundo guitarrista de aquella banda de chicos que Kazuo Reese reclutó, Kusama Nowaki.

 

"Con mayor razón no debería darle importancia, es uno de ellos"

 

Con este pensamiento en mente, siguió su camino a la universidad Mitsuhashi, donde seguramente sus alumnos ya le estarían esperando ansiosos por saber sus calificaciones. No le sorprendía, siempre era igual: al inicio de cada parcial todo mundo iniciaba con energías, a mediados todos tenían esa estúpida actitud apática y perezosa, pero cuando era tiempo de evaluaciones ahí sí todo mundo se ponía a estudiar un día antes del examen… y todo para que al final del ciclo reprobaran y le suplicaran por créditos extra. Odiaba esa actitud, aunque por otra parte le sorprendía ver que su estudiante más joven, Takahashi Misaki, no cayera en lo mismo. Como fuera, ahora tenía que llegar a su oficina y soportar a su jefe antes de iniciar la clase.

 

En tanto, Nowaki estaba seguro de una cosa: efectivamente ya lo había visto antes, era nada más ni nada menos que el profesor que tanto pavor le infundió al primer guitarrista de Exilieth aquella ocasión. Aunque había una enorme diferencia entre el profesor gruñón de Misaki y el tipo tímido que se sonrojaba con facilidad, algo le decía que detrás de ambas facetas había una gran historia, una que quería saber de principio a fin... y de ser posible, ser partícipe de ella.

 

Negó rotundamente con la cabeza. Si bien era cierto que había llamado su atención, no se creía merecedor de tanta dicha, además se veía a leguas que el pobre castaño debió haber sufrido mucho y no quería causarle más penas. Con estos pensamientos llegó a su trabajo, encontrándose con una desagradable noticia.

 

–¡Kusama-san! –uno de sus compañeros llegó corriendo a su encuentro. Se percató que no había clientes en el lugar– ¡Qué bueno que llega!

–Kentö-san ¿Qué sucede? –inquirió, preocupado ante la actitud de su compañero

–¡Cerrarán el restaurante! ¡Lo van a clausurar!

–¿Qué? –exclamó, evidentemente sorprendido– ¿Quién te dijo eso?

–Ai-sama… –su semblante se tornó triste– Hace un rato vinieron unos tipos a embargarla… dijo algo sobre una deuda… ¡pero el punto es que van a cerrar!

 

Suspiró abatido. Tanto esfuerzo le había costado encontrar ese segundo empleo, pues en ningún lado contrataban a personal de su edad para trabajos de medio tiempo. Además su jefa, Ai-sama, le había tomado cierto cariño.

 

–¡Oh, casi lo olvido! –dijo Kentö sacando un sobre manila de su bolsillo– Ai-sama me dijo que te entregara esto… es tu último pago y una carta de recomendación

–De verdad lo siento –espetó una mujer de unos 40 años, de pelo largo castaño rojizo, tez pálida, ojos color olivo, de complexión pequeña, que iba entrando– Tuvieron que pagar ustedes por una mala decisión mía –sus ojos reflejaban una enorme tristeza, aun cuando intentaba disimularla

–Está bien, Ai-sama –dijo el ojiazul– Usted hizo lo que consideró correcto… nosotros no podíamos intervenir aunque quisiéramos

–Tú siempre tan comprensivo –dijo dulcemente la mujer– Bueno, supongo que no me queda de otra más que desearles lo mejor

–Muchas gracias por todo

 

Se despidió de la mujer con un abrazo fraternal, y salió del establecimiento junto con su compañero. Todavía faltaban unas horas para ensayar con sus compañeros de banda, por lo que tenían tiempo de ir al parque y comer un helado. Dicho y hecho se fueron a sentar a un banquillo bajo la sombra de un árbol, sumergidos en un confortable silencio.

 

–¿Qué piensas hacer ahora? –preguntó su compañero, rompiendo con ese silencio

–Buscar otro empleo –suspiró con pesadez– Aunque dudo tener la misma suerte que siempre

 

A decir verdad no era la primera vez que perdía un empleo y encontraba otro casi de inmediato, pero los últimos meses se había hecho más complicado debido a que rebasaba la edad límite para trabajos de medio tiempo. En tanto, Hiroki lidiaba con su jefe.

 

–Me llamó Kazuo hace rato –decía el mayor, que ya había llegado– pregunta por qué no has ido al Cuartel las dos veces que te invitó

–¡De ninguna manera vuelvo a poner un pie en ese lugar! –le gritó, cabreado

–¡Hombre, te lo tomas muy a pecho!

–¡¿Y cómo quiere que me lo tome si me encuentro con que a mi mejor estudiante le gustan esos sitios de mala muerte?!

–Oye, no es por molestarte, pero… te estás tomando demasiadas consideraciones con Misaki-chan ¿Por qué, eh? –preguntó con ingenuidad bastante bien fingida

–¡No sea ridículo! ¡¿Qué le hace pensar eso?!

–El hecho de que es el primer estudiante que castigas desde que iniciaste tu carrera –dijo con seriedad

 

Esto lo tomó por sorpresa. A decir verdad nunca lo había hecho con ningún estudiante, pues creía que ya eran universitarios y como tal debían hacerse responsables de sí mismos, pero con Misaki simplemente había roto las reglas. No obstante, no iba a decirle a Miyagi que le había tomado cariño ¡menos si ni siquiera el mismo Misaki Takahashi lo sabía!

 

–¡No es lo que usted cree! –soltó disimulando sus nervios

–¿Y qué se supone que creo al respecto, eh, Kamijou-kun? –Miyagi lo abrazó por la espalda mientras decía esto con voz melosa

–¡Suélteme! –gritó, molesto– ¡No empiece!

–Sólo si prometes que iremos juntos al Cuartel éste sábado

–¡Está loco! ¡Ni de chiste vuelvo a ir!

–Entonces no te soltaré

–¡No se ponga en ese plan! ¡Tengo clase! –Hiroki empezó a forcejear

–¡Promételo!

–¡No!

–¡Por favor, por favor, por favor! ¿Sí?

–Profesor, compórtese

–¡Por favor, di que sí!

–¡No, y es mi última palabra!

–Entonces… –su tono fastidioso cambió a uno malicioso, y se acercó más a su oído– me obligas a decirle a Takahiro-kun que has castigado a su hermanito por medio mes

–¡No lo haría!

–¡Vamos! Estimo al chico tanto o más que tú ¡Claro que lo haría! –una pequeña carcajada salió de su boca al sentir a su subordinado tensarse. Esta era su oportunidad. –¿Entonces sí vamos el sábado al Cuartel?

–Está bien, usted gana –murmuró rápidamente y muy despacio

–¿Qué dijiste? No te escuché –sí lo hizo, pero quería seguir molestándolo

–¡Dije que está bien, iremos!

–¡Oh, my honey! ¡Me haces tan feliz! –Miyagi lo abrazó más fuerte

–Sí, sí, ya suélteme que llego tarde

–Ok

 

Una vez libre de su molesto jefe, Hiroki salió de ahí sumamente cabreado rumbo al salón de clase, donde sus alumnos ya le esperaban en completo silencio, a excepción de Misaki y Danielle. Este simulaba tocar la guitarra con una plumilla y ella le miraba sumamente encantada. Frunció el ceño.

 

–¡Señor Takahashi! –gritó con voz de trueno, asustando a todos– ¡Lo quiero en primera fila!

–¡H-hai! –espetó el aludido aguantando las ganas de desmayarse y obedeció.

 

Un rato más tarde entregaba los ensayos revisados a sus alumnos. Como siempre, Misaki obtuvo la puntuación más alta, y como siempre sus compañeros empezaban a murmurar.

 

–Otra vez él –decía un chico con desdén– Maldito nerd, no ha de tener ni vida social

–Para mí que Kamijou le tiene preferencia por ser el peque (2) de la clase… de otra manera no puede explicarse que siempre saque la nota más alta

–No lo sé, si Kamijou le tuviera tanta preferencia como dices, no le aventaría sus cosas a cada rato

–P*nche chavito, quién sabe cómo le hará para sacar dieces si siempre anda papando moscas

–Eso mismo digo

 

Cuando su maletín estuvo casi vacío, el profesor notó un objeto inusual: se trataba de un cordel color plateado que tenía colgado un triangulito color negro. Lo sacó con disimulo y notó que de un lado tenía unas letras blancas grabadas que decían: "…morir es fácil. Vivir es difícil, para todos." (3).

 

"¿Una plumilla?"

 

 

CONTINUARÁ…

Notas finales:

1.- Dreams come true de Hammerfall del álbum Crimson Thunder (2002).

2.- Peque o pequeño, es igual

3.- La frase original la dijo James Hetfield, de Metallica, y dice así: "Morir, morir, alguien me dijo recientemente, morir es fácil. Vivir es difícil, para todos"

 

Bueno, pss la verdad éste capítulo no me costó tanto esfuerzo como con la pareja Terrorista, pero en fin… aviso que la próxima semana tal vez no publique. La verdad es que me fui a extraordinarios en dos materias y tengo que estudiar para presentar los exámenes, de todas maneras ya me las ingeniaré para publicar.

Eso es todo por hoy. Chaito.


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