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El Cuartel del Metal por HitchNoDanna

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Notas del capitulo:

Hehehey! He aquí con mi vigésimo quinta entrega después de un ratote de ausencia. Las razones ya las he explicado con anterioridad.

 

Notas preliminares: el capítulo va a estar más largo, vayan por palomitas y refresco; además habrá más participación de OC's, entre ellos la amiga de Misaki (cuya descripción física di en los primeros capítulos). Su descripción física no la consideré relevante, así que será muy breve. Asimismo decidí invertir un poquito los papeles de Hiroki y Nowaki, ya lo verán en el fic.

Bien, terminada mi aburrida perorata, sólo me queda decirles ¡A leer, se ha dicho!

 

Disclaymer: Junjou Romantica y las canciones que uso para finalidades del fic, son de sus respectivos autores.

Capítulo 25: En el metal no hay actos inocentes – Parte II

 

Abría los ojos con pesadez, para volverlos a cerrar en cuanto las luces rojas le dieron de lleno en la cara. A su alrededor se escuchaban los murmullos de toda la audiencia, así como los gritos desesperados de su tutor.

 

–¡Misaki! ¡Misaki!

 

Aquello no era para menos, pues aunque Misaki frustró la ya inminente victoria de Ashes & Blood con tan poco ortodoxa entrada, no corrió con tanta suerte y terminó cayendo de lleno sobre el duro metal del escenario, haciendo que escupiera sangre de tan fuerte del impacto. Asimismo estaba todo sucio, su frente estaba perlada en sudor, su respiración era irregular, su cuerpo temblaba demasiado y estaba manchado de sangre. Además esa armadura no le ayudaba en nada, ni siquiera a moverse.

 

–U-sa-gi-san –soltó con su último aliento antes de caer en la inconsciencia.

–¡Misaki!

–¡Paren todo! –ordenó Toshiro, y los murmullos de los presentes no se hicieron esperar.

 

Ashes & Blood, por su parte, bajaba del escenario más de a fuerza que por voluntad propia. Ayaka, Takeshi y los otros dos integrantes miraban con suma molestia a quien frustró sus planes, en tanto que Saito y Rika veían con impotencia al pequeño guitarrista siendo llevado en una camilla a la enfermería. A su lado iba nadie más ni nadie menos que el escritor Akihiko Usami y Kai Shinoda.

 

–Dime que no lo hiciste –murmuró el tal Takeshi.

–No fui yo –la cabellera rubia de Rika le cubría la mirada y dos lágrimas fluían por sus mejillas.

–¿Entonces cómo? ¿Cómo fue que Takahashi logró salir? –le reclamaba Ayaka– ¡Esos grilletes estaban bien asegurados! ¡Sólo podían abrirse con un destornillador!

–¡Ya te dije que yo no lo hice!

–O tal vez fuiste tú, Saito…

–De ninguna manera –aunque su voz era fría, sus ojos color verde olivo tapados por unos mechones grises y azules denotaban arrepentimiento– Las órdenes fueron muy claras: no facilitarles ninguna escapatoria.

–¡¿Entonces quién?! –replicó otro de los integrantes de Ashes & Blood, de ojos color escarlata y larga cabellera negra con reflejos verdes, y múltiples perforaciones faciales, que parecía ser el líder– ¡¿Quién le ayudó?!

–No lo sé, pero si ese 'chavito' llega a abrir la boca, será nuestro fin –dijo Takeshi.

 

Los minutos transcurrían lentos y tortuosos, tanto para el escritor, como para los managers, los dos catedráticos, los seis integrantes de Ashes & Blood, la audiencia entera, así como los tres cautivos. Desafortunadamente la mayoría de las piezas de la pesada armadura metálica estaban cerradas con candados por lo que no se pudo hacer más cosa que asear un poco al guitarrista y revisar sus signos vitales.

 

–¿Cómo se encuentra? –inquirió el novelista.

–Aunque es poco lo que pudimos hacer –decía el médico del hotel– el joven Takahashi se encuentra bien. Sin embargo…

–¿Qué sucede? –esta vez fue Shinoda.

–Caballeros, lo que voy a decirles es sólo una suposición mía, por favor considérenlo antes de tomar cualquier acción –los dos hombres asintieron– Por las marcas en sus muñecas y tobillos, infiero que fue esposado –Akihiko y Kai estaban atónitos– posiblemente desde su desaparición… lo cual, como ustedes mismos ya habrán deducido, me hace pensar que esto fue un…

–Secuestro –completó el ojivioleta, recibiendo un asentimiento como respuesta.

–Como ya dije, esto es sólo una suposición. Lo que realmente sucedió no lo sabremos sino hasta que Takahashi-kun despierte. Por el momento debemos salir, es necesario que descanse.

 

Afuera, Akira, Hiroki y Miyagi se mordían las uñas de la incertidumbre. Ya había transcurrido un buen tiempo y –aparentemente– la única persona que podía darles respuestas aun no despertaba. Asimismo el jurado anunció que la competencia se suspendería y reanudaría hasta que los cuatro integrantes de Exilieth aparecieran y estuvieran en condiciones.

 

–¡Miyagi-sensei ¿podría parar?! –Hiroki le reclamaba a su superior, que caminaba como león enjaulado de un lado a otro, poniéndole los nervios de punta– ¡Ya lleva más de media hora así! Me pone de nervios.

–Tranquilo, Hiroki –le decía Akira– No hay mucho que podamos hacer ahora… pero una vez que despierte Misaki-kun, podremos preguntarle sobre el paradero de Nowa-kun y los otros.

–Ese chico… –Miyagi se llevaba la mano a las sienes– no debí dejarlo venir solo…

 

FLASHBACK

 

–¿Estás seguro de que puedes ir y volver solo?

–Tan seguro como de que haré que se enamore de mí.

 

"Y dale con lo mismo… pero qué niño tan persistente"

 

–Bien… la comida ya está lista. Si no la quiere puede tirarla y comprar lo que quiera. Intentaré volver a las doce.

–¿Tan tarde?

–No lo sé, Shinoda dijo que podría extenderse hasta las dos o tres de la madrugada.

–¿Y tan tranquilo lo dices?

–No tiene que fingir que le interesa. Bien, me voy.

 

FIN DEL FLASHBACK

 

"Shinobu-chin, no puedes ni cuidarte solo… y así pretendes que me enamore de ti" ironizó el pelinegro en su pensamiento "¿Qué estarás haciendo en estos momentos?"

 

 

–¡Rayos! ¡Ese 'poser' está tardando demasiado! –se quejaba el baterista de Exilieth, sentado junto a la abertura del ducto de ventilación.

–¿Le habrá pasado algo? –espetó el bajista con preocupación.

–Sangre –musitó Nowaki.

–¿Qué?

–Huele a sangre.

 

"Que no sea lo que estoy pensando…"

 

 

–¡Te dije que si algo le pasaba a Misaki, yo mismo te mataría! –Akihiko tomó a Kai de la camisa y lo azotó bruscamente contra la pared. Luego de eso le encajó un puñetazo que terminó por romperle al otro el labio inferior. Pensaba dejarlo así, pero el que Shinoda no hiciera nada por siquiera defenderse simplemente hizo que su enojo aumentara, por lo que volvió a azotarlo.

–¡Akihiko, ya basta! –Hiroki se interponía para separar a ambos hombres– ¡No es momento ni lugar para esto!

–Oigan ¿Y Miyagi-san? –inquirió Akira.

 

En efecto Miyagi no estaba, pues había salido a fumar… o al menos eso creían.

 

–¡Ya no puedo con esto! –se oía la voz desesperada de Rika– ¡O hablamos nosotros, o Takahashi-kun lo hará!

–¡¿Te has vuelto loca?! –le reclamaba el líder de la banda.

–Lo siento, Yuuki-san… yo ya no puedo… renuncio.

–¿Qué? Rika, no puedes hacernos esto –replicó Ayaka tomándola del brazo– Sabes perfectamente cuánto nos ha costado llegar hasta aquí…

–¡Lo sé! Y por eso mismo no puedo seguir… –la bajista se deshacía del agarre– si ustedes quieren ganar a base de trampas y engaños, adelante. Yo no lo haré más –dicho esto les dio la espalda y empezó a caminar– Vamos, Saito-san, seguramente ya despertó Takahashi-kun.

–Voy contigo, Rika-chan.

–¡Vuelvan aquí! –gritó el tal Yuuki– ¡Si ustedes se van ahora, no vuelven a entrar ¿me oyen?!

–Lo sé, Yuuki-san –la voz de Saito sonaba más determinada que nunca– Fue un honor trabajar contigo. Suerte.

–¡Maldita sea! –Takeshi golpeó la pared con el puño– ¿Qué se supone que hagamos ahora?

 

Rika y Saito se dirigían a la enfermería, pero ciertamente no contaban con que alguien había escuchado su conversación y ahora los interceptaría.

 

–Díganme dónde está Takatsuki Shinobu, y les aseguro que no pisarán la prisión.

 

El baterista y la bajista de Ashes & Blood se miraron y luego de asentir, comenzaron con su relato. Los minutos transcurrían, y aquel oyente reprimía su indignación tanto como podía.

 

–… pero Sakumo-san y Toshiro-san no tuvieron nada que ver –agregó Saito– Todo lo hicimos por nuestra cuenta.

–De verdad lo sentimos –se disculparon ambos.

–Gracias –dijo aquel, y luego se fue.

–¿Crees que de verdad nos ayude? –inquirió el baterista.

–Se ve que le quiere –respondió la bajista con una sonrisa melancólica– quizá no igual que Takatsuki-kun a él, pero le quiere.

–¿Y eso qué tiene que ver?

–Cuando quieres a alguien, haces todo por esa persona… como perdonar a dos malditos tramposos… o quitar de en medio a la competencia de uno de tus jefes, como hizo Yuuki-san.

–Oh… ¿Cómo lo sabes?

–Por la cara de bobo enamorado que pone cuando le habla Sakumo-san.

–Etto… me refiero a…

–¡Ah, eso! Ayer, mientras dormía, Takatsuki-kun no dejaba de llamarlo.

 

Kamijou, Usami, Shinoda y Kitazawa se encontraban en completo silencio, sin dirigirse la palabra: Akira le había limpiado el labio a su primo; Akihiko no paraba de preguntarle al médico si el chiquillo de ojos verdes ya había despertado, igual que Kai; en tanto que Hiroki no dejaba de juguetear con la tapa del celular.

 

–Kamijou, Shinoda, Kitazawa –habló cierto pelinegro– Vengan conmigo.

–¿Ah?

–Sé dónde están los otros.

 

Ni perezosos ni lentos, los tres aludidos seguían al mayor, descendiendo varios pisos hasta llegar a una planta subterránea. Se encontraron con un corredor largo con dos caminos en la parte final, y luego de pasar por este, dieron vuelta a la izquierda y avanzaron hasta dar con una enorme puerta con un panel y un teclado. Miyagi agradecía enormemente que Saito y Rika le hubieran proporcionado la contraseña para abrirla, y en menos de un clic ésta se abrió, y la poca luz que entraba dejaba ver que el interior en efecto era un almacén.

 

–¡Nowa-kun! –Akira fue el primero en correr hacia donde el segundo guitarrista, que también portaba una armadura– ¿Te encuentras bien?

–H-hai

 

"No lo toques" estático y lento para reaccionar, Hiroki le reprochaba internamente a su némesis de la secundaria "No tienes ningún derecho a tocarlo con tanta confianza…"

 

–¡Hey, Hiroki! –y su voz molesta le sacaba de sus pensamientos– ¡Deja de papar moscas y ayúdame con Nowa-kun!

–H-hai

 

"¡Y dale con Nowa-kun!"

 

–¿Te encuentras bien? ¿No tienes golpes o algo así? –Miyagi le preguntaba a su ex-cuñado mientras lo ayudaba a levantarse. El baterista notó cierta preocupación en su tono.

–Estoy bien –sin embargo debía mantenerse inmutable ante él, por tal motivo dijo eso con voz fría– Gracias por preguntar.

–¿Qué tal tú, Shinno-kun? –preguntó Shinoda, también ayudándolo.

–¡Yo tengo hambre! –espetó risueñamente y el resto se cayó al estilo anime.

 

Algunos minutos más tarde todo mundo se encontraba en la enfermería.

 

–¡Hey, Misaki! –el bajista se encontraba recostado en una camilla, al igual que sus compañeros, mientras dos empleados que recién llegaron con herramientas cortaban los candados de su armadura– Ya no terminaste de decir cómo pudiste quitarte las esposas.

–Ya se los dije, ser pequeño tiene sus ventajas –a Akihiko y Nowaki no les convencía esa respuesta del guitarrista, pero el primero ya le preguntaría cuando estuvieran a solas, y el segundo ya tenía una teoría al respecto– además… una mejor pregunta sería cómo los encontraron a ustedes ¿no creen?

–Fue gracias a Miyagi-san –respondió Akira.

–No, fue gracias a Misaki-kun. Si él no hubiera aparecido, esos dos chicos jamás me habrían revelado la verdad –dicho esto el adulto le revolvió cariñosamente los cabellos al castañito.

 

Esa acción despertó celos tanto en el escritor como en el baterista de Exilieth, que emanaban un aura amenazante.

 

–¿Hace eso con todos sus estudiantes?

–No realmente… –espetó Hiroki– de hecho, creo que le tomó cariño a Takahashi.

 

"¡¿Qué?!" el baterista estaba atónito "¿Cómo…? ¡Un momento! Miyagi siempre dice que no puede hacerse responsable por eso de que ambos somos hombres, y la enorme diferencia de edad… ¿o sólo fue una mentira y siente algo por…?"

 

Estas y otras dudas calaban el corazón del ojigris como percusiones molestas y carentes de compás. En tanto los puños del ojivioleta chasqueaban, como advirtiendo que golpearía al catedrático de ser necesario.

 

–Oigan –pero la voz de Shinoda, pocas veces seria, los sacó de sus pensamientos– ¿Qué vamos a hacer con Ashes & Blood? Lo que hicieron no puede quedar impune.

–Simple –musitó el peliplata– Enviarlos a prisión bajo los cargos de secuestro y maltrato físico… y yo mismo me encargaré de que nunca salgan de ahí.

–Etto… ¡no es necesario llegar a tanto! –exclamó el pequeño guitarrista.

–Misaki-kun tiene razón –defendió Nowaki– Además, tengo el presentimiento de que no quisieron dañarnos directamente.

–¡¿Pero qué dices?! ¡Por si no lo sabes, el secuestro es un delito y debe ser castigado con todo el peso de la ley! –le reclamó Kamijou.

–Yo digo que hay que darles chance –alegó Shinnosuke– si van a prisión ya no podremos vencerlos y habremos venido aquí para nada.

–Es cierto –musitó Shinobu– Además esos bastardos merecen la humillación por habernos secuestrado.

 

 

cry out to legions of the brave.
Time again to save us
from the jackals of the street.
Ride out, protectors of the realm.
Captain's at the helm.
Sail across the sea of lights.

Again and again and again and again and again.

Neon Knights!
Neon Knights!
All right!

(Grítale a las legiones de valientes.
Vuelve la hora de salvarnos
de los chacales de la calle
.
Aguantad, protectores del reino.
El capitán está al timón.
Navegad a través de un mar de luces

Otra vez y otra y otra y otra y otra.

¡Caballeros de Neón!
¡Caballeros de Neón!
¡Muy bien!) (1)

 

Una hora más tarde Exilieth se encontraba sobre el escenario, haciendo demostración de sus habilidades frente a decenas de personas, con potentes y rápidos rasgueos, fuertes y precisos golpes. Aunque les hubieran cortado los candados, ninguno había querido quitarse las armaduras, pero tampoco las llevaban completas, iban lo más ligeros posible. La armadura de Shinobu era plateada con detalles dorados; la de Shinnosuke era dorada con detalles plateados; Nowaki tenía la mayoría de las piezas en color azul ultramar, y sólo algunas otras en un azul más claro; por último Misaki lucía una armadura verde esmeralda con detalles en negro.

 

–Por lo visto les afectó demasiado el encierro –murmuró Miyagi.

–Sigo pensando que fue una pésima idea –espetó Hiroki con molestia.

–Yo también lo creo, pero así son ellos –dijo Akira, sin despegar sus ojos del caballero azul– Sobre todo Nowaki… él sería incapaz de lastimar a alguien… por más daño que le hiciese.

 

"Lo conoce tan bien…" y otra vez las dudas llegaban como bichos molestos al corazón de Hiroki "…que parece que fueran amigos de toda la vida… bueno, obviamente ambos son como 'ellos' y por eso pueden congeniar, pero entonces… ¿por qué Nowaki se interesaría por un tipo aburrido como yo en lugar de alguien como Akira u otro de 'ellos'? Incluso pudo haber elegido entre sus compañeros… ¿por qué yo?"

 

Algunas canciones más tarde, Exilieth bajaba del escenario con los aplausos y gritos eufóricos de la audiencia.

 

–¡¿Para esto abrieron la boca?! –reprochaba Ayaka a Saito y Rika. Para mala suerte de los dos últimos, aun no podían abandonar la banda sino hasta que terminara la competencia, por ello seguían ahí.

–¡Deberías estar agradecida de que no levantaran cargos y no nos evidenciaran! –le gritó Rika.

–Pero…

–Además, si vamos a perder contra ellos –habló Saito– será con dignidad.

 

Ahora se anunciaba la última prueba: las dos bandas interpretarían una misma canción con la que se decidiría quien sería el ganador.

 

–¡Esto será pan comido! –decía Takeshi con satisfacción.

–¡Ja! Creo que ya me estoy arrepintiendo de haber hecho todo esto –decía Yuuki, sumamente confiado.

–¡De haberlo sabido! –se burlaba Ayaka– Creo que después de todo sí aplastaremos a esos perdedores.

–Esto no me gusta –musitó Rika– ¿Por qué de repente los jueces tomaron esa decisión?

–No lo sé, pero si Exilieth no hace algo pronto, estarán perdidos –murmuró Saito.

 

–¡¿De dónde se supone que la consigamos?! –como siempre el caballero plateado era el primero en estallar– No conocemos a nadie.

–¿Qué hay de Ophelia-san? –preguntó el caballero esmeralda, aludiendo a la tecladista de Claymore.

–En estos momentos debe estar tocando en el Cuartel –dijo el caballero dorado– Le tomará por lo menos una hora llegar aquí.

–¿Qué hay de tu amiga Danielle? –inquirió el caballero azul.

–¡Cierto! Creo que hoy tiene el día libre en su trabajo, le llamaré –pero se dio cuenta de algo– ¡Rayos, no tenemos nuestros celulares!

–De hecho, Takahashi-kun… –Saito aparecía con los cuatro celulares y hacían entrega de ellos– De nuevo mil disculpas… yo…

–Está bien, Saito-san –Nowaki le dedicó una sonrisa sincera que hizo que enrojeciera– Hiciste lo correcto y eso es lo importante.

–Bien, llámala –ordenó el baterista.

–H-hai –tecleó los números y esperó a que contestaran– Moshi moshi…

–¡Misaki-kun! ¿Qué tal?

–Etto… bien, creo… oye, bueno… yo… ¿puedo pedirte un favor?

–Dime…

–Emm… ¿puedes venir al Hotel Teito? Verás… –luego empezó a explicarse.

–Yo… –la voz de su amiga se oía quebrada al término de la explicación, como a punto de llorar– lo siento, Misaki-kun… yo… no puedo…

 

 

CONTINUARÁ…

 

Notas finales:

1.- Neon Knights de Black Sabbath, del álbum Heaven & Hell (1980). Esta canción, de hecho, me dio la idea de las armaduras mientras la escuchaba, ya desde el capítulo 20.

2.- Ya no le puse numerito, pero me basé en esta imagen para las armaduras de los chicos, obviamente las imaginé con los colores descritos en el fic.

http://snk-seiya.net/guiasaintseiya/Retsu-salto.jpg

 

Sí, lo sé, creo que ya he alargado bastante esta parte del fic, pero no se preocupen, falta un capítulo para terminar el corto. Como adelanto sólo les digo que al final los cuatro chicos tendrán que tomar una difícil decisión. Bueno, creo que eso es todo por el momento. Un review con un comentario, crítica constructiva o felicitación nunca le caen mal a nadie. Chaito.


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