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El Cuartel del Metal por HitchNoDanna

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Notas del capitulo:

Hola, hola!!! Ya les traigo otro capítulo más de este fanfic. Iba a subirlo el jueves, pero tuve que ir a asambleas en mi escuela sobre que si entrabamos o no en paro laboral (no entraré en detalles del por qué, lo siento), no tuve tiempo hasta ahora.


En fin, leí sus comentarios y qué bueno que les guste que los capítulos sean largos. Como siempre agradezco a quienes me siguen y a quienes se han ido sumando a mi círculo de lectores (por decirlo de alguna manera), me alientan a seguir.


Bueno, antes de que me ponga más sentimental, aquí les dejo el cap, cuyo título está inspirado en dos principios fundamentales de la Geometría proyectiva:



  • Dos puntos definen una recta.

  • Todo par de rectas se cortan en un punto (cuando dos rectas son paralelas decimos que se cortan en un punto del infinito conocido como punto impropio).


Más tarde se entenderá el por qué. Sin más perorata ¡A leer se ha dicho!


 


Disclaymer: Los personajes de Junjou Romantica, canciones, etc., etc., son de sus respectivos autores.

Capítulo 44: Las paralelas se cruzan en el infinito  – Parte I

 

Lunes por el mediodía. El baterista se encontraba en el cuarto donde aún conservaba la batería que Risako le obsequió hace tanto. Como había pasado un buen rato desde la guerra de bateristas, pretendía hacer unos ejercicios de calentamiento antes de llegar directamente a la casa de Kai Shinoda, donde serían los ensayos con la banda. Mientras tocaba, no pudo evitar recordar el encuentro de ayer.

 

FLASHBACK

 

Llegó tan rápido como pudo al Cuartel y luego fue a sentarse a una de las mesas que se encontraban en el segundo nivel. Mientras esperaba, se puso a escuchar música, y unos minutos más tarde sintió a alguien más tomando asiento frente a él.

 

—¿Te hice esperar mucho? —inquirió una voz masculina, la misma que escuchó al teléfono.

 

Frente a él se sentaba un hombre de rebelde cabellera castaña que apenas le cubría los hombros, tez clara ligeramente tostada, nariz afilada pero no grande, barbilla muy ligeramente cuadrada, y unos serenos pero profundos ojos verdes. Vestía algo tan simple como una playera negra, unos vaqueros desgastados del mismo color, botas de casquillo, y además tenía los brazos con varios tatuajes.

 

—Etto… no realmente —farfulló, un poco sacado de onda por la impresión.

—Veo que no tardaste en llegar ¿ya habías estado aquí?

—Toco con mi banda aquí algunas veces.

—Vaya, el mundo sí que es pequeño… ¿Cómo se llama tu banda?

—Exilieth.

—¿Y qué estilos manejan?

 

Así, entre pláticas iban pasando un rato agradable. Por alguna razón ésta persona le caía bien, por lo que a cuarenta y cinco minutos después aún tenían tema de conversación.

 

—…el video es una mi*rda, pero la canción me gusta —decía el rubio.

—A mí también… no sé tú, pero su nuevo álbum lo sentí muy…

—Flojo.

—¡Exacto! Yo iba a decir eso.

—Sí, tiene buenos riffs, pero creo que quisieron escucharse más bonitos esta vez…

 

Sin embargo perdió la noción del tiempo y ahora su padre le llamaba, terminando así la conversación.

 

—Discúlpame, debo irme —se levantó, haciendo una reverencia.

—Bien, pues lo prometido es deuda, así que —puso sobre la mesa un estuche gris, dentro del cual venían las dichosas baquetas— aquí tienes…

—De verdad muchas gracias.

—No hay de qué, muchacho… por cierto… ten —el mayor le entregaba una tarjeta con su nombre y su número— me caíste bien así que me gustaría que nos viéramos más seguido… claro, si tú quieres.

—Oh… por supuesto… ¿podría ser el miércoles, igual a la misma hora?

—Okay, aquí me tendrás.

 

FIN DEL FLASHBACK

 

A juicio de cualquiera que no lo conociera, pensaría que el encuentro había sido de lo más ordinario, pero a decir verdad en la vida había socializado así con una persona mayor, pues la mayoría le resultaban aburridas. Ni siquiera con Miyagi hablaba con tanta soltura, y el hecho de haber aceptado con facilidad otra reunión con el de ojos verdes lo ponía inquieto ¿Por qué su corazón latía así de rápido?

 

—Sólo me cayó bien por no ser el típico viejo aburrido que se la vive en el trabajo, eso es todo —gruñó.

 

Un rato más tarde terminaba el calentamiento y ahora sí se dirigía a la casa de Kai, donde sus compañeros también iban llegando.

 

—¡Hola, Hotaru-san, Misaki-kun! —Nowaki fue el primero en saludar a los dos chicos que venían juntos— ¿Qué dicen las vacaciones?

—No mucho —respondió el menor.

—¡Vaya! Creí que ibas a pasar todas las malditas vacaciones fuera —espetó el bajista en cuanto le vio llegar.

—Sí, pero se ve que no puedes vivir sin mí, así que volví —siseó Shinobu de forma sarcástica.

—¿Me trajiste un recuerdito al menos?

—¡Maldito poser ¿de dónde la sacaste?!

 

Aquella pregunta cargada de una mezcla de desdén e impresión no era para menos, pues el primer guitarrista cargaba con una ESP KH-2 Vintage que a leguas se veía costosa. El castañito se sintió cohibido en cuanto todos le voltearon a ver.

 

—Etto… me la obsequió mi tutor… por mis calificaciones —mintió el muchachito nerviosamente.

—¡Vaya, debe quererte mucho! —dijo Shinnosuke. La expresión de molestia de Hotaru al oír eso no pasó desapercibida para Nowaki— ¡Ja, seguro le gustas y quiere ligarte!

—¡¿Eh?!

—¿Tú la escogiste? —inquirió el segundo guitarrista.

—Etto… no precisamente…

—¿Y qué tal la sientes?

—Bueno, el perfil de mástil es más cómodo considerando el tamaño de mis manos (1), y el diapasón… bueno, el de la otra también es de palisandro, así que no me molesta, además mi sensei tenía una muy similar…

—Vaya, entonces sí que le atinó —dijo el bajista— ¿Seguro que no intenta ligarte o algo así?

—Con esa carita de yo no rompo ni un plato no me extraña que lo trate como metalera trofeo —espetó el rubio burlonamente.

—¡Shinobu-san, por favor no digas eso!

—¡Ay, en serio cómo j*des! —replicó la pelinegra— ¡Misa-chan no es ningún trofeo qué ganar ni mucho menos!

—¡Uy, sí! Está celosa porque no la pela (2).

—¡Aaagh! —gruñó exasperada— Pobre Misa-chan, en serio no sé cómo te soporta.

—Mira quién lo dice, harpía.

—Repite eso, hombrecito.

—¿Cómo me llamaste?

 

Los dos se lanzaban rayitos con la mirada mientras los demás les miraban con gota anime. Un rato más tarde llegaba el pelirrojo y comenzaba el ensayo.

 

—¡Alto! —gritó la vocalista unos cuarenta y cinco minutos después, haciendo que todo se detuviera.

—¿Ahora qué? —musitó el baterista.

—Eso mismo quiero preguntar… Shinno-tan, te estás saliendo de tempo ¿Qué pasa?

 

Y era verdad, el bajista ya llevaba un buen rato así. Primero iniciaba en sincronía con la batería, pero conforme avanzaba iba dejando a Shinobu solo. Pero más que eso sus pensamientos estaban en otro lado, precisamente estancados en la conversación que tuvo el día anterior con Kirishima y Shizuku.

 

“…no tienes idea de lo mucho que sufrió sensei después de que huiste” esas habían sido algunas palabras del editor de Metal Militia “Incluso tuvo varios intentos de suicidio…”

 

Sacudió su cabeza en un intento de sacarse esa conversación de la mente.

 

—Nada… solo me distraje —murmuró con tono ausente.

—¿Saben qué? Tomen un descanso —espetó Shinoda.

—¡Okay!

—Bueno, pues están en su casa, así que coman lo que quieran —les instó el pelirrojo— el refri está lleno.

 

Shinobu y Hotaru fueron los primeros en abrir la puerta del aparato.

 

—¡Yo pido la pizza! —dijeron al mismo tiempo.

—¡Yo la vi primero!

—¡J*dete, las damas somos primero!

—Para ser una dama eres bastante vulgar.

—Y tú para ser hombre eres bastante susceptible.

—¡¿Qué dijiste?!

—¡Ya oíste!

 

Mientras los dos guitarristas intentaban que la vocalista y el baterista no se mataran ahí mismo, el Caballero Dorado se había ido a la sala, pues no podía parar de pensar.

 

“¿Tanto le afectó que me fuera como para intentar una cosa así?” se preguntaba “Eso no cambia lo que hizo… aun cuando la causa sea buena, un crimen no deja de ser un crimen, demo…”

 

—Nee, Shinno-kun —le hablaba su superior sin que los otros supieran— ¿En serio está todo bien?

—Sí, no hay…

—Por favor no mientas, tus ojos te delatan… —se sentó a su lado y le puso la mano sobre el hombro— Tiene que ver con Ijuuin Kyo ¿cierto?

 

“Tampoco podrás decírselo a nadie, ni siquiera al mismo Ijuuin-sensei” recordó, pero luego pensó: “¡Un momento! ¿Cómo sabe que…?”

 

—¿Cómo lo sé? Sencillo… —el pelirrojo se adelantó a su pregunta silenciosa— en Okinawa, después de que fuimos a beber a ese bar… te pusiste hasta las chanclas (3) y en una de esas dijiste que te engañó… o algo así.

—¿Eso hice? ¡Por amor a Jashin! —estaba evidentemente apenado— Seguramente debes tener una mala impresión de mí.

—No realmente —por alguna razón Shinoda estaba un poco más cerca— ¿Sabes? Puede sonar duro, pero no eres la primera persona a la que le hace eso…

—¿Ah?

—Fuimos juntos a la preparatoria —Kai sonaba nostálgico— para ese entonces Ray y yo estábamos en último año, él y Kazuo por el segundo… en fin, el punto es que éramos amigos y además formamos una banda —el castaño no pudo evitar sorprenderse, pues recordó vagamente que Ijuuin se lo había dicho una vez, cuando recién se conocían— A Kazuo lo conocían por picarle la cresta a todo el mundo; Ray era un chismoso de primera; yo… —soltó una risita burlona— bueno, me conocían como un vago… pero Ijuuin era famoso por ser todo un rompecorazones… a sus apenas 17 años ya se había ligado a casi media escuela, algunas profesoras incluidas. Él nunca tomaba a nadie en serio, y cuando parecía que sí lo haría ¡paf!...

 

“…clavaba su puñal sin importarle los sentimientos ajenos, y así estuvo hasta la universidad… pero eso cambió cuando apareciste en su vida y eso lo sabes muy bien” ahora recordaba unas palabras de Kirishima.

 

—No me extraña —musitó.

—No sé cómo lo conociste, ni cómo terminaste liado con él, pero te recomiendo que lo termines de tajo y sigas adelante. De lo contrario su recuerdo terminará atándote a él de por vida.

 

Los ojos azules se fijaban sobre los suyos y eso ya lo empezaba a cohibir. Notó que se desviaron fugazmente hacia donde los otros todavía peleaban por la pizza, y luego se cerraron levemente para dar paso a un fugaz pero certero beso en los labios.

 

—Bien, vamos a comer algo ¿sí? Ya me dio hambre.

 

Veía con asombro cómo el otro le daba la espalda y se reunía con sus compañeros, sonriente, quitado de la pena, como si nada hubiera pasado.

 

“¡¿Qué rayos fue eso?!”

 

Un rato más tarde se reanudaba el ensayo. Mientras pulsaba las cuerdas de su preciado instrumento, no podía dejar de pensar en aquel contacto. No era tanto la sensación o la intención, sino el hecho de que sus labios nunca habían sido tocados por otra persona que no fuera Ijuuin.

 

“Tan patético…” apretó disimuladamente los labios.

 

Algunas horas más tarde terminaba el dichoso ensayo, gracias al cielo no había vuelto a cometer otro fallo.

 

—¡Bien hecho! —celebró el mayor— Bien, pues eso es todo por hoy…

—Bien, pues yo ya me voy —el bajista fue el primero en hablar. Tenía que salir de ahí en cuanto antes— Yuzuki-san ya debe haber vuelto.

—Yo también —ahora era Nowaki— Nos vemos mañana.

—Nosotros también ya nos vamos —dijo el integrante más joven— Que descansen, hasta mañana.

—¿No viene Akihiko por ti? —inquirió Kai.

—Etto… no quiero molestarlo. Tuvo una reunión en la editorial y seguro debe estar cansado.

—Por amor a Jashin, sonaste como una esposa —espetó el rubio— ¿Seguro que no te está ligando?

—¡Maldición, no empieces otra vez!

 

Más tarde los dos amigos de la infancia iban juntos, pero los ojos magenta divisaron cierto automóvil rojo.

 

—¡Corre, Misa-chan! —lo haló del brazo en dirección contraria.

—¡¿Qué pasa?!

—No preguntes, sólo corre.

 

Sacado de onda por la conducta de su amiga, el castañito se dispuso a seguirle el paso, sin tener idea de que el auto rojo los iba siguiendo.

 

—¡Por aquí! —entraron por un callejón ya oscuro por la hora que daba.

—Taru-san ¿Qué haces?

—Confía en mí, por favor.

—Pero…

—Sólo hazlo… por mí ¿sí?

 

Ella y su compañero se escabulleron entre varias calles, hasta que llegaron a la casa donde ella vivía.

 

—¡Taru-san! ¡¿Qué-fue-eso?! —deletreó el castaño entre respiros, una vez que perdieron al auto.

—¡Nada-en-es-pecial! ¡Sólo-quise-jugar-un-rato!

 

Ambos reían, pero sólo ella estaba consciente de que el dichoso vehículo debía estar rondando las calles sin sentido. Eso solo la hizo reír más.

 

—Bueno, ya que estamos aquí ¿quieres ver la tele o jugar a algo?

—Etto… Taru-san, yo… tengo que volver. Usami-san…

—¡Aliviánate! Si realmente confía en ti, no creo que le moleste que pases un rato con tu mejor amiga ¿o sí?

—Bueno, etto…

 

No pudo terminar, pues la pelinegra lo tumbó sobre el pequeño sofá y ahora le hacía cosquillas. Estuvieron así bastante rato, correteándose por la casa como niños pequeños.

 

—Dime la verdad, Misaki —ella paró en seco y su voz se tornó seria. El aludido casi choca con ella, pero logró parar a tiempo.

—¿Ah? —él estaba sorprendido. Hotaru rara vez usaba su nombre.

—No te dio esa guitarra por tus calificaciones ¿cierto?

—Etto…

—Nunca fuiste bueno mintiendo… excepto a tu hermano, pero porque era un despistado de primera… como sea, ¿Qué te pidió a cambio?

—¿Qué quieres decir?

—No soy tonta, Misaki… nadie te regala una guitarra tan costosa sin recibir nada a cambio, ya sea material o no… —murmuró con recelo— ¿Te está comprando a cambio de ciertos favores, verdad? —la pelinegra sonaba cada vez más enojada.

—¡No, de ninguna manera! ¡Usami-san no sería capaz de algo así!

—¡No lo encubras, Misaki! ¡Si te está haciendo daño, por favor dímelo! —rogó la vocalista con voz afligida— ¡Podemos solucionarlo juntos!

—¡De veras estoy bien! ¡No hay de qué preocuparse! Usami-san es muy amable conmigo… —la sonrisa boba y el tono que usó el menor en eso último hicieron arder a la mujer en celos—… de hecho… él está guardando mi secreto para con nii-san…

—¡¿Ves?! A eso me refiero, tarde o temprano terminarás debiéndole tantos favores que tendrás que venderle tu alma si es necesario para pagarle.

 

Entonces el primer guitarrista recordó parte de la conversación que tuvo con Akihiko la mañana siguiente a su debut en El Cuartel del Metal.

 

FLASHBACK

 

Akihiko ya le había contado a Misaki lo sucedido antes y después de que se desmayara, y este estaba que no se la creía.

 

—¡Por…! ¡Por amor a Cliff Burton! ¡Yo… no sé qué decir! —tartamudeó el menor.

—Bueno, ya que te conté todo, no tienes más opción que aceptar mis condiciones —espetó el escritor, sumamente satisfecho.

—¿Qué-qué es lo que desea, Usami-san? —preguntó el chico rápidamente, pero consciente de que una vez dicho esto ya no había vuelta de hoja.

—¿Tanto temes la reacción de Takahiro que me venderías tu alma para que no se entere nunca?

—Si es preciso —dijo el chico, en voz baja.

 

FIN DEL FLASHBACK

 

—Prácticamente ya se la vendí… —farfulló en voz baja, pero ella escuchó.

 

El tono de Symphony of destruction sonó en ese momento, cortando la conversación.

 

—Moshi moshi… etto… estoy con Taru-san… ¡no es necesario, ya voy para allá!... —ella solo observaba, y tal como había dicho Shinobu, Misaki parecía esposa rindiéndole cuentas a su marido. Eso solo la hizo rabiar más— etto… no, pero… ¡por amor a Cliff Burton, no!... pero… ¡¿Qué, ya está aquí?!

 

En efecto el escritor se encontraba justo afuera de la actual residencia de Hotaru. Previamente había ido a casa de Shinoda para recoger al guitarrista, pues salió antes de la dichosa reunión, pero lo había visto ir corriendo de la mano de la vocalista. Los siguió por un buen rato, pero los perdió de vista en un callejón oscuro, y cansado de dar vueltas sin sentido, encendió el dispositivo GPS que instaló en el móvil del castañito.

 

En otro lado cierto catedrático había salido desde hace unas horas. Internamente agradecía que era inicio y no había tanto trabajo como cuando las vacaciones estaban a punto de finalizar. En fin, salía de la universidad, en compañía de cierto pelinegro.

 

—¿Y qué planes tienes esta noche con tu novio, nee?

—No empiece de nuevo —gruñó el castaño.

—¡Vamos, hombre, no te sulfures!

 

—¿Escuchaste los rumores? —decía una chica de pelo corto teñido de verde y azul que iba pasando— Exilieth volverá a tocar… este sábado.

—¡¿En serio?! —exclamó emocionada otra chica de cabello teñido de fucsia con mechones rosa claro.

—Sí, yo misma los vi, entraron a casa de Shinoda-san ¡Y Misaki-kun llevaba otra guitarra!

—Lástima que también iba esa fulana —espetó con desdén una pelirroja de mechones negros.

—¿Celosa? —ahora era un sujeto de pelo negro con algunos rayitos amarillos.

—Como sea, el punto es que ya los veremos de nuevo —decía la pelirrosa con tono acaramelado— Ya extrañaba a Nowaki-san… es tan…

—¡Está hecho un cuero (4)! —y se pusieron a balbucear y babear como fans enamoradas.

 

—Vaya, el chico sí que está cotizado —espetó el mayor, quien veía divertido cómo el castaño emanaba un aura pesada— Hmmm… me pregunto cuántas proposiciones amorosas le lloverán en cada presentación…

 

Miyagi sí que se divertía con la situación del castaño. El grupito de chicos iba bastante atrás de ellos, pero hablaban tan fuerte que hasta ellos oían. Sin embargo su sonrisa se borró al escuchar lo siguiente:

 

—¿Saben? Shinobu-kun tampoco está mal… ese aspecto tan serio sólo lo hace ver más sexy.

—Tan sexy que lo desvistes con la mirada ¿verdad?

—¡Para que te digo que no, si sí! Me pregunto si así como es de salvaje con su batería, lo será también en la cama…

—¡Pfff! Siendo baterista sus piernas deben tener mucho aguante (5).

—¡Para ese caso quiero que me empotre sobre ellas!

—Maldita sea, cómo son ustedes de lujuriosas —la voz molesta del único varón fue lo último que escuchó antes de que se fueran por otro lado y las féminas empezaran a reírse.

 

—Estos jóvenes de ahora, sólo piensan en sexo —suspiró, disimulando su irritación— ¿verdad, Kamijou?

—Y que lo diga…

 

Irritados, los dos profesores avanzaron un poco más y luego cada quién se fue por su lado. Hiroki iba tan absorto en cierto guitarrista que apenas si pudo reaccionar cuando tropezó con alguien.

 

—Discúlpame, no te vi —era un azabache de ojos color verde azulado, a quien se le habían caído algunos libros.

—Está bien, la culpa fue mía —el profesor se agachaba y le ayudaba a levantar sus libros.

 

“Vaya, tiene buen gusto” no pudo evitar pensar al ver que tenía varios títulos conocidos. Unos momentos más tarde le entregaba los libros.

 

—Gracias, y discúlpame.

—No hay de qué.

 

El castaño se dirigía a casa, sin estar consciente de la expresión de anhelo que ponía aquel, como quien encuentra el tesoro al final del arcoíris… o mejor dicho, a su otra mitad.

 

 

CONTINUARÁ…

 

Notas finales:

1. El perfil del mástil es la vista que nos presenta un corte transversal del mismo. Esta vista nos haría visible su grosor y la curvatura de lado a lado. Tienen diferentes formas de acuerdo al tamaño de la mano del guitarrista: p.ej. en forma U para manos grandes, o forma C para cualquier tamaño, etc. Para la Stratocaster de Misaki el perfil es en C, mientras que para la ESP vendría siendo U extra delgada (una variación del perfil U, que está diseñado para manos más pequeñas, a diferencia del perfil U normal, que es el más grueso y por ende para manos más grandes).


Más información en: http://www.rosguitars.com/images/stories/MASTIL/perfiles.png


2. Pelar o hacer caso.


3. En México ponerse hasta las chanclas significa estar muy borracho o drogado, vendría siendo lo mismo que ponerse hasta atrás.


4. Estar hecho un cuero alude a una persona muy atractiva, aunque en algunas zonas de mi país suele llevar cierta connotación sexual.


5. Una amiga de la prepa con la que platico por Face algunas veces, tiene la teoría de que los bateristas, al ser quienes hacen más ejercicio (lo requieren para poder ejecutar dicho instrumento), tienen mejores piernas y por tanto pueden aguantar varias rondas de… bueno, ya entienden el punto, XD.


Seguro ya tienen idea de quienes sean los sujetos con los que Shinobu y Hiroki se toparon, respectivamente, pero prefiero mantener el suspenso hasta finalizar este corto. En cuanto a Shinno e Ijuuin, iré dando pequeños detalles conforme avance la historia, para no saturarles demasiado. Bueno, de momento es todo. Chaito.


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