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El Cuartel del Metal por HitchNoDanna

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Notas del capitulo:

¡Heeeey! Ya les caigo de nuevo con la novena entrega de este fic, y la segunda de la pareja Terrorista. De antemano doy gracias a quienes me han dejado un review, aunque sea pequeño.


Importante: Léanse las notas finales

 

Los personajes de Junjou Romantica no me pertenecen, son propiedad de Nakamura-sensei.

Capítulo 9: Ser metalero no significa ser un inútil – Parte II


Once con cinco minutos de la mañana del día jueves. Se encontraba bajo la sombra de un árbol de uno de los jardines de la facultad, con los ojos cerrados mientras escuchaba Harmageddon, de Apocalyptica. Trataba de recuperar un poco las horas de sueño perdido, desde que se puso a tocar la batería como loco anoche hasta el cansancio extremo, hasta apenas hace cinco minutos que terminó su segunda clase. No obstante, tres muchachas venían hablando a lo lejos, pero lo suficientemente fuerte como para oír parte de la conversación.


–Hmmm… –suspiraba una pelinegra de ojos café con añoranza– Los metaleros son tan sexys

–Mamá dice que lo que tienen de metaleros lo tienen de inútiles –decía una pelirroja de ojos negros

–¡Pero qué le pasa a tu madre! –se escandalizó la tercera, que era rubia y de ojos azules– ¡¿Cómo puede decir eso?!

–Pues según ella no saben hacer otra cosa aparte de tocar o escuchar metal –dijo la segunda– creo que tiene razón… el novio de mi hermana es thrasher y nunca limpia su cuarto... mi primo Mizuki siempre pone a cocer los huevos con todo y cascarón… ya te imaginarás el despapaye que tengo que limpiar después de eso… y para colmo siempre se excusa diciendo que es metalero y que no es su obligación saber estas cosas

–¡Qué estúpido!

–Lo mismo digo… hm, por personas así tachan a todos los metaleros de inútiles y holgazanes


Estaba por levantarse de su sitio e irse para tomar su siguiente clase, pero un balón de soccer casi le da en la cara. Molesto, tomó el esférico.


–¡Bolita, por favor! –le gritaban algunos chicos del equipo de soccer

–¡Shinobu-chan! ¡Lánzala por favor!

–Genial, Sumi –murmuró con enojo, pero luego se formó una sonrisa perversa en su cara y gritó: – ¡Ahí va!

 

Dio tres pasos hacia atrás para tomar impulso, y luego de darle una buena patada, la bola salió disparada. Con lo que nadie contaba en ese momento era que una persona iba pasando, por lo que nada se pudo hacer para evitar que el balón le diera de lleno en la cara y la derribara de inmediato.

 

–¡Miyagi-sensei! –y la vocecita del primer guitarrista de Exilieth lo hizo caer en cuenta del gran problema en el que se había metido.

 

Todo mundo empezó a amontonarse alrededor del profesor de Literatura, mientras él seguía ahí parado, estático, con los ojos abiertos de sobremanera y completamente pálido sin saber qué hacer. Vio con recelo cómo el mayor le sonreía y le revolvía cariñosamente el cabello al castaño como agradecimiento, pues éste lo ayudó a levantarse y le dio un pañuelo desechable para limpiarse la sangre de la nariz.


–¡Señor Takatsuki! –y como si las cosas no pudieran ser peores, ahora también oía la voz del Demonio Kamijou– ¡Vaya a la oficina del decano, ahora!

–Está bien, fue un accidente –intercedió el mayor– No es necesario

–¡Nada de eso! –replicó el otro profesor, y luego miró a la multitud que todavía no se iba– ¡Todos ustedes, vuelvan a clase! El espectáculo terminó


Y como alma que lleva el diablo, todo mundo salió corriendo incluso cierto estudiante de segundo semestre de Economía.


Una de la tarde. Se saltó la última clase, no estaba de ánimos después de lo sucedido. No le importaba ser sancionado por tercera vez –y por ende castigado por una semana–, sino su reacción de hace rato, cuando se quedó paralizado en lugar de ayudar a su sensei como Misaki lo hizo. Estaba enojado consigo mismo por permitirse mostrar esa faceta de debilidad. Normalmente hubiera reñido con cualquier otra persona por atravesarse sin mirar antes, o se hubiera largado sin importarle la reacción del otro, y en casos muy extremos se hubiera excusado con que fue un accidente, eso sí, siempre saliéndose con la suya. Sin embargo ante esa persona sólo atinó a quedarse ahí estático y lento para reaccionar, con los nervios a flor de piel.


"Lento para reaccionar… paralizado como un completo cobarde" se decía internamente "¿Cómo pude ser tan torpe?... torpe… inútil" y como balde de agua fría le cayeron las palabras de una de las tres chicas: "por personas así tachan a todos los metaleros de inútiles y holgazanes"


Una vil falacia: Shinnosuke Tödö, por ejemplo, presentaría su tesis para graduarse el año siguiente, además que sabía artes marciales; Nowaki Kusama tenía dos empleos –además de tocar los sábados en el Cuartel– para subsistir ya que no estudiaba como ellos y no tenía padres; Misaki Takahashi ingresó a la universidad con apenas 16 años y en apenas un semestre logró que lo pusieran en el cuadro de honor… todos ellos metaleros y con más de un talento además de sus instrumentos. Sí, incluso valoraba a Misaki como un metalero de corazón aun cuando le gustaba molestarlo con llamarle poser debido a su corta edad (1).


Y como él ciertamente se consideraba un buen metalero, tampoco se iba a quedar atrás. Por primera vez en su vida, le dio la razón a su hermana y sus constantes sermones sobre asumir responsabilidades y hacer las cosas por sí mismo. Rio para sí y salió de la escuela directo a casa a intentar por segunda vez cocinar algo de col, pero recordó que tenía que comprar unas baquetas nuevas, puesto que las últimas las desgastó anoche. En esos pensamientos iba mientras escuchaba una favorita de Avenged Sevenfold, cuando sintió que le cubrían la boca y lo jalaban. Cerró los ojos por instinto y en cuanto los abrió, se percató de su nueva situación: un sujeto lo tenía por la espalda tapándole la boca con una mano y con la otra lo agarraba fuertemente de las muñecas, y un segundo hombre palpaba sobre su ropa para robarle cualquier cosa de valor. Logró pegarle un codazo y una patada al que lo tenía inmovilizado, pero este fue más rápido y lo tomó por los cabellos y las muñecas, lo estrelló de frente contra la pared y pegó su cuerpo muy cerca del chico.


–Por tu bien, es mejor que no te pases de listo –dijo a su oído


Luchaba tanto como podía, pero ellos eran dos y le superaban en fuerza, por lo que nada pudo hacer para evitar que le quitaran el dinero para las baquetas y su iPhone nuevo. Sin embargo el destino decidió que el profesor Miyagi Yö –que pasaba cerca por pura casualidad– se percatara de ello y golpeara a los dos hombres para quitárselos de encima. Ellos no se quedaron de brazos cruzados, pues también dieron pelea, y no se rindieron sino hasta que el rubio le dio a ambos un golpe certero con un palo de madera que encontró.


–Vaya, el niño rico no resultó tan inútil como se veía –siseó con desdén uno de ellos y luego los dos echaron a correr ya que pasaba la policía cerca de ahí

–¡Inútil tu p*ta madre! –el rubio lanzó un improperio, pero cayó en cuenta de que el profesor escuchaba su vocabulario florido, por lo que agachó la cabeza sumamente apenado– Lo siento por eso… y también por lo de la mañana


Una bonita expresión de WTF se dibujó en su cara al oírse a sí mismo disculpándose, las palabras le habían salido por sí solas. El pelinegro sólo atinó a soltar una risilla, divertido.

 

–¡¿De qué se ríe?! –le gritó indignado y con los pómulos rojos a más no poder– ¡No le veo el chiste!


No le hacía nada de gracia: había pasado un mes desde que lo vio en El Cuartel del Metal, y las dudas que había tenido en ese entonces parecieron no tener importancia los primeros días; pero el verlo tan seguido en el Cuartel –con Risako la noche anterior–, su fallido intento de cocinar algo tan simple como repollo frito, la charla de esas tres chicas, el estúpido incidente de esta mañana y su reacción, las cuestiones que se planteó después de eso –considerando que odiaba reflexionar demasiado las cosas–, así como lo que sucedió hace unos minutos… todo eso le había sucedido en apenas dos días ¡dos días! Que él supiera, a nadie le pasaba eso en dos días –y mucho menos cuando casualmente en todos estos eventos Miyagi-sensei estuvo involucrado directa o indirectamente–…


Sólo había una respuesta para todos esos sucesos aparentemente aislados: el destino. El destino quería que esta persona fuera un copiloto permanente de su viaje llamado vida. 

Notas finales:

1.- Eso de la edad en realidad hace referencia a que en la adolescencia se busca forjar la identidad por medio de la música, adoptar ciertos estilos, comportamientos, etc., pero suele confundirse con los posers que adoptan este tipo de cosas sólo para pertenecer a un grupo social o tribu urbana… y como Misaki es el único menor de edad de la banda pues… bueno, ya entienden el punto.


Lo sé, lo sé… un poco bizarro y algo lento en sí, pero la verdad no me gusta apresurar tanto las cosas, además que tuve algunos problemas con mis padres porque por poco y me descubren escribiendo esto. Eso –y un buen choro mareador de mis padres– de cierta manera me ha cortado la inspiración y no sé si seguir con la pareja Terrorista, pasarme con la Egoísta o en donde me quedé con la Romántica… la verdad aun no tengo nada, XP. Me gustaría saber qué opinan al respecto y agradecería mucho que me lo hicieran saber antes del fin de semana, ya que suelo publicar lunes, martes o jueves, ya que mi horario escolar antes de las doce (hora de la Ciudad de México) no es fijo, además de que ya se acercan las vacaciones y seguramente mis padres van a estar j*diéndome con eso de que como ya no tengo tarea en vacaciones, no tengo nada qué hacer en la computadora, XP.


Bueno, pss sin más excusas… digo, sin más qué decir, nos leemos la semana que viene. Chaito.


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