TORBELLINO DE PASION PARTE I
El gran día había llegado, por fin podría consumar mi amor con mi Gaara. En la mañana todo fue normal, nos levantamos, desayunamos como siempre, solo que en el aire había algo de tensión y Gaara no ayudaba en nada con sus miradas y sus medias sonrisas, me decía sin palabras “lo que te espera”. Y yo me sonrojaba para su deleite, de solo imaginar lo que me haría, lo que le haría, lo que haríamos. Había fantaseado tanto con ese momento, que me parecía increíble que ya hubiera llegado. Cuando Gaara se fue a la oficina intente calmarme y distraerme con otras cosas. Ya había esperado cuarenta días y cuarenta noches, podía esperar unas horas más. Él me había prometido que desde que regresara de la oficina seria todo mio, y yo seria todo de él y me moría de las ganas de que sucediera.
De igual modo, la mañana se me paso volando, jugué con mi bebes, que cada día estaban mas hermosos y listos que el anterior. No cabían dudas de que tenían los genes Uchiha en la sangre, no me consideraba un tonto ni mucho menos, pero debía reconocer que al tratarse de intelectos Sasuke me superaba con creces, el y todo su familia de engreídos superdotados. Bufe para dejar de pensar en ellos. Seguramente tenían en esos momentos lo que se merecían. Había leído un par de noticias sobre mi “desaparición” y luego la boda de mi hermana y el bastardo de mi ex. Deseaba que mis hijitos no sacaran ese rasgo de su personalidad, es decir deseaba y rezaba porque mis bebes no fueran tan hijos de puta como su padre biológico (con el perdón de Mikoto san). Dei me había dicho que esos rasgos de la personalidad no se heredaban si no que se aprendían. Y me dijo que mi ex, su ex y el ex de Gaara habían aprendido a ser mal nacidos de su padre, y este a su vez lo había aprendido de su padre, y así sucesivamente los Uchiha iban dejando en el mundo seres sumamente guapos, inteligentes y orgullosos, como también egoístas, maliciosos, fríos y calculadores. Todas unas joyitas, irónicamente hablando claro. En fin según mi hermano mis hijos serian un reflejo de Gaara y mio, y si el tenia razón, mi niñitos serian perfectos. No porque fueran mis hijos, pero si a su inteligencia y obvio atractivo físico le sumáramos la capacidad de mi Gaarita para los negocios, su liderazgo innato, sus principios y valores, su lealtad y demás cosas maravillosas que él tiene, mis hijos serian perfectos, tal como lo es su padre. Su verdadero padre, no el donante de esperma, como Deidi llamaba a los Uchiha. Me llevo varias horas pensar eso, cuando me di cuenta Dei ya había llegado para llevarse a los mellizos, se me hizo muy feo tener que dejarlos ir con el. Si confiaba en mi hermano, tanto que ponía mi vida en sus manos, pero mis hijitos eran mi todo y me dolía separarme de ellos, aunque fuera unas horas.
- Hermanito, solo será hasta mañana al mediodía, recuerda como esperabas este momento – me dijo Dei mientras cargaba a Akira en brazos y salíamos de la casa, yo con Takeshi en los míos.
- Prométeme que si pasa algo, lo mas mínimo que fuera vas a llamarme, sin importar la hora – el blanqueo los ojos – Dei.
- Bien obsesivo, lo prometo, ahora déjame marchar, tengo que hacer cosas y tu también – se monto al coche - ¿o piensas seducir a Gaara con vomito encima de tu cabello y topa? – recordé que Takeshi me había vomitado encima luego de tomarse su biberón – ve a darte un baño de espumas, así hueles bonito, luego te pones alguno de los conjuntitos que compramos y esperas por el semental que no tarda en llegar – puso el coche en marcha – todo estará bien hermanito, voy a cuidar a estos diablitos con mi vida.
- Lo se Dei, solo que estoy muy nervioso – confesé sonrojándome y me senté en el coche – es decir ¿Qué pasa si no puedo hacerlo? ¿O si a él no le gusta? – Me comenzaba a alterar – he leído en una revista en el salón que el sexo tiene una importancia del 60% o 70% en una relación, o sea que si soy malo él va a dejarme o no me dejara y se conseguirá un amante – dije todo rápidamente sin respirar y cuando acabe Dei me dio un zape en la nuca.
- ¿Estas loco? – Exclamo molesto – Gaara adora el suelo que pisas, te ha hecho el amor en su mente millones de veces y para el solo hecho de hacerse uno contigo será suficiente.
- Pero Dei.
- Pero nada, yo sé que tu única experiencia en el ámbito sexual es el bastardo de Sasuke – asentí – y puedo imaginar que el tipo no era ningún inexperimentado – me sonroje ocultando la mirada – si salió al hermanito me atrevería a asegurar que tu ex era un pervertido – asentí sin mirarlo – y tu mi querido hermanito no eres ninguna carmelita descalza, es cierto que eres en cierto punto ingenuo y bastante inocentón, pero venga Naru que te he visto cuando te apasionas y te vuelves un ser totalmente fogoso – lo mire sorprendido y avergonzado – te he visto bailando y cantando frente a la TV y déjame decirte hermanito que si te mueves así en la cama, mi cuñadito va a ser muy pero muy feliz.
- Dei – lo golpee suavemente en el brazo - ¿tu piensas que bailo apasionadamente?
- Naru eres un volcán por dentro, solo se necesita que alguien te encienda y haces erupción y sé que Gaara podrá hacerlo sin problemas – sonreí tímidamente – además puedo afirmarlo porque eres mi hermano, sangre de mi sangre y yo se de lo que somos capaces de hacer cuando estamos on fire – bromeo y me sonroje mas de solo imaginar a mi hermano haciendo cosas que no quería saber – así que ahora ve a limpiarte perfumarte y espera a tu hombre ¿si?
- Bien, gracias Dei, por todo – el asintió con una sonrisa y yo baje del coche sintiéndome mas calmado y seguro.
- Una ultima cosa Naru chan, no para meterte presión, pero me dijo Sasori que si le quitas el mal humor a Gaara te va a regalar el coche que querías y Gaara no te deja comprar – abrí mis ojos mas que sorprendido – en realidad te lo van a comprar todos en la empresa, el pobre esta inaguantable – suspire comprendiendo, mi chico era el hombre mas cariñoso del mundo, pero también era un jodido dolor de cabeza cuando se lo proponía, por no decir algo mas grosero claro. Me despedí de Dei y mis bebes y luego comencé a prepararme para mi gran noche, tarde en realidad, y noche también porque comenzaríamos en la tarde, seguiríamos en la noche y posiblemente acabaríamos en la madrugada. De solo imaginarlo se me ponía la piel de gallina. Obedecí a Dei y prepare un baño relajante, con las fragancias que mi granadita le gustaban: jazmín y citrus. Me metí y estuve lavando mi cuerpo con autentica dedicación, no porque estuviera muy sucio, si no porque quería impregnarme de las fragancias. Porque según mi Gaara, esos perfumes combinados con el olor natural de mi piel, lo volvían loco, y la idea era esa, enloquecerlo totalmente. Salí antes de arrugarme y luego me puse crema por todo el cuerpo, en el catalogo decía que no se quedaba pegajosa con el sudor, que se absorbía totalmente dándole a la piel un delicioso aroma y una increíble suavidad. Seguramente no todo era cierto, pero confiaba en que no se volvería incomodo cuando la temperatura comenzara a subir y mi cuerpo se perlara de sudor. Cuando estuve completo de crema, después de luchar con la espalda decidí vestirme, según el reloj quédame menos de una hora para que Gaara llegara y quería tener todo listo. Escogí un bóxer de color naranja que Dei que me había obligado a comprar. Era súper corto y súper ajustado, pero eso no era lo más vergonzoso, lo más vergonzoso era que tenía escrito en la parte de los pompis: Propiedad Privada. Sabía que a Gaara le gustaría, con lo posesivo que era, pero me sentía un poco raro, en fin, ya no podía hacer más. Me cubrí con un albornoz y baje para completar los arreglos. Hacer un caminito de pétalos de rosas era demasiado cursi para nosotros, además que me traía amargos recuerdos, pero algo que leí en internet me dio una idea. Había organizado una búsqueda del tesoro. Tenia listas las tarjetitas que coloque en los lugares indicados. Deseaba que Gaara quisiera jugar, imaginaba que él quería saltarme encima sin decir nada ni hacer nada más, pero yo quería que nuestra primera vez fuera especial. Ninguno de los dos era virgen, pero no por ello nuestro primer encuentro íntimo era menos importante. Cuando termine regrese a nuestra habitación. Iba a esperarlo en la cama, listo para darle rienda suelta a nuestra pasión.
Acabe mis pendientes en la oficina a una velocidad asombrosa, incluso para alguien tan eficiente como yo, pero estaba super motivado. En casa me esperaba un hermoso kitsune listo para entregarse a mí y no quería postergarlo por un segundo más. Tome mis cosas y me marche prácticamente corriendo, mis empleados me dejaban pasar y estoy casi 100% seguro que sonreían felices. Gracias al estúpido de mi hermano y al descerebrado de mi primo todos sabían que ese día se cumplía el plazo medico establecido para que las relaciones sexuales no fueran peligrosas para mi doncel, y todos deseaban que acabara de una vez mi abstinencia para que dejara de lado el mal humor. Yo también lo deseaba, había días que no me aguantaba ni yo mismo, y eso ya era mucho.
En el camino a casa compre unos chocolates, seguro mi rubio querría comerlos antes, durante o después de que lo hiciera gemir mi nombre. Me había duchado en la oficina, para no perder el tiempo en casa, me había perfumado con el perfume favorito de mi Naru y me había colocado ropa interior nueva y sexi, según la descarada mujer que me lo había vendido. Aparque el coche y rápidamente entre en casa. Estaba silenciosamente sensual, no sabría describirlo. Las cortinas corridas de tal manera que apenas se colaban la luz, dándole un ambiente romántico. En la mesa de entrada había un sobre rojo con mi nombre, lo abrí y distinguí la letra del amor de mi vida.
“Después de mucho sufrir, de mucho esperar, de mucho amar, ha llegado nuestro día. ¿Recuerdas cuando nos conocimos? ¿Recuerdas lo que hicimos ese día? Si lo haces encontraras la segunda pista”
Mi bebe quería jugar, sonreí por ello, le daría el gusto y sabia exactamente donde debía buscar. El día que nos conocimos a parte de comportarme como un patán almorzamos juntos, y el comió su infaltable ramen. Camine a la cocina y abrí la alacena donde el guardaba su comida favorita. Un sobre azul me aguardaba.
“Has recordado, eso significa que ese día fue tan importante para ti como lo fue para mi, porque se día conocí al amor de mi vida. Dentro de poco vamos a consumar nuestro amor, y ahora te pregunto ¿Qué necesitamos para que se momento sea totalmente placentero?” ;)
¿Qué necesitábamos?, se me ocurrían varias cosas. Juguetitos, unas esposas, un tubo de baile. Suspire para calmarme, o de lo contrario mi erección seria aun mas dolorosa. Medite medio segundo y lo supe. Necesitábamos lubricante. Y lo había guardado en mi estudio, para no tentarme teniéndolo en la mesita de noche. Camine rápidamente hacia allí y en el escritorio había un sobre verde junto al bote en cuestión.
“Bien amor, eso significa que estamos pensando igual, para obtener la siguiente pista es necesario que te despojes de todo aquello que no vas a necesitar en nuestro cuarto. Espero que no me desilusiones”.
Quería que me desvistiera, me desvestiría, los zapatos volaron por el estudio, mi saco igual, el pantalón los calcetines y luego la camisa, me quede solo en ropa interior, más eufórico y excitado que antes, aunque me parecía imposible era así. Emprendí camino escaleras arriba y justo en nuestra puerta había otro sobre, de color verde. Una llave dentro.
“Mi corazón fue tuyo desde el día en que vi tus ojos verdes, mi vida paso a tus manos cuando me dijiste que me amabas y a partir de hoy mi cuerpo te pertenece enteramente, haz con él lo que quieras”.
Casi me muero de la felicidad y me da un orgasmo al leer tan hermosas y ardientes palabras. Solo mi rubio tenia la capacidad para ser dulce y picante al mismo tiempo, una combinación demasiado adictiva y enloquecedora para mi. Abrí la puerta lentamente y cuando vi lo que había dentro me quede sin aliento.