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Amando de Nuevo por Serenamoon

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Notas del capitulo:

Como lo tengo prometido dejo el capitulo del jueves.

Casi, casi no lo subo porque tengo mucho trabajo y encima tengo examen de ingles mas tarde, pero no estaria tranquila si incumpliera con mi palabra (soy medio obsesiva con esas cosas)

Pero llegue y aqui subo este nuevo capi, con un cambio en el POV, que ya sabran porque, va a ser asi unos cuantos capis y luego vuelve a Narutin.

He leido todos sus comentarios pero por falta de tiempo no he podido responderlos, queria hacerlo hoy pero tengo que estudiar y trabajar... me voy a volver loca necesito mas tiempo en mis dias... jajajaja.

El finde prometo ponerme al dia lo mas que pueda respondiendo.

Espero que les guste este capi ♥

NUESTRO NIDITO DE AMOR

 

Me sentía el hombre más feliz del mundo, no del mundo, del universo entero. Después de creer que el amor no era para mi y que nunca iba a ser feliz lo conocí a él, a mi ángel rubio. El ser mas hermoso, encantador, simpático, bondadoso, inocente, tierno, sexi, etc. Etc., porque podría pasarme la vida entera enumerando sus virtudes y no acabaría jamás. Nuestra primera semana de noviazgo fue mágica, no me cansaba de decirle que lo amaba, de besarlo, acariciarlo. No yo mismo me reconocía, jamás había sido tan mimoso y cariñoso. Todos notaban el cambio, y es que no podía evitarlo, aunque pretendía seguir mostrándome frio e imperturbable bastaba con ver a mi ángel o que alguien lo nombrara para que sonriera sinceramente. Aunque no fue mi intención, la noticia de nuestra relación corrió rápido en la oficina, todos los empleados lo sabían y algunos clientes y socios también. Pero no me importaba, es mas hasta me daba cierta tranquilidad que todos supieran que Naru era mio y solo mio. Porque no voy a negarlo, soy celoso, posesivo y no me gusta que miren y deseen lo que es mio.

A pesar de que había sido idea mía, se me hacia realmente difícil estar con el en la oficina y no besarlo o abrazarlo, me moría de ganas, me quemaban los labios y las manos del deseo, pero me contenía, porque el mantenía la distancia, como se lo había pedido.

- Ya he terminado dattebayo – dijo un viernes en la tarde, éramos los últimos en la oficina, pues quería adelantar trabajo para tener libre el fin de semana, tenia planes muy importantes. Lo mire y me sonrió cálidamente como siempre, haciendo que las millones de mariposa que revoloteaban en mi estomago a diario se alteraran mas de lo normal - ¿te queda mucho?

- No, ya casi acabo – respondí regresando la vista a los papeles, de repente se me hacia muy difícil no lanzarme sobre el - ¿quieres hacer algo luego?

- Hablamos de eso fuera – escuche que se ponía de pie – voy al baño – solo asentí y suspire aliviado cuando no estuvo frente a mi, me estaba costando demasiado controlarme, pero es que era tan lindo. Acabe rápidamente mi tarea y nos fuimos, una vez en la calle volví a preguntar.

- ¿Qué hacemos? ¿O estás cansado? – el me sonrió mientras se sujetaba de mi brazo para que camináramos.

- Vamos al cine dattebayo – sugirió y luego quiero helado.

- Hace un poco de frio – dije sabiendo que no tenia caso.

- No contradigas a tus hijos granadita – me regaño dulcemente – sabes como se ponen de pesados si no los complazco.

- Lo se, lo se, solo decía – subimos al coche, rumbo al centro comercial para ver una película, casi no salíamos porque había mucho trabajo o porque mi rubio tenia que estudiar. Una que otra vez fuimos a cenar, a tomar un helado, al medico, pero mas de eso no y me alegraba mucho salir con el a una cita – si seguimos así esos chiquillos van a ser unos malcriados – bromee y me hizo un puchero – pero descuida tu puedes consentirlos que yo me ocupare de ponerles limites – me sonrió.

- Entonces así seremos, yo el padre consentidor y tu el malo – reí por ello, siempre quedaba de tirano – no puede ser de otra manera, aunque quieras no puedes ser el bueno y creo que nadie tomaría en serio un regaño de mi parte.

- ¿Así que no soy bueno? – bromee, él se puso colorado y elevo los hombros – las cosas que uno se entera – fingí sentirme dolido

- No quise decirlo así Gaara – se apresuró en responder y sonreí para que supiera que bromeaba – ¿ves como si eres malvado? – Se quejo cruzándose de brazos – no debes angustiar a un embarazado Gaa-chan ¿no recuerdas lo que dijo la doctora?

- Que debía complacerte en absolutamente todo – repetí el consejo de la mujer, que estaba seguro lo dijo por lo mucho que quería a mi novio – no solo voy a tener hijos malcriados si no también un esposo – abrió los ojos al escucharme decir esa palabra.

- Yo no soy malcriado – respondió nervioso sin mirarme, aparque el coche y me acomode para mirarlo.

- Déjame dudarlo ¿si? – Frunció el seño - ¿y no me dices nada de lo de esposo?

- Mira la hora que es – exclamo cambiando el tema – nos perderemos la película – y bajo del coche. No podía enojarme, Naruto era un niño aun y cuando se ponía nervioso esquivaba el asunto. Eso no me desanimaba porque yo ya había decidido que el seria mi esposo y no había forma de que fallara en ese propósito. Al ingresar al enorme edificio note las miradas sobre mi kitsune, y es que era inevitable, donde fuera que ingresara brillaba. Era hermoso al natural pero el embarazo lo hacia resplandecer. Con la clara intención de marcar territorio lo tome delicadamente de la mano y lo guie al cine. Me sentía entre orgulloso y molesto. Orgulloso de saber que semejante ángel era mio y molesto porque los babosos lo miraban descaradamente sin importarle mi presencia -  ¿estas enojado dattebayo? – pregunto tímidamente.

- No amor, ¿Por qué lo dices? – pregunte acariciando su hermoso rostro.

- Tienes el seño fruncido y pareciera que vas a lanzar fuego por los ojos – al parecer ya no era tan bueno controlando mis emociones. Suspire para calmarme y lo aferre a mí.

- Disculpa eso solo que me molesta que te miren tanto – el rio contra mi pecho.

- Nadie me mira Gaara, no alucines – respondió seguro.

- Todos te miran mi amor, nadie puede ignorar tu belleza – se separo sonrojado.

- No digas cosas vergonzosas – pidió mirando al piso con sus mejillas sonrojadas.

- Es la pura verdad – le sonreí – eres una delicia para la vista mi sol, ¿acaso no lo notas? – el negó aun con la mirada baja, no podía creerlo, era tan perfecto que me daban ganas de llorar de pura felicidad – pues así es mi vida, al ingresar has captado todas las miradas, y lo sigues haciendo, por eso me moleste, pero ya se me paso.

- No tienes que molestarte – me miro a los ojos y luego se abrazó a mi – a mi solo me importa que tu me mires ¿lo sabes verdad?

- Si amor, pero me encanta escucharlo de todas maneras – era verdad, confiaba ciegamente en el. Naruto era incapaz de engañarme de alguna manera. La única sombra que había sobre nuestra relación tenía nombre: Uchiha Sasuke. Me moría por saber si aun lo amaba, si mi rubio lo extrañaba, si volvería con el de ser posible. Pero era demasiado cobarde para preguntarle, me aterraba saber la respuesta. Quería y al mismo tiempo no. Además estaba el hecho de que jamás me había dicho que me amaba. No es que quisiera apresurarlo, pero me entristecía un poco pensar que el no sentía lo mismo por mi. De todas maneras tenia pensado hacer hasta lo imposible por enamorarlo, no me daría por vencido, nunca me alejaría de su lado a no ser que el me lo pidiera. Abrazados compre las entradas, los dulces, palomitas y refrescos e ingresamos a la sala. Mi solcito había escogido una película de acción. Las de terror no le gustaban y yo adiaba las románticas. No lo solté en todo lo que duro la película, a la que ni siquiera preste atención. ¿Qué podía ser mas interesante que ver a Naruto comiendo palomitas, o bebiendo refresco? en realidad ¿Qué podía ser mas interesante que verlo a el? Nada, absolutamente nada. Era la vista mas perfecta del mundo entero y yo podía contemplarla en primer plano.

- ¿Te gusto? – pregunto al salir.

- Me encanto – respondí sincero, aunque no hablábamos de lo mismo - ¿aun quieres helado? Aunque pienso que deberíamos cenar antes – él lo pensó unos segundos.

- En realidad no quiero comida, quiero helado dattebayo – dijo seguro.

- Naruto – me puse serio – debes alimentarte saludablemente, la pregunta fue solo por cortesía, si quieres helado primero vas a cenar – eso fue una orden directa e irrefutable.

- Kankuro tiene razón – comento molesto, tiernamente molesto – eres un dictador dattebayo – sonreí por ello, aunque hice notas mentales para golpear a mi hermano.

- Como sea, de todas maneras comerás una rica y nutritiva comida – su rostro se ilumino – y eso no significa ramen – volvió a fruncir el seño – andando vamos – volví a tomarlo de la mano para llevarlo a un restaurante del lugar. Ordene carne con vegetales y sopa para los dos y me asegure que se coma hasta el ultimo bocado de zanahoria, por mas cara de asco que pusiera – ¿ves como si puedes? – no me respondió, estaba enojado ya lo sabia, pero sus berrinches eran tan encantadores como todo el, que no podía evitar sentirme fascinado por ellos, además de que era indispensable que se alimentara como correspondía. Le pedí al camarero su helado favorito y primero no quería comerlo, pero al final la tentación fue mayor y comenzó a saborearlo - ¿sigues enojado? – pregunte cuando salíamos rumbo al coche.

- No soy un niño Gaara – respondió – deja de tratarme como a uno.

- Amor, si te comportas como un niño no puedo tratarte de otra manera – me miro con los ojos abiertos, y luego comenzó a alejarse de mí, pero obvio que no lo deje, lo tome de la cintura y lo abrace por detrás – eres un niño caprichoso y berrinchudo ¿no te lo dijeron nunca?

- Suéltame – ordeno luchando por zafarse – si tanto te molesta estar con un niño puedes ir a buscarte a alguien mas adulto, como la zorra esa que te follabas en la oficina.

- ¿Qué te dije sobre hablar groseramente?

- Lo olvide, soy un niño idiota también – ironizo y lo gire para que me mirar. Tenia el seño fruncido y yo sonreía – deja de burlarte de mi Gaara – sus ojitos se aguaron y supe que debía parar, ninguna broma valía ni una sola de sus lagrimas.

- Ya amor, solo bromeaba – lo abrace porque intuí que quería golpearme – yo sé que no eres un niño, pero tiendes a ser caprichoso y es mi deber como tu pareja y el padre de esos niños cuidarlos ¿entiendes? Solo quiero lo mejor para ustedes, por eso me preocupa tu alimentación, que descanses, que no hagas fuerzas.

- Pero podrías pedirme las cosas de otra manera – dijo escondiendo el rostro en mi pecho y dejando de poner resistencia a nuestro abrazo.

- Lo hice bebe, pero preferiste comer helado ¿recuerdas? – Asintió con la cabeza – pero prometo tratar de no ordenarte las cosas, voy a hacer mi mayor esfuerzo.

- Yo también voy a esforzarme por ser mas responsable, te lo prometo – me miro a los ojos y sonrió cálidamente - ¿me das un beso?

- Todos los besos que quieras – respondí antes de adueñarme de sus rosados labios. No me cansarían jamás de ellos. Tuvimos que separarnos porque el centro comercial iba a cerrar y mi angelito debía dormir. Lo lleve a su casa y luego de despedirnos con mas besos yo me fui a la mía, tenia que ultimar unos detalles para la gran sorpresa del día siguiente.

El sábado me levante temprano, fui a correr, entrene un poco en el parque, luego me duche y fui a prepararlo todo, me quedaban firmar unos papeles y que me dieran las llaves, además quería comprar comida, flores, y un enorme lazo rojo con un moño.

- ¿Almorzamos juntos? – llame a Naru al mediodía estaba a unas cuadras de su casa, muy ansioso y emocionado.

- Buenos días para ti también – dijo con la voz adormilada – te has vuelto un mal educado Gaa-chan – reí por el regaño – aunque en realidad siempre lo fuiste, un grosero.

- ¡Oye! – Me queje aparcando en su casa – levanta que quiero llevarte a un sitio.

- Deja de ordenarme, dictador – grito y toque el timbre.

- O te levantas o te levanto, elije – y colgué - ¡tienes cinco minutos para salir de la cama! – grite desde abajo una vez que Sasori me dejo ingresar. Escuche que me maldecía y pateaba algunas cosas. Naruto no tenia el mejor humor en las mañanas y menos si lo despertaban antes de tiempo – buenos días Sasori.

- Buenos días – dijo sonriente - ¿todo listo? – Asentí y se puso feliz – me da mucho gusto, estoy seguro que va a gustarle mucho.

- Eso espero – respondí - ¿y cuando piensas mostrarle a Dei la tuya? – cuestione, el elevo los hombros.

- Deidara no esta muy a favor de el compromiso aun – dijo algo triste – pero tengo paciencia y voy a conseguir que se case conmigo, ya veras.

- Esa es la actitud, yo tengo la misma meta – me sirvió un café y brindamos por nuestros futuros.

- Buenos días tío – la chillona vocecita de Ayame llego a la cocina, ella ingreso corriendo y me abrió los brazos para que la cargara, cosa que hice sin dudarlo - ¿viniste a llevarte a mi tío Naru? – Asentí - ¿para que?

- Tengo que mostrarle algo – ella sintió.

- ¿Qué cosa?

- Una sorpresa pequeña.

- Pero es para el, yo puedo saberlo – afirmo y tenia razón, pero yo quería que mi rubio fuera el primero en saberlo.

- Te lo diremos al regresar – prometí y ella tuvo que aceptarlo, increíblemente solo me hacia caso a mi. A Sasori le hacia lo que quería, ni hablar de Deidara o Naruto. Cuando no la podían controlar me llamaban y solo me llevaba dos palabras para calmarla.

- Buenos días Gaara – mi cuñado me saludo con un beso en la mejilla y cargo a la niña – Naru ya viene, te aviso que esta con un humor de perros – susurro por lo bajo.

- Ya estoy acostumbrado – dije calmado.

- Buenos días mi general – ese fue el saludo de mi rubio que me miraba serio - ¿cumplí con el tiempo estipulado? – mire mi reloj.

- No, estas retrasado, luego voy a castigarte – mi angelito bufo – andando soldado que tenemos un largo día por delante.

- Deja de ordenarme pelirrojo del demonio – mascullo siguiéndome a la calle.

- Pensé que te gustaba mi cabello – me burle.

- No, lo odio, es demasiado rojo – tenia las mejillas infladas y los brazos cruzados, tuve que colocarle yo el cinturón - ¿A dónde vamos?

- Sorpresa – dije sin quitar la vista del camino.

- No me gustan las sorpresas – mintió.

- Te encantan las sorpresas – dije – y yo amo sorprenderte, así que relájate bebe.

- Si alguien no me hubiera despertado en medio de mi sueño yo estaría relajado – comento al aire.

- ¿Soñabas algo interesante? – pregunte con doble sentido

- Aquí el único pervertido eres tu – grito a la defensiva, delatándose completamente.

- Así que un sueño húmedo – sonreí – espero haber sido el protagonista – lo mire, estaba rojo de la vergüenza.

- Yo no dije eso – tartamudeo.

- No hizo falta yo lo deduje – volvió a fruncir el seño – pero dime, ¿fue conmigo?

- La verdad es que no – me miro con media sonrisa en los labios y ahora fue mi turno de fruncir el seño. No dije nada mas, la broma había terminado mal para mi - ¿estamos en una zona residencial? – Asentí - ¿vamos a visitar a alguien?

- No, vamos a ver algo – quizás respondí mas seco de lo que debería.

- Gaara si no te gustan las bromas, no las hagas en primer lugar – dijo muy molesto.

- Yo estaba siendo divertido, tú fuiste cruel – me defendí.

- No es cierto – negó – solo te pague con la misma moneda.

- Mi amor, todos mis sueños húmedos son contigo y lo sabes, lo que me dijiste fue muy malicioso – aparque el coche pues ya habíamos llegado – baja – ordene y me baje yo. El me imito y dio tal portazo que casi se hace puerta giratoria.

- Eres un infantil dattebayo ¿Dónde esta la gran ofensa en lo que dije? – caminábamos por el camino de ingreso, el me gritaba. Ingrese la llave y abrí, ambos ingresamos pero él no se daba cuenta de nada – responde Gaara ¿Qué te ofendió?

- La sola idea de tener que compartirte aunque sea en sueños es suficiente para hacerme sentir mal ¿acaso no sabes lo mucho que te amo?

- No sé que tiene que ver una cosa con la otra, además era una broma, lo sabes.

- Si lo se, pero lo hiciste con la intención de lastimarme – quizás no debí decir eso, pensé, al ver su rostro entristecido – Naru amor, no me hagas caso, sabes que soy muy celoso, pero no es tu culpa ¿si?

- Tu no confías en mi – afirmo cabizbajo - ¿verdad? ¿Dudas de mis sentimientos?

- No lo hago – respondí sincero, si bien él no me decía que me amaba me lo demostraba y eso era mas que suficiente. Cuando estuviera listo me lo diría – perdóname, soy un tonto.

- Si que lo eres dattebayo – se abrazó a mi – y antes que digas nada mas, el sueño si fue contigo pero no pienso contarte detalles – lo apreté mas y sonreí, ya lo sabia pero era un enorme placer escucharlo.

- Algún día voy a hacer realidad todas tus fantasías pequeño pervertido – le bese la nariz – pero ahora dime ¿Qué piensas? ¿Te gusta? – nos separe y le señale la casa. El la examino con lentitud, camino por la sala, miro por las ventas.

- Es muy bonita Gaara, ¿de quien es? – pregunto con una sonrisa.

- Es nuestra mi angelito, es nuestro nidito de amor.

Notas finales:

Gaarita es celoso, burlisto, mandon, pero es un dulce de leche a que no? yo me derreti de amor.

Como se tomara Naru-chan la noticia de que su novio le compro una casa? 


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