Kyungsoo era ajeno a la vista, a lo que el mundo le podía traer con la mirada, era ciego, pero aún mantenía otros cuatro sentidos, en especial la audición, con el cual podía mantener las mejores melodías, donde el color que no podía iluminarlo al abrir los ojos, al menos le iluminaba el corazón.
Y esa risa contagiosa de la persona que más amaba en el mundo…
Jongin.
-¡Hyung, ven hacia aquí!-
La risa del mayor ya flotaba en el espacio, como campanas al sentir las manos del menor contra sus mejillas.
Jongin era tan particular para Kyungsoo, era el único que podía hacerlo sentir miles de emociones en el tiempo, y él no sabía cómo eran las mariposas, pero Jongin le había explicado que volaban, tenían dos alas en mitad de corazón –otra explicación ya dada- y en el aire estaban… también le dijo, que estas, morían en un corto plazo, pero aparecían todo el tiempo.
Kyungsoo sentía mariposas en todo su cuerpo, empezando por sus orejas, cayendo por sus labios hasta llegar al estómago y doblarle las rodillas, cada vez que Jongin estaba junto a él. Y morían, cuando este partía.
Él no sabía muy bien a que se refería el amor, y el menor le había explicado que es lo que sientes cuando algo te llena por dentro, este le había dicho que el baile lo hacía sentir así, apretar la mano de Kyungsoo mientras daban torpes pasos al compás de la música, y Kyungsoo también sentía ese sentimiento cada vez que sus dedos se deslizaban en cada tecla del piano y cuando inclinaba su cabeza en el pecho de Jongin mientras versos sin sentido salían de su boca a un ritmo acorde.
Cuando conoció a Jongin, Kyungsoo no sabía que eran las mariposas, mucho menos el amor.
-¡Jongin-ah!-exclamo dándose la vuelta para posar sus manos en el pecho del menor.
-Hoy te llevare a un lugar, no acepto un ‘no’ como respuesta.-jalo la mano de este.
-Pero… ¿a dónde vamos?-grito Kyungsoo casi jadeando por no caerse por el fuerte agarre de Jongin.
-Es una sorpresa, nuevas cosas para descubrir y relatar… ¿te parece?-
Kyungsoo asintió y Jongin sonrió metiéndolo en el asiento delantero de la furgoneta.
El viaje al parecer era algo largo ya que Kyungsoo se quedó completamente dormido cuando este puso en el estéreo ‘claro de luna’.
Estaban en pleno otoño, la estación favorita de Jongin… arboles casi pelados, hojas naranjas por todo el lugar, el olor a madera y los pájaros cantando en soledad, le gustaban los caminos largos pisoteando las hojas que lo llevaban a la laguna, y lo hacían horas pensar debajo de un árbol, crear imágenes danzantes en su cabeza que no podía llevar a la realidad, a veces era una táctica de apartarse del mundo, sentirse en paz completamente solo… el otoño.
Le gustaría compartir su otoño con Kyungsoo, porque Kyungsoo hace de las cosas más pequeñas, las más grandes, e ilumina su corazón más que dos farolas potentes apuntándole en los ojos.
Sonrió al ver la cara de su compañero pegada a la ventana, y resistió el impulso de besarlo ahí mismo, de cumplir lo que destruiría a su compañero para siempre.
-Kyungsoo, hyung, llegamos.-murmuro Jongin empujándolo de apoco mientras este se despabilaba y empezaba a mover su cabeza como un gato.
Cuando por fin los dos salieron del auto, como siempre el menor tomo la mano del mayor mientras iban por ese angosto camino de hojas secas que hacían a Kyungsoo precipitarse y llenarse de curiosidad.
-Jongin… ¿por qué el suelo hace ese ruido?-pregunto acercándose más al hombro de este.
-No, Hyung, no es el suelo, son las hojas, las hojas del otoño, caen de los árboles y cuando las pisas ese es el ruido que provocan.-
-Es agradable…-menciono este dirigiendo su mirada al frente con una sonrisa estampada.
Jongin también sonrió, pero era una sonrisa diferente a la de Kyungsoo, él estaba cargado de una marea en su cabeza.
Después de quince minutos de pura caminata, ahí estaba…
La laguna.
-Llegamos.-murmuro arrastrando a Kyungsoo debajo de un árbol.
El sonido del agua se hacía presente, Kyungsoo lo pudo notar e inclino su cabeza en el hombro del menor.
-¿Dónde crees que estamos?-menciono Jongin.
-Nunca me habías traído aquí, pero siento que mi cuerpo se contrae por el sonido…-
-Es hermoso, ¿no crees?-acaricio sus cabellos provocando una sonrisa tímida del otro.
-Parece importante para ti…y claro, es hermoso.-
Jongin giro la cabeza para encontrarse con la mirada al frente de Kyungsoo, unas lágrimas empezaron a brotar de su rostro e intento ahogar el sollozo para que este no lo escuchara.
-¿No crees que es un poco triste, Jongin?-
-¿Qué cosa?-
-El silencio.-
Jongin no dijo nada y Kyungsoo busco la mano de este llevándola hacia su mejilla.
-Háblame.-
-¿Por qué?- susurro Jongin para que no notara la quebradez en su voz.
-Cuando hablas, las cosas van tomando forma en mi cabeza, y además, es lindo escucharte, o escucharte al compás del agua, o de los pájaros, o tu risa cuando piso las hojas o caigo sin querer… cuando crees que nada importa, y todo cesa sin cesar, y también, es mejor escucharte feliz, que sentir como brotan lágrimas de la laguna por tus ojos…-
Jongin no se resiste y aun con lágrimas susurra aproximándose a los labios del mayor…
-Te amo tanto Kyungsoo…-
Kyungsoo no sabe si su organismo está explotando, o las mariposas revoletean más de lo normal cuando los labios mojados de Jongin tocan los suyos. Y abre más la boca para sentir un peso más de lo normal dentro suyo, como si una bola de mariposas giraran por sus costados e hicieran querer desmayarlo pero sostenerlo a la misma vez, es un sentimiento tan extraño y busca con las manos la cara de Jongin para llevarlo más dentro, le gusta sentir el sabor de este en él.
Entonces cuando siente que su respiración se está parando separa a Jongin, y bocanadas de mariposas vuelan, por todas partes, alrededor de él.
Ninguno emite una palabra pero Jongin acaricia la mejilla de este mientras que el mayor busca a tientas una explicación para lo que acababa de sentir.
Y cuando cree encontrarla, se acerca más a Jongin y esta vez es el quien busca sus labios con los dedos y Jongin los muerde produciéndole un cosquilleo.
Sonríe y vuelve a besarlo, otra vez sintiendo la misma sensación pero aun siente más cuando las manos de Jongin pasan debajo de su remera, tocando toda la proximidad de su pecho, un calor inunda el cuerpo de Kyungsoo y cae hacia atrás cuando el menor lo tira hacia el suelo quedando arriba de este. Los besos se hacen más fugaces y ahora las mariposas parecen quemar en todo su interior, inclina la cabeza al costado cuando sus labios se separan y ahora buscan el cuello de Kyungsoo.
¿Por qué se sentía tan bien? Era casi como tocar el piano, y sentir la risa de Jongin perforando sus oídos.
Los minutos se hacen horas, y el silencio se vuelve en sonrisas cómplices, sonidos no tan acordes y una melodía extraña pero placentera, el tacto se vuelve un primer sentido. Y Kyungsoo inhala el olor a madera del cabello de Jongin, mientras que este se introducía en el.
-Cásate conmigo.-murmuro Jongin en la oreja de Kyungsoo.-Cásate conmigo Kyungsoo.-
Los dos estaban acostados en el suelo mientras jugaban con sus manos, y contaban anécdotas aburridas.
No había faltado la segunda vez para que Kyungsoo escuchara lo que había dicho Jongin, pero si para procesarlo… había escuchado esas palabras en películas, en frases de sus padres, en libros que le relataba Jongin, pero no que venían de él.
Kyungsoo sabía que era casarse,
Como también sabía que eran las mariposas…
Como también sabía lo que sentía Jongin cuando se aproximaba a él…
Como era el otoño, como era lo que Jongin sentía, lo que era el baile para él, lo que era tocar el piano, y escuchar las melodías…
Como también sabía… que era el amor.
Jongin era el amor.
Kyungsoo sonrió…
-Te amo Jongin.-
Un silencio inundo el ambiente y Kyungsoo sonrió sintiendo pura felicidad.
“Sí.”
El otoño ya no fue solitario desde ese día y las mariposas nunca morían.