CAPITULO 36
Draco entró a la chimenea para aparecer instantes después en la oficina de la profesora McGonagall, en donde le esperaba Harry.
-¿Lo ves? -dijo sonriente- no está.
-Es raro estar aquí sin estar castigado. -dijo Draco- bueno ¿y ahora?
-No sé. -Respondió Harry alzando los hombros despreocupadamente- demos alguna vuelta por ahí.
Lamentándose por un momento no haber llevado consigo su capa de invisibilidad ni el mapa del merodeador, Harry decidió no preocuparse tanto; eso había hecho durante años con la espada de Voldemort sobre su cabeza, que ahora estaba decidido a hacer a un lado tanta preocupación, lo curioso es que no recordaba en qué momento había tomado esa determinación.
-¿Por qué salían tan tarde del castillo? -preguntó Draco mientras iban caminando tomados de la mano- ¿acaso ese gigante es muy entretenido?... ¿sabe llevar acaso una conversación coherente?
-Hagrid no es tonto, -respondió Harry- solo es... alto.
-¿En serio no es tonto? -insistió Draco- es un pésimo maestro.
-¿En serio piensas eso de él? -preguntó Harry.
-No me digas que te gustaban sus clases.
-No me refiero a eso... es decir, ¿en verdad crees que es tonto?
-Es un gigante. -concluyó Draco respondiendo con naturalidad.
-Es un semi gigante. -respondió Harry mirándolo seriamente.
-¿Y hay alguna diferencia en eso? -exclamó Draco en el mismo tono de antes.
-Claro que la hay, -dijo Harry deteniéndose- ¿piensas que es menos que cualquiera de nosotros sólo porque es un semi gigante?
-¿Y acaso no lo es? -exclamó Draco dándose cuenta de que la conversación estaba tomando tintes ríspidos.
-No, no lo es. -Respondió Harry mirándolo- mira Draco, no pretendo educarte...
-No tendrías porque, -interrumpió Draco- ya tengo un papá que lo hace por ti.
-Si, y ya veo cómo lo hace.
-Al menos tengo un...-exclamó Draco callándose de repente al darse cuenta de lo que estuvo a punto de decir- yo... eee... lo siento.
-No importa. .-respondió Harry sin tomarle importancia al asunto.
Y después de caminar un rato en silencio, Draco finalmente se animó a hablar.
-Harry...
-¿Si?
-eee...mmm... ¿estás molesto?
-No, ¿Por qué?
-Pues... por lo que dije.
-Escucha Draco, -Dijo Harry deteniéndose- no pretendo cambiar tu forma de pensar, sin embargo me gustaría que te dieras la oportunidad de conocer más a Hagrid para que veas con tus propios ojos que las cosas no son siempre como te las cuentan.
La sola idea de interactuar con Hagrid, hizo que a Draco se le erizara el pelo, pero se daba cuenta de que Harry estaba haciendo un esfuerzo por no saltarle encima al insultar al guardabosque y al echarle en cara su orfandad, así que exhalando un suspiro, dijo:
-De acuerdo... lo conoceré mejor... pero tampoco esperes que nos hagamos íntimos y lo invite a tomar té en mi habitación, ¿eh?
-Por mi esta bien, -dijo Harry acercándose a él y pasándole los brazos por la cintura; Draco levantó el rostro para recibir el beso del temperamental Griffindor; luego su respiración fue haciéndose cada vez más rápida conforme los labios de Harry recorrían su cuello, y comenzando a caminar sin rumbo fijo, dieron vuelta en una esquina en donde descubrieron a duras penas que se trataba de un pequeño callejón sin salida; riendo suavemente, se dirigieron al fondo sin pensar siquiera en entrar por la puerta que había frente a ellos.
Caminando a tropezones por no querer despegar sus cuerpos, llegaron hasta el final del pequeño callejón que a lo mucho era tan largo como un salón, y ahí, Harry pegó a Draco en la pared mientras metía una rodilla entre sus piernas al tiempo que comenzaba a desabotonarle la chaqueta; Draco en tanto, colaba sus manos por debajo del suéter de Harry para poder tocarlo directamente; en esas estaban cuando de pronto escucharon voces a lo lejos.
-¿Oíste eso? -preguntó Draco separándose bruscamente de él.
-Si, creo que sí... -respondió Harry mirando hacia atrás- pero se supone que nadie debe andar por los pasillos a estas horas.
-Ajá, mira quien lo dice, -respondió Draco alzando una ceja- ¡creo que se dirigen hacia acá!
-Si, creo que se dirigen a esa puerta. -dijo Harry refiriéndose a la puerta que estaba a unos metros de distancia.
-¿Y lo dices tan tranquilo? -exclamó Draco separándose de él mientras trataba desesperadamente de arreglar su cabello y abotonar su chaqueta- ¡nos van a ver!
-¿Y si corremos a la puerta? -dijo Harry fajándose de nuevo la camisa.
-¡Serás tonto, la puerta está a la vista de quien venga de frente, nos verían!
-¡Rayos! -exclamó Harry deseando más que nunca tener su capa en esos momentos.
Las voces cada vez se oían mas cerca, tanto así que alcanzaron a distinguir algunas.
-Creí que iba a estar más pesado, -dijo Hermione- pero gracias a ustedes, organizar a esos niños de primero no fue tan difícil.
-No tienes que agradecer nada Hermione, -respondió Cho Chang- los demás prefectos estaban en Hogsmeade y no había nadie más, así que era nuestra obligación ayudarlos.
-Pues a mí me chocan esos enanos, -dijo una voz que para horror de Harry, pertenecía a Ron- no hacen más que gritar y dar lata.
-No les digas así. -exclamó Hermione.
-Pues yo creo que son lindos. -dijo otra voz que Harry reconoció como la de Luna Loovegod.
Draco y Harry no hacían más que mirarse entre sí sin saber que hacer al percibir que las voces cada vez se iban acercando más.
-¡Definitivamente se dirigen a esa puerta! -murmuró Draco en tono desesperado- ¡no deben vernos!
Harry no respondió, su cerebro trabajaba a mil por hora cómo cuando se llegó a encontrar en situaciones desesperadas, que ciertamente no habían sido pocas.
-¡Harry!
-Cállate y déjame pensar. -respondió Harry cerrando fuertemente los ojos- ¡rayos, rayos!
-¿Y si les lanzamos un hechizo aturdidor?
-¿Estás loco? -respondió Harry- Hermione, Ron y Luna están lo suficientemente entrenados como para responder a una agresión sorpresiva... el entrenamiento del ED los preparó para cosas así, incluso Cho lo haría.
-¿Y si tú sales a su encuentro y los alejas de aquí?
-Sería muy sospechoso... además, las casas a las que se dirigen, creo que quedan por esa puerta.
-Demonios... -respondió Draco dándose por muerto.
-¡Ya sé! -dijo Harry de pronto- ¡haremos esto!
Mientras tanto, Ron, Hermione, Cho y Luna se iban acercando cada vez más al pasillo cerrado mientras conversában animadamente; pasillo en el que Draco exclamó con voz contenida:
-¡¿Estas demente?!... ¡ni loco haré eso!
-¡Vamos Draco! -exclamó Harry con voz apremiante- si corremos hacia la puerta nos verán.
-¡Pero... pero!... ¿¡y porque no lo haces tú?!
-Claro, cómo soy un experto metamorfago, puedo cambiar mi apariencia a mi antojo... -respondió Harry sarcásticamente- o mejor aún, ¿Por qué no preparamos una poción multijugos en un segundo?
-¡Pero es que...!
-Soy más alto que tú, Draco... -interrumpió Harry- así que a ti te queda mejor... además ellos son mis amigos, no tendríamos tantos problemas que si hablas tú.
-¡Es que esos enanos son odiosos, Hermione! -se escuchó decir a Ron a solo unos cuantos metros de distancia.
-¡Demonios! -exclamó Draco mirando en esa dirección.
-¿Entonces? -preguntó Harry dando saltitos de impaciencia.
-De acuerdo... -respondió Draco arrastrando las palabras- pero esta me la pagas.
Cuando Ron, Hermione, Cho y Luna llegaron a la esquina, pasaron de largo para abrir la puerta, pero en eso Luna volvió la cabeza y exclamó extrañada:
-¿Harry?
-Al escucharla, todo el grupo miró hacia el pequeño callejón en donde vieron a Harry abrazando a...