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SI TU ME QUISIERAS... por Orseth

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-Pero era hijo único... –continúo Roger- ¿Qué más podía hacer?
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-La promesa hecha a tu padre no puede retenerte... lo sabes ¿no? –dijo Draco volviendo el rostro para mirarlo.
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-Si, lo sé... y de hecho... pensaba dejar esto –dijo Roger bajando la voz- sé que en esto no hay camino de regreso, por eso pensaba simplemente desaparecer... tú me entiendes ¿verdad?
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-Si ¿y qué pasó?
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-El día en que pensaba hacer eso, me llegó una paciente muy grave... una mujer que me suplico, no por su vida, sino por su hijo...
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Draco lo miró unos instantes para después mirar nuevamente al frente.
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-Sabes que hablo de ella ¿cierto?
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-Supongo.
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-No pude hacer nada por ella... así que me propuse hacer lo último que me pidió... y aquí estoy.
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-¿Y porque no te has ido?... digo, ya cumpliste tu promesa ¿no?
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-Tan sutil como siempre –exclamó Roger sonriendo-, pero si, ya termine... pero bueno, pues surge una cosa, surge otra... ya sabes como es.
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-Roger, ven, debes ir a Bedford... –interrumpió Stella saliendo de la casa- uno de los nuestros está herido.
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Sin decir nada, Roger se levantó y se metió a la casa para salir a los pocos minutos con un maletín en la mano acompañado de Stella, le hizo un guiño a Draco quien permanecía sentado en las escaleras del porche y desapareció junto a la mortífaga.
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Siendo las tres de la mañana, Draco escuchó la puerta de al lado abrirse y cerrarse, por lo que se levantó de la cama calzándose sus pantuflas, y poniéndose su bata salió de su habitación para tocar suavemente la puerta.
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-Adelante.
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-Espero no molestar –dijo Draco entrando a la habitación.
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-Para nada, pasa... –respondió Roger sentado en la cama al tiempo que se quitaba los zapatos mientras murmuraba enfurruñado: -maldita vieja estúpida...
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-¿Qué sucedió? –preguntó Draco sentándose junto a él.
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-No había ningún herido –respondió Roger sacando su pijama de debajo de su almohada.
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-¿Y entonces porque te llamó con tanta urgencia?
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-Resulta que lo que ella quería era una consulta privada.
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-¿Cómo que privada?
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-Si... tal parece que tiene un amorío con un tal Talbot, él está en la zona de Bedford, pero ese no es el asunto, resulta que ambos tienen una enfermedad venérea.
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-¿¡Qué?! –exclamó Draco riendo para después callarse repentinamente cubriéndose la boca con una mano mientras miraba sorprendido a Roger como quien ha cometido una falta.
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Roger dejó de hacer lo que estaba haciendo para mirar a Draco al tiempo que le bajaba suavemente la mano.
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-Solo te reíste Draco... no pasa nada.
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-Yo... es que...
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-¿No lo ves?... estas sanando, está bien
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-No... –Respondió Draco levantándose- no debo...
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-¿Sentirte bien? –Completó Roger- ¿sigues castigándote por algo que no fue tu culpa?... Draco, estas sintiéndote mejor ¿eso es malo?
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-Pues... pues no pero...
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-Ven aquí... –dijo Roger instándolo a sentarse a su lado- el proceso de duelo que has llevado ha sido muy pesado pero has estado haciéndolo muy bien, no puedes vivir triste y solo toda tu vida.
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Draco ya no respondió, solo se quedó sentado al tiempo que miraba sus manos; Roger también guardó silencio observándose los pies; Draco continuaba observando sus dedos como si en ellos se encontrara el misterio de la vida, era cierto que se sentía mejor, mucho mejor, por lo que las palabras de Roger no dejaban de retumbarle en la cabeza.
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-Además... –dijo Roger haciéndolo voltear a mirarlo- tú no estás solo...
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Roger seguía mirando sus pies, y fue hasta después de unos momentos que giró el rostro para mirar al chico rubio; Draco miró fijamente los ojos miel del chico que tenia a solo un palmo de distancia; no supo en que instante ni como fue, simplemente cerró los ojos cuando los suaves labios de Roger tocaron los suyos... tampoco supo porque abrió los suyos para recibir la cálida lengua del joven castaño; solo reaccionó espantado cuando sintió el cuerpo de Roger sobre si, fue cuando se dio cuenta de que ya se encontraba recostado en la cama.
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-¿¡Pero qué demonios?!... –exclamó dándole un empujón y poniéndose de pie.
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-¡Lo siento, lo siento, no quise...! –Exclamó Roger poniéndose de pie- ¡Yo...!
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Draco no dio más oportunidad de hablar, se dio la vuelta para salir casi corriendo de la habitación, pero Roger se le adelantó cerrándole la puerta de nuevo y poniéndose frente a ella.
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-¡Espera, tenemos que hablar!
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-¡No hay nada de qué hablar, quítate!
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-No... –Respondió Roger con firmeza- no soy un hombre que acostumbra andar con medias tintas, me gustan las cosas claras y vamos a conversar.
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Draco sonrió irónico, en ese corto tiempo había llegado a conocer a Roger un poco, por lo que sabía que el chico decía la verdad; no obstante se sentía demasiado confundido y azorado como para tomar las cosas con la misma calma.
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-Esta bien, te besé ¿de acuerdo?... antes debí preguntarte, lo acepto... –dijo Roger sin moverse de su lugar- te pido una disculpa por eso...
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-¿Quieres dejar de decir tonterías y dejarme salir? –exclamó Draco con una mezcla de sentimientos encontrados.
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-Mira... –respondió Roger tratando de calmarlo- si nos sentamos...
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-No
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-¿¡Y crees que esto es muy fácil para mí!? –Exclamó Roger alterado- ¿¡crees que estoy aquí, sumergido en este podrido mundo de sangre y muerte por gusto?!... ¡por supuesto que no!
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-No... no estamos hablando de eso... –dijo Draco intentando ocultar la sorpresa que le causó oír tal revelación.
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-¡Claro, para ti es fácil no hablar de nada, siempre corres!
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-¡Yo no corro!
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-¡Claro que sí!... ¡te importa una mierda lo que pasa a tu alrededor!... ¿Qué si me gustas?...si, si me gustas y mucho, desde el momento en que me abriste la puerta me fascinaste, pero no te dije nada por varias razones; una, porque no vine a eso, dos, porque no se de tus preferencias, y tres, porque estas muy vulnerable y yo no soy un aprovechado, y si te digo esto no es para que me tengas lastima ni digas que qué buen tipo soy... te lo digo porque me gustan las cosas claras; si te ofendí lo lamento, nunca fue mi intención; ahora que si no estás de acuerdo, solo tienes que decírmelo y ya, y no correr como quinceañera asustada.
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-¡Yo no corro como quinceañera asustada! –exclamó Draco incrédulo.
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-Si lo haces –replicó Roger tomándolo del brazo y abriendo la puerta-, pero no te preocupes, porque no es necesario que digas nada, he entendido todo perfectamente.
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Draco solo pudo boquear como pez fuera del agua al verse prácticamente arrojado fuera de la habitación para terminar recibiendo un portazo en la nariz; se quedó ahí unos momentos completamente estupefacto ante lo que acababa de pasar para finalmente irse a su propio cuarto.
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Ya ahí no pudo dormir, simplemente se sentó en la cama tocándose suavemente los labios; se sentía extraño, envuelto en una vorágine de sentimientos confusos y encontrados; lo que había escuchado lo había dejado totalmente en shock... él... ¿gustarle a Roger?... ¿gustarle, gustarle cómo si de un hombre y una mujer se tratara?... cierto que no era ningún mojigato ni prejuicioso pero eso distaba mucho de lo que se le estaba presentando ahora.
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Roger era guapo, ¿Cómo es que nunca lo había notado?... ciertamente el ambiente en el que se desenvolvían no daba mucha cabida ni animo como para lanzarse al romance exactamente, además no había pensado en su sexualidad por increíble que pareciese, él había tenido sus escarceos amorosos en Hogwarts como todo adolescente; su primera experiencia sexual había sido con una chica de Ravenclaw, nada extraordinario, muchos jadeos, unas cuantas embestidas y un orgasmo intenso y efímero y ya; luego unas buenas manoseadas con Pansy y con toda aquella que se dejara; después con todo lo que le cayó encima con el señor Tenebroso y el fallo de sus padres y su misión encomendada, ni ganas de una simple paja le quedaban, y si se ponía a resumir, no había pensado en nada de romance o sexo en todos esos años, increíblemente se había alejado de esa faceta de su vida como si nunca hubiese existido... y ahora llegaba alguien a recordarle algo que en realidad tenia por descartado y además era nada más y nada menos que un hombre.
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-Roger... –pensó tocándose de nuevo los labios.
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Algo muy ajeno a sus pensamientos era lo que estaba sintiendo... ¿a qué venía esa sensación de mariposeo en el estomago?... ¿a qué venía ese latir acelerado?... le gustaba estar con Roger y conversar con él, y lo echaba de menos cuando se iba o cuando él mismo tenía que salir... ¿pero eso a mirarlo de otra manera?... realmente nunca lo había pensado.
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Y exhalando un profundo suspiro se recostó en su cama abrazando una almohada... ¡ahora se daba cuenta de cuánto extrañaba esa parte de su vida!... ¿pero porque tenía que haber sido Roger justamente quien se la recordara?... Roger, Roger...
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Eran las seis de la mañana y Draco seguía sin pegar los ojos; cuando bajó a desayunar, Roger no estaba y Greyback casi casi le aventó un sobre el plato de cereal para que lo fuese a entregar; pasaron dos días antes de que volviera a ver al joven medimago; eran las siete de la noche, hora de la cena en la que Draco lo vio llegar para subir directamente a su cuarto; el ex Slytherin solo tomó un café y enseguida subió; y cuando toco la puerta, escuchó un simple:
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-Adelante
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-Hola
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-Hola -respondió Roger sacando una toalla del armario.
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Draco simplemente lo observó hacer sin decir nada hasta que finalmente dijo:
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-No es verdad.
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-¿Cómo dices? –respondió Roger apenas mirándolo.
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-Que no siempre corro... –respondió Draco recargado en la puerta con las manos por detrás.
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-Ah, eso... está bien por ti... –dijo Roger pasando a un lado de él.
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-Oye... –exclamó Draco deteniéndolo de un brazo- escucha lo que tengo que decir.
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-Ok –dijo Roger sentándose en la cama y mirándolo atentamente en una actitud un tanto sarcástica, detalle que Draco no pudo dejar de notar pero que sin embargo ignoró.
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-No siempre corro... –dijo Draco- toda mi vida he enfrentado situaciones en las que simplemente correr no es una opción, y no lo hago porque sea valiente, pues de eso no tengo nada; simplemente no lo hago porque no puedo... si eso me convierte en un cobarde patético, pues si, lo soy... pero eso ya lo sabías ¿no?... que yo no soy para nada valiente... –Roger simplemente suspiro y volvió el rostro- en esta ocasión tampoco voy a correr... –continuó Draco- pero esta vez no es porque no pueda... esta vez no quiero hacerlo.
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-Y eso significa... –dijo Roger quedándose callado.
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Draco no dijo nada, simplemente se acercó hincándose frente a él y poniéndole las manos en las rodillas.
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-Significa que voy a arriesgarme... –dijo finalmente alzando el rostro para mirarlo.
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Roger lo miró fijamente con los ojos muy abiertos para después alzar su mano y ponerla en la mejilla de Draco mientras decía:
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-¿Hablas en serio?
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-Por lo general no suelo ser muy bromista –respondió Draco sonriendo tímido.
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Entonces Roger sonrió bajando su mano hasta el cuello y sentir el acelerado latir de Draco.
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-Tranquilo... –dijo entonces besándole la frente- no voy a hacerte daño...
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-Lo sé...
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-No, no lo sabes... por eso no dejas acercarse a nadie... por eso tu coraza es tan dura.
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Draco se quedó callado sin saber que decir, solo atinó a cerrar los ojos cuando Roger lo besó, entonces abrió la boca sintiendo como el otro introducía su lengua suavemente, como pidiendo permiso; un beso suave que fue subiendo de intensidad... ¡hacía tanto tiempo que no experimentaba tales sensaciones!... la mano de Roger ya estaba en su nuca mientras le exploraba toda la boca, mordiendo, succionando... ¡qué beso tan maravilloso! Pensó Draco abriendo la boca lo más posible; entonces Roger se separó pegando su frente con la de él dejándole los labios calientes y palpitantes.
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-Draco, no puedo creerlo...
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-Aunque no lo creas, yo tampoco.
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-Gracias por darme una oportunidad, te prometo que no te arrepentirás. –Una tímida sonrisa fue la respuesta del rubio.
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Desde ese día, Draco vio su vida desde otra perspectiva, ya no se le hacía tan terrible y monótona su estancia en aquella casona lúgubre y oscura; la vida de ambos seguía desarrollándose con normalidad, habiendo días en que ni siquiera se veían, pero cuando coincidían, Roger se colaba a la habitación de Draco o viceversa, y platicaban hasta la madrugada acurrucados en la cama, riendo, o en silencio, o acariciándose hasta el momento en que Draco percibía que la situación se le salía de las manos.
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-Espera... espera un poco... –susurró con voz entrecortada por el deseo cuando Roger ya se había deshecho de su playera para succionarle y mordisquearle un pezón mientras su mano jalaba la cintilla del pantalón de su pijama bañados por la luz de la luna que entraba por la ventana- Roger...
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-¿mmm?... –respondió Roger endureciendo el rosado pezón pasando su lengua alrededor para después chuparlo con fuerza.
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-¡Ah!... ¡por Salazar!... –jadeó Draco arqueando la espalda.
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Roger continúo besándole el cuello y colando su mano en la pretina del pantalón para jalarlo hacia abajo.
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-¡Roger! –exclamó Draco de repente percibiendo el movimiento.
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-¿Si? –respondió Roger levantando el rostro para mirarlo.
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-Es que... bueno...
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-Draco, no eres ningún niño... bien sabes que quiero hacerte el amor.
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Claro que no era ningún niño y bien sabia que tarde o temprano habría sexo; pero Roger tenia la peculiaridad de hacerlo sentir un completo inexperto, el medimago era unos años mayor que él y a leguas se notaba que tenía mucho camino recorrido, por lo tanto no podía evitar sentirse nervioso.
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-Tranquilo... –susurró Roger besándole la mejilla y luego el cuello provocándole un estremecimiento- tu solo relájate.
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-No soy virgen... –exclamó Draco avergonzado de que Roger adivinara sus pensamientos- ya antes he hecho el amor.
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-¿Con un hombre? –dijo Roger sin dejar de besarlo.
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-Bueno... no pero...
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-Entonces prácticamente lo eres, así que entiendo que estés nervioso.
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-¡No estoy nervioso! –exclamó Draco indignado.
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Pero Roger ya no dijo nada, simplemente sonrió y dirigió sus labios a la clavícula y a sus hombros para después hincarse sobre la cama para jalar con mayor facilidad los pantalones de Draco con todo y ropa interior.
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-¡Vaya, que buen espectáculo! –silbó Roger con los pantalones de Draco a medio muslo.
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-Ya, tonto... –exclamó avergonzado Draco encogiendo las piernas.
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-Solo digo la verdad, eres hermoso... –respondió Roger quitándole por completo la ropa- y eres todo para mi... –concluyó el castaño comenzando a desabotonar la camisa de su propia pijama lentamente desquiciando a Draco quien ya tenía una buena erección.
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Minutos después, libre totalmente de ropa, Roger tomó su varita haciendo un hechizo silenciador, ya que el que servía para cerrar la habitación ya estaba; luego tomó su pantalón del suelo buscando algo en el bolsillo.
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-¿Qué buscas?
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-Esto... –respondió Roger mostrándole un pequeño frasco.
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-¿Lubricante?
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-Si
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-¿Ya habías planeado esto? –exclamó Draco alzando una ceja.
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-Te mentiría si te negara que espero esto desde hace semanas, y bueno, aunque nunca te presionaría, decidí estar preparado para cuando finalmente te decidieras... –respondió Roger untando en sus manos una generosa porción para después tomar el pene de Draco comenzando a friccionarlo de arriba para abajo- ¿te gusta?
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-mmm... si... si me gusta... –respondió Draco cerrando los ojos para abrirlos de repente al sentir una ardiente humedad- ¡uff!
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Roger se encontraba haciéndole la mejor mamada de su vida; encogió las piernas mientras se cubría la cara con las manos incapaz de contener sus gemidos.
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-Delicioso... –murmuró Roger apenas despegándose unos instantes para volver a introducir el pene en su boca.
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Después de eso, Roger le recorrió el cuerpo con los labios, la lengua y los dientes descubriéndole todo un mundo de maravillosas sensaciones; hubo un momento en que Draco quiso corresponder, pero Roger simplemente no lo dejó.
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-No Draco... –dijo Roger besándole la blanca espalda- tu disfruta, déjamelo todo a mi... a mí que por tanto tiempo he soñado con este momento.
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Draco no replicó, se sentía ebrio de tanto placer, solo pudo jadear cuando Roger le abrió las nalgas para pasar su lengua entre ellas buscando la preciada entrada.
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-Por Merlín... –gimio Draco mientras Roger le indicaba que se pusiera en cuatro para acceder con mayor facilidad.
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La lengua de Roger danzaba traviesa en la trémula entrada de Draco quien solo podía jadear y respirar entrecortadamente; no sintió ninguna molestia cuando Roger introdujo un dedo, al contrario, se sentía tan abierto y tan excitado que pronto se encontró empujándose contra la mano del castaño; el pinchazo de dolor llegó cuando dos dedos fueron introducidos.
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-Acuéstate sobre tu espalda –dijo Roger después de unos minutos- por más que te dilate te va a doler de todos modos.
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Draco no dijo nada cuando Roger le separó las rodillas acomodándose entre ellas, sin embargo cierto temor y excitación le inundaban el pecho; Roger le sonrió mientras untaba lubricante en su pene friccionándolo un par de veces para después acomodarlo en la entrada.
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-¿Quieres que siga? –preguntó Roger sonriendo maliciosamente.
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-Ya me tienes abierto como pollo descuartizado... –respondió Draco sintiendo la punta del pene presionar tentativamente- o me la metes o te aplico un Crucio...
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Sin decir más pero sin dejar de sonreír, Roger acomodó una pierna de Draco en su antebrazo mientras que con la otra sujetaba su pene comenzando a empujar suavemente.
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Aun con lo excitado que estaba, Draco no pudo evitar tensarse al sentir el pene de Roger abrirse paso rasgando la tierna piel.
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-Intenta relajarte... –susurró Roger al verle el gesto de dolor.
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-Eso intento... pero tu pene nada tiene que ver con tus míseros dedos...
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Con imperceptibles embestidas, Roger continuó penetrándolo mientras Draco se removía incomodo.
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-Ese es mi chico... –susurró Roger tiernamente al verle apretar los dientes sin que un solo quejido escapara de sus labios, por lo que procedió a penetrarlo por completo, y sabiendo que la molestia no iba a desaparecer, dijo-: voy a embestirte...
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Draco solo asintió con la cabeza, por lo que Roger salió de él para volver a entrar con delicadeza una y otra vez; Draco solo jadeó sintiendo que se partía en dos mientras le clavaba las uñas en el brazo...
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-¡Oh Draco!... –gimió Roger cerrando los ojos con fuerza- estas tan apretado... que rico estas...
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-Me... me alegra que al menos alguien este disfrutando... –respondió Draco entre dientes.
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Roger abrió los ojos y vio que la erección del rubio había desaparecido por completo, por lo que soltó su pene para masturbarlo con fuerza.
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-¿Mejor?
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-Algo...
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Después de unos momentos, Roger lo soltó para acomodarse la otra pierna en el antebrazo recargando sus manos en los costados de Draco mientras las embestidas aumentaban en fuerza y velocidad.
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-Por Salazar... –pensó Draco ya con la frente perlada de sudor- ¿a qué hora se supone que empieza lo bueno?
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Estaba a punto de pedirle a Roger que parara cuando de repente una sensación cosquilleante comenzó a sentirse en su bajo vientre; sensación que comenzó a aumentar haciéndolo jadear.
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-Mucho mejor ¿cierto? –dijo Roger riendo.
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-Si... si... –balbuceó Draco sintiendo como esas sensaciones se expandían por sus piernas.
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-Genial... –dijo Roger sin dejar de penetrarlo.
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-¡Por Merlín, Roger!... –exclamó Draco abriendo mas las piernas si acaso era posible- ¡sigue!... ¡sigue!
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Ni tardo ni perezoso, Roger le soltó las piernas para comenzar a masturbarlo; Draco clavó los talones en el colchón mientras se le aferraba a los brazos con fuerza.
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-¡Draco!... ¡oh Draco, este culo tuyo me vuelve loco!
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Draco sentía ya un ardor a medida que Roger imprimía mas y mas velocidad... ¿Cuándo termina el dolor y empieza el placer?... ¿Cuándo la mezcla de ambas daba por resultado algo tan increíble?... ya lo analizaría más tarde, pensó Draco incapaz de contener los gritos que escapaban de su garganta al sentir unas contracciones en su esfínter anal como en su próstata recorriéndole un escalofrió en todo su ser erizándole la piel y generando una mayor presión en el pene de Roger llevándolos a ambos a un frenesí incontrolable.
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Empapados de sudor Roger se empujo con fuerza dentro de Draco en una última estocada causando en el rubio un grito de placer al correrse provocándole unas breves convulsiones que casi lo hacen perder el sentido y sintiendo también que algo caliente se derramaba en su interior llegando ambos al éxtasis.
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Draco quedó desmadejado sobre la cama como un muñeco de trapo, un delicioso letargo se apoderó de él sumiéndolo casi de inmediato en un profundo sueño.
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Cuando despertó, se encontró con Roger durmiendo a su lado, ambos acostados de lado, frente a frente; entonces sonrió al ver el rostro sereno del chico que apenas hacia unas horas le había hecho el amor, quiso moverse pero un dolor en salva sea la parte se lo impidió.
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-Rayos...
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-Buenos días... –saludó Roger abriendo un ojo.
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-Ni tan buenos –respondió Draco haciendo gestos.
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-Estas adolorido
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-Si... también me duele el vientre y las piernas
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-Te daré un analgésico, te sentirás mejor –dijo Roger estirándose cual vil gato.
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