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SI TU ME QUISIERAS... por Orseth

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-No ¿Qué pasa?


            -Bueno... no pasa nada... es solo que...


            -¿Te sientes mal?


            -Pues no, ya me acostumbre a los malestares cotidianos, que dentro de lo que cabe son normales.


            -¿Entonces?


            -Es que... bueno, en realidad no es nada, solo quería saber si ya dormías.


            -Si, claro ¿y luego? –respondió Harry recargándose en un codo.


            -Y luego nada, ya duérmete.


            Sin decir nada, Harry levantó sus mantas y se sentó en la orilla de la cama mirando a Draco, quien estaba acostado de lado mirando en su dirección.


            -¿Qué pasa?


            -Nada –respondió Draco mirando a Harry, quien por haberse acostumbrado a la oscuridad, podía verlo claramente aunado a la pequeña lamparita que Harry tenía en la mesa por si Draco quería ir al baño.


            Harry se levantó y fue a sentarse a su cama.


            -Sabes que puedes confiar en mi ¿verdad?


            -Ayúdame a sentarme –dijo Draco.


            Cuando Harry le acomodó varios almohadones en la espalda, se sentó junto a él quedando hombro con hombro.


            -Imagino que debes tener sueño –dijo Draco.


            -Tengo el sueño ligero como ya te habrás dado cuenta, así que no importa, tú eres el que debe estar cansado, pero imagino que no era eso de lo que querías hablar.


            -Yo... –comenzó Draco titubeante, como si le costara mucho dejar salir las palabras- tengo miedo.


            -¿Miedo?


            -Sí... ya tengo siete meses y medio.


            -Ah... –exclamó Harry sabiendo a que se refería Draco.


            -Será una operación ¿verdad?


            -Sí.


            -¿Y cómo sabrán que está listo para nacer?


            -Bueno, el señor Jackson esta monitoreando el desarrollo del bebé y dice que esperará que madure lo más posible.


            -Ya veo... ¿pero yo como lo sabré?


            -No lo sé, Draco; no tengo idea –respondió Harry volteando a verlo.


            -Claro... oye.


            -¿Si?


            -¿Y qué harán con él cuando nazca?


            -¿Te preocupa?


            -¡No, claro que no! –Se apresuró a decir Draco- es solo curiosidad.


            -No sería extraño que te preocupara, después de todo es tu hijo.


            -Si pero también es de Roger.


            -¿Y eso lo hace menos hijo tuyo?


            -No, claro que no... Pero bueno... no es que con eso diga que... ¿acaso pretendes confundirme? –dijo Draco mirándolo.


            -¿Confundirte porque, si las cosas son muy claras?... dime algo ¿no sientes absolutamente nada por ese bebé?


            -No –respondió Draco sin titubear.


            -Yo había pensado que si, digo, ya hasta hablabas con él.


            -Pues no.


            -¿Aun cuando lo has llevado dentro de ti tanto tiempo?


            -Te digo que no.


            -¿Seguro?... lo has sentido crecer, moverse y patalear dentro de ti.


            -Y vaya que se mueve, afortunadamente ahora duerme, está muy tranquilo... ¡oh rayos!


            -¿Qué pasa?


            -Creo que le ha dado hipo –respondió Draco ceñudo mientras se ponía una mano en el vientre.


            -¿En serio? –Exclamó Harry sonriendo- déjame ver.


            -De acuerdo –dijo Draco resignado mientras Harry ponía una mano en su vientre sintiendo casi al momento un pequeño brinco.


            -¡Es verdad!... ¡tiene hipo!... no sabía que a un bebé podía darle hipo aun estando en el vientre, oye ¿no quieres quedártelo?


            -¿Quedármelo?... si no estamos hablando de un cachorro; además aunque quisiera, cosa que no deseo, no podría; no creo que tengan guardería en Azkaban.


            -Oye, hablando de eso...


            -Ya te dije que no tengo miedo de ir a ese lugar... bueno, o al menos ya no tanto; lo que tengo miedo es de esto... –dijo Draco señalando su vientre.


            -Draco, no me mientas –dijo Harry mirándolo a los ojos, que  a pesar de la semi oscuridad pudo notar enormes y cristalinos- sé que tienes miedo, te conozco mejor de lo que tú crees.


            Draco parpadeó mirando los ojos de Harry, que en esos momentos se veían negros; sintió que le atravesaba el alma, por lo que simplemente volvió la cara al frente diciendo:


            -No hablemos de eso ¿quieres?


            -Claro, pero déjame decirte que se puede luchar contra el destino... lo sé por experiencia.


            -No tengo nada de sueño ¿podemos seguir platicando?


            -¿Y de que quieres platicar?


            -Pues no sé –dijo Draco alzando los hombros- tu piensa en algo.


            -¿Te gustaría que habláramos de tu madre?


            -¿Cómo? –exclamó Draco viéndolo sorprendido- ¿mi madre?


            -Sí.


            -¿Y porque de ella?


            -Nunca hablas de ella, creo que es hora de hacerlo ¿no crees?


            Draco suspiró mientras veía sus propias manos y después de un rato en silencio, comenzó a hablar.


            -La vi ¿sabes?... un mes antes de que muriera.


            -Vaya...


            -Cuando regresé de una entrega y entre a mi cuarto, pensé que estaba alucinando... ahí estaba ella, de carne y hueso.


            Harry no dijo nada, simplemente lo dejó seguir hablando.


            -Y bailamos, bailamos como solíamos hacerlo en las fiestas... como cuando estábamos rodeados de copas burbujeantes de champaña, y ella reía... ¡hacia tanto que no la escuchaba reír!... y fue hermoso ¿sabes? Muy hermoso... yo... yo la extraño tanto... –susurró Draco recargando su cabeza en el hombro de Harry al tiempo que cerraba los ojos- recuerdo sus ojos azules y sus manos suaves... bailando con mi padre como si fuesen los reyes del mundo.


            Draco guardó silencio después, como saboreando cada recuerdo agridulce sin que Harry rompiera el instante pasando así un buen rato.


            -Me caes muy mal, Harry.


            -¿Yo?... ¿y por qué?


            -Porque... –balbuceó Draco mas dormido que despierto- porque siempre me orillas al precipicio... y eso da miedo...


            -No deberías tenerlo ¿sabes por qué?


            -No... –respondió Draco en un suspiro.


            -Porque yo te sostendría.


            Draco ya no respondió, su respiración acompasada indico a Harry que se había dormido.


            -Y según tú no tenias nada de sueño –murmuró Harry con una sonrisa.


            Se quedó así cerca de media hora, simplemente disfrutando la cercanía de Draco, su aroma, su calor... pero sabiendo que el chico necesitaba descansar, se levantó suavemente instándolo a costarse bien; después le acomodó su habitual almohada entre las rodillas, pero cuando se dio la vuelta para acostarse en su propia cama, se detuvo; luego se dio nuevamente la vuelta para sentarse otra vez en la cama de Draco.


            -Aunque no lo digas... –dijo recargando sus manos a cada lado de sus propias piernas mientras inclinaba la cabeza- sé que aun piensas en él... sé que  a pesar de todo lo amas... yo te entiendo ¿sabes? –dijo mirándolo al tiempo que tocaba la mano de Draco que descansaba en la cama sin que el rubio ni siquiera se moviera.


            -Sé lo que es amar a la persona equivocada... pero yo, no porque esa persona sea mala, es simplemente que esa persona nunca me va a querer... ¿sabes? Yo nunca me había enamorado... había querido, sí; pero nunca había sentido esta angustia y este anhelo que estruja el alma hasta sentir que se ahoga... esa alegría constante de reflejarme en sus ojos... pero sabiendo que su brillo no es por mi... quisiera gritar... –continuo Harry con sus verdes ojos anegados de lagrimas- quisiera abrirme el pecho y arrancarme el corazón... porque yo sé que nunca me va a querer... porque yo sé que nunca... me vas a querer... porque para ti solo soy tu custodio, un simple amigo que te ayuda a sobrevivir... ¡oh Draco! –gimió Harry cubriéndose la cara con ambas manos para después levantarse cuidando de no despertarlo e hincándose en el suelo, justamente a un palmo de su rostro dormido, tocando con apenas la punta de sus dedos, los rubios mechones de cabello- yo tengo la alegría que da paz... –susurró con voz entrecortada- la palabra que da fuerza... y el amor que consuela... solo... si tú me quisieras... si tú me quisieras... ¡tan solo un poquito!


            Harry ya no pudo seguir hablando, simplemente recargó su frente en sus antebrazos mordiéndose los labios para no llorar como desesperado.


            -Si tú me quisieras... –murmuró tan bajo, que no supo si solo lo pensó- tan solo un poquito... yo no te haría llorar... yo te cuidaría... como lo más importante de mi vida...


            Se quedó así por un buen rato hasta que por fin decidió levantarse, y con paso derrotado se acostó en su cama dándole la espalda a Draco;  y tal vez si se hubiese volteado, hubiese notado sus ojos abiertos.


            ________________________________________________________________________________


            Al día siguiente, cuando Harry le llevó el desayuno, lo encontró muy callado.


            -¿Estás bien?


            -Si ¿Por qué? –preguntó Draco llevándose a la boca una cucharada de cereal con fresas.


            -Estás muy callado –dijo Harry sentado en la silla.


            -Bueno, hoy no tengo ganas de platicar, eso es todo –respondió Draco alzándose de hombros.


            -Ah...


            El resto del día Draco se la pasó leyendo ante la extrañeza de Harry, pues aunque Draco leía mucho, notaba un cambio en su actitud; a la hora del baño, se sorprendió cuando éste simplemente le dijo:


            -¿Podrías decirle al medimago que me ayude?


            -¿A bañarte? –preguntó Harry extrañado.


            -Sí.


            -¿No quieres que yo te ayude?


            -Preferiría que no.


            -Draco ¿sucede algo?


            -No, nada ¿Por qué?


            -¿Cómo que porque?... ¿hay algo que te moleste?


            -No es nada –respondió Draco alzando los hombros con un dejo de exasperación- es solo que me da vergüenza contigo.


            -No es la primera vez que hablamos de eso.


            -Ya lo sé, pero hoy no quiero que me ayudes tú.


            Harry se quedó callado al ver la determinación con la que había hablado Draco, y no eran precisamente sus palabras o su tono... era algo más que no alcanzaba a discernir.


            -Por favor –añadió Draco desviando la vista.


            En el transcurso de la semana, Harry fue dejando poco a poco de asistir a Draco porque éste fue delegándolo cada vez mas dejandolo muy confundido.


            -No lo entiendo –decía Harry a Sirius mientras éste se preparaba un té muy de mañana en la cocina- he repasado todo y no sé que pude haber dicho o hecho para molestarlo.


            -¿No discutieron?


            -Siempre discutimos, pero ahora esta diferente... siento como si fuese una almeja que ha cerrado su concha –concluyó Harry con desaliento.


            -¿Té?


            -Sí, gracias.


            -¿Estará deprimido? –dijo Sirius sirviendo una segunda taza.


            -Bueno, pues contento no estaba, pero ya se encontraba más tranquilo... no sé, es diferente... como si intentara poner una barrera entre nosotros.


            -Será una etapa de su embarazo.


            -¿Tú crees?


            -No sé, nunca he estado embarazado.


            -No bromees –exclamó Harry con desaliento mirando meditabundo su taza de té.


            -Habla con él.


            -No quiere... es decir, se lo he preguntado y siempre sale con que no es nada.


            -Tal vez sea verdad.


            -Pero...


            -Vamos Harry, no seas tan aprensivo –dijo Sirius restándole importancia al asunto- déjalo pasar.


            -Claro... –respondió éste levantándose- hace mucho lo dejé pasar.


            Sirius ya no dijo nada, simplemente lo vio salir de la cocina en silencio.


            Ese día, a la hora de llevarle el desayuno a Draco, fue Sirius quien se ofreció a hacerlo en lugar del señor Jackson; si Draco se sorprendió al verlo, lo ocultó muy bien.


            -¿Por qué ya no quieres ver a Harry? –preguntó Sirius sentándose en la silla.


            -Estoy dándole un descanso –respondió Draco cuchareando la sopa mientras torcía la boca al ver el vapor salir del tazón.


            -Esa no te la crees ni tú mismo –dijo Sirius con naturalidad -¿acaso ya te diste cuenta de que se ha enamorado de ti?


            Draco dejó de mover la cuchara dentro de la sopa por un momento, para después como si nada seguir cuchareándola.


            -No sé de qué habla.


            -Claro... dime una cosa ¿en verdad es imposible que te vuelvas a enamorar?


            Draco apretó los labios sin dejar de mirar su sopa... “¿Quién se creía ese para preguntarle esas cosas?”


            -Sé que eres muy quisquilloso para este tipo de conversaciones –continuó Sirius- pero no creo que tenga ningún sentido darle vueltas a un asunto tan simple ¿no te parece?


            Con el ceño fruncido, Draco miró a Sirius, quien lo miraba tranquilamente, como si estuvieran hablando del clima.


            -Eres inteligente, por eso no te trato como idiota y digo las cosas claramente.


            “Bueno... eso era un punto a su favor” reconoció Draco sin decir nada.


            -No somos confidentes, eso lo sé –dijo el auror- pero soy bueno para guardar secretos.


            -¿Bueno para guardar secretos? –Exclamó Draco esta vez alzando una ceja- claro... y por eso viene a decirme lo que siente Harry ¿no?


            -Eso es porque eso ya no es ningún secreto, el amor que siente por ti se desparrama por todos sus poros... el pobre ya parece panal de tanta miel, si tuviéramos vecino, hasta el perro ya lo hubiese notado.


            Draco sintió enrojecer hasta las orejas, por lo que volvió la vista a su plato.


            -Dime una cosa –dijo Sirius- ¿tan impensable es el corresponderle?


            -¿Corresponderle?... ¿desea que alguien como yo este con su querido ahijado?


            -¿Alguien como tú? –Dijo Sirius pasando por alto el sarcasmo de Draco- ¿te refieres al chico que no tuvo muchas opciones en la vida?


            -No, al que hizo todo lo posible por desgraciarle la vida en Hogwarts.


            -Vamos Draco, eran niños, además creías todo lo que te decían tus padres ¿Qué mas podías hacer?... ni siquiera pudiste matar a Dumbledore.


            Draco se sorprendió al oírlo decir eso, nunca imaginó al último de los Black justificarlo así.


            -¿Estas alejándote de él? –Dijo Sirius cruzando una pierna- sin que él te haya dicho nada, estas diciéndole que se aleje.


            -Yo no le he dicho nada.


            -Lo gritas con cada gesto ¿tanto miedo te da?


            -¿Miedo a qué?


            -A volverte a enamorar.


            -Yo no tengo miedo.


            -Parecería que sí.


            -Pues no.


            -El no se atrevería a lastimarte de nuevo.


            -Ya no estoy lastimado.


            -Claro que sí, y por eso huyes despavorido ante cualquier asomo de interés de su parte... aunque hablando de Harry no es solo interés... él en verdad te ama.


            -Claro que no, solo está confundido.


            -¿Y si no es así?


            -No importaría.


            -Ya no confías en nadie ¿cierto?


            Draco miró su sopa como si en el fondo se encontrara algo interesantísimo.


            -El no es perfecto... –continuo Sirius- nadie sobre este mundo lo es, pero él es bueno y no hay nadie más confiable que ese chico; sé que no es fácil abrirse de nuevo, sé que duele mucho confiar otra vez...


            Draco miró a Sirius conforme hablaba, había algo en su voz que atrajo su atención.


            -Sé que es muy difícil enfrentarse al mundo otra vez... asusta y es intimidante... pero si nos escondemos, seremos nosotros mismo quienes terminemos matándonos.


            -Usted... ¿se ha sentido así? –preguntó Draco sin dejar de mirarlo.


            Sirius suspiró sonriendo cansinamente antes de responder.


            -Si... el ministerio y Azkaban se encargaron de eso.


            -Pero ya se esclareció que usted era inocente.


            -¿Y eso sirve de algo?... el daño ya está hecho, me siento vacio por dentro... es por eso que no quiero que te suceda lo mismo, es por eso que quiero que tomes la nueva oportunidad que la vida te ofrece.


            -Pero yo no lo quiero, no como él me quiere a mí –dijo Draco ya sin ningún dejo de recelo- no quiero lastimarlo dándole falsas esperanzas, él no lo merece.


            -Eso es cierto, pero tranquilo, él no se va a romper tan fácil; solo deja que las cosas pasen, no te pido que te hinques ante él y le declares amor eterno; sé que pedirte eso sería injusto, no puedes enamorarte instantáneamente de nadie; no, simplemente deja que su amistad cure tus heridas.


            -¿Su amistad?


            -Si Draco, déjalo ser tu amigo, tu también necesitas uno.


            -Un amigo... –repitió Draco sorprendido de haber escuchado su nombre en los labios de Sirius dicho con tanta naturalidad.


            -Además déjame decirte que al menos yo no estoy dispuesto a dejar que se cumpla otra condena injusta como la mía.


            -¿A qué se refiere?


            -Que no iras a Azkaban, no es correcto.


            -Si es correcto o no, es lo de menos, eso ya está decidido.


            -No me conoces... y no es culpa de ninguno, pero ya tienes idea de lo que es capaz un Black, tu madre es muestra de ello.


            -Si –dijo Draco sonriendo levemente- ella era Black.


            -Al igual que tú, así que no debes rendirte tan pronto, los Black somos huesos duros de roer.


            -¿Eso cree? –dijo Draco sonriéndole tímidamente.


            -Claro, lo creo firmemente, ahora termina tu sopa o Harry me cruciara el culo por permitir que dejases la comida.


            Sin decir nada más y en cómodo silencio, Draco comió para después quedarse solo; a la hora del baño, cuando el señor Jackson entro a la habitación, Draco dijo:


            -¿Podría llamar a Harry?... quiero que sea él quien me ayude.


            -¿Seguro? –preguntó el señor Jackson ya habituado a los cambios de humor tan raros de Draco.


            -Si.


            Cuando Harry escuchó al señor Jackson, no pudo dejar de fruncir el ceño extrañado mientras subía a la habitación, encontrando a Draco colocándose las pantuflas.


            -Dejaré que me ayudes a bañarme con la condición de que me dejes ponerle sales con aroma a lavanda al agua –dijo Draco al tiempo que tomaba la toalla que el señor Jackson había dejado en la cama y comenzaba a caminar como pato en dirección al baño.


            -¡Auch! –gimió de pronto al sentir una punzada en su tobillo lastimado.


            -Cuidado –exclamó Harry apresurándose a sostenerlo.


            -Gracias –dijo Draco pasándole una mano por la cintura- ¿Cuándo me quitarán la férula?


            -Hasta dentro de un mes.


            -¿¡Un mes?!


            -Si, un mes, así que mejor camina con cuidado si no quieres que sea más tiempo.


            -Rayos... bueno, en fin ¿si le pondrás esas sales al agua?


            -Si, se las pondré –respondió Harry sintiendo que de alguna forma, Draco le abría la puerta otra vez.


            Un par de días después, al estar comiendo, Draco observo a Harry por unos momentos para finalmente decir:


            -¿Qué tienes, Potter? –preguntó Draco mientras mordía una tostada con mermelada.


            -Nada, solo un pequeño dolor de cabeza –dijo Harry dejándose caer pesadamente en la silla.


            -Ven –dijo Draco colocando su tostada en un plato.


            -¿Para qué?


            -Tu solo obedece.


            Con pasos pesados, Harry se levantó y caminó hasta la cama.


            -¿Qué pasa?


            Sin decir nada, Draco le puso la mano en la frente sorprendiéndolo.


            -¿Qué Rayos haces?


            -Tienes fiebre.


            -¿En serio? –dijo Harry arrugando el ceño.


            -Si ¿Por qué no vas a que te revise el medimago?


            -Seguramente solo necesito unas vitaminas –respondió Harry regresando a su asiento.


            Sin embargo, cuando el dolor de cabeza fue en aumento, no le quedó más remedio que ir a buscarlo.


            -Estás resfriado –concluyó el señor Jackson.


            -¿Resfriado?


            -Si, estas agotado, por eso tus defensas están bajas, lo que necesitas es descansar y tomar lo que te voy  a dar, continuarás con la fiebre un poco más, pero mañana ya estarás como nuevo... ¡ah! Y deberás dormir en la otra habitación para no contagiar a Draco.


            -Yo me ocuparé de él –dijo Sirius provocando con esto, que todos voltearan a verlo sorprendidos- ¿qué? –Exclamó mirando a todos- no me lo voy a comer.


            -Claro –dijo Harry- una vez escuche una frase muggle que decía “perro no come perro”


            -¡Já!


            Cuando Sirius le informó a Draco que Harry estaría descansando en la habitación contigua, éste solamente se encogió de hombros diciendo:


            -Sabia que estaba enfermo, el muy cabezota necesita descanso.


            -Sí, creo que es cierto.


            -Espero que pronto se sienta bien –dijo Draco levantándose.


            -¿Irás al baño?


            -No, es solo que quisiera estirar las piernas un poco, siento como que me quiere dar un calambre.


            -¿Quieres que te ayude?


            -No, gracias.


            Alzándose de hombros, Sirius se acomodó en la cama de Harry abriendo un libro de los que su ahijado tenia a la mano mientras se palpaba el bolsillo de su camisa- Rayos...


            -Por mí no se detenga –dijo Draco entendiendo el gesto- fume cuanto quiera.


            -¿Y que esa horda de fanáticos caigan sobre mi? No gracias.


            -Bueno –dijo Draco dando pequeños pasitos sosteniéndose de la pared- ¿podría ayudarme a vestirme?... no tengo nada debajo de la bata y realmente es muy incómodo.


            Sirius sacó ropa del armario, desde calcetines, calzoncillos, unos pantalones enormes color azul claro y una camiseta blanca de manga larga lo suficientemente grande para su abultado vientre.


            -Vaya, esto está mucho mejor –dijo Draco calzándose sus pantuflas y ya completamente vestido- ya me siento un poco normal.


            -Los Black no somos normales –dijo Sirius tumbándose de nuevo en la cama.


            Draco sonrió involuntariamente por el comentario mientras columpiaba los pies en la cama; para que al cabo de unos minutos viera el libro de Quidditch desparramado en la cara de Sirius quien roncaba con singular alegría.


            Draco se le quedó viendo unos instantes antes de posar sus pies en el suelo y dirigirse con cuidado a la puerta, la cual abrió tratando de no hacer ruido; dio un vistazo al pasillo encontrándolo vacio, y nuevamente sosteniéndose de la pared y cojeando, llegó  a la habitación contigua metiéndose en ella.


            Ya era tarde, pero la habitación estaba medio iluminada por un par de lamparitas que estaban sobre la mesa; se recargó en la puerta cerrada mientras veía  a Harry dormido en la cama; exhalando un suspiro caminó hasta la silla sentándose en ella.


            Harry dormía boca arriba, con una mano dentro de las mantas y la otra sobre su pecho; Draco vio su frente sudorosa y miró que sobre la mesa había jofaina con agua y un lienzo dentro, lo tomó y después de exprimirlo se levantó sentándose ahora en la cama pasándole el lienzo refrescante por la frente; fue entonces que la puerta se abrió.


            -¿Qué haces aquí? –preguntó Remus en tono tranquilo- ¿no deberías estar descansando?


            -No estoy de fiesta precisamente.


            -Claro, pero...


            -Solo estoy refrescando un poco a Harry ¿de acuerdo?


            -De acuerdo, pero cuando vayas a regresar a tu habitación llámame ¿está bien?


            -Si, lo haré –respondió Draco resignado.


            -Bien –dijo Remus saliendo de la habitación.


            Estuvo así por un buen rato, refrescando la frente y cuello de Harry, tanto que pasó la jofaina al mueble para no tener que estarse levantando.


            -Harry Potter... –pensó dejando el lienzo en el agua mientras observaba el pálido rostro para después pasar su dedo índice por las finas cejas negras... delineándolas poco a poco, habiéndolas rezumar el agua que había en ellas, después su dedo viajo por el puente de la recta nariz y finalmente llegó a la delgada boca... sintiendo los suaves y tibios labios.


            -¿Amor? –pensó ladeando la cabeza sin dejar de tocarlo- ¿Tú sientes amor por mi?... pero Harry... –continuo pensando mientras dejaba los labios y ponía la mano en el pecho que subía y bajaba con ritmo lento y relajante- yo no tengo nada para dar... nada que ofrecer... pero tú lo sabes ¿no?... sabes que estoy roto y mis manos están vacías... ¿para qué quieres un recipiente que no puede contener nada?... además... yo no confío en nadie...


            “Confiar” repitió una vocecita en su interior; Sirius había dicho que no había nadie más confiable que aquel moreno que yacía con fiebre en la cama... “¿Confiar de nuevo?”... “¿Creer de nuevo?”...”no... Dolía demasiado...”


            -¿Cómo sentirte?... ¿cómo amarte?... ¿cómo confiar otra vez?... no quiero hacerte lo mismo que me hicieron a mí, no me gustaría verte destruido ni triste...


            “Pero triste ya está” dijo la misma voz dentro de su cabeza; “Lastimado también”.


            -No... –Musitó poniéndole una mano en la mejilla- no quiero que estés triste... quiero que seas de nuevo el tontuelo feliz que conocí en Hogwarts.


            -mmm... –gimió Harry pasándose la lengua por los labios resecos, por lo que Draco se apresuró a vaciar agua en un vaso, pero al estar a punto de dársela, se contuvo, supo que si se la daba tendría que despertarlo y no quería... no aun... no ahora que necesitaba pensar tantas cosas.


            -Bueno, no creo que mueras de sed por no tomar agua en un rato mas –dijo Draco poniendo el vaso en el mueble.


            Suspiró  mientras tocaba la mano que Harry tenia fuera de las mantas; manos grandes y fuertes, manos como las de él, no tan blancas pero del mismo tamaño; lo constato al entrelazar los dedos y amoldarse tan bien como un guante... ¿Qué se sentiría ser tocado por aquellas manos?... ¿Qué se sentiría ser besado por aquellos labios?... sacudió la cabeza ahuyentando esos pensamientos.


            -¿Qué tonterías estoy imaginando?... –se regañó mentalmente mientras dejaba en paz la mano de Harry.


            Enamorarse de nuevo... lo vio tan lejano, que el solo hecho de pensarlo le causó gracia.


            -En todo caso ¿para qué?... estoy condenado a cadena perpetua y no creo que ahí permitan visitas conyugales –bromeó consigo mismo  siendo consciente de su humor ácido- no Harry, no podría condenarte a eso.


            “Pero esa es decisión de él” –dijo la molesta vocecita de nuevo- y también dijo que se puede luchar contra el destino”


            -¿¡Y eso a mí qué?! –murmuró enojándose consigo mismo sin siquiera saber porque- yo no puedo enamorarme, ya no puedo...


            Sintiéndose inquieto, se levantó y comenzó a caminar paso a pasito dentro de la habitación, mirando a Harry y mirando la mesa... de nuevo mirando a Harry y ahora a la lámpara... de nuevo a Harry y ahora al par de pantuflas en el suelo...


            -¡Por Salazar! –exclamo entre dientes al tiempo que se rascaba la cabeza- esto es una locura, aunque lo intentara no puedo enamorarme de Harry... siento que estoy agotado y él no merece migajas... además creo que ni siquiera eso podría darle... –en fin... –continuó caminando hasta la cama- él lo sabe, sabe que no puede recibir nada de mí, por eso no espera nada... ¡hay Potter! hasta que haces algo inteligente... –dijo acariciando un negro mechón de cabello.


            Se quedó un largo rato observando el bello rostro de Harry, cada gesto, cada pequeña arruga, refrescando de nuevo su rostro; no supo cuanto tiempo pasó, solo se dio cuenta de que seguramente habían sido horas cuando él mismo comenzó a bostezar; levantó los brazos estirándose perezosamente mientras relajaba su espalda dolorida.


            -Hay algo seguro dentro de todo este embrollo... –pensó mientras levantaba las mantas subiendo trabajosamente sus piernas para acomodarse junto a Harry- solo en estos brazos... yo me siento seguro...


            ________________________________________________________________________________


            Cuando Harry despertó, no supo qué hora era, solo se dio cuenta de que su dolor de cabeza había desaparecido y que en su cama no estaba solo; sintió su brazo derecho adormecido por el peso de alguien, y en su mejilla, unos cabellos rebeldes le hacían cosquillas.


            -¿Qué rayos...? –pensó alzando la cabeza para ver que sucedía.


            Entonces, gracias a las lamparitas pudo ver que el cabello que le hacía cosquillas era rubio y que el peso que cortaba la circulación de su brazo era nada menos que de Draco, quien habiendo recargado su cabeza en su hombro; y sus piernas y vientre en su cuerpo, dormía profundamente.


            Quedó con la boca abierta al comprobar que no era una alucinación de su inoportuno resfriado, ni efecto colateral de su medicamento; sino que en realidad se trataba de Draco Malfoy, del cual sentía el peso de su rechoncho cuerpo en su costado derecho.


            Dejó caer la cabeza anonadado, recordaba perfectamente que había ido a acostarse después de tomar la poción del señor Jackson y después, nada... no recordaba en qué momento Draco había ido hasta su habitación y había acabado en su cama; no del modo en que hubiese querido, pero nunca imaginó poder tenerlo así de cerca; sintió las piernas flexionadas de Draco moverse ligeramente mientras el rubio subía una de sus manos para colocarla en su pecho, con lo  cual solo atinó a quedarse quieto.


            Draco suspiró profundamente arrellanándose en el brazo y pecho de Harry cual gallina en su gallinero provocando que éste sonriera mirando el techo.


            -¿Qué rayos ha pasado? –se preguntó a si mismo disfrutando el calor del cuerpo del chico que dormía a su lado.


            Sintió entonces algo que lo dejó estático... un ligero movimiento en el lugar donde descansaba el vientre de Draco; algo que hizo que el rubio despertara.


            -mmm...


            -¡Por Griffindor! –Exclamó Harry en voz baja- ¡acabo de sentir a tu bebé!


            -Sí... también dormía... –balbuceó Draco sin abrir los ojos- pero parece que ya despertó...


            Harry no dijo nada mas por el momento, seguía estático sintiendo los pataleos en su propio cuerpo mientras Draco simplemente seguía durmiendo; después de eso, el joven auror no pudo pegar los ojos preguntándose que demonios significaría todo aquello, como rayos había ido Draco a parar a su cama y más aun, en sus brazos.


            -mmm... Harry... –dijo de pronto Draco sin moverse- hasta acá escucho como corre tu ratón en su rueda de ejercicios en tu cabeza hueca.


            -¿Cómo? –exclamó Harry atontado.


            -¿Qué tanto piensas?


            -¿Y me lo preguntas?... ¿ya te fijaste en donde estas?


            -Si, en tu cama ¿Por qué?


            -¿Cómo porque?


            -No pienses que te extraño, así que no emociones –respondió Draco haciendo el intento de alejarse de él aun medio adormilado.


            -No, no te muevas... –se apresuró a decir Harry deteniéndolo.


            -Pero...


            -Draco... no huyas... –dijo suavemente Harry.


            -Yo no huyo... –respondió Draco quedándose quieto.


            -Sí lo haces... tranquilo... yo no voy a lastimarte... lo sabes ¿¿verdad?


            -Harry... –dijo Draco alzando la cara para mirarlo a los ojos- yo no...


            -Shhhh... –Interrumpió Harry poniéndole un dedo en los labios- ya sé lo que me vas a decir.


            -¿Y cómo sabes eso?


            -Porque estoy seguro de que ya sabes lo que siento por ti –dijo Harry llanamente, mirando de nuevo al techo haciendo que Draco simplemente se quedara callado- dime algo... ¿te incomoda?


            -¿Cómo?


            -Sí... ¿te incomoda lo que siento por ti?


            -Yo... no, claro que no... bueno, en realidad no sé...


            -Es curioso... –dijo Harry sonriendo- como le das vueltas al asunto cuando no quieres decir lo que es muy claro.


            -¡Es que no me incomodas! –se apresuró a decir Draco- es decir... no como si un elfo o un trol me declararan su amor.


            -¡Gracias por la comparación! –exclamó Harry sonriendo con la vista fija al frente- ya me habías preocupado.


            -¡Es que no quise decir eso! –Dijo Draco intentando levantarse otra vez- te juro que no quise ofen...


            -Tranquilo... –interrumpió Harry en un susurro- no me ofendes... de hecho me sorprendes... no sé en qué momento fui tan evidente... pero  lo que menos quiero es acosarte... hacerte sentir incomodo.


            -No me has acosado ni me has hecho sentir incomodo, Harry –dijo Draco sentándose con dificultad- es solo que no quiero que sufras por algo que no tiene ninguna posibilidad... tu sabes.


            -Sí, lo sé... pero eso no impide que trate ¿verdad?


            -¿Cómo? –Exclamó Draco confundido- ¿Qué quieres decir?


            -Que tal vez tenga más posibilidades de las que tú crees –dijo Harry mirándolo desde su almohada con una pequeña sonrisa.


            -No sé de que hablas, pero ya estas advertido –dijo Draco mirando al frente sintiéndose repentinamente nervioso.


            Harry ya no dijo nada, simplemente sintió un agradable calorcillo recorrer sus venas, un calor que supo no venía de algo exterior, sino de su mismo corazón que cual locomotora había empezado a  acelerarse.


            Draco no había dicho “no” con ese sentimiento de desolación que dejaba corto a cualquier dementor, no le había visto ese impulso de salir corriendo presa del terror de tener que volver a confiar en alguien... en cambio había visto al antiguo Draco en ese breve momento de conversación tan bizarra.


            -¿De qué te ríes? –dijo de pronto Draco volviéndose a verlo.


            -De nada, ¿Por qué no te acuestas de nuevo?


            -Porque ya no, me quiero ir a mi cuarto –dijo Draco ruborizándose de repente y haciendo el intento de levantar las mantas.


            -No seas aguafiestas, ven aquí –dijo Harry impidiéndole salir de la cama.


            -Que no, Potter... –dijo Draco zafándose del agarre y poniéndose de pie con dificultad- estas convaleciente y yo estorbo.


            -Vamos Draco, tu eres mi mejor medicina –respondió Harry con una suave sonrisa.


            -Eres un tarado –dijo Draco cojeando hasta la puerta.


            -Así me traes –respondió Harry sonriéndole mientras le guiñaba un ojo.


            Draco ya no dijo nada, simplemente lo miró desde la puerta y sin poder evitarlo sonrió... sonrisa que Harry no pasó desapercibida.


            -Que descanses –dijo Draco abriendo la puerta.


 Solo que él ya no pudo contestarle por la tremenda explosión que cimbró toda la casa provocando que Draco perdiera el equilibrio y cayera al suelo.


            -¿¡Que dem...?! –exclamó Harry quedándose callado de repente al sentir todo su cuerpo paralizado.


            -Buenas noches –dijo Roger apareciéndose a media habitación ante la sorpresa de los dos chicos.


            -¿Qué... que haces aquí? –preguntó Draco en un susurro después de unos segundos.


            -¿Cómo, que qué? –Exclamó Roger girándose hacia él- vengo por ti, mi amor.


            Harry estaba totalmente paralizado en su cama, viendo con creciente desesperación como Roger se inclinaba hasta Draco, que lo veía como si estuviese viendo un fantasma.


            -“¡No lo toques!” –gritaba mentalmente mientras luchaba con todas sus fuerzas para mover sus paralizados músculos.


            -Es hora de irnos... -dijo Roger acuclillado frente a Draco al tiempo que le acariciaba una mejilla delicadamente- hay muchas cosas que hacer en nuestro antiguo hogar.


            Draco no podía hacer nada, solo atinaba a quedarse quieto, con la garganta seca y los ojos muy abiertos; Harry en cambio sudaba por el esfuerzo y la desesperación de no poder impedir que Roger tomara a Draco del brazo y se volviera a él diciendo con una sonrisa de regodeo:


            -Despídete.


            -“¡No!”... –Pensó Harry desesperado- “¡no te lo lleves!”


            Draco lo único que alcanzó a hacer, fue a extender su mano en su dirección al tiempo que junto al mortífago, simplemente se desaparecía.

Notas finales:

BUENO AMIGUILLOS, ES TODO POR ESTA SEMANILLA, ESPERO LEERNOS PRONTILLO.

BESILLOS!!!!!!!!!!!


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