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Corazón Indómito por sue

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Notas del capitulo:

 

 

Hi!! Cómo están mis amores? :D Quiero agradecer a todas las personitas que dejaron sus comentarios en el capi anterior n_n ahora, sin más preámbulos…. A leer se ha dicho!!! ^w^

 

 

 

 

 

 

 

Riki se encontraba desnudo sobre la cama, mantenía entre sus labios un cigarrillo. Iason estaba ubicado al borde, se dedicaba a masajear los pies del moreno, su desnudez también lo acompañaba.

 

 

- Puedes hacer todo lo que quieras. Después de todo. Eres el dueño de ésta casa – Se agachó y empezó a estrujar uno de los pies contra su mejilla.

 

 

El pelinegro sonrió. Tomó el cigarrillo con sus dedos y soltó el humo.

 

 

- ¿Hablas en serio?

 

 

- ¿Crees que miento? – Depositó un beso entre los dedos.

 

 

- Dame una prueba. Ya todo el mundo sospecha que tú y yo fornicamos, así que no le veo inconveniente a que lo admitas frente a todos.

 

 

El muchacho estaba seguro de que el Mink no estaba hablando en serio, así que se permitió jugar un poco.

 

 

Iason no emitió queja alguna, mandó llamar a Katze.

 

 

- Señor.

 

 

- Katze. Quiero presentarte al nuevo dueño de ésta casa.

 

 

El pelirrojo observó hacía donde señalaba el rubio, pero, aparte de ellos dos, el único ser viviente que había en la habitación era Riki; quien se hallaba sentado en la cama tapado con apenas un trozo de la sabana. Tal vez el patrón estaba jugándole una broma. Algo no muy común si se ponía a pensar.

 

 

- ¿En donde ésta…?

 

 

- Lo tienes frente a tus ojos. Como verás, mi Riki tiene derecho sobre todo lo que poseo.

 

 

 

- Está bromeando – Katze no se lo creía – Disculpe lo que le voy a decir pero ¿Se ha vuelto usted loco?

 

 

- Estoy más cuerdo que nunca. Espero que le des lealtad y obediencia a Riki. Ahora, ve inmediatamente a informarle a todos mi decisión – Emitió – Que ninguna persona se quede sin saberlo.

 

 

El pelinegro también estaba en extremo sorprendido ¿Lo decía en serio? ¿Realmente le estaba dando todo ese poder a él?

 

 

- Pero señor Iason…

 

 

- Nada Katze. Ve.

 

 

El pelirrojo miró a Riki como tratando de descifrar cuales eran sus intenciones ¡Cómo había hechizado a su patrón! Se fue de la habitación sin decir nada.

 

 

- ¿Has visto su cara? Parecía que hubiese visto al mismísimo diablo – Riki abrió las piernas y se terminó de arrojar sobre la cama – Creo que se lo creyó. Lo mejor es que vayas a detenerlo antes de que se vaya a divulgar las mentiras que le dijiste.   

 

 

- Perdona Riki pero ¿Cuáles mentiras?

 

 

- ¿Cómo qué cuales? – Bufó. Se levantó y se acercó hasta donde se encontraba el mayor – No pensarás que me comí el cuento de que me vas a volver el supuesto heredero ¿O si? 

 

 

- Bueno, no tengo hijos que puedan heredar todas mis pertenencias. Así que ¿Qué mejor que dártelas a ti?

 

 

- Ah, por eliminación – Dedujo - Iason… ¿No tienes pensado tener hijos?

 

 

El ojiazul mantuvo el silencio por un par de segundos, examinaba la mirada desviada del chico.

 

 

- Si. Por supuesto – Dijo sin emoción alguna.

 

 

- Para eso necesitas una mujer – Desvió aún más el rostro.

 

 

- Así es.

 

 

- … - Sin responder. No le gustó para nada esa respuesta.

 

 

- Y tú Riki ¿Quieres hijos? – Se ubicó muy cerca de él.

 

 

- No necesitas saber eso – Señaló mordaz – ¿Sabes qué? Has lo que te de la gana – Se enojó.

 

A la final, Katze había ido a dar el decreto, así que cuando Riki llegó, tuvo que arreglar las cosas, ya que Iason ni se molestó en intervenir, insistía en que lo dejara así. No es raro deducir que la noticia se regó como la pólvora. Ya no había marcha atrás, ya todo el daño estaba hecho.

 

 

**No pasó mucho tiempo cuando…**

 

 

- Dicen que el señor Iason lo tiene viviendo como un rey – Contaba Mimea – Hasta ha informado a los demás empleados que las ordenes de Riki son absolutas – Como siempre, los rumores quedaban intactos, sin importar que se arreglaran los malentendidos.

 

 

Raoul se mordía el labio de la rabia, mil y una formas de deshacerse de la plaga de Riki aparecieron en su cabeza, pero todas finiquitaban con el deceso del pobre muchacho, ya fuese acabando tirado en una zanja o siendo comida para los animales salvajes de las afueras del pastizal.

 

 

- ¿Estás segura?

 

 

- Segurísima.

 

 

- ¿Buenas fuentes?

 

 

- Las mejores… - Susurraba al oído de su señor – Pero el muy tarado del Riki no lo acepta.

 

 

- ¿Cómo así?

 

 

- Dice que no puede mandar en esa casa, que nada de allí le pertenece. Inclusive continua trabajando aún sabiendo que Iason le pagará todo lo que desee… es un completo idiota – A pesar de que lo estuviera insultando, la sirvienta se sentía conmovida por ese granito de  humildad del muchacho - Es un ingenuo… ¡Cuanta belleza en un hombre! Razón suficiente para que su amor sea tan codiciado – Se deleitó opinando la sirvienta, obviamente refiriéndose al mestizo.

 

 

- “Iason… ¿En qué rayos estás pensando?” – El Am trataba de comprender los actos del que era su amado.

 

 

La expresión en el rostro de Mimea se volvió seria, sabía exactamente que estaba pensando su señor cuando se perdía en sí mismo.

 

 

Ya habían terminado de hacer el encargo. Raoul se acercó para hablar con el capataz de la hacienda Mink.

 

 

- ¿Alguna novedad?

 

 

 - Pues… el señor anda en busca de nuevo personal. Al parecer la madre del señor Iason, la señora Mink, viene a visitarle por un par de días, por lo que quiere recibirla de la mejor manera posible.

 

 

- ¿La madre de Iason viene? – Esto realmente lo tomó por sorpresa, aquella mujer tenía eones que no se aparecía por esas tierras. Según tenía entendido, se había acostumbrado demasiado a la vida en la ciudad, con sus vinos y perfumes y lujos exorbitantes.  

 

 

De repente, una luz casi inmediata irradió la mente de Raoul, él estaba buscando el momento preciso para mandar a aquel muchacho que había adiestrado ¿Qué mejor momento que ese?

 

 

- Tengo lo que tu señor necesita. Le enviaré contigo a uno de mis mejores sirvientes.

 

 

-  Eso sería de gran ayuda – Afirmó – Algo más… el señor Iason me ha ordenado que llevase noticias de usted a la hacienda – Mencionó antes de que el ojiverde entrara a la casona.

 

 

- ¿Ah si? ¿Y qué quiere saber específicamente tu señor? – El tono usado era algo burlesco, pero el pelirrojo pudo notar la rabia brotando de él.

 

 

- Quiere saber… si usted se encuentra bien.

 

 

- ¿Eso es todo? – Con total decepción – ¿Todo lo que tiene para preguntarme es si estoy bien?

 

 

- Con eso es más que suficiente. Se lo aseguro.

 

 

- Si, estoy bien – Le dirigió una mirada directa – Dile eso a Iason.

 

 

- Se lo diré – Hizo una reverencia.

 

 

Katze se marchó de la hacienda Am junto con el joven sirviente acompañándole. Iason y Raoul continuaban haciendo las transacciones de siempre entre ellos - no permitirían que sus respectivas haciendas cayeran– usaban de vez en cuando intermediarios por lo que no habían inconvenientes.

 

 

El Am no le preguntaba a Katze sobre Iason, él esperaba que el mismo ojiazul buscara de contactarlo, además que aún sabiendo que el pelirrojo era considerado su amigo, no quería conseguir esa clase de informaciones con él. Se conformaba entonces con los rumores que su sirvienta Mimea le conseguía.

 

 

A Iason le preocupaba la actitud reacia del ojiverde, pero pensaba que lo mejor en aquellas circunstancias era dejarlo solo, por lo que procuraba dedicarse exclusivamente a los problemas de su hacienda, y a Riki por supuesto.

 

 

Sin embargo, a Katze no se le hubo ordenado que preguntara por Raoul. El mismo pelirrojo había preguntado eso para sí mismo, quizás con algo de inconsciencia. Después de todo, había quedado cautivado por el rubio de los ojos verdes y los rizos dorados desde la primera vez que lo había visto.

 

 

***Flash Back***

 

 

En aquella época Katze trabajaba en la hacienda Mink las vacaciones de verano. Iba allí a ayudar a su padre y a ganar algo de dinero. Fue llevado a un evento muy importante en el que participaría el señorito Iason.

 

 

El pelirrojo se mantenía quieto, esperando a que el hijo de los Mink le llamase. En eso, su mirada cayó en una persona que intentaba desesperadamente de hacerse un moño en el cabello. Se acercó.

 

 

- Parece que no tuvieras tiempo que perder.

 

 

- ¡Ya casi es mi turno! – Los cabellos se salían de los lados – ¡Es imposible! – Se quitó la coleta, con sumo enojo.

 

 

- ¿No tienes a nadie que te ayude con eso?

 

 

- Mi nodriza no los hace como me gustan. No sabe hacer nada bien - Dijo con desprecio.

 

 

- Oye, no deberías de hablar así. Después de todo se trata de la persona que se ha ocupado de criarte – Katze mencionó aquello con amabilidad, hasta le había sonreído.

 

 

- ¿Tú qué sabes? – Le torció los ojos – No eres más que un ignorante. Un sucio campestre…

 

 

El pelirrojo arrugó el rostro, esa actitud…

 

 

- ¡Oye!  

 

 

- Quédate quieto o dolerá cuando jale.

 

 

Katze le hubo arrebatado la cola y buscaba de ponérsela. Era más alto que el rubio, así que no tuvo necesidad de pedirle que se sentara.

 

 

- Ya está. Si no te gusta, córtate el cabello.

 

 

Raoul pasó sus manos alrededor de su cabeza, buscando algún bulto, algún cabello suelto. No halló nada de eso.

 

 

- Aunque sería una lastima… con un cabello así de precioso.

 

 

El Am no le contestó al instante, se apartó un poco para luego decir:

 

 

- Pues… pienso que tú tienes un cabello horrible. No me gustan los pelirrojos.

 

 

Katze observó al muchacho apartarse. Suspiró resignado.

 

 

El menor participaba en la competencia de volteo que se estaba realizando. El joven de cabello largo y rizado, hacía piruetas sobre un caballo blanco. Lo admiró todo el tiempo que duró la presentación.

 

 

- ¡!

 

 

- ¿Qué sucede? – Preguntó Iason al notar la expresión de sorpresa en el Am. Dirigió la mirada al mismo sitio de la que su amigo - ¿Conoces a Katze?

 

 

- ¿Yo? – Se mostró ofendido. Lo había reconocido, así que no dejaba de observarlo - ¿Cómo crees que conocería a alguien como él? – Bufó.

 

 

 

No esperó que aquella frágil criatura, terminara convirtiéndose en un hombre tan recio y agreste. Aún así, el recuerdo de su primer encuentro se mantuvo tallado en su memoria hasta la fecha. 

 

 

 

***Fin del flash Back***

 

 

Se hallaba el joven Riki correteando con la que conocía llamar Fleea. Corrían por el pasto, rodeando los árboles que se encontraban a su paso. Simplemente jugando como un par de niños. Las ramas de los árboles se meneaban de un lado a otro.

 

 

- ¿Hay algo que te preocupa? – Preguntó la mujer al notar algo extraño en el comportamiento del pelinegro.

 

 

Riki ignoró sus palabras.

 

 

- Dime… Fleea ¿Tienes a alguien que quieras?…

 

 

***Llamada telefónica reciente***

 

 

Check!

 

 

- Ah… ¿Cómo has estado?...lamento no haberme comunicado antes, últimamente he tenido muchos asuntos que me han consumido por completo… no, nada de lo que debas preocuparte, la hacienda está en excelentes condiciones…. Mmm…no me lo esperaba… no ¿Cómo crees? Para nada me molestaría recibirte. Es de mi agrado tu regreso a ésta hacienda. Después de todo es tu patrimonio… ¿Mi herencia? No tengo deseos de perderte en lo absoluto, sólo me hago cargo de todo mientras no estás…bueno, si te gusta mi trabajo podremos discutir eso, después de todo, fue tu idea que yo tomara las riendas de la hacienda Mink tan abruptamente… ya veo… hasta pronto. Madre.

 

 

Check!

 

 

***Fin de la llamada***

 

 

Se tiraron bajo las sombras de un árbol. La mujer sentía que la brisa le hacía cosquillas. Riki se acomodaba a su lado.

 

 

-  Hay alguien a quien amo, con todo mi corazón – Dirigía la vista hacía el azulado y claro cielo – Pero…esa persona no me ve de ese modo – Lo miró fijamente.

 

 

- Jo… - Se acercaba más a ella, totalmente interesado - ¿Y esa persona lo sabe?

 

 

- No tiene caso el que lo sepa o no – Su sonrisa desapareció - Su corazón ya está ocupado. Ya tiene a otra persona a quien ama con fervor.  Esa persona es su dueña, quiera o no así es…

 

 

- Pero, ¿Cómo sabes si esa persona no siente lo mismo si no se los has dicho?

 

 

Mimea lo miró fijamente de nuevo. Llegó a pensar en que el muchacho, a pesar de todo, era en extremo inocente, y le pareció adorable.  

 

 

- Los actos delatan a las personas. Por eso podría decirse que al enamorarnos nos volvemos bastante evidentes.

 

 

- Los actos… - Repitió para si mismo. Iason se la pasaba diciendo que “sus actos” lo delataban ¿A que se refería específicamente con eso?

 

 

Luego de un largo suspiro, la chica cerró los ojos.

 

 

- Tienes razón. Tal vez se lo confiese. Aunque, algo me dice que ya lo sabe… le he dado bastantes muestras para que se de cuenta de ello…

 

 

La pelicastaña fue sacada de su trance. 

 

 

- ¿Seguimos? Las hojas de los árboles están siendo llevadas por el viento otra vez… unámonos a su danza…

 

 

 

Continuará…

 

 

 

 

raoul

 

Notas finales:

 

 

 

 

La madre de Iason volverá a la hacienda ¿Esto será bueno o malo? Mimea está enamorada ¿Qué pensará Raoul al respecto?  *.*  Gracias a todos por leer y por dejar cualquier comentario n_n Besos con cariño y amor!! Bye Bye!!

 

 

 


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