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SI TU ME QUISIERAS... por Orseth

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            -Si,  pero llegaré a tiempo para irnos –respondio Harry antes de desaparecer por la chimenea recitando “Hogsmeade”

            -Está molesto –pensó Draco exhalando un suspiro.

            Casi dando la hora, Harry llegó como si nada encontrando a Draco dormitando en el sofá.

            -¿Listo?

            -¿mmm?... oh si… -respondio  adormilado.

            -Voy por los papeles y regreso.

            -Si.

            Cuando ya iban en camino, Draco se sintió incomodo ante el silencio de Harry, quien iba muy concentrado leyendo los pergaminos.

            -Oye, estas molesto ¿verdad?

            -¿mmm?

            -Oh vamos Harry, te conozco muy bien y sé que estas molesto por lo que dije hace rato.

            -No, créeme que no –dijo Harry bajando la carpeta.

            -¿Entonces porque saliste a correr?

            -Ya te lo había dicho, hacia mucho que no lo hacía.

            -¿Y porque justo hoy?

            -Porque dijiste que te ibas a ocupar tu mismo de tus cosas, ¿no dijiste que no querías que planeara mi día según tus cosas?

            -Pues si… ¿Y porque te saliste cuando se fue el señor Jackson?... nunca sales.

            -Eso es porque fui con la señora Weasley, tenía que platicar algunas cosas con ella.

            -No es cierto, te fuiste a Hogsmeade.

            -Si, porque fui a comprarle un paquete de té de menta que me gusta mucho cuando la visito y ya se le había acabado –respondio  mirándolo un tanto extrañado- ¿Qué sucede? ¿No que querías que hiciera mis propias cosas?

            -Pues si, es solo que… bueno, pues me parece un poco raro.

            -No veo porque, simplemente he entendido tu punto de vista y creo que tienes razón, soy muy sobreprotector y no te dejo respirar, es bueno que te ocupes de tus propios medicamentos, mira ya llegamos.

            Cuando entraron al edificio, la  secretaria los condujo a una oficina, en donde un hombre en seguida los atendió sin siquiera preguntar nada, simplemente los saludo y les puso unos documentos enfrente que Harry revisó cuidadosamente.

            -¿Todo bien? –preguntó Draco.

            -Si, puedes firmar.

            Cuando los documentos quedaron listos, salieron de ahí sintiéndose  ya muy tranquilos.

            -Al fin, todo está ya legalmente hecho –dijo Harry muy contento.

            -Sí, Harry ya es tu hijo pésele a quien le pese.

            -Hay algo que tengo que hacer sobre tu demanda, podrías ir; pero mi franco consejo es que no te presentes, pues se supone que estas muy delicado.

            -Ya veo… oye, entonces quiero ir a ver a Harry, me quedo allá mientras tú haces lo que tengas que hacer.

            -Me parece correcto.

            Se dirigieron a la “Madriguera” en donde Draco se quedó mientras Harry se ocupaba de la demanda.

 

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            -Mañana se presentaran los testigos a declarar ante un juez –dijo un auror a Harry.

            -¿Por qué hasta mañana? Ya tardaron mucho.

            -Si, pero es que estaban hospitalizados.

            -Las lesiones no eran tan graves, leí el informe.

            -Malfoy les lanzó Bombardas, Potter; no un Desmaius cualquiera.

            -Si, pero eso se cura rápido, ya pasó más de una semana.

            -Mira Potter, el que Malfoy sea tú… bueno, lo que sea, no significa que pases de largo los hechos del delito.

            -Yo no paso de largo nada, esto lo nota hasta un novato.

            -Pues como sea, Malfoy tiene que presentarse mañana con su abogado.

            -Claro –respondio Harry despectivo.

            Después de eso, fue a donde el abogado para arreglar detalles.

 

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            -Diablos, no traje la medicina… -pensó Draco palmeándose la frente mientras sostenía a Harry y Molly preparaba de comer- estoy demasiado atenido a Harry, tendré que ir por ella.

            Así que sin más, tuvo que regresar a Grimauld Place por su bolso de medicina y volver enseguida a la “Madriguera”

            -¿Ahora si tienes todo? –preguntó Molly al verlo llegar de nuevo.

            -Si.

            Cuando ya eran las 10:00 pm, Draco casi se trepaba por las paredes de la cocina de Molly mientras Arthur cargaba al pequeño dormido, pues aunque usaban una vieja cuna que había pertenecido a la menor de los Weasley, al buen matrimonio, le encantaba cargarlo.

            -Tranquilo, seguro que ya no tarda –exclamó Molly poniéndole en la mesa una taza de té.

            -Pero debería avisar que va a tardar, es un desconsiderado, si yo lo hiciera seguramente me armaría todo un drama –respondio el rubio caminando de un lado para otro.

            Cuando dieron las 11:00 pm,  el rubio tomó su chamarra del respaldo de la silla.

            -¿A dónde vas? –preguntó Arthur entrando en ese momento.

            -Voy a buscarlo.

            -¿Y a donde irías? No tenemos idea ni siquiera de donde comenzar, mejor espéralo aquí.

            -¡Pero puede estar herido o en problemas! –respondió Draco poniéndosela apresurado.

            -Buenas noches –saludó Harry desde la sala habiendo entrado por la chimenea.

            -¡Imbécil! –estalló Draco dándole un fuerte empujón en el brazo que casi lo tira haciéndolo trastabillar y chocar con un florero que fue a dar al piso- ¿¡donde mierdas estabas?! ¿¡De que te sirve la maldita boca que tienes si ni siquiera puedes avisar que vas a llegar tarde?!

            -¡Oye cálmate!

            -¡No me calmes, odio que me calmes y lo sabes! ¡Eres un soberano idiota y sobre todo, un desconsiderado!

            El nene comenzó a llorar por el griterío haciendo que Arthur pusiera pies en polvorosa arrastrando con él a su mujer, quien por naturaleza tuvo por intención poner paz.

            -Ni se te ocurra… -musitó el buen hombre a su esposa mientras prácticamente la arrastraba escaleras arriba.

            -Pero…

            -No me quiero quedar viudo y Malfoy parece ahora avispero apaleado.

            Al quedar solos, Harry reparó el jarrón roto mientras Draco continuaba con su griterío.

            -¡La gente está loca y a ti parece no importarte, son peligrosos y a ti te vale una mierda!

            -Vámonos, arreglemos esto en casa –dijo  dirigiéndose a la chimenea.         

            -¡No me ignores, maldita sea!

            Pero Harry no se detuvo, tomó polvos flú y desapareció por la chimenea dejando a Draco temblando de coraje.

 

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            Cuando Draco apareció en la sala de su casa, encontró a Harry sentado en el sofá.

            -¡Me tomas a la ligera, eso es! –gritó en cuanto lo vio.

            -Deja de gritar de una maldita vez –respondio Harry moviendo su pierna en una especie de tic.

            -¡Yo grito cuando se me da mi puta gana! –gritó sintiéndose enfurecido.

            -¡Cállate ya, me pones los nervios de punta! –gritó Harry poniéndose de pie.

            -¡¿Pues donde diablos estabas?! ¡Me preocupé, pensé que algo malo te había pasado! ¿¡Y lo único que se te ocurre decir es que me calme?! ¿¡Tienes mierda en el cerebro?!

            Harry se puso las manos en la cabeza haciendo acopio de todo su autocontrol para no salir corriendo de ahí.

            -¡Habla!

            -Toma… -dijo finalmente sacando un sobre de su chaqueta y aventándoselo- es un permiso para que mañana ya puedas ver a tu padre, estuve en el ministerio todo el maldito día como un estúpido lame botas debiéndole favores a todo el mundo, pero supongo que eso no importa –concluyó el moreno dándose vuelta y saliendo de nuevo por la chimenea.

            Draco se quedó con el sobre en las manos viéndolo con los ojos muy abiertos mientras solo atinaba a tragar saliva.

 

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            Cuando dieron las 4:00 am y vio salir a Harry de la chimenea, se levantó cuando paso a su lado sin saber ni siquiera que decir, pues no había podido irse a su habitación después de que Harry saliera de casa.

            -Harry…

            Pero Harry pasó de largo subiendo las escaleras sin decir una sola palabra, y aunque el rubio se había propuesto firmemente no volver a hacerlo, en cuanto estuvo en su habitación, comenzó a llorar.

 

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            A la mañana siguiente, después de su crisis de nauseas, Draco escucho a Harry salir de la habitación de al lado y bajar las escaleras para después ya no oírse nada más; por lo que sin una pizca de sueño termino por ducharse y bajar.

            Cuando Harry llegó a eso de las 9:00 am, Draco salió de la cocina llamándolo.

            -Harry ¿no vas a desayunar?

            -No tengo hambre, gracias –respondio el moreno empapado de sudor subiendo las escaleras.

 

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            Cuando salió del baño secándose la cabeza con una toalla, encontró a Draco sentado en la cama.

            -¿Podemos hablar?

            -Lo siento, tengo algo de prisa, voy a salir –respondio Harry abriendo su armario.

            -Harry, por favor, solo un momento.

            -Habla entonces, disculpa si me voy vistiendo mientras ¿bien?

            -No, quiero que me escuches –dijo Draco poniéndose de pie.

            -Te escucho perfectamente, no necesito estarte viendo –respondio el moreno sacando unos jeans colgados de un gancho.

            Pero Draco sentía esa frialdad como un cuchillo en el alma.

            -Yo… -dijo intentando recordar todo el discurso que supuestamente había memorizado- yo…

            -Con permiso –dijo Harry indicándole cortésmente que se hiciera a un lado para poder abrir el cajón de su cómoda.

            -Perdóname… -musitó ya sin recordar para nada su intrincado discurso de disculpa- no tengo excusas… perdóname…

            Harry siguió con sus cosas mientras Draco permanecía de pie en medio de la habitación viéndolo sacar calcetines y camiseta de su cómoda.

            -Entonces… ¿me disculpas?

            -Claro –respondio el moreno secándose los pies sin mirar a Draco, quien sin atinar nada que decir, salió de ahí.

 

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            -Betsy…        

            -¿Sí, amo Draco? –respondio la elfina apareciéndose en la habitación del rubio.

            -¿Harry ya salió?

            -Sí, amo, le ofrecí de desayunar pero no quiso.

            -Voy a salir.

            -¿¡E-el… el amo va a salir?! –Repitió la elfina horrorizada recordando su última salida- ¿y… y ya lo sabe el amo Harry?

            -¡Eso no te incumbe, elfina estúpida!

            -¡Perdón, perdón!

            -Plánchate las manos por imbécil –exclamó Draco mirándola con resentimiento mientras sacaba un abrigo largo.

            La pobre elfina se dirigió a su pequeña habitación para cumplir con la orden de su amo.

            Cuando estuvo listo, Draco la llamo de nuevo para que le acompañase, pues sabía bien que solo ya no podía salir; vistiendo su abrigo negro y gafas oscuras, salió de Grimauld Place directo a San Mungo.

 

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            -Regístrese y entregue su varita, podrá recogerla cuando se retire–dijo un auror mal encarado cuando Draco le mostró su pase de visita; después se dirigió con paso seguro a la habitación asignada siendo esperado por Betsy en el vestíbulo.

            -Cualquier problema, pulse el  botón que está en la cabecera de la cama–dijo un enfermero antes de entrar.

            Cuando estuvo frente a la puerta, Draco tragó saliva y abrió.

 

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            -El fiscal que nos tocó es un perro, pero tranquilo, el sol esta despuntando, lo que significa que hará un buen día –exclamó el anciano abogado a Harry, haciendo que éste lo mirara con extrañeza y también con desaliento, pues el hombre daba la impresión total de estar padeciendo demencia senil.

            -Claro –dijo el moreno sentado junto a él en espera del juez.

            Vio a los hombres sentados junto al otro abogado y los notó muy sonrientes cuchicheando entre sí,  después vio llegar a Lance acompañado de otro auror, los cuales se sentaron hasta las sillas de atrás.

            La presentación de documentos y demás se hizo en los primeros diez minutos y después la presentación de los demandantes, quienes hicieron una representación perfecta del dolor y la invalidez.

            -Solicito que los demandantes tomen “Veritaserum” –dijo el abogado de Harry mientras un legajo de pergaminos escapaba de sus manos para desespero de Harry, quien simplemente le ayudó  a recogerlos mientras risitas mal disimuladas se dejaban oír en el recinto.

            -Pido que esa solicitud sea rechazada, pues mis clientes son las victimas y cuentan con el reporte médico para confirmarlo, además de que no tienen antecedentes penales, como es el caso del ex mortífago Draco Malfoy.

            -Señoría, llamar “ex mortífago”  a Draco Malfoy es muy prejuicioso –exclamó el abogado de Harry.

            -Lo sé, abogado –respondio el juez- pero no estamos ante un jurado, así que no necesita decirme lo que tengo o no que tomar en cuenta.

            -¡Oh sí, es verdad!... disculpe –respondio el anciano volviendo a sentarse.

            Harry se hundió en la silla al escuchar a su “flamante” abogado y tomando nota mental de recordarle dos que tres cositas al ministro.

            -Bueno, tenemos un caso muy claro, señoría –continuo el abogado de las “victimas”- pedimos una indemnización de un millón de galeones para cada víctima.

            -¿¡Que, está loco?!  -exclamó Harry poniéndose de pie.

            -¡Silencio o tendrá que abandonar la sala señor Potter! –dijo el juez muy indignado azotando su mazo de madera.          

            -¡Pero es que es un absurdo!

            -Señor Gordon, controle a su cliente o me veré en la necesidad de sacarlo de aquí.

            -Tranquilo, tranquilo… -dijo el anciano tocando el brazo de Harry- pudieron haber sido dos millones para cada uno.

            Harry lo miró boquiabierto mientras el anciano volvía a dirigirse al juez.

            -Señoría, estos hombres atacaron a mi cliente, el señor Draco Malfoy, pero según el distinguido abogado que los representa… -añadió señalando al abogado de los fulanos- el que ellos sean las víctimas, los exenta de tomar Veritaserum, eso no es verdad.

            -No es una regla, es cierto; pero tomando en cuenta el testimonio que tengo impreso del auror William Lance, es algo que la ley permite.

            -Bueno, entonces debo suponer que mi cliente también tiene ese derecho ¿verdad?

            -¿De no tomar la poción?

            -Sí.

            -Pues sí, así es, pero no sé si quiera reconsiderarlo abogado, pues si su cliente alega decir la verdad, tomar Veritaserum lo ayudaría.

            -Sí, pero no puede tomarla por cuestiones médicas.

            -Ya veo.

            -Entonces tendremos los recuerdos de las víctimas, supongo.

            -Señoría… -dijo el abogado de los demandantes poniéndose de pie- tengo un reporte médico que dice que no debe presionarse de ninguna manera a mis clientes, pues recibieron un fuerte golpe en la cabeza que puede agravarse si se les aplica cualquier hechizo.

            -Eso es una tontería, sacar recuerdos es algo inofensivo –dijo el abogado de Harry.

            -Eso es cierto, pero el reporte habla de efectos psicológicos, en otras palabras están traumatizados.

            Al anciano torció la boca mientras se dirigía al juez.

            -Ellos no pueden mostrar sus recuerdos y mi cliente no puede tomar Veritaserum… ¿No podríamos creer solo en la palabra de Draco Malfoy?

            Ahí definitivamente varias carcajadas se dejaron escuchar en la sala ocasionando alboroto por unos instantes.

            -¡Silencio! –ordeno el juez para después dirigirse al abogado- No, señor Gordon, no podemos confiar solo en su palabra.

            -Ya, ya… bueno… -musitó el anciano rascándose la cabeza- bien, entonces queda asentado que ninguno de los quejosos presentara sus recuerdos como prueba ¿verdad?

            -Así es, abogado –repitió el juez algo exasperado.

            -¿Ni siquiera el señor Lance?

            -No –intervino el abogado de los dos hombres, que veían divertidos al pobre anciano- el señor es un auror respetable con toda una carrera de servicio a la comunidad mágica que lo respalda.

            -De acuerdo, de acuerdo... bueno, eee… señor juez ¿ya leyó la declaración de Draco Malfoy?

            -¡Por supuesto! –Respondió indignado el juez- ¿acaso cree que me presentaría a cumplir con mi trabajo sin haberme preparado?

            -¡No, en lo absoluto señor juez, me disculpo por ello!

            -Al punto, abogado… esta divagando mucho.

            -Si, si, perdón… bueno ¿en qué íbamos?... ¡ah sí!

            Harry se cubrió la cara con ambas manos pensando ya en alguna otra estrategia para salvar a Draco.

            -Bueno, pues como veo que no es suficiente el testimonio de mi cliente, Draco Malfoy; llamo al estrado a dos testigos.

            Todos, incluyendo a Harry, miraron asombrados al anciano, que se reacomodaba sus gafas de fondo de botella y llamaba a:

            -Ernest Walsh  y su señora esposa, Marie Walsh.

            Cuando Harry vio entrar al matrimonio en la sala, tuvo que abrir y cerrar los ojos varias veces para confirmar que su vista no lo engañaba.

            El señor Walsh se sentó enfrente del juez dejando a su esposa en las sillas de atrás, esperando ser llamada.

            -¡Protesto señor Juez, no tengo informe de ningún testigo! –declaró el abogado de los quejosos.

            -Yo no tengo que informarle de los testigos de la defensa –respondio el anciano.

            -¡Eso es absurdo!

            -Se abrió esa brecha legal en el caso de Turner vs McGee, en Nueva York hace exactamente un mes, si usted se actualizara cada día lo sabría.

            El abogado se quedó con la boca abierta al escuchar al anciano… lo mismo que los demás.

            -Mis testigos tomaran Veritaserum y testificaran por medio de recuerdos, pues consideramos que es mas explicito que cualquier declaración.

            -¡Protesto! –Exclamó de nuevo el otro abogado- en todo caso, también quiero presentar los recuerdos del auror William Lance; no ofrezco los de mis clientes por estar muy traumatizados, pero lo del señor Lance si, pues los recuerdos de estos testigos pueden mostrar hechos prejuiciosos para mis clientes.

            -Tampoco puede hacer eso –respondio el anciano abogado- pues según el artículo 336, párrafo 14, inciso B; habiendo declarado que no se va a presentar ningún recuerdo como prueba, ya no se admite de forma posterior, pues se viola el derecho del acusado a tener un juicio con agilidad y rapidez, y usted si no mal recuerdo, dejó asentado que no harían uso de ningún tipo de recuerdo.

            El abogado de los atacantes de Draco se le quedó mirando con los ojos casi cuadrados sin atinar a decir nada.

            -Eso es verdad, abogado –dijo el juez haciendo una seña a un auxiliar para que acercara el frasco de Veritaserum.

            Ernest tomó el frasco y dio un largo sorbo ante la mirada atenta del juez y sobre todo, del auxiliar, quien después de hacerle unas preguntas de rigor, se retiró.

            -Bien, señor Walsh… -dijo el abogado de Draco, desde su lugar- antes de que pasemos a recolectar sus recuerdos ¿podría decirnos como es que se encontró en el lugar de los hechos, si según los demandantes, no había nadie?

            -Mi esposa y yo fuimos a hacer unas compras –respondio Ernest con firmeza mirando al abogado- y entramos a una tienda que vende café en grano y hojas de te traídas del extranjero, ese local vende café en un puesto afuera; fui ahí cuando yo vi a Draco Malfoy detenerse a comprar un café, se lo comenté a mi esposa y ella también lo vio, iba con una elfina y una carreola.

            -¿Vio a los hombres, aquí presentes?

            -Si.

            -¿Escuchó lo que decían?

            -Si.

            -Pero si estaba adentro del local ¿Cómo pudo oír?

            -El vidrio del local esta hechizado para que solo dé la apariencia de ser un vidrio, en realidad solo impide que entre polvo; esta hecho de esa manera para que el aroma del café salga a la calle.

            -Así que en otras palabras no había vidrio ¿verdad?

            -Exactamente.

            -Dígame una cosa, señor Walsh… ¿Cómo es que esta seguro que el que vio era Draco Malfoy?... digo, no es lo mismo ver una persona en un periódico que verla ya en carne y hueso.

            -Porque hace tiempo vino a pedir trabajo en mi tienda y yo se lo negué por ser un ex mortífago –respondio Ernest sin ver a Harry.

            -¿Detesta a los ex mortífagos?

            -Si, pues mi hija, que era auror, murió en la guerra.

            -O sea que no conoce de antes o en otra circunstancia al señor Malfoy.

            -No.

            -¿Y entonces porque esta declarando esto ahora? ¿No le parece más conveniente dejar que las coas sigan su curso y dejar que la supuesta verdad condene a Draco Malfoy?

            -Porque no es justo… porque… porque estoy avergonzando de que la guerra siga ocurriendo gracias a que no podemos simplemente dejarla atrás.

 

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