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Corazón Indómito por sue

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Notas del capitulo:

 

Hai hai!! ^0^ Tranquilas, no me he equivocado ni están viendo doble, es que husmeando en mi CPU encontré un capi del fic que había dado por perdido n.nUU me pareció bueno y decidí publicarlo, pero hay un problemita… todo transcurre caaaaapis atrás, para ser más exactos, luego de la llegada de Kirie pero antes de que la madre de Iason arribara a la hacienda Mink, por eso lo colocaremos como Flashback ¿Ok? n_n Ahora!!! A leer!!!

 

 

 

***Flash Back***

 

 

 

 

 

Riki pasó al recibidor. Llevaba puestas sus ropas de trabajo, por lo que al caminar, sus botas dejaban un pequeño cúmulo de tierra y polvo. Trató de no ensuciar mucho, pero tampoco se cohibía. Esquivó la alfombra y no afincaba los pies cuando daba sus pasos, al menos así el barro permanecería adherido a las suelas. Al alzar la vista, se halló con el piano. El moreno se aproximó hasta él. La tapa estaba abierta por lo que se atrevió a acercar un dedo a la tecla más cercana. En el momento en que presionó la pieza blanca, una nota agradable sonó. Riki sonrió.

 

 

 

 

- ¿Te gustaría aprender a tocarlo?

 

 

 

 

El pelinegro se giró.

 

 

 

 

- ¿Qué te hace pensar eso?

 

 

 

 

- Por lo general la curiosidad va acompañada del deseo de aprender.

 

 

 

 

 

El menor miró a Iason acercarse hasta el piano, se sentó y con un gesto, le invitó a ubicarse a su diestra. Riki dudó, pero al final se acomodó a su lado.

 

 

 

 

 

En el instante en que estuvieron tan cerca, el muchacho no pudo evitar comparar tamaños, era increíble como hasta sentado se notaba lo pequeño que se veía su cuerpo junto al del Mink. Fue sacado de su ensimismamiento cuando el rubio comenzó a tocar una hermosa melodía. Quedó maravillado con la forma audaz con la que el ojiazul movía sus dedos a través de aquel camino monocromático, generando agradables y armoniosos sonidos.

 

 

 

 

 

- Se te da muy bien - Alabó el pelinegro.

 

 

 

 

 

Iason sonrió con levedad, recibir cumplidos no sexuales por parte de Riki era bastante agradable. 

 

 

 

 

- ¿Por qué no lo intentas?

 

 

 

 

 

- ¿Yo? ¡Que va! Tengo dedos gruesos – Al decirlo mostro ambas manos para que lo verificara.

 

 

 

 

 

- Y ese es uno de tus encantos – Añadió el ojiazul de manera insinuante y recordando ciertas “habilidades” que había demostrado con esos mismos dedos.

 

 

 

 

 

El rostro del joven se pintó de un momento a otro, pero fue lo suficientemente tenaz como para no demostrar lo que el comentario le produjo.

 

 

 

 

 

- …Como sea, soy torpe para tareas que requieran tanta destreza... No, definitivamente lo mío son los caballos.

 

 

 

 

 

- Pero mi Riki, estoy seguro de que con la suficiente disciplina podrías ejecutar hasta la pieza más complicada - Le hablaba a modo de susurro - Eres bueno con las "artes manuales", y lo sabes – Recalcó. Acto seguido esbozó una sonrisa cargada de sensualismo.

 

 

 

 

 

 

- Jo... si lo dice el gran Iason Mink, no lo contrariaré - El moreno igualmente le sonrió.

 

 

 

 

 

Daryl quedo encantado, aquella tarde se había escuchado el piano por toda la casa. Cuando se acercó al salón, pudo ser testigo de cómo el señor tocaba mientras que Riki meneaba la cabeza de un lado a otro, como llevado por la melodía. Se veían tan compactos y alegres, que el joven mayordomo se sentiría un ser vil al interrumpir semejante muestra de intimidad. Se quedó un rato observándolos. Era la primera vez que el señor tocaba el piano por su cuenta, de hecho siempre lo había detestado. Cuando lo vio pertinente los dejó solos, y se dedicó a procurar que los demás miembros de la mansión hicieran lo mismo.

 

 

 

 

 

 

En los inicios de su vida, el Mink se la pasaba inmerso en una tarea u otra. No había tiempo que perder. Su itinerario lo llevaba a desenfocarse de cualquier tarea que lo llevara a sentirse liberado. Y el piano, simbolizaba una de las cadenas de su niñez… ¿Por qué sintió deseos de tocar miles y millares de tonadas para Riki? 

 

 

 

 

 

- Anda. Tócalas… - Musitó.

 

 

 

 

 

Riki se había sentado en las piernas del hombre – como se lo había indicado – y tocaba las teclas que de tanto en tanto, Iason le indicaba. Obviamente el rubio no se quedaba quieto y su entrepierna tampoco. En el momento en que la respiración del mayor chocó contra su nuca, el moreno sintió como una sensación bastante agradable y hasta electrizante, se extendía por toda su espina dorsal. Cuando tocó las teclas indicadas, procedió a retirar los dedos del lugar con rapidez, como un gatito que luego de ser llevado por la curiosidad, retrocede ante el descubrimiento.

 

 

 

 

 

- ¿Mmm? ¿Qué pasa Riki? ¿Por qué te detienes? Ibas bien… - Ya no susurraba, ahora gemía.

 

 

 

 

- Iason… - El pene erecto del ojiazul estaba haciendo de las suyas ¿Cómo hacerse el desentendido si rozaba su entrada de aquella manera? – Rayos…

 

 

 

 

 

Riki se levantó. Iason permaneció quieto, si lo que quería era irse, él no iba a detenerle. Lo que vino luego realmente no se lo esperó. Riki se bajó los pantalones, se agachó y buscó de abrir la bragueta del otro.

 

 

 

 

En el instante en que descubrió aquel tieso miembro, el pelinegro se relamió. Pensando en que iban a realizarle un trabajo oral, el ojiazul cerró los ojos y se dedicó a relajarse. Pero…

 

 

 

 

- ¿Qué… haces? – Extrañado y con los ojos muy abiertos.

   

 

 

 

Un pequeño hilillo de saliva era lo que quedaba como prueba en los labios del moreno. Riki había escupido sobre su glande.

 

 

 

 

 

- Shhh. No tenemos mucho tiempo y no quiero andar cojeando luego.  El que la tengas grande amerita que utilicemos algo de lubricante. No veo nada más aquí ¿Tú si? – Volvió a escupir sobre su palma y procedió a regar aquello en la extensión del pene – ¡Ya está! Ahora si.

 

 

 

 

- Eres un caso, Riki.

 

 

 

 

Iason suspiró y luego sonrió ¿Cómo era posible que Riki lo hiciera todo tan divertido?

 

 

 

 

- Agh… - Riki se sentaba sobre las piernas del mayor – Demonios… - Ya era normal para el otro oírle decir obscenidades mientras lo hacían - ¿Todos los Minks la tienen así? – Tenía una expresión que denotaba incomodidad.

 

 

 

 

Iason se llevó la mano a la frente.

 

 

 

 

- Oh Riki… no me hagas pensar en la entrepierna de mi padre.

 

 

 

 

Los comentarios de Riki, a veces lo dejaban fuera de lugar. Aquella sinceridad en el joven, le maravillaba día con día.

 

 

 

 

***

 

 

 

 

A la final se las arreglaron para hacerlo en el salón sin ser descubiertos.

 

 

 

 

 

- Debo volver a mi trabajo, no está bien que me ausente por tanto tiempo... – Riki buscó de levantarse. Antes de marcharse se giró –...Esto… nos vemos luego ¿Bien?

 

 

 

 

 

- Como quieras.

 

 

 

 

 

Mientras veía como el pelinegro se marchaba, Iason sentía cómo su corazón se hinchaba, se llenaba de un sentimiento semejante a la alegría. Por lo general Riki nunca se despedía de él, siempre se marchaba así, sin decir nada. Pero, ésta vez se había tomado no sólo la molestia de mirar atrás, de girarse, sino también de expresarle con cierta sinceridad, el deseo de volver a verlo pronto.

 

 

 

 

 

El Mink agachó la mirada, ya solo. El piano había perdido todo su encanto. Cerró la tapa y lo dejó en el olvido. Como debía ser.

 

 

 

 

***

 

 

 

 

Aquella mañana se había determinado que se dedicaría el día a una limpieza exhaustiva de la mansión. La señora estaba por llegar y debían de tener todo listo. Se levantaron todos muy temprano para iniciar dicha jornada.

 

 

 

 

- Yo me encargaré de limpiar las ventanas – Exclamó Kirie para luego proceder a enrollarse las mangas y el pantalón.

 

 

 

 

- Kirie ¿Qué haces? – Daryl le llamó la atención – Debes mantener tu uniforme de la mejor manera posible.

 

 

 

 

- ¿Y empaparme las mangas con agua y jabón? De donde yo vengo se trabaja así…

 

 

 

 

 

El oyente mostró una expresión de confusión. Tenía entendido que los sirvientes blancos trataban su uniforme como una reliquia, un tesoro. Kirie se dio cuenta de su metida de pata, buscó una cubeta y con la excusa de que el tiempo apremiaba, se marchó sin tregua del lugar.

 

 

 

 

 

Kirie era bastante territorial, así que no tardó en ponerles límites a los demás sirvientes en cuanto a la distribución de las tareas. Terminó escogiendo para limpiar, las ventanas pertenecientes a las habitaciones principales, siendo la del Mink una de ellas.

 

 

 

 

 

Anteriormente, Iason hubiera pensado en irse a casa de Raoul mientras sus sirvientes arreglaban todo para la llegada de su madre. Pero la presencia de cierto muchachito arrogante y altanero, lo hacía querer permanecer en su hacienda el mayor tiempo posible.

 

 

 

 

 

El cuasi Príncipe Blanco de Kirie  hacía de las suyas para tentar al Mink mientras limpiaba, se abría de más la camisa, limpiaba utilizando movimientos irregulares, lo observaba más de la cuenta, se colocaba en posiciones insinuantes… como muchas veces había hecho con sus anteriores patrones, sólo qué ésta vez, la cabeza de su señor, se hallaba flotando en otro lado.

 

 

 

 

Apareció el muchacho en una oportunidad con una bandeja y en ella, un vaso con una bebida fría. El hombre tomó la misma.

 

 

 

 

- ¿Cómo va todo?

 

 

 

- Excelente señor. La hacienda quedará reluciente. Se lo aseguro.

 

 

 

 

- Escuché que tú mismo repartiste las tareas al resto de los sirvientes. Admito que tu desempeño me ha impresionado… Por cierto ¿En donde está Riki?

 

 

 

 

 

Kirie se turbó, el que, un momento estuviera halagándole Iason y otro estuviera preguntándole sobre el zángano de Riki fue como si le hubiesen dado una patada en la espinilla.

 

 

 

 

 

- Creo que está bañando a los caballos, o algo así.

 

 

 

 

 

No hubo terminado de hablar, cuando el rubio se empinó de golpe el vaso y lo hubo dejado solo en la habitación. Kirie trató de buscar una excusa para detenerle, pero no la encontró.

 

 

 

 

 

 

Iason llegó hasta el lugar en donde se encontraban unos cuantos hombres desnudos de la cintura para arriba, charlando, riéndose, estrujando el jabón y el agua en las pieles de los equinos, y de tanto en tanto mojándose entre ellos a modo de juego, inocentes, como niños que no piensan en aquello como algo inapropiado.

 

 

 

 

 

Riki se encontraba atendiendo a Blondy, quería que el mismo recobrara aquel blancor  que lo distinguía de los demás. Se veía claramente que instantes atrás había participado en la guerra de agua y jabón que en ese momento tenían sus compañeros, se notaba en los restos jabonosos que descansaban en su cabeza y parte de su cuerpo. Pensar en Riki teniendo contacto físico con otros hombres, realmente le molestaba.

 

 

 

 

 

- Necesito que me dejen a solas con Riki – Sin pena alguna, el Mink se había acercado y dicho esto.

 

 

 

 

Los demás hombres se mostraron cohibidos  y obedecieron la orden de marcharse.

 

 

 

 

Ya solamente acompañados por los caballos, Riki le dio una mirada desaprobatoria.

 

 

 

 

 

- No lo hagas, es extraño ¿Qué pensarán si vienes y dices algo así?

 

 

 

 

- Depende ¿Te molesta mucho lo que opinen de ti?

 

 

 

 

- No es por mí. Tú eres un señor de hacienda. Tienes una facha que mantener… sólo pienso que deberías de cuidarte más. 

 

 

 

 

- ¿Te preocupas por mí, Riki?

 

 

 

 

Algo se despertó en el menor.

 

 

 

- Pues…Sé que para ustedes es algo importante. Debe de ser difícil aparentar algo que no se es.

 

 

 

 

 

No quería pensar que Riki le tenía lastima o lo que sentía por él, era una especie de compasión.  Se aproximó hasta él y posesivamente lo tomó de la cintura.

 

 

 

 

 

- Te prohíbo que vuelvas a pensar de ese modo. Si hago esto es porque estoy dispuesto a tomar todas las consecuencias de mis actos, frente a ti y a los demás. Aquí no hay ustedes, sólo nosotros dos y nada más…

 

 

 

 

 

- Iason… - Se sonrojó. El Mink destilaba cierto atractivo. Se sentía dominado.

 

 

 

 

 

- “Cuando hablas de ese modo me haces sentir celoso ¿Hay alguien en la hacienda que no quieres que se entere de lo nuestro?” – Quería decirle eso, realmente lo deseaba, pero decidió dejarlo sólo para sus pensamientos, no estaba seguro de cómo reaccionaría Riki, después de todo ellos no tenían una relación formal, eran amantes, viles y pasionales amantes – Riki ¿Qué te parecería venir a la casa a almorzar?

 

 

 

 

 

 

Cuando recibió aquella invitación, el moreno no dudó en aceptarla. Para él como para el resto de los empleados, era bien sabido que se comía de manera exquisita en la casa grande. Los platillos que se le sirvieron fueron tan deliciosos, que Riki ni se molestó en fingir siquiera que tenía algún modal. Se permitió comer con una veracidad animal, acarreando a su boca cantidades exageradas de alimento.

 

 

 

 

- ¿Qué te parece Riki? ¿Es de tu agrado? – Preguntado el rubio, aún sabiendo la respuesta a aquella pregunta tan obvia.

 

 

 

 

 

- Mmmm… mmm… está bueno – El moreno medio hablaba y en ocasiones escupía restos de comida.

 

 

 

 

 

Del otro lado de la habitación, se asomaban Kirie y Daryl. Observaban como el muchacho se devoraba lo que acababan de colocar en la mesa.

 

 

 

 

 

- ¡No puedo creerlo! – Hacía aspavientos por todo lo que veía - ¡Dime que está usando los cubiertos que le puse a un lado! – Imploró.

 

 

 

 

Daryl se asomó.

 

 

 

 

- Bueno… creo que sólo está usando la cuchara – Dedujo.

 

 

 

 

- ¡Que espanto! ¡Que veo! – Se cubría el rostro con ambas manos – ¡Se ha ensuciado todo! ¡Y ahora come con las manos! ¡Es un ordinario!

 

 

 

 

 

Kirie estaba claramente horrorizado con cada una de las acciones de su señor. Daryl por su parte, decidió enfocarse en el ojiazul, a pesar de que Riki estuviera comiendo con modales primitivos, podía notar cierta sonrisa, cierto aire de encantamiento en el Mink. Cómo si Iason estuviera maravillado al tener al moreno completamente satisfecho.

 

 

 

 

 

 

- ¿Quieres más? Puedo mandarlo a pedir – Mencionó al terminar el pelinegro con el último vestigio de alimento en su plato.

 

 

 

 

 

- Eh… no, no…. tampoco quiero reventarme – Se limpiaba sin pena alguna los dientes con las pocas uñas que tenía. Se abrió la bragueta del pantalón para liberar así, su barriga llena - ¡Esto es vida!

 

 

 

 

 

- ¿No te apetece algo dulce? Le diré a Daryl que te traiga el postre… - Iba a llamar al muchacho, más el menor le interrumpió.

 

 

 

 

 

- De verdad estoy bien así… Estuvo muy bueno todo.

 

 

 

 

 

Riki llevó uno de sus dedos hasta un plato que contenía mantequilla, tomó un poco y se lo metió en la boca.

 

 

 

 

- Esto....

 

 

 

 

- Ja. Me gusta comerla así. Te deja en la boca una sensación extraña  – Mencionó, muy alegre ante sus palabras – ¿Nunca la has usado? Es un buen lubricante ¿Lo sabías? – Mostró una sonrisa.

 

 

 

 

 

- Riki – Meneó su cabeza de un lado a otro, como diciendo “¿Qué haré contigo?” – Vamos, tienes toda la cara llena de comida – Sacó un pañuelo de su bolsillo y lo llevó hasta el rostro del joven, donde buscó de limpiarle – Ya está. Recuerda que puedes ir a la cocina las veces que quieras y pedir lo que se te antoje, Riki.

 

 

 

 

 

- La idea no es de mi agrado – Dirigió la vista hacía donde sabía, se ocultaba el fisgón de Kirie – La próxima pide que lo lleven a tu habitación. Así comemos tranquilos. O podríamos ir a otro lado… Me gusta comer al aire libre ¿A ti no?

 

 

 

 

 

 

El hecho de que Riki estuviera planeando actividades entre ellos le encantaba. Eso le daba el toque de intimidad y cercanía que estaba buscando darle a su disque “relación”.

 

 

 

 

 

- ¿Cómo un picnic? – Iason había colocado los codos en la mesa y recargaba su cabeza en ambas manos.

 

 

 

 

- ¿Eh? – Riki hizo una mueca algo extraña – Ja ja ja ja ja – No pudo evitar reírse ante el comentario, había pensado que lo decía a modo de broma – Si, si… tengamos un picnic.

 

 

 

 

Aquellos días, el Mink los llevaba en el corazón como los mejores del mundo.

 

 

***Fin del Flash Back***

 

 

Continuará…

 

 

 

 

 

 

iason to riki

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

 

¿Qué les pareció? Hasta dibujito y todo le tenía! xD Merecía ser publicado ¿Verdad? A mi me pareció un capi muy tierno que no podía dejar pasar por alto, gracias a kami sama por hacer que lo encontrara antes de terminar la historia xB muchas gracias por haberlo leído y si es de su agrado dejar comentarios respecto a él ;) les mando millares de besos y abrazos!! Mattane!! Bye Bye!! 

 

 


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