Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Una gota de color por Syarehn

[Reviews - 146]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Perdón por la tardanza! Está semana fue horrible, inscripciones y esas cosas. En fin, este capítulo me quedó largo y malvado, no me maten ¿vale?

III. Rojo 

 

 

Debe tener una buena explicación, Tony — Decía Thor a un Anthony Stark furioso y obviamente decepcionado.

La plática concluyó cuando el celular del millonario sonó. Miró el remitente un par de veces, realmente no sabía si quería contestar o no.  Terminó contestando.

— Te aseguro que una simple disculpa no va a convencerme.

Lo sé… necesitamos hablar pero para ello es preciso que vengas…— la voz de Steve sonaba extraña, parecía más distante, frío, incluso molesto…

— ¿¡Qué!? ¿Eres tú quien me planta y ahora me exiges que te busque? ¡Olvídalo! Tengo asuntos más importantes que tú.

—Tony, por favor… sólo autoricé una visita y ese eres tú.

— ¿autorizar? ¿¡Pues dónde demonios estás capitán imbécil!? — Tony comenzó a estresarse. ¿Y si Steve estaba hospitalizado? ¿Y si le había ocurrido algo?  Un millón de apocalípticas ideas pasaron por su mente.  Lo escuchó suspirar al otro lado de la línea, así como una voz masculina, gruesa y poco amable que le decía al rubio que su tiempo de llamar se agotaba.

— En prisión…

— ¿¡Y qué jodidos haces allí!? ¡Es imposible! Eres el maldito Capitán América. ¡No pueden encarcelarte!

— díselo al gobierno… ¿vas a venir?  — Tony se calmó un poco, al menos Steve estaba “bien”… o eso quería pensar y Thor había tenido razón, el soldado no lo había plantado por gusto, tenía un motivo válido, pero ya le exigiría explicaciones después.  — Me trasladaron a la prisión de…

La comunicación se cortó  y Tony estaba entrando en un ataque de histeria, le ordenó a JARVIS rastrear la localización de la prisión a través de la llamada pero le fue imposible. Sólo se relajó un poco cuando el móvil volvió a sonar.

— ¡Maldito bastardo! ¿¡Por qué  me cuelgas!? Eres un…

— habla Romanoff. Stark, el capitán está…

— sí, sí, ya lo sé, la pregunta es “¿Dónde?” y “¿Por qué?” Si lo sabes dímelo, si no adiós.

— la cárcel que buscas está en la isla Ni’ihau, es parte del Archipiélago de Hawái. Fue recluido ayer a las 13:19 horas. Los agravantes… bueno, es mejor que él te lo diga. Fury está hablando con el presidente justo ahora, tratando de negociar su liberación pero la falta de Steve fue… bastante fuerte.

— voy para allá. — cortó la llamada.

Aún no tenía el traje puesto cuando le ordenaba a JARVIS fijar la ruta más rápida hacia Ni’ihau. Fueron los 4246* km más largos de su vida a pesar de ir a la máxima velocidad del traje. Respiró aliviado cuando vislumbró la isla y la construcción que debía ser la cárcel donde se hallaba Steve.  Omitió por completo el selvático y bello panorama  y aterrizó en el patio de la prisión, para su sorpresa ya lo estaba esperando un hombre alto, corpulento y de ascendencia afroamericana por su tono de piel, su semblante era serio pero no tosco.

— ¿es usted Anthony Stark?

— el mismo e inigualable.  — se jactó vanidoso. — ¿Dónde está el capitán Rogers?

— sígame. — Avanzaron hasta llegar a una oficina, el hombre se acercó a una cabina y tecleó algo en un pequeño panel, la cabina se abrió y el moreno se giró hacia Stark. — Quítese el traje y deposítelo allí dentro, junto con todas sus pertenencias de valor. Sólo se le permitirá la entrada con la ropa que lleva puesta — haciendo referencia los jeans y la playera escarlata con el logo de Aerosmith.

— ¿el i-phon también? — El carcelero asintió — ¡esto no es de rutina!

— no, ya que no en una prisión normal, ésta está diseñada para mutantes, uno nunca sabe cómo lograrán escapar. — Tony asintió. Tenía sentido que llevaran a un súper hombre como Steve allí, era más seguro, pero… ¿Qué pudo haber hecho para que el capitán América fuese considerado un peligro potencial?

— claro, Washington debe tener bien resguardados su secretos de Estado, y vaya que son meticulosos con ocultar y proteger información. — ironizó.  El carcelero simuló ignorar sus palabras pero una leve sonrisilla afloró en sus labios.

— por aquí.

El hombre lo guió por un largo pasillo bastante iluminado, limpio y fresco, al menos el gobierno también era meticuloso con la higiene. Descendieron 4 pisos en unas agotadoras y extensas  escaleras de caracol hasta llegar a la planta baja,  para terminar recorriendo otro prolongado pasillo hasta llegar a la celda de Steve. Ésta era un cubículo pequeño y blanco, sin embargo, la luz del ocaso que se filtraba por la ventana la hacía lucir tonalidades entre rojo-naranja y carmesí.  La celda contaba con una amplia repisa de concreto al frente de los barrotes, que servía como cama; a la izquierda se hallaba una única ventana, abarrotada por supuesto, y que daba una linda vista hacia el mar;  justo en mitad del lugar, se encontraban un par de grilletes pendiendo del alto techo.

Tony miró a Steve recargado junto a la ventana, observándolo a él, sin embargo, había algo en su mirada que no le agradaba.

— vendré por usted en una hora, con eso tendrán tiempo suficiente para hablar. — Tony asintió mientras el hombre abría las rejas para que el millonario pasara, después volvió a asegurar la celda y se retiró. Un prolongado silencio llenó la habitación hasta que Tony se decidió a hablar.

— lindo lugar para vacacionar, capitán — Stark respiró tranquilo al ver que su capitán estaba bien aunque seguía con una sospechosa actitud de frialdad que no cuadraba. Steve se mantuvo en silencio — ¿Por qué terminaste aquí? — comentó acercándose un poco, sin embargo, los grilletes llamaron su atención y se detuvo a observarlos.

— Seguí un mal consejo  — dijo con simpleza, mirando a Tony como si mirara la nada, carente de emoción alguna.

— ¿perdón? — Parpadeó incrédulo — hey, no vine hasta aquí para que me salgas con la patética pseudo-excusa de “seguí un mal consejo”... ¡Steve toda la maldita tarde de ayer me la pasé esperándote y tú…! — Bufó intentando controlarse — casi hago el ridículo frente a la prensa por ti, capitán inútil, tuve que adelantar los nuevos avances de mi traje  ¡hasta me sugirieron colores para un nuevo modelo! ¿Y dónde estabas tú? ¿Siguiendo un mal consejo? — El rubio desvió la mirada — ¡maldición Steve! ¡Sabías lo que significaba para mí esa maldita rueda de prensa! ¡¡Lo que significaba para nuestra relación!! Creo que al menos me merezco una justificación válida.

Tony cerró los ojos intentando mantener la compostura y ser comprensivo. Quizá Steve había tenido un problema, una misión de último momento. Él sabía que el soldado aún se encontraba luchando contra sus murallas internas y justo por ello había accedido a mantener su relación en secreto, pero días atrás, después de una  inesperada pero maravillosa sesión de sexo y un altercado con Hulk, Rogers le había dicho que quizá ya era hora de hacerle saber al mundo que Tony Stark ya no estaría disponible sentimental ni sexualmente para alguien que no fuese el Capitán América.

Por su parte, Steve también había pensado, y demasiado,  en lo que había estado haciendo. Había forjado su propio criterio sobre la relación que pretendía mantener con Stark.

Observó a Tony, su desfachatez característica lo hacía lucir tranquilo y sensual de forma casual, pero él lo conocía lo suficiente como para saber que estaba enojado, no molesto ni sentido, furioso en toda la extensión de la palabra. Lo que teñía sus ojos castaños no era simple molestia ni había rastro si quiera de tristeza, era ira y decepción.  Steve suspiró replanteándose lo que iba a decir, repasando sus argumentos.

— Tony, quiero terminar con esto. — Stark dejó de juguetear con los grilletes que con dificultad  alcanzaba parándose en la punta de sus pies y enfocó al rubio con el semblante más digno que pudo.

— ¿De modo que es por eso que me dejaste como estúpido?— su voz estaba cargada de furia contenida y sus ojos reflejaban el dolor innegable.

— no, si no llegué fue porque fui detenido por el ejército… aunque de no haber sido así probablemente tampoco habría asistido a tu estúpida rueda de prensa. — espetó serio, había repetido tantas veces su discurso desde su llegada a Ni’ihau que se le había escapado todo sentimiento.

Stark simplemente explotó.

— ¿estúpida? — Resopló con ironía y sorna fingiendo tranquilidad y una media sonrisa —capitán… ¡pero si fue tu estúpida idea! ¡Fuiste quien sugirió convocar a los medios! ¡Fuiste quien comenzó todo esto ¿recuerdas?! ¡Fuiste quien me indujo a esta relación clandestina de la que ahora te arrepientes! ¡¿A qué crees que estoy jugando?!— Terminó gritando

— ya no tiene caso hablar de eso. — Steve sonaba tan tranquilo como acabase de que obviar los osos tiene pelo.

— Las citas, la declaración, tus estúpidos celos, las noches sexo, los cursis detalles... ¿Qué mierda se supone que fue todo eso? ¿¡Significó realmente algo!? — Tony sentía que debía descargar todo el dolor y cólera que sentía y que inundaba sus venas.

— no lo entenderías, Stark.

— ¿y qué debo entender, Steve? ¿Qué eres un maldito cobarde inestable? ¿Qué te asusta pelear por lo que quieres? Claro, asumiendo que alguna vez me quisiste.

Aquellas palabras taladraron su mente y su pecho haciendo que su corazón dejará de latir por unos instantes. ¡Tony dudaba de su amor por él! después de darlo todo por él, de ceder ante él… estaba perdiendo los estribos. Él amaba a Tony y ese era el maldito problema.  Se revolvió el cabello desesperado, buscando calmarse.

Steve estaba inseguro, sentía que estaba perdiendo el control nuevamente. ¡Esa sensación lo tenía harto! Odiaba sentir que era poco menos que una masa maleable en manos de Tony; odiaba  que su determinación se esfumara cuando el moreno le sonreía o lo besaba; odiaba ver como pasaba él mismo por encima de sus propios principios por anteponer al millonario que ahora era su prioridad, ¡incluso había atentado más de una vez contra la seguridad de su país, de civiles! ¡Todo para salvaguardar la vida de Stark! Sentía que estaba perdiendo el rumbo, la lucidez y la objetividad. ¡De verdad aborrecía sentirse perdido y sin el dominio sobre sus acciones!

Aunque su mente ordenara lo correcto, su corazón pasaba de eso y se dedicaba a Tony, sus pensamientos y acciones se reducían a la simple presencia de Stark. Sonreía por él, era cursi por él, pisoteaba su moral por él, respiraba por él, vivía por él, era feliz gracias a él, ¡maldición, incluso estaba encarcelado por él! ¿Qué clase de vida era esa? ¡Sentía que se estaba perdiendo así mismo!

— ¡no hables de lo que no sabes, Stark!

— ¿Qué? ¡Pero si te conozco mejor de lo que tú mismo lo haces!

— ¡No, tú conoces al títere que has hecho de mi! ¡Pero ya estoy harto, Stark! ¡No volverás a manipularme!

— ¿manipularte? Por favor, para eso no necesito si quiera esforzarme, eres un blandengue pusilánime.

— ¡Basta ya, Stark, o no responderé de mis actos!

— ¡Oh, pero que novedad, capitán! ¡Ayer me quedó claro que tú nunca respondes por lo que no le conviene a tu frágil y retrograda mente!— Un certero puñetazo en el estomago le sacó el Oxígeno al moreno, cortando todo su discurso. Steve se hallaba lleno de furia y rabia mal contenida. En un breve instante de lucidez se arrepintió de sus acciones y estuvo por inclinarse y pedir perdón pero Tony, dolido en el alma y el orgullo se dejó llevar por su instinto de venganza. — ¡No eres más que una mente débil en un cuerpo superdotado artificialmente! ¿Y te haces llamar “Capitán América”? avergüenzas a tu patria.

El inconsciente de Steve gritaba que rompiera las cadenas que lo ataban a Anthony Stark y se demostrara a sí mismo que era capaz de controlar su mente, sus acciones, la situación y al egocéntrico engreído que le causaba conflictos internos. Quería volver a sentir que era él quien tomaba sus decisiones sin influencia de Anthony, quería sentir que sus actos y su conducta eran controladas por él, no por su amor ciego. Quería sentirse dueño de sí mismo de nuevo, pero para ese momento Rogers se veía superado por la ira contenida, se sentía como un globo con exceso de aire a punto de reventar. Lo que pasó desapercibido para él es que el globo lleno de frustración y furia explotaría en la cara del hombre que amaba.

La pelea dejó de ser verbal y transitó  a los golpes. Iron Man le regresó el puñetazo acertando en la mandíbula, pero un rodillazo en sus costillas lo hizo retroceder, no obstante, con agilidad logró golpear nuevamente el rostro de Steve. El rubio, haciendo gala de su suero, retomó la ofensiva y entre certeros golpes en las costillas y veloces evasiones terminó acorralando a Tony contra la pared, éste trató de alejar su rostro del peligroso impacto que el capitán esta por propinarle pero sólo consiguió estrellar su cráneo contra el firme concreto de la pared y sacarse algo de sangre.

— ¿Crees… que… con un simple golpe… vas a lograr… someterme? — Se burló con dificultad el millonario, aún aturdido por el golpe — ¿Crees… que eso te dará la certeza de que no te manipulo como dices?... Que escueto e idealista de tu parte. No sé cómo pude dejarme follar por alguien tan sumiso y cobarde como tú…

— ¿quieres ver por qué? — respondió Steve con una mueca que cualquier persona calificaría de enferma o depravada.

 Sin dificultad alguna tomó a Tony como si fuese un costal de papás, aún cuando éste rebatía, y carente de delicadeza lo apresó con los grilletes, ajustándolo con más fuerza de la necesaria. Stark lo miró con furia e intentó luchar para liberarse logrando lastimarse las muñecas.

— ¡bájame, Steve! ¿Quién jodidos te crees para hacerme algo así?

—  puedo tener el control de lo que yo quiera cuando yo lo decida ¡y ni tú ni nadie va a tratarme como un títere estúpido de nuevo!

El hombre de hierro vio impactado como el correcto y amable capitán América le rompía de un tirón la bragueta y lo despojaba de sus jeans y bóxer de un solo movimiento. Pataleó con toda su fuerza logrando golpear el pecho del rubio, haciéndolo retroceder por el impacto. Steve dibujó una retorcida sonrisa y comenzó a sacar con premura su miembro, estimulándolo en el proceso. Los ojos de Tony se abrieron sorprendidos, sus pupilas se dilataron y un estremecimiento recorrió su espina dorsal, haciendo casi palpable el miedo que comenzaba a sentir. Jamás, jamás pensó que Steve pudiese causarle miedo… tragó profundo intentando tranquilizarse y pensar en frío pero eso nunca ocurría tratándose del rubio predilecto de América.

— ¿vas a violarme para probarme algo? ¿Y te dices un hombre honorable?

— jamás me he jactado de tener honor y ¿Quién dijo que quiero probarte algo a ti? Esto es por mi Stark, tú sólo significas mi obstáculo a vencer.

Tony reprimió un gemido de dolor cuando Steve le abrió las piernas de golpe y las colocó alrededor de su cintura. Quiso pelear nuevamente pero ya le escocían las muñecas y era menos doloroso que cargaran su peso a que éste recayera de lleno en sus manos  ya que sus pies no tocaban el piso. El millonario héroe tenía la esperanza de que Steve recapacitara pero no iba a rogarle, su orgullo se lo impedía, aunque su esperanza se hizo humo cuando sintió el enorme falo del soldado abriéndose paso en su interior, rasgándolo en el proceso, haciéndolo sangrar cuando comenzó con las rápidas y feroces embestidas. Stark cerró los ojos echando hacia atrás la cabeza, tragándose su pedantería, su dolor físico y emocional, así como su amor heridos, reprimió  las quejas, maldiciones, sollozos y lágrimas, mordiéndose los labios hasta sentir la sangre roja y espesa escurriendo por ellos.

Además, ¿Qué caso tenía ya luchar contra lo inminente? Había caído ya en la cuenta de que Steve no iba a detenerse y en efecto, el soldado tenía únicamente en la cabeza la satisfacción que encarna el sexo y el placer  de sentirse dueño de  sí mismo otra vez, de sus acciones y pensamientos, incluso de la causa de sus pesares. Sonrió satisfecho, acelerando el ritmo, sintiendo contraerse el apretado esfínter de Tony, sus gemidos llenaron la celda.  Levantó sin contemplaciones la camiseta roja del moreno e inclinó el rostro para degustar el sabor del pecho de Stark, besando y lamiendo, mordisqueando sin pudor alguno, enterrando sus uñas inconscientemente en  el cuerpo ajeno dejando marcas carmesí.

Cuando sintió el clímax cerca, subió el rostro para besar eso labios que le pertenecían, que le hacían delirar y que lo herían con palabras crueles o lo llevaban a la gloria con su maestría, su sabor y las esporádicas cursilerías que solían hacerse presentes en momentos de laxa pasión, como ese… sin embargo, esta vez nada pasaba. No había palabras, ni suspiros, ni gemidos eróticos, ni enervantes caricias. Entonces la realidad lo arrastró de regreso: momentos como esos se habían perdido quizá para siempre. La premisa se hizo una verídica afirmación cuando Tony esquivó el beso que Steve demandaba.

«¿Qué demonios estoy haciendo?» fue su último pensamiento coherente justo antes de derramarse en el interior del moreno.

Fue el orgasmo más amargo de su vida.

Espabiló  lo más rápido que su extenuado cerebro pudo y con cuidado se separó del hijo de Howard, pero su mente estaba dividida. Una parte estaba satisfecha, complacida por sentirse libre del yugo que representaba ese amor de cual dependía. La otra parte le escupía que era el ser más rastrero y miserable del mundo. Quería disculparse, pero también quería celebrar su victoria…

Enfocó la vista en Tony, y lo observó allí, pendiendo de los grilletes, con la mirada desenfocada y un par de incautas lágrimas secas en sus mejillas, los rastros de sangre en sus labios, sangre que también escurría entre sus piernas mezclada con el semen de Steve.

Un latigazo de culpa y arrepentimiento lo azotó.

Se apresuró a bajarlo y con la más suave delicadeza lo recostó en la fría repisa de concreto que tenía como cama, Tony seguía en su mundo, ausente de lo que ocurría, huyendo de la realidad para no odiar al hombre que amaba.

— Tony, mi amor, lo lamento yo no… — Steve trató de acariciarle el rostro, sólo entonces el moreno notó que se hallaba libre y que el contacto del soldado le quemaba. Instintivamente le apartó la mano, mirando a Steve con repulsión y algo de miedo.

—  No quiero escucharte, ni verte, ni que me toques, ya has hecho suficiente estos dos días destrozando mi estabilidad e integridad emocional — su voz sonaba rasposa, cansada y dolida, no lo miraba ni se movía, permanecía inmóvil sobre la cama.

— Tony permite que te explique, no hay justificación pero…

— ¡dije que no quiero escucharte! — Gritó más por la adrenalina aún activa que por querer hacerlo —… no estoy moralmente dispuesto para hacerlo — suspiró intentando incorporarse sin lograrlo pues el dolor en su aún sangrante entrada se lo impedía.  — creo… que debemos esperar a tranquilizarnos. Ahora sólo quiero que te vayas al infierno y ardas en él.

Steve asintió. Cerró los ojos y apretó los puños con fuerza. No sabía cuánto tiempo había pasado pero supuso que una hora pues los pasos del carcelero resonaron por el pasillo. Tony se levantó con esfuerzo, Steve se acercó a él para ayudarlo pero recibió un puñetazo como muda respuesta. Cuando el afroamericano llegó a la celda Tony ya estaba acomodándose la camisa, el hombre lo miró suspicaz y sin decir nada abrió la reja dejando salir al moreno, intrigado por el curioso andar del hombre de hierro.

— Tony… te amo — susurró Steve cuando el carcelero aseguraba la puerta.

— Valiente forma de demostrarlo. — Tony se marchó a paso lento y el corpulento hombre disminuyó su velocidad para ir al mismo paso. 

— Veo que se divirtió — comentó, obviando con la mirada y sin emoción alguna  la bragueta rota de su pantalón, sólo para hacer un tanto ameno el camino.

—Las apariencias engañan.

El hombre era perceptivo e intuyó por el estado de ánimo de Stark y ese último comentario, que las cosas se habían salido de control, de modo que se desvió del camino hasta llegar a un ascensor, después de todo el punto no era torturar a Anthony Stark. Cuando llegaron arriba el hombre le devolvió sus pertenencias en silencio.

— lo acompaño afuera. — ofreció.

— No es necesario, sé llegar a la salida.

— ¿de verdad? — el hombre enarcó una ceja y Tony suspiró resignado, en realidad no estaba pensando y perderse era una opción formidable. Al llegar al patio el espectáculo lunar hizo que ambos hombres se detuvieran a mirarlo. — vaya, quien diría que la luna puede sangrar. — comentó el carcelero al ver la luna roja.

— Es sólo un ridículo efecto del cúmulo de rocas lunares que refleja la luz del sol. Se ve roja porque las partículas y gases de la atmósfera filtran toda la luz azul que la luna refleja… — explicó hastiado — me alegro que lo filtre, maldito color azul de mierda. — Sin decirle más se marchó perdiéndose en la espesura del cielo negro, adentrándose en el selvático paisaje y dejando confundido al guardia. — Después de todo el azul también significa tristeza — susurró cuando se hallaba  lo suficientemente lejos del serio pero amable afroamericano.

 

 

Mientras, en la celda de Steve se escuchaba el sonido seco de los puños del súper soldado impactándose contra la pared, una y otra vez de forma continua y desesperada.

 «Lo perdí» se repetía incesante. «Soy un idiota»

«Era  perderlo a él o perderte a ti mismo»  le consoló su subconsciente.

Cayó de rodillas al suelo, se revolvió y jaló los rubios cabellos con desespero y frustración, sin saber cómo reaccionar. La respuesta era obvia para muchos, lo sería para él si fuese un mero espectador… ¡pero no lo era! ¡Maldición! No lo era y cuando vives las cosas por ti mismo es muy difícil pensar en frío, las palabras simplemente no salen y el orgullo suele convertirse en el aliado principal de tu defensa. Al menos así había sido para él. Golpeó de nuevo el piso y levantó la mirada hacia la ventana, hacia el cielo, pero la vista que obtuvo lo sumió más en su consternación pues la misma luna le hacía recordar con su color lo miserable que era.

El satélite estaba teñido de rojo, rojo escarlata. Rojo como el traje de Iron Man, el hombre que amaba. . Roja como las gotas que manchaban en suelo, la pseudo-cama, la pared y sus manos. Roja como la sangre que le había hecho derramar a Tony y que justo ahora bañaba sus manos mezclándose con la propia

Roja como el corazón roto y latiente en el pecho de amantes que jamás volverían a ser lo que fueron.

«¿Y si prefiero perderme a mi mismo antes de perderlo a él?» se preguntó de nuevo.

«Entonces no conoces el equilibrio… ni lo que es en verdad el amor» respondió la vocecilla en su mente.

 

Notas finales:

¡Besos, mis amores!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).