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Una gota de color por Syarehn

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Notas del capitulo:

Hemos llegado al final de la historia. Muchas gracias a todos y cada uno de ustedes por acompañarme 💖. Espero disfruten el final Y_Y

XII. Verde

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“Cómo suavemente la brisa primaveral canta, cuán profundamente las distantes montañas respiran; hay tantas cosas que quiero mostrarte…”

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A drop of colour de Hyde

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Steve se sentó al pie de la cama observando a Tony, rogando porque Loki hallara pronto a Thor y los tres se pusieran a salvo. La idea de dejar la vida de Stark en manos de la magia no era algo que lo convenciera. Por su parte, Tony mantenía los ojos abiertos porque así se lo había pedido Loki, aunque sentía que el sueño lo abrazaba y en verdad deseaba arrojarse en sus brazos y no despertar de nuevo.  

Steve se acercó a la cama y cubrió a Tony con una cálida manta al verlo estremecerse.

—Debes tener frío. —El tono de Steve denotaba preocupación pero a Tony no le importó y se limitó a acurrucarse junto a Thor. Steve suspiró.

—Vete de aquí —susurró el moreno sin mucha convicción, quería dormir—. No quiero que lo último que vea al morir sea tu mentiroso rostro.

—Si pudiera cambiar lo que pasó te juro que…

—¡Pero no puedes! —afirmó Tony con desprecio—. Nada de lo que hagas logrará redimirte ni siquiera un poco.

—Sé que puedo hacerte cambiar de opinión —comenzó Steve, acariciando con delicadeza el rostro de Tony. Estaba tan frío y parecía tan perdido que el rubio instintivamente inclinó el rostro para besarlo y alejar todos sus fantasmas. ¡Había extrañado tanto el sabor de sus besos!

—¡No! ¡¡Aléjate!! —gritó Tony sin pensarlo, apartando el rostro.

Estaba asustado, aterrado como nunca antes. Creía que dicho sentimiento había desparecido pero no era así, el contacto de Steve le quemaba, lo amedrentaba y se sentía con la estúpida necesidad de huir y esconderse de él. Lo hacía revivir el dolor en todo sentido, el sentimiento de traición y vaciedad.

—Tony —le llamó Steve, impactado por la reacción del moreno. Intentó tranquilizarlo posando su mano en el brazo de Tony pero resultó peor.

—¡No me toques! —exigió, y como pudo se apartó de Steve, al tiempo que sentía a su corazón bombeando a todo lo que daba y un sudor frío recorriéndole la espalda

Steve retrocedió, comprendiendo la magnitud del daño, siendo consciente de que jamás volvería a tener la confianza de Tony. Los ojos se le nublaron mientras veía al moreno arrebujado entre la cabecera de la cama y el cuerpo de Thor, como un niño asustado esperando protección.

—Tony —murmuró. Su voz era tan suave que no se reconoció a sí mismo.

—¡¡Aléjate!! —volvió a gritar. Tony no podía controlar sus reacciones, sólo sabía que se sentía asustado, como nunca se había sentido en su vida—. ¡Vete! ¡J.A.R.V.I.S., sácalo de aquí! ¡¡Haz que se vaya!! —pidió casi como una súplica. Su respiración se aceleró y comenzó a sentirse agotado, tanto que le costaba respirar. Cerró los ojos fingiendo que nada pasaba pero eso simplemente aumentó su cansancio—. Vete —musitó.  Había dejado de gritar, ya no podía hacerlo—. No quiero verte, Rogers… Yo…, yo no puedo.

Steve contuvo el aliento, observó como la luz en suelo desaparecía anunciando que la puerta se estaba cerrando. Miró el monitor y la línea recta que se dibujaba en él destrozó su alma.

—No —suplicó Steve. Con desespero revisó el pulso de Stark pero la luz apagada de su reactor le gritaba que no había nada que hacer—. No, no ¡No! ¡Tony, no!

Pero su corazón había dejado de latir.

Cubrió su rostro con ambas manos, destrozado. Sintió las lágrimas correr por sus mejillas y sus uñas clavándose en su piel ¡Había acelerado la muerte de Tony! ¡Era su culpa! ¡No sólo lo había lastimado de forma irremediable, también se había encargado de arrancarlo de su vida permanentemente!

Loki y Thor se habían quedado atrapados. Los había perdido a todos. Lo había perdido a él.

Y gritó con fuerza hasta que su garganta no pudo más. Quería desgarrarse la piel hasta arrancarse el alma y dársela a Tony, porque él no podía morir, ¡no podía! ¡Lo amaba demasiado! No tenía la capacidad de dejarlo ir.

Sin embargo, aún en su desesperación, una idea cruzó su mente: si la magia podía regresar a Thor de la muerte, seguramente podría hacer algo por Tony. Miró a todos lados buscando algo para regresar al moreno, lo que fuera, ¡debía haber algo!

Arrojó al suelo todo a su paso. ¡No había nada! ¡Nada! Golpeó el buró con tanta fuerza que lo hizo añicos y todo lo que había sobre él cayó al suelo. Entonces reparó en un pequeño y extraño cofre con símbolos que jamás había visto, lo levantó y abrió sin cuidado alguno. Dentro observó un pequeño frasco con un líquido verdoso que resultaba extraño, tenía una nota atada con un delgado hilo esmeralda.

«El dolor, cuando no se convierte en verdugo, es un gran maestro.» Eso rezaba la nota.

Steve cerró los puños y sin meditarlo tomó el frasco entre sus manos. Quizá si la bebía todo terminaría, quizá era un veneno asgardiano y sería un camino directo hacia Tony y Loki.

Caminó hasta llegar a la cama con el frasco entre sus dedos y besó los fríos labios de Tony. No podía creer que sería la última vez que probara su sabor, que sintiera su aterciopelado contacto. Movió sus labios como si Tony Stark fuese a corresponderle, como si quisiera que el beso fuera eterno y lo trajera de vuelta. Acarició su rostro con delicada pasión y lamió aquellos labios que más de una vez lo hicieron delirar. Sintió como sus propias lágrimas resbalaban de sus mejillas y caían con descaro sobre el rostro del hombre de hierro, como si él también estuviese llorando.

Steve gimió de dolor mientras recargaba su frente en la de Tony para luego besarla con parsimonia, despidiéndose. Luego se sentó en el suelo y dejando caer su cabeza en la cama. Abrió el frasco y un olor a violetas llenó sus fosas nasales, no obstante él preferiría quedarse eternamente con la fragancia natural de Tony, esa que respiraba todas las mañanas al despertar a su lado, quedándose  impregnada en su ropa y en su almohada. Ese aroma era el que quería grabarse a fuego en la memoria.  

Cerró los ojos,  pensando en la sonrisa ladina de Tony Stark y acercó el frasco a sus labios.

—¡Maldición! —gritó. Porque no podía, no se quitaría la vida, ése no era él, ¿pero cuando lo había sido?

Arrojó el frasco, estrellándolo a unos cuantos metros de él y el aroma a violetas se extendió por la habitación.

No supo en qué momento perdió el conocimiento.

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Cuando sus parpados se abrieron la luz lo cegó, sin embargo, reconoció el lugar de inmediato: era su celda de Ni’ihau. ¿Cómo había llegado ahí? ¿Lo había regresado por asesinar a Tony y los demás? Probablemente.

Se sentó en la tarima de concreto que simulaba ser una cama y miró el techo, los grilletes seguían allí. Un nudo se instaló en su garganta y la escena que tanto había deseado olvidar llegó a su mente una vez más. Desvió la mirada hacia la abarrotada ventana y observó el verdor primaveral que le ofrecía el eterno bosque de Ni’ihau; las flores se abrían hermosas y los árboles reverdecían un año más, se renovaban y renacían después del crudo invierno.

—Lo siento, Tony —murmuró con pesar—. Intenté hacerlo mejor, juro que lo intenté. —Las traicioneras lágrimas volvían a correr por su rostro y el dolor se hacía más intenso en su pecho, asfixiándolo.

—Sif robó una de mis pociones. —Steve se giró de golpe y miró a la dama parada unos pasos atrás de él, luciendo un hermoso vestido ocre y una corona dorada sobre su rizado y rubio cabello.

—¿Quién..?  ¿Cómo…? —Steve no terminó ninguna pregunta, ni siquiera podía pensar con claridad.

—Soy Frigga, la madre de Thor y Loki —anunció la dama—. Y tú, al parecer,  padeces los efectos de una poción creada por mí —comentó con un tono dulce aunque lleno de pesar—. Anthony no habló mucho de ti en su visita a Asgard, pero sé que te amaba, así que por el cariño que le tengo a él y porque no puedo soportar la idea de haber perdido a mis hijos, respetaré esta nueva oportunidad que Sif te ha brindado. Espero que sea bien aprovechada —declaró solemne.

—N-no entiendo. —La diosa notó el dolor, la confusión y un atisbo de esperanza en los ojos del soldado. Sonrió enternecida.

—Hace mucho tiempo un valeroso caballero acabó con la vida de su amada guiado por celos. Pasó años tratando de purgar su crimen, y lo logró. Ella, desde un plano distinto, conmovida por el dolor de su amado, le otorgó su perdón. Pero jamás podrían estar juntos de nuevo, él, un ser inmortal, no podía morir y ella no podría regresar. Su dolor se extendió entre los confines del universo. Ni siquiera la reencarnación era una vía.

»Entonces decidí hacer de ella una estrella, para que pudiesen verse cada noche y así aminorar su desolación, pero no fue suficiente. Él seguía torturándose y ella continuaba llorando su pena, así que creé una poción en la que le ofrecía terminar con su dolor. Si la bebía moriría inmediata e indoloramente, en cambio,  si no lo hacía, su fortaleza sería premiada cumpliendo su mayor anhelo.

—No la bebió —susurró Steve. Frigga asintió, mirando aprehensiva al soldado.

—Su mayor deseo fue permanecer por siempre junto a su estrella — explicó ella—. Y el tuyo fue evitar que todo este desastre ocurriera. El tiempo dio un paso atrás, Steven, y tú tienes otra oportunidad, así que haz de este dolor tu maestro.

Unos pasos a lo lejos los interrumpieron y Steve se giró para ver de quien se trataba. La silueta de un par de hombres se acercaba por el pasillo.

—¿Eso quiere decir que todos están vivos? —preguntó esperanzado, regresando la vista a Frigga. Ella asintió.

La voz del carcelero lo hizo mirar de nuevo hacia el pasillo y, con emoción y anhelo infinito, reconoció la figura de Tony acercándose.

—Gracias —dijo con sinceridad, mirando en dirección a Frigga, pero la diosa ya no estaba ahí. Cuando se giró nuevamente el pasillo vio al carcelero y a Stark parados frente a él.

—Vendré por usted en una hora, con eso tendrán tiempo suficiente para hablar. —Tony asintió mientras el hombre abría las rejas para que el millonario pasara, después volvió a asegurar la celda y se retiró.

Steve no perdió ni un segundo y abrazó a Tony con todas sus fuerzas, besó su frente, sus mejillas, sus labios. Estaba tan feliz de tenerlo de vuelta, de verlo a salvo.

—Estás aquí —susurró con la voz quebrada sin dejar de estrecharlo.

—Eh…, sí. —Tony estaba confundido, por teléfono el capitán había estado muy frío y ahora lo abrazaba como si fuera a acabarse el mundo—. Qué efusivo recibimiento, pero eso no evitará que pregunté cómo terminaste aquí —aclaró, separándose un poco de él para observarlo. Sin embargo,  los grilletes que pendían del techo llamaron su atención.

—Golpeé al vicepresidente —admitió Steve. Justo entonces notó que Tony miraba los grilletes y el miedo se apoderó de él, ¿y si Tony recordaba todo? ¿Y si seguía odiándolo?

—Esos grilletes —inició abstraído el moreno. Steve sentía que el corazón le estallaría de un momento a otro—. ¿Por qué diablos están ahí? ¿En qué siglo creen que estamos? —se burló Tony antes de regresar su atención al soldado—. Espera, ¿qué hiciste qué?

El millonario apenas caía en la cuenta de lo que el rubio le había dicho. Como respuesta el capitán se encogió de hombros.

—No me gustó la forma en que se refería a ti —explicó Steve—. Lamento lo de la conferencia.

—Supongo que golpear a al vicepresidente por mi te da cierto mérito. —Tony le  sonrió de la forma que a Steve tanto le gustaba, pero luego recordó el exceso de testosterona.

—Tony —se quedó callado. Sabía que debía decírselo pero tampoco quería lastimar a Banner—, Bruce estaba experimentando y…, de alguna manera ahora hay una peligrosa cantidad de testosterona en mí que aumenta mi agresividad. No creo conveniente que estés aquí hasta que se pase el efecto.

—Bruce no mencionó nada al respecto —se quejó Tony cruzándose de brazos.

—No importa. —Steve lo abrazó de nueva cuenta antes de tomar sus labios. ¡Dios! ¡Cuánto había anhelado ese contacto!—. Será un nuevo comienzo, te lo prometo.

Tony no entendió a lo que se refería pero dejó de pensar para concentrarse el cálido y emotivo beso que Steve estaba regalándole, tan lleno de sentimientos que sintió algo removiéndose en su interior.

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Un año después

Steve divisó a un amplio grupo de personas congregadas en lo que parecía ser un bosque con árboles tan altos y gordos que parecían gigantes, había plantas que en su vida pensó ver y animales tan raros y hermosos que parecían sacados de una película. Todos los presentes estaban formando un círculo alrededor de un altar hecho de piedra con tan solo dos escalones de altura. En lo alto se hallaban dos sillas de roca en las que Odín y Frigga estaban sentados y a Steve le pareció ligeramente aterrador. Supo que no era el único con esa impresión cuando Loki se quedó parado unos momentos a su lado.

—Aún podemos escapar de esto, Steven —susurró el pelinegro, dubitativo.

—No iremos a ningún lado. —El soldado le apretó el hombro en señal de apoyo—. Este lugar es impresionante —comentó, mirando el inmenso bosque, verde por donde lo viera.  

—Es horrible —contradijo Loki, aunque sólo lo hacía porque estaba nervioso, como nunca antes si era sincero, y odiaba ese sentimiento.

—¡Ey! Deja de jalarte las mangas —le regañó en susurros el soldado.

—¡Son mis mangas y yo hago lo que quiera con ellas! —refunfuñó el dios, también hablando en susurros.

—Pareces un niño pequeño. Andando. —Steve dio por finalizada la discusión y avanzó, esperando que Loki hiciera lo mismo. No obstante, cuando el pelinegro dio un paso, la enorme capa de hilos de plata se atoró con sus pies y trastabilló.

Steve contuvo una carcajada.

Loki frunció el ceño y maldijo por lo bajo, mirando hacia el frente con orgullo para entrar en el círculo de personas.

Estaba realmente hecho un manojo de nervios pero jamás, jamás lo demostraría. Clavó su vista en el suelo un segundo y observó que había varias de sus flores favoritas decorando el suelo del lugar, dándole un cierto toque lúgubre, justo por eso amaba las tacca chantrieri, sus pétalos negros y alargados eran fascinantes. 

Se encaminó hacia donde se hallaba Odín,  jalándose aún las mangas del traje. Al verlo llegar, Odín y Frigga le sonrieron y algo que a Steve le parecieron gaitas y dulzainas* comenzaron a sonar en una tonada alegre pero tranquila. Loki podía escuchar los murmullos de las personas a su alrededor, todas alabando su atractivo y lo bien que le quedaba aquel ajustado traje. Sonrió complacido. Luego miró a Thor, ataviado en negro con detalles plateados y su característica capa roja que ni Odín había logrado evitar que se pusiera ese día. Era una extravagante combinación, por no decir mala. Aunque su cabello lucía atado en una coleta baja.

—Ese idiota trae su capa, yo bien pude haber usado mi clásico atuendo negro con verde —se quejó Loki con Steve en un susurro mientras seguían avanzando.

El soldado le sonrió y le entregó su cetro. Buscó a Tony con la mirada, hallándolo junto a Thor y jugueteando con una cesta de manzanas. Sonrió feliz con sólo mirarlo, estaba tan atractivo como siempre aunque vestía un traje asgardiano, negro con detalles rojos y una larga y elegante capa carmesí. Un regalo de Sif al parecer.

Steve acompañó a Loki hasta donde se hallaba Thor y éste lo recibió con un galante beso en el dorso de su mano. Loki estuvo a punto de apartarla de golpe y decirle que lo estaba avergonzado pero se contuvo.

Tony se apartó unos pasos quedando a un costado de Thor y Steve hizo lo mismo pero a lado de Loki.

—Te ves encantador —le dijo Thor a su hermano.

La música se detuvo cuando Odín se levantó y de la mano de su esposa caminó hacia el borde la plataforma sin descender los escalones.

Heill —saludó Odín en lo que sería nórdico antiguo. Los presentes le devolvieron el saludo con respeto y efusividad—. Espíritus venerables de los nueve mundos, hoy los convoco aquí, en este sagrado lugar pidiendo que acepten nuestra hospitalidad y sean testigos de la unión de Thor y Loki, mis hijos.

Un nudo se formó en la garganta del pelinegro; Odín lo estaba reconociendo de nuevo, a pesar de todos sus errores. Él había esperado que lo presentara como el hijo de Laufey ¡incluso se había preparado para no quebrarse al escucharlo! Pero Odín le llamaba hijo una vez más, lo reconocía como el igual de Thor, y justo en ese momento dejó de sentirse como una sombra a lado de su hermano, de su futuro esposo.

Siguiendo las tradiciones, Loki tomó la mano de Thor entre la suya. El rubio entrelazó sus dedos y Loki hizo lo posible por no sonrojarse al recordar todas las veces que habían entrelazado así sus manos mientras yacían en la cama.

Tony se acercó son su cesta de manzanas rojas, entregándola a Thor con una sonrisa amplia y sincera, diciéndole con la mirada que le deseaba lo mejor. El rubio tomó la cesta regresándole la sonrisa con casi inaudible “gracias”, y avanzando de la mano con su hermano, colocó la cesta en el segundo escalón, a los pies de su madre, conocida por los mortales como la Diosa del amor.

—Frigga, esposa de Odín —dijo Thor—, acepta estos frutos como ofrenda para llenar nuestras vidas de amor y felicidad. —Hizo una leve reverencia hacia su madre y se alejó unos pasos, soltando momentáneamente a Loki para afianzar a Mjölnir—. Por este martillo, y por el poder que me fue conferido al entregármelo, yo, Thor, hijo de Odín, juro que de defenderé con fuerza y coraje esta unión; que disiparé tus tristezas, saciaré tus necesidades y sellaré mi vida a tu destino, sea cual sea.

Con un feroz rugido, un trueno acompañó sus palabras y un potente rayo hizo contacto con Mjölnir  para luego desaparecer tan rápido como llegó.

Thor colocó el martillo en el primer escalón con una marcada reverencia a sus padres.

Loki  parpadeó pensando que nunca imaginó que realmente llegará aquel día. Steve se acercó a él con un recipiente de plata que en su interior contenía unas pequeñas ramas de fresno. El pelinegro miró a Steve. 

«Esto es real ¿cierto?» Le preguntó con la mirada

«Cierto.» Afirmó el capitán con un gesto amable, sin necesidad de pronunciar palabra.

Loki tronó los dedos encima del recipiente y su magia encendió las ramas. Un resplandeciente fuego se alzó y lo colocó a los pies de Odín, junto a la cesta de manzanas.

—Odín, Padre de todo, acepta este fuego como ofrenda, y bríndanos sabiduría y fuerza a lo largo del camino que forjaremos juntos —declaró Loki—. No permitas que este se fuego se apague nunca —pidió en un susurró mientras hacia una reverencia. Aquello era un extra a los votos y sólo Odín lo escuchó, asintiendo con suavidad. Después, Loki prosiguió en voz alta—. Yo, Loki, hijo de… —titubeó.

—Odín —aclaró el padre de todo, tal alto y orgulloso que a Loki no le quedó la menor duda de que su padre lo aceptaba de nuevo y lo  amaba. Sonrió confiado, feliz.

—Yo, Loki, hijo de Odín —repitió, más seguro—. Por la magia que se me ha conferido —dijo levantando su cetro—, juro que protegeré con fuerza y firmeza esta unión; que desde hoy disiparé tus tristezas y saciaré tus necesidades, sellaré mi vida a tu destino, sea cual sea.

Una cegadora luz esmeralda brilló en el cetro y una fuerte ventisca se arremolino alrededor de Thor y Loki, provocando que Steve y Tony retrocedieran un poco, cubriéndose del intenso viento que se disolvió tan rápido como vino. .

Loki también colocó su cetro en el primer escalón y reverenció a sus padres.

—Sus peticiones han sido escuchadas y sus ofrendas aceptadas. Ruego a los espíritus que envuelvan a mis hijos con dicha y felicidad para que su amor resida en la profundidad de sus corazones —pidió Frigga en tono afable, sonriendo al ver a sus hijos unidos, debía admitir que no esperaba que fuese de aquella forma, pero si ellos era felices ella también.

La diosa hizo aparecer un anillo de oro en el anular izquierdo de Loki y Thor, que habían vuelto a tomarse de la mano.

—Recuerden que este matrimonio es sagrado, de ahora en adelante deberán cabalgar juntos y cruzar los desiertos y oasis de la vida,  atravesar los mares y tormentas aun cuando las nubes oculten la cara del Sol, pues éste volverá a salir para ustedes —recitó Odín, quien, junto a Frigga bajó los únicos dos escalones. Luego hizo aparecer un cuerno de la abundancia lleno de hidromiel  dándolo a beber a sus hijos.

La ceremonia terminó cuando Thor, en un arrebato que arrancó la sonrisa de todos, besó a Loki estrechándolo con fuerza. Pero la verdadera celebración apenas daba inicio, aquello sería la fiesta más grande que los presentes habían visto.

Steve se apartó del bullicio y caminó hacia una joven de largo lacio pelo negro.

—Tú debes ser Sif —dijo, sonriéndole. La chica asintió escrutándolo con la mirada—. Sólo quiero agradecerte. Te debo mi felicidad.

—No fue por ti —declaró ella con seriedad—. Sólo espero que no vuelvas a arruinarlo. Thor es como mi hermano y Tony un gran amigo. Recuérdalo.

Steve sonrió mientras asentía, aunque Sif aún no parecía convencida.

—¿Por qué no me presentas a la hermosa dama? —La voz de Tony los sorprendió a ambos y se giraron a verlo de inmediato. La chica lo observó sorprendida.

—Soy Lady Sif, es un placer —se presentó. Tony la miró desconcertado unos segundos, algo en aquella joven se le hacía familiar y le inspiraba una profunda confianza. Le sonrió pero antes de que pudiese hablar ella lo hizo primero—. ¿Es tuya? —preguntó curiosa.

—Prácticamente sí —aceptó Tony. Sif acarició la castaña cabeza de la niña que el castaño sostenía de la mano.

—¿Cómo fue que…?

—La adoptamos hace algunos meses —explicó Steve mirando a la pequeña de tres años que jugueteaba con la capa roja de Tony—. Se llama Capella. —Sif lo miró sorprendida.

—A Steve le gusta el nombre, y perturba a la niña todas las noches con la deprimente historia de una estrella.

Sif sonrió, emcionada y sin poder creerlo. Eran una linda familia, sin embargo, había algo que necesitaba saber, algo que la había preocupado desde que Tony se fuera de Asgard la última vez.

—¿Puedo preguntarte algo? —cuestionó, ganándose la atención de Steve y un asentimiento por parte del castaño—. ¿Eres feliz?

—Más de lo que jamás pensé —declaró Tony, sin comprender a qué venía la pregunta.

—Me alegra escuchar eso. —Sif lo abrazó con fuerza y besó la frente de la niña. El robo de la poción y el regaño de Odín habían valido la pena—. Espero que siempre sea así.

—Así será, te lo aseguró —prometió Steve y el beso del que Sif fue testigo le confirmó que así sería.

 

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“Tu gentileza nutre mi piel seca y una gota de color me salva del destino que enfrento cada día.”

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Notas finales:

1) La Dulzaina es instrumento musical de viento formado por un tubo ligeramente cónico de madera o metal con siete orificios y una embocadura con doble lengüeta de caña: la dulzaina estuvo de moda en los SS. XV y XVI. Es una precursora del oboe.

2) Y las flores de Loki, cuyo nombre ya no recuerdo, son negras y muy bonitas. 

3) "El dolor, cuando no se convierte en verdugo, es un gran maestro" es una frase de Concepción Arenal. 

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Ahora sí, me explayaré:

Mil gracias a todos mis bellos amores que se han tomado el tiempo de brindarme unas líneas con sus comentarios; también gracias a todos aquellos que han agregado la historia a favoritos, ¡significa mucho, de verdad! Y por ningún motivo quiero dejar de lado a mis bellos fantasmitas virtuales, que han estado ahí ocultos pero presentes. 

A quienes lean esta historia en algún tiempo, quiero decirles que quizá para cuando lo lean hayan surgido más parejas o haya detalles que ya no encajen pero que espero que lo hayan pasado bien leyendo. Tal vez en diez años (?) crean que no vale la pena dejar un comentario, pero creánme que sus palabras siempre son bien recibidas y siempre nos alientan a escribir y mejorar como FanFickers. 

¡Besos a todos! Y les deseo lo mejor hoy y siempre. 💕

 

PD: No prometo nada, ni digo cuándo, pero me quedé coj ganas de un epílogo lemonoso que tal vez un día vea la luz. 


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