TRAICIÓN
Deseo, lujuria, dos cuerpos, el pecado, amor, un corazón roto, un juego, la traición.
La relación entre William y Grell no mejoro en nada después de su ultima riña, el pelirrojo siguió saliendo con su alumno, nada formal evidentemente, ademas de coquetear con otros hombres y ese demonio, William no podía soportarlo, quería todo de Grell y a la vez nada, odiaba ver a otros hombres con el pelirrojo, sabia lo que pasaría, unas citas, unos tragos, dormirían juntos, usarían a Grell y acto seguido tendría a un deprimido sanguinario en su oficina, William lleno de horas extra al pelirrojo para impedirle salir pero este siempre se escapaba, ambos se extrañaban pero eran demasiado orgullosos para disculparse uno con el otro.
William estaba en su oficina, concentrado en su papeleo cuando su paz fue interrumpida, se escuchaba en el pasillo el golpeteo de unos tacones sobre el piso, de repente la puerta se abrió sin aviso, el corazón de William salto de alegría"Grell le había perdonado", pero su alegría se vino abajo cuando vio entrar a una mujer, era una chica de asuntos generales.
-Señor Spears, usted sabe...- la chica era muy tímida.
-...Me gustaría salir con usted.- la joven dijo con un rubor en sus mejillas y sin alzar la visita
-Tengo entendido que ya no es tan cercano al señor Sutcliff.- a la mujer le gustaba el gerente desde hace mucho pero siempre guardaba distancia para salvar su vida, todos sabían que cualquiera que se acercara demasiado a William se enfrentaría a la ira de Grell Sutcliff.
"Bien, si Grell quería jugar el también podía jugar sucio".
Grell estaba cansado, extrañaba a William, así que decidió hacer las pases con el, era tan aburrido todo sin el. El pelirrojo camino rumbo a la oficina de su jefe, iba a entrar como siempre sin llamar antes pero se detuvo, podía oler el aroma de una mujer dentro de la oficina, "¿que ramera se atrevía a encerrarse con su William?" la parca escucho con atención la conversación que se llevaba ahí adentro, el pelirrojo palideció, su cuerpo comenzó a temblar, no tenia control en sus extremidades, "William había aceptado" Grell quería gritar y llorar, se sintió tan mal como cuando Angelina, su amada Angelina lo traiciono y no mato al mocoso de Ciel, "¿porque cuando entregaba su corazón las personas lo traicionaban?"
La parca roja salio del despacho, tenia que matar a alguien, alguien debía pagar por las heridas de su corazón, por su dolor.
Grell había terminado con su agenda, haría destrozado los cuerpos, cuando llevo sus informes a su jefe estos estaban manchados de sangre, el gerente se molesto mucho, esos documentos no servían reprendió a su subordinado, pero parecía que este no lo escuchaba.
-Sutcliff, estas escuchando lo que te digo.- William estaba molesto.
-Porque no vas y se lo dices a tu ramera.- Grell dijo mientras contenía sus lagrimas, no lloraría frente a este cruel hombre.
-Mi vida personal no es de tu incumbencia Sutcliff, ahora márchate y haz bien tu trabajo.- William dijo fríamente devolviendo los documentos.
-Siempre tan frío.- Grell los tomo y los arrojo a su rostro saliendo rápidamente de la oficina y azotando la puerta.
William se quedo en silencio, se ajusto sus gafas con su death scythe, solía hacerlo cuando se sentía frustrado, ellas eran lo único que podía mantener bajo control.
El pelirrojo se encerró en su habitación, se desnudo y se metió a la cama, se sentía muy mal, necesitaba algo, "amor" pero el amor le estaba negado, algo más, "¿que era tan placentero como el amor?", "dolor", el pelirrojo comenzó a acariciar su cuerpo sobre las mantas que yacían bajo el, pronto sus suaves toques se volvieron ásperos y agresivos, encajo sus rojas uñas en su pálida y suave piel rompiéndola y haciéndola sangrar, "era tan reconfortante" pero no era suficiente, la parca derramo sus lagrimas, estaba solo, odiaba estar solo.
Grell estaba en la habitación del demonio Michaelis, el pelirrojo necesitaba calor y para su suerte el demonio tenia hambre, no le permitiría devorar su alma, pero le daría algo de carne y lujuria.
El demonio tenia parafilias muy extrañas, lo hizo cambiar a su forma humana a cuando era mayordomo de Madam Red, le puso un listón con un cascabel en el cuello.
-Muy bien Grell san, siempre quise tenerlo así, tan sumiso, tan pequeño y adorable e indefenso, su forma humana es demasiado provocadora.- el mayordomo dijo con una sonrisa.
-No te confíes mi amado Sebas-chan, no soy tan sumisa como parezco.- Grell ronroneó al oído de su amante.
-Ahora, maúlle para mi, mi lindo gatito.- Sebastian comenzó a acariciar desde la cabeza hasta lo largo de la espalda al pelirrojo como si se tratara de un gato.
Grell trataba de reprimir gemidos, aunque le era incomodo este trato, disfrutaba del tacto del demonio.
-Vamos Sebas-chan, deja de jugar.- Sebastian comenzó tortuosamente a preparar al shinigami.
-Grell san, que clase de mayordomo seria yo si al recibir mi juguete nuevo lo rompiera en ese instante - el demonio dijo con una sonrisa, de verdad consideraba a Grell como su nuevo juguete.
El rojo shinigami podía sentir como un hilo de sangre escurra por sus piernas, el demonio era muy salvaje, le estaba dando el dolor que tanto necesitaba, Grell trato de reprimir sus gemidos, muy en el fondo deseaba que fuera William quien le proporcionara el placer que tanto anhelaba, imaginaba que era William quien estaba sobre de el, cada beso cada caricia, deseaba que fuera William, pero no, no era Will y no había besos ni caricias, el demonio lo había amarrado de las muñecas para restringir sus movimientos. Sebastian marco, rasguño y mordió la delicada piel dejando marcas moradas por todo el delgado cuerpo, sabía que el gerente las vería, "odiaba a William" y como disfrutaría de su reacción al ver el mancillado cuerpo.
-Will!.- un nombre lleno de éxtasis salio de los labios de la parca cuando llego a su clímax, el pelirrojo se quedo en shock esperaba que Sebastian lo golpeara por su error pero el demonio solo siguió hasta llegar a su orgasmo, se levanto y salio de la recamara dejando a Grell amarrado.
Tristeza, remordimiento, amor, el perdón.
No era suficiente, necesitaba más, más dolor, más sangre, las visitas del pelirrojo para con el demonio continuaron hasta que William lo descubrió y lo obligo a detenerse.
-¿Porque Grell?.- William cuestiono triste, mientras curaba las heridas del cuerpo de su amigo.
-¿Desearías que fuera una mujer?- fue la respuesta de Grell.
-Somos amigos Grell, no podemos ser nada más.- William se estaba mintiendo a sí mismo.
-Mientes Will, hemos estado juntos tantos años, no puedes decirme que no me amas.- Grell tenia la voz entrecortada, hablaba entre sollozos e hipos, alejo la mano de William que trataba de curarlo y se envolvió en sus sabanas, solo quería dormir.
-Sutcliff, no discutiré esto contigo otra vez, somos hombres, mi amistad es lo único que puedo brindarte.- William grito ya molesto mientras arrancaba las sabanas que cubrían a Grell.
-Los amigos no tienen sexo William!.-