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MÍO por Orseth

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            Al quedar solo, Draco se puso una mano en el pecho aun mirando la puerta por la que Harry había salido.

            -¿Será posible? –pensó sintiéndose en la dimensión desconocida.

            ¿No más golpes?... ¿no mas sesiones de sexo rudo?... ¿no mas escenas de celos?...

            Celos… eso último le hizo recordar lo que había dicho Harry sobre creer que estaba enamorado de él.

            -Obvio que no… -pensó levantándose y parándose junto a la ventana sin terminar de asimilar lo que había oído.

            ¿No mas temor a ser llevado a Azkaban por no cumplir con su parte del trato?... trato… ya no habría más sexo con Potter… eso estaba bien si consideraba las últimas ocasiones en que se lo había hecho; pero cuando todo inicio no había sido así, él era muy diferente y aunque no era sencillo admitirlo, en su momento lo disfruto; eso sí, Potter nunca lo dejó llevar el control y nunca se dejó penetrar, siempre llevó las riendas a la hora del sexo y si se le daba la gana ponerlo de cabeza, no había más remedio que obedecer, pero a pesar de eso siempre lo hacía llegar al orgasmo, lo hacía gritar su maldito nombre pidiéndole más.

            Pero el cambio de Potter no había sido de la noche a la mañana… había sido paulatino y no solo en la cama; hacía tiempo que no lo veía sonreír, no al menos de forma sincera y franca como el cuatro ojos acostumbraba hacerlo; y ese ceño fruncido que ya no relajaba nunca, como si estuviese pensando en algo feo y desagradable.

            -Claro, en mí…

            Entonces se recostó sintiéndose de alguna manera liberado, no cualquier mortífago cumplía su condena en un cómodo arresto domiciliario ahora sin tener que dar nada a cambio.

 

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            Sin embargo durante esa semana no pudo evitar sobresaltarse cada vez que lo oía llegar o pasar frente a su puerta; sin embargo con el pasar de los días ese temor fue desapareciendo convenciéndolo de que en verdad Harry ya no lo golpearía más ni le exigiría tener sexo.

            Uno de los cambios que también se dieron, fue que ya casi no lo veía; si acaso lo había visto unas tres veces en un mes era mucho, y en esas contadas ocasiones Harry lo saludaba con un asentimiento de cabeza y desaparecía.

            Pero extrañaba las salidas de casa, no las ultimas obviamente, sino aquellas en las que Harry lo llevaba al cine o de compras, o  aquellas en las que el auror simplemente se sentaba en alguna banca de algún parque para observar a los niños jugar o a los patos nadar en el lago; lo anhelaba porque a pesar de llevar una vida confortable dentro de la casa, no dejaba de ser un prisionero, era justo como alguna vez había rezado un dicho muggle “aunque la jaula sea de oro, no deja de ser prisión”.

            Suspiro melancólico haciendo a un lado el libro que había estado leyendo cuando oyó llegar una lechuza que fue atendida por Tombo, quien por tener expresa autorización de recibir la correspondencia la despachó después de quitarle la carta y de darle una golosina lechucil. Draco observó a la orejona criatura escabullirse a la cocina guardando el pergamino en su delantal.

            Siendo casi las 9:00 pm, cerró el libro dispuesto a subir a su habitación cuando Harry entró por la chimenea.

            -Hola… -saludó el moreno sacudiéndose el hollín de su chaqueta de mezclilla negra.

            -Hola.

            -¿Ya cenaste?

            -Sí.

            -Bien –dijo Harry dirigiéndose a la cocina.

            Sabedor de que Harry no saldría hasta que él desapareciera, tomó su libro y se levantó del sillón para subir a su habitación, pero lo que alcanzó a oír al pasar por la cocina lo hizo detenerse sigiloso.

            -Otra carta de los Weasley –dijo Harry.

            -¿Ya no es del señor Ron?

            -No, ya es en nombre de la familia.

            -¿El amo desea que le traiga pergamino y tinta para responder?

            -No, dame de cenar.

            -A la orden, señor Harry señor.

            Escuchó el sonido de papel romperse y unos pasos, por lo que rápidamente subió las escaleras; ya en su habitación fue que se dio cuenta de que en esos dos meses, ni Ron ni ningún otro de los menesterosos pelirrojos habían asomado su horrible nariz; cuando al menos su eterno compañero huelepedos de Harry iba al menos una vez a la semana para tomar una cerveza muggle, a las que él ya les había tomado especial gusto; pero en esas semanas, desde su incidente con la zorra menor, ni sus luces.

            No dándole mas importancia al asunto, se dio una ducha para después acostarse a dormir.

 

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            Tres meses sin salir de casa eran más que suficientes para que estuviera a punto de trepar por las paredes; en Azkaban había sido mil veces peor pero ahora ya estaba acostumbrado a otro tipo de vida… simplemente se sentía a punto de estallar.

            Revolviéndose inquieto en el sofá, vio impresionado el tráiler de una película que ya estaba próxima.

            -¡Por todos los cielos! –Saltó pegando la nariz al televisor al ver a Tom Hiddleston vestido de negro y verde- ¡Thor Ragnarok!

            Desde que había visto “The Hollow Crown”, una serie de televisión en donde Tom Hiddleston había salido interpretando a un príncipe, había quedado prendado de ese actor a pesar de ser tan… muggle, había dicho el rubio despectivamente; y cuando salió “Thor”, Harry lo llevó al cine por primera vez a verla dejándolo prácticamente en shock, lo mismo que la segunda.

            -Debo verla… ¡tengo que verla! –masculló angustiado viendo la pantalla con los ojos como platos.

            Sabiendo que Harry estaba en su habitación, subió corriendo los escalones de dos en dos abriendo su puerta intempestivamente sin siquiera tocar encontrando a Harry saliendo de la ducha con una pequeñísima toalla alrededor de la cadera mientras se secaba el cabello con otra.

            Recorrió con la vista el alto y esbelto cuerpo del auror, con frescas y cristalinas gotitas de agua resbalando por el fibroso tórax y largas piernas rodeado de una aromatizante nube de vapor.

            -¡Draco!... –exclamó quitándose la toalla de la cabeza- ¿pasa algo?... Draco…

            -¿Eh?... ¡ah no!... digo… no, no pasa nada –respondio sintiéndose un tonto viendo ahora la cama en donde un pantalón de vestir y una camisa azul estaban tendidas- ¿vas a salir?

            -Sí, cenaré fuera, no sé a que hora regresaré –respondio colocándose la toalla en el cuello y dirigiéndose a su tocador para tomar un desodorante en aerosol.

            El fresco aroma llegó hasta la nariz de Draco, quien sin poderlo evitar lo aspiró profundo.

            -¿Se te ofrecía algo? –preguntó Harry sin volverse.

            Draco miró los hombros fuertes y la firme espalda por un momento antes de poder hablar.

            -eee… no, nada, me equivoqué –respondio saliendo de ahí.

            Cuando llegó a su habitación se dio cuenta de que en realidad se había sentido raro estando de nuevo frente a un Harry casi desnudo, y no era porque no lo hubiera visto así antes, de hecho no tenía la cuenta exacta de cuantas veces lo había visto desnudo en su totalidad, sin embargo el saber que Harry ya no lo tocaría se la hacía algo así como raro.

            Pero no que no podía negarse a si mismo era que el maldito auror estaba de fábula, que un cuerpo como ese no lo tenía cualquiera y que al auror le hubiese dado un tiempo por jodérselo sin la menor consideración no lo dejaba ciego en lo absoluto.

            Regresando de nuevo a la sala a tumbarse en su nido, recordó el detalle de la camisa… esa camisa era nueva, él ya se conocía el estilo y el guardarropa del moreno y esa camisa definitivamente no la tenía.

 

Veinte minutos después, vio a Harry bajar las escaleras acomodándose aun la chaqueta de piel negra y se quedó literalmente con la boca abierta al verlo vestido de pantalón negro, la indiscutiblemente camisa azul nueva y esa chaqueta de piel que tanto le gustaba a él a pesar de ser de un estilo tan muggle.

            -Nos vemos luego –dijo Harry pasando directo a la chimenea recitando en voz baja una dirección dejando al pasar el suave y fresco aroma de su loción.

            Draco se mordió el labio inferior intrigado… ¿de cuándo acá el cuatro ojos se emperifollaba tanto al salir con piraña weasley o la sangre sucia?

            Exhalando un suspiro, se tumbó de nuevo ya no dándole mas importancia al asunto; a las 10:00 pm se subió a dormir hasta que un ruido a las 2:00 am lo despertó haciéndole agudizar el oído, los inconfundibles pasos de Harry pasaron frente a su puerta; por la firmeza de los pasos dedujo que no estaba ebrio, por lo que sin más se volvió a dormir.

            Dos noches después, Harry salió de nuevo arreglado hasta la coronilla; dos noches después nuevamente volvió a salir, para ese entonces Draco ya estaba muy intrigado… ¿Por qué Harry salía muy arreglado, llegaba tarde y durante esos meses no lo había buscado ni una sola vez?... vaya, no es que extrañara que le partiesen el culo con el tremendo trozo de carne que Harry se cargaba entre las piernas cuando estaba excitado… y cuando no lo estaba, también; pero si tan obsesionado estaba con él como había dicho hasta el cansancio ¿Cómo es que de un día para otro había logrado salir de su cama sin más ni más, para no volver?

            Las dudas que le había sembrado Ginny habían comenzado a dar  fruto… ¿y si después cambiaba de opinión de tenerlo ahí de a gratis y se fastidiaba?

            Eso era lo que le preocupaba realmente, que el moreno quisiera hacer su vida normal, al menos lo normal a lo que se refería la gente, era más que obvio que no podría tenerlo ahí cuando decidiera casarse.

            -A menos que quiera usarme como niñero…

            Disculpe señora Potter ¿va a salir?...  ¡oh sí! el mortífago cuidara a mi hermoso bebé, nadie más seguro que él para cuidar a la descendencia Potter.

            Cavilaba en eso en la obscuridad de su habitación sin poder pegar el ojo a las 3:00 am, cuando un sonido proveniente de la sala le hizo saber que Harry había llegado, pero cuando los minutos pasaban y el auror no subía, se enderezó frunciendo el ceño con extrañeza pues según los modos de Harry, éste siempre subía de inmediato a su cuarto.

            Cuando lo escuchó llamar a Tombo, se levantó curioso para abrir su puerta y asomarse sigilosamente y lo que vio lo dejó impactado.

            Harry conversaba en un tono suave con una chica de no más de veinticinco años, de hermoso y pequeño rostro ovalado, con una larga y brillante cabellera que le llegaba lacia hasta la cintura, tan negra como la de Harry; sostenía juguetonamente una copa en sus manos mientras seguía atenta la conversación del moreno, quien de pronto se levantó haciendo que Draco retrocediera rápidamente para evitar ser visto.

            Una música tranquila y relajante se comenzó a escuchar, pues Harry se había levantado precisamente para poner música en su aparato de sonido muggle.

            Nuevamente volvió a asomarse para ver como Harry ya había regresado al lado de la chica para seguir con la conversación, algo que dijo ella provocó que el moreno soltara una pequeña carcajada… algo que lo sorprendió, pues hacia muchísimo tiempo que no lo veía reír así.

            No alcanzaba a escuchar en sí el contenido de la plática, solo le llegaban murmullos, pues aquellos dos conversaban en voz baja, no como pretendiendo ocultarse, sino más bien como platicando íntimamente.

            Se quedó observándolo un par de minutos más, hasta que mejor decidió volver a su habitación, y ya ahí, sin molestarse en encender la luz, se metió en la cama y se recargó en la cabecera.

            Inconscientemente se mordía el labio inferior… Harry con una chica; él ya sabía que el ex Griffindor bateaba para los dos lados pero nunca lo había visto en un plan tan intimo con otra persona del sexo femenino fuera de Granger, aunque ciertamente él no podía verlo interactuar con nadie más, puesto que se la vivía encerrado; sin embargo conociendo al auror, podía decir que no era de los que entregaban su confianza a cualquiera al grado de llevarlo a su mismísima casa; porque eso sí, Potter podía ser un pan de Dios (en ciertos aspectos de su vida, por supuesto) y ayudar a todo el mundo, pero su vida privada, que si bien no era del todo ajena al público, si era inaccesible al mundo cuando de su hogar se trataba, ahí solo entraban  contadas personas y solo cuando el moreno estaba en casa, por eso, el que esa mujer estuviese con Harry Potter platicando en la sala de su casa a las 3:00 am, con una copa en la mano, era en verdad todo un acontecimiento.

            Y no era cualquier mujer, ésta sí era una mujer… no una cosa extraña como la pelosnecios de la sangre sucia o la proletaria tercermundista de la weasley; no, esta era bonita… o al menos no tan fea como las otras. Una inquietud extraña comenzó a invadirlo, una sensación que le hizo apretar los labios con fuerza y cruzarse de brazos… ¿acaso confiaba tanto en aquella mujer al grado de llevarla a la casa que compartía con un mortífago? ¿¡Estaba idiota o qué?!... ¿Qué tal si le ocurría algo a la tipa y luego le echaban la culpa a él?... aunque estando ahí Harry Potter era  francamente difícil que algo le ocurriera a aquella ramera ofrecida en caso de que a él se le diera la gana hacerle algo.

            Definitivamente tendría que hablar con Potter muy seriamente.

 

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            -Lo siento Draco, es tardísimo –exclamó Harry engullendo su omelet de queso sin siquiera sentarse.

            -Por si no lo sabes, la comida se mastica, Potter –dijo parado en el resquicio de la puerta- y solo te quitaré un par de minutos.

            -Ahora no puedo, podemos hablar en la noche –respondio tomando su jugo de naranja en grandes tragos- nos vemos.

            Draco no contestó, solo lo vio salir de prisa limpiándose la boca con una servilleta.

 

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            Las 1:00 am y el maldito y desconsiderado ojos de aparador no se dignaba llegar, obligándolo a desvelarse… no es que tuviese algo que hacer temprano, pero bien podía pensar que tal vez él quisiera irse a dormir temprano; pero no, ahí estaba el muy tarado esperando que el otro, mas tarado aun, se dignara a llegar de trabajar.

            Unas risas lo despertaron al haberse quedado dormido esperando a Potter, por lo que de pronto se quedó tieso mirando a la pareja que había salido de la chimenea, quienes se habían quedado callados de repente al verlo en el sofá.

            Se levantó casi de un salto sin  saber realmente que decir, la mujer lo miraba con sorpresa dirigiendo su vista después a su tobillo, pues estando en casa le gustaba andar en short, en este caso uno flojo y hasta las rodillas para su buenas fortuna, pero que sin embargo dejaba ver el dispositivo de su tobillo titilando la eterna lucecita roja; sin saber porque se sintió invadido por la vergüenza al verle la vista clavada en su tobillo, por lo que inconscientemente cruzo el pie hacia atrás en un intento de esconderlo.

            -Hola, soy Emily Phillips- dijo de pronto la chica tendiéndole la mano.

            Por reflejo, volteó a mirar a Harry, quien sonriendo forzadamente salió al paso.

            -El es Draco Malfoy.

            -Mucho gusto –dijo Draco tomando la mano que la chica le ofrecía.

            -Lamento que te hayamos despertado- se disculpo apenada- es que…

            -No hay de qué disculparse –interrumpió con amabilidad a la par que esbozaba la mejor de sus sonrisas- para empezar no debería estar aquí a estas horas, así que si me disculpan me retiro, buenas noches.

            -Buenas noches –respondio ella amable.

            Sin siquiera mirar a Harry, se dio la vuelta y subió las escaleras con gran tranquilidad, tranquilidad que desapareció nada más cruzar el umbral y cerrar la puerta.

            -¡Maldito imbécil, hijo de puta! –Masculló entre dientes pateando un taburete con su pie descalzo, algo que lamentó al instante- ¡aaaayyyyyy!... ¡imbécil!... –jadeó sobándose el dedo gordo ya sin saber si insultaba a Harry o a él mismo.

            Pero no se acostó, esperó pacientemente caminando de un lado para otro hasta que dieron las 3:30 am y escuchó a Harry subir, entonces sin pensarlo más abrió la puerta justo cuando el moreno pasaba sorprendiéndolo de nuevo al verlo despierto.

            -Potter, quiero hablar contigo…

            -¿Ahora? –dijo el frunciendo el ceño mientras reanudaba su paso a su cuarto, el cual abrió siendo seguido por Draco.

            -Sí, ahora… por si no lo recuerdas, hoy en la mañana te lo pedí y tú dijiste que lo haríamos llegando, pero obviamente al señor se le olvido que yo lo estaba esperando.

            -¿No puede ser mañana? La verdad estoy muy cansado.

            Draco alzó ambas cejas al ver la desfachatez de Harry mientras sacaba su pijama debajo de la almohada.

            -Ya sé que mis asuntos te valen una mierda, pero es necesario, así que si puedes perder unos minutos de tu precioso tiempo en este humilde servidor, te lo agradecería mucho.

            Harry exhaló un suspiro de impaciencia mientras dejaba la ropa de cama en una silla y se giraba a verlo.

            -Bien ¿de qué quieres hablar?

            -¿Por qué no te acordaste de que yo te estaba esperando? ¡Pudiste mandarme un puto mensaje de que no ibas a llegar y yo me hubiese podido ir a dormir!

            -¿Eso es todo?... bueno, pues lo siento, la próxima vez haré eso ¿algo más?

            Draco abrió la boca y volvió a cerrarla, pues por lo visto Harry solo estaba dándole por su lado.

            -Sí ¿Por qué traes a tus conquistas a la casa?

            -¿Eh?

            -Si, yo creo que no piensas con la cabeza, no al menos con la de arriba.

            Harry cerró los ojos exasperado mientras se veía a leguas que hacia acopio de toda su paciencia.

            -A ver… en primera, yo hago lo que se me da mi puta gana –dijo al fin viéndolo.

            -¿¡Pero porque la traes estando yo aquí?!

            -Porque es mi casa, Malfoy –respondio Harry serio pero tranquilo.

            -Ya sé que es tu casa pero yo vivo aquí ¿no te importa que me vea sabiendo para qué me tienes?

            -Para que te “tenía” aquí –exclamó recargándose en la pared- recuerda que eso ya pasó.

            Sintiendo como si le hubiese dado una bofetada, Draco se descolocó por un momento recuperándose al instante.

            -Aun así, soy un mortífago.

            -Eras.

            -Lo soy y lo seré por el resto de mi vida –respondio alzándose la manga de su camiseta y mostrándole su marca tenebrosa- soy un reo aunque viva en tu casa, porque créeme que eso no lo olvido ni un segundo– puntualizó con una sonrisa sarcástica- pero creí que querías mostrarle lo menos posible al mundo tu asquerosa equivocación.

            Si lo que quería Draco era lastimar, por la expresión de Harry pareció que dio en el blanco, pero en vez de alegrarse, un repentino sentimiento de tristeza lo invadió al ver la incomodidad del moreno.

            -No te debo ninguna explicación –dijo Harry cruzándose de brazos- pero te diré que ella no es mi amante ni nada por el estilo.

            -No me interesa que sean…

            -Ella es mi terapeuta –exclamó provocando que Draco se quedara sin palabras- me la presentó Hermione… yo necesitaba ayuda para salir de esto y Emily me ha estado apoyando.

            -¿Estás diciendo que necesitas de un loquero para deshacerte de mí? –exclamó sonriendo incrédulo- ¿¡como si yo fuera una enfermedad o un maldito trastorno?!

            -Ella me explicó que estaba inmerso en una relación destructiva.

            -Claro… -ironizó Draco- ¿y desde cuando los doctores van a casa de sus pacientes a tomar una copa como su fuesen…?

            -¿Cómo si fuésemos qué? –Dijo Harry al verlo quedarse callado- ¿acaso nos espiaste?

            -Claro que no.

            -Pues pareciera que sí y si es así, te agradecería que no lo vuelvas a hacer –dijo enderezándose- aquí vives, pero…

            -Sí,  ya sé, esta no es mi casa –interrumpió con firmeza mirándolo fijamente- yo solo te decía esto para que tuvieras cuidado de a quien traes, no sea que algo le pase y después me lo achaquen a mí y si de plano de incomodo o te estorba mucho mi presencia ¿Por qué no me envías de regreso a Azkaban? Creo que se te quitaría un gran peso de encima ¿no?... digo, así ya no gastarías manteniéndome sin ningún uso útil y no pagarías terapias.

            -Porque no soy tan cabrón, pero si eso es lo que  quieres tú, solo dilo y ya.

            -¿Seguirás trayéndola?

            -Sí ¿algún problema?

            -¿A ella no le molesta mi presencia?

            -Si le molesta o no, es su problema.

            -¿Y a ti? ¿Te molesta que ella me vea?

            Harry se quedó callado sin saber que responder.

            -Bien… -continuó Draco ante el silencio del otro- no te preocupes, habrá toque de queda para mí a partir de las 8:00  de la noche, que es la hora en la que comúnmente llegas.

            Harry apretó los dientes sintiéndose sobrepasado por la situación, ya que sentía que si le respondía a Draco, acabarían en una sarta de insultos.

            -A veces eres tan… idiota –masculló al fin tomando su pijama y metiéndose al baño cerrando de un portazo.

 

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            A partir de ese día, Draco se encerraba religiosamente dando las 8:00 de la noche, por lo que pasó un mes sin verse la cara ni una sola vez; pero más encierro al ya impuesto estaban haciendo mella en el pobre rubio y de eso, Harry comenzó a darse cuenta al usar el gimnasio, pues al usar la caminadora, el marcaje de Draco aun estaba ahí. De una hora diaria, ya eran cuatro las que se pasaba corriendo y no usaba otro aparato por lo que podía darse cuenta; no podía culparlo, cualquiera se volvería loco viviendo así.

 

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            Cuando Draco bajo para desayunar después de que Harry se fuera a trabajar, al pasar por la sala algo llamó su atención.

            -¡No puede ser! –Exclamó viendo impresionado la película que había en la mesa de centro- ¡Thor Ragnarok!...  ¡por las putas bolas de mi padre!... que en gloria esté –añadió sentándose en la orilla del sofá sosteniendo la película con ambas manos con la misma actitud de quien sostiene el manto sagrado de Cristo.

            Sin soltar la película, fue por su desayuno para comérselo en la sala, en donde disfrutó  cada minuto ante la pantalla.

            -Genial… genial… -exclamó para sí mismo al comenzar a salir los créditos al final- mmm amerita que la vea una vez más.

            Cuando Harry llegó en la noche, encontró la sala vacía como de costumbre, por lo que se dirigió a la cocina a cenar.

            -Hola Tombo.

            -¡Buenas noches amo Harry! –respondio el elfo apresurándose a poner el servicio en la mesa en lo que Harry se quitaba la chaqueta y se lavaba las manos.

            -¿Draco vio la película?

            -La vio cinco veces, señor; el joven Malfoy estaba muy emocionado, ni siquiera se acordó de meterse al gimnasio, señor amo, señor.

            -¿En serio? ¡Vaya! Eso es bueno.

            -Si lo es, señor… el joven Malfoy está mucho más delgado y eso no es bueno.

            Esa semana, el aparato de DVD no tuvo tregua, pues varias películas del actor favorito de Draco fueron apareciendo cada mañana en la mesita de centro.

            -¡El CD de los “Troles babeantes”! –Exclamó jubiloso la siguiente semana- Vaya, Potter se está luciendo.

            Feliz de la vida lo colocó en el estéreo pasándose la mañana y parte de la tarde escuchándolo, por lo que solo pasó una hora en el gimnasio.

 

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