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MÍO por Orseth

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            Cuando Draco escuchó pasos, creyó que era la hora de la comida pues ya habían pasado varias horas del desayuno; lo que nunca imagino al abrirse la puerta fue ver nada más y nada menos a…

            -¿¡Potter?!

            El auror que había abierto la puerta, se fue dejando a Harry solo.

            -Malfoy… -respondio Harry entrando a la celda.

            Harry vio verdadera confusión en el rostro sucio del rubio al verlo ahí, pero también vio claramente el cambio de expresión al recomponerse transformándose en uno de verdadero disgusto y odio.

            -Potter… ¿vienes de nuevo por tu puto?... pues déjame decirte que puedes irte a la mierda… -exclamó poniéndose de pie- prefiero a pudrirme aquí a volver a hacer un trato con el diablo.

            -No, si eso ya lo sé, además ¿para qué querría yo llevarte conmigo? –respondio Harry alzándose de hombros y metiendo los pulgares en las presillas de su pantalón.

            -Claro, dime ¿ya escogiste a otro puto?

            -Por supuesto, uno menos complicado.

            -Ya veo… y bien ¿Qué quieres entonces? Aun estoy vivo si eso querías saber.

            -Bueno… -respondio Harry quedándose callado de repente causando extrañeza en el rubio- estoy sin palabras… -dijo finalmente  con una sonrisa sincera… sinceridad que solo él sabía era verdadera.

            -Estás demente –exclamó Draco poniéndose en guardia.

            -Si, lo estoy… pero bueno, tengo dos cosas que decirte…

            -Espera… -interrumpió con el ceño fruncido- ¿tienes que decirme dos cosas?... ¿solo a eso viniste, que diablos es esto?

            -Tan impaciente como siempre… -respondio con una sonrisa cansina exasperando más a Draco- lo que vengo a decirte es que lo siento… lamento tanto el haberte tratado tan mal…

            -¿Qué broma es esta? –interrumpió sintiéndose cada vez mas enojado por no saber de que trataba todo el asunto.

            -Ninguna, ya no tengo sentido del humor desde hace mucho.

            -Bueno y ¿para eso has tenido que venir hasta acá? ¿Desde cuándo te importa lo que pienso yo?... ¿o lo que piense yo de ti?

            Harry se quedó callado… ¿para qué responder a esas preguntas? Bien sabia que esa era una discusión innecesaria pues nunca espero ser perdonado ni mucho menos.

            -Lo repito… perdón por todo lo mal que te traté.

            -Ajá y ¿Cuál era la segunda cosa que ibas a decirme? –pregunto harto de aquel jueguito burlón.

            “Que cuando estés libre quiero que estés conmigo”

            “Que cuando estés libre, sé que te irás lo más lejos que puedas de mi”

            -¿Te quedaste mudo de repente Potter? ¿Qué ibas a decirme?

            “Que yo te…”

            -Que estás libre.

            -¿Cómo? –preguntó alzando una ceja sin haber entendido.

            -Libre… eres libre Draco Malfoy.

            -Tú y tus malditas bromas pueden irse a la mierda –exclamó furioso.

            -Toma, cuando decidas que no es una broma, puedes irte de aquí –respondio dejando la carpeta con una copia del acta liberadora en el catre para después salir de ahí.

 

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            Con el corazón palpitándole acelerado, vio el espacio vacío que había dejado Harry y luego la carpeta en su cama; la tomó y la abrió… y ahí lo leyó.

            Pero… ¿Qué broma era aquella?... si, una broma porque no podía ser de otra manera.

            -Pero estoy condenado… -musitó sin dejar de ver el pergamino- no entiendo… -entonces se levantó a mirar la puerta abierta y vio que afuera no había nadie.

            ¿Una trampa tal vez?... No, Potter no podía ser capaz de eso… ¿o sí?... ¿Qué tal si salía y le aplicaban la ley fuga?... no, Potter no sería capaz de tanto.

            Sintiendo que el corazón le subía por la garganta, salió de su celda, entonces escuchó a lo lejos el eco de unos pasos acercándose; entonces se metió rápidamente de nuevo hasta que el auror llegó ahí.

            -Toma… dentro de unas horas vendré por ti –dijo arrojándole una bolsa de plástico.

            -¿Qué es eso?

            -Ropa de calle, con la que llegaste ya no existe.

            -¿Por qué?

            -¿Me quieres tomar el pelo, mortífago? –Respondio fastidiado- ya te lo dijo Potter ¿no?... eres libre, te vas hoy.

            -Pero… ¿Por qué? –volvió a preguntar pergamino en mano sin poder entender nada.

            -¿Por qué el Wizengamot es una panda de idiotas?... –respondio sarcástico- ¡yo que voy a saber Malfoy, pero te largas en la noche!

            -¿Y Potter?

            -Ya se fue, no quiso esperar a que la princesa terminara de embellecerse, se suponía que él iba a llevarte de regreso;  así que por eso tendrás que esperar a que el barco regrese, pero eso será en unas horas -Y sin   decir más se fue de ahí cerrando la mazmorra.

            Abrió la bolsa y vio que efectivamente había ropa ahí dentro, así que volvió a cerrarla abriendo tremendos ojos… entonces ¿era cierto?

            -No… no lo creeré hasta que esté en la calle, sin ningún auror oliéndome el culo.

 

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            Sus manos apretaban de tal manera un barandal que estaba en la cubierta que sus dedos estaban entumidos.

            -¡Potter, mejor métete, puedes caer si no te sujetas bien! –gritó el capitán del pequeño barco cuando fueron golpeados por una ola.

            Pero Harry no respondio, sus pensamientos estaban muy lejos de ese mar embravecido, tan semejante a su interior.

            Y es que a pesar de que sus ordenes habían sido escoltar al prisionero hasta su liberación completa, no había podido… simplemente no había resistido; volvía a darse cuenta de todo el peso que ese rubio significaba sobre si, un peso que era capaz de doblegarlo hasta lo inimaginable, lo que por ende provocaba un dolor que le traspasaba el alma y que hasta le hacia difícil respirar, como si estuviese sufriendo un ataque de pánico; supo que tenía que alejarse de ahí lo más rápido posible.

            Llego a su casa cerca de la media noche, Tombo lo recibió solicito en cuanto entró por la chimenea.

            -Amo Harry, buenas noches… ¿desea que le prepare el baño? Ha de estar muy cansado.

            -No gracias –respondio arrastrando los pies hacia la escalera.

            -¿Cenará amo Harry?

            -No gracias.

            -¿Desea que le lleve algo ligerito, amo Harry?

            -No gracias.

            Cuando subió a su habitación, solo se quitó los zapatos y se derrumbo en la cama; al día siguiente se levantó temprano, como de costumbre y salió.

 

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            -Arriba Malfoy… -exclamó el auror abriendo la puerta.

            Draco ya estaba despierto y de mal humor por la maldita broma que le habían jugado… ¿Cómo pudo Potter haberse atrevido a tanto?... “libre” si claro… “te vas en la noche” sí, como no.

            -Que ¿ya es hora de mi liberación? –exclamó sarcástico.

            -Anoche ya no se pudo por el maldito clima, si no te quieres largar, allá tu, andando –concluyó el hombro echando a andar.

            Draco se quedó sentado, todo desgreñado y envuelto en su manta viendo confundido la puerta abierta por la que había desaparecido el auror, hasta que éste apareció de nuevo gruñendo maldiciones otra vez.

            -¡Maldita sea Malfoy, que no es un tour turístico en donde se te tiene que esperar hasta que se te hinchen las putas bolas, levanta el culo y sígueme!

            Draco se levantó dudoso y desconcertado, y quitándose la manta pero sin soltarla ni quitarse sus pantuflas salió de la celda y siguió al auror hasta que éste lo espero para dejarlo caminar adelante.

            Pronto llegaron a la fría y lóbrega oficina en donde se registró cuando llegó, vio a los hombres hablar y señalarle un libro.

            -Firma ahí.

            -¿Para qué?

            -Es el libro de registro –respondio otro auror con rostro cansado.

            Draco tomo la pluma de gallina que estaba a un lado y vio que efectivamente había firmas y horas de entrada y salida; así que firmo y se quedó en su lugar a la espera de lo que fuera a pasar.

            -Nos vemos Tom –se despidió el auror que lo haba sacado de la celda mientras le hacia un ademan para que lo siguiera.

            Salieron al muelle y abordaron la cafetera que ya estaba ahí; se acomodo en donde le dijeron y no dijo nada en todo el viaje, solo observaba el mar gris y a los dos hombres platicar y tomar café; en un par de horas llegaron a tierra, en donde estaba un pequeño cuartel en donde también firmo, ahí enfilaron a otro rumbo vía red flú llegando a otro cuartel en donde también firmo y vía traslador llegaron finalmente al ministerio.

            Draco reconoció inmediatamente el cuartel de aurores a fuerza de haber estado ahí un montón de veces; siguió al auror por varios pasillos haciéndosele muy extraño que esta vez lo dejara caminar atrás de él y sin esposas; algo totalmente inusual en un prisionero.

            -Entra –dijo abriendo una oficina- siéntate ahí.

            Ahí espero hasta que el auror hizo algún papeleo tardándose como media hora y salir con una caja hasta un escritorio.

            -Toma, firma ahí de recibido –exclamó el hombre señalándole una parte del pergamino.

            -¿Recibido?

            -Si, tu varita… -respondio el auror sacando una varita.

            Draco miro anonadado la varita de espino que el hombre había colocado en el escritorio y con mano temblorosa intentó tomarla.

            -Hey, hey… primero firma –interrumpió el auror.

            Automáticamente Draco obedeció y luego tomo su varita.

            -Si… -pensó con un nudo en la garganta- es mi varita.

            -Aun no acabas, firma aquí también y aquí… -dijo mientras ponía una bolsita de gamuza en el escritorio.

            -¿Y eso? –preguntó cuando termino de firmar todo.

            -Es tuyo, es lo que estaba en tu caja de depósito.

            Draco abrió la bolsa y peló tremendos ojos al encontrarla llena de galeones, estuvo a punto de decir que eso no era suyo, pero se contuvo al imaginar qué pasaría con ese oro si lo regresaba.

            -¿Y ahora?

            -Ahora vete… -respondio el auror echándose hacia atrás de su silla- eres libre.

            -Pero ¿así como así?

            -Que ¿quieres una despedida y todo?

            -Claro que no, pero…

            -Mira Malfoy, se supone que el auror que iba a traerte era Potter, él tenía que haberte explicado el proceso que se llevó a cabo, se encontraron nuevas pruebas que demostraron tu inocencia, entonces el Wizengamot hizo una votación, un consejo o no sé yo que mierdas fue lo que hicieron, pero el caso es que estás libre, así que deja de joder y hazme un favor… desaparece de mi vista porque la verdad es que apestas y hablo literalmente.

            Draco se levantó y se dirigió a la salida,  en donde los demás aurores solo lo miraban con desdén al pasar; sin saber cómo pronto se encontró en la calle, mirando a todos lados mientras la gente que pasaba lo miraba curiosa y algunos con asco debido a la pinta desastrosa que se cargaba, y que la verdad era que si apestaba.

            -Libre… -pensó tragando saliva y mirando el pálido sol del medio día- ¡estoy libre!

            Se puso a caminar para ya no llamar más la atención de la gente, decidiendo que ya se tomaría el tiempo de reflexionar, por lo pronto era urgente encontrar un lugar donde poder bañarse, comer y descansar, ya pensaría que hacer.

 

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            -Hola Tombo –saludó Hermione saliendo de la chimenea ¿ya llegó Harry?

            -No señorita Granger.

            -¡Vaya! Y yo que pensé que ya lo estaba haciendo esperar… bueno, lo esperare mientras te ayudo a poner la mesa.

            -Gracias señorita, pero no debería, ese es mi trabajo y lo hago con mucho gusto –respondio el elfo caminando tras ella.

            -Lo hago con gusto, y dime ¿a qué hora llego ayer?

            -El amo llego ayer casi a media noche.

            -¡Órale, que tarde! –Exclamó lavándose las manos- espero que hoy no tarde tanto.

            Pero siendo las 10:00 pm, la castaña decidió marcharse al ver que Harry no llegaba.

            -Ya es muy tarde y mañana debo trabajar, dile que ya no pude esperarlo.

            -Si señorita Granger.

 

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            -¡Al fin! –exclamó exhausto después de haber recorrido quien sabe cuántas calles para poder encontrar un hotel de mala muerte que lo recibiera pues en ningún otro lo dejaron siquiera pasar al pensar que era un vagabundo que limosneaba comida.

            Se bañó a conciencia, pidió algo de comer y luego se sentó en la cama a reflexionar, pues aun no se la creía… miraba a su alrededor y se pellizcaba la mejilla para constatar que no era un sueño.

            -Libre… -pensó mirando alrededor- ¿Cómo es posible?

            Le habían dicho que habían encontrado pruebas de su inocencia y que por lo tanto era libre… él sabía que no había sido mortífago por elección, sin embargo también sabía que había recibido la marca, que había asesinado a gente inocente… ¿Qué pruebas encontraron para dejarlo ir? ¿Acaso el Wizengamot se había equivocado y por eso lo habían declarado inocente?

            -No… esos no se equivocan de esta manera… al menos no a favor de ningun prisionero.

            Después de darle vueltas al asunto por más de dos horas, decidió que ya no lo haría más, que si estaba afuera poco importaba ya el porqué lo habían soltado, el asunto era que ya podía ir a donde quisiera, que ya no estaría más en esa celda inmunda en donde prácticamente moría en vida y finalmente lagrimas de aceptación y alivio corrieron por sus mejillas.

 

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            -Hola tombo ¿ya llegó Harry? –Preguntó Hermione saliendo de la chimenea y dejando una bolsa con comida china en la mesa ratona de la sala mientras dejaba su bolso en el sofá y se quitaba el abrigo- hace mucho frio allá afuera… ¿Qué pasa?

            -El amo no ha llegado… desde ayer.

            -¿Qué? –Exclamó dejando todo su ajetreo de golpe- ¿desde ayer?

            -Si, salió en la mañana y hoy no ha regresado… tal vez se fue a una de esas misiones en las que salen del país pero eso es solo una especulación de este tonto e inútil elfo –respondio contrito.

            Pero Hermione ya no lo escuchaba, se había preocupado de tal manera que sintió que una masa enorme le lleno el estomago de repente causándole dolor.

            -Ya van dos días… él me hubiera avisado… bueno no, no siempre me avisa, a veces no puede…. –mascullo más que nada para sí misma- pero como están las cosas si lo hubiera hecho… me voy Tombo… -dijo tomando de nuevo su abrigo y saliendo apresurada hacia su casa.

            -¡Pero señorita…! –Exclamó viéndola desaparecer sin escucharlo- yo… yo quisiera saber… si algo…

            Muy triste y desolado agachó las orejas y volvió al ático.

 

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            Nick dio un sorbo a su café mientras tomaba un puñado de polvos flú para arrojarlo a la chimenea y hacer una llamada, pero el rostro verde que surgió de entre las chispas hablando desaforadamente le hicieron escupirlo sacando vapor del fuego por haber caído directo en las llamas.

            -¡Nick, por favor, necesito hablar contigo!

            -¡Por Merlín Hermione, casi me matas del susto! –respondio limpiándose la boca con la manga.

            -Lo siento, de verdad lo siento pero necesito hablar contigo…

            -Bueno, pues justo iba a llamarte.

            -Hola Hermione –saludó Jessica llegando justo en ese momento con un té en la mano y vestida ya con pijama- justo Nick iba a hablarte ¿verdad Nick?

            -Si, eso le decía, quería preguntarte como esta Harry.

            -¿Cómo que como esta Harry? –repitió ella sintiendo un golpe en el pecho.

            -Si, no ha ido a trabajar en dos días,  no me digas que de nuevo a recaído.

            -¡Oh Dios mío! –Exclamó pasándose la mano por el alborotado cabello- Nick, te llamé para preguntarte si habían enviado a Harry a alguna misión fuera porque no ha llegado a su casa en dos días.

            Nick y Jessica se miraron sorprendidos para después mirar a Hermione.

            -No, de hecho no se ha presentado en el cuartel desde antier, cuando fue a liberar a Draco Malfoy.

            Hermione quedó simplemente anonadada al escuchar semejante disparate.

            -¿Qué? –escupió cuando logró articular palabra.

            -Liberaron a Draco Malfoy, pensé que sabias… yo quede igual que tú al enterarme.

            -¡pero…! ¿¡Hablas en serio, como es que no se ha hecho público?!

            -Bueno, realmente no sé porque no se ha hecho público, pero en el cuartel nos enteramos por que ahí todo se sabe… y me sorprendí cuando enviaron a Harry a Azkaban por él, pero cuando lo supe él ya se había ido, sino me hubiera ofrecido yo.

            -No puede ser, yo… no puedo creerlo… -exclamó angustiada- Nick, no ha llegado a casa ¡no ha llegado a casa!

            -Calma, tenemos que…

            -¡Encontrar a Draco Malfoy, eso es, encontrar a Draco Malfoy! –interrumpió Hermione.

            -No, de hecho a él no trajo Harry, fue otro auror… como te dije, los chismes corren como el agua.

            -¿Y entonces que paso con Harry? –preguntó al borde del colapso imaginando ya el cuerpo del moreno pudriéndose bajo algún puente.

            Nick se quedó callado asimilando el significado de las palabras de Hermione, quien casi se salía por la chimenea.

            -¡Nick! ¿¡Qué vamos a hacer?!

            -Primero debemos buscarlo en morgues y hospitales, no solo en san Mungo –dijo dejando apresuradamente su taza.

            -Nick –dijo Jessica dejando la suya también- su cicatriz ya nos lo hubiera indicado… es decir, si esta en alguno de esos lugares ya se habría sabido.

 

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