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Tu Deber por Cucuxumusu

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Notas del capitulo:

Bueno he vuelto señoreees!! aunque me vuelvo a ir el domingo U_U aun asi aqui os dejo una recompensa a vuatros numerosos y maravillosos reviews

Es el capitulo más largo de todo el fic asique espero que os guste.

Un besonciooo

 

 

 El pelirrojo miró a Law durante un momento procesando lo que acababa de oír e intentando contener durante dos segundos más la rabia e instintos asesinos que surgieron en él.

 

—¿Es eso lo que piensas?—preguntó con voz seria mirándole fijamente.

 

—Si—respondió tranquilamente el menor aun observando el techo desde debajo de su cuerpo.

 

Kidd se separó de repente de Law como si el moreno quemase dolorosamente. No podía pensar. La furia lo invadía. Así que era eso. Así que el otro no confiaba absolutamente nada en él. Así que para él aquellos cinco días no habían significado absolutamente nada… así que no sentía nada por él, solo era una carga de la quería deshacerse. Avanzó por la habitación incapaz de quedarse quieto en un sitio y dio un fuerte puñetazo con el dorso de la mano en la pared enfrente suyo que tembló ligeramente.

 

Mierda.

 

¿Porqué el moreno le veía como a un maldito mujeriego que se aprovechaba de la gente? Pensaba que ya le había dejado claro que no le iba a hacer daño, que no lo iba a forzar...Que era importante para él.

 

Había sido tan idiota como siempre. Había pensado que en el fondo Law también le apreciaba un poco, que confiaba en él y que le quería a su lado. Pero estaba claro que se había equivocado de lleno. Law le odiaba como acababa de demostrarle con aquellas palabras. Solo quería que el pelirrojo satisficiese su supuesto capricho y que se marchase como si nada.

 

Aquello lo sacó de quicio. Law no entendía nada, no entendía lo fuerte que le había dado aquella vez, no entendía lo que estaba dispuesto a hacer por él.

 

Pero ahora eso no importaba.

 

Law solo quería que se largase y no volver a verle, aunque estuviese destrozado después del veredicto de la prueba, aunque pareciese haber perdido la alegría por vivir, no le pedía ayuda, no le dejaba quedarse a su lado para apoyarle.

 

Aquello dolía joder.

 

Dándose la vuelta furioso observó durante un momento al moreno sobre el colchón que no se había movido ni un ápice. Se acabó. Si seguía así solo se haría daño a sí mismo y conseguiría que Law le odiase aun más, además, estaba harto de ser el único que intentase poner aquello en funcionamiento cuando la otra parte pasaba olímpicamente.

 

Andando con paso firme se subió a la cama y avanzó por ella hasta la ventana.

 

—Me voy—su mirada se posó en la ciudad iluminada a lo lejos donde la fiesta estaba alcanzando su punto álgido— prometo que no volverás a verme...disculpa todas las molestias—

 

Se inclinó sobre la ventana sacando medio cuerpo fuera para luego dejarse caer al otro lado del muro como siempre. Era lo mejor. Aunque doliese como si le estuviesen arrancando el corazón era lo único que podía hacer en aquel momento. No se perdonaría hacerle daño al moreno.

 

De repente algo se enredó en su ropa y un tirón le devolvió a la cama en la que momentos antes estaba sentado.

 

Parpadeó aturdido.

 

—No— escuchó murmurar débilmente a su lado.

 

Girando la cabeza se encontró a Law agarrándole de la camisa fuertemente y con una mueca de pánico surcando su cara. La mirada muerta había desaparecido y ahora parecía capaz de ponerse a hiperventilar al segundo siguiente.

 

—¿Qué?—preguntó Kidd sin comprender— ¿no querías que me fuera?—

 

Law bajó la cabeza con la duda en su cara pero sin soltar aún su ropa. Kidd le miró embobado. Era la primera vez que veía tantas emociones surcar la cara del menor en tan poco tiempo, como si la máscara hubiese desaparecido para recompensarle con aquella preciosidad de chico. Tan adorable.

 

—No—respondió rápidamente Law a su pregunta—yo...—se detuvo y frunció el ceño como si no supiese que decir, como dudando en el último momento de confesar.

 

Y entonces Kidd sí que lo entendió y sonrió estúpidamente contento.

 

Era cierto que Law seguía sin confiar absolutamente nada en él, y aunque le cabrease profundamente, se dio cuenta de que tampoco podía echarle mucho la bronca, después de todo, realmente no había sido un ejemplo a seguir en los últimos días. No podía culparle por tacharle de salido después de lo que había intentado hacerle. Pero lo que le hizo sonreír fue fijarse en la cara de pánico que puso el menor al escuchar su despedida, o en como aún aferraba su camisa sin dejarle irse. El menor también le quería a su lado. Aunque fuese un poco. Y eso era suficiente para él.

 

Agarrando la mano de Law sobre su camisa tiró de él hasta que su cabeza reposó contra su hombro firmemente y sin dejarle tiempo para asimilar la situación, enroscó de nuevo sus brazos en su delgada cintura envolviéndole en un abrazo posesivo y cariñoso. Law se dejo hacer apretándose al instante contra su fuerte pecho casi de manera inconsciente y suspirando frustrado por no poder siquiera expresarse como quería.

 

Kidd se dio cuenta entonces, con el otro encerrado entre sus brazos, que la autodestructiva furia de hacia unos momentos había desaparecido por completo ante aquella revelación de que el menor le apreciaba. Era impresionante como aquel chico podía jugar tan fácilmente con sus emociones. Y también un poco aterrador. Seguía dolido porque no confiase en él, pero eso era algo que podía arreglarse fácilmente.

 

—Me causas demasiados problemas enano—susurró acariciando tranquilizadoramente la espalda del chico—eres demasiado complicado—

 

Law se separó de él un instante y le miró frunciendo el ceño cabreado.

 

—Vete a la mierda viejo— siseó devolviéndole el golpe bajo.

 

Kidd solo sonrió contento al ver que Law volvía a ser más o menos el de siempre, aunque aún seguía con las emociones desbordándose por su cara. Excitantemente. Sin poder contenerse más le beso de nuevo apretando su exquisito cuerpo contra sí mismo. Law le respondió al instante igual de demandante, rodeándole el cuello con sus brazos y sentándose ansioso sobre sus caderas mientras le envolvía la cintura con sus largas piernas.

 

Kidd jadeó ante la postura y Law le sonrió arrogante. Dios, y encima sabía lo que estaba haciendo. Aquella posición le permitía sentir su entrepierna presionándose fuertemente contra la del menor a través de la ropa, le permitía sentir al menor abierto totalmente sobre él en un contacto caliente pero tranquilo que solo era un recordatorio de lo que podía pasar si la ropa desaparecía. Sus pechos chocaban también ansiosos por contacto mientras que Kidd, aún con la armadura puesta, subía una mano a la nuca de Law separándole ligeramente de su persona para observarle fija y seriamente.

 

—No tienes que hacer esto si no quieres—le recordó preocupado, recordando la poca confianza que el menor aún tenía en él.

 

Law solo sonrió a su comentario con una de aquellas sonrisas que le erizaban el vello de la nuca. Aquello no debería estar permitido joder. Pero sus comentarios mentales se vieron interrumpidos cuando Law movió sus caderas ejerciendo fricción sobre su cada vez más caliente entrepierna y abriendo aún más las piernas para favorecer el contacto.

 

Kidd rugió levemente cerrando los ojos por la ola de calor ya conocida que comenzaba a invadirle. Aquello estaba siendo demasiado. No habían hecho nada todavía y ya estaba ardiendo. Y además, la imagen de Law sobre él, restregándose contra su miembro, abierto de piernas y con una impresionante flexibilidad, estaba acabando con su escaso autocontrol.

 

—¿Qué te hace pensar que no quiero que me folles Eustass?—murmuró mirándole con la sonrisa arrogante y sensual, provocándole sin parar. Como si supiese perfectamente lo que producía en el pelirrojo con cada uno de sus movimientos.

 

Kidd tragó saliva sorprendido. Oh, dios, si un Law provocativo ya acababa con su autocontrol, un Law que encima hablaba sucio era demasiado. Agarrando firmemente al menor, le tumbó sobre la cama y volvió a besarle intensamente deleitándose con su adictivo sabor. Law seguía apretando su entrepierna contra la suya con ayuda de sus fuertes piernas sin dejarle ni un milímetro de espacio para respirar, pero sin volver a frotarse provocativamente sobre él. Solo dejándole sentir su caliente necesidad contra la suya.

 

Sus manos volaron sobre el cuerpo moreno bajo suyo con caricias lentas y suaves, aún sin creerse del todo lo que estaba pasando. A diferencia de la vez en los baños en la que casi ni le había tocado, esta vez estudio la piel del otro a conciencia, acariciando su desprotegido pecho con ganas. Recorrió con infinita paciencia su abdomen, que revoloteaba alterado por su respiración con músculos tensándose y relajándose bajo sus manos. Law se dejo hacer totalmente sumiso, comenzando a contener su respiración cada vez que sentía las manos del pelirrojo acercarse peligrosamente a su pantalón y Kidd sonrió satisfecho contra su boca.

 

Separándose del beso estudió a lametadas su mandíbula hasta llegar a su oreja donde comenzó a mordisquear su lóbulo con los dorados pendientes que siempre llevaba el menor. Tirando de ellos suavemente. Law abrazó su cuello aún más y comenzó a realizar pequeños sonidos de placer cuando su lengua acariciaba aquella sensible piel. Kidd le torturó durante un rato más disfrutando como nunca de cada pequeño sonido que conseguía sacarle de entre dientes apretados. Era tan increíble sentirle así, dejándole hacer lo que quisiese, gimiendo sensiblemente al más mínimo contacto.

 

Entonces sonrió con maldad.

 

Sus manos comenzaron a acariciar los rosados pezones del otro rodándolos entre sus dedos y tirando suavemente de ellos consiguiendo que Law cada vez gimiese más y más fuerte, comenzando a instarle a que fuese más rápido con su cuerpo, pero a la vez, intentando huir de sus expertas manos. Entregado a él, pero a la vez, resistiéndose a caer por completo.

 

Su boca bajo por su delgado cuello mientras Law se arqueaba para dejarle más espacio que lamer en aquella zona. Kidd no sabía si lo estaba haciendo aposta o simplemente era un reflejo inconsciente al paso de su boca. Sentía sus pezones ya endurecidos bajo sus caricias, pero aún así no paró con ellos y siguió pellizcándolos y apretándolos sin piedad. Volviendo loco al menor bajo suyo, encantado él de descubrir cada punto débil de aquel hombre.

 

—Ahh...nng..—soltó por fin el moreno bajo sus cuidados—Kidd joder para… ya empiezan a doler—

 

Kidd solo sonrió con aquella sonrisa de tiburón totalmente entretenido con el menor. Parecía que torturar al otro iba a convertirse en su nueva diversión. Sentía la entrepierna de Law ya totalmente dura contra la suya, realizando pequeños movimientos de envestidas contra su cuerpo tímidamente y mandándole descargas eléctricas a su propio miembro. Pero para Kidd no era suficiente. Le quería totalmente perdido y gimiendo de placer bajo él, que se dejase ir y que se diese cuenta de que podía confiar en él.

 

—¿El qué te duele exactamente Law?— le picó.

 

Law le fulminó con la mirada y fue a responderle seguramente algún comentario sarcástico, pero Kidd eligió precisamente ese momento para lamerle los pequeños botones bajo su boca.

 

—Nnnggh...—

 

Escuchó con deleite como Law contenía la respiración por total y cerraba los ojos con el ceño fruncido. Su mano tatuada se enredó en su cabello rojizo tirando de él fuertemente e intentando alejarle aunque fuese un momento. Kidd le ignoró a propósito y siguió succionando aquella sensible piel hasta dejar marcas rojas en ella por la voracidad con la que devoraba sus pezones. Su lengua realizaba círculos a su alrededor mientras sus dientes le rozaban peligrosamente chocando contra ellos y recordándole sutilmente a Law la masacre en que podía llegar a convertirse aquello si le enfadaba.

 

—Dios Kidd—pidió con voz débil de placer el moreno—por favor no mas...aah...Kidd por favor—suplicó.

 

Pero el pelirrojo sentía su lánguido cuerpo presionándose contra el suyo pidiéndole más contacto. Y además Kidd no pensaba parar, aquella deliciosa piel era algo adictivo para sus papilas y podría tirarse horas degustándola. Y encima, los gemidos desesperados que conseguía arrancarle a aquel orgulloso chico eran demasiado eróticos y incitantes como para detenerlos. Pasó al otro pezón con gula para realizar el mismo proceso y aprovechó el momento para, separarse ligeramente del otro, quitarse la coraza del ejercito y dejar su pecho igual de desnudo que el del menor.

 

Al instante la caliente y aterciopelada piel del enano chocó contra la suya excitando cada terminación nerviosa que tenía. Su pálida piel contra la morena de Law era un contraste demasiado perfecto que solo consiguió alentarle más, y que su entrepierna comenzase a palpitar ansiosa por el cuerpo ajeno.

 

Sus manos apretaron las caderas de Law instándole a que dejase de envolverle con sus piernas y le soltase. Law realizó otra ligera fricción desafiante contra su entrepierna a la que Kidd gruño sin poder evitarlo. El pelirrojo en venganza le mordió el pezón que aún seguía reticente a dejar ir, y finalmente Law se separó dejando caer sus caderas sobre el colchón sin fuerza ya para oponérsele. Kidd tembló al perder aquel húmedo calor contra su entrepierna pero se contuvo, y ansioso por escuchar a Trafalgar Law gemir más alto, comenzó a acariciar la entrepierna del menor por encima del pantalón realizando círculos sobre el bulto bajo la tela.

 

Law se mordió con fuerza el labio para contener el grito en su garganta y se arqueó en el colchón contra las manos de Kidd recorriendo con adoración su cuerpo. Sus dedos se clavaron aún más en el pelo de fuego del mayor intentando contener la oleada de placer que le estaba invadiendo. Pero cuando la excitante caricia volvió a repetirse una, y otra, y otra vez, no pudo más que tumbarse con todos los músculos tensos y los sentidos agudizados, y comenzar a gemir cada vez más alto como el pelirrojo había estado queriendo desde el principio.

 

—¿Hace cuanto que no haces esto Law?—preguntó Kidd sorprendido por la increíble sensibilidad del otro.

 

Como respuesta Law simplemente abrió aún más las piernas haciendo gala de su impresionante flexibilidad y dándole vía libre a su mano para que hiciese lo quisiese en aquella parte de su anatomía. Kidd al instante le apretó fuertemente consiguiendo que Law se revolviese desesperado bajo él en busca de aun más contacto. El mayor se relamió.

 

Aquello era totalmente injusto, pensó Kidd sintiendo como su miembro volvía a mandarle otra descarga eléctrica por la ingle solamente por ver al menor así.

 

—Si estas tan caliente con unas pocas caricias no puedo esperar a ver como acabas cuando te la meta Law—sonrió con aire orgulloso el pelirrojo.

 

Law volvió a fulminarle con la mirada y se obligó a controlar sus reacciones de una vez, pero la hábil mano volvió a moverse y su boca volvió a traicionarle con otro gemido desesperado.

 

—Kidd joder...nng... para con eso—dijo con los dientes apretados y voz ronca tirándole de nuevo del pelo.

 

—¿Por qué haría algo tan molesto?—murmuró apretándole más en la caricia alrededor de su miembro consiguiendo que Law volviese a arquearse con los ojos desorbitados—a menos que quieras pasar al contacto piel contra piel, en cuyo caso no me quejare absolutamente nada—

 

Sin parar aquella tortura sobre el otro se alzó sobre Law hasta que sus caras quedaron a tentadores milímetros. Delineó su boca con la mano libre apretando aquellos labios e incitándole a abrir la boca.

 

—Dime Law ¿quieres que siga con esto?—su mano tomó velocidad y el moreno cerró los ojos de nuevo conteniendo la respiración— ¿o prefieres que te arranque la ropa para que pueda tocarte como es debido hasta que pierdas el sentido?—

 

Law jadeó bajo él ante la maravillosa imagen que el otro había dibujado en su mente.

 

Kidd se inclinó sobre su oreja aún apretando el pulgar de una mano contra el labio inferior de Law y su otra mano torturándole vilmente a través de la ropa.

 

— Con tu dura polla frotándose contra mi mano hasta que te haga alcanzar el orgasmo y grites hasta la afonía—continuó el mayor provocándole. Con su mano deteniendo todo movimiento poco a poco hasta que la habitación quedó en total silencio, solo interrumpido por la acelerada respiración de Law—dime Law—un lametazo tortuosamente lento en su oreja— ¿qué prefieres?—

 

Law jadeó temblando con todo aquello. Era demasiado para su inexperiencia, nunca en su vida se había sentido tan caliente y necesitado de nadie, nunca antes se había querido dejar llevar y que el otro le hiciese cuanto quisiese. Kidd le miró fijamente, esperando una respuesta con una mirada hambrienta en sus ojos.

 

—To-tocame...—murmuró por fin con la vergüenza en su cara, había algo demasiado oscuro en aquellas palabras. Y definitivamente le encantaba—...nng...Kidd —gimió al instante al sentir aquella mano de nuevo sobre él— más...más, dios...hazlo joder—

 

Kidd calló su boca con la suya propia de una forma voraz, mientras le alzaba las caderas con un brazo volviendo a hacer coincidir sus entrepiernas y mostrándole a Law que él estaba igual de necesitado que el menor. Law sintió entonces un tirón y los estúpidos pantalones y falda de la prueba salieron disparados perdiéndose entre los trastos de la habitación.

 

Al instante tuvo al otro tocándole codicioso. Con una mano posesiva abrazando su erección y el pulgar molestando la punta traviesamente. Con la otra mano recorriendo sus piernas con delicadeza abriéndole más y más hasta exponerle totalmente a la mirada rojiza del otro. Su boca jadeó contra la del otro necesitada de aire y Kidd se separó un momento para observarle por completo.

 

Aquello era lo más degradante que se había podido imaginar en su vida, pero a la vez lo más excitante que había hecho nunca. El entregarse completamente al otro, el dejarle ver su faceta más degradante y sucia, el dejarle poseerle, tocarle, torturarle...se sentía tan bien.

 

—Eres simplemente perfecto—susurró Kidd, a lo que Law se le quedó mirando sorprendido ante el comentario, con la respiración escapándosele de entre los labios—no puedo esperar más a hacerte mío, dios Law eres simplemente increíble—

 

De repente sintió dos dedos presionarse contra su trasero y se tensó al instante abriendo los ojos de la sorpresa. Sin avisar, sin esperar, sin lubricar. Simplemente el uno contra el otro.

 

—Nng..— Law se alzó sobre sus codos intentando aguantar el dolor.

 

Kidd le abrazó por los hombros repartiendo suaves besos por su cara y pelo. Law intentó alejarse de la intrusión inconscientemente, pero en el reducido espacio que le había dejado Kidd contra el colchón, solo pudo soltar otro gemido desesperado de dolor.

 

—Relájate, se pasara en un momento—susurró calmándole Kidd en una frase mucho más fácil de decir que de hacer.

 

El pelirrojo sintió como Law le pasaba los brazos por el cuello cuando él comenzó a mover los dedos dentro de él abriéndole con dificultad, trabajándole dulcemente y con cuidado. Dios era tan estrecho, tan caliente y suave que parecía como ardiente terciopelo entorno a sus dedos. Su miembro palpito impaciente comenzando ya a dolerle de impaciencia.

 

Agarrando entonces el olvidado miembro del moreno comenzó a bombearlo con fuerza y velocidad hasta que volvió a escuchar los preciosos sonidos de placer salir de la boca del otro. Los dos dedos seguían entrando y saliendo, coreando cada vez con más facilidad los movimientos de su otra mano sobre su miembro. Saliendo suavemente para volver a entrar de golpe hasta los nudillos, moviéndose en su interior y palpándole curioso para observar las reacciones que provocaba una posición u otra.

 

Sonriendo al final contento cuando considero que aquello ya era suficiente, besó el suave pelo del otro a modo de aviso mientras sacaba sus dedos de su ardiente interior. La cara de Law era la más erótica que nunca se hubiese imaginado y se quedó un momento deleitándose en aquella imagen. Con el ceño fruncido y los ojos perdidos en el éxtasis mientras de la boca entreabierta escapaban suspiros y un hilo de saliva que se perdía sensualmente por su cuello. Sus ojos grises eran casi transparentes y le miraba fijamente, casi desesperados de necesidad. Con su cuerpo atrapado bajo suyo, totalmente caliente por sus caricias y preparado para él. Sumiso. Entregado. Y totalmente suyo.

 

—Kidd...por favor, por favor... follame...ah...lo necesito...por favor—pidió Law al ver que no reaccionaba.

 

Y el pelirrojo no necesitó que se lo repitiese. Devorándole la boca mientras le volvía a clavar sobre el colchón, comenzó a entrar lentamente en él a ritmo suave pero constante. Enredó su mano con la de Law entrelazando los dedos en muestra de apoyo mientras el menor volvía a soltar otro gemido dolorido al sentir su entrada torturada con aquel enorme miembro.

 

Kidd se quedó allí un momento, esperando a que Law se acostumbrase un poco a la intromisión, sintiendo como le engullía y apretaba entre aquellas cálidas y jugosas paredes con ansia.

 

Dios aquello era increíble. Mejor de lo que nunca se hubiese imaginado. Tan estrecho, tan perfecto, que le estaba costando trabajo no agarrar fuertemente al otro y violarlo a lo bestia a envestidas como realmente le pedía su cuerpo. Sabía que si lo hacia el moreno jamás se lo perdonaría, sobre todo si acababa dejándole inconsciente. Law había confiado en él, le había dejado tomarle y ahora no podía traicionar esa pequeña confianza, asique se dedicó simplemente a besar al otro famélico mientras Law intentaba relajarse y aceptarle en su cuerpo.

 

—Law...—le llamó con la voz cargada de emoción—...Law...— su boca no dejaba de separarse de la contraria más que para llamarle posesivo.

 

Dios, ahora el menor era suyo, se dio cuenta. Total y completamente suyo.

 

El éxtasis invadió a Kidd con aquel pensamiento y sintió una sensación de sobreprotección sobre el menor. No les iba a dejar que les separaran. Law era suyo ahora, no iba a entrar en el templo y punto. Si hacía falta se lo llevaría de allí a la fuerza para que fuera feliz.

 

Con aquella nueva convicción atacó al menor entrando aún más dentro del otro que se arqueó sobre la cama y le clavo las uñas en la espalda.

 

Volvió a detener sus movimientos dejándole sentir al menor toda su longitud dentro de él clamándole como suyo. Que supiese a quien pertenecía y quien le estaba haciendo retorcerse de placer, que no dejase de pensar en él ni siquiera un momento.

 

—Kidd...ah...más—sus ojos grises le miraban cegados por la deseo y a Kidd le encantaba.

 

El pelirrojo comenzó a moverse en un suave vaivén recolocándose entre las piernas del menor y penetrándole lenta pero profundamente. Law coreaba sus envestidas con sus caderas realizando el movimiento complementario casi sin enterarse, y dejándole entrar cada vez más y más profundo en él. De repente Kidd golpeó algo dentro de aquel mar de líquido calor y Law gritó de placer arañándole la espalda espasmódicamente. El mayor sonrió satisfecho y volvió a golpear con aún más fuerza aquel punto sin descanso, acelerando cada vez más sus vaivenes hasta conseguir un ritmo frenético, y atormentando con cada uno de ellos aquel delicioso punto débil del otro.

 

Law se apretó contra él reducido a una masa gimotearte y suplicante. Dios aquello estaba pudiendo con Kidd. La cara de total placer de Law, gimiendo como nunca había escuchado a nadie, con su miembro clavándose dentro de él y aun así pidiéndole por más era demasiado. Ver como el serio y orgulloso chico había acabado reducido a aquello por su culpa, era increíble. Sentir aquel cuerpo perfecto y caliente bajo él, con aquella piel de seda restregándose ávido contra él y su boca suplicándole entre jadeos necesitados, era más de lo que podía soportar.

 

Agarrando la erección del otro entre ambos le tomó de las caderas y alzó al otro dejándolo sentarse sobre él en la posición en la que habían comenzado. Salvo que esta vez, sin ropa de por medio. Law gimió aún más fuerte y comenzó a mordisquearle el cuello lloriqueando ligeramente por las intensas caricias del otro, que le excitan más deprisa de lo que su cuerpo estaba acostumbrado, y por el enorme miembro del otro que golpeaba ya sin descanso, aquel punto débil en su interior saliendo y entrando a placer de él como quería.

 

Kidd simplemente se estaba intentando controlar para alargar aquello todo lo que podía. El excitar al Law hasta el orgasmo era demasiado entretenido, pero como cabrón que era, paraba todo movimiento negándole al moreno el ansiado final cuando estaba a punto de correrse. Law gimoteaba y le lamia el cuello como un animal que pide disculpas para que su amo le dé el premio que le está negando, totalmente desesperado por más contacto, mientras intentaba seguir con aquello por sí mismo, envistiéndose entonces a sí mismo con el miembro del otro. Kidd le dejaba hacerlo maravillado por el ardiente Law que tenía entre brazos, antes de detenerle y no volver dejarle moverse en lo más mínimo hasta que se lo suplicase con aquella voz excitada que le mandaba descargas eléctricas por su columna.

 

—Kidd...ah...por favor...déjame correrme...nng...por favor—suspiraba excitándole al murmurar aquellas palabras subidas de tono—no puedo más...por favor...ah Kidd—

 

Y Kidd volvía a envestirle hasta dejarle al borde del precipicio y volver a detenerse. Y Law lloriqueaba agotado con aquello, abrazándole el cuello ya sin fuerzas, con toda su piel extremadamente sensible y sin poder hacer nada más que dejar que el otro le usase como quisiese. Sentía sus pezones palpitar doloridos bajo los dedos del otro que volvía a frotarlos egoístamente, sentía su miembro siendo apretado sin delicadeza alguna totalmente empapado mientras el otro jugaba con la palpitante punta. Y sentía su trasero invadido totalmente, golpeando vilmente y llenado deliciosamente por el miembro otro. De su boca ya no escapaban gemidos, sino gritos de necesidad y suplicas por llegar al final.

 

—Dios, Law—gruñó el pelirrojo contra su oreja —no sabes lo que me gusta verte así—

 

Tumbándole en la cama de nuevo Kidd aceleró el ritmo sintiendo ya el final próximo. Esta vez no detuvo a Law cuando sus uñas volvieron a arañarle la espalda en un aviso por lo que venía, al contrario le embistió con más fuerza, dejándole sentir cada fibra de su cuerpo contra el suyo. Sus labios buscaron los suyos ansiosos devorándolos con ansias y dejándole totalmente claro lo que sentía por él y su mano se enredó con la suya posesiva de nuevo.

 

Law se tensó sin poder más y luego gritó el sonido más hermoso que nunca había escuchado alcanzando el ansiado orgasmo chillando su nombre. Kidd al instante quiso volver a empotrarle contra la cama y volver a repetir aquello hasta volver a oírlo una y otra y otra vez. Sin embargo él también estaba llegando al borde y tras unas profundas y erráticas envestidas más contra el ahora tenso cuerpo del otro, acabo derramándose entre aquellas sedosas paredes con un sonido gutural escapándose de su garganta.

 

Kidd se tumbó en la cama agotado, sin separarse ni un milímetro del otro mientras se derramaba en su interior. Abrazándole asfixiantemente contra su sudoroso pecho y sintiendo contento como el menor temblaba entre sus brazos aun volviendo del orgasmo.

 

—No vas a ir al templo—susurró adormilado contra la oreja de Law pasado el momento de puro extasis— nos vamos a fugar de aquí, tengo amigos en Roma que nos acogerán sin problemas... allí estaremos a salvo—su mano volvió a realizar delicados círculos sobre la caliente piel de la espalda del menor sin cansarse nunca de su precioso tacto— no te voy a dejar que te vayas—su voz tenía un deje adormilado pero se sintió mucho más a gusto al soltar esas palabras. Y al rato Kidd se durmió con el menor atrapado entre sus brazos y devolviéndole el abrazo. Estaba feliz. A partir de ahora todo iría bien.

 

Pero lo que no vio fue la triste sonrisa de Law contra su pecho.

 

Una sonrisa que no mostraba la felicidad que debería demostrar.

 

…...

 

Law se levantó del colchón despacio quedando sentado sobre las revueltas mantas. Los brazos de Kidd envolvían posesivamente su cintura y su aliento le hacía cosquillas en la espalda.

 

Observó al pelirrojo durante un momento intentando memorizarle por completo en aquel instante: su cara relajada mientras dormía, sus fuertes músculos ahora totalmente expuestos sin ropa de por medio, su pelo revuelto y desparramado sobre su almohada. Adoraba a ese hombre.

 

Había intentado negarlo y odiarle, había intentado convencerse de que el otro solo quería su cuerpo para una noche y no merecía la pena enamorarse de él ya que solo acabaría jodido. Pero ahora ya no podía.

 

Después de aquella noche no podía.

 

Kidd lo había dejado totalmente claro. Le quería, no solo por el físico, le quería a él, por completo, su mente, su carácter, sus sonrisas...y curiosamente tuvo que admitir que el sentimiento era mutuo. Y no lo entendía. No entendía como en menos de una semana aquel hombre que ronroneaba satisfecho sobre su cama se había convertido en alguien fundamental en su vida.

 

Dolía.

 

Con su típica expresión neutral ocultando totalmente lo que pensaba alzó una mano y acarició el ardiente pelo de Kidd. Le encantaba su color intenso, lo suave que era o como caía salvajemente sobre su frente. Su mano bajó y comenzó a delinear su mejilla y su mandíbula, con tranquilidad, intentando atrapar cada leve sensación que el mayor le podía ofrecer.

 

Kidd aun dormido, se restregó contra su mano como haría un gato contra la mano que le acaricia y Law paró sin querer despertarle. Su mente comenzó a trabajar al instante mientas Kidd le buscaba en sueños al haber dejado de sentir su caricia.

 

Law siguió observándole durante las últimas horas de la noche, con su mano de nuevo acariciándole el pelo, la espalda, la cara y todo lo que pudiese alcanzar. Lentamente fue entrando en un estado de extraña calma y serenidad mientras la idea revoloteaba cada vez con más fuerza en su cabeza.

 

Y entonces tomó la decisión.

 

Cerró los ojos y observó con total nitidez la imagen que había memorizado de Kidd abrazándole en su mente. Con sus labios en una mueca tranquila, con sus enormes manos en su cadera y con su cuerpo negándose a separarse de él.

 

Aquello sería suficiente.

 

Lentamente bajó sus manos hasta las de Kidd y las retiró de su cintura suavemente hasta que le hubieron soltado por completo. Con cuidado de no despertarle se levantó y salió de la cama. Observó al pelirrojo revolverse incomodo buscándole de nuevo en sueños y luego tumbarse boca arriba y seguir durmiendo.

 

Le sonrió en la oscuridad con cariño.

 

Buscó por la habitación algo que pudiese ponerse ya que la ropa de la noche anterior había quedado destrozada, y se vistió en silencio escuchando a su espalda la relajada respiración de Kidd que dormía sin darse cuenta de nada. Luego recogió algunas cosas que encontró por la habitación y las metió en una bolsa de viaje.

 

Volvió a quedarse parado en medio de la habitación.

 

Su vista se posó en el hombre en su cama al instante, casi sin darse ni cuenta. No podía retrasar aquello mucho más, ya comenzaba a amanecer. Acercándose a él volvió a acariciarle el pelo retirándoselo de la frente cariñosamente.

 

Entonces se fijó en las muñequeras que aún adornaban sus antebrazos delicadamente. Mirándolas intensamente se las quitó casi con reverencia y las dejó al lado de Kidd con cuidado. Volvió a observar al hombre en su cama. Era tan perfecto, tan divertido estar con él, tan poderoso, tan fuerte y tierno. Su mano volvió a acariciarle suavemente los fuertes labios casi como un imán que no podía alejarse del otro por más de dos segundos.

 

Sabía que iba a ser feliz.

 

Inclinándose posó sus labios sobre los de Kidd con exagerada delicadeza y aspiró su aroma sin moverse. Luego relamió desesperado al otro, egoístamente pidiendo porque no se despertase y finalmente, cuando estuvo satisfecho, suspiró otra vez contra su mejilla calentándose levemente con aquel pequeño gesto.

 

—Adiós Kidd—susurró contra sus labios con una sonrisa falsa en su cara— yo también te quiero— Y sin más demora se separó de él rápidamente, se dio la vuelta y tomó la mochila.

 

Salió de la habitación sin dedicar siquiera una mirada atrás, ya que sabía que si lo hacía, dudaría y en aquel momento no podía permitirse dudar. En silencio atravesó la silenciosa casa y salió a la calle. Los vestigios de la fiesta del día anterior seguían desparramados por las calles con gente durmiendo en el suelo y los borrachos en coma etílico. Law caminó en silencio esquivando los cuerpos y abriéndose paso hasta el templo.

 

Una vez divisó las columnas de blanco reluciente paro un momento dudoso por primera vez desde que había tomado la decisión.

 

Aquel era el último momento en que sería libre para ir a donde fuese o ver a quien quisiese, para vestir, comer o besar a quien le diese la gana...

 

Era el último momento de su vida.

 

Al entrar, abandonaba sus sueños, abandonaba a los suyos, abandonaba todo en lo creía y a sí mismo.

 

Pero no había otra opción. Las promesas de Kidd eran hermosas, e incluso tentadoras...pero imposibles de realizar. Si rechazaba la decisión de la asamblea le perseguirían y le desterrarían de toda Grecia. No podía huir, no podía enfrentarse a un Dios. Además a Kidd también le echarían por ayudarle y no le podía hacer eso al pelirrojo. Kidd ya tenía su vida montada en aquella pequeña ciudad. Era un general, tenía amigos, familia y gente que le apreciaba. No podía pedirle que lo dejase todo por alguien a quien solo conocía desde hacía cinco míseros días por muy enamorado que estuviese. Simplemente no era justo.

 

Pero sabía que el cabezota del mayor le intentaría impedir aquello, o le amenazaría, o le secuestraria llevándoselo de allí a la fuerza si se negaba a hacerlo. Solo de pensarlo sonrió encantado. El pelirrojo le quería, se había dado cuenta de aquello la noche anterior cuando Kidd le había mirado a los ojos desesperado sin dejarle pensar en otra cosa más que sus besos.

 

Y aquello era suficiente para él. No necesitaba nada más. No quería pedirle nada más.

 

Por eso se había ido sin despedirse de nadie, sin decir adiós. Era mejor así. Sin lágrimas absurdas, ni peleas, ni gritos. Solo él enfrente de la silenciosa columnata blanca.

 

Jadeó con la impotencia oprimiéndole el pecho.

 

Se estaba mintiendo. No quería entrar allí. Él solo quería volver a la cama con Kidd y estudiar medicina con Kureha. No había pedido más. No quería conquistar el mundo, no quería montañas de fama y dinero. Solo quería ir a casa.

 

Apretó los puños enfadado consigo mismo y respiró hondo suprimiendo el momento de debilidad. Él no era así de cobarde, no se permitía serlo. Fulminando las columnas con la mirada, dio un paso y luego otro y otro hasta que se lo trago el oscuro templo.

 

Su último pensamiento antes de desaparecer del mundo fue que no se arrepentía de nada, después de todo, era su deber.

 

 

Notas finales:

Si, lo se, me quereis matar definitivamente, pero como alguien inteligentemente me dijo, si me matais no tendreis conti jeje

 

En cuanto al lemon...je lo se lo de los gemidos se me da de culo pero creo que ha quedado bien al final, espero que os haya gustado porque es bastante chungo de escribir...

 

En el proximo prometo que saldra más Marco x Ace que aqui no a salido nada y saldran tambien las reacciones del resto a la decision de Law, asique a ver que os parece.

 

Aun asi nuse cuando lo colgare, ya que no creo que me de tiempo a escribirlo antes del domingo y me voy de viaje y a saber cuando vuelvo pero bueno lo intentare.

 

Pos eso ¿Que va a pasar? ¿merezco algun review? ¿Al menos por el lemon?

 

P.D; tened piedad T^T


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