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Tocando en las puertas del cielo. por InuKidGakupo

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Notas del capitulo:

Hola! Cómo están? Espero que bien! Ven, como les dije!!!!! El jueves exacto jojojo, yo no más no aprendo xD!.
En este cap hay dos partes, pero las dos son en tercera persona, simplemente no había manera de meter primera en estas circunstancias.

Ahora si me volé la barda, lo siento, le di mil millones de vueltas al asunto. Ya me dijeron que divago… ¬¬ gracias (ntc, Odiseo), pero es que es inevitable!!!! Se me va la onda y empiezo y luego le sigo y luego le sigo y cuando veo ya fueron mil páginas de lo mismo jejejeje. Disculpen, es mi manera de narrar.

Hay en una parte que puse guiones (así: ---------) y después letras en cursiva, eso significa recuerdo, pero decidí no usar la palabra Flash Back porque no es como si lo recordara él, en realidad es una escena necesaria para rememorar las circunstancias. (Creo que eso hice en el cap anterior pero se me olvidó decir qué onda con eso jejeje) la escena regresa cuando la letra vuelve así, igual y hay otra serie de guiones. Otra cosa, cuando están los asteriscos (****) empieza la otra mitad, (por así decirle) pero empieza en el pasado, horas antes del inicio del cap. Después de los guiones ya continúa a tiempo real. (O sea en donde se quedó la primera mitad) (Ojala me entiendan, soy malísima para explicar)

La primera parte es de la segunda historia (Goku), y la segunda parte es un poco de todos, bastante buena :D! ojala les guste!

“-está bien Trunks, no hace falta decir nada, ahora, podemos estar juntos…- desearía no haberlo dicho, pero mi boca decía estupideces sin pensarlas detenidamente. –Te amo…- de acuerdo, eso solo lo dije con el fin de lograr mi objetivo.”

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El sonido de la madera golpeándose lo despertó, abriendo los ojos lentamente y soltando un suspiro de frustración al ser testigo nuevamente de aquel ruido, cayendo en cuenta de que se trataba una vez más de los animales silvestres fuera de su casa. Maldijo internamente, deseando poder dormir un poco más, que, a pesar de que no se sentía cansado, lo estaba disfrutando como nunca. Se giró sobre el colchón entrecerrando sus ojos, dispuesto a conciliar el descanso una vez más, estirando su brazo a un extremo, ese que siempre sentía frío y vacío.

Pero esta vez su mano chocó con algo, o más bien, con alguien. Sus ojos se abrieron al tope y un extraño cosquilleó le recorrió el cuerpo, ese sitió a su lado no estaba frío, y mucho menos vacío, quedándose en shock mientras poco a poco su mente reaccionaba, dándole las ideas claras de lo que había hecho, o lo que habían hecho.

Pasó saliva al rememorar, clavando sus ojos en ese cabello lavanda que descansaba sobre la almohada a su lado. Se impactó nuevamente, deseando poder huir de su propia realidad, poder escapar… ¿o no?
Suspiró para evitar entrar en pánico, sintiendo como su cuerpo temblaba de miedo y una extraña culpa. ¿Qué se supone que iba a hacer ahora? ¿Qué pensaría Trunks? ¡¿Por qué demonios lo hicieron?!

Suspiró una vez más, sacando el aire por la boca y revoloteando un poco esos finos y lacios cabellos claros, el menor estaba de espadas a él, pero por su respiración podía asegurar que seguía dormido, sintiéndose un poco afortunado por los pocos minutos que le estaban dando para pensar. Pensar en el “¿y ahora qué?”

Su cuerpo se tensó un poco y quiso evitar moverse para no despertarlo aún, percatándose hasta ese momento de que seguía completamente desnudo, sintiendo el roce de sus sábanas con su piel. Presionó sus ojos como si pudiese despertar de alguna manera de ese sueño, aun no podía creerlo, estaba… estaba…

Abrió los ojos impresionado por su recapacitación. No, no estaba arrepentido.

Los sentimientos y emociones de esa noche comenzaron a reemplazar las preocupaciones, mezclándose en una clase de auto comprensión y hasta aceptación. Se sintió un sucio, un pervertido y un completo desquiciado. Pero seguía sin arrepentirse.

Tomó un poco de valor y colocó una mano sobre la cintura del chico, como una especie de apoyo inconsciente intentando enfrentar las cosas dentro de su mente. Estaba mal. Sí, eso podía asegurarlo y afirmarlo sin ninguna especie de duda, estaba mal por donde quiera que lo mirara. Trunks era un niño, solo un pequeño el cual superaba por bastantes, bastantes años, demasiados como para creerlo. Era de la edad de su hijo menor, ¿Qué clase de aprovechado era?

Pero había un punto que resaltaba de entre sus pensamientos ante esa idea. Trunks no era cualquier chico, era un saiyajin. Eso le daba algo de crédito a él, es decir, si, era mucho más grande, pero para un saiyajin estaba joven aun… ¿no? Al menos eso le había dicho Vegeta…

“Vegeta” suspiró recordando que era el primogénito de su amigo de quien estaba hablando. Se preocupó, pero ese era un problema el cual no había necesidad de inquietarse por ahora.

Volvió su pensamiento a Trunks, dejando a un lado la diferencia de edades, que en realidad lo aceptaba sin muchos problemas, había una cosa aún más grave y significativa para él: Trunks era un hombre. Sí, uno al igual que él. ¿Qué se suponía que había pasado ahí entonces? ¿Acaso Trunks era…? ¡¿Acaso él era…?!
Se alarmó de solo considerarlo, sintiendo un extraño hormigueo y negación seguida por una aceptación deliberada en su mente, entrando en una batalla en la cual los hechos y la realidad obtuvieron la victoria.

Si, los hombres no le eran indiferentes.

Se sintió extraño de aceptarlo por primera vez después de vivir toda su vida en la mentira creada por todos, las personas, sus amigos, Chi-Chi, ella más que nadie. ¿Le habían preguntado alguna vez? No, nadie lo había hecho. Pero, ¿él lo sabía?
Cerró los ojos tratando de canalizar correctamente sus pensamientos. Goku jamás fue bueno para los sentimientos, ni para expresarlos, ni para aceptarlos, sin comprender a veces la mayoría de los actos humanos, entre ellos el amor y lo que esto conllevaba, que era bueno y que no. Y no lo sabía porque en realidad no le importaba.

Prefirió permanecer al margen de asunto, por su amor a las batallas, y por su propia decisión, una que en el fondo le decía que las cosas no estaban marchando bien.
Bulma, esa chica que iba en busca de su “novio perfecto” todo un mundo desconocido para él ---literalmente--- siguiéndola en busca del amor, de su hombre, de su pareja, siendo todo tan confuso en una borrosa línea planteada en su cabeza.

¿Por qué Bulma se alarmaba tanto cuando él la tocaba o veía desnuda? ¿Por qué Yamcha se inquietaba tanto por las mujeres? Era claro, y más lo fue cuando su amiga se lo explicaba lentamente: A los chicos les gustan las chicas y viceversa.
¿Gustar? Otra palabra inexplorada para él, ¿Qué se suponía que era o que se sentía? No lo sabía, pero tampoco le importó averiguar, solo quería seguir luchando.

Hasta que el momento llegó…

Necesidad. Esa era la palabra correcta para lo que se enfrentó en aquel entonces ya muchos años atrás, la necesidad que corría por un lugar indescifrable para él. Piquetes, dureza, calor, mucho calor, y vergüenza. Pero las cosas se complicaban más, pues a pesar de no saber qué significaba eso, se dio cuenta de quienes lo provocaba eran hombres, ni más, ni menos.

Pero no se permitió aceptarlo, optando por ignorar aquello y concentrarse en lo que amaba más: pelear. Después de eso llegó Chi, y todo en poco tiempo se vio calmado, aclarado y pacífico. No sabía nada y ella se encargó de todo, de principio a fin, pacientemente y amorosamente, dedicando cada una de sus atenciones para hacerlo comprender y adaptarse a esa vida, una mujer, los roces, las caricias, el amor y muchas otras cosas.

Le gustaban esas otras cosas. Le gustaba la comida, le gustaba la compañía, simplemente le gustaba eso. Y justo era eso lo que Bulma siempre le dijo: Llegará el día en que te guste una chica. Y entonces lo dio por hecho, le gustaba Chi. Y con el tiempo la supo querer, la supo cuidar y supo que ya todo estaba bien. Que no había nada malo con él.

Desde entonces dio todo por asegurado, centrándose en lo que amaba y lo que le llamaba desde siempre: Pelear. Y entonces se olvidó de todo, se olvidó de las dudas y conflictos emocionales de algún día. Ya no dudaba, ya no pensaba en nadie, y esa necesidad se veía cubierta por Chi, aunque en realidad entre las emociones de las batallas ya ni siquiera había lugar para eso. Y en realidad la idea le fascinaba.

Jamás se detuvo a pensar en ello, y no se permitía recordar ni tratar de entender aquello, pues con los años y las enseñanzas se dio cuenta de donde estaba lo malo en ese sentimiento. Y se sintió asqueado con la simple idea. Rechazó tal emoción hasta que la dio por muerta y enterrada en lo más profundo de su ser, sin volver a pensar en aquel error durante muchos, muchos años.

Hasta ayer.

Siseó levemente, mordiendo su labio inferior para acomodar sus ideas, no podía creerlo ni él mismo, el sentimiento había estado ahí cada maldito segundo de su vida, pasando totalmente desapercibido y en silencio, ¡y así estaba bien! ¡¿Por qué demonios tenía que haber despertado justo en ese momento?! ¡¿Por qué justo con Trunks?!
Sus dedos palparon levemente aquella piel desnuda que tocaba, esa que su mente no dejaba de considerar prohibida y pecaminosa, y a la vez tan apetecible y deseable.

Maldijo una vez más al ser testigo consiente de sus pensamientos, ¿Cómo había llegado ahí? ¿Cómo era que se había dejado llevar por el instinto y el deseo sin antes pensarlo mejor? ¿Era tan fuerte su dolor? Sí, sí lo era. ¿Era tan fuerte la soledad y las descontrolarles ganas de dormir abrazado a algo cálido en vez de aferrarse a un frío recuerdo? ¿Siendo ese algo Trunks?

Apretó los labios y se reprimió de llorar inútilmente, no lo hacía por miedo, ni de culpa, incluso dejó de hacerse preguntas innecesarias y sin respuesta, comenzó a desbordar el sentimiento que lo rodeó en ese momento. Agradecimiento. Incluso se sintió débil y algo tonto e infantil por aquella sensación, pero no había otro modo de describirlo, estaba agradecido, agradecido por tan buena manera de descargarse, por la repentina e inesperada llegada guida casi por un destino que los unía. Agradecido por haber sido escuchado, por haber sido comprendido, y por haber sido consolado. De alguna u otra forma así lo sentía. Algo dentro de él lo hacía sentir menos solo.

Luego pensó en Trunks, ¿Cómo se sentiría él después de eso? ¿Estaría arrepentido? ¿Se sentiría ultrajado?
Suspiró tratando de no pensar en ello, esperando con todo su ser que no fuera así, que lo que sucedió esa noche no fuera algo de que debieran arrepentirse, no, definitivamente no lo había sido para él, y deseaba verdaderamente que tampoco lo fuera para Trunks.

Se removió entre las sábanas hasta quedar a nada del menor, sintiendo la piel desnuda y cálida de su espalda contra su pecho, pasó su brazo por la cintura del chico hasta rodearlo, clavando su rostro en ese cabello tan distinto al suyo, tan claro, tan lleno de esa fragancia suya. Hundió su nariz entre esa espesa melena, recordando solo por un segundo el olor que despedía el cabello de Chi, comparándolo inconscientemente con el que ahora estaba haciéndolo perder toda razón y cordura.

Pero no se comparaba, no se compara con esa fragancia tan desconocida, tan poco explorada y tan diferente, ese olor que no lo definía ni como un humano ni como un saiyajin, tampoco era igual al de sus hijos, no era igual a ninguno que hubiese olido antes. Era tan especial, tan específicamente perfecto. Se sorprendió por no haber notado algo como eso en tantos años, pero era en realidad que la situación jamás se lo había permitido. Y ahora se sentía extrañamente adicto a ese olor.

Cerró los ojos y apoyó su cabeza en la de Trunks, rozando con sus labios la superficie tan suave y deliciosamente atrayente de la nuca del menor, depositando un beso inaudible, logrando únicamente que su piel se erizara sin remedio, perdiendo incluso el flujo de su respiración y el hilo de sus pensamientos, permitiéndose liberar otras lágrimas al cerrar sus ojos ante tal contacto.

Entonces lo apretó, lo apretó hacia él como si fuese a desvanecerse o alguien pudiese arrebatárselo, arrebatarle ese cortó e indescifrable momento, esa incomprensible e imposible situación, esa sensación de sentirse necesitado por alguien, la idea de ser útil, la conciencia de no estar solo. Eso era lo que Trunks había logrado, llenar por unos instantes un vacío que creyó perpetuo, hacerlo sentir incluso el calor de unas manos sobre él, un tacto que creyó era inmerecido y jamás volvería a sentir. Pero Trunks lo había hecho. ¿Tanto era el deseo mutuo de no querer sentirse más así? ¿De querer sentirse de algún modo importante para alguien? ¿Tanto era su deseo de compañía?

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Su lengua acarició sus dientes, indagando más allá de estos para tocar la increíblemente suave y esponjosa del menor, deleitándose con ese sabor dulce que de inmediato se apoderó de su ser. Trunks gimió motivado a corresponder a ese detalle. Sus manos aun sostenían sus mejillas, estando consientes que las lágrimas seguían fluyendo… arropados bajo la oscura manta de la noche e iluminados por los celestes brillantes sobre sus cabezas. Llenando un permanente hueco en sus corazones…

Trunks se separó un poco para clavar su mirada en esos profundos pozos oscuros, iluminados esta vez por el reflejo de sus cálidas lágrimas, ya la razón de ellas era algo indescifrable, se veía triste, frustrado, adolorido, solo. Todo tan repentinamente igual a él. Su cerebro reaccionó un par de segundos, preguntándose que era realmente lo que estaba haciendo, ¿Por qué lo había besado? ¿Por qué sentía eso tan extraño corriendo dentro de su pecho? Y más aún ¿Por qué no quería detenerse y solo deseaba volver a perderse en esos maduros y experimentados labios?

No había respuesta, solo la razón y la idea que le marcaba claramente: “no tengo nada que perder”. Sí, eso era verdad y era bastante cierto, no había nada que estuviera arriesgando o traicionando, ni a nadie ni a él mismo. Solo el vacío y desolación, una cordura que lo había abandonado hacia unos momentos, una realidad del asunto que lo hacía ver todo como un muy retorcido sueño. Pero se sentía bastante bien.

Una calidez inundo su pecho, avanzando hasta el grado de sacarle más lágrimas indeseadas, hasta el grado de sentirlo menos rechazado, menos solo y menos aborrecible, para él y para alguien más. Una verdad incierta, pero que sin lugar a dudas lo hacía sentir mejor, lo hacía sentir un poco menos basura y destrozado de lo que se sentía tan solo unos momentos atrás.

Juntó su frente con la del mayor, quien también soltaba más lágrimas, las cuales seguramente había estado guardando por dignidad propia o por simple fortaleza, pero ahora se sentía tan débil y tal transparente que no le importaba. Los dos estaban tan malditamente desesperados. Esa era, y no otra, la verdad. Ambos estaban atrapados en una desesperación arrastrada, no hace poco, ni por los últimos acontecimientos, no, estaban atrapados en una desesperación acarreada durante muchos, muchos años. Por demasiadas cosas.

Estaba desesperado y no pudo evitar sorprenderse que tan desesperado estaba también Goku, mirándose tan frágil y tan endeble ahora ante sus ojos, tan débil, tan como él.
Quiso reír ante la coincidencia y la ironía, pero lo único que salió de sus labios fue un quejido, un grito ahogado de nada más que él puro dolor y frustración, seguido por un irremediable sendero de lágrimas acompañadas por más y más sollozos, unos que poco a poco rompían y terminaban con aquel pacifico silencio del lugar. Pero es que el corazón de alguien no puede cargar tanto dolor.

No supo por qué, pero aquel hombre frente a él y esa pequeña muestra de comprensión lo hizo desatar lo que había querido ahorrarse, desmoronándose ahí mismo, dejándose caer de palmas contra el suelo, observando como sus lágrimas caían siendo absorbidas por la tierra, gritando cada vez que tomaba aire para respirar, dejándose ir sin importarle nada. Sintiendo como todo retomaba vida y lo aplastaba.

Pero luego esos brazos lo rodearon, recordándole la razón por la cual sus sentimientos se habían desatado así, siendo abrazado al punto en que el dolor cesaba reemplazado por un extraño calor comparado a la tranquilidad, con la paz, con la protección. Recargó su cabeza en ese pecho, aferrándose a su cuerpo hasta apretar con fuerza el Gi naranja del mayor, y entonces todo se volvió difuso e incomprensible.

Guiado por la necesidad y el deseo, la certeza de que no había nada que perder, pero más que nada, la desesperación que los mantenía en esa situación indescifrable.
“nada que perder” se repitió. Incuso sentía que ganaba algo.
Giró su cabeza hacia arriba, encontrándose con esa mirada que ya lo esperaba, esos ojos, ese rostro, esos labios, ese hombre.

Se hundieron en otro vivo beso reanudado el anterior, e incluso, siendo este más profundo, saboreándose y deteniendo las lágrimas, pues la intensidad y el salvajismo de este los hacía perder incluso la idea de sus dolencias, la idea de lo que eran, de lo que hacían, la misma desesperación se veía interpretada en él. Se liberaba con cada suspiro entrecortado que lo acompañaba, con el fuerte agarre que mantenían sus brazos alrededor del cuello del mayor, quien lo sujetaba con la misma potencia del torso.

No había duda, lo necesitaba ahora, no había tiempo para pensar en nada, solo eso.
Goku lo sostuvo levantándolo levemente para sentarlo sobre sus piernas, aferrándose aún más a él y entrelazando sus dedos en ese lacio e indescifrable cabello, alborotando ese olor que en él guardaba, uno que inundo su nariz y logró despertar una especie de deseos a querer poseerlo, a probarlo y a hacerlo suyo de alguna manera. Había perdido ya el control.

Se dejó caer en el suelo y rodó sobre este para dejar a Trunks bajo él, separándose solo los momentos necesarios y perderse nuevamente en la intensidad de sus actos. Ni tiempo para pensar, para ninguno de los dos. Su dolor se vio mitigado ante una oleada de caricias que comenzaron a hacerse presentes por ambas partes, palpando por la piel e incluso manifestándose sobre la ropa, teniendo una idea clara de lo que se encontraba frente a ellos. Una idea y demasiado específica, pues comenzaba a encender un extraño y repentino calor. Aun guiado por la ira y la idea de haberse sentido rechazados. Pero era tan diferente ahora.

No se percató en que momento sus manos terminaron dentro de la camisa del menor, quien solo se retorció un poco, no por incomodidad, si no por unos deseos de poder sentir esas cálidas y extrañamente poderosas manos palpando toda su piel, sin reservas, sin miedos. Goku se percató de que, a pesar de la edad, su abdomen y pecho estaba muy bien formados, demasiado bien, sintiéndose aún más excitado con la idea que corría su mente. Jamás se había sentido tan caliente en toda su vida, tan necesitado, tan extasiado. ¡Maldición! Ya no podía.

Las manos de Trunks se perdían en los picos azabaches de Goku, los cuales estaba lejos de sentirse rígidos, siendo suaves y deslizables al tacto. Caricia que solo lograba enloquecer más al mayor, al grado de sentir unos extraños espasmos por tanta adrenalina y deseos, muchos de ellos. Mordió el labio de Trunks en un acto arrebatado, logrado que este gimiera, si no de dolor, fue algo parecido al placer que él sentía. Jamás había tomado a alguien así. Jamás había tomado a un hombre así. Eso lo provocaba en demasía, nunca pensó que eso se sintiera tan bien.

Trunks comenzó también a trazar un sendero con sus manos, resbalándose en la espalda de aquel guerrero, lanzando su cabeza hacia atrás cada vez que la insaciable boca de Goku se paseaba por su rostro terminado en su cuello, erizándole la piel, perdiéndolo en un increíble y desenfrenado sentimiento, pasión, deseos, locura… desahogo, alivio, paz, comprensión. Todo entremezclado creando una inigualable sensación. Una desquiciada excitación.

Goku sintió cierta parte de su cuerpo reclamando salir y hacer lo suyo, le dolía, le palpitaba, le exigía seguir y no detenerse. No podía aguantar más, tenía que ir más allá. La poca cordura, ética y moralidad de Goku parpadeó un segundo en su mente, frenado su apasionado beso y separándose del joven por escasos centímetros, los suficientes como para mirarlo fijamente a los ojos. Se sorprendió incluso por su enorme autocontrol, por su capacidad de frenarse a pesar de su inminente deseo, pero no aguantaba con una pregunta que rondaba en su mente. “¿Estás seguro?”

Una pregunta que iba dirigida, tanto para él, como para el muchacho que ahora descansaba bajo él. Era una completa locura. Pero no hizo falta decirlo, no hizo falta siquiera separar los labios para pronunciar su cuestión, pues su mirada se lo dijo todo a Trunks, quien le contestó con un simple acto que respondía a más de una duda que tuviera, que valía más que cualquier preocupación que cruzara su mente.

Trunks sonrió, mostrando una mirada, donde incluso, sus ojos parecían brillar, esos dos zafiros azulinos que le hicieron perder la razón y el curso de sus ideas. Sus manos, delgadas a comparación de las suyas, significantes de un adolecente, pero al mismo tiempo de un admirable guerrero, viajaron hasta posarse en el cinturón azul que rodeaba eternamente el Gi naranja de Goku. Borrando toda duda, borrando toda ética y enviando a la basura cualquier cosa que conllevara a la moralidad. Todo desvaneciendo en cuanto esas manos desataron esa cinta y dejaron a la luz más que solo imaginaciones e insinuaciones.

No pudo más, olvido quien era y olvido quien era él, lo olvidó todo, incluido el dolor, dejándose guiar únicamente por la sensación que le hacía vibrar y estremecerse mientras más segundos pasaban. Le arrebató la camisa al menor en un acto de salvajismo total, lanzándola a algún lugar sin importancia para él, apreciando ese torso desnudo el cual se adornaba por la oscuridad, resaltando entre esta como un hermoso tesoro, se volvió un desquiciado ante tan seductora y atrayente imagen. Trunks solo pudo respirar entrecortadamente ante la sensación del viento frío contra su ahora descubierto cuerpo, pero de alguna manera, esto solo lo excitó aún más, sintiendo cosquilleos descender hasta perderse en su entrepierna manifestándose con fuertes punzadas que solo le daban más y más fantasías inmediatas.

Se miraron por unos cortos momentos, perdidos, perdidos en tan surrealista situación, en tan excitante escena, enloqueciéndose hasta el punto de no saber si vivían o no. Los ojos cargados de una extraña lujuria y enloquecidos deseos de Goku lo provocaban en demasía, y su manera tan poco cuidadosa y, hasta cierto punto, agresiva y salvaje le fascinaba, lo incitaba a querer más, a desear que era momento de arrancarse el resto de telas que les estorbaban a ambos.

Goku se inclinó para besarlo, con la firme idea de proseguir, ahí y en ese momento, apretando las manos que tenía apoyadas en el suelo, pensando por un segundo solo un segundo después de que sintiera sus dedos hundirse entre el fango y el pasto. Se sentía como un sucio ---pensamiento que solo lo encendía más--- pero eso no significaba que tuviera que revolcarse en el lodo ---literalmente---

Fue cuando su vista paró en su propia casa, la cual no estaba ni a diez metros de donde ellos se encontraban. Trunks se percató de ello, comprendiendo en un segundo su pensamiento, pero no le dio tiempo de reaccionar cuando Goku se levantó y arrastrándolo prácticamente del brazo lo metió dentro de su actual hogar. Las luces se encendieron al entrar y el menor fue prácticamente arrojado sobre la cama, clavando sus ojos en esa mirada bestial resplandeciente en los ojos de ese hombre que parecía haberse convertido en un completo animal.

Y no estaba lejos de la realidad, hacia tantos años que Goku no practicaba el acto humano de satisfacción, razón por la cual las caricias y los besos se la hacían profundos y más marcados de lo que debieron ser, ¡¿y cómo no?! Si era un joven y atractivo hombre de quien se trataba. ¿Quién iba a decírselo?

Se subió sobre la cama acorralándolo nuevamente entre sus brazos, barrotes que parecían irrompibles e impenetrables, fuertes como ningún otro. Se besaron reanudando el fuego que les quemaba por dentro, deshaciéndose de los mundanos ropajes que les impedían proseguir con su recorrido por sus respectivos cuerpos, que les limitaban su vista la cual deseaban perder sobre un territorio desconocido, uno flamante y exótico para ambos.

Sus pechos, agitados por su respiración, subían y bajaban frotándose el uno con el otro en una danza casi sincronizada, sus muslos ahora desnudos se rozaban con gracia terminando con su punzante erección descubierta y caliente, demasiado caliente, tanto que contrastaba radicalmente con las demás zonas de su cuerpo. Goku, con poco aliento, viajó su boca al cuello del chico, besándola, mordiéndola, raspando con sus dientes la suave superficie sin importarle que tan doloroso podría llegar a ser, pero no le importaba, pues los quejidos de placer que se escapan de la boca de Trunks le confirmaban que lo disfrutaba tanto como él.

Sus manos dieron camino finalmente a un lugar, tomando entre sus dignas manos guerreras el tronco del muy firme pene de Trunks, quien solo logró sonrojarse más, inundado por los cosquilleos que  atravesaban su cuerpo como si fuesen a matarlo. Movió se brazo de arriba hacia abajo, disfrutando de la sensación, mientras su labios no dejaban de pasearse por su cuello y hombros perfectos y desnudos.

La espalda de Trunks se arqueó en un movimiento más rápido, agobiado por los robustos dedos que lo presionaban sin ninguna clase de consideración, sintiendo que en cualquier momento explotaría, pues los latidos aumentaban considerablemente al bombear la sangre. Sus bocas se unieron nuevamente, deteniéndose para recorrer con la punta de su lengua el contorno de sus labios. La perfecta y sencillamente exquisita forma, tan delgados, tan suaves, tan gentiles al tacto que podía perderse eternamente en ellos y nuca cansarse de tal sabor.

Y ya no podía más, sostuvo las piernas de Trunks en un momento, separándolas lo suficiente como para quedar en medio de estas. Por un momento lo llegó a dudar, pero el menor solo movió las caderas de una manera tan excitante y que gritaba de una manera desenfrenada que lo hiciera. Goku quedó embelecado con tan atrayente meneo, lanzándose una vez más para besar sus labios, tomando una pierna con una mano y apoyándose en el colchón con la otra.

Sintió la entrada, tan cálida e igualmente ardiente que la situación, pegando su punta hasta mantenerla entremedio de sus glúteos, masajeándola y restregándola suavemente, esperando la dilatación necesaria, la cual llegó prontamente guida por la idea de querer sentir ese húmedo y endurecido tronco dentro de sí. Goku se preparó, entrando en su cavidad con lentitud, para luego moverse suavemente a través de ese túnel que ardía en pasión como el mismo infierno.

Trunks jadeó, mezclándose en un dolor y placer, unos que lo hacían gritar que parara y desear que nuca lo hiciera. El aire se le escapaba, mientras su aliento cálido y dulce era atrapado por la boca entreabierta de Goku, quien se mantenía en un beso permanente, interrumpido por el jadeo y los movimientos cada vez más veloces de su cuerpo.

Las embestidas eran únicas, llenas de una fuerza y furia que no hacía falta reprimir, descargando toda preocupación y estrés por parte de ambos. Una irremediable liberación. Su miembro palpitante y húmedo se apretaba, adentrándose cada vez con más ímpetu hacía el fondo. Bañándose en un jugoso intercambio de fluidos.

Un ronroneo y de vez en cuando un grito, se salía de la boca del menor, quien no cabía de la excitación, sintiéndose invadido de esa forma y masturbado por esa mano que parecía tener más experiencia que la vida misma. Sus yemas palparon los marcados músculos de su espalda, llevándose consigo el sudor que había sobre esa superficie, sorprendido que a pesar de los años su piel se sintiera tan tersa y perfecta, mejor que ninguna diría él. Goku solo lograba estremecerse con esa caricia, besando los brazos del muchacho y paseando su lengua con desesperación sobre su pecho.

Una sustancia caliente se estampó contra la piel de su abdomen, dándole deseos de correrse también de la simple satisfacción y placer. Trunks gritó ante eso, grito que se escuchaba a mucha distancia a la redonda, agradeciendo que estuvieran en medio de la nada. Los dedos de Goku, impregnados por la sustancia blanquecina, se separaron del miembro del chico para apoyarse nuevamente sobre el colchón, logrando que las embestidas únicamente fueran más veloces y más atroces.

Ambos se aceleraron cuando este ritmo llegó a su punto máximo, disfrutándolo de una manera indescriptible, un acto tan jovial y prácticamente fantasioso que enloquecería a cualquiera. Un cosquilleo recorrió su abdomen avanzando por su pelvis, su espalda se arqueó y tuvo unas indescriptibles ganas de gritar, y así lo hizo. Gritó con todas sus fuerzas de una manera ciertamente sexy y llena de éxtasis y placer. La punta de su miembro se hundió lo más que pudo, aprisionado por la calidez del estrecho interior del menor.

Finalmente se vino, descargando todo su liquido dentro del menor, quien lo disfruto igual o incluso más, soltando una especie de aullido al sentirlo correr dentro de su cuerpo. Se salió dentro del chico y después de esto se dejó caer a un lado arrastrando al menor sobre él, dejándolo descansar sobre su pecho. Dedicándose un beso corto, pero igualmente empapado de pasión.

No tardó para que ambos quedaran dormidos, necesitaban descansar, tanto físicamente, como mentalmente, pues estas habían llegado a una atadura y bloqueo que al liberarse de una manera tan drástica, provocaba un gran cansancio encontrándose por fin un pequeño momento de paz. No querían pensar, sabían que ese momento era tan esplendido que arruinarlo de una manera tan absurda no tenía sentido. Solo cerraron sus ojos, arrullados por el sonido que generaban sus corazones aun agitados y sus respiraciones cortadas. Envuelto uno en los brazos del otro, necesitados, utilizados y acompañados.

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Se movió un poco entre las sábanas, dejando ir un leve quejido que indicaba, estaba despertando. Goku no se movió, incluso su respiración se detuvo para que esos pocos minutos de paz no terminaran, que ese calor que rodeaba su cuerpo no se extinguiera tan rápido. Pero para su suerte, la respiración de Trunks se modificó, indicando de inmediato que estaba despierto. 

El mayor cerró los ojos, esperando unos prudentes segundos a que él chico despertara, preparándose para cualquier clase de reacción que este fuese a tener en cuanto fuera consciente de la realidad y reaccionara lo sucedido. Resignado a un potencial rechazo y quizá hasta reclamos, inclusive golpes, esa noche se veía tan solo y confundido que todo lo sucedido tal vez había significado un error para el chico. Lo esperó, con miedo y algo de tristeza, pero esa mano arrojándolo ---como imaginó--- nunca llegó.

Abrió los ojos con algo de desconfianza aun, encontrándose con el perfil del muchacho, quien viajaba su mirada de un lado a otro, quizá seguía confundido y no sabía ni siquiera donde estaba. Trunks parpadeó repetidas veces aclarando su vista, sonrió complacido al recordar lo de la noche pasada, sintiendo al momento la mano que rodeaba su cintura y el calor que emanaba del cuerpo tras de él.

Sin duda alguna seguía ahí. No lo había abandonado. No lo hizo como…

Lloró, sí, lloró desde el fondo de su alma al sentirse menos sucio y menos despreciado.
Goku se tensó, al escuchar sollozos, leves, pero al fin y al cabo sollozos. Se sintió tan mal, el pobre chico debía estar arrepentido y asustado. Su estado de ánimo pasó del mejor en años, al peor de toda su vida.

Trunks se giró sobre la cama, topando sus ojos azules contra los ennegrecidos de Goku, quienes se miraban asustados por alguna razón. Goku se petrificó cuando el rostro del muchacho, lejos de verse triste, se veía fenomenalmente feliz, mostrándole una sonrisa y una mirada, a pesar de estar llena de lágrimas, emocionada.

Trunks se acercó hasta besarlo inesperadamente, acto que Goku no pudo responder de momento por la impresión, mirando con los ojos muy abiertos mientras la piel de su cuerpo se erizaba y su espalda se arqueaba levemente ante la adrenalina. No estaba arrepentido, no lo estaba al igual que él. Se miraron para luego sonreírse. No lo quería arruinar, pero sabía que aunque no lo desearan, tenían que hablar.

Ahora venía la parte difícil.

*********

-¿Dónde se metió?- preguntó Vegeta de brazos cruzados, mirando el cielo de la reciente noche sobre este, fijando su vista en la lejanía del horizonte.

-Vegeta, tranquilo, de seguro esta con Goten, dices que su presencia está cerca de la montaña Paoz, ¿no es así?- preguntó la peli-azul parándose detrás de él y colocando una de sus manos sobre su hombro.

El príncipe soltó un gruñido, sí, estaba cerca, pero NO estaba en la montaña, mucho menos con ese niño, pues este se encontraba bastante lejos de donde sentía la energía de su hijo. Trunks estaba en un lugar específico, uno que Vegeta conocía bastante bien, con alguien que también conocía. Estaba con el imbécil de Kakarotto, pero… ¿Qué demonios hacía ahí?

Bulma rio algo divertida y rodeó el brazo de su marido aún más fuerte, llamando su atención por unos momentos. –Eres tan lindo cuando te preocupas por los niños…- soltó en un tono coqueto, pero nada prendió en el príncipe más que solo preocupación.

Seguramente seguía molesto por la charla-discusión de esa tarde, quizá de verdad estaba muy ofendido, quizá si se había pasado con él chico. Y quizá de verdad ya era tarde. Negó con la cabeza, no podía, se negaba a perder toda clase de unión con su hijo, él no estaba, ¿había huido de la casa? Si era así el lugar era bastante estúpido, pero, si lo hizo, ¿lo hizo por él? ¿Su hijo se marchó por su culpa? ¿De verdad fue tan egoísta y ciego como para hacer en Trunks semejante cosa?

Negó con la cabeza, se negaba rotundamente a una idea tan despreciable como esa, ¿había alguna clase de modo para solucionarlo ahora? Meditó la escena de hace tan solo unas horas, cuando su hijo se fue después de un desplante por parte suya, donde incluso la confesión de sentirse preocupado no había ayudado en nada. A Trunks no le importaba que pensara ya. Se sintió mísero y celoso, ¿Qué se suponía que hacía su hijo con ese bastardo de Kakarotto?

-voy por él…- anunció caminando hasta subir la ventana, pero el brazo de Bulma se aferró con más fuerza.

-déjalo en paz… necesita un poco de tiempo, además, es un súper saiyajin… ¿Qué le podría pasar?- dijo la mujer sonriendo. Vegeta bufó, no era lo que pudiera pasarle, era la razón de su ausencia. –Además, no es la primera vez que no pasa la noche en la casa… ¿Qué es lo que te preocupa esta vez?- difícil pregunta, impronunciable respuesta.

-esta con Kakarotto…- admitió con fastidio, notando como la mujer sonreía dulcemente.

-¿con Goku? ¡Entonces está en buenas manos! Deja de preocuparte y actuar tan extraño y vamos a dormir…- insistió ella jalándolo débilmente.

Vegeta gruñó y bajó de la ventana, avanzando sin convicción a su cuarto, mirando por la orilla de su ojo la lejanía del exterior. No permitiría que su hijo encontrara en Kakarotto lo que él le había negado. No lo permitiría, se repitió convencido con la clara idea de arreglar las cosas lo más pronto posible. No le robarían a su hijo.

Ho, que equivocado estaba…

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Amaneció, el sol brillante y radiante pasó a través de su ventana, alumbrando las paredes blancas de su habitación. Sus ojos, aun clavados e inmóviles sobre el techo, ni siquiera parpadearon al ser cubiertos por la tela de luz natural, no había dormido en toda la noche, no había cerrado los ojos, seguía pensando, y las horas se le pasaron lentas y tardías, pero sumamente necesarias. La mujer se revolvió a su lado aferrándose aún más a su pecho, distrayéndose solo por un segundo antes de volver a su concentración.

Angostó la mirada al percibir movimientos en la energía de Kakarotto, la cual había vigilado todo ese tiempo, con tanto interés que el de su hijo. No había duda, ahora estaba despierto. Uno, dos… cinco… diez minutos hicieron falta para que el Ki de su hijo se movilizara también, tan tranquilos, tan quietos, ¿Qué demonios se suponía que esperaba para volver de una maldita buena vez a casa?

Miró por la ventana impaciente, con unas indescriptibles ganas de golpear a alguien, de sacar su nerviosismo y maldita preocupación. Se repitió una vez más que en lugar de haber perdido tanto tiempo ahí se hubiese ido a entrenar en su querida máquina de gravedad, eso le ayudaría a liberar estrés, pero se conocía bien, se conocía tan malditamente bien que sabía que en cuanto diera un paso fuera de la casa, correría de inmediato a por Trunks.

Se sintió débil y patético por haber adoptado tan inútiles modos sentimentalistas humanos, pero ya no le importaba, él solo había querido ayudar a Trunks. Siseó frustrado recordando los regaños de Bulma. Sí, quería ayudarlo, pero la humana insistía que humillándolo y tratándolo mal no lograría nada, ¡pero así era como se debía tratar y educar a un guerrero!... ¿no?

Recordó una de sus peleas pasadas, sí, esa era la manera de educar a un guerrero saiyajin, así lo habían educado a él. Pero Trunks no lo era, él era… “parte de ellos”. Los humanos, los terrícolas, se le notaba su fragilidad y sentimentalismos, su bondad y maldita maña humana de expresar lo que se le cruzaba por la cabeza. Quizá en realidad debía haber otra manera de decirle y convencerlo de que debía estar en forma para cualquier cosa, para defender a todos, y para sobrevivir el mismo.

Pero era tan malditamente difícil tratar con el chico, siempre la había costado demasiado hacerlo ceder ante alguna de sus órdenes, no después de que creciera y ninguno de los dos siguiera significando lo mismo para el otro. Ese pensamiento le dolió más de lo que creyó, admitir un hecho siempre había sido sencillo, pero se dificultaba cuando se trataba de su familia, de su primogénito y digno heredero. El hijo del príncipe de Vegita. Uno que se había vuelto fuerte y él había pasado a no significar nada, ¿era eso? ¿Para Trunks su padre ya no le importaba de verdad?

Una vez más se sintió tonto, las veces que se sinceraba y admitía algo, como lo que había hecho con Trunks el día anterior, las cosas salían bien y al final valía la pena la “humillación”. Pero en esta ocasión no funcionó, y por un momento pudo ver el los azules ojos de su hijo, su misma mirada despectiva y vacía que mostró él mismo por muchos años. Trunks nunca se había visto más saiyan. Y escogió un mal momento para serlo, en otro caso estaría feliz y orgulloso, pero ahora que el chico se veía mal, no podía más que sentirse desplantado.

El punto de su enojo. ¿Qué se suponía que se habían pasado haciendo esos dos toda la tarde? Su Ki se había movido entre niveles altos y muy bajos, dando latigazos que nada explicaban, cambiando radicalmente en solo segundos, y después de varios minutos, unos muy largos, de estar así, ambos ascendieron considerablemente, hasta que bajaron a su nivel óptimo. Hasta que se quedaron dormidos. Podía saberlo con solo sentirlo, ya no rafagaeaba, ya no se movían y se mantenían en su poder promedio, completamente inconscientes.

¿Y qué significaba eso? ¿Alguna clase de entrenamiento? ¿Alguna clase de técnica extraña que el imbécil de Kakarotto quería mostrar? Soltó un suspiro esperando el momento para salir volando en su búsqueda de una buena vez. El príncipe humillado una vez más, así se sentía. Solo que esta vez era su hijo el causante, su frialdad y su indiferencia, ¡si el mocoso siempre había sido apegado a todas esas tonterías de sentimentalismos! ¿Y ahora actuaba como si le importaba nada lo que él decía? ¿Ahora acudía a esa sabandija en lugar de a su propio padre?

Angostó la mirada y giró su cabeza en la dirección de la ventana, mostrando sus ojos azabaches enrabietados y decididos al exterior. –no te vas a librar de mi tan fácil, muchacho…- aseguró en un susurro al aire. –no permitiré que busques otro que me sustituya…-

[…]

Cinco, cuatro, tres, dos… uno…
Los pies de Trunks tocaron el pasto de la C.C. era casi medio día y el sol resplandecía sobre su cabeza. Vegeta lo miró desde su posición, parado detrás de una pared y escondiendo su energía cautelosamente, atentó a su llegada y examinándolo desde su lugar. Lucia feliz, radiante, eso solo logró enfurecerlo más de la cuenta. Frunció el ceño mirando como su hijo avanzaba despreocupadamente al interior de su casa, mostrando una expresión que hacía muchas semanas no veía en él.

El muchacho se detuvo unos momentos en la entrada de la puerta, no podía sentir su poder, pero percibía a la perfección su mirada sobre su espalda, esos ojos afilados que no hacían más que recriminarle todo en la vida. Soltó un suspiro y, como si no estuviera ahí, prosiguió su camino con absoluta y total calma, reanudando su sonrisa con la cual cargaba momentos atrás, en realidad, desde el momento en que había despertado ese día. No permitiría que nada le arruinara su paz interna.

-Trunks…- llamó Vegeta al notar que el muchacho lo ignoraba avanzando con total indiferencia, percatándose de que su sonrisa se esfumaba y sus ojos daban una vuelta fastidiosa conforme se giraba a él, mostrándole una mirada desdeñosa.

-¿Qué quieres?- preguntó el muchacho con clara irritación en la voz, deseando poder cortar con una segura discusión de una vez y volver a la tranquilidad de su mente.

-tenemos que hablar…- declaró el mayor, y para su sorpresa, Trunks arqueó una ceja y sonrió de manera sarcástica.

-¿hablar? No digas estupideces… padre…- contestó con una calma e indiferencia que Vegeta se quedó inmóvil de momento. –no tenemos de que hablar, no me interesan tus discursos acerca de tu querida raza extinta y tampoco tengo deseos de ser humillado hoy- agregó convencido, con fluidez y totalmente estático, sin una pizca de miedo o duda en su declaración. –solo déjame en paz… ¿quieres?- se dio la vuelta sin más, dejando a Vegeta tan impactado que apenas pudo reaccionar para frenar a su hijo del brazo impidiendo su partida.

-por favor hijo, escúchame…- “¿por favor? ¿Hijo?” ¿Desde cuándo decía esa clase de palabras?, debía estar realmente desesperado.

-por favor papá, no me vengas con eso ahora, ¿Qué clase de juego te traes entre manos?- contestó el muchacho totalmente incrédulo ante el verdadero interés de su padre. En todos esos años, había aprendido que Vegeta no actúa por actuar, siempre lleva una estrategia planeada de ante mano. Pero eso creía él, en esos años no solo había sido Trunks quien había aprendido de los demás.

-ninguno…- respondió volviendo a tranquilizar su expresión, mostrándose lo más serio posible sin llegar a mostrarse molesto. –de verdad estoy preocupado por ti…- admitió y Trunks rodeó los ojos con fastidio.

-¿otra vez con eso?- preguntó de manera tajante, girándose para encarar totalmente al mayor. –Es muy tarde, tarde para ti… - aseguró endureciendo su rostro, caminando un paso en dirección a Vegeta, quien no se movió dejándolos a tan solo unos centímetros de distancia.  –es tarde para que te arrepientas de cómo me has tratado, es tarde para que me mires y te intereses en quien soy, es tarde para reivindicarte… es tarde para ser MI papá…- afirmó sin titubear, mostrando la quijada apretada y los ojos angostados en una expresión que no mostraba más que furia. Vegeta no pudo ocultar su reacción, quedando atónito ante la reacción del chico.

Trunks le dedicó unos momentos más de su mirada, pasando su mano por su mejilla para limpiar unas cuantas lagrimas que había comenzado a soltar sin darse cuenta, quitándolos de una manera agresiva y dejando ver entre sus labios, sus dientes temblorosos, luchando entre sostener más palabras e incluso frenar su inútil llanto. Se giró ante la inexpresión y falta de respuesta de Vegeta, quien no pudo más que mantener la boca y los ojos abiertos sin ninguna idea clara sobre lo que acababa de oír.

Miró la espalda de su hijo atravesar el umbral de la puerta con paso desvivo, saliendo de su corto trance cuando su cerebro pudo decirle al fin lo que había oído: es tarde para ser MI papá… ¿Qué demonios significaba eso? ¿Acaso…? ¿Acaso era qué…?
Negó frenéticamente y avanzó a grandes pasos justo para detener a Trunks a mitad de la cocina, tomándolo por la chaqueta y girándolo bruscamente hacia él.

-¡no hay manera de que busques otro!- gritó sorprendiendo levemente a su hijo. Trunks sacudió el brazo liberándose de su agarre, frunciendo el ceño y mostrándose más que confundido.

-¿otro? ¿De qué rayos estás hablando?- cuestionó el menor en un tono frío y mostrando total desprecio.

-no te hagas el tonto conmigo… se bien lo que por tu pequeña cabeza humana pasa, ¡así que deja hacerte el tonto! – exclamó y los ojos de su hijo mostraron incomprensión, desesperándolo aún más. - ¡¿a qué te refieres con eso de que es tarde para que sea tu padre?! ¿He?- explotó sin poder controlar más su descomposición sentimental.

 Repentinamente Trunks cambió de actitud, mostrando una sonrisa socarrona al poder pronunciar las siguientes palabras.  -…a que no me sirves como tal… A que para mí ya no representas nada ¡Pero deberías estar feliz, ¿no?! ¡Eso es lo que querías! ¡Jamás me aceptaste como hijo! ¡Jamás!- gritó apretando los puños con frustración. -… ahora solo te devuelvo el favor… - explicó y la furia en el mayor solo aumentó descomunalmente.

-¡estás diciendo estupideces!- exclamó Vegeta iracundo, sabiendo de ante mano que se refería a todas esas veces en las que lo había humillado y asegurado que no era digno de su sangre. -¡yo soy tu padre!-

-¡muy tarde para reclamar tu título!- contraatacó Trunks sintiendo deseos de poder lanzarse a golpearlo, aun sabiendo que perdería por gran diferencia.

-¡JAMÁS dejaré de serlo te parezca o no, maldito mocoso!- gritó Vegeta con la misma intensidad.

-pues jamás dejarás de serlo, siempre tendré que cargar con tu sangre el resto de mi asquerosa vida, pero me niego a seguir cargando contigo… ¡tú ya NO significas nada! ¡Para mi tú ya NO eres mi padre!-  reiteró sin miramientos. –jamás lo has sido… jamás me has demostrado una pizca de cariño que lo demuestre… -

-¿por eso es que buscas a alguien que me sustituya?- preguntó Vegeta sin más preámbulos, frunciendo el ceño en rabieta. – ¿es por tu debilidad humana que buscas a alguien más que te de todas esas tonterías que como padre no te otorgué?- avanzó a un paso chirreando los dientes al hablar en ese tono cargado de burla y provocación.

-¿Qué te sustituya? ¿De qué hablas?- cuestionó Trunks en un susurró casi de modo automático, esperando paciente la respuesta de su padre.

-¡¿de qué más voy a hablar?! ¡De que te largas con el estúpido de Kakarotto!- al escuchar ese nombre a Trunks se le erizó la piel y no pudo evitar sentirse nervioso, pasando saliva y sin comprender del todo el reclamo. –confías en él… y sé que no es la primera vez que acudes a él por un entrenamiento, ¿Por qué no conmigo? ¿Por qué prefieres a ese clase baja antes que a tu padre?- explicó y Trunks amplió los ojos con mucho asombro y alivio.

Vegeta se paralizó al ver como Trunks estallaba en risas, era realmente increíble lo que parecía estar viendo: su padre celoso por él. ¡Lo peor de todo es con quien lo estaba haciendo y las absurdas razones! Se permitió reír un poco más, quizá por los nervios, o por la situación que más bien parecía un muy mal chiste.

-¡no digas tonterías, padre! Yo no te cambié por el señor Goku…- dijo y Vegeta sintió un poco de calma, pero Trunks volvió a su semblante totalmente serio, dejando salir las palabras más lastimosas hasta el momento. –Él es algo más grande que eso, no podría sustituirte porque él es algo más que un padre para mí…- aseguró y la sangre de Vegeta se quedó fía, mientras un dolor que jamás imaginó, atravesaba su cuerpo.

-¡maldito mocoso!- exclamó Vegeta sin entender, por supuesto, el doble sentido de las palabras de su hijo, mal interpretando el título de “algo más que un padre”. -¡no te libraras de mí!- aseguró ya sin poder esconder sus celos, celos ante la atención y “cariño paternal” por parte de su hijo. Se lo estaban robando. -¡no permitiré que otros se encarguen de ti!-

-no me importa lo que digas o pienses…- anunció y se dio la vuelta dispuesto a irse.

-¡eres MI hijo, así que te lo ordeno…!- Trunks se detuvo para mirarlo de reojo, aun desafiante y valiente a pesar de las notables ganas de Vegeta por golpearlo. -¡te prohíbo volver a ir a verlo!- “confía en mí, necesítame a mí”.

Trunks rió y encaró a su padre sin temor. –no me lo puedes prohibir…. Estas demente ¡y lo que dices no tiene sentido!- gritó -¡la culpa te está volviendo loco y paranoico! ¡Lo que no soportas es que ya no sea el mismo niño estúpido que te ve como si fueras el mejor hombre del mundo, que se arrastre por un poco de tu tiempo y de tu amor! ¡Ese es tu verdadero problema! ¡No te importo yo, siempre has sido tú y tú y tú! – duras palabras, pero en parte, verdaderamente ciertas.

Sí, la culpa lo estaba volviendo loco, desde su discusión hace ya más de cuatro meses, esa fue la gota que derramó el vaso. Antes habían tenido discusiones, pero todas ellas pasaban desapercibidas después de un tiempo, y creyó que así seria. Pero el momento de vuelta a la paz no llegó. Quizá era verdad, quizá Trunks había aguantado demasiado y simplemente se había hartado de soportarlo. Una dura realidad, su hijo lo había dejado de admirar y querer, y él tenía toda la culpa. Por su actitud, por su comportamiento, no fue un buen padre, eso lo sabía, pero jamás imaginó que su hijo, su orgullo, terminaría por despreciarlo de esa manera, era inconcebible. Negó con la cabeza, lo último no era verdad, quizá si estaba actuando como un paranoico, pero era por que Trunks le importaba, porque lo quería a su lado ahora que se veía tan afectado, tan lleno de sufrimiento. Ahora parecía ser el quien deseaba rogar por un poco de su cariño.

-eso no es verdad Trunks…- aseguró con voz tranquila.

El muchacho formó una sonrisa irónica en sus labios. –no puedes negarlo, jamás te ha importado con quien este o en que ocupe mi tiempo, he entrenado con Goten y Gohan desde niño, jamás me dijiste nada. Había entrenado con Goku en otro momento… ¡jamás me dijiste nada! ¿No lo ves? ¿Por qué no quieres admitir que solo es tu egoísmo y la idea de no dejarme vivir en paz? ¡¿Por qué insistes ahora que ya no te necesito?!  ¡Ahora que me comporto como tú lo has hecho siempre conmigo!- espetó sintiendo algo de deshago al pronunciar esas palabras que nunca creyó decir, aunque debía admitirlo, muchas de ellas no eran ciertas, diciéndolas con total intención de provocar, con total intención de herir en un momento de furia.

-¡yo lo hacía por tu bien!- aseguró y el mucho negó ante sus discursos. -¡para que no fueras un débil!- “de nuevo esa maldita palabra” –para que fueras mejor que nadie, para que superaras a todos y fueras el mejor saiyajin, para que fueras lo que yo no pude ser…- se sinceró en eso último, pero ya nada parecía entrar en la cabeza del más joven, quien solo se sintió más burlado que antes. –para poder ser los mejores…-

-¿es eso padre? ¿Es tu afán de querer ser el mejor a como dé lugar?- rio un poco y negó con la cabeza. –Ahora entiendo… La verdad es que el título de padre te tiene sin cuidado, solo no soportas que hasta en eso Goku sea mejor que tú…- error, pero su cabeza estaba tan llena de tantas traiciones que sus pensamientos no daban para más.

Vegeta ladeó la cabeza, impactado ante la incomprensión de su hijo, sintiéndose extraño ante la idea de que solo lo mirara de esa manera: como el que tiene el único objetivo de ser mejor que Kakarotto. ¡También era un ser vivo! ¿Acaso creía que no podía sentir y pesar algo más? ¿Qué no podía sentirse verdaderamente interesado en él?

-acéptalo, ha sido mejor papá que tú para sus hijos, que tú para ser mi padre…- de pronto sonrió levemente, dejando a Vegeta aún más frío. Parecía un momento perfecto para regresarle un pequeño discurso que a él le atormentó tantas veces. –Para mi suerte, él no es mi padre…- a Vegeta de inmediato le sonaron las palabras, repitiendo el mismo contexto con su voz misma. “para mi suerte, él no es mi hijo…”

Trunks ya había perdido razón de sus palabras, solo buscaba una manera de hacer sentir a otros lo que él había tenido que cargar, estaba fuera de sí. Había vuelto con tal confianza y convicción que solo deseaba poder demostrar que no estaba derrotado, que no estaba desesperado, que no se sentía solo y abandonado. Solo quería demostrar que podía seguir de pie sin ayuda, que él si valía la pena. Que no era un débil. Pero su idea se le había salido de las manos comenzando a decir cosas de las que se podría arrepentir.

-si lo fuera no dudaría en ponerlo todo de mí, tiene todo para serlo…- su obligada pausa, para angostar los ojos y mostrar el perfil más inmutable de todos. –Pero tú…  tú no lo mereces…- la misma mirada, las mismas palabras. -…me has decepcionado…- usó un tono seco y aproximado a un susurro, levantando el rosto para ver desde arriba a su papá. –adiós, Vegeta…-

[…]

Un suspiro, cargado de confusión, odio, arrepentimiento, amor y más y más confusión. Tomó su cabeza entre sus manos y frotó su cabello tratando de encontrar calma para su mente, pero la paz no llegaba y el pasar de los días lo estaba volviendo un completo loco, desquiciado y desorganizado. No sabía que pensar.

Presionó los labios y cerró los ojos intentando poner su mente en blanco, pero nada. Esa maldita sonrisa y ese endemoniado sabor se apoderaban de su cerebro en tan solo segundos, haciéndolo desvariar al escuchar el eco de su risa en las paredes de su habitación. Una verdad irrefutable, y aun así, una la cual se negaba a aceptar con todas sus fuerzas. No podida ser.

¿Cómo podría? Era lo más malo y enfermo que jamás le hubiese pasado, odiaba con toda su alma sentir eso, pensar y simplemente considerar que algo como eso podría ser. ¡Por que no se podía!... ¿cierto?
Siseó en frustración y se acarició la frente tratando de acomodar sus pensamientos, deseando poder volver al momento en que no era consiente de nada de eso. En donde podía afirmar que odiaba a su hermano menor con todas sus fuerzas y que no había problemas con ello.

Pero no, ahora estaba lejos de decir esa palabra y acercarse un poco a la realidad. Y odiaba la idea de saber que era así. No podría volver, por más que lo deseara, jamás podría volver a ese punto en donde su mente vivía engañada, en donde todo se escondía detrás de una pared de piedra, donde todo estaba tranquilo y bien…

Pero extrañamente una pate de él estaba realmente feliz al haberse dado cuenta de la verdad, pero… ¿Por qué? ¿Acaso es que en el fondo amaba sentirse así? ¿Le gustaba estar atrapado en tan imposible situación? … ¿no le importaba amar a su hermano?
Dejó ir un quejido atormentado ante tal pensamiento, era terrible, era horrible… y era perfecto. Una agonía merecida y perfecta.

Debía admitir que a pesar de lo grave de la situación, un extraño y enfermo pensamiento corría en su mente, uno desagradable y catastrófico a primera instancia, pero que después parecía darle esperanzas y una incomparable felicidad. Hubiera querido ser el único enfermo y culpable de la situación, pero la verdad era otra, y la verdad era que tanto él como Goten padecían del mismo mal. Ambos se deseaban con desesperación.

Y eso lo hacía llenarse de pánico y tentación, muchos deseos y locas fantasías que rodeaban su mente. Pero no podía permitírselas. Cada vez que veía a Goten, cada vez que estaba con él y la situación se tornaba extraña y las cosas parecían fuera de control, ahí estaba él para impedírselo: El rostro de su padre recriminando y haciéndose presente en cada centímetro de piel que recubría a su hermano.

El parecido era indiscutible, y a pesar de que en teoría “le gustaba” Goten, no era su rostro el que lo enloquecía, era él, su esencia, su persona, su perfume, ¡él! ¡Todo él y no su padre!
Y aun así, su imagen y su recuerdo lo perseguía en donde fuera.

¡Y por Kami que lo agradecía!

Eso lo ayudaba a mantenerlo cuerdo, a no perder el control y hacer alguna clase de tontería, porque cada vez que lo veía a él, veía al mismo Son Goku recriminándole, corrigiéndole, recordándole quien era él, y quien era Goten.
La imagen de su padre lo frenaba haciéndolo recapacitar, ¿Qué pensaría él? ¿Qué clase de hijo sería si hiciera algo como eso? ¿Qué manera de agradecer y expresar sería esa?

Verdad que, en realidad, el parecido jamás le había importado para odiarlo, pero ahora, que el asunto se volteaba y las cosas no iban bien, ahí estaba Goku para volverlo a la realidad. Y más que en los últimos meses había aprendido muchas cosas, y había logrado admirar y respetar más a su padre de lo que ya lo hacía, ahora no como Guerrero, si no como persona, como humano. Y esos límites superaban cualquier cosa. No podía deshonrarlo de esa manera.

Apretó con aun más fuerza el objeto que sostenía en su mano desde hacía ya rato, tratando de darse fuerzas como siempre lograba hacerlo, acudiendo a esa persona que no estaba ahí y que sabía, no volvería, pero le daba esperanzas y una leve paz interior. No cabía duda que ese lazo seguía uniéndolos como el primer día.

Miró el ámbar y le dio vuelta desde el colgante de la cadena, apreciando el maravilloso trabajo y recordando aquellas maravillosas manos que se la dieron, aquel único y angelical rostro. Si, único. Suspiró esta vez por otro pesar, cargando en su mente más arrepentimiento y más ganas de poder borrar todo de su mente.

-Trunks… ¿Por qué no puedo amarlo como a ti?- preguntó a la nada, clavando sus ojos negros en la figura del objeto e imaginando a ese par de ojos azules mirándolo, esos que, podía afirmar, seguía deseando con locura. – ¿Por qué no es tu?- cuestionó nuevamente, pensando en que si él estuviera ahí, a su lado, las cosas serían más fáciles, para todos.

Abrió el cajón y se arrodilló frente a él, tomando otro objeto al mismo tiempo que dejaba el ámbar ahí mismo, clavando sus ojos en ese retrato, uno de los pocos recuerdos que conservaba de aquel primer amor. La copia de la fotografía donde aprecia él y Mirai, así le gustaba decirle, sabía que nombrarlos igual solo lograba confundirlo, lástima que se dio cuenta de eso muchos años después, demasiados, para su suerte, muy tarde.

Sonaba estúpido, pero los había confundido.

Sin lugar a dudas, todo estaría mejor si Mirai se hubiese quedado para siempre con él, aunque sabía que eso era algo imposible, pero le gustaba fantasear con que así era. Si hubiese pasado, su confusión con Trunks jamás hubiera ocurrido en primer lugar, y la mejor parte, nunca habría almacenado esos pensamientos para con su hermano.

Nadie hubiera sufrido, ni él, ni Trunks, ni Goten, inclusive, podía firmar que ni Mirai mismo. Pero las cosas no eran así, y él solo se había dedicado a arruinarlo todo. A odiar a alguien sin odiar, y a amar a alguien sin amar. Jugando con todos, él incluido, era un idiota, y ahora estaba confundido y solo para su suerte, su familia hecha polvo y sin la opción de merecer un perdón de Trunks.

[…]

No quería pasar esa noche solo, eso lo sabía. Era un cobarde y por esa razón se encontraba ahí ahora, por miedo a enfrentar la noche y caer en tentaciones prohibidas, a permanecer abrazado a una almohada mientras luchaba por no llorar, por no dejarse arrastrar por la desesperación. Por eso estaba ahí, buscando unos brazos cálidos que le dieran el confort inmerecido.

-¿así que un libro?- preguntó Videl extrañada, girando sobre su silla de escritorio.

-bueno, en realidad…- “déjate de rodos, cobarde” se dijo a si mismo con voz desesperada. – En realidad no vengo por ningún libro…- afirmó y la chica levantó una ceja extrañada.

-¿problemas en casa?- inquirió cruzándose de brazos.

-algo así…- respondió el chico bajando un poco la cabeza. –La verdad es que… necesito de ti, Videl…- le dijo cruzando miradas.

-¿necesitas hablar? ¡Claro no hay problema!- dijo ella sonriendo amablemente, descruzándose y poniéndose de pie dispuesta a comenzar una charla.

-no Videl…- afirmó él para sorpresa de ella, quien lo miró sin atinar aun. –Más bien yo me refería a “necesitar”- dijo con un tono puntualizado para la palabra, sintiéndose avergonzado ligeramente.

-¡ho! Ya…- dijo Videl dando en el clavo, sonriendo de manera picara y avanzado hasta el muchacho. –habas de… “necesitar”- usó un tono seductor en eso último, besando al chico en los labios siendo aceptada por supuesto.

No hubo que decir nada más, ambos se enredaron en un acto de caricias y besos. No era la primera vez que lo hacían, desde hacía ya mucho tiempo era común para ellos el “necesitarse” comenzado con una relación fallida y luego una amistad demasiado necesitada y unida, demasiado experimental y fundamental. Uno era la descarga del otro, así de simple. Sin formalidades, sin sentimientos, solo compañía y comprensión momentánea, no había más.

Y cobardemente Gohan pasó la noche con ella, haciéndola suya hasta el cansancio para luego dormir aferrado y aterrado, como un pequeño niño, a su cuerpo. Desahogándose temporalmente y siendo feliz por solo unos minutos, nada importaba por ese rato, solo su solemne liberación. Sabiendo que para cuando la realidad volviera, su mente le exigiría de nuevo. Necesitaba pensar.

 

Continuará…

Notas finales:

Ok, no llegué a donde quería, me faltaron mínimo dos escenas, una de Goten y otra de Trunks, pero con Trunks iba a ser larga, y ya eran veinte paginas de capitulo y dije: ¡ya córtale mi chava! Además salí bien en la escuela (no sé cómo) y tuve tiempo para escribir, ojala así siga.

Obvio no podía omitir el Lemmon jajajajaja. Si notaron, profundicé mucho más este (Lemmon) que el anterior, pero eso tiene sus razones. Use unas palabras que no me gustaron, por lo general, trato de hacer el Lemmon lo más suave, lindo, sentimental, amoroso y demás, así sea en la situación más bizarra, jamás uso palabras sucias como: C*lo, Ver*a, Nalgas, Pi*o, etc, etc.
Uso groserías, sí, pero cuando hablan, cuando están en el sexo creo que es una situación sumamente personal e íntima, una conexión y enlace que no puede ser malhablada de esa manera. Digo todo eso para pedir disculpas si herí mentes suaves (aja… ¬¬) (la mía si xD)

Bueno, no se vio mucho, ¡se me fue escribiendo! Pero lo bueno es que para el siguiente vemos un adelanto de tiempo y muchas cosas que se aclaran. Más Trunks, un… ¿Qué rayos le pasa? Y Vegeta, ¿Qué va a hacer ahora? Y Goten… ¿Qué con él? ¡En serio, creo que tampoco salió en el anterior, ya se me olvido D: ! Bueno, y muchas cosas más! Tratare de ir rápido!

Gracias por sus ánimos! Saludos, si dios quiere nos vemos el siguiente Jueves o Viernes!
Cuídense, suerte!

PD: No sé ustedes, yo ame el título.


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