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Tocando en las puertas del cielo. por InuKidGakupo

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Notas del capitulo:

Hola, no pude actualizar ayer, en realidad escribí entre tareas, tengo bastantes, como para tres años!! (Los profes creen que no tengo nada mejor que hacer xD)

En este cap tampoco hay primera persona, no hubo oportunidad, jeje. Pero me gustó, se responden varias preguntas y es un paso más adelante. Bastante relacionado con el título, eso me gusta.

Por cierto, hay una escena sugerida, me lo recomendaron y luego lo volvieron a hacer, así que la incluí, perdón si esta algo corta, pero al final si me sirvió! Sabrán con claridad cuál es. El capítulo comienza dos semanas después del anterior. (Lo digo porque hasta yo pierdo las cuentas del tiempo que pasa, aunque lo mencionen jeje)

En fin, ojala les guste!

-¡Goten! ¡Eso fue increíble!-

-¿¡tú crees hermano!?-

-¡por supuesto que sí! ¡No cabe duda que eres muy fuerte!... eres… igual a papá…-

--------------------

-¡Hasta luego mamá!- exclamó el chico saliendo rápidamente de su casa, sin esperar siquiera a recibir una respuesta por parte de la mujer.

Alzó el vuelo y dando un par de piruetas en el aire, centró su dirección a su objetivo: Kame-House.
Suspiró hondo y se dejó llevar por el viento chocando con brusquedad sobre su rostro, entrecerrando los ojos para disfrutar la sensación de frescura, de libertad, de paz. Necesitaba paz. Disminuyó la velocidad para disfrutar unos pocos minutos más el viaje, uno el cual lograba realizar sin siquiera tener que pensarlo, su cuerpo siempre terminaba viajando solo.

Tras sus parpados la única imagen que había eran esos ojos negros, piscinas de oscuridad profunda, tan llenas de secretos y, sin embargo, mostrándolo todo con solo estar fijos en él, a nada de los propios. Se estremeció con solo recordar esa imagen y ese momento, no importaba que hubiese pasado ya dos meses desde ese acontecimiento, la reacción para él siempre era la misma, siempre tan llena de pasión y tan real que podía asegurar que estaba pasando nuevamente.

No le importaba que tanto le dictara la conciencia, siempre que llegaban esos recuerdos todo parecía frenarse y quedarse volátil en la nada, solo ellos dos, solo él y su hermano. Pudo sentir de nuevo sus labios mordisqueando con suma delicadeza y desenfreno los suyos, una extraña combinación de amor y deseo que lo volvía loco con el hecho de rememorar. Un néctar apetecible y prohibido, una perfecta combinación.

Sus dedos fueron a dar sobre su rostro, simulando las caricias de esa noche en la que para él significo un principio y un fin. Toda una travesía que estaba dispuesto a experimentar, un amor por el que era capaz de hacer todo, que estaba dispuesto a perderlo todo, porque con él, nada más le haría falta. Pero al parecer el destino nuevamente le estaba jugando sucio. Nuevamente la vida parecía estar bromeando y burlándose de él.

Siseó esta vez acongojado, dejando caer sus brazos a los lados con desgane, cada vez que su mente recordaba esa embelecadora escena, terminaba por recordarse la realidad. Gohan estaba arrepentido. ¡Ni siquiera parecía real lo que había sucedido! Había sido tan fugaz y tan infinitamente bueno y encantador que a veces llegaba a pensar que solo había sido un sueño, o quizá imaginación suya. Pero era consiente que eso pasó, y que después de eso su hermano lo trató con tanta indiferencia que sintió, la vida se le caía a pedazos sobre su cabeza.

Gohan no lo quería igual, ¡No!, Daba la impresión de que no lo quería, como si nunca lo hubiese querido, ni como hermano, y mucho menos, como algo más. Se sintió un imbécil, un asqueroso y sucio imbécil, ¿Cómo es que había cometido la locura de creer que su hermano sentiría algo por él? Así como él lo hacía.
Una parte de mente lo quería convencer de que él tenía la culpa de aquel acto, pues en primer lugar fue él quien inició el beso, que él era el único enfermo y no Gohan.
Pero la única verdad es que eso no era así, por más que tratara de mentalizarse y querer pensar que no valía la pena seguir dándole vueltas al asunto, que dejara las cosas como estaban, que Gohan no sentía nada y que incluso, después de ese beso se sentía tan asqueado y tan avergonzado con él que por eso había decidido alejarse tan drásticamente. Que lo odiaba y que debía resignarse a eso.

Pero la realidad era otra, otra que no podía evitar llenarlo de felicidad y esperanza, y a la vez miedo e incertidumbre. La otra mitad de sus pensamientos infería de manera racional, fue Gohan quien entró en su habitación, fue Gohan quien se subió sobre él, fue Gohan quien intentó besarlo antes que despertara… y también fue Gohan quien llevó ese beso más profundo, quitándole el aire por la profundidad del asunto. Fue Gohan y no él. Pero entonces, ¿Por qué se mostraba de esa manera ahora?

Recordó una vez más sus ojos. Sí, podía afirmar que en ellos había algo más que simple experimentación, inclusive aseguraba que no existía duda en ellos, solo deseos, deseos y amor. ¿Pero que lo había hecho cambiar de parecer? ¿Qué lo había hecho alejarse? ¿Estaba arrepentido? ¿Estaba confundido?

Ninguna de esas dos razones lo convencía del todo, esa noche se veía decidido, a confusión definitivamente no era. Por otra parte el arrepentimiento, ese tampoco le sonaba, en todo ese tiempo había estado atento a las miradas que le dedicaba su hermano mayor, las cuales, además de muchas, eran profundas y llenas de los mismo que aquella noche, solo que cargadas ahora con un extraño miedo, uno que con solo mirarlo a los ojos por varios segundos, lo hacía huir despavorido de donde estuviera.

Parecía como si le tuviera miedo, pero… ¿miedo a él? ¿Por qué le tendría miedo? No lo entendía, pero es miedo mezclado con un repentino respeto y vergüenza que mostraba frente a él lo estaba volviendo loco. ¡Quería respuestas! ¡Y las quería ahora! No entienda su actitud hacia él, parecía mostrarle cariño un momento, para luego huir mostrando arrepntimiento al segundo siguiente. ¿Qué clase de juego era ese?

No era que no le gustara jugar, pero ese en especial le parecía desagradable, pues no se trataba de otra más que jugar con él. De una manera cruel, ilusionarlo, confundirlo, asegurarlo y luego, ignorarlo y actuar como si nada, ¡o incluso más distante que antes!
Ya ni siquiera veía mucho a Gohan, se la pasaba en casa de Videl o en la escuela. Inclusive algunas noches se ausentaba estando con esa muchachita, y aunque no le molestaba en realidad, le frustraba la idea, pues parecía que huía de él.

La isla apareció en el horizonte, y de modo automático sus ojos se abrieron dándole unos segundos para aterrizar adecuadamente. Contempló por unos minutos la tranquilidad del lugar, el sonido de las olas meneándose y la melodía que producían sus pies al enterrarse en la arena, calmando un poco sus pensamientos para continuar con trayectoria.

Después de un suspiro rápido se forzó a sonreír lo más natural que pudo, avanzando un poco tranquilo hasta quedar frente a la puerta de madera, golpeándola levemente antes de que Oolong saliera para recibirlo, como siempre de una manera amistosa, con una que otra tontería referente a chicas o ropa interior. Goten solo rió un poco para luego andarse cautelosamente hasta el centro de la habitación.

-Goten, pasa… ¿cuantas veces tengo que decirte que no hace falta que toques?- dijo El Maestro Roshi sin dejar de ver la televisión un solo segundo, acompañado por Oolong, quien no tardó en acomodarse frente al aparato.

-lo siento Maestro, es que aún no me acostumbro, mi mamá siempre dice que es irrespetuoso entrar a una casa ajena sin permiso…- contestó el muchacho haciendo una leve reverencia.

-nada de eso muchacho, puedes entrar y salir cuando quieras…- la voz del anciano sonó suave y pasiva, haciendo sonreír al chico antes de que asintiera para caminar a la siguiente habitación.

Goten suspiró y entró en la cocina, mirando un enorme desastre de todo tipo, en la estufa, la mesa, el fregadero, el suelo, el refrigerador y las mismas paredes. Sus hombros se cayeron desganados con solo ver tan deplorable panorama, sí que en ese lugar había un desorden n0o importaba cuantas veces lo viera, siempre terminaba sorprendiéndolo.

Tomó los utensilios de limpieza, los cuales sabía a la perfección donde quedaban, había estado yendo a limpiar Kame-House por ya más de tres meses, poco después de que su padre se fuera de casa y ocurriera todo eso de la aparente desintegración familiar. Sí, Goten trabajaba en ese lugar limpiando, un trabajo poco creíble y hasta imposible e irracional para un guerrero y para un saiyan. Pero los saiyan y los guerreros también comen y también van a la escuela. Trágica realidad.

Si bien, era cierto que la mayoría de comida que consumían en su familia era cazada y cosechada del bosque, pero Chi-Chi también iba al supermercado por leche, pan, huevos, verduras y condimentos que no se encontraban tan fácilmente en la naturaleza, o que no fuera necesarios robar. Para eso estaba él ahí, trabajando de una forma poco convencional, pero necesaria a fin de cuentas, él, su hermano y su madre vestían y en su caso acudía a la escuela, uno de prestigio según órdenes de su madre.

Desde siempre había sabido que su padre, Goku, jamás había trabajado para mantener a su familia, ya que Chi-Chi poseía una herencia que los había mantenido por vario tiempo, pero también sabía que incluso antes de la batalla con Buu, Chi-Chi  había estado quejándose por la falta de recursos. Ya no había más herencia.

Y claro, cuando su padre volvió a la vida no se le cruzó ni por un segundo trabajar, dejando una vez más a otros con sus responsabilidades, y así había sido a partir de ese día para Gohan, trabajar para su familia, para él, para Goten e incluso para sus dos padres. Pero las cosas de nuevo estaban difíciles, y el dinero de su hermano mayor alcanzaba para lo justo en su universidad. Por supuesto, el jamás dejaría que toda la responsabilidad la cargara alguien más, mucho menos Volt que se había ofrecido a ayudar en ese sentido. Por eso estaba ahí, con una escoba y u trapo levantando lo que parecía haber sido hecho por un ejército de mil hombres, pero donde solo habitaban cuatro personas, un cerdo y una tortuga de muchos años.

Prosiguió limpiando el resto de la casa con facilidad y rapidez, procurando hacerlo en silencio y eficazmente, no le gustaba estar mucho tiempo ahí, a veces las cosas se ponían incomodas. Subió hasta el segundo piso y antes de abrir la puerta sintió las presencias, Krillin no estaba, seguramente seguía en el trabajo ---pues tenía que mantener a todos ellos y además pagarle a él, por supuesto---, tampoco Marron, pero la esencia de A-18 era indetectable, por lo que siempre se veía obligado a tocar antes de tener que enfrenar a un androide enfurecido y con deseos de asesinarlo por pillarla con la ropa a medias. ----Lo decía por experiencia---

Nadie contestó al otro lado y se atrevió a entrar despacio, aun temeroso, pero al rubia ---para su suerte--- parecía no estar en casa. Recorrió el lugar con su vista preguntándose qué tanto hacia esa mujer para lograr tener siempre todo tan desordenado, no se sorprendía porque había sido ella la que insistiera en tener a alguien que hiciera el trabajo por ella, claro, ¿Cómo podría la hermosa e inofensiva esposa de Krillin mover un maldito dedo por tener las cosas en su lugar?

Suspiró con fastidio y comenzó a arreglar, intentando ser cuidadoso, la última vez que “maltrató” un vestido, la señora quería arrancarle las mechas a jalones, se oía sencillo, pero con ese trabajo su vida peligraba, ahora entienda porque nadie más había querido el trabajo y por qué los ayudantes anteriores habían salido corriendo tan solo una semana después. Era un trabajo digno de un guerrero poderoso después de todo.

Limpió como pudo, tratando de ser rápido, pues aunque la casa aparentara ser pequeña, interiormente tenía bastante espacio, bastantes habitaciones, y por ende, bastante que limpiar. Estaba por terminar la última parte de la habitación del matrimonio, cuando su mente detectó una presencia, o más bien, dos presencias, avanzando rápidamente en dirección a Kame-House. Comprendió la primera, y aunque la odió, la segunda lo sacó de juicio volviéndolo completamente loco y lamentando estar ahí en esas condiciones.

Terminó por aventar lo ultimó que quedaba en el suelo dentro de los muebles, sin importarle las seguras y próximas consecuencias de su descuido. Cualquier cosa era mejor que enfrentarla a ella. Bajó las escaleras después de mal acomodar todo, llegando hasta la planta baja para detenerse unos pocos segundos para meditar lo que seguía: escapar.

-¡he acabado Maestro Roshi! ¡Nos vemos después, tengo que irme!- anunció dándose la vuelta para poder escapar por alguna ventana de la parte de atrás y no ser visto.

-¿tan rápido? ¿Sucede algo malo?- preguntó el anciano fijando su vista en el nervioso muchacho.

-¡no para nada!- afirmó agitando sus manos al frente. -¡es solo que… que…!- el ruido de la maquina frenándose sobre la arena le cortó las ideas. -¡que debo irme!- terminó de decir y se aproximó a la ventana más cercana.

-¡oye! ¡¿Qué te sucede?! ¡Usa la puerta muchacho!- dijo Roshi bastante confundido, notando en ese momento aquella presencia. Goten se frenó unos instantes antes de negar y atravesar la orilla de la ventana, pero no pudo avanzar ni un paso fuera cuando un chirriante grito lo detuvo.

-¡GOTEN!- se quedó frío con un pie sobre el filamento de la pared. -¡¿A dónde crees que vas?!- el muchacho suspiro y compuso su postura, riendo como un tonto y colocando su mano tras su cabeza en un acto de inocencia.

-jejeje… ho… hola Marron, pues yo…- dijo dubitativo tratando de buscar algo en su mente con que justificarse.

-¡nada de pretextos, Goten!- dijo ella colocando sus manos en sus caderas en un acto por demás autoritario.

El muchacho asintió y levantó la mirada enfocándola a ella, para luego mover su atención a su acompañante, dedicándole una breve sonrisa y sintiéndose bastante incomodo, pues el rostro de Kyou estaba más que descompuesto al haberse encontrado a su amigo ahí. Marron frunció levemente el ceño, para luego notar la intensa mirada en los muchachos, relajando su expresión una vez que cayó en cuenta de su asombro.

-hola Kyou…- saludó el pelinegro en voz baja, intentando sonreír de una manera demasiado forzada.

-Go…Goten… ¿Qué rayos haces aquí?- preguntó el humano pasando su mirada entre los dos, notándose, por demás, confundido.

-¿se conocen?- inquirió la rubia, enfocándose en el pelinegro, quien asintió brevemente. -¡ho, claro! Kyou me dijo que asiste al mismo salón que Trunks, es por eso… ¿no es cierto?- dedujo y ambos volvieron a asentir al mismo tiempo.

-¿y qué haces aquí?- reiteró el castaño su cuestión, notándose un poco más centrado.

-amm... bueno yo…- trató de decir algo, pero la chica lo interrumpió saltando en medio de los dos animadamente.

-¡él vino a visitar al Maestro Roshi! ¡Su familia y la nuestra son muy allegadas!- dijo tomando a Kyou del brazo y arrastrándolo a la sala. Goten no entendió su innecesaria mentira, pero por un momento le vino bien, no necesitaba que se enteraran de la situación de su familia, y también para ahorrarse explicaciones.

-este… bueno, yo ya me voy…- anunció el pelinegro andando un paso en dirección a la puerta, pero Marron volteó lanzándole una mirada fulminante, ordenando con los ojos que no lo hiciera.

-Kyou toma asiento por favor, enseguida vuelvo…- anunció la muchacha colocando al castaño sobre el sofá, quien se volteó a la tele que observaba fijamente el maestro Roshi. Le dedicó una sonrisa antes de volverse con Goten rápidamente, tomándolo del brazo y jalándolo de la misma manera hacia una esquina de la casa, un punto imperceptible de la otra habitación para cualquier vista que pudiera observarlos.

-¿Qué sucede Marron? Déjame irme…- pidió el muchacho amablemente, aunque con dejo de frustración e incomodidad.

-¿te portas así después de que te salve?- preguntó tomando las manos de Goten para entrelazar sus dedos, acto que logró hacer retroceder al muchacho al intentar zafarse.

-¿salvarme? ¿De qué?- cuestionó mostrándose chocado ante su insistencia de atraerlo a ella.

-ash…- Marron le dio una vuelta a sus ojos y se pegó al chico de una manera provocativa. –De tener que decirle a Kyou que trabajas para mí…- susurró a escasos centímetros de su rostro.

-yo no trabajo para ti… - la voz de Goten sonó enfadada, sacándose a la muchacha con un solo brazo. –Y no me importaría decirle, es algo muy normal…- aclaró y dejó ver en su rostro, normalmente pasivo, una clara molestia.

-ho vamos Goten, no seas así conmigo, anda… ¿Por qué siempre te pones tan difícil?- masculló y se paró en puntas para poder rozar velozmente sus labios con los del chico, quien rápidamente se echó para atrás en un acto de reflejo.

-te he dicho que no hagas eso…- le reclamó limpiándose por inercia la boca con su antebrazo. –además, ¿acaso estás loca? Se supone Kyou es tu novio… y está en la habitación de al lado… ¡¿Qué clase de cosas piensas?!- exclamó y ella le indicó que bajara el volumen de su voz con una señal, bastante tranquila en realidad. A Goten le molestaba eso, Marron había insistido andar con él mucho tiempo, pero por supuesto que él no aceptó, y ahora que la chica tenía un novio lo quería engañar tan cínicamente.

-cálmate Goten, ¿acaso no se te hace excitante?- dijo ella y pasó sus manos por el pecho del otro, marcando con sus dedos su bien delineada figura. Goten se quedó en una especie de trance, sin comprender a qué demonios se refería con semejante pregunta. Miró los ojos de la chica, los cuales mostraban lujuria, deseo, locura, mucha de esa.

-Marron, estas mal, ¿Cómo puedes decir eso? Kyou es mi amigo, ¿Cómo se te ocurre que podría parecerme “excitante” tratar de verle la cara mientras tú te ríes y juegas con él…?- cuestionó y la chica rió bastante emocionada y divertida.

-solo déjate llevar por la locura…- insistió ella palpando el pecho y el abdomen provocativamente. Goten parpadeó un  par de veces, sintiendo algo extraño ante las palabras de la mujer, es como si esa frase ya se la hubiera repetido el mismo infinidad de veces. –Déjate llevar por tus deseos y no pienses en nada…- agregó y el muchacho perdió la mirada en la nada, dejando de sentir los desagradables apegos de su cuerpo con el de ella.

-no, eso no se puede…- contestó él en voz baja, pero en realidad parecía estar hablándose él mismo, como si de cierta forma contestara a lo que su voz interior insistía, deseaba, anhelaba. Era inevitable no recordar sus pensamientos ante la similitud del momento. Parecía como si Marron conociera las palabras exactas que lograban llevarlo a corromperse y ponerlo al borde de la locura, palabras que él mismo se decía.

Escuchó de nuevo su voz interior, dándole razón a la idea de dejar de ser un cobarde y lanzarse, de dejar de esconderse, de temer, incluso de dejar de ser temido. Sintió algo en su pecho, esa culpa, dolor, arrepentimiento mezclada con deseos y fantasías. Sin saberlo, Marron estaba tocando una parte muy sensible de su corazón, una parte vulnerable. Incluso sintió desesperación, se sintió temeroso, como si la chica lo hubiese descubierto, como si supiera sus deseos y sus sentimientos. Tuvo miedo, parecía solo revolverlo y confundirlo aún más.

-no puedes negarlo, sé que te gusta lo prohibido… lo veo en tus ojos…- Goten abrió la boca atónito ante semejante afirmación.

Retrocedió un paso y negó con la cabeza asustado. Marron no supo porque, y atribuyó su reacción a la idea de haber dado en el clavo. Pero no, Goten estaba choqueado, sentía que su corazón latía mientras sus pensamientos y conclusiones lo hacían sentir a cada segundo más y más sucio. ¿Le gustaba lo prohibido? Por solo unos segundos se asustó, como si ella supiera que, en efecto, le gustaba algo prohibido. Pero lo que verdaderamente lo aterrorizó fue la idea de que eso pudiera ser verdad, de que en realidad le gustara lo prohibido. Haciéndolo sentir sumamente pervertido, obsceno, perverso.

Ella dijo algo más, pero él no la escuchó, perdiendo su mirada enfocándola en la nada. Odiaba sentirse así de mal, odiaba sentirse tan asqueroso e inmerecido. ¿Por qué tenía que venir precisamente ella a recordarle que tan loco y demente estaba? Una extraña sensación de desconsuelo y tristeza lo atestaron, ¡sabía que estaba prohibido! O había necesidad de remarcárselo de esa manera. Siguió flagelándose mentalmente por unos incontables segundos más, perdiéndose rápido de la idea y la situación actual, pues la muchacha no tenía ni idea de lo que pudiese estar pasando en la mente del chico. Pero Goten se había desorientado y había tomado, por demás, personales las palabras de la chica. Cosa que para ella no tenía que ver.

-¡Goten!- llamó la rubia un poco más desesperada ante el extraño y repentino trance de él. Goten a penas y reaccionó, esos últimos días había estado demasiado sensible con ese tema, resultaba difícil no pensar en otra cosa y no relacionarlo todo con su condición actual.

Enfocó su vista y la miró dejando ver miedo y tristeza en ellos, sentimientos que fueron fácilmente confundidos para ella, quien rodeó levemente a Goten por el cuello, buscando algo más en esos ojos negros. –Tranquilo… - susurró. –que sea prohíbo, no significa que este mal…- agregó y Goten ya estaba tan perdido en sus pensamientos que no tardó en volver a asociar todo.

-¡claro que está mal! ¿Cómo puedes decir eso?- dijo y no pudo creer esa afirmación ni él mismo, pues en todas las ocasiones y momentos anteriores con su hermano, parecía que todo eso de la moralidad y el bien y el mal pasaban a segundo plano. Pero se permitió pensar con un poco de sensatez por un momento. –es decir, estará mal visto, ¿Qué dirían todos? ¿Qué pensarían? Se supone, eso no está bien…- Goten siguió hablando de lo suyo con naturalidad, pues sin notarlo parecían encajar en la conversación.

-¡al demonio con lo que piensen los demás! Si ambas partes son felices, si ambos quieren, entonces está bien, así rompa todas las reglas del mundo…- dijo ella de manera metafórica, por supuesto, insistiendo en el que creía su momento.

-¿tú… tú crees?- cuestionó él, sorprendido con su explicación, que si bien era sencilla, estaba llena de lo que parecía una completa verdad. Marron sonrió y asintió bastante convencida.

-cuando dos se quieren, no importa que opine el mundo… solo importan ellos y su felicidad…- dijo esto con total convicción, en un tono bastante convincente y revitalizador. Había veces en que el timbre suave y dulce de la chica lograba hacer algo más que darle escalofríos, ahora la había hecho sonar como todo un ángel dándole un consejo.

-pero… ¿y si uno de ellos parece temer y huir de la situación?- inquirió centrado en su tema, pero Marron tomó ese ejemplo como si se refiriera a él mismo en su situación con ella.

- Quizá lo hace por propia desconfianza, no te fijes en ellos, fíjate en sus ojos, en su mirada, en sus labios…- “en sus labios…” repitió Goten en su mente, rememorando la sensación de unión en sus bocas. –si huye es por miedo de ir más allá, porque sabe que cuando este ahí no lograra detenerse, porque lo desea con la misma intensidad, porque tiene miedo de sí mismo…- “miedo de sí mismo…”

-¿y cómo se quita el miedo?- preguntó tratando de encontrar conclusiones en su mente, quizá el miedo que mostraba Gohan desde aquel beso, era miedo de sus propios actos y consecuencias.

-Solo con demostrar que no hay nada que temer, que el deseo es mutuo, y que no importa a quien le parezca… que estarán juntos en ello…- hizo una pausa restregándose en él y rodeándolo con sus brazos, pero Goten ni siquiera estaba consciente de eso. –Mostrarle que eres lo suficientemente valiente como para enfrentarte y poder llevar la situación…- eso sí que lo hizo pensar. Gohan había sido siempre el de la iniciativa, se había dejado llevar y esperar por él, cuando era él mismo quien debía estar llevando la situación, le toca a Goten hacer lo propio.

Sonrió para sí mismo y miró a Marron, quien permanecía recargada en su pecho. –Gracias…- dijo y ella no entendió eso, quedándose aún más sorprendida cuando él la apartó con una mano y se dio la vuelta con una repentina alegría renovada.

-¡oye!- lo llamó ella, pero el muchacho ya se estaba alejando. -¡Goten! ¡Espera!- pidió sin comprender, pues había entendido un sinfín de cosas diferentes a la realidad con la anterior charla.

-¡lo siento, pero tengo que irme! ¡Nos vemos después!- anunció y ella lo persiguió hasta la salida.

-¡Goten yo…!-

-¿así que ya te vas?- preguntó Kyou parado tras de ella, llamando velozmente la atención de los dos. Marron se quedó congelada, demasiado asustada y con el rostro desencajado, incluso la hizo permanecer callada.

-ho Kyou, disculpa, me iba sin despedir…- dijo Goten sonriendo brevemente para indicar una despedida con la mano.

-¿vas a Capsule Corp?- preguntó justo cuando el muchacho se había dado la vuelta, dejándolo petrificado y frío al pensar en ese lugar. Volteó lentamente para enfrentar los marrones ojos de su amigo, quien parecía bastante tranquilo y pasivo.

-n…no… ¿Por qué lo dices?- inquirió con un inevitable enfado interior.

-bueno, es decir, vas a verte con Trunks hoy… ¿no?- interesante cuestión, innecesaria respuesta. Goten frunció el ceño, mostrándose bastante extrañado, y algo adolorido, por más de una razón, al escuchar ese nombre.

-¿Por qué crees eso?- cuestionó y Kyou fue el que se mostró confundido esta vez.

-¿acaso no será así? Llamé a Trunks esta mañana, me dijo que no podría ir conmigo porque había quedado de estudiar contigo toda la tarde…- El pelinegro siseo tratando de acomodar las cosas en su cabeza. ¿Qué haría a Trunks mentir de esa manera? Es decir, después de esas cosas tan crueles que él le había dedicado, ¿Cómo podía decir semejante mentira? Debía ser algo verdaderamente fuerte, algo que no le dejó otra opción más que meterlo a él también. Dudó unos segundos en contestar, debatiéndose entre decir la verdad o cubrir a su viejo amigo.

-¡jajajajaja! ¡Si claro! ¡Por eso debo irme, quedé con él temprano así que ya voy tarde! Ya sabes, tenemos mucho que estudiar…- la respuesta fue fácil, por mucho que Trunks le hiciera enojar, no había dejado de estimarlo, y de preocuparse por él.

-sí, eso me imaginé… bueno diviértanse…- respondió Kyou sarcástico.

-si claro…- asintió el pelinegro caminando en dirección a la playa a nada de alzar el vuelo.

-oye Goten, ¿Dónde está tu nave? ¿Cómo rayos te vas a ir?- preguntó el humano y los dos presentes sonrieron nerviosos sintiéndose descuidados y tontos.

-amm, si mi nave esta en… ¡MIRA!- señaló un punto en el horizonte, desviando su atención de él por un par de segundos, los suficientes como para localizarse a ochenta kilómetros lejos de ahí.

Respiró profundo y disminuyó su velocidad para centrarse en dirección a su casa. Las palabras de Marron habían ayudado, debía hacer algo él mismo, y ya tenía pensado exactamente que seria, solo bastaba un poco de tiempo, en realidad, solo un par de horas. Se sintió nervioso y emocionado, algo extasiado con la idea, iba a hacer que Gohan dejara de dudar, dejara de huir y dejara de tenerle miedo.

Pero se concentró en otra cosa durante el transcurso, una noticia que no pudo evitar preocuparlo e inquietarlo. Se concentró y guió su rombo a otro sentido, guiado por las vibraciones y el nivel de energía. Se sintió preocupado e intrigado a primera instancia, pero al frenarse en el aire, a unos varios kilómetros de altura y con la vista fija en un claro a la mitad del espeso bosque, solo la curiosidad y la emoción lo invadieron, más emoción que otra cosa, pues por los hechos y la atmosfera podía intuir lo demás.

¿Qué sería lo suficientemente poderoso como para hacerlo mentir y querer escapar de Kyou? Ahora que estaba solo, a sabiendas que ya no se frecuentaba con Gohan. La respuesta estuvo frente a sus ojos: su propio padre.
Disminuyó un poco su Ki para no ser detectado, aunque entre tremendo entrenamiento no era que se fijaran mucho en eso, porque entonces se percató de algo, algo que lo hizo por demás, feliz.

Su combate parecía algo más que eso, parecía una batalla de manoseo descarado en una clase de juego agresivo. Sonrió, no había otra cosa que hacer, solo sonreír y sentirse malditamente feliz y tranquilo. Observando un par de minutos más desde la lejanía, escondido y asombrado, incluso excitado con semejante encuentro, increíble, y poco probable, pero lo estaba viendo, y se veía bastante real como para ser una mentira o alucinación.

Y entonces pensó que todo estaba mejorando, que todo iría bien…

No podía estar más alejado de la realidad….

 […]

El viento sopló y revolvió su cabello, tapando brevemente sus ojos por la dirección de la corriente. Dejó ir otro suspiro y echó la cabeza hacia atrás clavando sus ojos en las estrellas parpadeantes adornando el oscuro cielo nocturno, ignorando incluso la frialdad del lugar al permanecer inmutable por varios y largos minutos.

-¿me vas a decir que te pasa?- preguntó nuevamente Piccolo, parando y de brazos cruzados detrás de su viejo alumno, mostrando la misma indiferencia e incluso manteniendo los ojos cerrados.

-nada…- respondió Gohan casi en un susurro que fácilmente pudo haberse confundido con el viento.

El Namek siseó un tanto frustrado ante la negativa respuesta, pero no por eso abandono su seriedad absoluta.

-de acuerdo…- respondió en el mismo tono indiferente, conocía demasiado bien a su alumno como para saber la manera adecuada de tratarlo. Sabía exactamente como reaccionaria.

-bueno, he estado bastante enredado y confundido últimamente, y ya no lo soporto…- comenzó a hablar después de varios segundos, tal como lo imaginó Piccolo, Gohan siempre terminaba accediendo cuando no se le insistía demasiado.

-¿confundido? ¿Es sobre esa universidad tuya?- cuestionó el hombre con su voz gruesa y tranquila, mostrando un leve dejo de ignorancia sobre el tema.

-No, es sobre… sobre mis sentimientos…- dijo eso ultimo con algo de dificultad, no porque le importara que Piccolo se enterara, sabía que podía confiar en él, le dificultaba  decirlo porque la situación era complicada para él mismo.

El Namek soltó un suspiro y abrió los ojos clavándolos en la espalda de su alumno, angostando la mirada y meditando unos segundos antes de proseguir. –No lo comprendo…- aceptó con voz confundida, llevaba toda su vida viviendo en la tierra como un “humano”, pero después de tanto, jamás había llegado a comprender todos los misterios que estos seres conllevaban.

-estoy confundido respecto a lo que siento…- aclaró Gohan y Piccolo tuvo que desviar la mirada a un lado, sintiendo un leve sonrojo al recordar ciertos aspectos “sentimentales” que Gohan le había mencionado con anterioridad, unidos a otros detalles que la mente de kami-sama le había otorgado, detalles que, por cierto, no había querido saber.

-sabes que no le veo sentido a eso de hombre/hombre, no conlleva a nada respecto al objetivo de la “procreación” de la especie en la tierra y aunque eso en realidad no me importa, pero pensé que ya lo habías aceptado y superado…- dijo el Namek volviendo a la seriedad y clavando su mirada en la espalda del chico, quien rió brevemente, casi de manera amarga.

-no es eso, ese tema ya había quedado muy claro para mí, hace mucho que lo acepté. Aunque lo que me sucede está muy ligado a eso…- admitió y trató de buscar las palabras precisas para decirlo. –Creo que… que me he estado confundiendo toda la vida… creo que he amado al incorrecto…- agregó sin poder ocultar en su voz una clara decepción y tristeza.

-sabes bien que no comprendo los sentimentalismos humanos…- respondió el hombre, dejando ir un suspiro para tranquilizar sus ideas. – pero, creo que se cosas que quizá no debería, no me conciernen, pero por alguna razón me preocupan en demasía.

Gohan abrió los ojos sorprendido, ladeando la cabeza para mirar por el rabillo de su ojo a su maestro, sintiéndose un poco avergonzado, pero por otra parte, extrañamente liberado, su maestro sabía la verdad y él ni siquiera había tenido que explicárselo. Eso ya era un alivio. -¿usted qué piensa?- inquirió con la esperanza de encontrar un apoyo, para poder salir del “quizá” y meterse en un “si” o  un “no”.

-creo que, efectivamente, estas demasiado confundido…- fijó sus ojos en los de su alumno, quien se giró levemente para poder mirarse. –Jamás he logrado comprender del todo eso de la atracción, enamoramiento y demás, pero comprendo esa unión espiritual que experimentan…- hizo una necesaria pausa para proseguir. –pero estas mal, demasiado mal. Según Kami no puedes unirte a un hombre, aunque en realidad no es importante, pero por dios, Gohan, ¿unirte a tu…?-

-¡ese es precisamente el problema!- exclamó el muchacho enfurecido repentinamente. -¡ese es el maldito problema! ¡Lo ha sido siempre!- frunció el ceño y respiró hondo para tranquilizarse. - ¿Por qué tiene que importar tanto?- cuestionó y casi sonó estúpida su pregunta.

-porque son hermanos…- la palabra dolía, más de lo que hubiese querido. El hecho de escucharlo de otra boca era bastante lastimoso. Lo hacía sentirse sucio. Demasiado.

-¿acaso importa tanto la sangre?- cuestionó el medio humano bajando la mirada, soltando esa frase como una pregunta para sí mismo.

-no…- respondió Piccolo para sorpresa del muchacho. –Importa lo que tu moral diga…- sí, un golpe bastante bajo.

Gohan sintió un fuerte dolor en su pecho. Para que Piccolo hablara de moralidad entonces si debía ser algo muy bizarro, algo demasiado bajo. –mi moral…- masculló seguido por una risa sarcástica y dolida. -¿desde cuándo eso importa para amar a alguien?-

-dímelo tu…- regresó el Namek con una habilidad innata. Otro fuerte dolor en el pecho, Piccolo acababa de dar en el blanco otra vez. ¿Quién mejor que él para responderse esa pregunta? Si, la moral era importante, era quien lo había frenado de hacer estupideces, era la moral y la razón las que lo habían mantenido al margen del asunto, las que no le habían permito hacer algo.

Porque cada vez que estaba con él recordaba que eso no estaba bien, que las cosas no podían ser. Que era alguien prohibido, ese rostro le recordaba que llevaban el pecado en la sangre. Por qué la idea de ser quienes eran no podía evadirse, porque lo tenía presente y latente a cada segundo, porque mirarlo y no sentir culpa y remordimiento era imposible. Porque la moral y las reglas de la vida se lo prohibían.

-no es justo…- susurró el muchacho invadido por una desesperación abismal. –si no se podía… ¿entonces por qué lo hice? ¿Entonces por qué lo hicimos? Si no se puede, ¿entonces por qué demonios me dejaron amarlo?- se quejó al destino y a la vida, incluso al universo y al mismo dios.

-cálmate Gohan, todavía puedes arreglarlo…- dijo el Namek con la voz dudosa, tratando inútilmente de frenar las lágrimas que comenzaba a derramar su alumno. –Todavía puedes desistir a eso, no todo está perdido…- aseguró, y para su sorpresa, Gohan comenzó a reír por lo bajo.

-¿y si no quiero?- cuestionó aun clavando su mirada al suelo.

-¿Qué?- masculló el hombre confundido.

-¿y si no quiero dejar de hacerlo? ¿Por qué tendría? ¿Acaso se me prohíbe amar?- soltó y lloró mientras reía, una escena digna de alguien que ha perdido por completo la cabeza.

-escúchame Gohan…- dijo y apretó su expresión al oírlo reír un poco más. -¡y escúchate a ti mismo maldita sea!- gritó llamando momentáneamente la atención del joven. -¡estas actuando como un niño necio! Yo no dije que dejaras de amarlo, dije que pensaras las cosas claramente para no arrepentirte después. Si lo “amas” y se unen a mí no me interesa, pero me preocupa que tomes una decisión equivocada…- habló un poco más despacio, calmándose y habiendo calmado al menor. –me preocupa que resultes lastimado, y que alguien más lo resulte en todo esto. Sabes bien que jamás te aceptaran y para todos será mal visto…- Duras y verdaderas palabras.

-eso lo sé, pero no puedo evitarlo, ni frenarlo…- dijo mirando con temor los ojos molestos de su maestro.

-comprendo bien, pero recuerda que estas poniendo todo en juego, y si pierdes lo pierdes TODO… - remarcó y clavó sus ojos en el cielo. – pero si crees que eso que te inunda es real, que vale la pena y que, más que nada, te hace feliz, entonces adelante, estará bien si así lo quieren…- se dio la vuelta y dejó ondear su capa al viento, resaltando entre las rocas de la montaña. –Inténtalo si quieres, pero ten en cuenta, que nada es fácil, deberías hacerle caso a tu conciencia…- agregó con suma seriedad y frialdad, alzando el vuelo en ese instante y perdiéndose en la oscuridad de la noche. Dejando a Gohan más que frío y pensativo, deseando poder desaparecer y perderse de ese mundo que tanto daño le hacía.

“hacerle caso a la conciencia…”

[…]

El frío lo abrumaba en demasía, pero permaneció dormido a pesar de ello, su mente estaba muy cansada como para frenarse a considerar algo más. Desde que había vuelto apenas unas dos horas atrás, se había quedado dormido al instante, cosa realmente sorprendente, pero revitalizadora, necesitaba meditar muchas cosas con la almohada, un merecido descanso. Pero la paz y temporal tranquilidad que le brindaba aquel descanso se vio interrumpida, pues su cuerpo pareció ser cobijado por algo, un ente bastante cálido que cubría con su ser cualquier ventisca.

Las vibraciones en la cama lo mecieron, haciéndolo viajar entre la realidad y la inconsciencia, percibiendo el colchón hundirse a los lados hasta que los movimientos se detuvieron justo sobre él, permaneciendo en absoluta calma un segundo después. Algo dentro de su mente le decía que despertara, obligando a su cerebro a reaccionar poco a poco. Sintió una ventisca sobre su rostro, casi como si fuera un cálido soplido contra sus mejillas, logrando ponerlo totalmente alerta y haciéndolo abrir los ojos, deseando y no, encontrarse con quien tenía enfrente.

-

Se permitió dudar solo un par de segundos más, sintiéndose agobiado por la incertidumbre, pero motivado por ese sentimiento que anidaba y se proliferaba dentro de su cuerpo. Miró firmemente el cuerpo de su hermano sobre su cama, tan tranquilo, tan inmutable, mostrando una paz casi infinita al perderse dentro de la armonía del sueño. Se puso firme y reunió nuevamente todo su valor y su seguridad, avanzando un poco más en esa dirección, evitando incluso el ruido que hacían sus pies al andar por el frío piso, sintiendo su corazón acelerarse con cada centímetro que se aproximaba.

Miró la cama, y se detuvo a apreciar tan perfecta escena, tan sencilla, y sin embargo, tan embelecadora y cautivante, simplemente apasionante sin necesidad de detalles, pues la única esencia y presencia que se necesitaban para considerarla perfecta, estaba ahí, profundamente dormido. No sintió si fueron minutos o segundos los que tardó sin hacer nada, despertando de su extraño trance cuando notó unos pequeños espasmos que el cuerpo del mayor generaba. Miró a un costado, observando el pequeño recuadro que tenía por ventana, abierta y dejando pasar el viento nocturno, aunque adornando al dejar al descubierto la bella imagen de los celestes en el profundo y oscuro cielo. La noche parecía perfecta.

Volvió sus ojos a su objetivo, dejando un suspiro entrecortado por tantas emociones que fluían dentro de su ser. Debía hacerlo, no había otra manera. Debía hacer que Gohan supiera que él estaba dispuesto, que también lo deseaba, que no había nada a que temer. Colocó una rodilla sobre el colchón, tragando saliva antes de subir la otra pierna, quedándose unos momentos ahí, a los pies de la cama, a nada de cometer lo más loco de toda su vida. Lo más loco y lo más necesitado. Colocó sus manos en la superficie, clavando sus dedos entre las sábanas, gateando muy despacio, disfrutando de la vista y deleitándose con el aroma que invadía todo e lugar, haciendo que cada paso que se moviera fuera algo imborrable y perfecto, único. Cada parte de cuerpo que iba dejando debajo de él, la idea de tenerlo a nada, sin desplantes, sin obstáculos, era maravilloso.

El aire le pegó de lleno en la espalda desnuda, sintiéndolo helado, y sorprendiéndose al saber que ni esa noche tan fría podía hacerle bajar el tremendo calor, casi llegando a ardor, que recorría cada centímetro de su cuerpo. Apretó los labios de manera temblorosa, dejando ir un suspiro que paró sobre la persona a la que mantenía bajo él, sintiéndose aun nervioso por estar ahí, pero definitivamente no con remordimientos ni dudas. Miró sus manos a los costados de la almohada, centrándose después en ese atractivo y único rostro, tan conocido, y aun así, tan ansiado. Lo miró moverse, observándolo de cierto modo tan desprotegido, tan necesitado, inundándose de unas inimaginables ganas de brindarle calor, de darle compañía.  Aproximó su cuerpo al de este, siseando al momento de tenerse a, prácticamente, nada de distancia.

Y la imagen se repitió, la escena y la situación, solo que esta vez, los papeles estaban al revés. Goten detuvo su acción al apreciar los ojos de Gohan abrirse, al clavar su propia vista en esa mirada, una que ya parecía esperarlo, que demostraba miedo y locura entremezclada, enviando millones de mensajes, y a la vez, siendo indescifrables. Tembló sin poder evitarlo, logrando si éxito poder apartar su mirada de esos brillantes y luminosos ojos negros.

“tan oscuros como la misma noche…”

Esa noche que pareció tan perfecta, y esos ojos que también eran adornados por sus propios celestes. Quiso proseguir, quiso terminar sus acciones y demostrar que podía, demostrar que era valiente y que no había que temer. Y sin embargo estaba temiendo. Se miraron de esa profunda manera por lo que parecieron horas, sin saber al final si solo habían sido escasos segundos, todo se volvió mágico, y romper con esa magia era un acto casi imperdonable.

Gohan suspiró ya sin poder retener el aire dentro de sus pulmones, deshaciendo el momento al viajar su mano sobre la mejilla de Goten, al mirar en esos orbes negros lo mismo que veía en los suyos: deseo. El deseo más indeseado. Y las cosas se vieron de nuevo, el menor no pudo reaccionar, siendo Gohan quien se levantaba levemente de la almohada para atrapar entre sus labios la delineada y perfecta boca de su hermano.

Ese sabor, ese tan dulce y con demasiados efectos, un veneno que te mata pero no puedes dejar de probar. Que te vuelve adicto.  Que expresa lo inexpresable, porque los volvía  presa de tan apasionado deseo. Por qué era lo que los representaba, sin palabras, sin explicaciones, sin nada, simplemente los perdía en un mar de pasiones y sentimientos. Los hacia perder la razón.

Goten descendió hasta que la cabeza de Gohan volvió a posicionarse sobre la almohada, mezclando su saliva a través del contacto delicado y profundo de sus lenguas, cautivas en una danza que casi pareció planeada, dando la impresión de saberse desde siempre, de desearse como nunca. El aire se les escapaba entre suspiros que adornaban el silencio y los corazones agitados que retumbaban en la habitación, haciendo un beso pausado entre sus respiraciones cortadas. Parecía perfecto, era único, pero le faltaba más, y las punzadas descendiendo del abdomen de ambos lo indicaban.

Gohan fue poseído por la locura, la tentación y el deseo, lo prohibido y lo pecaminoso. Todo se mezclaba en uno solo, creando un coctel perfecto para deleite suyo, sacándolo de sus cabales y haciéndolo desear mostrar sus pensamientos en caricias, desbordar todas las palabras en actos. Descargar tantos años de malditas apariencias, mostrarse una sola vez como él mismo.
Tomó a Goten de la espalda y de un rápido movimiento lo giró para ponerse ahora él sobre este, aplastándolo con poco o nada de cuidado contra el colchón, aprisionándolo con su cuerpo de una forma, por demás, posesiva.

El menor se limitó a gemir, pero no de dolor, si no de pasión descontrolada, locura y excitación. Sus cuerpos, ahora ardientes, se refregaban en un acto enfermizo, pero en ellos creaba un efecto anestésico, un efecto desenfrenado y sexual. Eso no tenía nada de hermanos, eso no tenía nada de sangre, ni una pizca de cordura.

Se besaron más profundamente, esta vez repasando sus cuerpos con sus manos, tocando la piel que casi quemaba, produciendo un incendio dentro de sus corazones y mente, desenado con todas sus fuerzas hundirse en ese infiero que representaba estar ahí. Deseando la condena inmerecida. El vaivén de sus dedos clavándose con desenfreno en la espalda, casi al grado de marcarle con las uñas, haciéndolo aferrarse aún más a ese cabello, clavando sus dedos en esa melena alborotada y negra, deformando esos picos…

La cordura cayó sobre Gohan, frenando el movimiento de sus labios, separándose abruptamente del contacto.

“Conciencia…”

Recordó esa palabra, tan odiada y sin embargo, había llegado justo a tiempo. Miró los ojos de su hermano, quien lo miraba sin comprender su repentina acción, mostrando ese rostro tan lleno de inocencia, tan atestado de amor, tan… “¡TAN IGUAL A PAPÁ!”
¿Cómo podía hacer algo como eso cuando ese rostro lo miraba? ¿Cómo podía ir en contra de todo sin que esos ojos lo miraran? Imposible, simplemente imposible…

Suspiró esta vez con pesadez, sin saber cómo remediar ahora lo que acababa de hacer, sin saber cómo explicar lo inexplicable. Pero no hubo que decir nada, sus ojos negros y fijos en los del menor hablaron por su boca, pensaron por su mente. Y eso no pudo hacer más que poner triste al menor, nervioso, evadido una vez más por ese miedo que Gohan mostraba de nuevo, un miedo que solo tenía al mirarlo a la cara, ¿a qué le temía?

Levantó su mano y la colocó sobre la mejilla del mayor, mirando con una clara confusión y decepción. Gohan notó ese sentimiento, no pudiendo sentirse más culpable, no sabiendo que decir ahora, solo mostrando más y más miedo por la moral y la conciencia. –no hay nada a que tenerle miedo, Gohan…- susurró Goten casi como suplica que como otra cosa.

El mayor se estremeció ante esas palabras, dejando escapar un poco del nudo que llevaba dentro, representado en agrias y amargas lágrimas que viajaron a lo largo de su rostro. –si lo hay…- respondió en un hilo de voz, mirando a través de lo borroso de su vista, la imagen más clara de su padre recriminándolo frente a él.

-¿a qué le temes?- preguntó dejando mostrar esta vez, él, su miedo, pero este se dibujó en cuanto fue consciente de lo que los ojos de Gohan decían. -¿Acaso… acaso es a mí?- inquirió dubitativo, creando un sendero en sus propias mejillas al sentirse así. ¿Por qué le tendría miedo? ¿Era miedo o desprecio?

Gohan soltó un leve sollozo, cerrando los ojos para no tener que mirar más ese rostro incriminador, sin saber cómo contestar a eso, no deseando lastimar más, ni lastimarse.

-no hay nada que temer…- susurró Goten entre gemidos agónicos que lograba ahogar difícilmente, dirigiendo esas palabras a su hermano, y a él mismo. No lo había, no lo entendía.

-si lo hay…- sus ojos se abrieron nuevamente, dejando escapar así más de su dolor, gotas que humedecieron las mejillas de quien aún tenía debajo

Goten quiso decir algo, pero no había palabras, no había una respuesta para eso. Gohan lo miró unos segundos más, recibiendo la súplica de que olvidara ese hecho. “Como si fuera fácil…”. Miró en los ojos de Goten la desesperación, la búsqueda de una respuesta, la explicación a eso que era tan claro. Gimoteó con desenfreno, apretando su mirada, descendiendo hasta que su frente se topó con la de su hermano, quien le imitó al cerrar los ojos y permitirse llorar.

-¿Por qué eres tan igual a papá?- preguntó al aire, preguntó a su conciencia, preguntó a cualquiera que pudiese escucharlo. Ese había sido la razón de su odio por años, y ahora la razón de su conciencia. Goten no hizo más que quedarse paralizado, no esperaba esa respuesta, quedándole solo llorar ante ese dicho. – Llevamos el pecado en la sangre…- soltó y solo el sonido de sus mentes fragmentadas y sus corazones desmoronándose fue audible para ellos. Ni sus propios llantos, ni sus propios lamentos.

“igual a papá… es por eso que me teme…” negó para sus adentros. “Le tiene miedo a su conciencia, a mi rostro…”

[…]

Se paró una vez más frente al espejo, odiando por primera vez al sentirse condenado a esa apariencia. Esa la cual todos habían adulado y respetado. Pero eso a Goten poco le importaba en realidad. Jamás se vio como su padre, jamás le importó el parecido, él era él, y Goku era Goku. Pero mirarse a ese cristal y no pensar en ese otro hombre era inevitable, el parecido era indiscutible.

Frunció el ceño y miró con un deje de odio su reflejo, un odio que no iba dirigido a su padre, mucho menos a ese rostro, iba dirigido a él, solo a él. Se quedó atentó e imitó brevemente alguna expresión de Goku, resultándole la misma persona, ni más, ni menos. Retrocedió un poco y se encontró a si mismo más crecido, mas formado, logrando únicamente ser más parecido, incluso llevaba su ropa holgada que siempre usaba, en tonos similares a las de Son Goku. Ya eran como hermanos gemelos.

Siseó frustrado, impotente, ¿Qué podía hacer él contra su rostro? Nada, eso era claro. No podía odiar a nadie por eso tampoco, no existía culpable, no había nada en que desquitarse. Jamás había renegado de su parecido, y la idea casi le pareció imposible, irreal, pero sentía un profundo odio ante ese hecho.

Era eso lo que mantenía a Gohan fuera de él.

Era eso lo que provocaba el horror en sus ojos cada vez que lo veía a la cara.

La razón que lo hacía pensar y arrepentirse, la latente prueba de que no podía hacer nada teniendo enfrente la viva imagen de su padre, porque era eso lo que lo alejaba de él, lo que le recordaba minuto a minuto que eran prohibidos. Los ojos de él, los ojos de Goku, todo el deseo, todo el respeto, ambos en un mismo ser.

¡Pero no eran el mismo!

Sin embargo no podía hacer nada contra eso. Solo sentirse abrumado al mirar su propio rostro, ese que lo imposibilitaba, ese que lo alejaba, y ese que lo hacía sentir culpa y arrepentimientos también al mirarlo. Observando a alguien más en su lugar. Alguien que no era.

Gritó y clavando su mirada en su reflejo perdió el control, golpeando el mueble y hundiendo su puño en el cristal, haciéndolo añicos, ignorando la herida sangrante que había provocado en su mano. Golpeó esta vez el tocador de madera con ambos puños, haciendo saltar todos los fragmentos de espejo por todo el cuarto, partiendo por la mitad el mueble.

Cayó de rodillas al suelo, golpeando esta vez con menos fuerza el piso y ocasionándose más heridas con afilados trozos. Se miró esta vez reflejado en cada uno de eso pedazos bajo él, derramando lágrimas que descendían mostrándole esa misma imagen. Desesperación y odio.

-siempre quise ser yo…-

[…]

-hasta mañana Videl…- se despidió de la chica con un poco de indiferencia, dándole apenas el tiempo a la mujer para alzar la mano y agitarla observándolo partir desde su balcón, perdiéndolo entre la luz aun clara del día.

Soltó un largo suspiro e intentó evadir todos sus pensamientos, tratando de pensar en cualquier cosa menos en él, menos en ese momento y esas palabras que se habían dicho hacía ya tres días. El mismo tiempo que llevaba sin verlo, sin cruzar palabra.

Esa noche huyó por la ventana antes de que cometiera otra tontería, y al volver, y al siguiente día, no estaba Goten, solo su olor impregnado en su almohada, atormentándolo las noches que ahora pasaba en vela. Parecía haber comprendido que sencillamente las cosas entre ellos eran imposibles, por eso ahora se había vuelto perfecto para evadirlo.

Y no era que él hubiera intentado acercarse a Goten, las cosas estaban bien así, si no lo veía entonces así no caería en tentaciones, era mejor mantenerse alejados. Pero aun siendo consiente de esa idea, jamás le habían dolido tanto tres días, jamás había deseado con tanta desesperación volverse a cruzar con esos ojos negros, volver a percibir su olor embriagador. Y solo eran tres días, toda una tortura.

Se acercó a las montañas, percibiendo únicamente la energía de su madre, pero desde esa noche, Goten ocultaba su Ki a todas horas, siendo indescifrable para él saber cuándo estaba y cuando no, aunque lo más probable era que no estuviera, había tomado de llegar tarde a casa. Bajó frente a su patio y avanzó unos cuantos metros hasta pararse frente a su puerta, deteniéndose unos breves segundos para tomarse el tiempo de relajarse y de sonreír. Esa sonrisa falsa que hacía ya un tiempo que no utilizaba, esa pesada carga de aparentar que todo estaba bien, cuando solo cargaba ganas de mandar todo al demonio.

Abrió la puerta silenciosamente, encontrándose con su mamá preparando lo que seguramente sería la cena, parecía feliz, y no estaba ese detestable humano cerca, así que entró con confianza y le dedico su rostro más natural posible.

-hola mamá…- saludo y Chi, decorando su rostro con una maternal sonrisa se giró a él.

-hola cariño, ¿Cómo te fue?- preguntó como de costumbre, moviendo aun sus manos por los utensilios de la cocina.

-bien… - respondió frenándose apenas de continuar su frase, ¡ni siquiera era capaz de preguntar por él! Negó con la cabeza y desvió su vista a otro lado. –Tengo tarea mamá, así que mejor me marcho a hacerla…- declaró y Chi volvió su vista al frente.

-de acuerdo cariño, te hablare para la cena…- respondió la mujer y él no se molestó el hablar, sintió partiendo en dirección a las escaleras sin más.

Llegó al pasillo y clavo su mirada en la puerta de su hermano, suspirando y obligando a su vista a mirar al frente, no debía ser débil. Abrió la puerta y no dio ni un paso al quedar totalmente frío y paralizado con la imagen que tenía enfrente.

Frunció el ceño y se mostró por demás, extrañado y un poco molesto, pero no por eso menos impactado y sorprendido. La luz solar entraba por su ventana, remarcado una silueta sentada sobre su cama, una que se apreciaba claramente. El chico se levantó al instante mostrándose nervioso, y logró que Gohan parpadeara un par de veces para saber si su vista no lo engañaba, y si tan perfecto y bello chico frente a él era real o era producto de una de sus más locas fantasías.

Por un momento se olvidó de las incógnitas de quien era y que hacía ahí en su habitación, perdiéndose en la grata imagen para él. Pocos hombres eran los que le gustaban tan repentinamente. Viajó su vista de arriba hacia abajo repetidas veces, anonado aun por el porte de eses sujeto. Llevaba ropa ajustada, unos pantalones negros de mezclilla, tenis en colores blanco y negro, una camisa verde de mangas largas, una que dejaba apreciar un cuerpo muy bien trabajado, fajada dentro del pantalón, que poco dejaba a la imaginación.

Su porte era único, y quedaba perfecto, no era muy bueno para calcular edades, pero imaginó que por mucho debía ser unos tres años menor que él, se veía realmente maduro, aunque con un dejo juvenil y joven que lo atraía bastante. Enloqueció, pero enloqueció más al mirar atentó su rostro, tenía unos ojos oscuros, negros y profundos, al igual que su cabello corto del fleco a comparación con la parte trasera, que caía brevemente en su nuca. Su expresión, mostraba algo de nervios, pero lejos estaba de verse inocente o infantil, era pura masculinidad.

El chico dio un paso, endureciendo un poco su expresión al tiempo que daba un suspiro, Gohan hasta ahí salió de su asombro, frunciendo el ceño a nada de lanzarse con cuestiones, frenando su: “¿Quién eres tú?” cuando ese muchacho abrió la boca.

-Gohan…- dijo y todo su asombro anterior se vio opacado con el impacto que había tenido ahora.

“no puede ser…” se dijo mientras escudriñaba a ese muchacho con sus ojos.

“esa voz…” ----imposible--- “…ese olor….” No había duda.

-Goten…-

Se veía tan diferente…

“no quiero ser igual a papá…”

 

 

Continuará…

Notas finales:

:   Bueno, sé que dije que había una escena de Trunks, pero decidí no usarla, ya que el próximo capítulo tratara de eso, de tooooodo eso de Trunks. Aunque moría de ganas de ponerla, esa y una escena reveladora!!!! Una que es el cambio para todo!!! Pero obvio no podía ponerla, le falta un poquitín de justificación, bueno, para lo que seguiría de ella. Además que si la ponía faltarían solo dos capítulos, (obvio sin contar este) y en realidad, según mis cuentas, faltan unos cuatro, así que prefiero siga corriendo como va, no quiero comerme detalles.

Ven como tenía Goten su cabello en el final del Z, pues así lo tenía ahorita jajaja, es que creo que no se entendió xD!

Tengo mucha tarea, líneas de producción y medidas de tiempos y movimientos en armado de artículos, doscientos tiempos que monitorear por cada juguete, y una tabla y demás, (esa por mencionar la más difícil) Así que tal vez no cuente con el tiempo suficiente como para escribir, quizá lo haga, soy débil y necia, pero quizá no lo termine a tiempo así que puede que exista retraso en el que sigue.

Lo trataré de subir rápido, aunque en realidad soy de las más rápidas y fieles en subir, así que no creo que cuente mucho un pequeño retraso, jeje.

Bueno, saludos y gracias por leer, cuídense, si dios quiere nos vemos en sig jueves o viernes, pero reitero el posible retraso. Tengan una linda semana, suerte!


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