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Dos cuerpos, una habitación por InuKidGakupo

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Notas del capitulo:

Mi meta es que sean siete capítulos en total, a ver si lo logro, mientras, el capítulo 3! Espero les guste!

Sí, lo sabía, no sé por qué pensé al menos por un segundo que me ayudaría, no sé por qué creí que al no verme regresar se preocuparía y tal vez iría a buscarme. Soy un idiota. ¿Cómo pude pensar que mi padr-- que Vegeta podría ser considerado con alguien? Imagino que ni siquiera ha notado mi ausencia, y si lo ha hecho no debe ser de su interés. Es el monstruo que dijo mamá al final de cuentas, me ha dejado aquí, en el frío y duro piso… frío y duro… ¿duro?

Trunks comenzó a retorcerse levemente, cobrando la conciencia pero sin abrir los ojos aun, comenzando a mover los dedos a los costados, sintiendo una suavidad que le hizo frenar sus pensamientos de repente. El suelo no estaba duro. Y le costó unos segundos más darse cuenta de que tampoco estaba frío, en realidad lo clasificaría como suave y cálido. Sentía aun su cabeza dando vuelta detrás de sus parpados, y se preguntó si estaba alucinando o algo parecido. La sensación era casi igual a la de su cama.

Se obligó a sí mismo a abrir los ojos, temiendo por encontrarse tirado en un lugar donde no tenía idea de cómo volver, sosteniéndose firmemente de las sábanas cuando distinguió el techo de la habitación. Se sentó abruptamente, con las ideas fluyendo en su cabeza y con demasiada confusión. Un trapo cayó de su frente hacia su regazo al momento de incorporarse, parpadeando un par de veces antes de reaccionar que alguien lo había puesto ahí.

-No deberías levantarte todavía…- la gruesa voz de Vegeta resonó a su lado, llamando su atención y logrando que diera un breve salto en su cama.

-Papá…- susurró sin darse cuenta, mirando con ojos sorprendidos y suplicantes de una explicación. -¿Tu…?-

-Eres un idiota, te dije que debías comer correctamente y entrenar lo que te corresponde…- regañó, y Trunks arrugó el rostro algo arrepentido. –Te enfermaste por sobre exigirte y no cuidarte como debías…- agregó en un tono más suave, mirándolo desde su lugar en la mesa del centro.

-Yo…- quiso decir algo, pero las palabras no se articulaban correctamente, solo la realidad de que pudiera ayudarlo corría en su mente. -¿Tú me trajiste hasta aquí?- preguntó directamente, observando como una ceja de Vegeta se levantaba en sorpresa.

-No solo te traje hasta aquí, te he mantenido con vida la última semana…- Un jadeó salió de los labios de Trunks, buscando con la mirada los relojes sobre la pared una confirmación. Efectivamente, había pasado una semana entera desde la última vez que los había visto.

-¿Estuve inconsciente una semana? ¿Pero cómo…?- inquirió aun atónito ante esa idea, paseando sus ojos de un lado a otro como si pudiese encontrar alguna respuesta en el aire.

-Era más fácil para mí dejarte morir, me has hecho perder el tiempo, muchacho…- se quejó el príncipe, pero Trunks pudo notar en su voz un tono de broma ligero.

-¿Me has cuidado…?- preguntó para sí mismo, encontrando al lado de su cama dos recipientes con agua, uno debía de ser para beber, y el otro quizá era para mantener fresco la tela sobre su rostro.

-No es algo que me guste hacer…- susurró Vegeta como respuesta. –Pero quizá podrías ser útil…- Se puso de pie, llevando una charola de comida consigo. –Anda, debes comer. Alimentarte mientras estás inconsciente es difícil por no mencionar pobre, necesito que te recuperes y me dejes de quitar el tiempo…-

Trunks recibió la bandeja con las manos temblorosas, no porque se siguiera sintiendo mal, sino por la conmoción que corría en su cuerpo. Miró a su papá a los ojos, y Vegeta notó de inmediato ese brillo suplicante y esperanzado, como un pequeño niño mirando a su salvador o más grande ídolo. Rió de lado, dejando ir un suspiro y avanzando a la salida del cuarto.

-Estaré haciendo algo productivo, no te esfuerces demasiado o te juro que te dejaré morir esta vez…- fue su advertencia, y al no escuchar respuesta, salió volando a algún lugar.

El muchacho en realidad deseaba decir algo, darle las gracias, pedir detalles, pedir perdón por lo de antes, ¡Por lo menos asentir ante su aviso! Pero nada salió, simplemente estaba frío ante la situación, sosteniendo entre sus manos su comida y con la mirada clavada en donde segundos antes se encontraba el hombre.

Simplemente era increíble, totalmente imposible según había creído. Su mirada se fue contra los relojes de nuevo, tratando de hacerse entender que verdaderamente había pasado una semana entera y que Vegeta no estaba tratando de jugar con él. Pero no había duda, y no creía a su papá lo suficientemente meticuloso como para ponerse a cambiar el horario de cada uno de los artefactos sobre la pared.

Su vista se fijó en el plato frente a él, la comida se veía diferente a lo usual, ¿acaso… acaso Vegeta había cocinado para él? Su corazón saltó de solo considerarlo, mirando de pronto el platillo como si fuera el mejor manjar del universo entero. Lo había hecho su padre, para él. Se mordió el labio inferior tratando de acomodar sus ideas antes de hacerse ilusiones y fantasías sobre la humanidad detrás de Vegeta, pero cuando volvió a mirar el agua a su lado, ya era muy tarde para evitar emocionarse. Su corazón latía conmocionado. Imaginar a su padre cuidándolo era la imagen más aterradora, curiosa, exótica, increíble, sorprendente e infinitamente agradable.

Contradicciones encontradas en sus pensamientos corrían al pensar que su padre había tenido que darle de beber en ese vaso con cuidado de que no fuera a morir ahogado. Conociéndolo, debía haber sido todo un reto y un martirio. Tomó la tela que yacía en su regazo, aún estaba fresca, se preguntaba si verdaderamente su padre había prestado la suficiente atención a desear bajarle la temperatura. Tantos cuidados…

De pronto se sintió aplastado por unos extraños remordimientos y dolorosas realidades. Como el hecho de que tan solo al despertar, sin saber siquiera donde estaba, hubiese pensado tan mal del hombre que lo había salvado. Y qué decir de haberle dicho monstruo y desconsiderado una semana atrás durante la comida. ¿Era acaso que había juzgado mal a Vegeta?

Recordó haberle escuchado decir que debía comer bien, y ahora esto, en verdad parecía preocuparse por él. La culpa lo sumió unos momentos, apretando la tela entre sus manos y mirando sus pies desnudos frente a él… “¿desnudos?”
Se sobresaltó de un momento a otro, tirando de la sábana que lo cubría y mirándose atentamente.

Un poco de calma vino a él cuando se encontró con ropa, pero se desvaneció al notar que era únicamente su ropa interior, y más aún al notar que olía a jabón fresco, como si hubiese tomado una ducha ayer u hoy en la mañana. Se sonrojó ante la idea de su inconsciencia y su padre teniendo que hacerse cargo de eso, pero frenó su tren de ideas cuando se repitió a si mismo esa última parte. “Es mi padre… no hay problema…” se dijo, tratando de convencerse y amortiguar la situación.

Pero eso no duró mucho, recordando los comentarios fuera de lo común de Vegeta y sus sonrisas misteriosas, encogió su cuerpo y presionó las sábanas de nuevo contra él, buscando sobre las cobijas algo que le diera prueba que había estado a salvo, pero evidentemente no encontró nada. Por un momento creyó que entraría en pánico, pues los pensamientos como “No hay problema, los dos somos hombres” no ayudaban en nada, complicando la situación y poniéndose más nervioso.

Pero de un momento a otro se relajó completamente, mirando de nuevo a la puerta como si esperara verlo ahí, encontrando el mismo vacío. Sonrió entonces, desechando todas esas tonterías, sí, Vegeta podía ser cualquier cosa, incluso el infeliz maldito que todos afirmaban, pero estaba seguro, de que no sería un aprovechado con su propio hijo inconsciente.
Sonrió de lado a lado, e incluso le dieron ganas de salir a entrenar un rato, pues se sentía muchísimo mejor, más que nunca podía afirmar, pero sintió el dulce olor de la comida a su lado, reposando en el colchón donde lo había dejado. Lo tomó y pensó en levantarse y comer donde debía, pero las recomendaciones y acciones de su padre no se salían de su cabeza, no era momento para agitarse todavía, podía volverse a enfermar, y todos los cuidados de Vegeta habrían sido en vano. Y con esos pensamientos, comenzó a comer lentamente de su tazón.

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Soltó un rugido furioso, lanzando su técnica especial a algún punto en el aire, tomándose unos segundos para respirar mientras observaba su poder azul alejarse rápidamente. Bajó su brazo, jadeante y sintiendo el sudor resbalar por su espalda en su piel ardiente, escuchando con claridad el latir rápido de su corazón resonando en su cabeza. Colocó los pies en el suelo y posó las manos en sus caderas tratando de recobrar la compostura.

Miró al suelo, ese duro piso incambiable y blanco profundo y brillante, añorando por un momento el verde pastizal o algún otro color que variara bajo él de una buena vez. Pero la idea le pareció indeseada una vez que recordó a que debía atenerse cuando saliera de ahí. Debía enfrentar a esos monstruos, tener que soportar a Kakarotto y los demás tontos Z, pero más que nada, se alejaría de él. Y se sintió un idiota al ser consciente de lo débil que sería ante esa idea.

Él chico se marcharía, de eso estaba seguro, una vez que el año transcurriera y la batalla terminara, si todo salía bien, Trunks debía volver a su tiempo, donde pertenecía. Era preocupante la sensación de no desear apartarse de alguien, él, el príncipe de todos los saiyajins, el que mataba a quién fuera sin el menor sentir, no quería ver irse a un niño de regreso a su casa, lejos de él.

Sabía las razones, le costaba admitirlo, pero conocía en el fondo la razón de esos sentimientos tan débiles para alguien como él. Y lo sabía por qué los había experimentado ya. Solo con ella, la única mujer que lo había capturado al grado de no querer ser más el malo y desear vivir normalmente en la tierra, había sentido lo mismo con Bulma que lo que sentía ahora mismo dentro de sí. Y no es que hubiese dejado de quererla a ella, era solo que el chico emanaba la misma sensación dentro de él.

Maldijo a la madre del muchacho por haberlo hecho tan frágil y tan exótico, casi o incluso más que ella. Pero Bulma abandonó sus ideas después de explorar más a fondo las razones de su comportamiento y pensamientos, no todo era cuestión de apariencia o la relación directa con la mujer. Algo había nacido en el momento en el que lo miró por primera vez, cuando se convirtió en un súper saiyajin y eliminó a Freezer sin esfuerzo.

Pudo verse a él mismo a través de esos ojos azules. No solo a él, a toda su raza y a todo su pueblo, su venganza a su humillación destinada a caer en las manos del muchacho, todo se reflejó en Trunks, todo el coraje, toda la sangre, todo él. No sabía realmente en que momento fue que descubrió que la simple presencia del chico lo paralizaba, como si simplemente fuera difícil para él moverse o actuar correctamente.

Había pensado por un momento que el escalofrío que ascendía desde su interior hasta querer expulsarlo por la boca era odio, rencor o algo parecido, que quizá se sentía humillado por el chico, y aunque así pasó al inicio, sabía que dentro de sí había crecido un respeto, admiración y orgullo al saber que era su hijo de otro tiempo. Su hijo. Entendió entonces por qué sus ojos estaban bañados de la misma manera que los de él.

Pero ahora algo se había distorsionado dentro de su mente, algo que de pasar a observarlo con cautela y mantenerlo vigilado, había pasado a querer mirarlo solo por verlo, porque le gustaba hacerlo. Y los ojos de Trunks habían cambiado en ese momento, y el color de su madre se había desvanecido para él, al igual que su salvajismo saiyajin. Y Trunks dejó de ser la mezcla de su alter ego y Bulma, dejó de ser un motivo de admiración de padre. Trunks pasó a ser Trunks y nadie más.

Solo el chico con quién estaba encerrado por un año dispuesto a entrenar y aprender todo lo que pudiera. Trunks no era su hijo. Y eso le había quedado muy claro cuando los dos cruzaron el umbral a la habitación, cuando su nariz aspiró su aroma y creyó sé que asfixiaría y perdería el control sobre sí mismo originando alguna clase de tontería. Una que no debía si quiera pensar que en otro tiempo lo había concebido.

Pero de nuevo su cabeza había dado una vuelta, una al soñar con la mujer e hijo que lo esperaban afuera. Su hijo de verdad. Y entonces quedaba para él la cuestión y la misma sugestión de convencerse a sí mismo que el muchacho con quien estaba no tenía un verdadero lazo con él. No eran nada por más que el chico le llamara padre. Él no era su padre. Y no lo era porque tampoco quería serlo. Claro que estimaba filialmente al bebé que lo esperaba afuera y estaba dispuesto a darlo todo por protegerlo. Pero de nuevo, Trunks no era ese mismo bebé. Lo que sentía por un Trunks a diferencia del otro eran cosas muy diferentes.

Nadie podía llegar un día y decirle que tiene un hijo de diecisiete y que pasará un año entrenando solos en un cuarto y esperar que él lo aceptara con facilidad y calma. ¡Todo había tenido en este tiempo menos calma! No le entraba en la cabeza que el chico fuera su hijo, así de sencillo, sus ojos se habían puesto demasiado pronto sobre él antes de que se diera cuenta de que posiblemente estuviera mal. Y decía posiblemente, por que seguía gritándose a sí mismo que no eran nada. Y lo hacía únicamente para liberar un poco de su conciencia. Una que atormentaba y seguía abrumadoramente desde hacía una semana. Al menos desde ahí fue que cometió un error del que se había creído capaz de evitar.

Tenía una noticia, había fallado.

Tomó un fuerte respiro y se tiró sobre el suelo, tomando grandes bocanadas de aire para tratar de recuperar las fuerzas y el aliento que había perdido durante el entrenamiento, manteniéndose quieto sintiendo la temperatura de su cuerpo descender paulatinamente. Cerró los ojos y se concentró en regular el ritmo de su corazón, relajándose y registrando todo a su alrededor. Y abruptamente se dio cuenta de que algo faltaba.

Apretando más los ojos rastreó todo el lugar nuevamente y con más atención, rectificando que aquella fuerza a lo lejos se había desvanecido. Trunks había desaparecido. Se levantó, olvidándose del cansancio físico, girando la cabeza de un lado a otro como si esperara verlo en los alrededores.

Soltó una maldición por lo bajo y levantó el vuelo de regreso a la casa, tratando de calmarse y pensar que el muchacho quizá estaba demasiado inmerso en sus sueños, o que ocultaba su Ki a propósito por alguna estúpida razón. Más sus temores fueron tentados al llegar a la casa y encontrarla completamente vacía, solo le llevó un par de segundos en registrarla completamente. Se detuvo en seco tratando de pensar con claridad, considerando la remota posibilidad de que el muchacho hubiese huido y abandonado la habitación, llamándolo cobarde en sus pensamientos y maldiciéndose por haberse sentido mínimamente preocupado.

Pero esa idea se fue como llegó, su cerebro percibió su presencia, débil y lejana en un punto que no llegaba a descifrar con exactitud, pero reconociendo de inmediato la dirección. Su vuelo se levantó igual de rápido como su renovada preocupación, dirigiéndose a la casi imperceptible señal de poder, revisando desesperadamente el suelo a una velocidad que incluso podría marearle.

Fue entonces cuando lo vio, una figura borrosa y apenas perceptible entre el suelo deslumbrantemente blanco. Bajó de inmediato, andando los últimos metros a pie antes de unirse a él en el suelo, arrodillándose a su lado y tomándolo por los hombros. Lo llamó, le gritó su nombre y lo agitó por los brazos en repetidas ocasiones, enfureciéndose un poco al no obtener respuesta.

-Maldición, Trunks…- masculló, tratando de calmarse y colocando al muchacho sobre su regazo, quitando de su rostro los mechones claros que se pegaban a su piel por el sudor. Entonces percibió el calor que emanaba su frente, colocando llenamente sus dedos sobre el rostro del muchacho. –Estas hirviendo…- comentó, retirando la mano y moviendo el rostro del chico otro poco.

Tomó a Trunks entre sus brazos, levantando la marcha de regreso a la misma velocidad, o incluso más, a la que había llegado ahí. No había llegado aun cuando supo que acomodarlo en su cama y darle algo de agua no sería suficiente para bajar la temperatura elevada de su cuerpo, y maldiciendo el infernal ambiente de la habitación, se dirigió a la ducha nada más al llegar.

Tomó un par de minutos llenar la tina, pero llevó más tiempo tomar una decisión sobre sus acciones. Pensó en meter al chico con todo y ropa, pero sabía que era la única con la que contaban, y si después se quedaba con las prendas mojadas solo empeoraría las cosas. En el fondo supo desde el principio que debía quitársela, pero deseaba por lo menos considerar otra posibilidad.

Tomó un largo suspiro antes de zafar la armadura del cuerpo inconsciente de Trunks, soltando otra maldición cuando sus manos temblaron nerviosas. ¡Por dios, el chico se estaba muriendo y él estaba tan agitado por el hecho de verlo desnudo! Liberó la parte superior, y apartando levemente la vista del cuerpo del menor, quitó el resto en cuestión de segundos, cargando en brazos de nuevo para hundirlo a la tina de agua fría.

Estuvo ahí más de dos horas, sentando al lado sobre el piso del baño sin despegar la mirada de Trunks, revisando su temperatura cada dos minutos, y soltando un siseo cuando descubría que no había bajado casi nada desde que lo encontró tirado. Tuvo que pasar medio hora más después de eso para que el cambio fuera notorio, y soltando todo el aire que retenía sin saberlo, se permitió relajarse brevemente.

Sintió ganas de regañarlo y dejarlo ahí solo por imbécil cuando él mismo le había advertido sobre su seguridad, pero reprimió sus energías al colocar una mano sobre el brazo del chico. Un tacto completamente consolador, para él mismo claro, la idea de saber que estaba bien y que había logrado llegar a tiempo. Sí, los saiyajins eran fuertes y difíciles de doblegar por situaciones extremas para cualquiera. Pero Trunks no dejaba de ser un medio humano necio y testarudo.

En impulso se arrodilló, acomodándose mejor a la altura de Trunks y recargando su frente en la cabeza del chico, aspirando su aroma como si quisiera consumirlo todo de una vez, sujetando los cabellos lilas con una mano, mientras la otra buscaba de nuevo la mano de Trunks para unirla a la suya. Supo en tan solo unas horas lo que era la preocupación y lo que era la tranquilidad absoluta.

Dejó pasar quince minutos antes de que decidiera que era buen momento para sacarlo, tratando de mantener la vista apartada de cualquier lugar que no debiera ver, lo volvió a levantar, sin importar que en el proceso se mojara completamente. Lo recostó en su cama correspondiente y envolvió en una sábana, tomándose un momento para volver por su ropa y mantearla a un lado, quedándose quieto al contemplar su imagen.

Se sintió un tonto, primero por haberlo dejado solo y marcharse a entrenar, por no haberse dado cuenta más rápido, y segundo, por haberse dejado doblegar tan fácil con la idea de perderlo de una manera tan absurda. Y era en esos momentos cuando se daba cuenta de que tanto podía llegar a significar alguien que creyó era nada.

-Si no fuera por mí, no estarías así… ¿Verdad?- preguntó con voz apagada y a sabiendas de que no obtendría respuesta. Sentándose en la orilla de la cama y admirando la pasiva expresión de Trunks.

Y toda la razón dentro de él se vino abajo, sintiendo una dureza en su entrepierna con solo aspirar tato su aroma y saber que estaba completamente desnudo bajo las sábanas. Fue que todo lo que había estado negándose y reprimiendo por los últimos meses brotó y no le dio oportunidad de luchar contra ellos. Su mano desnuda se posó sobre la mejilla del chico, acariciando su suave piel mientras deseaba poder mirar el resplandor de sus ojos en ese momento.

Su otro brazo anduvo hasta el otro lado de su rostro, rodeando su cabeza con sus manos y en el proceso acostando su cuerpo sobre el de Trunks. Se veía tan indefenso, tan frágil y fuerte al mismo tiempo, lleno de vida y tan carente de conciencia justo ahí. Quieto y a su merced entre sus brazos. Cerró los ojos para hundirse en su esencia, ignorante de que su rostro caía con suavidad contra el de Trunks, rozando sus narices y aspirando su aliento.

Casi era testigo del aire que salía de sus pulmones y entraba en los suyos, preso de todo eso, unió sus labios con suavidad, bañado por la respiración del otro que subía y bajaba su pecho haciendo un contacto gentil en su piel que podía jurar lo estaba quemando. Incrementó sus movimientos, utilizando su agarre para abrir camino entre los dientes del chico, hundiendo su lengua en esa cavidad que era tan dulce como jamás lo hubiese imaginado. Se sentía tan bien, a pesar de que no estaba siendo correspondido.

Eso le recordó que Trunks estaba inconsciente, retirándose de inmediato preso de la culpa, pero algo rígido rozó su pierna, llevando sus ojos hasta donde un bulto se acentuaba entre las sábanas. Su corazón se aceleró, entendiendo que el cuerpo del muchacho seguía reaccionando ante los estímulos a pesar de que estaba desmayado. Debió detenerse, sí, pero no lo hizo.

Deslizó la tela delicadamente, casi con miedo, descubriendo ante él la rigidez a medias del muchacho, quien seguía inmóvil en su lugar, respirando pausadamente por alguna razón, una que seguro eran parte de la situación. Vegeta tragó sonoramente, llevando su mano a recorrer lentamente el pecho y abdomen del muchacho, delineando con la yema de sus dedos cada curva marcada y perfectamente tentadora.

Su piel rozó con la calidez del miembro, pero Trunks pareció estremecerse, o si no al menos moverse levemente. Pero eso bastó para que Vegeta se separara, tomando los boxers que había abandonado a un lado y colocándolos rápidamente en su lugar, cubriendo al muchacho completamente y levantándose de inmediato.

-Soy un completo imbécil…- se dijo, deseando poder patear su propia cara por lo que acababa de hacer y por qué pudo haber hecho. Se estaba aprovechando, de la manera más baja y sin honor.

La disculpa no alcanzó a salir de su garganta, pero estuvieron las palabras presentes en su mente. Se giró y anduvo a la cocina en busca de agua y un pedazo de tela que pudiera servir. Giró sus ojos al muchacho, aun cargados de arrepentimiento y culpabilidad. Desde el momento en que descubrió que el chico le agradaba para algo más, se prometió que jamás, por nada del mundo, trataría o intentaría algo. Y acababa de fallar.

Regresando a su sitio al lado de la cama, le miró dormir pasivamente, quedándose hipnotizado por unos minutos, para después retirar la vista y colocar el cinto. –No lo volveré a hacer…- prometió, en parte para él y en parte para Trunks. Había sido un error que no volvería a cometer. Reprimiría y eliminaría todos aquellos sentimientos. Era una promesa.

Pausó su entrenamiento, al tanto de la energía del chico se concentró para asegurarse de su posición, suspirando cuando lo sintió estable, consiente y dentro del cuarto. Tronó su cuello y secó el sudor de su frente rudamente, mirando en la dirección de la casa y dudando antes de alzar el vuelo y regresar.

Miró los relojes, en ese lugar sí que se iba el tiempo rápido sin notarlo, ya había estado fuera por más de nueve horas seguidas, necesitaba comer y descansar de una vez. –Padre…- una voz llevó su atención a un lado, descubriendo a Trunks sobre una silla de la mesa, mirándolo de esa forma que solo él sabía hacerlo.

-¿Qué haces levantado?- preguntó con dureza, cruzándose de brazos y tratando de actuar indiferente cuando notó dos raciones de alimentos iguales sobre la angosta mesa. –Debiste comer tú solo…- susurró, volviendo sus ojos a Trunks, quien no parecía capaz para articular una respuesta.

-Y-Yo, lo hice, e-esto es la cena…- bajó la mirada apenadamente, mirando de reojo como Vegeta tomaba asiento de su lado, tomando uno de los platillos y acercándolo a él.

-Comamos entonces…- Trunks asintió, tomando unos segundos más antes de levantar la cabeza y levantar unos cubiertos en sus manos.

Ambos comieron con más calma de lo acostumbrado, detalle que no pasó desapercibido para Trunks, quien también había notado algo diferente en el tono de su voz, tanto al despertar como hace unos momentos. Sentía algo ligeramente distinto en el aire, como si de un momento se hubiera liberado tensión e incomodidad, en donde debía haber gritos e insultos sin sentido.

-Sabes…- Vegeta endureció el rostro cuando escuchó el llamado, tragando ásperamente el bocado en su boca y prestando mínima atención. –Cuando desperté hoy creí que me habías dejado ahí…- comentó, mirando como su padre se encogía de hombros como si de verdad hubiese considerado esa posibilidad. –Perdóname…-

Un gruñido salió de la garganta del príncipe, soltando su cuchara y encarando al muchacho agresivamente. -¿Por qué te disculpas? Cualquiera lo hubiera pensado…- sonó un tanto orgulloso, pero Trunks lo tomó calmadamente.

-Me refiero a lo de antes, siento haber dicho que eras un ególatra infeliz que no le importa nadie más. Siendo sincero, jamás he creído que eres ese monstruo…- Vegeta mantuvo silencio al sentirse internamente como uno. Sí, lo había salvado, pero Trunks no sabía el resto de la verdad. –Sé que no eres como todos dicen…-

-No deberías decir eso…- soltó, refiriéndose a que una breve culpa lo comía por dentro y no había razones para pedir perdón por lo de antes. Pero Trunks lo mal interpretó, creyendo que de nuevo se estaba encerrando en su mundo y creyéndose el papel de villano que no era.

-Bueno, tampoco es como si hubieras abusado de mí, ¿Verdad?- Vegeta casi se ahoga con la pieza de alguna carne que comía, tomando aire rudamente mientras miraba a Trunks un poco aterrado, pero se calmó rápidamente desviado la mirada para no delatarse.

-Deja de decir tonterías, muchacho, ¿Cuántas veces tengo que repetírtelo?- Se levantó abruptamente, dándole a espalda con dirección al baño. –Mañana estarás bien, puedes continuar con tu entrenamiento…- agregó, usando de nuevo su indiferencia.

-Genial, esta vez te daré más combate de lo normal…- sonrió, pero Vegeta se giró abruptamente hacia él.

-Dije que volverías al entrenamiento, pero no conmigo, muchacho… - Un jadeó abandonó la boca del menor, mirando con interrogante a su padre. –No protestes, no quiero que continúes atrasándome…-

No dijo nada más, alejándose y sabiendo que dejaba a un muchacho estupefacto y quizá lastimado. Pero estaba seguro que si seguían entrando en pareja resultaría más afectado que estando solo. Alejarse de él era la mejor solución, si estaban cerca, si el muchacho dejaba su perfume en el aire a su alrededor, no estaba seguro si podría contenerse, no sabía si atendería las consecuencias. Así que eso era lo mejor, tomar cada uno su lado, para no fallar a su promesa.

Continuará…

Notas finales:

¿Vegeta se dará cuenta de que Trunks siente lo mismo? ¿Será capaz de contenerse? ¿Trunks sabrá que lo besó? ¿Aceptará las cosas tal y como su padre las planeó?

Bueno, así que no nos queda más que esperar a la próxima! Saludos!


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