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El vínculo por -Raiden-

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Notas del capitulo:

Muy bien, ya se dieron cuenta, esta historia es bastante larga... lo siento por eso... pero como lo prometi...

Cada una de esas horrendas conversaciones estan plasmadas...

Siempre cumplo mis promesas... si pierdes el honor no te quedara nada... ¿no es asi?

 

Disfruten de este capitulo donde habra cosas inesperadas.

 

 

 

"-¿Ya no me quieres?

-Si... Pero me canse de demostrártelo"

 

-¿Porqué Doflamingo se estaba comiendo al señor Crocodile? Y ¿Porqué Vergo-san se estaba comiendo a Coby también? - pregunto con algo de preocupación Alexander, ya que tenía miedo de que también quisieran comerse a alguien más a parte de ella.

 

La inocencia se caracteriza por la falta de algún conocimiento de un tema en particular, respecto al nivel en que se compare y Marco no sabía cómo responder a esas preguntas. No terminaba de digerir todo lo que le había contado.

Primero: No podía creer que Vergo le hiciera algún daño, y la quisiera para esa clase de cosas, pero ahora veía de qué color era el tigre.

Y segundo: Sus pervertidos jefes eran los peores, dándole un espectáculo de sexualidad explícita "XXX". Eso no era nada educativo y sobre todo en un futuro pensaría que eso es normal. Aunque ella no era alguien normal, no merecía ser pervertida de esa forma.

-Alex... Te diré un secreto. - le susurro para que ella le prestara atención. -Eso se llama... Besar y pues... - Marco a cada instante se ponía más nervioso, pero seguía hablando. - Lo haces cuando le demuestras a alguien... Que lo quieres mucho... - término limpiando algunas gotas de sudor con su mano, que se deslizaban por su frente.

 

Él no era bueno hablando de temas como esos, tenía el don de la paciencia y de incomodar a la gente, incluso sabía hablar cuando de negocios se trataba pero, decirle a una niña que significaba un beso era algo que nunca se imaginó haciendo.

 

Alexander lo veía y escuchaba fascinada, había aprendido algo nuevo y lo puso en práctica.

Se acercó rápidamente al rubio y lo beso en la mejilla como hizo Doflamingo con ella.

Tal vez su creador no era tan raro como ella creía y ahora que sabía el significado de ese acto, imaginó que el también quería mucho al señor Crocodile. Pero una duda asaltó su inquieta mente. ¿Acaso tenía el mismo significado un beso si este era en cualquier parte?

Estaba a punto de preguntarle de nuevo al rubio pero este ya se había dormido. Sonrió y volvió acomodarse en su regazo. Mañana sería otro día y podría preguntarle si había alguna diferencia.

Marco que fingió dormir por el inocente acto de la niña de besarlo, ya no quería que le preguntará nada, y que me mejor estrategia que fingir, al menos en eso era bueno, que en ser un educador de una niña de seis años.

 

 

-...-...-...-...-...-...-

 

 

Llevaba dando varias vueltas por las mismas cinco calles cerca del bar. Ya no sabía si estaba más cerca de su departamento o en algún sitio desconocido.

Giró el volante del auto en una calle que según él no había visto y nuevamente empezó a dar vueltas.

 

"Esa gasolinera no la he visto antes... ¿O sí?"  reflexionaba el peliverde al conducir el auto de su amigo que parecía dormir, recargado en la ventanilla, acurrucado hasta las orejas con su propio abrigo del ejército.

 

-¡Maldición! Estúpidas calles por que se mueven de lugar. Todo es diferente de noche. - refunfuñaba el espadachín por tercera vez al ver nuevamente la gasolinera.

-Zoro... Detén el auto... - pidió con voz baja su acompañante.

-Ya pronto llegaremos. - se justifico al ver que su amigo despertaba.

-Zoro... En serio detén el auto. - pidió nuevamente su compañero incorporándose tapando su boca con sus manos después de hablar.

-Tks... - se orilló a una de la esquinas, y vio como el pelirrojo salía del auto para correr a un bote de basura.

 

Al parecer Shanks se había mareado por tantas vueltas que dio el moreno en el auto.

Zoro bajó del auto para acercarse a su amigo y saco una servilleta de su bolsillo.

El pelirrojo estaba vomitando lo poco que había comido y el alcohol que había tomado. Su cara tenía un color pálido verdoso y se aferraba al bote para no caer dentro de este.

Pobre Shanks, la próxima vez lo pensara dos veces antes de ponerse hasta atrás.

Por fin, dejo de arquearse por el espasmo en su estómago y garganta. Tomo la servilleta que le tendió Zoro y se limpió sus pálidos labios.

 

-La próxima vez, dormiremos en el auto... - le dijo Shanks con una voz un poco rasposa y fulminándolo con la mirada.

-Sabes que no puedo dormir a gusto en los vehículos. - dijo el peliverde rascando su nuca y ocultando su mirada.

Shanks lo seguía mirando enojado y camino de vuelta al auto para llevarlo a su departamento.

Era un caso perdido, literal, de verdad era un milagro que haya dado con Mihawk cuando le avisó donde estaba. Aunque Tashigi fue quien le llevo, engañada por Zoro diciéndole que tenía una cita y esta persona trabajaba en ese lugar. Pero claro ese era un secreto que se llevaría a la tumba.

-Vamos, conduzco yo ahora. - sentenció Shanks para sacarlos de ahí de una maldita vez. Al parecer se le quitó lo ebrio al devolver el intoxicante líquido.

Zoro sólo asintió y subió al auto ahora en el lugar del copiloto.

Ya estaban en marcha y saliendo por fin de esa zona para llegar a la avenida East Blue, donde estaba el departamento del peliverde.

 

-Oi... - le llamo Shanks con seriedad.

-mmm... - en realidad no era una respuesta pero era lo mejor que podía decir el peliverde después de haberse perdido como un niño pequeño.

-¿Porqué no me esperaste? Te dije que no tardaría en llegar. Podríamos haberle atrapado. - le reclamo el pelirrojo sin apartar su vista de la casi oscura carretera.

Era obvio a quien se refería, "Ojos de halcón"

-Cuando te enfrentas a tu destino... Lo haces sólo. - le contesto Zoro con seriedad mirando por la ventanilla cerrada del auto.

Shanks suspiro con algo de fastidio, sabía a qué se refería y él en su momento también cometió esa estupidez.

-¿Sabes cómo fue que me hice esta cicatriz? - le pregunto a Zoro llevado una mano a su ojo izquierdo, sintiendo esos tres rasguños surcando su morena piel.

Zoro lo miro con una interrogante, pero sólo negó con el silencio que producía.

-Estas marcas me las hicieron únicamente por no pensar en mi... ¿Entiendes? - le contesto el pelirrojo dirigiéndole una rápida mirada de arrepentimiento.

-Yo voy a ser más precavido, descuida. - le aseguró el peliverde, viéndolo todo el tiempo, jugado ahora con sus dorados pendientes de su oreja izquierda con una de sus manos.

-Aja, como cuando te hirió el pecho. - el sarcasmo de Shanks salía a flote por la estupidez que dijo su amigo.

-Tks... Eso fue un contratiempo. Me las apañare. - reitero al ver que pisotearon su orgullo nuevamente.

-Sólo... Avísame... ¿Tanta prisa tienes por morir? - estaba preocupado y molesto el pelirrojo porque su estupidez casi le cuesta la vida.

-Ya... Pero ahora todo mundo lo sabe. - contesto enojado Zoro.

-Y sabes que yo cargare con todo el paquete ¿Verdad? - a Shanks le daba igual que lo culparan por hacerle un favor a un amigo, pero lo que no toleraba era que su amigo buscara la autodestrucción.

-Ah... Lo siento... - era la segunda vez que se disculpaba en un día.

Shanks suspiro aliviado al ver que a su amigo entendió que de verdad se preocupaban por él y no sólo el sino todos sus amigos, a los cuales el denominaba "nakamas"

 

 

-...-...-...-...-...-

 

 

El auto negro acelero cuando paso por los límites de la cuidad.

Podía ver un letrero donde se leía: "Arabasta" un lugar abandonado por dios y el árido lugar dejaba ver sólo la calma y la dorada arena.

 

Acelero más para llegar a su destino. Estaba devastado por haber terminado su relación tan abruptamente con Smoker.

Lo ocultaba muy bien pero para la jefa de recientes del hospital no. Kureha o mejor conocida por todos los doctores del hospital como "Doctorine", sabía que el moreno tenía conflictos emocionales y no lo quería ver hasta que se sintiera mejor.

 

No hay nada más terrible que cuando te pierdes por completo, ya que al estar así, no sabes que tienes que hacer y que no, y las consecuencias sólo causan más dolor.

 

Maldecía por últimas vez al verse dejar el hospital y su turno. Ni siquiera le dio tiempo de darle una última revisión a Roronoa, pero conociéndolo seguramente el muy bastardo ya se habría largado sin que nadie lo viera.

Suspiro al ver ya había llegado al lugar que Doctorine le había recomendado o más bien obligado. Una choza en las afueras del pueblo donde un "Shaman" o eso le había dicho su jefa, le estaría esperando para darle una "Epifanía", ya saben una manifestación sobre una verdad.

Bajó de su auto una vez estuvo frente a una carpa mediana con un aspecto antiguo, con antorchas alrededor para alumbrar el sitio.

La verdad el no creía en nada de eso, era un hombre de ciencia y la superstición no era nada más que caldo de pollo para idiotas.

 

Un hombre salió de la carpa sucia, estaba cubierto con una túnica negra que cubría su cuerpo y cabeza.

-Cirujano de la muerte... - lo llamo con voz profunda y le hizo una señal para que pasara al interior de esta.

-Supongo que tú debes ser "X" - contesto a su apodo Law para caminar al interior. Doctorine le había dicho que el Shaman tenía un asistente llamado "X" y tenía que llamarlo así para darle su permiso de ver al famoso Shaman.

 

El moreno suponía que era una especie de adivino o algo por estilo pero de todas formas entro para acabar con esa farsa de una buena vez.

Cuando entro todo el lugar estaba deteriorado y había muchas muñecas vudú hechas con paja, varios amuletos hechos con plumas y alfombrado con una tela rojiza con negro en todo el recinto.

Un hombre sentado en un cojín azul aterciopelado estaba viéndolo directo a sus ojos grises.

El hombre era rubio con cabello largo lacio hasta la espalda, sus ojos color rojo sangre, y unas marcas negras arriba de lo que debían ser su cejas. Su vestimenta consistía en una larga blanca túnica tapando su pálida piel, y tenía frente a el, lo que parecía ser una baraja de tarot.

 

-Así que tu eres "El mago" - dijo Law con aire de superioridad sentándose frente a él. Ese era el sobrenombre que aquel shaman.

-Trafalgar Law... - dijo el rubio delate suyo con un semblante frío moviendo las cartas delante de él con una mano.

El moreno se sorprendió un poco por saber su nombre, pero luego sonrió como si aquello no lo impresionara en lo más mínimo.

El rubio continuo hablando haciendo levitar las tarjetas delante del el. Ese truco era bastante bueno, incluso Law lo reconoció sonriendo aún más.

-De padre humildes y amorosos... Sin embargo el sufrimiento dejo marcas en tu cuerpo y alma. - lo decía por los tatuajes que tenía asomándose por sus dedos y dorsos de sus manos.

El moreno no decía nada sólo escuchaba atento, ahora con el ceño fruncido.

-Cirugías realizadas: 36 y contando. 100% de éxito en cada una de ellas. Conocimiento extraordinario en cada aspecto de tu vida, sin embargó... - detuvo su voz tomando una de las cartas.

-Veo un coyote de ojos violetas en una isla fantasma al norte... Veo eso y más... - el extraño rubio pareció preocuparse pero seguía con el semblante serio y el tono frío.

-¿Un coyote de ojos violetas? - pregunto un poco confundido el moreno. Ningún animal tendría un color de ojos tan extraños.

-Veo que conocerás a un hombre que tratara de matarte. Veo la muerte roja a tu alrededor... muerte roja. - dijo susurrando el rubio.

Law sabía a qué se refería, el mismo sintió y significaba una letal muerte para él, cuando acabo su relación con aquel este atractivo hombre llamado Smoker.

-No otra vez... - contesto el moreno hastiado.

-¿Otra vez? - pregunto el Shaman y las cartas cayeron a la esponjada alfombra.

-Ya antes me mato un hombre hace poco tiempo... - contesto el moreno empezando a levantarse para salir de ese lugar.

-Sabes bien que los hombres de piel pálida son tu punto débil. - y ahí estaba la revelación de una verdad.

Pronto su destino sería sellado por aquel hombre que llegaría a su vida.

-Gracias por todo... - dijo Law haciendo una reverencia y saliendo del recinto.

-La muerte... - dijo el rubio mientras revelaba la carta en su mano. -Es la máxima muestra de felicidad que existe en las cartas. - finalizo en voz alta aunque el moreno ya no estaba ahí.

 

El hombre de la capucha entro y se sentó al lado del rubio.

-Así que... ¿Conoce ya su destino? - pregunto el misterioso hombre mientras pasaba su mano a través de la cintura del rubio para abrazarlo.

-Cada uno forja su destino. Yo sólo advierto y predigo lo que puede pasar. - su actitud sería seguía presente, pero volteo para quitarle la capucha y revelar el rostro del misterioso hombre.

El castaño cabello de aquel hombre se reveló y su barbilla tenía una cicatriz en forma de "x"

-Continuamos donde nos quedamos Basil. - dijo mientras besaba su cuello, y lo recostaba en la alfombra.

Sus túnicas eran lo único que traían para tapar sus deliciosos cuerpos, cuando el moreno había llegado interrumpiendo su pecaminoso momento.

El rubio se sonrojo pero seguia serio, resistiéndose un poco a su atractivo castaño.

-Drake... - fue lo último que susurró en un tono bastante sensual antes de perderse en ese placer que disfrutaba a diario.

 

 

-...-...-...-...-...-

 

 

 

A primera hora de la mañana una pelinegra caminaba animada por los pasillos de la instalación con una taza de café cargado, dispuesta a ir a su despacho.

 

"Cocinero-san es muy amable y lindo... Lástima que la diosa del amor lo trate tan mal." Pensaba la morena mientras entraba a su oficina donde transmitía la información filtrada a los altos mandos del ejército mundial.

Tomo asiento en su silla detrás del escritorio y empezó la llamada.

Susurraba para evitar ser escuchada, tenía el auricular en su oído por sí alguien entraba o la veía, se justificaría con la excusa de que ella siempre hablaba sola.

Término rápidamente para evitar que pincharan la línea y seguir con su misión de investigar la nueva droga.

 

La "fruta del diablo" ese nuevo experimento del cual no sabía mucho sólo que era altamente letal. Como odiaba ella a esos sujetos, sólo buscando el beneficio propio a costa de los demás sin importarles las consecuencias, pero si seguía con su perfecto disfraz todos los males que habían causado se los haría pagar con creces y torturaría hasta que sus pecados fueran saldados, o pagados con la misma moneda.

 

Estaba ahora bebiendo su café cuando la puerta se abrió revelando a un pálido hombre.

-Científico-san, ¿Que lo trae por aquí tan temprano? - pregunto gentilmente la morena fingiendo no saber a qué venía.

-Le he traído algo al señor Crocodile. - dijo en un tono algo cansado. El pálido científico tenía unas ojeras marca diablo y su ropa estaba desaliñada, clara muestra de que no pegó ojo en toda la noche.

-Si quiere yo puedo dárselo. - sugirió la hermosa y lista pelinegra. Así, no solo tendría los detalles del la investigación sino que tendría pruebas fotográficas y todo de las manos del idiota científico.

 

Este sólo asintió, le dio un sobre bastante grande y pesaba fácilmente un kilogramo.

 

"Esta investigación es la detalla, con esto los hundiremos hasta el fondo" - pensó Robin cuando tenía el sobré en sus manos. Ahora su cara reflejaba algo de perversidad y una sonrisa torcida apareció en sus labios.

 

El cansado científico no se percató de ese perverso semblante y salió de la oficina para llegar a su cuarto y dormir un poco antes de realizar nuevas pruebas a la niña.

 

Empezó abrir el sobre, cuando la puerta nuevamente se abrió revelando a un hombre con gafas buscando algo con la mirada.

-Guardaespaldas-san, ¿En qué puedo ayudarte? - pregunto amablemente mientras bebía su café.

Cuando oyó el sonido de la perilla rápidamente dejo el sobré la mesa y fingió estar desayunando despreocupada.

-Llámame Vergo. - el pelinegro odiaba que no lo llamarán por su nombre y su tono frío se escucho en la silenciosa habitación. - Caesar ha traído algo. ¿Dónde está? - pregunto al no saber qué era lo que buscaba.

Robin sólo señalo el paquete y siguió tomando su café sin importarle en lo más mínimo tal cosa.

Vergo sólo lo tomo y salió de la oficina.

La morena no podía creerlo estaba tan cerca de descubrir la mayor investigación en su carrera como agente secreto y llega el idiota pelinegro y se llevaba los malditos papeles.

Maldijo mentalmente pero estaba segura que tendría otra oportunidad para revelar los secretos de esa letal droga.

 

 

-...-...-...-...-...-...-

 

 

 

-Menuda reunión de mierda. - hablaba el peligris sacando un puro para relajarse un poco.

 

La puñetera junta duro desde esa mañana hasta la madrugada del otro día, todo para poder escuchar el informe de la agente en cubierto Nico Robin. Miembro activo de la unidad especial de estrategia y camuflaje, y la mejor de todos los demás agentes.

 

-Al menos ya sabemos cómo son esos mal nacidos. - respondió un pecoso a su lado, ofreciéndole fuego para que su superior disfrutara del tabaco.

Este lo encendió y de inmediato inhalo el espeso humo para luego soltarlo con un relajado suspiro.

-Ace... - le llamo.

-Sí. Coronel Smoker. - respondió a su nombre adoptando una posición de firmes.

-Felicidades por el puesto. - le dijo tendiéndole la mano. La verdad estaba feliz de que ascendieran al pecoso por su esfuerzo al rango de capitán y bajo su mando.

-Gracias señor. - respondió feliz estrechando su mano y regalándole una sonrisa tierna al peligris.

Smoker no eso esperaba eso, el joven a pesar de tener ya un alto grado seguía teniendo algo infantil en sus gestos dándole una apariencia tierna.

La verdad es que a él peligris le atraían ese tipo de gestos, y ahora que ya no tenía al sexy moreno de Trafalgar, ahora podía seguir con algo más dulce para variar.

-Me sorprende como describieron a ese tal Donquixote Doflamingo. - Ace lo saco de sus pensamientos con su sensual voz.

-Ah... Si es verdad... ¿Cómo es él? - pregunto apartando su mano para tirar la ceniza de su puro al suelo.

-¿Acaso no puso atención Coronel? Y el que tiene problemas con narcolepsia soy yo. - dijo con un toque de burla el moreno pecoso, mientras sacaba una libreta de su bolsillo.

Smoker solo siguió fumando su tabaco para evitar pensar cosas impropias con el pecoso a su lado.

Pasó varias hojas hasta llegar a donde tenía la información y empezó a leer en voz alta:

-Parece ser un ex jugador de basquetbol rubio, bastante atractivo y de tres metros de altura... - hizo una pausa y continuo pero ahora tratando de contener una risa burlona. - Y por casualidad es un alienigena homosexual. - finalizo tapando su boca para evitar reír.

 

 

Notas finales:

Gracias por leer.

Cualquier cosa estoy para servirles.


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