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Tu Deber por Cucuxumusu

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Notas del capitulo:

Señores, señoras, aqui esta el penultimo cap del fic (aunque yo lo considero el ultimo) y como me prometi a mi misma, no voy a llorar. 

Os agradezco los reviews del cap anterior, levantare un pedestal en la tumba de Doffy lo prometo. Tambien me tengo que disculpar por el retraso pero era un capitulo complicado y ademas con mi gatito nuevo no he tenido mucho tiempo para escribir.

Y sin más os dejo el cap wapos.

 

Los acontecimientos después de la muerte de Doflamingo se sucedieron rápidamente. La conquista de Grecia por parte del, ahora conocido como, Imperio Romano, se llevó a cabo sin ningún tipo de contratiempo al haber caído totalmente el ejercito de esta. La población griega, por su parte, aceptó pacíficamente el cambio de poderes sin siquiera preocuparse, después de todo, los abusos de poder y la democracia deprimente de todos aquellos siglos había podido con el ánimo de muchos y casi acogieron como héroes a los romanos. Rápidamente se estableció un nuevo gobierno provisional mientras se acababa de asegurar el territorio, y nuevos dirigentes tomaron sus cargos bajo el mando directo de Roma y de Kidd.

 

En Delfos la cosa no fue muy diferente, tras la caída del dios y de la asamblea, el ejercito tomo el control de la ciudad, y con la ayuda de Marco y el resto de aliados se restableció la paz entre la población rápidamente. Se abolió el sistema de pruebas. Se declaró la libertad de elección para todos, incluidas las mujeres y los esclavos, liberados al fin por orden de Kidd. Se celebraron fiestas. Se reconstruyeron las casas y rápidamente todo volvió a la normalidad y tranquilidad de siempre. Con el calor de la primavera comenzando a hacer reverdecer el campo y los gritos de los mercaderes escuchándose de nuevo desde el mercado. Prácticamente como si nada hubiese cambiado desde que Law era un niño, como si al mundo le diese igual por todo lo que había pasado, y como sí pudiese seguir así durante siglos. En una continuidad larga y pacífica.

 

El ejercito Persa por su parte había vuelto a su propio país a pesar de la reticencia de Darío. El viejo hombre prácticamente no se había separado de Law en aquellas pocas semanas, acosándole a cada momento. Y a pesar de la timidez inicial por parte de ambos al no conocerse de nada, no habían tardado en ponerse al día sobre sus vidas y aficiones prácticamente coincidiendo en cada una de ellas, desde nadar en las regatas del Bósforo o montar a caballo, hasta el estudio extenuante de la medicina, cosa que ya habían hecho varias veces. Diario no tardo en convertirse en un nuevo amigo para Law a parte de su nuevo y rico padre. Aun así, a los pocos días el hombre no había tardado en exigirle a Law que le siguiese a Persia y tomase el trono que tenía que heredar por derecho. Darío no podía quedarse en Grecia indefinidamente, había un imperio sin rey ni sucesor y debía ser repuesto de una forma o de otra.

 

Pero Law solo le había sonreído sin saber todavía que contestarle y le había dicho amablemente que se lo tenía que pensar y que necesitaba algo de tiempo primero para hacerse a la idea. Darío, por supuesto, había protestado ante aquello, y le había dado argumentos bastante convincentes en relación a cierta biblioteca que tenía en cierto palacio y determinada cultura medica heredada de lejanos pueblos asiáticos y árabes y con una impresionante reputación. Y curiosamente Law se había visto vacilando al instante y deseando ir. Estúpido viejo y sus convincentes argumentos. Estaba claro de quien había heredado aquella parte de su propia personalidad.

 

Pero no podía irse así sin más. A pesar de todo el tiempo que había pasado desde lo del templo, no había hablado con Kidd de nada. Prácticamente ni se habían visto. Después del primer encuentro tras la batalla y de haber salido del templo en un extraño silencio y abrazados sin querer soltarse, se habían dirigido a la antigua casa donde había pasado su infancia. Sus hermanos al instante de verle ya libre le habían avasalladlo a abrazos estrangulantes entre llantos y gritos de felicidad. Kidd, por supuesto, se había tenido que ir al cabo de un rato a atender sus tropas y a ver las bajas que habían tenido entre sus filas.

 

Y desde entonces cada uno había tenido que atender sus deberes, uno como emperador y el otro como heredero al trono, sin tener siquiera tiempo para verse dos minutos. No habían tenido ni siquiera una charla decente, como mucho un cruce de miradas o un saludo mientras cruzaban la calle rumbo a otra reunión.

 

Y por eso ahora, con Law sentado en el salón de la casa de Kidd donde nunca había estado, esperándole tranquilamente después de recibir una invitación de su parte, Law no sabía qué hacer. Estaba de los nervios, total y absolutamente, no sabía que iba a pasar con aquella necesaria pero escalofriante conversación. No estaba preparado para aquello psicológicamente, no sabía que decirle al pelirrojo después de todo lo que había pasado. Kidd podía haber cumplido cada una de sus promesas, pero él aun no podía darle lo que el pelirrojo quería. Él aun no podía entregarse a él. A pesar de que lo de Doflamingo se hubiese solucionado, Law no podía aceptarse lo suficiente como para estar con Kidd. Todavía estaba manchado, todavía no estaba a su altura.

 

Suspiró mientras recordaba la invitación que había recibido aquella mañana del pelirrojo, escrita en un lenguaje totalmente formal que no dejaba entrever sus intenciones y acompañada de dos soldados que le miraban intrigados pero intimidantemente. Como si fuese un mensaje de vida o muerte que se debía entregar por cojones y para eso se necesitase acompañarlo con aquellas dos moles de puro musculo.

 

Una invitación ¿En serio? ¿Cómo narices iba a responder a aquello que no cuando los malditos soldados le sacaban dos cabezas a lo alto y a lo ancho?. Estúpido Eustass. Al parecer sus años en Roma le habían dado algo de cerebro y había aprendido como manipular psicológicamente a la gente. O por lo menos a manipularla más sutilmente que antes, pensó Law frustrado recolocándose en el estúpidamente cómodo sillón. ¿Y en su casa? ¿Cómo se le había ocurrido invitarle a su casa?. ¿Qué parte de "vete de aquí" no había entendido en su última discusión?¿ Es que no entendía que necesitaba ir lentamente con aquello? ¿Cómo narices iba a estar Law cómodo en su casa? Aunque a lo mejor aquello era también parte de su estrategia psicológica, ponerle nervioso para que luego no pudiese contraatacar como debería, pensó Law ya volviéndose paranoico con todo aquello.

 

Pero es que nunca había estado allí, y sinceramente, no se lo había esperado para nada. Los sirvientes al llegar le habían hecho pasar a aquella enorme habitación y se había sentado en el sillón, sin saber qué hacer, a esperar al otro. Era una casa pequeña la verdad, con apenas dos pisos con lo imprescindible que tiene que tener una casa. Estaba bien amueblada y decorada con armas y cuadros de batallas al estilo militar, además, estaba apartada ligeramente de la ciudad y se respiraba la tranquilidad y calma del mar que podía admirarse desde cualquier punto de casa, prácticamente como si aquello fuese un castillo encima de una pequeña isla.

 

Era un lugar agradable que realmente no esperaba que tuviese el psicópata de Kidd, pero, como siempre, el pelirrojo conseguía sorprenderle.

 

Aun así todo aquello dio igual cuando se empezaron a escuchar pasos firmes y poderosos acercándose a la habitación, anunciándole que su huésped estaba cerca. Law se quedó sentando sobre el asiento totalmente alerta y con las manos entrecruzadas sobre las piernas en una postura que no dejaba entrever nada de su nerviosismo. Casi pegó un salto cuando la puerta a sus espaldas se abrió y Kidd entro poderosamente en la sala.

 

Su pelo rojo captó al instante su atención y casi como un acto reflejo su cuerpo comenzó a calentarse y empezó a sudar por debajo de la ropa. Sus ojos rojizos le miraron entonces con aquel aire del emperador que era ahora, serios y intensos y con su atención totalmente fijada sobre él. Law tembló por dentro de placer. El pelirrojo además iba con ropa normal y cómoda en vez de con la armadura de la ultima vez, lo que dejaba entrever mucho mejor su figura. Figura que Law se tragó con la vista totalmente hipnotizado en un gesto demasiado obvio. ¿ Como podía estar tan...bien el otro? Aquello no tenía que estar permitido.

 

Pero Law no dijo nada y fingió normalidad mientras Kidd rodeaba la habitación y a él como un depredador estudiando a su presa. Luego, el pelirrojo se sentó enfrente suyo en uno de aquellos sofás que estaban al lado de la enorme e inquietante cama y le mandó una mirada rápida que expresaba de todo menos tranquilidad.

 

Dios, aquello era definitivamente incomodo, ¿Por qué los sirvientes le habían llevado a la habitación de Kidd? ¿No sería mejor que hablasen en un salón o en algún otro lugar? ir avanzando poco a poco, con tranquilidad, no había prisa, ¿Por qué tener prisa?.

 

—Siento haber tardado tanto—le dijo Kidd con aquella voz que le provocaba escalofríos en cada fibra de su cuerpo y sin quitarle todavía la vista de encima ni un momento en todo el proceso. Como si se lo estuviese bebiendo con la mirada igual que él había hecho con Kidd segundos antes.

 

—No pasa nada—contestó Law mirando a cualquier lugar de la habitación menos a los ojos de Kidd. No podía con tanta intensidad en aquellos momentos. Como el pelirrojo presionase un poco más juraba que salía corriendo de allí.

 

Kidd por su parte se quedó en silencio observando al moreno en un intento de volver a memorizarle. Luego, cogiendo dos vasos dorados de una bandeja a su lado en una mesita, los lleno del rojo vino de la jarra y le pasó a Law una de las copas por encima de la mesa. Law observó la dorada copa enfrente suyo sin tomarla, y esperó mientras Kidd se recostaba contra el sofá y bebía de su propia copa brevemente, aun sin apartar los ojos de su persona. Si había esperado un recibimiento amable y agradable había estado muy equivocado, aquella tensión estaba pudiendo con él.

 

—¿Estás bien Law?—le preguntó entonces Kidd con voz suave y baja, intentando calmarle pero a la vez con una ligera burla en su voz. Como intentando provocarle a algo que Law no entendía.

 

Law en respuesta solo asintió, mientras, por fin tomaba la copa entre sus manos como quería el pelirrojo pero sin decir nada. No bebió, solo sostuvo la fría copa entre su cuerpo y el de Kidd como si fuese una pequeña barrera entre ambos, su ultima defensa contra el otro.

 

Kidd volvió a dar un pequeño trago a su bebida mientras asentía satisfecho con su respuesta. Aun así Law podía sentir una ligera molestia en sus ojos ante la falta de reacción y su posición defensiva enfrente suyo.

 

—Bien, me alegro—volvió a decir aunque más duramente. Luego suspiró...estabas tan delgado cuando te encontré que pensé que estabas malo o que...—

 

—Kidd—le interrumpió Law cortando de golpe su intento de sacar el tema del templo— ¿Por qué estoy aquí?—

 

Y la tensión volvió entre ellos mil veces más pesada.

 

Kidd dejó la copa en la mesa y apoyó los codos en sus rodillas inclinándose en su dirección. Solo les separaba la pequeña mesa ahora, unos miserables centímetros que podían desaparecer en cuestión de segundos. Law decidió que era hora de probar aquel vino que Kidd le había servido y llevándose la copa a la boca dio el primer sorbo. Amargo y ácido como siempre, pero sin duda un vino de los más caros que se podían encontrar.

 

—Law—dijo Kidd sin dejarle distanciarse en lo más mínimo de la situación y ocultarse detrás de la copa— vente a vivir conmigo—

 

Y claramente no era una petición.

 

Law apretó la copa entre sus dedos ante lo repentino de todo aquello sintiendo la adrenalina en sus venas y el pulso acelerado en su muñeca. No podía hacerlo, definitivamente no podía hacerlo. Había pensado que podría enfrentarse a Kidd cuando había llegado, había tenido la estúpida sensación de que podría con aquello. Pero no podía, todavía no estaba preparado. Él había querido ir lento, alejarse del pelirrojo poco a poco para no tener que sufrir más de lo necesario, una transición progresiva para hacerle comprender que aquello no funcionaría. Y Kidd le soltaba aquello.

 

Sintió su cuerpo temblar sin fuerza ya para luchar más contra el otro.

 

—No, yo no...—

 

Pero antes de que pudiese pedirle que se relajase con todo aquello, antes de que pudiese explicarse, Kidd se levantó de su asiento enfrente suyo con un movimiento brusco y cruzando la poca distancia que les separaba ocupada por la mesa, se sentó a su lado. Su brazo estuvo al instante apoyado casualmente en el sofá a sus espaldas, envolviendo sus hombros pero sin tocarle. Sus piernas cruzadas enfrente suyo impidiéndole cualquier escape y encerrándole en el circulo de su cuerpo. Dejándole su espacio y sin siquiera rozarle en lo más mínimo, pero rodeándole en aquella pose posesiva tan característica suya. Law se tensó sin poderlo evitar al recibir de golpe el olor y abrumante calor del otro contra su cuerpo. Su propio cuerpo comenzó a calentarse aun más sin poderlo evitar a pesar de la situación hasta que sintió cierta parte de su anatomía comenzar a cobrar vida. Tan cerca. Después de tanto tiempo. Sin nada impidiéndoselo...

 

—¿Por qué no?—preguntó Kidd sin dejar ir el tema como el cabezota que era, con su boca pegada a su mejilla y su aliento acariciándole la piel delicadamente— todo está bien ahora, ¿Por qué no me aceptas?¿Por qué no has venido ni a verme?—preguntó obsesionado pero con un tono ligeramente dolido.

 

Law cerró los ojos cansado haciendo un último esfuerzo. ¿Por qué no lo entendía?

 

—Kidd, yo no puedo, no después de lo que...—

 

—¿Otra vez esa mierda?—gruñó Kidd peligrosamente. Prácticamente como el depredador que Law le imaginaba en su mente. Alzando la mano con la que no rodeaba al moreno, Kidd la posó en su barbilla y le giró la cara hasta que los ojos grises del otro chocaron por fin con los suyos rojos— me da igual lo que hayas hecho, o lo que te haya hecho. Ahora estas aquí. Y eso es lo que importa—

 

Sus ojos no se separaron de los suyos ni un segundo. Para dejarle claro al moreno que no mentía. Que no iba a culparle nunca por aquello. Pero Law apartó la mirada aun sin confiar en él, aun sin creerse a su altura.

 

—Kidd, no lo entiendes—su voz prácticamente temblaba y Kidd lo odio. ¿Qué había pasado con el chico arrogante de antes? ¿Qué le había hecho el rubio para dejarle así? Se arrepentía por no haber matado él mismo con sus propias manos al rubio cuando tuvo la oportunidad—yo no...contigo no...—

 

Pero Kidd no pudo más. Desde el momento en que había visto a Law en su casa, en su habitación, en SU territorio...su mente y su cuerpo solo habían querido una cosa, y aunque se hubiese podido contener por intentar mantener aquella charla, ahora que tenía al moreno tan cerca suyo, prácticamente entre sus brazos, su cerebro no funcionaba como debía funcionar. Y si encima Law estaba tan jodidamente vulnerable e indefenso que lo único que quería hacer era abrazarle y follarle hasta que volviese a ser el de antes, hasta que olvidase todo y se sintiese seguro, no ayudaba mucho.

 

Acercándose al otro y acortando la ultima distancia, juntó sus bocas en un suave roce. Nada brusco, solo un suave y ligero roce de labios. Pero práctica mente pudo ver los músculos de Law tensarse bajo suyo y sus pupilas dilatarse hasta límites insospechados. Joder. Sintió el calor recorrerle las venas al segundo siguiente mientras Law intentaba alejarse a pesar de que su boca siguiese frotándose contra la suya prácticamente desesperada.

 

Kidd quiso sonreír ante la actitud del moreno, pero los labios del otro eran demasiado adictivos como para detener el contacto durante unas mínimas milésimas de segundo.

 

Lentamente y sin querer asustarle le lamió el labio inferior deleitándose con el sabor amargo del vino y aquel sabor que era único de Law. Aquel sabor que intoxicaba siempre sus sentidos y le hacía querer restregarse siempre contra él hasta fundirse con el cuerpo moreno. Law en cambio suspiró ante el delicado acto y abrió inconscientemente la boca dejándole entrar como si fuese prácticamente un acto reflejo. Pero Kidd no lo hizo. En su lugar decidió alejarse ligeramente y dejar que fuese Law el que se acercase y pidiese el contacto. Cosa que no tardo en ocurrir cuando Law prácticamente no le dejo ni alejarse y aun con la boca abierta persiguió la suya. Kidd le tentó aun más separándose nuevamente y dejando que fuese Law el que se acercase. Para que luego no pudiese alegar que no seguía queriéndole, que no seguía ansiando estar a su lado.

 

A la tercera vez que Law se acercó a sus labios después de algunos toques incitante por parte de los de Kidd, persiguiéndole incansable, Kidd no se resistió más y por fin le cubrió su avariciosa boca con la suya. El beso fue como Kidd había estado años imaginándolo. Lento, pasional y algo que destruyo su mente como una explosión. Aunque la lengua contra la suya fuese deliciosa y aunque por Law hubiese intentado ser dulce e ir poco a poco, la intensidad del beso fue aumentando hasta que prácticamente devoró la boca del otro, famélico, sin darle ni la más mínima oportunidad de escapar de aquello. Mordiéndole, chupándole y succionándole hasta dejarle los labios prácticamente sangrando de la intensidad del beso. Law jadeó contra su boca faltó de aire, pero ni aun así le soltó, y Kidd degustó aquella anhelada boca hasta que estuvo ligeramente satisfecho y decidió soltarle momentáneamente. Sólo momentáneamente, ya que sus labios seguían presionados contra los del otro en una clara indirecta de que aun faltaba mucho para que estuviese satisfecho.

 

—Kidd—susurró Law asfixiado contra su boca. Con la cara roja y sus labios desgastados. Pero seguro, en su casa, en su habitación y entre sus brazos—para, yo estoy suc...—

 

Volvió a besarle sin dejarle pensar en aquello ni un momento. Y esta vez Law apretó la camisa sobre sus pectorales con fuerza cuando de nuevo le dejo sin aliento. Kidd le mordió dejándole sentir su cabreo.

 

—Me da igual—respondió Kidd cuando se separaron de nuevo.

 

—Pero—siguió Law con la voz temblando entre jadeos y por la intensidad de Kidd—yo no...mereces algo mejor y...—otra vez los labios del pelirrojo en su boca callándole y obligándole a dejar de pensar.

 

Su mente cada vez funcionaba menos. La hábil boca del pelirrojo siempre acababa con él, nunca podía resistirse a él, simplemente era demasiado hábil, demasiado delicioso como para siquiera pensar en alejarse. Sin poder ya, resistirse más al otro y con la falta de aire en sus pulmones abrió la boca y dejo que el otro hiciese lo que quisiese con él. Bajando la cabeza hasta que el depredador se cansase y soltase su presa.

 

—No quiero a nadie más—volvió a contradecirle Kidd mientras el intentaba en vano recuperar la respiración—solo te quiero a ti Law, entiende lo. Tú me has convertido en el hombre que soy ahora, deberías estar orgulloso de ti mismo—

 

El calor surgió en el pecho del otro ante sus palabras. ¿Era verdad? ¿Realmente podía sentirse orgulloso? ¿Por haber ayudado a Kidd?. Un peso se le quito de encima cuando se dio cuente de que, por Kidd, realmente sí que podía dejar de considerarse una mierda sin valor. Porque él había ayudado a crear aquel impresionante hombre. Y aunque él no pensaba que le hubiese ayudado tanto, aunque fuese solo un poco, realmente podía sentirse orgulloso de sí mismo. Por que Kidd era un hombre del que sentirse orgulloso sin ninguna duda. Y Si el pelirrojo decía que él había influido en convertirle en aquello Law podía considerarse alguien afortunado. Si Kidd lo era, el también.

 

Sin embargo, pese a aquella nueva idea que le devolvía a la vida, cuando Kidd volvió a besarle de nuevo y esta vez le reclinó contra el sofá en una clara indirecta de lo que pretendía, Law contuvo la respiración alerta. Las manos le temblaron entonces recordando por que se estaba negando al otro, entrando ligeramente en pánico ante como se estaba desarrollando la situación. Podía volver a aceptarse a sí mismo, pero otra cosa muy distinta era arruinarle la vida a Kidd dejándole ver lo que Doflamingo había hecho de él.

 

—Kidd, no—intentó resistirse Law una última vez, sabiendo que seguramente aquella iba a ser su última oportunidad de hacer al otro recapacitar, ya que su propia erección comenzaba a hacerse notar en sus pantalones, y por lo que sentía contra su muslo, Eustass no estaba muy diferente— no puedes, no sabes lo que...—

 

Kidd le miró ahora desde encima suyo. Ocupando por completo su campo de visión y sin dejarle más opción que mirarle y aceptarle.

 

—No intentes escaparte más Law—sentencio Kidd mientras descendía lentamente sobre él—no voy a dejar que te alejes de mi nunca más. Eres mío. Acéptalo y cállate—

 

Y sin más volvió a besarle sin dejarle ni un respiro. Mientras, sus manos volaban sobre la estúpidamente caliente y sensible piel de su estomago provocándole escalofríos, levantándole la camisa y exponiéndole a su famélica mirada.

 

Intentaba resistirse al otro, a su intensidad y a sus atenciones pero internamente había rezado miles de veces por ello, y por eso, cuando la boca de Kidd bajo por su cuello, no pudo hace mucho más que retorcerse bajo él tras la descarga de placer. Las manos de Kidd acariciaban su abdomen suavemente, con aquella delicadeza propia de él que le hacían sentirse como la persona más querida del mundo. Hundió las manos en el rojizo pelo del otro como había querido hacer desde que le había visto, aspirando su olor y sintiéndole totalmente rodeándole y protegiéndole como siempre, como desde el primer día. Le quería tanto. Era y siempre seria toda su vida. Por eso lo olvido todo y simplemente le dio al otro lo que quería. Porque nunca podría negarle nada, aunque se destrozase la vida a sí mismo cuando Kidd le rechazase, cuando viese lo que Doflamingo le había hecho. Aun así estaría con él todo lo que pudiese y más, en los últimos minutos que serian su relación.

 

Gimió sonoramente cuando Kidd empezó a mordisquearle la clavícula hábilmente, y bajando una mano, Law recorrió la espalda del otro por encima de la camisa sintiendo los potentes músculos del otro contra su mano. Kidd siguió lamiéndole, subiendo la mano por su pecho hasta que encontró sus pezones y comenzó a rodarlos entre sus dedos. Con aquel toque posesivo característico suyo. Le dejo hacer lo que quisiese, incluso giró la cabeza para permitirle al otro mejor acceso a su sensible piel. Sintió como su mente y aquella armadura que había mantenido durante años, se derretía poco a poco con cada roce del pelirrojo. Con cada mordisco delicioso contra su pulso.

 

Kidd se deleitó con la piel del moreno, relamió cada rincón, apretó cada curva del moreno hasta que le sintió derretirse entre sus manos moviéndose como quería que se moviese. Sentía la piel caliente y tostada contra sus manos comenzando a transpirar. Sentía su erección totalmente dura contra su muslo apretándole perfectamente. Pero todavía no había ni empezado. Todavía no le había ni arrancado la ropa, ni le había devorado como quería, limitándose a unos suaves toqueteos por encima de la ropa. Pero aun así, el sentir al otro tan caliente con tan poco, no estaba ayudándole mucho a su salud mental.

 

Fue entonces cuando decidió que era hora de hacer desaparecer la ropa. Volviendo a besar al otro firmemente, introdujo sus manos abiertas por debajo de la camisa del otro y tiro de ella hacia arriba quitándosela de un tirón y rompiéndosela sin el más mínimo arrepentimiento. Notó a Law jadear pero arquearse sobre el sofá como ofreciéndose a él todavía más.

 

Y fue entonces cuando lo vio. las marcas decorando el suave y perfecto pecho del otro, los arañazos, los chupetones...sin poderlo evitar se detuvo y observó con la rabia en la mirada cada marca en aquel delicioso cuerpo.

 

Rápidamente el ambiente de antes se rompió y Law le volvió a mirar con aquella mirada arrepentida y dolida que tanto odiaba antes de apartar la mirada y intentar alejarse de él.

 

—Yo, lo sient...—

 

Pero Kidd no le dio ni la más mínima oportunidad y rápidamente volvió a cerrar su boca sobre la piel del otro, arrepintiéndose él de su desliz, sobre una de aquéllas marcas que había hecho a Law sufrir tanto. Demostrándole que aquello estaba bien, que le daba igual lo que hubiese hecho y que lo importante es que ahora estuviese con él. Que ahora fuese suyo y le dejase a él marcarle como quisiese.

 

Delineó aquella piel con sus labios, tranquilizando al otro y dejándole ver que le daba igual. Bajando una mano la introdujo dentro del pantalón del otro, ya sin poder aguantarse más, apretándola en torno a la dura erección de Law. Sintió al otro derretirse inmediatamente bajo su mano olvidándose al instante de todo como él quería. Kidd se deleitó con el erótico gemido que se le escapó al otro mientras cerraba los ojos fuertemente. Sus dientes se cerraron en torno a uno de aquellos oscuros pezones y sin entretenerse mucho comenzó a desgastarlo con su lengua sintiendo encantado como Law se retorcía bajo él ante sus atenciones.

 

—Kidd—susurro Law mientras le arañaba la espalda cuando su mano cobro velocidad. En una muda suplica de lo que quería que hiciese.

 

Porque estaba claro que aquella vez no iban a aguantar mucho, llevaban demasiado tiempo esperándolo, tanto que ahora que por fin se tenían delante, una mínima mirada y volvían a estar más calientes que nunca. Kidd sentía prácticamente sus manos temblar sobre la piel del otro, como si no creyesen todavía lo que estaban tocando. Sentía su propio cuerpo ardiente por sentir de una vez la piel del otro contra la suya. Por eso Law le suplicaba que pasasen a algo más divertido que un simple toqueteo. Y Kidd se contempló queriendo complacerle al instante. Haría cualquier cosa por el otro, bajaría al mismo infierno si hacía falta.

 

Separándose del moreno el momento que dura un simple segundo, se quitó su propia camisa y rápidamente juntó sus pechos mientras sus manos bajaban por los laterales del otro hasta su cintura. Law se arqueó en el sofá y alzando sus brazos volvió a introducirlas por el ardiente pelo del otro aferrándole fuertemente y juntando aun más sus cuerpos entre gemidos de satisfacción por el contacto.

 

Kidd sin embargo, bajo aun más la mano por el cuerpo del otro hasta que llegó a sus pantalones y hábilmente liberó la necesidad del moreno mientras a la vez conseguía bajarse sus propios pantalones. Ni siquiera terminó de quitarle los pantalones a ambos, solo libero sus erecciones por encima de la prenda, la necesidad demasiado grande en sus cuerpos como para retrasar aquello mucho más. Law gimoteo cuando Kidd cayó sobre el hundiéndole prácticamente en el sofá, y sin darse cuenta, volvió a hundir las uñas en la suave piel del otro cuando Kidd junto sus erecciones en su mano y comenzó a bombearlas juntas. Piel con piel. Al fin.

 

Law prácticamente observó como su mente se deshacía en una ola de placer derritiendo cada fibra de su cuerpo ante el contacto. Pero seguía sin ser suficiente. Él quería más, más contacto, más fricción. Comenzando a mover sus caderas al ritmo que marcaba el otro, frotando su erección contra la mano del otro en un movimiento totalmente sumiso y desesperado. Abriendo las piernas para permitir al otro mejor acceso a su intimidad y exponiéndose al otro totalmente entre sus piernas. Ofreciéndose en bandeja como no lo había hecho con nadie.

 

Sus bocas volvieron a unirse mientras Kidd aumentaba y aumentaba más la presión en su agarre, mientras las descargas envolvían cada parte de su anatomía amenazando con volverle loco. Law aferró a Kidd de los hombros, atrayéndole contra si como si quisiese fundirse con él. Con el otro entre sus piernas volviéndole loco poco a poco.

 

Pero él no había estado esperando durante años por una simple paja, él quería al otro dentro, profundamente, enterrado en él, en la que Law pensaba que sería su última vez.

 

—Kidd—volvió a llamarle con aquel deje dolido en su voz pero firmemente oculto en un placentero gemido.

 

Y Kidd pareció comprender como si le leyese la mente. Cogiendo una de las manos del moreno y llevándola a sus endurecidas erecciones hizo que Law las rodease y fuese él el que llevase el ritmo. Cosa que Law hizo al instante ganándose un fuerte gemido por parte de Kidd como recompensa por su habilidad en aquello. Kidd sin embargo llevo sus propias manos a las nalgas del otro por debajo del pantalón, y tras apretarlas posesivamente entre sus manos, le alzó del sofá mientras él se ponía de pie con Law en sus brazos.

 

Law gimió ante aquello mientras el pantalón que seguía en sus rodillas caía al suelo por la propia fuerza de la gravedad permitiéndole sentir más piel del otro. Kidd pateó también su propio pantalón mientras seguía devorándole la boca del moreno entre sus brazos y sentía como este envolvía sus muslos entorno a su cintura y bombeaba sin cansancio el calor entre ambos.

 

Sus piernas temblaron ante tanta sensación amenazando con hacerle caer, pero aun así se mantuvo en su sitio y rápidamente camino hasta la enorme cama en la habitación, rodeada prácticamente de un enorme ventanal que daba al mar mediterráneo. Tirando a ambos en la cama su mano recorrió aquel suave muslo que seguía envolviendo su cintura igual de posesivo que él mismo.

 

Luego deteniendo al otro y mandándole una mirada de aviso y de que no se moviese, se despegó de su boca y bajo por su cuerpo hasta que su boca se cerró sobre la tierna piel de la cara interior del delicioso muslo que había estado tentándole desde hacía rato. Los ojos de Law no se despegaban de los suyos haciendo aquello todo mucho más erótico. Sobre todo mientras iba bajando hasta llegar a la erección del otro que unida a la suya el moreno seguía bombeando con ganas, y los ojos del otro empezaron a temblar. Law contuvo la respiración impaciente mientras Kidd le hacía parar suavemente con su propia mano después de ayudarle con algunas apretadas y deliciosas embestidas y, recolocándose, se acercaba a su caliente miembro tan sensible ahora. Kidd sonrió malignamente contentó de que nada hubiese cambiado desde la primera vez que habían hecho aquello.

 

Mientras descendía de nuevo para tomar al otro con su boca, uno de sus dedos entro dentro del otro comenzando a dilatarle. Al no recibir más que gemidos por parte del Law decidió introducir un segundo y luego un tercero. Pero Law seguía sin quejarse en lo más mínimo, es más comenzó a montarse en ellos eróticamente, a un ritmo salvaje que tenía al instante a la polla de Kidd palpitando dolorosamente.

 

Pero aun así la mirada que le dedicaba Law era otra vez aquella dolida y avergonzada, como sabiendo lo que estaría pensando ante aquella falta de dolor de su parte. Kidd tensó la mandíbula sintiendo la rabia resurgir en su interior. Doflamingo le había tenido que hacer de todo para dejarle en aquel estado, en el que su cuerpo parecía capaz de ser violado en cualquier instante sin tener siquiera que ser preparado. Aquello tenía que haber sido una humillación para el moreno, un recordatorio constante de que su vida no significaba nada más que como puta para satisfacer al otro.

 

Alzándose sobre la cama volvió a unir sus bocas mientras se recolocaba entre las piernas de Law. Aunque esta vez Kidd sentía a Law dudar en el beso. Como si a pesar de todo continuase sin estar seguro de todo aquello, como si aun estuviese pensando que con aquello le estaba haciendo desgraciado en vez del hombre más feliz del mundo.

 

—Está bien, todo está bien Law—murmuró mientras los besos volaban sobre la cara del otro.

 

Y sin más entró dentro del otro. Suavemente, con toda la delicadeza y cariño del mundo. Mientras sus brazos abrazaban al moreno y una de sus manos volaban a la necesidad del otro para hacerle más fácil todo aquello. Law hundió la cabeza en el hueco de su cuello y soltó un suspiro cortado mientras él seguía empujando.

 

Y por fin estuvo dentro del otro. Dentro de aquellas paredes que tanto había anhelado y que le succionaban desesperadas en aquel mar de calor aterciopelado. Y fue como sentirse en casa, fue como volver a antes de todos aquellos años de sufrimiento, Fue como encontrar el final feliz que habían esperado.

 

—¿Estás bien?—preguntó al chico entre sus brazos que no había dicho ni hecho nada en un rato. Acariciándole el pelo cariñosamente intentando relajarle. Law asintió al instante.—¿Puedo moverme?—y al segundo asentimiento Kidd decidió empezar con aquello.

 

Al principio fue lento y con calma. Entrando y saliendo tan lentamente del otro que podía haber sido llamado tortura en vez de el momento más placentero de su vida. Acomodándose al moreno e intentando que Law no notase ni el más mínimo dolor. Mientras, sus brazos seguían envolviendo al moreno protectoramente y su boca seguía sobre la del otro clamándole como suyo.

 

Pero Law no quería aquello. No quería que el otro se contuviese por su culpa hasta el punto de que aquello estuviese haciéndole más daño que dándole placer. Él quería que el otro disfrutase, que fuese placentero para él. Porque seguramente después de aquello el otro le mandaría a la mierda. Y Law quería que su ultima vez fuese algo que pudiese recordar con agrado. Moviendo sus caderas en el diminuto espacio que le dejaba el otro contra su cuerpo comenzó a moverse hasta alcanzar un ritmo que él consideraba normal.

 

Sintió a Kidd temblar encima suyo ante el repentino cambio de ritmo y sus pálidas caderas le traicionaron dando sin querer una potente y profunda envestida contra Law. El moreno soltó un grito sorprendido ante la oleada de placer repentina que le inundo ante el movimiento, cuando Kidd golpeó aquel punto en su interior de la forma que adoraba y que hacía que sus pies se curvasen placenteramente.

 

Pero gruñó frustrado cuando Kidd volvió al ritmo anterior y repartió besos arrepentidos por su frente.

 

—Kidd—dijo con voz firme, asegurándole al otro que estaba bien pero inevitablemente temblorosa por aquello—hazlo otra vez—jadeo contra su oreja.

 

Kidd se separó ligeramente de él y le miro a los ojos como para asegurarse por completo de que lo decía enserio. Law le sostuvo la mirada aunque la intimidad del acto le sacase escalofríos.

 

Cuando pareció que el otro estaba conforme con aquello, Kidd le tomo por debajo de la pierna y le llevo las rodillas al pecho. Exponiéndole totalmente a él y a la vez dejándole vulnerable a cualquier cosa que quisiese hacerle. Kidd se tumbó al instante sobre él haciendo que sus piernas se apoyasen en sus hombros y que mantuviese la postura, aunque esta vez liberando sus manos para ganar equilibrio en el colchón. A Law le costaba respirar en aquella posición, pero sus problemas desaparecieron cuando el otro comenzó a envestir contra él, tan ansiosamente como le había pedido que hiciese.

 

Solo que esta vez y en aquella posición permitían que el enorme miembro del otro entrase por completo en su interior y golpease con precisión su punto débil.

 

Su mente dejo de procesar lo que pasaba. Kidd se movía contra él como un animal en celo, como si sus palabras hubiesen liberado todo lo que había estado conteniendo y ahora no pudiese parar. Los gemidos por parte de uno y del otro no tardaron en escucharse y Law sintió cada vez más próximo el orgasmo mientras el otro y salía de dentro suyo a un ritmo y con una fuerza que no debían ser ni humanas.

 

Al instante entro en pánico. No quería que acabase, no podía acabar. Aquello tenía que durar mucho, mucho más. Porque si se acababa seria él adiós y no quería que aquello llegase.

 

Empujando al otro lejos de sí y rompiendo aquella perfecta y posesiva posición se sentó encima del otro y abrazándole por los hombros comenzó a penetrarse a sí mismo con el miembro del otro. Ocultando su cara de la del otro para que no viese las lágrimas que comenzaban a formarse en sus ojos ya que, aunque hubiese cambiado la posición y aquella no le permitiese al otro penetrarle tan profundamente hasta volverle loco, no podía detener el orgasmo que se avecinaba.

 

—¿Law?—pregunto Kidd ante el cambio del otro. Intentando buscar su cara para ver que había hecho para enfadar al otro y que hiciese aquello. La otra posición le había parecido perfecta, le permitía embestirle profundamente, mientras podía besarle y ver su cara de placer ante el acto, mientras le permitía a él tomar el total control y... y parecía que a Law también le había estado gustando ¿qué había pasado?.

 

Pero el otro siguió ocultando la cara a la suya hasta que sintió el orgasmo comenzar a hacer temblar cada fibra de su cuerpo como nunca. Fue entonces, cuando separándose del otro y tomando su cara entre sus manos mientras las lágrimas rodaban por la suya, que le pidió la única cosa que nunca jamás le volvería a pedir.

 

—Dime que me quieres—susurró con la voz rota juntando sus frentes— Aunque sea una mentira. Solo dímelo—

 

Y Kidd pensó en aquel instante que necesitaba matar a alguien. Olvidándose al instante del caliente y sensual cuerpo moviéndose contra el suyo, abrazó al menor fuertemente. ¿Cómo podía preguntarle aquello con aquella cara? Pensaba que ya se lo había dejado claro, pensaba que el otro ya lo sabría de sobra. La ira que surgió en su interior ante aquella petición hizo a su sangre vibrar. ¿Cómo podía pensar que no le quería cuando era lo que daba sentido a su vida?¿ Cómo lo dudaba?

 

—Te quiero Law—le aseguró con la voz más seria que pudo poner, tomando a la vez la cara del otro entre sus manos y haciendo que le mirase a los ojos—más que a nada en el mundo, no te voy a dejar ni voy a permitir que te alejes de mi. Nunca. Va a ser imposible que te libres jamás de mi—le dijo firmemente.

 

Law sonrió con una sonrisa triste.

 

—Gracias—

 

Y sin más dejo que la ola de placer que había estado conteniendo le llevase por delante. Sintió como se corría entre ambos mientras apretaba al otro contra si posesivamente y de su boca salían gemidos desesperados. Pero aun así no dejo de embestirse contra el otro, aun así le apretó fuertemente arrastrando al otro con él en aquel caos de sensaciones, hasta que todo desapareció de su mente.

 

Cuando se despertó al cabo de unas horas, estaba oscuro en el exterior y el mar lamia la arena de la playa pacíficamente causando u sonido envolvente y relajado. Law suspiró cansado quedándose un momento quieto asimilando la situación. Sería mejor que se fuese él primero y no hacer a Kidd echarle, así se ahorrarían una charla que ninguno querían tener. Sin embargo, cuando se fue a levantar sintió los brazos del otro rodeándole desde atrás, sintió su muslo entre los suyos posesivo y su aliento contra su pelo.

 

Su cuerpo se tensó sin comprender que pasaba.

 

Una risilla sonó a sus espaldas y sintió al otro moverse hasta que su cara apareció en su campo de visión. El pelo rojo revuelto, la mirada satisfecha y aquellos labios fuertes que se podría tirar toda la vida relamiendo

 

—Buenas noches—murmuró Kidd con una enorme sonrisa en su boca.

 

Law le miró sin saber que decir.

 

—Hola—comento al final y su voz salió ligeramente ronca para su gusto, pero no podía hacer nada después de los gritos que había dado.

 

La mano de Kidd que le rodeaba comenzó a recorrer su pecho con movimientos suaves, casi inconscientes, mientras se acercaba para robarle un beso rápido de la boca.

 

—He mandado preparar la bañera por si te quieres bañar, tienes también comida en la mesa y algo de ropa con la que puedes dormir—

 

—¿Qué?—fue lo único que pudo decir Law. No comprendía nada, ¿no le iba a echar? ¿ Por qué le daba comida y ropa?

 

Kidd le miro con la confusión en sus ojos antes de abrazarle más fuerte y sonreír perversamente.

 

—¿Prefieres dormir desnudo?—pregunto malignamente—en ese caso no me quejo de nada, pero aun así deberías abrigarte o te pondrás malo—

 

Law le miro frunciendo el ceño. Con el cuerpo del pelirrojo envolviéndole y rodeándole lánguidamente en una pose posesiva pero protectora. Ambos desnudos y abrazados en las cama.

 

—¿No me vas a echar?—hizo al fin la endemoniada pregunta que quemaba su garganta. Kidd frunció el ceño.

 

—¿Por qué te iba a echar? estas perfectamente donde estas, además ya te he dicho que no te vas a librar de mi nunca— concluyo con una sonrisa revolviéndole el pelo cariñosamente.

 

Law le miro sintiendo lentamente como el nudo se iba formando en su garganta y como cada vez le costaba más hablar.

 

—¿Entonces era verdad?—pregunto con la ultima duda y la voz ahogada.

 

Kidd le miro sin comprender.

 

—¿El qué?—pregunto el pelirrojo sin enterarse de nada pero con la preocupación empezando a surgir en sus ojos ante su actitud.

 

Y Law lo único que pudo hacer fue tirarse encima del otro y abrazarle fuertemente mientras sentía las lágrimas volver a inundar sus ojos, aunque estas vez fue de pura felicidad.

 

—Te quiero Kidd, te quiero tanto—susurró contra el cuello del otro mientras prácticamente le asfixiaba en su abrazo.

 

Kidd aún sin comprender nada pero feliz por las palabras del otro le devolvió el abrazo fuertemente mientras volvía a revolverle el cabello y a limpiarle las lágrimas. Ya hablarían después, ya cenarían y se bañarían, ahora lo único que quería era tumbarse en la cama con el otro ente sus brazos felizmente. Volviendo a estar juntos como desde el principio tenía que ser.

 

—Yo también te quiero enano— susurró contra la oreja del moreno.

 

Notas finales:

Bueno pos ya esta, ha quedao un poco empalagosete para mi gusto peo creo que esta bien. Estoy orgullosa del capitulo, ha sido muy bonito escribirlo la reconciliacion y todo.

Adoro a Kidd y a Law, la relacion que he conseguido que tengan me encanta. 

Y ahora, aunque odio decir esto, adios cielos mios, nos vemos en el proximo y ultimo cap del fic. 

Un beso mu fuerte a todos y como siempre gracias por leer.

Chao


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