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Cincuenta y seis R's por Vampire White Du Schiffer

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Notas del capitulo:

  Esta vez es por el cumpleaños del dueño de mis domingos que actualizo tan pronto, así que no se emocionen (?. Como soy medio ridícula y patosa escribí un drabble XXV-1°, pero ése es de dominio y conocimiento exclusivo del cumpleañero que ya me encargué de hacerle llegar. Igual ni lo extrañan~ 
  En los siguientes drabbles habrá mucho drama, porque ya saben que no se me da nada de eso. 
  Sigo malinfluenciada por Vermes y Roger. Se han convertido en mi nueva fuente de sarcasmo. 

Drabble XXV.

Ficta.

Casi se descerebra para averiguar a dónde conduciría todo este teatro del reto de miradas. Sabía que si él no cedía, Reborn podría pasarse la eternidad buscando su rendición, en ese caso Reborn no distaba mucho de cierto Tercer Reich.

—… kora –fue la apertura.

Reborn no respondió, sólo entrecerró los ojos un poco y después se levantó para darle la espalda, a lo que Colonnello resopló y al fin se relajó.

—Tu mensaje funcionó, estoy de vuelta-kora. Ahora, si pudieras verme a los ojos para hablar…kora lo agradecería-kora.

—No es necesario verte de frente –respondió con frialdad.

—«¡No puede ser cierto que me esté echando indirectamente la culpa-kora!» -trató de aparentar calma, por un fugaz momento creyó que echarse a los pies a suplicar podría tener mejor efecto… si fuese una criatura rastrera como Tsuna –. Bueno –se rascó la nuca –, no era para menos mi reacción –omitió la palabra enojo porque conocía su efecto laxante en el magnánimo Reborn.

—¿Y qué con eso? –fue hasta la ventana, de nueva cuenta dándole la espalda.

—Pues… -pero apretó los puños y decidió mandar todo ese bulto de conciliación pacífica por la borda –¡En qué maldita sea-kora! ¡En qué maldita sea estabas pensando cuando decidiste esto por tu cuenta-kora! ¿Creíste que me lo iba a tomar serenamente y diría oh pero claro, empecemos por comprar pañales-kora? ¡No me jodas! ¡Maldito egoísta! ¡Ego, ese es tu problema-kora! No bastando con someterme a cada mísero capricho tuyo te las ingenias para tomar… tomar algo de mí como si fuese prenda de uso cotidiano y te voy a recordar que ¡no soy ni por asomo una de tus putas, BEBORN! –fue hasta él y bruscamente le jaló del hombro para enfrentarlo al fin –¡te toca responder-kora!

—Tu deber era venir, exactamente con estos mismos diálogos predecibles, a reclamarme cuando te enteraste por esa arpía a la que todavía te atreves a defender –contestó con monotonía –. Sin embargo, preferiste hacerte de tus propias y baratas conclusiones haciéndome quedar en ridículo.

—¡En ridículo-kora! –chistó –. Estaré en la boca de toda la jodida hampa, pero si tan sólo… -pero se mordió la lengua y desvió la mirada. Un detalle importante que por supuesto a Reborn no iba írsele.

—¿Si tan sólo qué? –lo acorraló al fin contra la ventana, sosteniéndole las muñecas y desnudándolo con verlo nada más –Si tan sólo te hubiese dicho mientras te cogía, suavemente al oído que deseaba un hijo, ¿cómo hubieras reaccionado? Te conozco, idiota, de inmediato te alebrestarías y me echarías en cara mis múltiples fechorías y posibles vírgenes por vacunar. –en eso tenía toda la infinita razón, ambos lo concedían –. En lugar de eso, actúe conforme a mis principios, tú a mí no me vas a negar nada. Nunca. Ni tus genes –le soltó la mano derecha para agarrar el pómulo con una burlona fuerza.

—Tú no tienes principios-kora –balbuceó.

—Uno de ellos consiste en tomar todo de ti sin reparos –sonrió fantoche –, sin temer ninguna consecuencia.

—Menciona otro-kora –le retó.

—Hacer contigo lo que me venga en puta gana –enfiló –. Y como si eso no bastara… no, olvídalo.

—¿Qué-kora?

—No lo diré –lo besó rápido. Dando por finalizada la discusión y por cerrado el arco de la noticia del embarazo.

—Kora, olvidarás todo eso de matar a Tsuna y reclamar el trono, ¿verdad, kora?

—Jamás –y se lo llevó a la cama.

 

 

 

Drabble XXVI.

Manía.

Cuando Colonnello despertó tenía un espantoso dolor en todo el cuerpo, se estiró con cuidado en la cama y pasó un brazo por encima de la espalda de Reborn que estaba dormido hasta que sintió el peso forzado del rubio.

—Cinco minutos más-kora –ronroneó y se le arrimó. Cosa medio extraña, porque era rara la ocasión que hacía ese tipo de piruetas novieras.

—¿No tienes una misión? –murmuró el moreno todavía con la boca pegada en la almohada.

—En las Bahamas-kora –replicó arrastrando las palabras –. Algo sobre mercancía –se desperezó y talló sus ojos al sentarse en la cama – claro que ya me habría ido de no ser por tu sesión de desquite de anoche-kora –reclamó sonriente –. Pero estuviste aceptable-kora –lo que sirvió para despertar al león.

—¿A qué te refieres con aceptable, remedo de soldado? –inquirió, divertido por la provocación.

—No sé-kora –se encogió de hombros para después agacharse sugerentemente dándole la espalda para buscar en el suelo su camisa; por supuesto que Reborn aprovechó la invitación y le haló de la cintura, depositando un corto beso en la columna del rubio –¿Quieres redimirte-kora?

En lugar de contestar le metió un dedo en el trasero, haciéndolo respingar y exhalar un leve y sensual gemido que en seguida le levantó el ánimo, sin pensárselo ya mucho lo recostó boca abajo en la cama.

El sabor de su sudor mezclado, el acto de entrega a su estilo. Fuerte. Duro. Entre besos y mordidas tatuándose silenciosas promesas y recuerdos. Un infierno así de personal que bien se podría pasar las vacaciones en él. Colonnello lo amaba, y eso Reborn lo sabía a la perfección.

Allí estaba el enorme trago de veneno.

 

 

Drabble XXVII.

Wrath.

Reborn comenzó por arrojar cosas a la pared, Colonnello lo miraba sin comprender. El alcohol se esparcía por la alfombra y la moqueta, los vidrios de los ventanales ya se daban por inservibles.

—No te entiendo-kora la verdad que no-kora –dijo a voz baja. Lo que estaba repitiéndole el moreno no le gustaba para nada.

—Que te largues de una vez por todas –lo miró con los ojos envueltos en llamas.

—¿Por qué-kora? –quizá en otra situación en él cabría la prudencia de dejar al león solo con sus rabietas, pero Colonnello sabía que… si salía, no volvería a ver a Reborn quién sabe hasta cuándo, y eso le molestaba sobremanera –¿Qué ocurrió cuando viste al Noveno-kora? ¿Qué te dijo que te puso de esta manera-kora? –estaba por sujetarle el codo pero Reborn retrocedió rápido y propinándole un certero golpe en la mejilla –… kora –permaneció con el rostro virado, le ardía la mejilla –¡Qué rayos es lo que ocurre contigo pedazo de mierda-kora! –estalló –¿qué te hice yo eh-kora? –gritó y lo siguió hasta el mini bar hecho pedazos, el cristal adornaba el piso, vio que el moreno de nuevo estaba que temblaba por una frustración de la que no sabía fundamento, tal vez incluso Bianchi pudiese haberlo controlado mejor, o estaría hincada en una esquina pidiendo piedad, quizá mejor lo último. Pero Colonnello exigía respuestas y eso era lo que enfurecía todavía más al asesino.

—Sino me dejas en paz de una vez por todas… te mataré –pegó las manos en la repisa, mirando la madera con esos mismos ojos ardientes en coraje.

El rubio frenó sus pasos y sus ojos se clavaron en la silueta de ese hombre de negro.

—¿Para nunca regresar-kora? –fue lo único que preguntó ya cansado, al no obtener respuesta tuvo que agregar —. Se acabó entonces-kora –desapareció por la puerta.

Al momento en quedarse completamente solo iba a llevarse el vodka a la boca cuando toda la discusión lo enajenó. Miró a la puerta y casi dirigía sus pasos hacia allá. Rompió el vaso de cristal en su mano, haciéndolo añicos, dejando que los diminutos trozos le penetraran la piel. Permitió que el dolor físico le cosquilleara, mimetizándose con el que sentía dentro.

«Colonnello dejará de ser el Arco Iris Azul, su maldición se romperá»

«Porque así lo has decidido»

Lo último que Reborn tenía de humano se fue por esa puerta.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Drabble XXVIII.

Año.

El rubio miraba con el ceño fruncido hacia enfrente, una hermosa pareja de novios caminaba por el centro comercial abarrotado de tiendas y gente, tomados con ternura de la mano, y por la bolsa de regalos y globos de helio atados a la muñeca de la muchacha Colonnello dedujo que era el cumpleaños de ella. Y qué casualidad.

—También es el mío-kora –murmuró apenas entendible, su puchero era tan obvio que parecía un gruñido de perro con rabia. No es porque tan importante fecha haya sido pasada completamente por alto, sus amigos lo celebraban, pero en ocasiones uno se puede portar egoísta, los demás reconocimientos y felicitaciones se pueden ir al bote de basura pero no aplica lo mismo si cierta persona lo olvida. Aplíquese inmediatamente el reclamo a Reborn que por más insinuaciones del rubio no captó lo vital de la fecha, se dedicó a mirarlo de reojo y después retomar la lectura del periódico.

Y por eso Colonnello estaba refugiado aquí, en este centro de capitalismo comprimido, odiando a todo el mundo. Se consideró mal afortunado cuando Lal Mirch lo encontró e iba en pos de él; su estado de ira era de tal nivel que huyó de ella tan obvio que le dolió a la mujer.

—Ah-kora –suspiró y pensó en que irse de borrachera estaba prohibido por su próxima misión, algo sobre supervisar un entrenamiento/tortura/diversión a costa de Tsuna y sus amigos. Tal vez eso le subiría el ánimo, pero siempre que pensaba ah debo relajarme, recordaba un maldito Beborn. Algo como la furia y el que la causa.

Le pasó tan lento el día que conforme el transcurso de las horas creyó que estaba exagerando, y en efecto, otra persona, esta vez de escasos tres años cuyo cumpleaños también era hoy, armó una rabieta inmensa casi inundando el solo toda la plaza porque su moderada madre no le compró el pastel en forma de cohete que exhibía la tienda. Respiró hondamente.

—Me comporto igual que tu amiguito-kora –se confesó. Metió las manos a los bolcillos de su pantalón y decidió  por restarle importancia al asunto, ¿Qué más daba si la persona más importante para él había olvidado algo tan trivial como su fecha de nacimiento? ¿Eh? ¿Qué era acaso un pecado capital?...

 

 

 

 

Drabble XXIX.

Cuidado.

Más que invitación, toda esta maquinación de Verde fue completamente decidida por él mismo y nadie más. Por lo que Colonnello se tuvo que conformar con ser el bebé de cinco años, pero conciencia de adulto, que Tsuna y los demás conocieron.

—Es sólo temporal, lo prometo –dijo el científico bastante divertido –. Con eso se podrán ir acostumbrando a cuidar a alguien delicado.

—¡Yo no soy delicado-kora! –y se dejó cargar mimosamente por Verde –. Es que me gusta que me mimen estando así-kora –murmuró, tratando de justificarse.

—Por supuesto, ahora deja que te lea un cuento –sonrió Verde. Reborn estaba que hervía.

—Entrégamelo –ordenó, pero sin esperar correspondencia, casi se lo arrancó del brazo y cargó con Colonnello como si estuviese llevando un costal de azúcar.

—O-Oye-kora –se quejó –¡Mejor déjame aquí-kora! ¡Con Luce-kora! –reclamó con ansias, sabía que el loco de Reborn estaba casi por asesinar al científico, pero de quedarse con el asesino más peligroso de la mafia… —. No quiero ir contigo-kora –pataleó ahora que tales piruetas pasaban desapercibidas por su estado.

—Ni pensarlo –replicó y miró mal al resto del público –. Me encargaré de él, yo solo. No necesito que ninguno de ustedes intervenga.

—Claro –respondió ajustándose los lentes mientras sonreía –. Con ese propósito es esto –se encogió de hombros –. Nadie está más que capacitado para esta indómita tarea.

Cuando Reborn salió y caminó por las calles, la gente le gastó varias miradas reprobatorias que él cómodamente ignoró, pero Colonnello no pudo.

—¿Y si mejor camino yo solo-kora?

—No.

—… kora. Entonces… no, olvídalo-kora –aflojó el cuerpo, dejándose arrastrar como objeto y Reborn entendió la molestia, cambiándolo de posición se ocupó de que su brazo le sirviera de asiento y pudiera ver cómodamente la caminata –. Sostente del saco.

—Pero lo voy arrugar-kora –repelió incluso la idea, sabía cuándo amaba Reborn la pulcritud y el orden en su ropa.

—Hazlo –dijo, lo extraño fue que no sonó como orden, y Colonnello atendió. Al parecer la imagen parecía de antojo muy tierno, varias mamás se detenían para apreciar al guapo hombre que cargaba a ese hermoso niño.

—Ya quiero llegar a casa-kora –se quejó –. Detesto que no me vean como competencia-kora –se cruzó de bracitos, cosa que le dio risa a Reborn.

—Oye, idiota –le dijo bajito y el rubio prestó atención –. No me digas que tienes celos porque eso me provoca y no quiero ser pederasta… todavía no.

—P-Pero que estupideces dices-kora –miró hacia otro lado, ocultando el sonrojo. Reborn apretó el puño sin que el rubio se diese cuenta. Si Colonnello no volvía a ser el mismo cuanto antes no sabía lo que haría.

—Ese maldito bastardo me las pagará todas –amenazó desprendiendo su habitual aura maligna.

 

 

 

 

 

 

 

Drabble XXX.

Despojo.

El nerviosismo no es algo común en los que integraban el Arco Iris, pero la presente situación guardaba tanta seriedad, hasta cierto punto las consecuencias serían devastadoras… incluso tristes para más de uno, que nadie quería empezar hablar, no fue sino hasta que Skull, con su habitual torpeza abrió el telón.

—Lamento todo esto… pequeño Colonnello –miró al rubio que permanecía sereno por fuera.

—Igual yo –dijo Viper, pasó la mano hacia su costado para posarla en el muslo izquierdo del rubio.

—Esto dejará de ser lo mismo cuando no estés –agregó Fong.

—No quiero las condolencias de nadie-kora –replicó –. Están haciéndome sentir peor de lo que ya me siento-kora –escupió sin poder ocultar su dolor –. ¿Están echándome del club, eh-kora?

—¡No es eso! –replicó Skull –. Es que… -pero tragó pesado cuando sintió la penetrante mirada de Reborn –. Es lo mejor.

—Nadie me explicó nada-kora –dijo molesto –. ¿Qué yo no tengo derecho de veto-kora? –se cruzó de brazos.

—Temo que no –intervino Verde.

—Pues no, por lo visto-kora.

—Eres un completo inútil –habló por fin Reborn –. Has dejado de servir, hay otro todavía más fuerte que tú, que se encargará de tomar tu lugar.

—No estoy hablando contigo-kora –escupió frunciendo dedos y mirada.

—Esperamos que un día nos entiendas –terció Luce, presintiendo que esos dos justo ahora era como dos barcos a punto de chocar –. No es como si nos estuviéramos despidiendo para siempre –quiso reconfortarle.

—¡Esa es una completa mentira-kora! –enfureció –. Me están… si esta es la sesión de aviso y despedida ya ha cumplido su función. Me largo-kora –miró con dolor a todos los integrantes de la mesa y por un leve fulgor en su mirada remembró que la primera noche que pasó con Reborn había sucedido aquí, en esta misma cabaña.

Pero todo esto le gritaba una sola cosa a Colonnello: Eres un maldito débil, por esa razón te echamos a la basura, ya no eres digno de permanecer junto a

Botó su silla hacia el suelo.

—No se me ocurre nada que decirles-kora, así que… adiós-kora.

Cuando un Arco Iris es expulsado del gremio, tiene tajantemente prohibido entablar cualquier tipo de contacto con los que continúen en funciones. Más que despidiéndolo…

—Ya entendí lo que te enfureció esa vez-kora –se dirigió únicamente a una persona –. Lamento ser tan débil-kora. Ojalá mi sustituto te venga a bien, Beborn-kora.

Lo habían condenado al exilio.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Drabble XXXI.

Desquite.

Colonnello respiraba agitado, estaba con la camisa de fuera, echado en su cama. Masturbándose.

Reborn sostenía las caderas del rubio, moviéndolo a su gusto mientras el otro se dejaba hacer. La cadencia de los movimientos, una suave marcha condenada incluso entre sus besos de caricia feroz. Con esa misma tonalidad del hambre que no se fastidian de clamar uno al otro. El púlpito.

Las cicatrices de Colonnello estaban corriéndose con el sudor, con los gemidos en canciones al oído. Esa clase de música suave, como un tango.

Reborn ocupó la boca en morderle los pezones al rubio, lamiéndolos muy lento, dejando que el aire de su nariz provocara zumbidos.

El sillón siempre los recibiría en un gustoso silencio. Las ropas les esperarían, por lo mientras formaban parte de su público. Un beso, otro. El moreno lo liberó del agarre con la única intención de darle la vuelta.

—Ahh… eso… kora –susurros cubiertos por el cuero negro. Hacía frío afuera, los copos de nieve se escurrían por la ventana. Sintió la lengua de Reborn en su entrada, casi lo volvía loco, esa caricia húmeda tan perfecta y sucia le calcinaba el raciocinio.

El burbujeo.

El rostro de Colonnello, sonrojado y el pecho subiendo y bajando rápidamente.

Toda esa suma de sentires, colisionando sus sentidos, fue lo último que tuvo fresco Reborn antes de despertar en la soledad de su habitación.

No detengas tu voz.

Quiero escucharte.

Cuando sufres y cuando gozas. 

Notas finales:

  Gracias por los comentarios, y Mei-swan~ claro que volveré con dieciocho, debo R56 allí~. Sólo deja que drene más a mi marido, porque quién sabe por qué crujuente razón me inspiro en las rabietas que me hace pasar, y me tendrás actualizando todo lo que debo, así que si lo ves dile que se deje agarrar, para que toda esta onda del trámite sea más shalalesca. 
  Resto 25 <3


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