Un Corazón Destruido.
Xiumin se encontraba a unos pasos de la mesa donde se sentaban Chen y sus amigos, traía consigo una pequeña carta en sus manos debatiéndose entre si entregarla o no…
—Vamos, Minseok-hyung, hazlo —decía Tao tratando de darle ánimos a su hyung.
—N-no puedo, Tao —musitó Xiumin, se notaba demasiado nervioso y sus manos temblaban a causa de ello.
—Vamos gēge, yo estaré ahí apoyándote si algo sale mal —reconfortó Tao, regalándole una sonrisa cálida al mayor.
Xiumin asintió, respiró profundo botando todo el aire en un suspiro pesado, miró en dirección a Tao que tenía sus manos al aire y le regaló un fighting en susurro.
A paso lento se dirigió a la mesa de Chen, se sentía muy nervioso, tal vez demasiado. Estaba a punto de confesarle todos sus sentimientos guardados por un año, después de todo.
Nuevamente se había sumido en sus pensamientos y no se dio cuenta cuando fue que por si solos, sus pies, llegaron a la mesa de Chen donde el nombrado y sus amigos le dirigieron una mirada de curiosidad a Minseok, intrigados por su sorpresiva presencia.
—Chen —susurró Xiumin, lo suficientemente alto para ser audible para todos los que estaban en la mesa.
—El mismo —respondió Chen con altanería en su naturalmente burlona voz.
—Y-yo… ¿P-puedo hablar contigo a solas? —murmuró Xiumin mirando fijamente al piso.
—Habla, no hay nada que no puedan escuchar mis amigos —dijo Chen mirando al pequeño baozi fijamente.
Xiumin respiró profundamente cerrando los ojos mientras sus regordetas mejillas se tornaban de un color rojo intenso. Agarró fuertemente la carta que tenia todos sus sentimientos plasmados en ella y la colocó frente al rostro de Jongdae.
— ¡¡Chen, tú me gustas, por favor acepta mis sentimientos!! —habló/gritó Xiumin con notoria vergüenza y nerviosismo en su dulce y delicada voz.
Todos en la mesa miraban sorprendidos a Xiumin.
Un silencio incómodo se apoderó del ambiente…
Pero una risa que sonaba llena de burla hizo que el desagradable pero pacífico silencio desapareciera.
Minseok, que se encontraba con la cabeza gacha la levanto rápidamente viendo quien era el dueño de esa carcajada.
Chen…
El dueño de esa risa repleta de mofa y burla era Kim Jongdae.
—Lo siento, yo no salgo con chicos feos, ni mucho menos “gordos”.
Dicho esto, Chen se retiró siendo seguido por sus amigos dejando al mayor con los ojos acuosos.
Tao, que había presenciado toda la escena, fue corriendo hasta donde se encontraba el mayor y lo abrazo en un cálido abrazo.
— ¡Eres un imbécil Kim Jongdae! —gritó Tao con furia.
El aludido sólo atino a levantar la mano, sin siquiera voltearse para mirarlos, en una señal de “no me importa” y siguió caminando.
Una persona del grupo de Chen, Kris, volteó a ver los chicos, centrando su atención en Tao, quedando hipnotizado ante el atractivo y la actitud de éste.
Kris hubiera seguido en su ensoñación con Tao si no fuera porque Luna, una de las integrantes del grupo “Zorras Oficiales” lo jaló por el brazo llevándoselo y llamándolo “oppa” con esa voz tan chillona.
En el lugar se encuentran ahora sólo dos personas.
Una con el corazón roto….
Y otra consolando aquel corazón que estaba destrozado.
Tao seguía abrazando a Xiumin, acariciando su cabeza diciéndole que todo estaba bien, sin embargo, de un momento a otro, Minseok se separó con brusquedad de los brazos de Tao y salió corriendo ignorando los gritos del contrario.
Corrió lo máximo que le permitieron sus piernas llegando hacia el patio sentándose debajo del árbol, soltándose a llorar frenéticamente, como nunca antes, sujetando sus rodillas contra su pecho, escondiendo así su rostro entre sus brazos.
Pasaron 10 minutos.
20 minutos.
30 minutos.
Hasta 40 minutos
En los que Xiumin seguía llorando. Miró la carta que Chen no había recibido, y la tiró a un lado escupiéndola y pisándola con furia
Haría que Jongdae se tragase sus palabras
Haría que no solo Jongdae si no todos lo dejaran de llamar “Gordo” y “Feo”.
Pero sobre todo haría que Jongdae se arrepintiera de haberlo tratado de esa manera.
A pesar de eso, no solo cambiaria por Kim Jongdae ni por los demás, cambiaria por el mismo, por su bien.