Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El Hijo de Milo por Aurora Execution

[Reviews - 24]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Quinta y ultima parte. Espero lo disfruten.

 

No se encontraba seguro de nada en su vida, su matrimonio pasaba por una crisis al no poder comunicarse. Camille insistía en buscar señales de su hijo y Milo cansado de aquel espectáculo la ignoraba. Él había deseado tener un hijo hacía muchos años, pero su mujer nunca estaba de acuerdo con los tiempos. Que primero debían terminar la casa, que las carreras, que los viajes, que primero disfrutar la vida, después ser padres. Con el tiempo se había resignado a la posibilidad y aceptado que tal vez, el concebir, no estaba en sus destinos.

Entonces ¿Por qué ahora le jugaba tan pesadas bromas?

Es que eso entendía a la actitud de su mujer, o era eso o se había vuelto loca por la culpa. Tal vez no podía quedar embarazada y esa era su manera de canalizarlo.

Tal vez él no podía…

Milo se sentía frustrado, ¿qué sucedía? ¿Qué ocurriría con su mujer? La había dejado encerrada en su habitación llorando, no soportando el verla así, hizo un par de llamadas y acordó con un profesional, sabía que Camille no aceptaría acompañarlo, así que el psicólogo acudiría a su residencia.

Él quería ser padre, sí. Pero ciertamente de una criatura existente, y no un mero invento de la mente resquebrajada de su mujer…

Lloró, lloró como nunca lo había hecho, no recordaba la última vez que había derramado lágrimas, y allí estaba sentado en la penumbra de su sala, confundido, y desesperado por una situación que lo desbordaba. Quería apoyarla, pero seguirle el juego no haría que la criatura aparezca…

 

- Quiero ir al parque…

 

- ¡Camille! – Se sobresaltó al escuchar a su mujer – ¿Al parque? Creo que…

 

- Sé qué piensas que me he vuelto loca – Se acercó, y se sentó a su lado, tomándolo de las manos – Un día tenemos una vida maravillosa, y al siguiente me despierto con recuerdos que aparentemente no existen, con cumpleaños, recuerdos de escoger ropas para él bebe, el nombre… Nos peleábamos por cómo se llamaría – Camille derramó algunas lágrimas, pero se escuchaba serena – Recuerdo su sonrisa, sus abrazos… Nada de eso existe Milo… ¿Cómo puede no existir un recuerdo tan vivo?

 

- Siempre quise ser padre…

 

- Lo sé – Dijo acariciándole el rostro afectuosamente – Y lo eres, eres un excelente padre, Camus te ama mucho, nuestro hijo te adora – No pudo  evitar que las lágrimas se escaparan sin tregua, ahogándola al hablar.

 

- ¿Por qué no lo recuerdo entonces? Quisiera con el alma creer que existe, quisiera conocerlo y abrazarlo Camille… Pero…

 

- Shh… Él volverá – Besó sus labios y Milo la estrechó con fuerza en sus brazos, correspondiendo el beso y amándola en cada momento compartido.

 

Ella se aferró a su cuello y allí permanecieron un buen tiempo dándose el cariño que sentían y correspondían con igual fuerza. Cuando el llanto ya no estaba y sus corazones se calmaron un poco, Camille se incorporó y le sonrió, acto que hizo sonreír a Milo también.

 

- Es un día hermoso Milo, llévame al parque.

 

- Sí, creo que nos hará bien un poco de aire fresco.

 

Milo se incorporó y la abrazo, luego salieron de su residencia, tomados de la mano, juntos, como siempre sería.

 

**********

 

- Es conveniente actuar de inmediato, por lo que ya he enviado a llamar a Saga, ustedes deben ir por el niño – Ordenó la Diosa.

 

Ambos Santos asintieron y sin esperar, se encaminaron rumbo al onceavo Templo en busca del pequeño Camus. Milo iba cabizbajo un paso por detrás del francés, quien no se encontraba en buenas condiciones tampoco.

 

- Se tendrá que ir… – Dijo el rubio rompiendo el silencio.

 

- Sabes que esto pasaría, Camus no pertenece aquí, es nuestro hijo, pero no en esta realidad.

 

- Lo sé, e incluso yo mismo renegué de él, pero ahora me duele dejarlo ir… me acostumbré a que me llame papá…

 

Camus se detuvo al ver que Milo se detenía también, subió los dos escalones que lo separaban y lo abrazó fuertemente. Besó su mejilla, su frente,  su cabello, acarició su espalda y lo apretó más contra sí.

 

- No pensemos de esa manera, piensa que nuestro hijo estará a salvo si lo dejamos ir, que podrá vivir, y que será feliz con sus padres. Milo, si Camus se queda aquí, no habrá futuro para él, para nosotros, ni para nadie en el universo, dejándolo ir, le salvaremos la vida – Limpió la intrépida lágrima que su griego luchó por contener, y lo besó fugazmente en los labios.

 

- Tienes razón, vamos, no perdamos tiempo, cuanto antes pase, será mejor…

 

Llegaron al Templo de la Vasija y se encaminaron a los privados para buscar al niño, cuando iban ingresando a la cocina, escucharon varias risas, que reconocieron al instante. Allí estaban el pequeño junto a los hermanos Aioria y Aioros. Parecían conversar muy a gusto, tanto que no se percataron de la presencia de la pareja. Milo carraspeó aclarando su garganta para hacerse notar, los tres voltearon a verlos.

 

- Papá, el tío Aioria me contaba de cuando te caíste de un árbol por buscar una manzana para impresionar a papi.

 

Los hermanos atenienses, dirigieron sus miradas a la pareja, puesto que si bien, disfrutaban de la compañía del menor, se habían percatado de que llamaba papá a Milo y papi a Camus, y que relataba historias, que por claras razones eran imposibles.

 

- ¡Oye! Eso no fue tan así, Camus quería una manzana y yo amablemente me ofrecí a buscársela – Dijo completamente colorado el rubio. Todos rieron.

 

El mayor de los Camus se acercó al menor, hincándose para quedar a la altura del que se encontraba sentado en la silla.

 

- Camus, debes acompañarnos a tu… papá y a mí a la Sala del Patriarca ¿Está bien?

 

- ¿Hice algo malo? – Hizo un pequeño mohín – Prometo que no volveré a interrumpirlos en su habitación papi, sé que siempre me dicen que no debo entrar sin avisar, sobre todo en las noches, y que debo comportarme como un niño valiente, así algún día seré tan fuerte como ustedes y que así podre obtener la Armadura de Escorpio, pero… pero – Había hablado sin respirar mientras las lagrimitas comenzaban a caer, y hacía pucheros para contenerlas.

 

Los cuatro adultos se observaban, dos de ellos notablemente ruborizados, por las ocurrencias del pequeño.

 

- No Camus, no es un castigo, pero son órdenes del Patriarca, los tres debemos presentarnos ante él, ¿de acuerdo? – El pequeño Camus asintió, limpiándose las lágrimas con la manga de su camiseta.

 

En ese momento el cosmos de Saga se hizo presente, para anunciarse. Una vez que este llegó a la cocina, guiado por el cosmos de Camus, se extrañó al ver a tantas personas allí.

 

- Buenos días ¿Qué hacen todos aquí?

 

- Nos dirigíamos a la Sala del Patriarca, supongo que te dirigías hacia allá también, ya que estamos todos, vamos juntos – Propuso Milo.

 

Solo restaba rezar para que todo salga bien, que el pequeño regrese sin problemas y que el universo entero se salve de una catástrofe. Nunca podrían decirle al niño que debía marcharse por ser él, el causante de tal mal, no se lo merecía, tampoco tenía la culpa de estar en el lugar y momento equivocados. Tan solo fue una víctima más de los enigmas del tiempo. Aioria y Aioros prefirieron quedarse en el Templo, ellos no podían hacer mucho por el niño y sus compañeros, así que era mejor no estorbar.

 

El camino fue silencioso y largo para todos, algunos conscientes de lo que pasaba, otros preocupados por la convocatoria ante el Patriarca.

Los guardias se hicieron a un lado en cuanto los vieron ingresar a la Sala, solo flanquearon las puertas y reverenciaron a los Santos Dorados, volviendo a observar extrañado la presencia del muchachito, se rumoreaba que el niño había aparecido de la nada, y que traería desgracias.

Desgraciadamente los chismes en el Santuario corrían como peste, pero éste no estaba tan lejos de ser cierto, incluso peor.

 

Athena y Shion estaban ya en la sala, Athena vestía su Armadura, lo que sorprendió a los Dorados, era la primera vez que la veían usarla.

 

- ¡Oh! ¡Pero qué bien se ve señorita Athena! – Exclamó el menor al verla. La Diosa le sonrió ampliamente e inclinó su cabeza, en agradecimiento.

 

- Athena, me ha mandado a llamar – Dijo Saga con una rodilla al suelo, como sus compañeros.

 

- Por favor, de pie – Les dijo la Diosa – Así es Saga, es esencial tu ayuda, debes abrir el portal de los Dioses.

 

- ¿El portal de los Dioses? – Se sorprendió el de Géminis – Pero eso es casi imposible, nunca lo he hecho.

 

- Eres uno de los dos Santos que puede abrir portales dimensionales, Kanon no se encuentra, de haber estado, la ayuda de los dos hubiera hecho las cosas más fáciles, pero cuento contigo Saga, creo en tu poder, sé que podrás lograrlo.

 

- ¿Por qué desea abrir el portal? – Preguntó.

 

Athena observó a Camus y Milo, y después al pequeño, ellos entendieron, y fue el de Escorpio quien se lo llevó.

 

- Ven conmigo Camus, quiero mostrarte algo antes de comenzar la reunión – Los presentes aguardaron hasta que la puerta fue cerrada, solo entonces Athena volvió a hablar.

 

- Saga, el pequeño no puede permanecer mucho tempo más en este lugar, su existencia corre peligro, y no solo él, sino el universo entero – El Gemelo abrió sus ojos, y observó a los presentes, fue entonces que Shion tomó la palabra.

 

- El niño Camus, está perdiendo los recuerdos de su vida hasta ahora, al parecer los espirales del tiempo creados en la órbita de Saturno, provocaron portales a través de las dimensiones, dejando la nuestra y la del pequeño entre medio. Si el tiempo sigue corriendo, su existencia tal y como venía siendo será borrada, sus padres no sabrán que existió y él también dejará de recordarlos.

 

Saga estaba atónito, pero sabía que había una cuestión más, una mucho más delicada.

 

- El que dos dimensiones se mezclen es peligroso, el universo podría colapsar, destruyendo todo lo conocido hasta hoy, dando comienzo a la Gran Implosión – Y fue ahí que el geminiano comprendió las magnitudes del problema – Tú sabes Saga, como manipulador de dimensiones, que mezclarlas es peligroso.

 

- Así es Patriarca, es por eso, que la Otra Dimensión te transporta a un lugar donde el espacio y el tiempo no existen, en otras palabras, es el espacio existente ente este mundo y sus paralelos. Quien entra a la Otra Dimensión vagara errante por siempre en ese lugar atemporal – Terminó de explicar Saga – Y es por eso que no creo posible que pueda abrir el portal de los Dioses.

 

- Saga… hace mucho tiempo, cuando yo vestía a Aries, y la Guerra Santa estaba a punto de terminar, hubo una persona que con su poder, derrotó a un Dios, y lo encerró allí… Ese Santo a pesar de haber hecho siempre las cosas a su manera, y no decidirse por el bien o por el mal, luchó para proteger a Athena y la Tierra, y murió en presencia de nuestra Diosa – Dijo Shion con su siempre calma voz – Ese hombre se llamaba Aspros, y era el Santo de Géminis – Camus que escuchaba atento y el mismo Saga, quedaron sorprendidos – Tú eres como él, incluso más poderoso, Saga, tú podrás abrir el portal, no lo harás solo, el cosmos de Athena te ayudará.

 

- Esta bien, lo haré – Dijo firme el de Géminis.

 

**********

 

- No quieren que escuche lo que van a decir ¿No es verdad papá? – Preguntó el menor.

 

- No tiene caso que te mienta, eres muy inteligente, es cierto, para protegerte es mejor que no sepas ciertas cosas, Camus ya te ha dicho que hay muchas cosas que a tu edad no son fáciles de comprender, pero está bien eso, no debes sentirte mal, todo esto que va a suceder es solo para protegerte, cuando llegue el momento, quiero que confíes en mí, y en tu “papi” confía en nosotros, y no dudes, no dudes Camus.

 

- Siento que te estas despidiendo… – Dijo al borde de las lágrimas.

 

- No, eso no, cuando esto acabe, nos volveremos a ver, e iremos al parque para hacer volar el barrilete, es una promesa – Le dijo Milo, hincándose a su altura y tomándolo de los hombros.

 

- Es una promesa papá.

 

- No llores, no es momento de llorar, ahora quiero darte algo, y esto también debes prometerme, que lo llevaras contigo siempre, con el estarás protegido.

 

- ¿Qué es?

 

Milo sacó de entre su Armadura, un colgante que llevaba consigo desde joven, era un obsequio que le había dado Camus antes de partir a Siberia, en aquel momento no comprendió el significado de ese regalo, pero igual siempre lo tuvo junto a su corazón, el colgante era un medallón de oro, en que estaban labrados los símbolos de Acuario y de Escorpio, con las constelaciones detrás, en oro blanco, y en el reverso, sus nombres, con el símbolo de la amistad. No hace mucho (horas para ser exactos) Camus le había confesado que no se animó a tallar el símbolo del amor, pensando que lo rechazaría, y que el de amistad encajaba perfecto, al fin y al cabo, eran dos mejores amigos, que se amaban.

Milo sabía que a Camus no le importaría que le entregue tan preciado objeto al niño, era su hijo, el hijo de los dos, por lo que llevar ese medallón era lo correcto.

 

El pequeño Camus tomó el colgante entre sus manitos y se maravilló al contemplar su brillo, y lo bello que era.

 

- Ese medallón como ves, nos representa a Camus y a mí, siempre que lo lleves contigo, estaremos a tu lado y te protegeremos.

 

- Gracias papá, nunca me apartaré de él.

 

Milo abrazó al niño, sabiendo que a final de cuentas si era una despedida. Después de que todo pase, el pequeño se olvidaría de todo lo que vivió, y se olvidaría que en otra dimensión tiene padres que lo quieren mucho también, y que velan por su seguridad.

Camus lo llamó a través de su cosmos indicándole que ya podían regresar, por lo que se apartó del pequeño, y le tomó la mano para volver a la Sala.

Todo estaba dado ya.

 

**********

 

- Es momento de actuar, Camus – Le habló la Diosa al niño – No quiero que te asustes por todo lo que experimentaras, tus padres estarán contigo en todo momento. Ahora presten atención – Les habló a los tres Santos – Saga al abrir el Portal yo proyectaré mi cosmos, el los guiará a ustedes Camus y Milo por el camino correcto, deben entrar al portal y guiarse de sus sentidos para ubicar la dimensión correcta, estoy segura que lo sentirán, porque allí también se encuentran ustedes, sus cosmos puede que no sean fuertes o tan perceptibles, pero son los mismos en esencia, cuando encuentren la entrada a su mundo no podrán ingresar a la dimensión con el niño, deben dejarlo, el portal se abrirá justo donde se abrió antes, y todo regresara a la normalidad. no pueden cometer ningún error, el mínimo desvió los arrastrará por dimensiones lejanas y nunca más podrán regresar, recuerden que es el portal de los Dioses, y no cualquier otro, confió en ustedes Santos de Athena – Terminó por decir la Diosa.

 

- ¿Qué sucederá cuando lo dejemos solo?

 

- Lamentablemente no lo sé, él caerá en su realidad, y sus recuerdos serán restablecidos, tanto en él como en su familia, pero de ahí… ya no podemos hacer nada más.

 

Milo observó a su pareja, Camus, quien jamás expresaba dudas ante una batalla o prueba difícil, estaba estático, sus facciones estaban completamente contraídas y sus ojos brillaban, pero con un aire desesperado. Milo lo supo, Camus estaba aterrado.

 

- Confiemos en que todo saldrá bien, no podemos esperar más tiempo, Saga – Shion dio la orden, todos se dispusieron a un lado de Saga.

 

El gemelo respiró profundo y concentró su cosmos, su técnica la había utilizado infinidad de veces. Pero Saga no recordaba que él ya había intentado abrir ese portal antes, cuando su parte maligna gobernaba su ser. Aquella vez lo consiguió por escasos segundos.

 

- ¡OTRA DIMENSION!

 

Gritó el gemelo, y el portal se abrió, los planetas se separaron y una galaxia oscura se veía alrededor, miles de estrellas flotaban y otras tantas eclosionaban. El pequeño casi pierde el habla ante lo que veía.

Athena elevó su báculo y proyectó un haz de luz cegadora, ante sus ojos estaba el portal de los Dioses.

 

- Antes de entrar,  tomen esto – Athena les entregó a cada uno una pulsera de flores – Solo los Dioses podemos ingresar allí, pero con esto podrán, ya que contiene mi cosmos. Adelante.

 

Acuario y Escorpio se observaron por un momento y asintieron, cada uno tomó de la mano a pequeño he ingresaron. La presión era sofocante, sentían que sus cuerpos se partirían en mil pedazos, ellos podían aguantar, pero el niño no duraría mucho, por lo que siguiendo la luz de Athena, caminaron con cuidado.

 

- ¿Qué es este lugar papá?

 

- Es el portal de los Dioses, un lugar inaccesible para un ser humano, pero no nosotros contamos con la protección de Athena – Los Santos iban atentos a cada rastro de presencia, se escuchaban voces, ruidos, música, era un lugar muy extraño. Sus pies tocaban suelo firme, pero parecían caminar en el aire.

 

- Tardaremos años en hallar cosmos tan pequeños…

 

- No podemos fallar, debemos concentrarnos un poco más, no prestar atención a esos sonidos.

 

Caminaron un poco más, el pequeño apretaba las manos que lo sujetaban, y lloraba, no sabía porque, pero tenía unas ganas tremendas de hacerlo, y vencido por lo desconocido, lo hizo.

 

Milo sintió un cosmos familiar tan efímeramente que por un momento pensó que lo había imaginado, pero después escuchó un llanto, dio dos pasos a la izquierda y allí vio a una mujer, de cabello largo y lacio, de un rojo intenso, bellísima con el rostro blanco y las facciones delicadas, cuando la mujer elevó sus ojos al cielo como dando una plegaria, Milo la reconoció, esa mujer era la madre de Camus, era la contraparte de su francés. Y el cosmos que emanaba lo comprobaba, era el mismo que poseía Camus.

 

- ¡Camus es ahí! – Le gritó y los dos pelirrojos se voltearon.

 

Era el momento de la despedida y los mayores lo sabían.

 

- Hijo debes ir allí, debes ingresar a ese portal – Le habló el francés.

 

- ¿Qué? No, no quiero, tengo miedo, ¡no quiero estar aquí!

 

- Recuerda lo que te dije Camus, recuérdalo – Le decía Milo, el niño lloraba ahora sin control, el propio Milo comenzó a derramar lágrimas.

 

- No me abandones papá, no me dejes aquí, quiero ir contigo

 

- Yo te seguiré Cam, te seguiré, cuando cruces ese portal nos reuniremos del otro lado, créeme.

 

- Papi, ¿por qué lo hacen?, ¿tú tampoco me quieres más?

 

- No digas eso Camus, nosotros te amamos, confía por favor, allí estaremos esperándote, nos reuniremos los tres.

 

- Papá…

 

- No te dejaremos solo nunca, te estaremos esperando con los brazos abiertos, no dudes Camus, no dudes…

 

El niño asintió aun llorando, Milo no ocultaba su llanto tampoco, y Camus se limpiaba las lágrimas sabiendo que era lo correcto. El niño soltó sus manos y el agujero comenzó a absorberlo.

 

- ¡Papá! ¡No! ¡No me dejes! ¡Papiii!!

 

- Te estaremos esperando hijo…

 

El portal consumió todo el cuerpo del menor y se cerró, expulsando una gran cantidad de energía, misma que expulsó lejos a los Santos.

 

El báculo de ATHENA brilló con más intensidad… Camus y Milo cayeron en la Sala del Patriarca.

 

**********

 

- ¡Hasta que despiertas! Parecía y tenías un sueño interesante – Lo primero que distinguió fue la mirada turquesa y la bella sonrisa de su esposo. Se incorporó de golpe mirando alrededor, estaban en el parque, se había quedado dormida en el regazo de Milo mientras leía.

 

- ¿Dónde está Camus? – Preguntó temerosa.

 

- Esta con el barrilete, ahora que puede manejarlo bien fue hasta donde no había tantos árboles para poder elevarlo más – Dijo sonriente el heleno.

 

- Parece que lloverá…

 

- Es cierto, creo que es mejor que regresemos, iré por Camus…

 

Lo vio irse en busca de su hijo, las remanencias del sueño todavía le afectaban, no lo recordaba muy bien, pero tenía un extraño presentimiento de que el sueño fue algo vivido…

 

- ¡Camus! Ah, aquí estas hijo, vamos te ayudaré a regresar el barrilete, mamá no se siente bien, además parece que se aproxima una tormenta – Le habló su padre. Milo tomó el cordel del cual se sujetaba el barrilete y comenzó a enrollarlo, cuando estuvo listo tomó la mano del niño y caminó donde se encontraba su mujer.

 

El niño correteó, pero un brillo le hizo desviarse de su camino, en el césped había tirado un medallón, lo levantó, y observó, se veían los símbolos de Acuario y Escorpio. Al sostenerlo en sus manos tuvo una experiencia extraña, como si eso ya lo hubiera visto en otro lado, que alguien importante se lo había dado y que debía guardarlo.

 

Elevó su carita al cielo y sonrió ante la primera gota de lluvia que cayó en su nariz.

 

- Papá…

 

Apretó con fuerza el medallón, y se lo guardo en un bolsillo, sus padres lo llamaban para correr al auto, la lluvia los había sorprendido.

 

En el medallón ya no figuraban los nombres de los Santos, sino que se leía la leyenda “Siempre a tu lado”

 

**********

 

Un mes había pasado de todo lo acontecido. La vida en el Santuario volvió a lo mismo, a esas alturas ya todos sabían de la relación de sus compañeros, ya que debido a lo ocurrido Camus y Milo no pudieron hacerla oficial.

 

Se encontraban en el bosque a un lado del Santuario, Camus estaba recostado sobre un gran nogal, sostenía un libro en manos, y con la otra acariciaba el cabello rebelde de Milo, quien estaba recostado en sus piernas. Al heleno no le importaba encontrarse desnudo en el claro del bosque, Camus, siempre más rescatado, tenía su túnica puesta.

Milo se incorporó y le quitó el libro de la mano, aventándolo a un costado, se divirtió por el rostro fruncido de Camus, colocó una mano a cada lado de su rostro y lo besó.

 

- Llevamos todo un mes juntos – Le dijo en cuanto se separaron.

 

- Eso no es cierto…

 

- ¿Cómo que no?, puede que no sea muy interesado en las fechas, pero recuerdo que hace exactamente un mes te di tu primer beso – Dijo algo ofendido.

 

 - No me refería a eso – Camus sonrió ante el desconcierto del rubio – Nosotros no llevamos un mes juntos… llevamos toda una vida juntos, el beso, la relación, fue el siguiente paso, vinimos caminando juntos desde siempre…

 

- Camus…

 

- Nos tardamos mucho… Pero eso no importa ahora.

 

- Sigues sorprendiéndome, eres increíble – Se arrojó a sus labios una vez más deseando permanecer ahí para siempre, no quería despegar sus labios de esa piel, no quería dejar de recorrerla nunca, no quería dejar de adorarla y amarla, no quería, y no lo haría, amarlo era lo esencial en él. Y sabía que para Camus era exactamente igual.

 

- Te amo Milo.

 

- Y yo a ti francés bello, y yo a ti… – Volvió a recostarse en su regazo y  observó el hermoso día – ¿Lo extrañas? – Camus sabía a quien se refería.

 

- Si, le rezo a los Dioses para que se encuentre bien.

 

- Lo está… Algún día podremos adoptar algún niño, te parece – Camus sonrió mirando al cielo también.

 

- Me gustaría…

 

Lo que los Santos no sabían era que ese deseo estaba por cumplirse, los Dioses agradecidos por su acciones, y cumpliendo sus deseos secretos, les concedieron la voluntad.

 

En las puertas del Templo del Escorpión Celeste, se hallaba un bultito, del cual resaltaba unos ricitos del color escarlata, y una brillante y marina mirada, semejante a dos grandes turquesas, aguardaba por sus padres.

 

Los Santos ahora deberían pensar en un nombre, por que Camus, en ese mundo, había uno solo.

Notas finales:

Bueno a los que hayan llegado hasta aqui, muchisimas gracias por leer. Y por dejar tan lindos comentarios.

Se que puse  lemon de advertencia, y en un principio si iba a contener. Pero despues me resulto dificil escribirlo y no  encontre el momento para eso. Salvo cuando el pequeño Camus los interrumpio XD

Sin más, me despido. Nos leemos. Y otra vez, gracias por leer.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).