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La sangre de la bestia por -Raiden-

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Capítulo 5 Ensueño…

El proceso de soñar… Cuando las manifestaciones mentales de las imágenes, sonidos, pensamientos y sensaciones de la realidad… pasan al segundo plano.

 

 

Estaba sumergido en el mar de los sueños, y de forma involuntaria su memoria retornaba al pasado.

Su tormentoso pasado…

 

Corría a toda velocidad, escapa de esas horribles bestias.

Escuchaba perfectamente como destrozaba los huesos del cadáver de su padre.

Habían llegado durante la noche como las bestias nocturnas que eran para atacarlos cobardemente.

Los primeros en caer en sus garras fueron los animales de ganado, incluido su hermoso caballo color negro como la noche, un pura sangre llamado Heart…

Seguía corriendo de la mano de su hermana y madre. No podía permitir que las atrapara… Fue último que le dijo su padre…

“Protégelas…”

Ahora el bosque era el único refugio… O eso pensó.

Entre los arboles las guiaba escapando de los hombres lobos que los seguían muy cerca, casi podía sentir sus garras sobre su hombro…

Aún con la respiración agitada trataba de mantener la calma…

Habían encontrado refugio en un frondoso árbol hueco, la humedad del ambiente por la niebla despedía el olor de la ciénaga que estaba por ese lugar…

Azufre…

Ese era el olor… Maldito azufre…

Esperaba que ese fuerte aroma cubriera el suyo, aun conservaba la esperanza.

Las bestias afuera se acercaban cada vez más.

Se podían escuchar perfectamente sus garras arrastrándose por la tierra, los arboles que tocaban hasta el ligero filo que producían al chocar unas con otras…

Tapo su propia boca para evitar ser descubierto…

Su madre y hermana estaba en la misma posición, abrazadas, temblando, y sin dejar de soltar sus lágrimas…

Escuchaba más cerca los gruñidos que emitían esos… horrendos seres.

Estaba seguro que el aliento de los lobos apestaba a sangre.

Cerró los ojos para evitar ver esos afilados dientes y esos ojos… ojos rojos y vacios de todo sentimiento…

No estaba en la naturaleza de los hombres lobo… perdonar.

 

 

Abrió los ojos al escuchar un gruñido.

 

Sus iris metálicas se dilataron un poco al contemplar la rocosa superficie a donde miraba analizando su situación.

 

No sabía dónde estaba ni que había sucedido con el lobo…

 

El hombre lobo…

 

Se levanto asustado y noto que ya era de día.

 

No estaba precisamente en aquella aldea… Era más bien una cueva y gracias a la luz que entraba por un agüero en el techo lo comprobó.

 

Era el refugio de alguien más…

 

Veía las pocas pieles curtidas en el soporte, las dos hachas para talar junto al madero, un pequeño cofre y varios arcos de caza.

 

Al menos era humano lo que habitaba ahí.

 

Otro gruñido extraño junto a él…

 

Tuvo que girar su cabeza para ver donde había pasado el resto de la noche y lo más importante… con quien.

 

La improvisada cama era de pieles de oso, junto con la paja de relleno era lo de menos comparado con la persona que dormía a su lado.

 

Un chico pelirrojo… un chico con una pálida piel… tan clara como la luz de una luna resplandeciente.

 

Tenía pequeñas marcas de rasguños en su cuerpo, heridas que ya habían sanado, hasta donde las pieles de oso le cubrían… de la cintura para abajo.

 

Supuso que estaba dormido pero al ver la desnudez de su compañero de cama.

 

Un extraño sonrojo salió en sus mejillas, que a pesar de ser moreno sentía como le ardía la cara.

 

Algo muy impropio de él.

 

Y entonces se vio a si mismo…

 

Tenía abierta su gabardina oscura, dejando ver sus tatuajes que solo podían ser vistos por la santa orden de guerreros a los que pertenecía…

 

Intrigado por romper el único voto al que había jurado lealtad… tapo su cuerpo volviendo a cerrar sus ropas.

 

Necesitaba respuestas… y la única que persona que podía dárselas era ese chico… sus facciones estaban algo endurecidas, como si le doliera algo…

 

Miro más detenidamente y la vio…

 

Esa flecha atravesando su brazo… una flecha de ese metal oscuro llamado ébano, uno de los componentes más extraños de encontrar por esas tierras del Grand Line… y ese chico tenía una atravesando su brazo…

 

Olvido por unos momentos la promesa rota de su orden y miro más de cerca la herida en el brazo del chico.

 

Tal y como suponía… no le había dado en ninguna parte vital como una arteria o nervio, solo estaba fija en el musculo lejos de los huesos principales de su brazo.

 

Suspiro con más calma y se dispuso a despertar al chico pero…

 

-Vuelve a dormir… aun tengo sueño… - le dijo con voz pastosa sin siquiera abrir los ojos y jalarlo con el brazo sano.

 

Ese chico de cabello oscuro como la noche odiaba que le dieran ordenes…

 

Notas finales:

Gracias por leer...


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