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Camus y sus Griegos por Aurora Execution

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Notas del fanfic:

Los personajes no me perteneces. Son propiedad de Masami Kurumada.

Notas del capitulo:

Bueno aca ando de nuevo incordiando con un nuevo fic XD

Mientras escribia los capitulos de mis otros fic, se me ocurrio esta idea, por lo que mi cabecita inmediatamente me ordenó que escriba :)

Seran las parejas nombradas (Y si me animo, con Aioros y Kanon tambien)

Y sera por cada pareja, un capitulo en la cronologia de SS y otro un Au.

Bueno, sin más espero que disfruten de la lectura.

La mañana se presentaba fresca, a comparación de los días anteriores, por lo que varios respiraron hondo largando un suspiro de alivio. Los entrenamientos eran cada vez más arduos, y ninguno quería caer en la arena llevándose la humillación de la derrota, por lo qué, juntando fuerzas de quien sabe donde, encaminaban sus frágiles piernas a la siguiente contienda.

Esa mañana Saga tenía otros planes para los pequeños que aún no habían sido enviados a sus respectivos lugares de entrenamiento.

 

Aioria, Milo, Shaka y Camus estaban aguardando en el Coliseo la llegada de quienes en esos momentos eran sus maestros; Saga y Aioros.

 

—Hola pequeños—saludó el castaño. Todos inclinaron su cabeza como señal de respeto y saludo.

 

—Hoy no habrá entrenamiento—dijo Saga y todos lo observaron con sus ojos bien abiertos—ya que mañana partirán a culminar con sus entrenamientos, hoy sólo nos sentaremos a hablar de nuestras metas—Milo levantó la mano—¿Qué sucede Milo?

 

—Mi meta es ganar la Armadura de Escorpio ¿Ya me puedo retirar?—dijo con una sonrisa.

 

—No, vamos—Se limitó a responder el de Géminis.

 

Los mayores caminaron con la pequeña fila de aprendices por detrás, se insertaron en el bosque buscando un cómodo lugar donde sentarse, cuando hallaron una arboleda bastante tupida, para refugiarlos del sol griego, le indicaron a los menores que se sentaran en semi circulo enfrente de ellos dos.

 

—Muy bien, como todos ya saben, nuestra primera y más importante meta es obtener nuestra Armadura—comenzó hablando el peli azul.

 

—Y la segunda, que cobra importancia de primaria al obtener la Armadura, ¿Cuál es?—preguntó esta vez el castaño.

 

Milo y Aioria levantaron la mano. Aioros indicó que hable primero su hermano.

 

—Llegar al séptimo sentido—dijo el pequeño castaño.

 

—¡No seas bruto Aioria, se supone que si ganamos la Armadura es porque llegamos al séptimo sentido!—le gritó el rubio—la meta es proteger el Santuario—.Le corrigió.

 

—En realidad esa es tan sólo una parte—dijo Camus—lo primordial es la protección y veneración a nuestra Diosa.

 

—Muy bien Camus—le felicitó Saga. Aioria y Milo se cruzaron de brazos molestos por su pequeña derrota.

 

—Pero ahora hablemos de nuestras metas personales, a qué aspiramos, más allá del juramento a Athena—dijo Aioros—por ejemplo mi meta es poder cumplir la voluntad de mi padre, quien me encomendó la educación y protección de mi hermano.

 

—Mi única meta es llegar a ser tan sabio e iluminado como Buda—dijo Shaka que hasta ese momento no había abierto la boca, ni los ojos.

 

—Es una gran meta—Le felicitó el castaño.

 

—Pues mi meta es ser un gran héroe griego, fuerte, con coraje y orgullo ¡Como Heracles!—dijo Milo entusiasmado.

 

—¡Ah, sí! Yo también quiero ser un héroe griego con gran valor ¡Como Aquiles!—dijo Aioria.

—¡Entonces quiero ser como Perseo!—Le rebatió Milo.

 

—¡Y yo como Agamenón!—siguió Aioria.

 

—¡Patroclo!

 

—¡Teseo!

 

—¡Basta!—los calló Saga, tratando de recuperar un poco de la paciencia perdida.

 

—Camus, no has dicho nada ¿Cuál es tu meta?—le preguntó Aioros mientras trataba de controlar a su hermano que estaba a punto de arrojársele a Milo, quien le hacía gestos de burla.

 

—Mi meta es llegar a ser tan bueno como Saga—dijo el pequeño francés al tiempo que sus mejillas se tornaban rojísimas.

 

Esa afirmación hizo que el griego también se ruborizara.

 

—Creo que tienes un enamorado—le dijo su amigo al oído, algo divertido, haciendo que la pena de Saga se notara más, mientras observaba de reojo al pequeño.

 

**

 

Milo estiró sus brazos y piernas con pereza, moviendo su cuello de un lado a otro, luego se volvió a echar en el sillón, buscando una nueva posición que le resultara cómoda.

 

—¿Demasiado interesante?—tiró la pregunta al aire.

 

Camus al otro lado del amplio sillón, suspiró mientras cerraba el libro. Ya le parecía demasiado extraño que Milo se mantuviera quieto y callado por más de diez minutos.

 

—¿No deberías estar con Aioria?

 

—No… Ya estuve toda la noche—dijo con malicia y picardía.

 

—¿Y a mí me toca aguantarte durante el día?—Milo notó la pequeña sonrisa burlesca de su mejor amigo.

 

—Eres mi amigo, no te queda opción a menos que…—Milo se incorporó y arrodilló, quedando a escasa distancia del rostro albo—tengas otros planes—sonrió maliciosamente.

                                                                        

—Invité a Saga a cenar. – El francés susurró y Milo carcajeó.

 

—¿Tu gran noche?—preguntó, volviendo a su posición inicial.

 

—Sólo espero no arruinarlo…

 

—Ya era hora de que te confesaras.

 

Camus desde niño sintió un amor profundo por el gemelo mayor. Apenas y con cinco años cumplidos descubrió en el peli azul un universo increíble, del cual jamás pudo salir, porque se maravillaba cada día con la bondad y fortaleza del ateniense. La admiración pronto cobró intensidad en el corazón del francés, entendiendo que ese amor que de niño parecía más adoración, era un fuerte lazo de amor, estaba enamorado, y quiso demostrárselo cumpliendo con su meta.

Camus ya no lo tenía a su lado, al menos no conscientemente, cuando regresó con su Armadura, Saga ya había desaparecido, pero a pesar de los tantos años de su ausencia, Camus nunca pudo lograr olvidarlo.

 

Durante la Guerra contra Hades, tuvo que dejar de lado parte de ese amor y tremenda emoción al verlo a su lado una vez más, porque su misión era crucial. Pero ahora que la paz reinaba de nuevo, que la vida se la habían otorgado una vez más, decidió que era el momento oportuno para buscar aquello que admiró desde la lejanía por años.

 

Milo se había retirado hacía unas horas, y él había dispuesto todo en condiciones para agasajar a su enamorado. Se encontraba nervioso, era la primera vez que podía decirse, tenía una cita romántica, no conocía el término, ni cómo actuar. Milo y Aioria le habían dado varios consejos, Aioria más entusiasmado que su mejor amigo, que no paraba de lanzarle burlas inocentes, aunque sabía en el fondo las buenas intenciones de Milo.

Pasó casi tres horas eligiendo la vestimenta adecuada, la comida, si debía colocar música, la bebida que invitar, todo era un dolor de cabeza, pero bien valía la pena si podía admirar de cerca al hermoso griego.

 

Saga llegó al Templo de Acuario alrededor de las nueve de la noche, hora acordada para el encuentro. Cuando se anunció, quedó pasmado por el elegante muchacho que lo recibía. Camus había optado por vestirse de manera casual, haciendo gala de uno de los consejos de Milo «No uses tus atuendos de realeza francesa, lo espantarás». Por lo qué, un pantalón de mezclilla y una camisa color borgoña, eran la combinación perfecta para la ocasión. Y aunque no quiso lucir muy arreglado, Saga no puedo evitar tragar la saliva que se había acumulado en su boca al verlo tan esplendido. El griego en cambio llevaba puesto una camisa blanca con mangas hasta los codos y abierta en el pecho, y unos pantalones casi del mismo color que la camisa de Camus.

 

—Buenas noches Camus, te ves muy bien.—Le saludó con una sonrisa.

 

—Gracias Saga, tú también te ves bien—dijo al tiempo que trataba de ocultar el sonrojo—.Adelante la cena ya estará lista, espero y te guste el pescado con salsa roja.

 

—Me gusta el pescado con cualquier cosa—dijo alegre. Y se ubicó en la mesa minuciosamente preparada para la ocasión—.Me sorprendió un poco tu invitación—le dijo cuando vio llegar al francés con una botella de vino.

 

—Es qué hemos tenido muy poco tiempo para conversar desde que fuimos resucitados, creí que tendríamos bastante para comentar—habló un tanto nervioso—.Espero te guste el vino blanco, para un pescado, es el mejor.

 

—Sé de tu buen gusto por el vino de calidad—aceptó la copa que le ofreció y pasó el filo del cristal cerca de sus fosas nasales—.Tiene buen aroma, a tu salud—y elevó la copa, Camus sonrió y chocó la suya para degustar un poco de la bebida—.Exquisito—dijo después de saborearlo.

 

Camus se quedó magnetizado por la sugerente imagen de la lengua del griego pasando por la comisura de sus labios, imaginando el dulzor de esa extremidad roja.

 

—Como tú.—Aquella declaración se le escapó de los labios sin pensarla.

 

—¿Perdón?—Saga había escuchado lo dicho, quedando perplejo.

 

Aioria le había dicho que sea él mismo, que no diera vueltas en el asunto y que se dejara llevar por los instintos. Pensar las cosas demasiado sólo trae complicaciones y dudas que luego por vergüenza o respeto, terminan por acallar los verdaderos sentimientos.

Aquellas palabras le sonaron a verdad absoluta.

 

—Que tú me pareces exquisito.—Le dijo, para agarrar la copa de la mano de Saga y dejarla sobre la mesa junto a la suya.

 

Y luego hizo uno de los actos más espectaculares en su vida, se dejó guiar plenamente por el instinto en su interior, tomando del rostro a un petrificado Saga, que sólo atinó a cerrar sus ojos, cuando sintió el aliento del francés contra sus labios.

Era mucho más de lo que pudo haberse imaginado todos esos años. Suaves, carnosos y deliciosos, los labios de Saga era la perdición. Saga sujetó la cintura del pelirrojo y correspondió al beso con dulzura.

Y Camus se rindió al instante donde toda alucinación enajenada se convertía en realidad. Cada una de ellas, mareándolo, tuvo que abrir sus ojos para demostrarse a sí mismo  que aquello era real, eran sus labios, era su sabor, era Saga… Lo estaba besando ¡Lo hacía! Abrió su boca, y su lengua por fin buscó explorar ese terreno desconocido, batallando en una lucha celestial de poder con la lengua del ateniense. Compartieron lengua y saliva por un momento más hasta que el griego se apartó con suavidad para poder llenar sus pulmones de aire.

 

—¿Lo comprobaste?—dijo Saga con un tono atrevido y sugestivo.

 

—Eres un más exquisito de lo que me había imaginado.—Le respondió con una sensualidad hasta ahora desconocida.

 

El griego le acarició el rostro, mientras su mirada recorría palmo a palmo toda la belleza que era Camus. Se mordió el labio y dejó escapar un suspiro cuando las yemas de sus dedos pasaron por los labios tibios y húmedos que recientemente había probado y que anheló probar por tanto tiempo.

Saga perdido en el laberinto de su desdoblada conciencia, fue testigo mudo del crecimiento de Camus, viendo como los años hacían de ese niño en extremo delgado y frágil, un hombre digno hijo de Afrodita. Enamorándose del pelirrojo y sufriendo por ser una persona malévola ante sus ojos, Camus las pocas veces que se reportaba en el Santuario cuando él era un falso Patriarca, lo trataba con un respeto automático, disfrazando con maestría su desprecio, haciendo que la parte benévola de Saga, sufriera.

 

—Eres precioso.—dijo Saga, saliendo del encantamiento que los hechizantes ojos de Camus lo mantenía presa.

 

—Saga… Hay algo que necesito confesarte—ésta vez Camus sonó serio, y el griego temió por lo que tenía para decir.

 

—Adelante.—Le invitó a continuar.

 

Camus tomó aire y cerró sus ojos para no tener que verlo y así poder reunir las fuerzas necesarias.

 

—Yo, te amo… Te he amado toda mi vida, y necesito decírtelo porque éste secreto me hará explotar sino, ya no quiero verte con nadie más, muero de celos tan sólo imaginarte con otra persona y…—unos labios lo acallaron.

 

Saga se sintió tremendamente conmovido por la confesión, más sabiendo cuánto le costaba a Camus demostrar sus sentimientos.

 

—Yo también te he amado por muchos años sin poder confesártelo.—dijo con una amplia sonrisa.

 

**

 

Las estrellas alumbraban con intensidad el firmamento, era una noche muy agradable, no hacía calor, ni frío, la temperatura perfecta… Pero dentro, la habitación ardía… Eran casi las cuatro de la madrugada y ninguno parecía dar tregua al cansancio. Siempre había una nueva posición, un nuevo rincón por explorar, y ni Saga, ni Camus parecían cansarse el uno del otro…

 

Ambos cuerpos estaban cubiertos de sudor, Saga resbalaba su lengua por la espalda gala, de una tonalidad más clara que su piel. Sus manos acompañaban en el trayecto recorriendo el contorno de su cintura y cadera subiendo hasta sus axilas y bajando hasta sus muslos. Camus arqueaba el cuerpo y suspiraba ya sin aliento para jadear, levantó las caderas y Saga perdió la lengua en la hendidura de sus glúteos, siguió y girando su cuerpo se recostó sobre la cama, metiendo la cabeza entre el colchón y la cadera de Camus para tomar el sexo de su amante en su boca. Camus se incorporó un poco sobre sus rodillas para poder embestir con mayor facilidad la boca de Saga, y el griego recorrió con sus manos su propio pecho hasta tomar su miembro y masturbarse. Camus en un rápido movimiento giró y gateó sobre el cuerpo tendido del peli azul para quedar ubicados de tal manera, que ambos se pudieran tomar por sus bocas.

Agarró el miembro de Saga y comenzó a succionarlo, deteniéndose sólo para gemir, por el placer que Saga le proporcionaba con la boca.

Cuando comenzó a sentir el temblor de su amante, dejó su faena para erguirse y ubicarse a horcajadas sobre Saga, descendiendo con lentitud, mientras el sexo del griego iba penetrándolo. Expulsó todo el aire de sus pulmones cuando se sintió completamente penetrado, y despacio comenzó con un vaivén subiendo y bajando de ese pedazo de carne que lo estaba volviendo loco. Saga sujetaba su cintura y contemplaba extasiado la esbelta figura de su amor, la blanca piel y los largos y rojos cabellos desparramados y pegados a su cuerpo por el sudor, Camus tenía la cabeza inclinada hacia atrás y sus labios abiertos mientras jadeaba el nombre de Saga.

Maravillado por tan esplendida vista, comenzó a penetrarlo con mayor vigor subiendo sus caderas  mientras Camus se enterraba más en él.

 

El francés completamente poseído por la plena satisfacción de saberse correspondido, apretó los brazos que sujetaban sus caderas y llevó una mano hasta su sexo, Saga tomó el miembro y lo masturbó, mientras las embestidas se hacían insoportables y el fuego los iba consumiendo hasta que no quedó nada de ellos.

Camus explotó sobre la mano de Saga y el griego sintiendo como su miembro era estrujado por las suaves paredes de Camus, se derramó por completo en el interior del pelirrojo.

 

 

Camus había dado su último aliento en ese orgasmo, y cayó desplomado sobre el fornido cuerpo heleno, quien se encontraba en igual de condiciones. Sus cabellos se mezclaban sobre la almohada, las perladas gotas de sudor caían por toda la espalda del francés, al igual que de su frente, donde se mezclaban con las del peli azul.

 

Camus quiso reír pero sólo logró largar soplos de su aliento, feliz, completamente feliz de tener a su griego para él.

 

—Recuerdo el día antes de que partieras a Siberia—habló Saga después de un rato—, ése día dijiste que tu meta era ser tan bueno como yo… Creo que la has superado.—sonrió.

 

Camus le devolvió la sonrisa y besó los labios, incapaz de poder hablar, pero dejando que ese beso dijera lo que él no podía.

 

Y Saga escuchó el latir de ese corazón frío, que le regalaba la sensación más cálida que pudo alguna vez conocer.

 

La cena quedó de lado esa noche, sabiendo que por fin pudieron degustar ese cuerpo que siempre amaron. Y que a partir de esa noche, amarían hasta el fin de sus días.

Notas finales:

¿Que les parecio?

Espero lo hayan disfrutado... Es mi primer SagaxCamus

Y tambien mi mini (minuscula) mencion de un AioriaxMilo XD

Gracias por leer. 


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