Mirarás el horizonte deteniendo el tiempo, si tan sólo aquello fuera posible ¿Vale la pena intentarlo?
Esos colores no son casualidad, el naranja descendiendo al ocaso pudo con todo. El tiempo seguiría transcurriendo, pero la serenidad del abrazo nocturno te dio la pauta.
Todo estaría bien, el tiempo se estaba despidiendo de ti, el día te daba su último beso y la noche te mecía con suavidad, probando de tus mejillas, las saladas lágrimas.
Un pequeño copo de nieve se posaba en tu mano…
No llores, es sólo un día más que se va… Pero yo permaneceré a tu lado eternamente…
**
Milo…
Escuché susurrar al viento…
Tengo que creer que es verdad, para no enloquecer de soledad, porque mis lágrimas te las has llevado todas, y mis ojos no se cansan de clamarte, tienen miedo de abrirse y sentir que allí no estás, que esa suave brisa no es tu aliento, que ese frío tacto no son tus besos.
Déjame mantenerme en la oscuridad para sentirte Camus, déjame tenerte una vez más en la oscuridad onírica tras mis ojos. No me dejes abrirlos, sigue besándome con tus suaves labios, sigue regalándome tus caricias por mi pecho, deja que tus manos sientan lo erizada que se pone mi piel a tu tacto. Que de tan frío quema.
Creo que te lo he dicho hasta el hartazgo, y aun así quiero seguir diciéndotelo. Eres fuego Camus, eres un fuego azul que consume mi vida en cada beso. Me consumo en tus llamas para convertirme en cenizas y transformarme en otro ser a partir de ellas.
Déjame seguir clamando tus manos sobre mi cabello, enreda tus delicados dedos en mis indómitos rizos.
Dímelo, haz vibrar esas cuerdas vocales para regalarme el dulce timbre de tu voz…
¡Por favor Camus, háblame! ¡Enloqueceré con tanto silencio!
Son tus besos los que hablan, me siento agradecido ¿Cómo es posible que me ames? ¿Cómo es posible que te ame?
Que crueldad la tuya al amarrarme en esta cama, me observas… Siento tus ojos lacerando mi piel, percibo como curvas tus labios en una triste sonrisa… ¿Se puede sonreír de tristeza?
Milo…
Vuelven a llamarme, no es tu voz, es el viento, que entra por la ventana de mi habitación, frío, adusto, abrasador… como tú…
Tal vez sí lo seas.
¿Por qué no hablas?... Me besas… Tus húmedos labios habitan en mi piel, como nómadas, no permanecen mucho tiempo en un sitio. Te ubicas en mi hombro, pero te apetece que el clima de mi pecho sea mejor, y te diriges allí, marcas un río que brilla, es tu saliva que se mezcla con mi sudor…
¿En qué momento comencé a sudar?... ¿Sigues ahí?
No puedo abrir mis ojos…
Son tus manos, increíblemente suaves para hombres como nosotros, las que serpentean entre las hendiduras de mi abdomen, ¿Qué pretendes? No me lo dirás, lo sé, el silencio en mi habitación sólo será violado por mis suspiros, los que me arrancas con tu contacto.
Es tu mano fría la que se cierra sobre mi ardiente sexo…
Y tus labios deciden otra vez migrar, se dirigen errantes a las montañas en mis costillas, se hunden en mi cintura y emergen de nuevo sobre mis caderas.
¿Cómo logras hacerme volar tan alto?
Vibro, gimo, me enloqueces y yo no puedo abrir mis ojos, ahora eres tú el que no me deja hacerlo ¡Quiero verte! Si te siento es porque estás aquí conmigo, Camus, déjame verte, muero por tus ojos, muero por tu piel, por tus sonrosados labios, finos y divinos.
Gimo de nuevo, pensar en tu figura me hace jadear, imaginarte desnudo mientras recorres mi cuerpo, en mi boca se acumula la saliva, por degustar tu piel que se vuelve salada con el sudor… Te maldigo por dejarme tendido aquí.
No has tocado mis labios ¿Debo rogarte? Gimoteo de manera sufrida, tus manos, tu boca se detienen, me vuelves a observar… ¿Cómo es que en la oscuridad, aun te puedo ver?
Estás llorando, el ruido de tu entrecortada respiración me lo confirma. No es la misma respiración que mantienes cuando estas excitado. Estás triste, algo te preocupa, algo te duele… Y yo no puedo abrir mis ojos…
El peso de tu cuerpo al completo me aplasta suavemente, te has recostado encima de mí. Te abrazo, te siento, eres real, era tú.
No aguanto un segundo más, abro mis ojos, te veo, lloras, lloro, nos abrazamos.
Camus, ¿Por qué me haces esto?
Tú te estarás haciendo la misma pregunta, nos auto flagelamos al rencontrarnos, porque el sol nos volverá a decir que ya no estás aquí, que mi retorcida mente te invoca a tal punto de sentir tu peso, tu olor, tu ojos…
Pero por esta noche ya no llores, se mío, esta noche volveré a ser tuyo… No hay un mañana Camus, no la hay, sólo estamos nosotros dos…
No hay vida y no hay muerte, no hay dimensiones que nos separen… Tu piel me siente, la mía te reclama.
Ven y rescatarme, ven y lévame lejos.
¡Y me besas! Exploto en llanto, te ahogas en mis alaridos, te beso con hambre, con demencia… Camus, tú sabes que te beso con amor. Porque te amo, lo hago y tú lo sabes, porque cada mañana te lo hacía saber con mis caricias, cada tarde con mis besos, cada noche te hacía el amor para demostrarte que eres amado y venerado por mí… Te fuiste pensando que no lo hacía… ¡Qué ingrato de tu parte!
Callas mis pensamientos con tus labios, esos besos se clavan en mi cerebro, me hechizan, y me arrastran a ese mundo donde estamos sumergidos, no sé que es, pero se siente bien, todo se siente y está bien, sí estoy tu lado.
Y aun así, ¿Por qué te siento tan angustiado? Te lastima mi dolor, no deseas que vuelva a reclamarte ¿Es eso? Te conozco Camus, mueves tu cabeza negando, que maquiavélica consciencia tienes, lees mis pensamientos…
Te lo estoy rogando Camus ¡Háblame!
Milo…
¡No! ¡Háblame!
Milo… Pase lo que pase… recuerda que siempre te amaré…
Me paralizo, y una helada sensación recorre mi espina dorsal, no es tu cosmos ni tus manos, es algo feo, no me agrada lo que siento y no me gustan tus palabras… ¿Qué tratas de decirme?
Ya no hablaras… Vuelves a acallar mis pensamientos, y esta vez me decido por no escucharlos, no tenemos mucho tiempo y necesito llenarme de ti antes de que vuelva a amanecer.
Te apreto contra mi pecho, te hundo en el colchón y te beso con necesidad, te devoro con afán, es que tú no entiendes que tu piel, tus labios, tu olor, incluso tu parquedad son menester para mí.
Te entierro mis uñas en la espalda, te araño, te subes una vez más sobre mí, y te frotas, me muero Camus ¡Me muero! Me besas el cuello, aprietas mis hombros.
Milo…
Es tu voz, ya no hay dudas… Me has hecho enloquecer… Y no me importa.
Te escucho jadear, te frotas con vehemencia, mi sexo me quema y me duele, necesito sentirme parte de ti una vez más. Giramos sobre el lecho, te apreso, te beso.
¡Te amo, te amo!
Recorro tu cuerpo, y te pruebo una vez más, tiemblas, gimes, me calientas, es tu sexo divino, largo, rosado, perfecto. No demoro un segundo más, lo engullo, gritas, te mueves, me penetras, me tiras de los cabellos, enloquezco… Me arrastras hacia arriba para tomar mis labios y reclamar un nuevo beso desenfrenado… Nos observamos, nunca te vi tan hambriento, tan sediento de placer, me encanta… Te muerdo la oreja, me abrazas…
Gritamos, me hundo en ti, me muevo, me abrazas, te devoro, me devoras… Todo es una locura, mis caderas tienen vida propia, parecen endemoniadas, necesito llegar más hondo, mucho más hondo esta vez, nos desgarramos gritando, nos desvanecemos en lágrimas, me abrazas con fuerza, me muerdes… me besas…
¡Te amo Milo!...
Me consumo en tu cuerpo, te penetro con brío, gimes con demencia, me desquicia tu aliento en mi oreja, nos quebramos, nos partimos en dos… Nos fundimos.
Ven y tómame, que si me ofrecen un mundo sin ti… no lo quiero.
¡Camus!
Necesito gritar tu nombre, es la fiel prueba de que me he derramado hasta lo insano… Siento el olor de tu semen… Me levanto, toco mi vientre esta húmedo y pegajoso… Lo pruebo y lloro…
Eres tú mi amor… Realmente eres tú…
Milo… No llores, estamos juntos.
Estallo en llanto una vez más… Estamos juntos mi amor… Lo estamos, al fin.
Camus, no me abandones ¡No esta vez!
Sonríes, me besas, te recuestas a mi lado y me abrazas…
Te amo Milo…
Te apreso en mi pecho rogando que el tiempo se detenga y permanezcamos para siempre así, unidos, sin que nada más importe…
Aprieto mis ojos, cuando siento que la luz del sol me enceguece, me muevo con pereza, pero ligero… muy ligero… Tanteo, y sin que mis ojos se abran las lágrimas se resbalan… No estás…
Esta misma noche, a la misma hora… me verás de nuevo, pero nada será igual, no estaremos desnudos, no estaremos abrazados y no sentiremos el placer de pertenecernos en un orgasmo, tú me verás como un enemigo… Sólo espero que recuerdes lo que te dije…
… Pase lo que pase, siempre te amaré…
**
Me incorporé de sobresalto, busque desesperado a mí alrededor, y hallé tus azules ojos fijos en mí, estaban ligeramente abiertos y tus cejas tenían esa extraña curva que forman cuando algo te toma de sorpresa.
—¿Otra pesadilla?—Me preguntas.
No respondo y te abrazo con vehemencia, correspondes de igual manera y caemos en el colchón, pegados.
Estamos vivos, Hades ya no es una amenaza y nuestras almas regresaron al Santuario.
Estamos vivos Camus… Estás vivo Camus. Suspiré aliviado.
—No quise despertarte—dije apenado.
—Duerme Milo, que mañana estaré a tu lado cuando salga el sol.
—¿Y al día siguiente?—Te pregunté temeroso. Me sonreíste y besaste la nariz.
—Permaneceré a tu lado eternamente.—Me dijiste con convicción, tanta que lo creí.
Porque así será, estamos vivos, juntos y en paz...
—Te amo Camus.
—Que los Dioses se apiaden de mí… Yo también te amo.—Me dijiste sonriente, al tiempo que sellabas nuestros labios.
Ya no dormiremos por las siguientes horas, porque me encargaré de marcar tu piel para comprobar en la mañana que no fue un sueño.