"El Final Del Hechizo"
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—Se acabó el juego Kabuto —dijo Sasuke en tono frio para después comenzar a cortar a Kabuto, hasta solo dejar la cabeza viva, pero moribunda—. Esta vez acabare contigo y no dejare nada de ti —habló amenazadoramente.
—Kabuto sentía que la vida se le iba, pero eso no le impedía reír débilmente y mirar a Sasuke de manera triunfal—. Si crees que con todo esto lograras estar al lado de ese doncel. ¡Estás muy equivocado!, por más que rompan el hechizo tu no serás feliz —susurró entrecortadamente—. “Aunque le des el beso, eso solo hará que viva, pero que tú lo olvides y eso me satisface, aun cuando estoy a punto de morir, siento que por fin gane” —pensó con maldad, mientras lanzaba su último suspiro de vida.
—Me encargare de que no tengas razón —dijo el azabache que ya había preparado su catana—. ¡Esta vez acabare contigo! —gritó con furia para después apuñalar la cabeza de Kabuto, acabando por fin con el causante de tantos años de sufrimiento y dolor.
—Kakashi se acercó a Sasuke y toco levemente su hombro—. Sasuke, ¿estás bien? —preguntó con preocupación.
—Sasuke reacciono y sin responderle a Kakashi, se acercó a Naruto—. Sí, estoy bien, pero Naruto no —respondió en susurro y muy preocupado, mientras tomaba en brazos al menor—. Hay que salir de aquí —ordenó para después comenzar a caminar con el doncel en brazos, mientras todos lo seguían. Cuando salieron y llegaron a la parte iluminada, Sasuke cayó de rodillas y tendió al menor en el suelo. —Dobe, tienes que resistir —susurró cerca del oído del blondo—. Se supone que cuando destruyes al malo el hechizo se va con él —mencionó con dolor.
—Tal vez no siempre pase eso —respondió Kakashi con pena.
— ¿Por qué Naruto no se recupera?, ¿por qué seguimos en este cuerpo? —cuestionó con dolor—. Se supone que hemos ganado, pero no se siente como una victoria, ¿por qué?...
—Kakashi negó apenado—. No lo sé, en verdad no lo sé —respondió con pesar.
Todos los presentes veían con impotencia esa trágica escena, en donde Naruto perdía lentamente la vida y Sasuke se lamentaba por ello, en el ambiente solo se sentía mucho dolor y tristeza, y todos los presentes, incluyendo a Ino, darían su alma con tal de que el doncel no llegue a morir.
Sasuke estaba destrozado por dentro, ahora que encontró a la persona amada de la que tanto le hablaban sus padres, esta estaba muriendo y él no podía hacer nada por evitarlo.
—Naruto por favor no mueras —suplicó con dolor—. ¡Te amo! —reveló la verdad que por orgullo no quería llegar a decir—. En verdad te amo —dijo el azabache mientras acariciaba la mejilla del blondo.
—El menor sonrió débilmente—. Yo también, te amo —susurró débilmente.
—Naruto —susurró mientras se acercaba al rostro del doncel.
—Naruto por instinto cerro los ojos y acepto gustosamente el beso que Sasuke le dio y aunque no fuera el cuerpo real del azabache y fuera uno de plástico, ese beso lo sintió tan dulce y cálido, porque no solo era de la persona que amaba, sino que también era su primer beso, y era otorgado por la persona que amaba—. Sasuke —susurró el blondo con las mejillas ligeramente sonrojadas.
Después de ese hermoso momento algo inesperado paso. El pequeño doncel comenzó a brillar completamente, tanto que todos los presentes, incluyéndolo a él mismo, tuvieron que cerrar los ojos.
Y durante ese lapso de tiempo, todos y cada uno de los juguetes comenzaron a caer al suelo. El doncel regreso a su tamaño, pero había quedado completamente solo.
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Itachi, Minato y Deidara llegaron a la juguetería, de manera rápida, el azabache abrió el lugar, luego entraron y lo que vieron al entrar se sorprendieron, porque allí estaba el blondo completamente inconsciente y vestido de una extraña forma y con todos los juguetes a su alrededor.
Minato y Deidara fueron hacia el menor y el varón lo tomo en brazos.
— ¡Naruto, mi niño estas a salvo! —exclamó Minato muy feliz.
—Naru-chan despierta —pidió en susurro Deidara, mientras lloraba de felicidad.
—Al escuchar las voces de su padre y hermano, el menor abrió lentamente los ojos—. Papá, Hermano, ¿qué me paso? —preguntó muy confundido.
—No lo sé, has estado desaparecido durante dos días —explicó nerviosamente el varón rubio.
—Fue entonces cuando Naruto recordó todo lo acontecido—. Ahora lo recuerdo —susurró el menor—. El hechizo de Kabuto, las almas atrapadas y el beso que Sasuke me dio —al decir lo último se sonrojo levemente, mientras tanteaba sus labios—. Sasuke, el hechizo se rompió —dijo alegremente mientras agarraba al samurái de juguete, pero este no se movió, ni hablo—. ¿Sasuke? —susurró con preocupación—. ¿Por qué no me respondes? —preguntó con tristeza.
—Naruto-kun —habló Itachi, llamando la atención del pequeño doncel.
—Naruto viro a ver a la persona que le hablo—. ¿Quién es usted? —inquirió el blondo con intriga.
—Itachi sonrió apenas—. Soy Uchiha Itachi, hermano mayor de Sasuke —respondió el azabache amablemente—. Y respondiendo a tu pregunta, creo que al darse un beso el hechizo se rompió, así que supongo que mi hermano menor, ya regreso a su cuerpo —explicó de manera aliviada—. ¿Quieres ver a Sasuke? —preguntó mientras veía al menor.
—El doncel asintió ansioso—. Sí, quiero ver a Sasuke —respondió con decisión.
Itachi asintió felizmente para que después, los cuatro salieran con prisa y se encaminaran con dirección al hospital. Claro, con una parada urgente a casa de los Namikaze, pues Minato no estaba dispuesto a dejar que el menor de sus hijos anduviera con aquellas prendas.
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En cuanto llegaron, varios doctores y enfermeras del lugar se acercaron a Itachi y le informaron que todos los trabajadores de la juguetería, junto con Sasuke, habían despertado del coma. Todos menos Kabuto que momentos antes había fallecido.
Itachi decidió que primero vería a su hermano, así que guio a Naruto hasta llegar a la habitación, que en cuanto el blondo vio al azabache menor, no dudo ni dos veces y se lanzó hacia Sasuke, pero algo inesperado pasó.
Sasuke vio con confusión al menor y después lo alejo con furia.
— ¿Quién eres tu Dobe? —preguntó Sasuke con molestia.
—Naruto lo vio con sorpresa y dolor—Namikaze Naruto —respondió en susurro y con mucho dolor para después salir corriendo de la habitación.
—Itachi solo vio la escena con pena—. Me alegra que hayas despertado Ototo —murmuró el mayor con una leve sonrisa, mientras se acercaba a Sasuke.
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—Minato dejo a Deidara con Itachi, mientras iba con Naruto, y cuando lo encontró, se le partió el corazón, al ver el deplorable estado en el que se encontraba, así que se le acerco y lo abrazo fuertemente, dándole todo su apoyo y comprensión como debió hacerlo antes—. Ya mi niño, verás que él pronto te recordara —susurró dando leves golpes en la espalda del menor.
—Pero duele. Y duele mucho —susurró entrecortadamente con mucho dolor.
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—Después de tanto hablar, Sasuke viro a ver con intriga a Deidara—. ¿Quién es ese doncel? —cuestionó el menor con duda.
—Es mi prometido —respondió Itachi mientras sonreía de lado al ver la cara que ponía su doncel.
— ¿Lo soy? —preguntó muy sorprendido el rubio.
— ¿Qué?, ¿ya no quieres? —preguntó Itachi fingiendo dolencia y en pose dramática.
—Claro que quiero —respondió Dei con felicidad, mientras se lanzaba a los brazos de su ahora prometido.
—Me alegro por ti Hermano, solo espero que yo también encuentre a mi alma gemela —susurró Sasuke con nostalgia.
—Itachi vio a su hermano con pena—. “Solo espero que recuerdes a Naruto-kun antes de que sea demasiado tarde” —pensó con tristeza.
Itachi y Sasuke siguieron platicando y recordando viejos tiempos y de vez en cuando Dei se les unía. Y en todo ese tiempo Deidara conoció a Sasuke y entendió porque su hermano se había enamorado del Uchiha menor.
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Naruto hablo con todos los que estaban en coma y al darse cuenta de que si recordaban todo lo que había ocurrido, se deprimió aún más, pero por más que todos le decían que le diga la verdad a Sasuke, el doncel se negaba, alegando que si Sasuke lo había olvidado era por algo y no quería obligar a Sasuke a nada.
Pasaron dos meses, y por fin, todos fueron dados de alta. Casi todos se fueron de Konoha para dejar ese incidente en el pasado, claro que algunos se quedaron, un ejemplo era Kakashi que estaba feliz porque ahora podía ver a su esposo y a su hijo al que no pudo ver nacer por culpa de Kabuto.
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Pasaron dos años desde aquel día y Sasuke no recupero la memoria y para mala suerte del blondo, Sasuke lo quería, sí, pero no como lo deseaba, ya que el azabache lo quería como un hermano menor y un día todo cambio de mal a peor, cuando Sasuke llego a presentarle a toda la familia a su novia, una chica peli rosa, de ojos color verde jade y voz terriblemente chillona, eso sí que rompió aún más el corazón del blondo, quien solo sonrió fingidamente y los felicito.
—Estúpido Teme traidor y mentiroso.
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Pasaron otros dos años y nada había cambiado con Sasuke, en cuanto a Naruto, pues ahora era un hermoso doncel de dieciséis años, su cuerpo estaba más formado y aunque era doncel, conservaba facciones tan bien definidas entre la masculinidad y ese lado doncel, básicamente, lo que los varones definían como el doncel perfecto.
Sus rasgos se habían vuelto más finos, y su cabello estaba largo y siempre lo traía atado a una coleta baja, todo sin perder ese aire varonil. Era tan hermoso que tenía pretendientes por todos lados, pero él siempre los rechazaba diciendo, "solo se ama una vez y yo ya tengo a quien amar", aunque esa persona ya no le amara, el blondo aun lo hacía, inclusive aún más que antes, pero solo podía sonreír y fingir que todo estaba bien, sobre todo cuando meses atrás el azabache había anunciado su compromiso con la peli rosa y que planeaban casarse a principios de año, cosa que le rompió el corazón.
Después de ese día Naruto, tomo la decisión de ir a estudiar a otro sitio, donde sus abuelos, Jiraya y Tsunade vivían y para ese viaje faltaban dos días, ahora mismo el blondo estaba festejando la navidad con su familia y amigos y por desgracia con Sasuke y su chillona e insoportable prometida.
—Bien ya es media noche, así que lo diré una sola vez—habló Minato en voz alta y con una enorme sonrisa—. ¡Feliz navidad! —gritó alegremente, mientras abrazaba a sus dos nietos; Mikoto, una linda niña de tres años, cabello corto de color negro azabache, ojos azules y piel blanca, muy alegre como su "madre" y Sora, un lindo doncel de un año, cabello corto de color negro azabache, ojos negros como la noche, piel acanelada, muy tranquilo como su padre. Los pequeños eran la alegría de toda la familia, ambos hijos de Itachi y Deidara.
— ¡Feliz navidad! —Ggritaron con alegría todos los presentes.
—Naruto estaba feliz, de alguna manera estaba feliz y aunque le dolía dejar a su familia antes de año nuevo, tenía razones para hacerlo. Se alejó de todo en silencio y fue al balcón a ver la nieve caer—. Noches así me traen mucha nostalgia —susurró al aire.
La fiesta termino, fue la mejor que se haya hecho y ahora todos veían con ternura a los pequeños abrir con emoción sus regalos, a excepción de Naruto que había ido al cementerio, como cada año en veinticinco de diciembre, pero ese año era especial, porque se despediría de su madre por un largo tiempo.
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En sus manos traía un enorme ramo de flores de distintos colores y una enorme sonrisa adornaba su rostro.
—Hola mamá —saludó el blondo de forma alegre—. Supongo que te estarás preguntando el porqué de traer un enorme ramo de flores —afirmó—. Pues la razón, es que probablemente no pueda venir a visitarte por un largo tiempo y quiero compensarlo con el ramo de flores —dijo, mientras ponía el adorno sobre la tumba, junto a la lápida—. Pero no creas que no volveré porque no quiero verte, eso jamás —rápidamente negó—. Lo hago porque no quiero ver a Sasuke con otra persona que no sea yo, pero si Sasuke es feliz, yo también lo soy, porque yo soy muy feliz, es solo que no quiero verlo, al menos por un tiempo y por esa razón me voy pero ten por seguro que volveré, bueno creo que eso es todo, tratare de venir a visitarte pronto mamita querida. Te quiero mucho, nos vemos pronto. Hasta luego —se despidió con una sonrisa para después alejarse del lugar.
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Cuando Naruto ya no estaba; sobre la tumba que el blondo había visitado apareció una hermosa peli roja, vestida completamente de blanco y que veía con tristeza el lugar por donde se había ido el doncel.
De solo recordar las palabras cargadas de tristeza que el menor había dicho, sentía que si no hacía algo su pequeño hijo nunca sería feliz.
—Naruto. Hijo, tú no eres feliz, pero pronto tu madre lo solucionara —susurró Kushina, mientras varias lágrimas resbalaban por sus blancas mejillas.
Continuará