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Tú... por LatexoHPo

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Tal y como prometió, Steve estuvo en la puerta de la casa de Bruce y Peter a las seis y media en punto de la mañana.

Hacía frío y el rubio acomodó su bufanda en el cuello de Bruce antes de besarlo y ponerle el casco. Bruce se sonrojó ante el gesto; Steve parecía más cuidadoso con respecto a él. Y le encantaba. Se despidieron de Peter, que ya corría para tomar el autobús y pronto emprendieron el camino hacia SHIELD.

Durante el camino en carretera Bruce cerró los ojos y pegó su rostro a la espalda de Steve. Estaba tranquilo, pero indudablemente el nerviosismo iba creciendo en su interior conforme se acercaban más a la Uni.

Y llegó lo inevitable. Bruce respiraba profundamente cuando Steve despeinó sus rizos después de quitarle el casco ya en el estacionamiento. Inevitable que algunos chicos y chicas se detuvieran a mirarlos, pero Steve fulminaba con la mirada a todo aquél que lo hacía con malicia.

“Me alegra verlo, señor Banner”.

Ambos chicos miraron al rector  Fury (y su prescencia ahuyentó a todo curioso). El hombre se acercó a ellos junto al decano Coulson y la supervisora Hill.

“Buenos días”, dijo Bruce sin ocultar del todo su incomodidad.

“Necesito que ambos me acompañen”, pidió Fury con su tono siempre serio, mirando primero a Bruce y enseguida a Steve. “Ya se les ha avisado a sus profesores que no asistirán a la primera clase”.

Steve frunció el ceño. Era lógico que la junta directiva quisiera hablar con Bruce, pero no esperaba que él también fuera requerido. Sin embargo, al notar que Bruce comenzaba a temblar, le tomó la mano y ambos avanzaron tras las autoridades de SHIELD.

No fueron a la oficina del rector, sino al salón de profesores. El profesor Selvig, el profesor Xavier y el profesor Lehnsherr (director de la escuela de Psicología) ya los esperaban ahí. Bruce se detuvo un momento cuando vio también a Leo, pero su nerviosismo aumentó al sentir la horrible mirada del entrenador Howlett… ahora sabía de quién había heredado Logan esa manera de mirar.

Fury tomó su lugar en la mesa y el decano Coulson instó a los dos jovenes a ocupar un par de sillas. Una vez que todos estuvieron cómodos, el rector habló.

“Señor Banner, hemos tenido ya una larga charla con respecto a lo que sucedió la semana pasada. Como le dije ese día, está protegido por la junta directiva…”

“En lo que estoy totalmente en desacuerdo”, interrumpió desdeñosamente el entrenador.

“Le recuerdo, entrenador, que usted está aquí solamente  porque su hijo está involucrado en el asunto”, habló la supervisora Hill con su cara de mala.

“Sí, y ese chico debería pedirle perdón a mi hijo”, señaló con desagrado Howlett a Bruce.

Bruce se encogió en el asiento, pero Steve no lo había soltado y apretó su mano por debajo de la mesa.

“Por supuesto”, dijo tranquilamente en profesor Xavier. “Cuando ambos chicos tengan la oportunidad de hablar y, sobre todo, sea su hijo el que se disculpe con Bruce primero”.

Bruce se atrevió a mirar al líder del club de ciencias con sorpresa, luego al entrenador, que apretó los puños enojado.

“¡No es este chico el que tiene una fractura en la nariz, un labio roto y un ojo hinchado!”.

“¡Logan lo provocó!”, exclamó Steve también furioso, sin inmutarse al ver las miradas de los profesores y el rector. “Lo que debería de preocuparle de su hijo es que un estúpido matón. Ha estado molestando no sólo a Bruce desde que pisó el campus…”

“Recuerda con quién estás hablando, Rogers”, replicó el entrenador más molesto si cabía. “Puedo sacarte del equipo en cualquier momento”.

Steve iba a replicar eso, pero Bruce reaccionó al fin y ahora fue su turno de apretarle la mano para que no hiciera o dijera una tontería.

“Esa decisión tiene que ser exclusivamente basada en el desempeño de Steve en el campo. Y durante los últimos partidos en los que ha participado, es más que obvio que ese desempeño es el adecuado”, intervino el decano Coulson con amabilidad.

“No estamos aquí para hablar del equipo de fútbol, aunque me permito felicitarlo, señor Rogers”, dijo Fury zanjando cualquier réplica del entrenador.

Y los ánimos al fin se calmaron. Bruce sabía por qué estaban todas esas personas ahí, y aunque le apenaba que hablaran de su enfermedad enfrente de Steve, pensó que sería lo adecuado y un buen preámbulo para esa charla que tenían pendiente. Ahora estaba seguro de querer estar con Steve y ya no sentir miedo. Porque el que el rubio le defendiera incluso poniendo en peligro su estadía en el equipo, y encima poniéndose en riesgo con el entrenador que seguramente le haría la vida de cuadritos de ahora en adelante, era suficiente aliciente para él.

Al terminar la improvisada junta, Leo había dado su diagnóstico positivo ante la última crisis. El profesor Xavier le dijo que lo esperaba en el club de ciencias para ponerlo al tanto y continuar con el proyecto. El profesor Lehnsherr les había dicho a ambos que su oficina y su salón de clases siempre estaban disponibles para resolver cualquier duda, y el entrenador se marchó refunfuñando, pero incapaz de hacer estallar su enojo; no cuando su trabajo estaba en riesgo.

Mucho más contentos y tranquilos, Bruce y Steve estaban a punto de abandonar el salón de profesores, pero  Leo les cortó el paso.

“Steve, me gustaría hablar contigo a solas un momento”, le dijo el psiquiatra al rubio.

Steve asintió resignado a perder otra clase, aunque  más preocupado por dejar a Bruce solo para enfrentarse a las habladurías en el campus.

“Voy a estar bien”, le sonrió Bruce y, no importándole por primera vez expresar sus sentimientos, besó a su novio rápidamente.

Fue el decano, sin embargo, el que acompañó a Bruce hacia la Facultad para evitar cualquier otro altercado.

Todavía abrumado por tanta atención (que nunca había tenido en sus antiguos colegios), Bruce tomó la primera clase del día con buenos bríos. Por primera vez en muchos años se sentía seguro, así que no le importó escuchar murmuraciones a sus espaldas. Esta vez no.



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“¡Apresúrate!”

Natasha gruñó ante la orden de Loki, pero hizo caso. Tomó unas cuantas fotos más con su celular y se atrevió a pellizcar un pedazo del polímero casi derretido.

Aquello era divertido, pensó Loki sin dejar de vigilar el pasillo. Parecía que estaban en una película de detectives y el miedo a ser descubiertos, la adrenalina y la aventura era algo nuevo para él.

Él y Natasha estaban decididos a saber la verdadera causa del incidente en el laboratorio. Ambos estaban convencidos de que el culpable había sido Stark, y si el descubrirlo le iba a obligar a dejar en paz a Bruce, lo harían con mucho gusto.

Al fin Natasha guardó el trocito en una bolsa de plástico y se quitó los guantes.

“Listo. Hora de huir”, sonrió a Loki.

Éste sonrió a su vez y pensó que no estaba mal eso de tener amigos. Natasha pensó algo parecido.


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Steve iba en camino a la cafetería donde quedó de verse con Bruce; había salido temprano de su última clase y ahora no sabía si sentirse más preocupado. El doctor Samson le había dicho algunas cosas concernientes al trastorno de Bruce y no habían sido muy alentadoras que dígamos. Pero le aseguró que no debía preocuparse, que las crisis últimamente eran pasajeras, que Bruce había aprendido a controlarse y que estaba seguro que un futuro no muy lejano podrían lograr un avance significativo. Le pidió además que cuidara de él, que había visto que de verdad se preoucupaba de Bruce y eso le hacía ver el futuro más alentador para su paciente. Y le sugirió que hablara con Peter por si alguna vez tendría que enfrentar a Bruce siendo ‘el otro sujeto’. Peter tenía mucha experiencia para tratar con él y jamás, le recalcó, el chico había salido lastimado.

Cuando Steve le preguntó con mucha cautela el por qué Peter no compartía apellido con Bruce, el doc Samson pareció dudar un momento; le dijo que era mejor que eso se lo preguntara a Bruce. Steve había pensado simplemente que eran hijos de diferente padre, pero la reacción del psiquiatra le había dejado con más dudas. Al parecer Bruce era más complejo de lo que se imaginaba. Y no estaba seguro de poder lidiar con esa responsabilidad.

Al entrar a la cafetería todo el mundo le siguió con la mirada, aunque ya no le tomó importancia. Así había sido desde la semana pasada. Buscó con la mirada a su chico y lo halló en una de las mesas del fondo; Clint estaba con él, además de un par de chicas que reconoció como Darcy Lewis y Jane Foster.

“En serio, Bruce. ¡Sigo alucinando! Estuviste genial. Me gustaría ver si ahora Logan tiene la misma fanfarronería de siempre”, exclamó Darcy con voz chillona.

Bruce sin embargo no despegaba la mirada de sus patatas fritas. Era obvio que no estaba cómodo con la emoción de su compañera.

“Ya, Darcy. Estás molestado a Bruce”, acalló Jane ya molesta con su efusiva mejor amiga.

“¿Por qué?”, preguntó Darcy confundida. “Se necesitan de más actos como esos para darles una lección a los matones. No digo que sea lo más sensato, pero sí es lo más efectivo”, agregó con la boca llena del puño de patatas que había robado sin vergüenza del plato de Bruce.

Clint carraspeó cuando vio a  Bruce apretar su servilleta en una mano. Estaba buscando que su cerebro trabajara para distraer a su amigo, y casi llora de alivio cuando vio a Steve caminando hacia su mesa.

“¡Aquí Steve!”

Bruce alzó el rostro al escuchar a Clint. Y entonces se permitió relajarse un poco para sonreír a su novio.

Steve correspondió a la sonrisa y arrastró una silla de una mesa desocupada para sentarse junto a Bruce. Le besó rápidamente.

“Hola, chicas. Es raro verlas por aquí”, saludó a sus compañeras.

“Darcy sigue emocionada”, explicó Jane rodando los ojos.

La llegada de Steve provocó que cambiaran de tema y ahora Bruce y Jane estaban en una plática de lo más aburrida sobre álgebra vectorial. Steve platicaba con Clint sobre el club de arquería y Darcy se entretenía mandando bolitas de papel con una pajilla a los amigos de Logan que estaban sentados un par de mesas más allá.

Blonsky parecía querer asesinarla con la mirada, pero nadie hacía nada porque después del incidente con Logan no querían problemas. Aunque el mediocampista del equipo ya estaba hartándose de la novata.

Thor entró a la cafetería con sus amigos y pronto llenó una bandeja con todo lo que le gustaba. Estaba a punto de sentarse en una mesa cuando escuchó una silla arrastrarse y una exclamación molesta.

“¡Ya basta, estúpida! No tengo ningún problema en partirle la cara a una chica y menos si es tan idiota como tú!”

Steve y Clint se levantaron como resortes para enfrentarse a Blonsky, Jane miraba molesta a Darcy y ésta estaba retorciéndose de la risa. Bruce se encogió en su asiento, porque si se decidía a defender a Darcy (aunque eso quería en serio) no sabía si podría evitar otra crisis.

“¿Tienes algún problema con mis amigos, Emil?”, preguntó Thor con mucha tranquilidad, sosteniéndo su bandeja rebosante.

“Sólo que ésta chica deje de comportarse como una cria”, respondió Blonsky señalando a Darcy. No era estúpido, no iba a meterse con Thor Odinson en plena cafetería.

“Está bien, está bien”, dijo Darcy levantando las manos en señal de rendición. “Aguafiestas”.

Los ánimos se calmaron y Thor decidió tomar asiento junto a ellos. Pensó que si estaban ahí Bruce, Clint y Steve, tal vez Loki también llegaría a esa mesa. Además no quería más peleas, era un hombre de paz a menos que le provocaran

“Espero no estorbar”, dijo sonriéndo a los amigos de su novio. ¿Y por qué no? Eran agradables, también podrían ser sus amigos. Era una estupidez eso de no hacer migas con los novatos.

“¡Claro que no!”, exclamó Jane que ahora lo miraba encandilada.

“Ellas son Darcy y Jane”, presentó Clint a la chicas con Thor. Éste sonrió y comenzó a comer como si no hubiera un mañana.

Efectivamente, Loki y Natasha se les unieron unos minutos después, aunque ambos sólo recogieron piezas de fruta, el club de ciencias y la clase de Física comenzaban pronto.

Todos menos Thor y  Clint se dirigieron al edificio de Ciencias.

Bruce volvía a mostrarse ansioso, porque ahora vería a quién menos quería ver (aparte de Logan). Y como si Steve le leyera la mente decidió acompañarlo también hasta asegurarse de que Anthony no iba a meterse con Bruce.

Sin embargo y para el alivio de todo el mundo, Tony ni siquiera miró a Bruce en toda la hora. El profesor Xavier decidió entonces separarlos y ahora Tony trabajaba con Richards, Pym y Jane. Loki, Bruce, Betty y Natasha fueron reagrupados para continuar con el proyecto. Resultó ser lo más sensato que se le pudo ocurrir al profesor, porque todo trascurrió en perfecta y armoniosa paz; además los chicos se mostraban más eficientes y estaba seguro que podrían tener el polímero, el informe y la investigación listos para el concurso.

Tony fue de los primeros en irse del laboratorio cuando la hora concluyó, y el resto de día sucedió con toda la normalidad posible; la práctica de fútbol también fue satisfactoria y finalmente Steve y Bruce estaban listos para marchar al aula de Física para la tutoría. Sin embargo el rubio tenía otros planes. Aprovecharía para hablar con Bruce.

Comenzaron a tomar el camino contrario al edificio de Ciencias; Bruce miró a Steve con el ceño fruncido pero el rubio estaba texteando en su teléfono. Enseguida hizo una mueca satisfecha y entonces se encontró con la mirada interrogante de Bruce.

“Le pedí a Bucky que nos dé una hora para hablar, en mi habitación. Sólo para asegurarme de que no nos interrumpirá”.

“La tutoría, Steve…”

“Retomaremos el ritmo mañana, y te prometo que estudiaré hasta quemarme las pestañas. Pero ahora sólo quiero hablar contigo”.

“¿Es sobre lo que hablaste con Leo en la mañana?”

“En parte”, dijo Steve y Bruce comprendió que no tenía otra opción. Sabía perfectamente que Leo jamás diría algo que Bruce no tuviera que decir por sí mismo. Era parte de su deber profesional. Además, si esto era tan en serio como lo sentía, debía hablar con Steve y abrirse un poco… por primera vez.

Ya en la habitación Bruce dejó sus cosas en el escritorio de Steve y se sentó mirando todo con detalle. Le agradó la habitación, era muy… Steve. Al menos su lado, porque el otro, el de Bucky, parecía que había sido bombardeado recientemente.

Steve también dejó su mochila en una esquina y se sentó junto a Bruce en la cama.

“Ponte cómodo”, le sonrió para tranquilizarlo.

“Ya lo estoy”, sonrió Bruce resignado a hablar de lo que no le gustaba hablar.

“Bueno…”, Steve se interrumpió y Bruce supo que no sabía cómo comenzar o qué preguntarle.

El ambiente comenzaba a tensarse, así que Bruce se quitó las gafas y suspiró antes de volver a enfrentar su mirada con la de Steve.

“Viví con mis padres hasta los nueve años. Luego… ocurrió un… accidente. Así que fui llevado a un orfanato y a casas de asistencia con padres sustitutos. En una de ellas conocí a Peter. Él no…”

“Él no es tu hermano, no de sangre”, dijo Steve afirmando su suposición.

Bruce asintió.

“¿Por qué viven juntos?”

“Huímos”

Steve le miró entre la sorpresa y la incredulidad. Bruce se incomodó un poco y se hizo un poco más atrás en la cama.

“Fue la primera vez que salió… la otra personalidad. Yo tenía ya doce y había estado ya en varias casas, pero siempre me regresaban al orfanato porque era raro. Ninguna pareja quería adoptar a un chico que ya era un adolescente, y mucho menos siendo tan…”

“No vuelvas a decir que eres raro”, le dijo Steve un poco molesto.

Bruce tragó saliva y desvió la mirada para continuar hablando.

“Llegué a una casa, los padres sustitutos eran ya personas mayores. Eran los únicos que aceptaban a adolescentes problemáticos. Pero también aceptaron a Peter cuando el orfanato tuvo problemas. El vecindario… bueno, no era de los mejores. Había una pandilla y comenzaron a molestar a Peter. Era un niño pequeño, Steve. Y de alguna manera comencé a verlo como mi hermanito, quería tener algo mío para variar; había pérdido a sus padres y a sus tíos en un accidente de auto”, suspiró y comenzó a jugar con sus manos; era obvio que no esto no le estaba sentado bien, pero Steve quería respuestas, así que lo miró para que continuara. “Cuando lo ví llegar con la nariz rota y las rodillas raspadas… no pude contenerme. Salí de casa y busqué a la pandilla. Y entonces todo se borró y cuando volví a ser yo estaba en la estación de policía y me encontré con que los había golpeado, uno de ellos estaba inconsciente en un hospital.

"No me juzgaron porque aún era menor de edad y porque apareció en mi vida Leo; me hizo estudios y finalmente dio un diagnóstico. Me regresaron al orfanato, por supuesto. Poco después regresó Peter porque no podría quedarse en ese lugar sin que las familias de los chicos a los que lastimé lo molestaran. Todo estaba muy confuso en mi cabeza; a veces salía el otro chico y desquitaba mi malestar con otros niños. Sabía que no podía continuar así y decidí irme del orfanato. Peter me siguió, y cuando vi su confianza no pude dejarlo en ese horrible lugar. Me lo llevé conmigo.

"Viajamos por muchos lugares y yo me ofrecía a lavar loza o pisos a cambio de comida para Peter. Dormíamos en las estaciones de tren o en algún lugar dónde podríamos estar seguros de que no nos llevarían a las autoridades de protección infantil. Un día tuve una crisis y milagrosamente fue Leo el que llegó a nosotros primero. Él nos ha ayudado desde entonces. Nos ofreció su casa y contrató a profesores particulares. Por eso pudimos continuar con nuestros estudios. Y por supuesto ha tratado mi enfermedad y ha sido un gran apoyo para Pet.

"Hace un año y medio le ofrecieron un trabajo en un hospital psiquiátrico aquí en Nueva York, en Queens. Dijo que podría traernos, y poco después me explicó que se había entrevistado con el rector Fury; me hicieron pruebas de aptitudes y conocimientos. Me aceptaron en SHIELD con beca completa, conseguí el trabajo en el laboratorio, rentamos la casa al señor Smith… Y heme aquí…”

La voz de Bruce había bajado considerablemente de tono mientras relataba el resumen de su vida. Steve no podía articular palabra, estaba impresionado y totalmente conmovido. ¿Por todo eso había pasado el chico que tenía a su lado? Pensó en Peter también. Ese chiquillo había seguido a Bruce, permaneció a su  lado a pesar de todo. El doctor Samson había fungido como protector de ambos… ¿Y él se asustaba por ‘otro tipo’ al que no conocía pero que seguramente jamás le haría daño tal como no se lo hacía a Peter?

Había muchas lagunas en el relato de Bruce, y Steve quería sumergirse en ellas; saber exactamente cada detalle y cada secreto. Pero cuando vio los ojos arrasados de Bruce supo que no tenía que presionarlo. Supuso que era un enorme avance el que le contara todo eso a él. Un novio que sólo debía ser un novio, no un confidente al que Bruce parecía aferrarse con uñas y dientes. Y lo comprendió, porque él ahora mismo jugaba un papel muy importante en la vida de Bruce. Él mismo se había encargado de eso al mostrarse como lo hizo con alguien que necesitaba desesperadamente amor. Ahora era parte del pequeño círculo de personas valiosas en la vida de su chico. Su Bruce.

No iba a permitir que se hundiera. No ahora. No preguntó más y abrazó el cuerpo que ahora notaba tenso. Lo recostó suavemente en la cama y lo atrajo a su pecho mientras acariciaba con una mano el talle y con la otra esos rizos que le encantaban. Besó dulcemente esa frente cálida y sintió cómo el cuerpo menudo en sus brazos se relajaba poco a poco.

Bruce contuvo el torrente de lágrimas que amenazaban con escapar. No era el recuerdo de lo relatado, era el no querer ver que Steve le tuviera lástima o compasión. Él no quería eso de Steve, sólo quería que lo quisiera. Sabía que había muchas cosas más que contar, y esas eran horriblemente peores que lo que acababa de descubrirle a su novio. Había sido cauteloso, y era lo mejor. Aún no estaba listo para contarle lo peor, lo que había detonado que su mente se partiera en dos. Por lo pronto se sintió muy aliviado de descargar una parte de aquello que atormentaba su mente y su corazón.

Se quedaron abrazados sobre la cama de Steve por un buen rato. Bruce finalmente se relajó por completo, pero todavía no se atrevía a mirar a la cara a Steve.

“Bruce, ¿qué pasó para que el otro tipo golpeara a Logan?”, preguntó un instante después Steve, suavemente, como si temiera incomodar a Bruce.

Bruce se pasó la lengua por los labios y levantó la cabeza del pecho del rubio para mirarlo a los ojos. Se sorprendió al ver una pequeña sonrisa en ese rostro; le estaba dando confianza. No reproche o un juicio.

“Él…”

“No, bebé”, cortó Steve. “Sé que él fue el detonante y puedo imaginarme la mierda que te dijo para provocarte. Según lo que he leído del trastorno, hay veces que llegas a un nivel de estrés y cansancio lo suficiente para que otra personalidad tome la batuta. Y la semana pasada estuviste muy ausente. ¿Es el club de ciencias? ¿Las clases…?”

Bruce no respondió enseguida. Por una parte muy emocionado de que Steve se hubiera tomado la molestia de leer sobre su padecimiento, seguramente para entenderlo mejor. Por otra parte, ¿le decía a Steve que el causante era Stark? ¿Qué tenía que trabajar muy duro y horas extras para poder pagar la deuda que tenía con el chico millonario? Decidió rapidamente que lo mejor era guardarse esa información. Le sabía terrible porque era él que estaría rompiendo la confianza con su novio; pero no olvidaba que Stark era el ex de Steve. No sabía qué reacción podría tener y no quería saberlo tampoco. Podría decir la verdad a medias, no tendría que mentir pero tampoco decir la verdadera causa.

“He tenido sobrecarga de trabajo en el laboratorio”, respondió volviéndo a recargarse en el pecho del rubio. “Habrá una salida en el colegio de Peter para el fin de año escolar; él quiere ir pero no es barato. No puedo negarme, necesita distraerse y salir con sus amigos. Él ha hecho mucho por mí, quiero darle esa alegría”.

Steve frunció el ceño cuando se le ocurrió algo respecto a Peter.

“¿Cómo es que Peter está inscrito en un colegio? Es menor de edad, ¿no? Y supongo que tú no tienes la custodia legal”.

Bruce negó desde su pecho, los rizos le hicieron cosquillas en la barbilla.

“Está bajo custodia legal de Leo; no es una adopción como tal, pero Leo funge como un autoridad paternal sustituta, un custodio. Yo no podría adoptarlo nunca por cuestiones de edad y porque ningún juez me entregaría la custodia de nadie debido a mi historial clínico”.

“¿Sabes? Eso que dijiste sobre que Leo habló con el rector Fury… Bueno, Bucky me habló hace unos días sobre un rumor sobre SHIELD…”

Bruce sonrió y se sintió un tanto soñoliento, en absoluta paz recostado sobre el cuerpo caliente de Steve, siendo acariciado lentamente. Era lo que había anhelado durante años; alguien que le quisiera por quién era él, que le escuchara y le confortara. No el tipo de cariño que Peter le daba o el apoyo de una figura como Leo. No, un igual, una pareja. Alguien a quién amar.

“¿Ese rumor de que SHIELD acoge a cierto tipo de personas?”, preguntó sin embargo para no dejarse llevar por el sueño.

“Sí. Digo, suena bastate bizarro, pero…”

“Es cierto de alguna manera. SHIELD no es una Universidad común. No sé cuál es el objetivo final, no me lo dijeron. Pero sí sé que la mayoría de los alumnos son… especiales. Es como si fuéramos una especie de élite; no sé por qué me escogió a mí, pero la verdad es que estoy muy agradecido. Cualquier otra Universidad no me habría aceptado en sus filas”.

“¿Bromeas?”, inquirió Steve alzando el rostro de Bruce para besarle fugazmente. “Eres un genio en Física, bebé. Eres más inteligente que el promedio, mucho más. Y eres adorable, guapo y apetecible”.

Bruce rió y aceptó feliz los besos que le dio su novio.

“Eso no me quita lo raro, sin embargo”

“Bruce”, advirtió Steve. “No digas que eres raro. No lo eres. Ya te lo había dicho, eres especial, y eso sólo te hace más interesante. En todo caso yo soy el que no tiene algo en especial que me permita estar aquí; supongo que necesitaban llenar la matrícula”.

“Todos estamos aquí por algo, Steve”, respondió Bruce acomodándose sobre el cuerpo del rubio, hasta quedar encima de él literalmente. “Y dísculpame, pero eres un crack en el campo de fútbol. Y estoy seguro que tienes otras grandes aptitudes aparte de ser perfecto, sólo que escogiste la carrera equivocada”.

Steve alzó una ceja divertido.

“¿Así que mi adorable novio me considera perfecto?”

“Ni más ni menos”, sonrió Bruce y fue recompensado con un largo y dulce beso húmedo.

Pronto el beso se volvió más intenso; la lengua de Steve ya jugueteaba con la Bruce. Sus cuerpos se habían pegado por completo y pronto las respiraciones de ambos chicos comenzaron a ser erráticas.

Cuando Bruce soltó un pequeño gemido entre besos Steve lo tomó de la cintura y se volteó en la cama con todo y Bruce. Ahora lo tenía bajo él y se acomodó entre las piernas que su chico abrió con rapidez para recibirlo. Pronto se estaban moviendo de tal manera que el calor comenzaba a aparecer en ambos cuerpos. Steve bajó sus labios a la barbilla de Bruce, siguió delineando con besos hasta el cuello  mientras sus manos ya despuntillaban la camisa.

Bruce quería esto. Quería un encuentro íntimo con Steve. Quería desnudarlo y ser desnudado por su novio, entregarse por completo. Estaba inmerso en la sensación de ser acariciado con tierna lascividad y no le importaba gemir sonoramente; inexperto como era no podía evitarlo. Pero sus ruidos sólo parecían excitar más a Steve, que le aprisionaba con más fuerza cada vez que lo hacía. Bruce deslizó sus manos hasta la orilla de la camiseta del rubio para subirla lentamente, necesitaba sentir la piel de Steve en sus manos, pegada a la suya…

Steve se dejó quitar la prenda; su cerebro había tomado vacaciones y sólo pensaba en poseer ese cuerpo. Pero cuando escuchó su nombre en la susurrada voz de Bruce su cerebro volvió a conectarse con su razón.

No. Primero tenía que aclarar sus sentimientos. No quería tomar a Bruce y arrebatarle su virginidad si él al final de cuentas resultaba que no sentía amor. No quería que Bruce fuese sólo una especie de trofeo o premio por su labor altruista. ¡Mierda! Se sentía tan excitado escuchando esos gemidos. No. Bruce no merecía esto. Había vivido demasiado como para tener que soportar…

No.

Steve se separó agitado de Bruce. Cuando vio la carita sonrojada, los labios entreabiertos y jadeantes y el sentimiento de pérdida en esos grandes ojos marrones, compuso una sonrisa y se volvió a poner la playera. Enseguida se recostó en la cama de nuevo y atrajó a Bruce, que parecía bastante decepcionado.

“Me estás volviendo loco, pero no quiero hacerlo aquí”, le dijo intentando sonar convincente.

“¿Por qué?”, preguntó Bruce recuperando un ritmo normal de respiración e intentado no pensar en lo apretados que de pronto se pusieron sus pantalones.

Steve se quedó con la mente en blanco. Había dicho eso como un salvavidas… sin embargo el verdadero salvavidas apareció cuando la puerta se abrió estrepitosamente y Bucky entraba con un burrito en la mano. Los ojos de Bucky se abrieron al máximo y no tiró el burrito gracias a que seguía hambriento.

“¡Steve! ¡Dijiste que sólo ocuparías una hora!”, exclamó tornándose colorado.

Bruce y Steve saltaron de la cama y el primero se apresuró a poner en su sitio su ropa. ¡Dios! ¡Qué vergüenza!

Steve le miró con una mueca, como diciéndole: “Por esto”.

Salve decir que los pantalones de Bruce se volvieron holgados de repente.

 

Notas finales:

¡Hola, hola!

¿No tienen ganas de patear a Steve por ser tan indeciso??? Grrr!

Vale, éste capi fue muy Steve&Bruce, por lo que en el próximo veremos lo que sucede con Tony, Natasha y Clint, y Loki y Thor... lo que cuál no es alentador, en ningún caso U-U

Besitos para todas y todos y como siempre, muchas gracias por leer!

Látex.


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