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Forjando una Familia por LatexoHPo

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“Es por eso que estás aquí…”

Loki seguía jadeando, intentando recuperar un poco de la dignidad perdida. Escuchaba a Hela, pero no era capaz de comprender con exactitud sus palabras y el tono suave -y ligeramente sorprendido- con el que ella hablaba.

Se obligó a levantar el rostro, aún con el huracán de emociones en su cabeza y el remolino de sensaciones en su pecho.  Hela le miraba con el ceño fruncido, y aunque seguía conservando su aura terrorífica, había algo en ella… algo que Loki creyó que nunca más vería, algo que estaba en su mirada cuando se la arrebataron.

“Lo proteges porque crees protegerme a mí. Lo cuídaste porque creías cuidarme a mí. Lo amas porque…”

Hela se interrumpió y dejó de mirarlo. Loki comprendió a qué se refería. Sí. Bruce era en sí mismo un niño maravilloso que se lo había ganado a pulso no sólo a él, sino a su nueva familia (ya no podía negarlo), pero era inevitable que todo la protección otorgada a ese indefenso pequeño había nacido primariamente al ver las similitudes no sólo con él mismo, sino con Hela.

 Por eso Thor supo desde el primer instante que sólo él, Loki, podía sacar de su letargo al chiquillo cuando se vio en ese estado. Lo supo cuando vio por primera vez, debajo de los escombros de un laboratorio, los ojos de ese niño. Loki veía en Bruce no solamente al ser humano que había en él -adulto o no-, también veía a aquello que tanto había amado y que le habían quitado. No hubo mejor descripción para hacer entender a Thor: era un reflejo.

“Seguiré arriesgando todo para protegerte”

Y Loki vio lo que nunca creyó ni guardaba esperanza en volver a ver en Hela: una lágrima.

“Aún lo recuerdas…” susurró Loki.


Incluso si perdemos el camino
Volveremos a encontrarnos en Asgard
Es nuestra única promesa…
Seguiré arriesgando todo para protegerte



Odín miraba de pie, con los brazos en la espalda y la ceja alzada sobre el parche a Frigga y al humano en los jardines del palacio real.

El pequeño intentaba llegar hasta un fruto de uno de los jóvenes árboles que adornaban el lugar, la reina lo alentaba. Esa imagen le hizo estremecerse, aunque su gesto severo nunca podría develarlo.

Era extraordinario cómo las memorias podían volver tan fácilmente a su mente con un simple gesto, una pequeña figura, una risa infantil… y la pretención de perseverancia para alcanzar el fruto.

Lo había visto en Thor, en esos mismos jardines. Lo vio con Loki, lo vio con Hela. Y ahora mismo, con ese pequeño humano que había sido ungido con las aguas de Asgard, y vestido como si de un nuevo príncipe se tratara.

Frigga dejó de observar los inútiles intentos de Bruce para alcanzar el fruto más bajo, y centró su mirada y su sonrisa en Odín. Éste dio un par de pasos al frente para acercarse a ellos, tal vez debería…

Bruce hizo una mueca y se giró también, un poco molesto porque ese redondo fruto parecido a una manzana parecía alejarse cada vez más de él. Y entonces vio al imponente rey de Asgard, aunque Bruce no sabía de títulos, sólo sabía que ese extraño hombre era el padre de Thor y Loki. Tal vez podría ayudarlo.

Se acercó tímidamente al hombre (que no quitaba sus brazos de la espalda ni su gesto serio) y alzó sus bracitos para que lo cargara y poder alcanzar el fruto.

Frigga sonrió satisfecha cuando la sorpresa apareció en el rostro de Odín.

“El guerrero no es sólo aquél que empuña un arma contra el enemigo. El guerrero es aquél que empuña una vida contra el destino”, dijo ella suavemente. “Los lazos de sangre no se forman en un vientre, se forman en una familia”.

Y Odín, padre de todo, rey de Asgard, terminó por comprender esas palabras dichas ya anteriormente por su esposa. Fue como una pared de cristal que se rompía frente a él en pedazos. Como si la oscuridad se hubiera hecho añicos para darle paso a la luz. Tantos años…

Bajó el rostro para ver los ojos del pequeño humano. Tenían la misma chispa inocente que alguna vez vio en Thor, su primogénito y su orgullo. La misma inocencia que vio en Loki cuando lo tomó de entre los escombros de Jothunheim y decidió hacerlo hijo suyo, parte de su familia.

Con la misma torpeza con la que había cogido a Thor la primera vez, con la misma duda con la que había vuelto a Asgard con Loki en sus brazos, Odín tomó el cuerpecito de esa criatura y lo sostuvo en alto para que pudiera alcanzar al fin el fruto dorado.

“No es difícil ver el alma de un guerrero, ¿verdad, mi señor?”

La única respuesta de Odín a su reina fue una sonrisa sincera. Y su recompensa la risa infantil que llenó sus oídos.


~*~


Tenían ya un buen rato caminando, pero en todos los rostros se mostraba la determinación. Todos ocultaban el desasosiego que sentían por dentro, al menos los humanos. Porque no era la primera vez que luchaban, pero sí la primera en la que se enfrentaban a algo más allá… ¿De qué? No lo sabían, pero estando en terreno de dioses, muerte y resurrecciones sobrepasaba todo lo que habían vivido como súper héroes.

“¿Es que éste camino no tiene un final?”, preguntó Tony ya bastante desesperado. Tenía la cara descubierta para poder hablar con su voz normal y ver a detalle el río que rodeaba el camino; parecía brillar en aguas compuestas de cristales, vapores que se arremolinaban en la purulenta superficie. Si había pensando que le gustaría tomar un baño antes de emprender esta aventura ahora estaba convencido de que prefería apestar. “Debemos apresurarnos, Bruce debe estar asustado…”

“No es así, hombre con traje de hierro”, dijo Sif. “El pequeño humano, tal y como dijo Thor, está en las mejores manos, las de la reina Frigga. Ella no puede asustar a nadie excepto que lo deseé. Pero éste no es el caso”.

“Ha sucedido algo curioso con el pequeño Bruce, amigo Tony”, explicó Thor cuando vio a Stark rodando los ojos. “Tal parece que no le teme a los Reyes de Asgard ni a los Aesir. No tengo una explicación a eso, pero el pequeño Bruce estaba muy tranquilo cuando lo deje al cuidado de mi madre”.

Natasha alzó una ceja, pero no dijo nada. Estaba más pendiente de atrapar a Clint cuando éste se desmayara. El pobre arquero tenía la piel muy pálida y aunque Natasha sabía de sobra que lucharía con todo su impetú, la verdad es que a ella también la tenía un poco impresionada el paisaje horroroso que los rodeaba. Y además hacía un frío del demonio.

Steve parecía incómodo con ese hecho; sin duda el frío no era su clima favorito.

Los tres guerreros iban tras Thor y parecían, junto con Sif y su príncipe, tener todos los sentidos en alerta, como si esperaran un ataque que pronto llegaría para tomarlos por sorpresa. Eso provocó la curiosidad del soldado.

“¿Qué es lo que debemos esperar de éste lugar, Thor?”, inquirió apretando su escudo.

“Hay muchas criaturas que poblan Helheim, Capitán. Hela debe estar enterada de nuestra llegada, su guardián debió hacérselo saber y es un hecho que no estará satisfecha si llegamos a su palacio sin haber pasado algunas pruebas”.

“¿Qué clase de pruebas?”, inquirió Clint que iba acariciando la punta de una sus flechas como distracción.

“Las suficientes para probar nuestra valía. O morimos en el intento o llegamos a nuestro destino”, habló Frandal con seriedad.

“¿Existe una tercera opción?”, replicó Clint.

“Luchar hasta la muerte es la única opción, humano”, sonrió Volstagg casi perversamente.

Clint iba a tragar saliva ruidosamente, pero Hogun se puso en guardia y de pronto todos se detuvieron. Una respiración pesada se escuchó de pronto, como la respiración rabiosa de un enorme animal.

Casi a camara lenta todos giraron a su derecha. La niebla que hasta entonces había sido ligera y brumosa se tornó espesa y sombría. El gruñido de ‘algo’ les erizó cada poro de piel.

“¿Qué…?”

“Silencio”, susurró Hogun a Tony, que ya había bajado la máscara de la armadura y preparaba sus repulsores. “Es Garm. El guardían de Helheim…”

Un enorme perro negro salió de entre las sombras, su pelaje parecía como compuesto por agujas azabaches, del pecho goteaba lo que parecía sangre y tenía cuatro ojos; se avalanzó a ellos para acecharlos mostrando sus gigantescos y horribles colmillos; parecía un demonio en lugar de un perro, y a  ninguno de los humanos le sorprendió el paralelismo. Tony tenía  el arc-reactor listo, brilló entre la neblina dispuesto a freír la cabeza del monstruo, pero Thor lo detuvo posando una mano en el pecho de la armadura.

“Frandal, ¿están listos?”

“Como siempre, Thor”

El príncipe Aesir asintió resuelto  e hizo escuchar su voz por sobre los resoplidos de Garm.

“Los tres Guerreros y Lady Sif se encargaran de él. Andando”.

El perro, como si fuera consciente de las palabras del Asgardiano se enfocó en Frandal, Volstagg, Hogun y Sif, quiénes lo rodearon con las armas listas para atacar.

Los demás dejaron atrás la neblina y sólo escucharon con un escalofrío los ladridos sobrenaturales de aquella bestia.

“Thor, ¿qué mierda…?”

“Amigo, Tony, te ruego que no uses vocabulario obcéno en estos parajes. Ellos podrían estar escuchando”, interrumpió Thor a su compañero que tenía la misma cara de incredulidad que los demás.

No. Definitivamente no sabían en dónde se habían metido.

“¿Quiénes son ellos, Thor?”, inquirió Steve ocultando que de verdad comenzaba a temer lo que se encontrarían en ese lugar.

“¿Y de qué se trata todo esto?”, preguntó Natasha. “¿Por qué dejamos a tus amigos atrás?”

“Garm es la confirmación de que Hela nos va a poner pruebas antes de permitirme llegar hasta ella y Loki. Capitán, seré yo quién decida qué acciones tomar, soy el que conoce éste lugar… o al menos el que ha escuchado de él y las criaturas que tendremos que esperar, espero que eso no te ofenda en ningún modo”.

Steve negó al ver la completa determinación en el rostro de Thor. Era el guerrero príncipe del trono de un reino cuasi mágico, no había ningún atisbo del Thor ingenuo que se sorprendía porque el microondas calentaba la comida en segundos.

De pronto las aguas del río se tornaron violentas y la oscuridad pareció más pesada. Apenas podían verse gracias al brillo de Mjornil, que se reflejaba en el escudo de Steve y por supuesto, el arc-reactor y los propulsores de Iron Man.

El agua fue expulsada mojándolos a todos y de entre los chorros helados emergió una figura aún más grande que el perro de cuatro ojos. Era una especie de enorme mujer entrada en años y carnes, aunque su rostro estaba cubierto con una capucha de niebla; su aura era tan terrorífica como todo el lugar desde que el portal fue abierto. Pero aquí se sentía más frío todavía.

“Hijo de Odín”, habló la espeluznante figura.

“Modgud”, respondió Thor seriamente. “Queremos cruzar el río”.

Un sonido como de risa escapó bajo la capucha.

“Por supuesto. Será mi decisión si el puente aparece o no. ¿Tienes entre tu armada a alguien lo suficientemente listo?”

“Clint, Natasha”, habló Thor mirándolos con intensidad. “Esto no es batalla física, es mental”.

Ambos espías asintieron resueltamente. Era una prueba de ingenio, no de fuerza. Tony se sintió un poco ofendido, ¡él era el genio de entre todos ellos!

Los espías se acercaron a la giganta cuando Thor le indicó a Steve y a Tony con un gesto que retrocedieran.

“¿Qué es esto? ¿Las pruebas del torneo de los Tres Magos?”, inquirió Tony en un susurro a Steve. El rubio entendió la referencia (ya había leído los siete tomos de Harry Potter), pero instó a su pareja a guardar silencio frunciéndole el ceño.

Clint tomó la mano de Natasha y ambos, con paso seguro, enfrentaron a la vieja giganta. Modgud dejó escapar otro sonido que pretendía ser una risa, pero que les heló la sangre a los espías.

“¿De verdad Loki merece esto? Prefiero atravesarle su gigante corazón”, musitó Clint apretando la mano de la pelirroja.

“Bruce está vivo”, le recordó Natasha. “Y estamos juntos”, agregó con una media sonrisa, devolviendo el apretón.

El aliento de la giganta era frígido, ambos lo sintieron cuando resopló frente a ellos. Su voz que de pronto pareció subir de décibeles llenó sus oídos.

“Hace eones un Rey le pidió al Príncipe que eligiera a una Príncesa para casarse y heredar el trono. Al fin encontró a una joven campesina. Pero sólo les permitirían unirse si ella pasaba una prueba que los consejeros del Rey impusieron: La prueba era montar un jardín con ciento un flores, de las cuales un ciento serían falsas y solamente una verdadera. La doncella tendría que encontrar la flor verdadera sin tocarlas, olerlas o acercarse a menos de cinco pasos de ellas. ¿Cómo logró convertirse en Reina?”

Clint y Natasha fruncieron el ceño. Pero sólo fue un momento y sólo fue para reflexionar. Eso era pensamiento lineal, ambos estaban entrenados en ello. Sus manos volvieron a apretarse y se miraron con una sonrisa satisfecha.

“¿Juntos?”, preguntó Natasha sin dejar escapar sonido. Clint le leyó los labios y asintió.

Miraron a la giganta y sus voces unidas dieron la respuesta.

Modgud la giganta, guardiana del puente que llevaba al camino a Helgate, soltó una risotada más. Su aliento se tornó rojizo y los cuerpos de Clint y Natasha se desplomaron sin soltar sus manos sobre las baldosas de cristal y oro que comenzaron a emerger por sobre el río de aguas que parecían cuchillos si uno miraba más de cerca. El puente tomó forma y ella se alejó sin dejar de reír.

Steve, Tony y Thor se apresuraron hasta sus compañeros caídos.

“¡Thor! Dime que no están…”

“No, amigo Steve”, respondió el rubio con una sonrisa. “Por eso elegí a Lady Romanoff y al amigo Clint. No sólo resolverían el enigma enseguida, tal como fue el caso, también fungirán como guardianes del puente, para que no desaparezca cuando volvamos. Están dormidos”.

Tony miró los cuerpos de sus… de los miembros de su familia más misteriosos. Ni él ni los dos rubios escucharon el enigma, sólo fue oído por los espías. Tony había creído que habían sido asesinados frente a sus ojos por esa horrible giganta. Pero ahora el alma le regresaba al cuerpo. Menudo par de agentes.

“Debemos atravesar el puente y sortear la siguiente prueba. Tony y Steve”, habló Thor esta vez sin agregar el ‘amigo’ o los sobrenombres que reservaba para ellos. “Al llegar al otro lado del puente nos encontraremos en Nanstrad. Es la playa de cadáveres y hay una sola puerta que mira hacía el norte. Ella me llevará directo a la residencia de Hela. Conozco su resistencia y su valor como buenos guerreros de Midgard, ahora les suplico cubran mis espaldas para poder atravesar Nanstrad”.

“Sólo dinos qué peligros debemos enfrentar”, preguntó Steve decidido, Tony asintió en apoyo del rubio soldado.

Thor miró un momento a Clint y Natasha y apretó los labios, pero pronto el azul de sus ojos se posó en los rostros de los otros dos.

“La puerta es custodiada por Nidhogg, lo que ustedes conocen como un dragón. Sus hijos e hijas, serpientes, escupen veneno y los cadáveres impedirán nuestro avance. Debo reducir a Nidhogg, ustedes deberán librarme de pelear con las serpientes y los cadáveres”.

“¿Sólo eso? Cuenta con ello, grandote”, sonrió Tony para no ponerse a gritar.

“Bien, andando”, instó Steve y enseguida se levantó para comenzar a atravesar el puente. Tony se posó a su lado y Thor los siguió a una prudente distancia; entendía que tenían que procesar todo lo que había sucedido hasta ahora y lo que sucedería después. Sin embargo no podía estar más agradecido con su familia Midgardiana. Había una posibilidad de que Loki volviera a sus brazos, de que el  pequeño Bruce y él mismo no sufrieran su pérdida.

“Debo querer mucho a Bruce”, murmuró Tony junto a Steve. “O es un hecho que me he vuelto loco, cualquiera de las dos cosas”.

“Todos amamos a Bruce”, respondió Steve y miró a Tony con una sonrisa tranquilizadora. Él también estaba muriendo de miedo por dentro, no tenía por qué negarlo, pero debía mantenerse impávido. “Y por eso salvaremos a quién los salvó a él”.

“Bueno, como dijiste, Cuernitos es también parte de esta jodida familia. ¿Qué clase de parientes seríamos si lo dejamos languidecer en éste paraíso?”

Steve sonrió ante el sarcasmo de Tony, envolvió un brazo a su alrededor y depositó un beso en la mejilla picante de su encantador genio.

“Si salimos de ésta intactos, capi-paleta, te secuestraré toda la noche para que me cumplas como debe ser”, musitó Tony devolviéndo el beso, pero en los labios sonrientes de Steve.

Thor los miró con una sonrisa meláncolica. Tenía que sacar a Loki de ese lugar. Tenía que hacerle comprender de una vez por todas que lo amaba de verdad y que estaba dispuesto a arriesgar hasta el último aliento de su cuerpo para lograrlo. Y si tenía que destruir a Hela y cambiar el destino de los Nueve Mundos al meterse con los designios del Ragnarok, no le importaría.



~*~


Pepper miró por la ventana del ala médica del Helicarrier. Rogaba en silencio por que sus amigos… no, su familia como había dicho Steve, estuvieran bien. Conocía sus virtudes, su fuerza y el arrojo que siempre imperaba para lograr un objetivo en común. Los amaba, los amaba a todos. Ahora también a Loki y esperaba que lo rescataran de ese infierno del que había hablado Thor.  Que volviera para decirle otra vez ‘Lady Potts’ aunque ello la hiciera sentir una anciana.

Y Bruce. Quería tenerlo en sus brazos y en realidad ya no le importaba si era al niño o al adulto que ahora mismo tenía en un recuerdo en alguna parte de su mente. Desde que Bruce se vio convertido en un pequeño niño se comprometió a cuidar de él y procurar su bienestar. Era sin embargo indudable que no había querido hacer labores tan simples como bañarlo o dormir con él. Se negaba, una poderosa parte de ella se negaba a aceptar que ese crio era Bruce Banner, el hombre que aprendió a amar con todos sus defectos y virtudes, incluído cierto gigante verde.

Por eso vio a ese niño como un regalo que forjó una familia. No vio en él a Bruce, porque no estaba segura de aceptar y soportar que un experimento, un error o el Destino le arrebataran algo que ni siquiera había tenido.

Ahora se convenció de que no importaba. Si Bruce no volvía a su estado normal como adulto ya no importaba. Se conformaría con verlo crecer de nuevo, con sanar una a una las heridas de su torturada alma.

“Pepper, vuelve a la cama”

La pelirroja giró el rostro y no ocultó su llanto silencioso al hombre frente a ella. Era otro milagro viviente y él era la prueba de que ahora, en su mundo de héroes y cosas extraordinarias todo era posible. Absolutamente todo. La muerte era el último paso, había aprendido desde niña. Ahora sabía que no era así. Que todo tenía solución, incluso la muerte. Podría esperar uno y mil milagros más.

Los brazos de Phil la envolvieron y la ayudaron a volver a la cama arrastrando el tripié con el suero y los médicamentos. Y no la soltó una vez ella se recostó a medias en el colchón y a medias en el pecho de Phil.

“Ellos volverán. Todos. Siempre lo hacen”, susurró el hombre.

“Lo sé, Agente”, sonrió ella.




Notas finales:

¡Hola, hola a todo el mundo!

Puff!!! Estos meses han sido muy estrepitosos pero aquí ya está el capítulo nuevo y seguirán los demás sin tanta demora porque nos acercamos al final de ésta historia!

Me cuentan qué les pareció, ¿vale?

Y siéntanse en libertad de contarme cuál creen que fue la respuesta de nuestros agentes al enigma y por qué Thor no consideró a Tony para resolverlo??

Un besote enorme, mi más infinito agradecimiento por leer y por sus bellos comentarios (que los leo todos pero tengo poco tiempo u_u)

 

PD. Eso de los caminos de Helheim sí que está peliagudo, pero se agradece aprender cosas nuevas. Me tomé la libertad de adaptar esa parte de la mitología a conveniencia de mi fic, por si hay por ahí algún o alguna estudiosa del tema y quiera matarme xD

Látex.


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