Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Drutz por Daena Blackfyre

[Reviews - 23]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Cuarto estado: Basia (besos). No diré nada al respecto, ustedes ya sabrán de qué se trata. Tampoco tengo estupideces para decir como siempre. Disfruten el capítulo.

Saint Seiya, Saint Seiya The Lost Canvas y en todas sus formas, pertenecen a Masami, Teshirogi, Toei, etc.

– Basia –

Primero pasaron días, luego semanas antes de que ocurriera algo más. ¿Por qué tanto tiempo? Se preguntaba, pero no tenía idea. Shion simplemente no sabía qué tanto esperaba. Quizás el valor necesario para afrontar la situación o la suficiente inteligencia para dejar eso de lado e ir a amigarse con Dohko. Tampoco es que estuvieran peleados, sólo que no se hablaban. Pasaron de verse todos los días a no dirigirse la palabra. Un cambio tan abrupto que hasta preocupó a terceros. Sus compañeros lo notaron inevitablemente, por lo visto no eran buenos para disimular. Hasta Manigoldo, que necesita que las cosas le golpeen en la cara para notarlas, le preguntó qué había pasado.

Un bufido salió de sus labios y se sintió increíblemente fastidiado. No tenía ganas de hacer nada en aquel momento. Le hastiaba que su problema con el santo de Libra se haya convertido en el chisme de Santuario. ¿Problema? ¿Realmente era eso? Ni siquiera lo sabía. No podía darle una respuesta clara al asunto. Por más que quisiera, no se explicaba por qué pasó. Sólo había seguido sus impulsos, sin poder evitarlo y se sintió increíblemente a gusto haciéndolo. Se reprendía un poco por esto, porque consideraba que lo que pasó era incorrecto y lo atribuía a un pequeño desliz que debía evitar en el futuro.

En ocasiones pasada, dejarse llevar por lo que le daba gusto o le parecía más emocionante le había traído problemas. Tenía varias cicatrices que le recordaban sus imprudencias y le advertían qué pasaría si volvía a hacerlo. Shion creía que con Dohko era lo mismo. Ambos sólo habían compartido un momento extraño, que no tenía por qué repetirse. Sólo fue algo sin importancia que pasó por vaya a saber uno qué. "Locuras de jóvenes" como diría Sage o su maestro Hakurei. Eso lo podía aceptar y hasta le parecía lógico, pero entonces ¿por qué le contrariaba tanto la idea de acercarse a Dohko para hacer las paces? No sabía. Tal vez era miedo a que el otro estuviera enojado o no quisiera hablarle, pero en seguida descartó esa opción. Su compañero no era esa clase de persona. Era alguien amable, gracioso, considerado, quizás un poco imprudente en ciertas ocasiones, pero dudaba mucho que estuviera enojado. Confundido sí, como estaba él mismo ahora.

Dejó sus cavilaciones de lado cuando sintió que alguien ingresaba a su casa y al instante reconoció ese cosmos. Cuando llegó a su encuentro, ambos se miraron un largo rato, seguramente sin saber qué decir. Finalmente, Dohko había sido el que dio el primer paso y fue hasta él. Shion se sentía un poco mal por tener que llegar a ese extremo, pero era algo que no habían calculado. Tenían que acabar con esto de una vez.

—Dohko, yo…

—Traje esto —le cortó rápidamente, revelando una bolsa que traía escondida tras la espalda. Shion arqueó una ceja confundido y el otro le sonrió—. Es maní. Me preguntaba si tal vez querías.

¿Maní? ¿Era en serio? Oh, sí que lo era. Incluso lo comprobó viendo el contenido dentro de la bolsa. No era de eso de lo que debían hablar y ambos lo sabían, pero Shion interpretó aquel presente como una forma de reconciliarse y pasar un poco el estrés vivido hasta el momento. Le pareció un gesto bastante tonto y la vez tierno, tanto que rió levemente y tomó uno de esos maníes de la bolsa.

Ambos compartieron aquella comida y, sin darse cuenta, ya estaban hablando como siempre lo habían hecho. Como si ese malestar y la situación que vivieron hubiera desaparecido. El chino le habló sobre la misión larga que tuvo, ya que no habían podido comentar el tema desde que volvió y Shion también le habló de unas cuantas trivialidades.

En un momento, Dohko peló uno de los maníes, lo tiró en el aire y lo atrapó con la boca. Con una sonrisa victoriosa, miró de forma retadora a Shion y éste entrecerró los ojos. Si había algo que el ariano no podía ignorar era un desafío. Así pasaron la siguiente hora, aventando maní y viendo quién atrapaba más. Incluso se lo tiraban entre ellos, esperando que el otro lo atrape. Entre risas, acabaron sentados en el suelo, contra la pared, uno junto al otro, todavía sin querer ceder en esa competencia.

—Ya, el último —pronunció Shion pelando el maní y, luego de aventarlo, lo atrapó con éxito. Aplaudió ante su victoria mientras masticaba y Dohko lo felicitó.

—Nada mal —dijo—, hasta casi me ganas.

—Te gané —corrigió, aunque no estaban seguros. Habían perdido la cuenta hace rato.

—Ya quisieras —Se movió un poco para empujarlo y Shion se la devolvió.

—¡Acéptalo! —exigió—. El carnero blanco le ganó a la balanza.

—El carnero tiene un ego tan grande que cree poder comerse al tigre —contraatacó y su compañero le miró con suspicacia.

—Podría hacerlo si quisiera —aseguró y Dohko rió con ganas.

—Sólo inténtalo —le retó.

—Sólo espera —Las palabra de Shion había salido certeras, tanto que el otro se preguntó qué estaría pensando éste.

—No seas muy cruel —suplicó con fingido dolor, tanto que sacó una risa de Shion.

—No prometo nada.

Ambos se sintieron bien, contentos de estar de nuevo juntos y tranquilos. Sin ningún problema que los aquejara. Aunque esa estabilidad era algo momentáneo y lo sabían o al menos eso intuía Shion. Por un momento, el ariano se preguntó de qué se había preocupado tanto. Si se sentía muy bien y a gusto estando con Dohko, tanto que se había olvidado de sus intranquilidades. Aquel santo era increíble con él y lo que sea que hicieran juntos lo sería, esa fue la idea que tuvo en aquel momento. Entonces, si así era, ¿habría sido realmente malo lo que casi hicieron aquella vez? En un principio creyó que sí, pero ahora estaba comenzando a tener una nueva perspectiva, junto con una idea tonta que se le cruzó por la mente. Quizá no era lo indicado, pero si era con Dohko estaría bien. Así lo hacía sentir éste, le daba la seguridad de que nada malo pasaría y no se explicaba cómo era posible, pero lo era.

Shion suspiró y no dijo nada. Descendió un poco más la espalda por la pared, buscando comodidad en ese suelo. No dijeron nada más en ese momento, el silencio del templo de Aries fue lo único que los acompañó. Recordó lo sucedido la vez anterior que estuvieron los dos juntos ahí y lo que pasó, cosa que los había llevado a distanciarse. ¿Por qué habían tomado decisiones tan tontas? Como se notaba que ambos eran dos críos aún que no sabían manejar situaciones semejantes y escapaban avergonzados. Shion meditó sobre esto un momento y un impulso similar al de la vez pasada lo invadió. Pensó en ignorarlo, pero se sentía tan relajado junto al otro que en ese instante no le importó si estaba bien o mal.

Un sobresalto invadió al santo de Libra y, sin moverse un milímetro, desvió como pudo los ojos hacia su derecha. Shion había apoyado la cabeza sobre su hombro. Solamente eso bastó para ponerlo ansioso nuevamente. En parte, una emoción que no quería rebelar le invadió cuando su compañero hizo eso, pero también estaba la incertidumbre y la confusión por no saber qué hacer. ¿Debería hacer algo? Tuvo la impresión de que sí, pero no tenía idea qué. Sacó una rápida conjetura e hizo lo primero que se le ocurrió.

Con una lentitud casi inacabable, movió el brazo que estaba del lado de Shion. No quería que éste se quitara, por eso fue moviéndose de una forma pausada y casi torturante, al menos Dohko lo sentía así. Cuando al fin pudo estirarlo un poco, rodeó a su compañero y éste no se alejó. Era un abrazo simple, que poco a poco se fue concretando mejor. De la misma forma en que lo abrazó, fue atrayéndolo cada vez más cerca y su brazo lo atrapó con firmeza. Quería estar más próximo a su compañero, como la última vez que estuvieron juntos en Aries. Desde esa ocasión, Dohko no había podido dejar de pensar en Shion. En lo que fue y pudo haber sido. Se había roto la cabeza para darle una forma a esa situación, pero cuando vio que no podía hacerlo solo fue en busca del otro santo. Ahora ambos estaban ahí, juntos en silencio y compartiendo aquella tensión otra vez.

No se movieron más por unos instantes, como si temieran romper aquel momento como había pasado antes, pero eso no les alcanzaba. Tenían muchas dudas y curiosidades que deseaban saciar, el problema era cómo hacerlo, aunque una idea les circulaba en la mente. Shion fue quien se movió en aquel instante. Alzó un poco la cabeza y su rostro chocó contra el cuello de Dohko, quien se estremeció al sentir esa cálida respiración contra su piel. En ese instante, el corazón le latió veloz. Quería hacerlo, definitivamente lo quería. Ambos querían. Apretó los dientes mientras giraba su rostro para encontrarse con el de su compañero y, como ya había pasado anteriormente, sus labios chocaron con los de éste. No se apartaron ni pensaron hacerlo. Contrario a esto, se unieron más. Compartieron un beso que, hasta el momento, no habían notado cuán anhelado fue. Sus labios se encontraron, acariciándose mutuamente con una delicadeza casi irreal.

Pareció como si entraran a otro plano, uno donde la eternidad no tenía significado y lo único que importaba era ese deseo que ambos poseían. Nunca creyó que le pasaría algo semejante, pero Dohko se encontró embelesado por los labios de su compañero, los cuales le proporcionaban una satisfacción utópica y casi delirante. Shion no era un caso diferente, hasta se sorprendía de cuánto había deseado esto y, al obtenerlo, sólo pensó en que quería más. Que ese beso no acabara y no tener que pensar las consecuencias que podría traer, se sentía demasiado bien para preocuparse por eso. Dohko le acarició la espalda y un suspiro se le escapó de los labios, sin esforzarse en contenerlo. Nunca se hubiera imaginado en una situación similar con aquel santo, pero no le molestaba en lo absoluto.

Cuando se separaron pudieron observarse, ambos tenían la cara roja tenuemente, pero no se sentían aterrados como había pasado antes. Todo estaba bien. Había resultado bien y seguían ahí. Sólo fue un beso y había sido increíble. Entonces, ¿por qué algo que parecía tan inofensivo y bello podía llegar a ser malo? Quizá nunca fue malo desde un principio.

—No vayas a huir ahora —dijo Shion a modo de broma, rompiendo con el silencio.

—Si no me echas —Aquel comentario sacó una pequeña risa en ambos.

—No lo haré —Acercó su mano al borde la camisa de Dohko—. Quédate cuanto quieras.

No lo dejó decir nada más porque lo tironeó de la ropa para que volvieran a besarse. No huirían más ni volverían a distanciarse por tonterías otra vez. Aún les faltaban entender muchas cosas, pero había algunas que ya tenían claras: No era malo, les gustaba y, más importante, se gustaban.

Notas finales:

Para mí es re normal eso de tirarse comida con los amigos. ¿Qué? ¿No lo es? Lo hago y soy malísima atrapando. ¿Por qué maní? Creo que es porque fue lo último con lo que jugué así.

Ya estamos llegando a los últimos capítulos, qué amor. Estos muchachos son unos locos. Espero que les haya gustado. Gracias por leer!

Besitos!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).