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Palabras de amor por Shinjimasu

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Se escuchó un golpe fuerte que asustó al chico, haciéndolo incorporarse lo más rápido que pudo.

-¿Quién es?- preguntó asustado.

Akira suspiró y avanzó hacia él –Soy yo-

Taichi se quedó callado un momento -¿Qué quieres?-

-Solo vengo a… a darte algo de comer- respondió sentándose frente a él, mirando esos ojos que tanto llamaban su atención.

Durante su intento frustrado de dormir y tras haberse dado cuenta de que no lograría descansar, además de que sabía que Ito lo mandaría llamar para convencerlo de que no dejara la misión, decidió desaparecerse antes y así evitar que lo perturbaran en su habitación. Estaba de mal humor como para hablar con él y no pensaba tener problemas ahora.

-No quiero nada- contestó Taichi con tristeza mientras intentaba voltearse.

Él suspiró –Si no comes te enfermarás-

-No quiero nada- dijo de nuevo.

Akira se molestó un poco. Ese chico estaba siendo demasiado caprichoso.

-Creo que olvidas con quién estás tratando, niño- gruñó –Estoy tratando de ayudarte, así que sé un poco agradecido ¿Quieres?-

Él se agazapó asustado, permitiéndole a Akira fijarse en las marcas que había alrededor de sus muñecas, sin duda alguna, hechas por el roce de las esposas que lo mantenían atado a la tubería –Te duele ¿Verdad?-

Él asintió con lágrimas en sus ojos.

-Voy a soltar tus manos ¿De acuerdo? Pero para eso voy a tener que tocarte, así que evita intentar golpearme- le dijo cambiando su tono de voz a uno más tranquilo –No te haré daño… Taichi ¿Cierto?-

Él asintió de nuevo mientras Akira abría las esposas (obviamente no necesitaba la llave) haciendo que el chico se agazapara de nuevo contra la pared.

-¿Mejor?-

-Sí…-

-Bien, entonces ahora necesito que comas- le dijo mientras tomaba una de sus manos y la acercaba a él, haciendo que tomara el tazón que le ofrecía. Taichi se resistió en un principio, pero cuando sintió el calor de la sopa sintió confianza y lo tomó con ambas manos.

-¿Cómo puedo confiar en comer esto?- preguntó aún asustado.

Akira lo pensó unos segundos. Después de todo era normal que dudara de él… y quizá era lo mejor que podía hacer en una situación como esa. Guio la mano del chico hacia la cuchara que estaba dentro del tazón e hizo que la sujetara y así tomara un poco del líquido. Taichi podía sentir el peso en la cuchara y cómo dirigía su mano hacia su rostro, dándose cuenta del momento en el que el propio Akira sorbía la sopa que le había ofrecido.

-¿Confías ahora?-

Taichi se quedó callado un momento ¿En verdad podía confiar en él?

-¿Por qué haces esto?- preguntó inseguro.

-Porque…-

-¡Konoe!- se escuchó una voz afuera de la celda -¡Ven ahora!-

Suspiró –Por favor, come, te hará bien beberlo mientras está caliente- le dijo a Taichi antes de que él pudiera agregar algo más.

Fue entonces cuando se quedó solo de nuevo.

Dejó el tazón en el suelo y desamarró la soga que aun sujetaba sus tobillos en cuanto escuchó la reja cerrarse y los pasos de los dos hombres alejándose. Una vez libre quiso ponerse en pie para investigar el lugar, pero tenía demasiada hambre como para desaprovechar esa oportunidad. Después de todo, no sabía cuándo podría comer de nuevo.

Movió el líquido con la cuchara suavemente. Parecía una especie de crema.

A pesar de que hasta hacía unos segundos aquel sujeto había tomado del mismo tazón, no estaba del todo seguro, pero aun así no podía esperar por más. Sujetó la cuchara y sorbió lo que había dentro. No sabía tan mal después de todo… era eso o que en verdad estaba tan hambriento que todo le sabía bien.

Cuando terminó se sentía mejor que antes. Sin embargo no olvidó en dónde estaba: encerrado en una prisión sin saber por qué. Eso no sería del todo cierto si no fuera porque tenía la idea de que todo era debido a su padre o relacionado a su compañía.

Sabía que su padre lo daría todo por su compañía, pero no si lo daría todo por él, por él que no era más que una carga. Un chico ciego que nunca podría asumir su deber como sucesor de la poderosa empresa de su padre, uno que no hacía más que ocuparse de su tiempo escuchando música y escribiendo cosas que nunca nadie leería en braille, uno que no podía hacer nada sin su lazarillo ahora muerto, uno que era una carga…

De sus ojos brotaron más lágrimas. Estaba cansado y, aunque ya hubiera saciado un poco su hambre, sentía un vacío en su estómago. Sus muñecas ardían y sentía en su pecho una presión del tamaño de una pelota de béisbol. Sentía humedad alrededor de él y podía escuchar pequeños pasos de animales alrededor suyo.

“Quizá esto es lo mejor” pensó “Quizá deba acabar así… después de todo no es como si yo fuera alguien importante”


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